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Fidel
martes, 5 de septiembre de 2023
Economías de América Latina y el Caribe mantendrán bajos niveles de crecimiento en 2023 y 2024
Mercado informal de divisas: Depreciación del peso, distorsiones y opciones de política (I). Comentario HHC
Por: Joel Ernesto Marill Domenech
Las operaciones en el mercado informal de divisas parecieran ser un elemento más presente cada día en la vida de los cubanos. A diferencia de tiempos pasados, este mercado ha tomado una relevancia singular al convertirse en mecanismo de acceso a divisas por parte de la población y actores económicos no estatales, siendo utilizado a la vez por estos últimos como referencia para su fijación de precios y reaprovisionamiento.
Depreciación del peso e incremento del tipo de cambio informal
El incremento del precio de las divisas en este mercado negro/ paralelo/ informal/ ilegal es un tema complejo y multifactorial. Como cualquier mercado en sus fundamentos responde a dos elementos esenciales: a) la demanda de divisas, que se realiza desde la moneda nacional, y b) la oferta de divisas disponible, que tiene en nuestro caso dos orígenes fundamentales, las remesas enviadas por vías informales y el derrame del turismo mediante sus pagos en divisas en los circuitos no estatales.
En octubre de 2019, antes de la intensificación migratoria poscovid y la apertura a la importación de los actores económicos no estatales, el tipo de cambio informal se desalineaba, por primera vez en casi 25 años, de la referencia marcada por el “tipo de cambio de Cadeca”. Dos factores, fundamentalmente, contribuían a este proceso: a) por un lado el incremento salarial de junio de 2019, que, aunque limitado, expandió la circulación monetaria en manos de la población, con un muy limitado incremento de la contrapartida de bienes necesarios para absorber esos recursos, desequilibrio este que a la larga termino presionando sobre los mercados informales, entre ellos el de divisas, y b) por otra parte, la apertura del circuito de ventas minoristas dolarizadas, generó una nueva demanda de divisas por parte de la población, que en una determinada proporción comenzó a ser satisfecha en los mercados informales, impulsando al alza la cotización informal de las mismas.
La suspensión de las ventas de divisas por parte del sistema financiero unas semanas después, demostraba la imposibilidad real de defender el tipo de cambio de Cadeca con las divisas captadas por el mismo. Al tipo de cambio de 1x24 la demanda de divisas se había incrementado hasta niveles insostenibles, y dado la existencia de un nuevo tipo de cambio informal ligeramente superior, buena parte de las divisas que antes se vendían por el público al sistema financiero formal, ahora estaban siendo intercambiadas en el circuito paralelo.
El tipo de cambio de Cadeca ya para ese momento se había tornado indefendible, la decisión de no devaluar el mismo hasta los nuevos niveles en donde objetivamente comenzaban a realizarse las transacciones y se compatibilizaban los flujos de oferta y demanda reales del mercado, condicionó de forma paulatina que más y más transacciones fueran transitando al mercado paralelo.
En 2020, el tipo de cambio informal alcanzaba nuevos máximos cercanos a los 40 CUP/USD a finales de año. A los factores antes expuestos, se sumaba una reducción de la oferta de divisas dado la limitación de los vuelos internacionales y la reducción del envío de remesas debido al inicio de la pandemia de COVID-19, la ampliación de las ventas minoristas en divisas en junio de 2020, y muy marcadamente el deterioro del entorno monetario en un año que registro déficits fiscales cercanos al 18% del producto interno bruto [1].
A inicio de 2021, las transformaciones monetarias impulsadas con la Tarea Ordenamiento, influyeron en una acelerada expansión de la cantidad de dinero en circulación (incrementos salariales, operaciones fiscales etc.) que constituyeron nuevos impulsos al alza del tipo de cambio. La concentración de estos desequilibrios y la apertura de los vuelos internacionales a finales de 2021 –que amplificó la demanda de divisas por motivos migratorios–, canalizó un acelerado proceso depreciatorio entre septiembre de 2021 y abril de 2022 que implicó una depreciación de la moneda nacional en casi un 66% desde los 70 CUP/USD hasta cerca de los 120 CUP/USD.
Desde mediados de 2022 y en lo que va de 2023, nuevas fuentes de demanda se han incorporado paulatinamente a las presiones ya existentes, con un énfasis especial en la demanda de divisas para importaciones del sector no estatal y previsiblemente un incremento de los ahorros en divisas fuera del sistema financiero por actores económicos y la población ante la incertidumbre en la estructura de precios en moneda nacional y la constante depreciación del peso cubano.
Con particularidad en los últimos tres meses –junio, julio y agosto– se ha observado una acelerada depreciación del peso en los mercados informales luego de una relativa estabilidad en los primeros meses del año. Este proceso pone de manifiesto que la demanda de divisas informales por sus diferentes motivos continúa fuerte y que el deterioro de las condiciones monetarias subyacentes no ha cambiado. A todo esto, se suma el efecto estacional de los meses de baja del turismo, que supone una contracción en parte de la oferta de divisas en los mercados informales, elemento este que agrega presión a una estructura de mercado ya de por sí inestable.
Aunque cada una de estos “destinos de la demanda” suponen explicaciones coyunturales de la dinámica del mercado informal, en el mediano plazo por sí solos no pueden explicar la tendencia al alza seguida por la divisa. Divisa en el mercado informal no demanda toda el que la quiera, sino el que tenga los medios monetarios en la moneda nacional para pagarla. Cuando se analizan causas más fundamentales, solo un incremento acelerado de la oferta monetaria –cantidad de dinero en circulación–, como el que previsiblemente ha ocurrido como resultado de casi cuatro años con déficits fiscales superiores al 10% del producto interno bruto, financiados mediante emisión monetaria del Banco Central, pueden explicar la tendencia depreciatoria del tipo de cambio a largo plazo.
No importa si 100 actores económicos desean demandar divisas en el mercado, o 1 000 personas con el objetivo de viajar el exterior, si no cuentan con la moneda nacional para ello el impacto de estas intenciones sobre el tipo de cambio informal es intrascendente. Sin embargo, cuando la masa monetaria aumenta, más y más agentes realizan operaciones que les permiten acceder a pesos cubanos, que luego a su vez le dan acceso a demandar divisas en el mercado informal y con ello presionan sobre la depreciación cambiaria. No es que las intenciones de compra de divisas y los destinos de la misma no influyan en el tipo de cambio, pero estos solo repercuten en el mercado si cuentan con los medios monetarios para realizarlo.
A mediano plazo el valor del tipo de cambio es una expresión entre la oferta de divisas existente y la demanda que sobre ella se realiza desde la moneda nacional existente, independientemente de el que demanda sea un actor económico no estatal, un viajero al exterior o un consumidor con destino a compras en el circuito dolarizado. El tipo de cambio se deprecia porque la masa monetaria destinada a comprar dólares se incrementa más rápido que la oferta de divisas en el mercado. Así, a mediano plazo el tipo de cambio responde a desequilibrios monetarios, aunque en una mirada más estructural el tipo de cambio real de una economía va a ser el reflejo de la productividad, eficiencia y la capacidad de generar ingresos en divisas de la misma.
En una economía con mayor volumen de ofertas de producción nacional, menor componente importado, mayor productividad, menor dependencia externa y más profundos encadenamientos en el tejido productivo local, una oferta monetaria similar a la actual daría como correlato un tipo de cambio previsiblemente inferior. Sin embargo, estas son transformaciones de la estructura económica que no ocurren de la noche a la mañana y que, aunque son las que verdaderamente influyen en lo que se podría denominar ‘el desarrollo económico de un país’, a muy corto plazo tienen un efecto menos claro sobre la tendencia de las variables nominales como el tipo de cambio.
Impactos y distorsiones asociadas al mercado cambiario informal
La existencia de un mercado informal de divisas, así como la constante depreciación cambiaria, generan por su parte distorsiones, que terminan lastrando a la larga la eficiencia, el desarrollo de actividades productivas y las potencialidades de crecimiento de la economía.
Un primer grupo de distorsiones está asociada al impacto inflacionario. Sin lugar a dudas existe una presión vía costos sobre la inflación cuando las divisas son adquiridas por los agentes económicos a un tipo de cambio superior, sin embargo, la depreciación cambiaria y la inflación son a su vez efectos de causas subyacentes, como los déficits fiscales, la reducción de los ingresos en divisas, la escaza competitividad y la baja productividad de la economía, etc. Si bien la depreciación cambiaria refuerza la tendencia inflacionaria, el tipo de cambio es a su vez un precio más que aumenta por causas similares a la que lo hace la inflación general del resto de los bienes y servicios en la economía.
Contraintuitivamente, dado que la causalidad más visible del día a día es que un tipo de cambio alto impacta en mayores precios, la depreciación cambiaria tiene la tendencia en el largo plazo de seguir la tendencia inflacionaria de la economía en su conjunto, aunque por momento pueda adelantarla y contribuir a su aceleración. La depreciación del tipo de cambio informal refuerza el proceso inflacionario al condicionar costos de importación más altos, pero no es por sí misma el motor fundamental de dicho proceso.
La existencia de mercados informales de divisas, más allá de su impacto inflacionario, implica otras deformaciones en un primer momento menos visibles pero que impactan de forma más profunda en la eficiencia del tejido productivo nacional y que a la larga constituyen los mayores lastres de la existencia de estos mercados paralelo.
La informalidad del mercado de cambio agrega incertidumbre e inestabilidad a las actividades económicas de los agentes que concurren al mismo y por consiguiente al entramado productivo del país. Dada la inestabilidad que genera, propicia e incentiva el surgimiento de actividades rentistas que buscan rentabilidad y recuperación de la inversión a corto plazo en contraposición a actividades que supongan inversiones más formales orientadas al desarrollo de actividades productivas con retornos más distanciados en el tiempo.
Genera espacios para la evasión de impuestos, y a su vez dificultan a los actores económicos que acceden a divisas mediante estos mecanismos paralelos a llevar las mismas de forma transparente a su contabilidad –si compran divisa a 220 pesos solo pueden registrar por ellas 120 en las actuales condiciones–, lo que a la larga obliga a estos actores a sobredimensionar otras partidas de gasto o subdeclarar ingresos a fin de hacer cuadrar la contabilidad.
La informalidad genera por su parte un esquema de acceso segmentado a las divisas que es discriminatorio sobre las empresas del sector estatal que no pueden concurrir en igualdad de condiciones a un mercado cambiario informal por su propia naturaleza. Esto genera un esquema cambiario un tanto perverso donde capacidades industriales de empresas estatales y mixtas no pueden competir directamente por las divisas, no porque sus niveles de eficiencia y rentabilidad no lo permitan, sino porque el diseño –o en este caso el no diseño– institucional del mercado de cambios informal las excluye del mismo.
Se privilegia así el acceso a la divisa a actividades de presumiblemente menor valor agregado, y mayor componente importado, a la par de que se condiciona el acceso a dichas divisas al tejido productivo estatal mediante actores intermediarios no estatales que compran las divisas informales y luego realizan importación de insumos o utilización de las capacidades instaladas no explotadas del sector estatal. Esto último podría entenderse en algún sentido como una forma de encadenamiento productivo, pero que parte de premisas y deformaciones que conceden una ventaja extraeconómica a uno de los polos de la negociación.
Esta informalidad en el acceso a las divisas que entran al país vía remesas o una parte del ingreso del turismo, dinamiza la existencia de capacidades ociosas, la propensión entonces a importar o a alternativas de encadenamiento basadas en la dolarización para evitar la distorsión de los tipos de cambio múltiples. Desconecta al crédito bancario formal del acceso a divisas –un crédito formal bancario no suele ir al mercado informal a demandar dólares–, lo que reduce la capacidad de arrastre de este instrumento financiero. Desincentiva la inversión extranjera directa, dado que por su naturaleza estas no pueden acceder a las divisas del mercado de cambios informal y por tanto cuentan con menos oportunidades para reaprovisionar su actividad productiva.
En términos generales, la incertidumbre y la informalidad del mercado de cambios, es un lastre mucho mayor para el desarrollo de la actividad económica, la plena utilización de las capacidades instaladas y el desarrollo de negocios que realmente exploten potencialidades humanas y materiales del país, que el impacto depreciatorio de corto plazo que si bien refuerza la tendencia inflacionaria está lejos de ser el principal dinamizador de la misma.
Las distorsiones antes comentadas, y esto es fundamental, no son el resultado del accionar de ningún actor económico en particular, es una consecuencia de las deformaciones del mercado de cambios dado su carácter informal. Corregir estas distorsiones y avanzar en un proceso de formalización progresiva de dicho mercado, que garantice el acceso en igualdad de condiciones a todos los agentes económicos y que a la par venga acompañado de la creación de condiciones monetarias para la estabilidad de su tipo de cambio debería ser el verdadero foco del debate sobre estos temas. Sobre ello ampliaremos en la segunda parte de este trabajo.
[1] ONEI. Anuario Estadístico de Cuba Año 2021. Capítulo 5, Cuentas nacionales. Capítulo 6 Finanzas.
Comentario HHC: Todos los problemas y consecuencias se vienen planteando hace rato, ¿Cuáles son las propuestas del gobierno para resolverlas? ¿Quiénes tienen que tomar medidas para reducir el déficit fiscal? ¿Quién tiene que implementar un mercado razonable de compra- venta en divisas para todos los actores y combatir resueltamente el ilegal? ¿Quién tiene que incrementar la Oferta de bienes y servicios a la población, y en primer lugar la de alimentos? ¿Quién decide invertir en inmobiliarias y hoteles muy por encima de la agricultura, que ha sido identificada por el Presidente como la primera prioridad y es la que puede darle un vuelco al funcionamiento de la economía? etc. De esto se trata.
Pero además es con prisa y sin pausa.
REFLEXIVIDAD EN LA ECONOMÍA. COMPLEJIDAD y ECONOMIA. El azar y la necesidad como fuentes de la organización
Escribía entre otras cosas„ previendo: “De manera que la toma de decisiones implica cabeza y corazón, pero el proceso de información y constante flujo de procesamiento de información es fundamental, y por otro lado, la dinámica de la vida cotidiana, y la presencia de problemas, exige cada día acciones más rápidas.“
Las acciones más rápidas conceptual y metodológicamente, y digo previendo, porque había escasos ejemplos anteriores. Hubo imponderables en esos cuatro años, asuntos concretos de física y química que dieron frutos, pero las CIENCIAS SOCIALES que se ocupan de la VIDA REAL y buscan ubicar al hombre en el centro de la REFLEXIÖN, se ha quedado huerfana. Si algunas veces se ha reunido un grupo de economístas, quiero decir CIENTISTAS SOCIALES, es porque se han reunido hiperespecialistas en que el individuo sepa mucho sobre un solo tema, sin importar el resto de los conocimientos y su entorno. Economía convencional, sin sociología, ni antropología, ni psicoplogía, ni politología. Se sigue debiendo a la cooperación entre conocimientos compatibles entre sí de un mismo nivel jerárarquico, al decir de Moran (1984) sin “atravesar“ las disciplinas; a saber, la TRANSDISCIPLINARIEDAD.
Decía: “Se producen cada vez más crisis en el contexto del riesgo y la pérdida, y esto puede causar estrés más frecuente, tensiones, ansiedad, disminución de la autoconfianza, insatisfacciones, desmotivaciones, disminución de la capacidad de atención, y todo esto puede influir en el estilo de toma de decisiones, las estrategias, y acciones.“
Así se situa el sujeto que investiga, o el que decide, y el o los objetos de estudios, o sujetos, o entes económicos, o ciudadanos.
“Esto puede
darse en cualquier nivel de decisión. La amplitud y calidad en la
preparación de los decisores es clave. Exige cada vez más mayores
capacidades, de inteligencia, habilidades perceptivas, imaginación,
flexibildad, pensamiento divergente y lógico, creatividad, inteligencia social,
habilidades analíticas, comprensión. Alto grado de liderazgo social, de
confianza y objetividad para percibirse a sí mismo, fuerte enfoque en
los objetivos y enfoque en la capacidad de avanzar, sentido de
responsabilidad.“
Desde luego, esto no se consigue de golpe, pero es tiempo de marcar pautas.
“En un entorno cada vez más cambiante y de mayor ritmo, un enfoque creativo para la resolución de problemas es esencial, y esto, a partir de un análisis crítico de información cada vez mas abundante, en la que no se debe desechar nada, sobre todo cuestiones que tienen percepciones predeterminadas.“
¿Percepciones predeterminadas?, lo que significa orden
y causalidad simple, o decir, si o si.
¿Y se necesitan las ciencias de la complejidad en
estos momentos, o la reflexividad en el campo de la economía y de la
transdisciplinariedad? SI!
Evidentemente, en cualquier campo, temas o subtemas y problemas. El conjunto de
métodos que se siguen en una investigación, estudio o exposición es fundamental.
También la economía ha tenido atracciones en los últimos
decenios hacia la emergencia de lo complejo,a partir de la idea de
autoorganización, aunque no tanto de la reflexión. Es así que se incluían la
innovación y la creatividad, se hace dinámica del sistema, punto neurálgico
para abordar el estudio de la actividad humana más realista, de la evolución
hisórica real, más cerca del órden-desórden, necesidad y posibilidad alejados
de la economía convencional.
La dicotomía, ni determinismo ni indeterminismo
(interacción-transformación-organización). La complejidad de las nociones de
órden-desorden, dos caras de un fenómeno, plantean el AZAR y la NECESIDAD como
fuente de la ORGANIZACION (todo sea más
que la suma de las partes). Así que la dicotomía, relación compleja entre órden
y desorden, propone una nuevas relación entre DETERMNISMO Y NECESIDAD (orden
simple y causalidad simple), e INDETERMINISMO y AZAR y POSIBILIDAD de
decisiones. Un concepto de equlibrio. De esta manera la complejidad admite, que
el desorden es fuente de orden. Esto ha cambiado la forma en que se investiga
en economía, aunque no todos tengan la misma visión.
Y la REFLEXIVIDAD, rasgo esencial transversal, casi
siempre cede en el análisis hipercomplejo de la economía; a saber, el sujeto
que investiga y el objeto de estudio o conjunto de sujetos que tienen relaciones
de tipo reflexivo.
De inmediato, me viene la idea, de que la persona
reflexiva prefiere escuchar antes de hablar.
Así sucede que tiene que haber metodología cualitativa
(entrevistas, encuestas, grupos de dinámica, participación), más métodos de
investigación del resto de las ciencias sociales, en especial en el campo de
las dinámicas económicas, subrayo, el flujo de información que se intercambia
con cooperación.
La complejidad supone reconocer que las economóas
son sistemas abiertos, dinámicos, no
lineales, que la idea de equilibrio en reposo vamos a decir de un mercado, es
una quimera, y que el tiempo es una variable crítica que se establece, un
sistema evaluativo a través de la diferenciación, selección, amplificación. Y
la gente, tiene información, racionalidad y capacidad de aprendizaje limitados,
pero que los macroefectos emergen de los MICROCOMPORTAMIENTOS y sus
interacciones.
En la evolución de los fenómenos sociales, aparece la determinación, y en un contexto de incertidumbre, es imprescindible que se haga una prospectiva de actores, así como objetivos y acciones, cosa que lamentablemente ha fallado en los últimos diez años.
Putin sobre la contraofensiva ucraniana: no es un estancamiento, "es un fracaso"
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