Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

domingo, 6 de noviembre de 2022

La historia de una batalla económica interminable e inútil


BERKELEY – La gran lección que dejaron los últimos 60 años de políticas económicas estadounidenses, que Alan S. Blinder —economista en la Universidad de Princeton y exvicepresidente de la Reserva Federal de EE. UU.— propone en su nuevo libro, A Monetary and Fiscal History of the United States, 1961-2021 [Historia Monetaria y Fiscal de Estados Unidos, 1961-2021], es que no hay grandes lecciones.

No hubo ni un desarrollo lineal ni muchos «avances» en la búsqueda de formas de gestionar las economías modernas para lograr estabilidad macroeconómica. En lugar de eso, Blinder describe «engranajes dentro de engranajes que giran incesantemente en el tiempo y el espacio [...] [con] ciertos temas [...] que crecen y declinan [...] lo monetario contra lo fiscal [...] el reino de lo intelectual [...] el mundo de la implementación práctica de las políticas [...] los reiterados ascensos y caídas del keynesianismo [...]».

La historia subyacente responde, en última instancia, a la coyuntura histórica. Aparecen problemas que pueden resolverse... o no. Independientemente de lo que ocurra, la respuesta prepara el escenario para que surja otro problema, nuevo y diferente, porque las acciones del pasado reciente aumentan, de alguna manera, la vulnerabilidad de la economía. Pero al final de la historia, tenemos la sensación de que algunos de los problemas era muy parecidos entre sí y que los responsables de las políticas combatieron en una interminable e inútil batalla.

Tomemos la cuestión de las expectativas inflacionarias y su anclaje. ¿Podemos prever que la inflación menguará, o tiende a ser muy persistente y cada cambio en la tasa se incorpora permanentemente al futuro probable? Cuando Blinder «ingresó a la escuela de posgrado en otoño de 1967 [...] la evidencia empírica prácticamente gritaba que [podíamos esperar que menguara] [...]. La teoría y lo empírico chocaron con fuerza. Como decía la memorable pregunta de Groucho Marx: «¿A quién le vas a creer, a mí o a tus propios ojos?» La postura del MIT, según recuerdo, era confiar en los propios ojos».

Confiar en los propios ojos era, de hecho, lo correcto. Como demostró pronto el economista Thomas J. Sargent en una «hermosa publicación de cinco páginas», «subestimada en su momento», gran parte del debate teórico «era irrelevante», escribe Blinder.

El problema ha regresado. ¿Están bien ancladas las expectativas inflacionarias o no? ¿Es aún válida la respuesta de la década de 1970? Tal vez sí, tal vez no. Este es uno de esos raros momentos en que me alegra extraordinariamente no formar parte de la Junta de la Reserva Federal. No solo la carga de la responsabilidad se ha tornado abrumadora, sino que nuestro grado de ignorancia es mucho mayor de lo habitual.

En términos más amplios, leer a Blinder es una experiencia muy agradable. Su libro nos permite viajar como acompañantes por el camino extremadamente pedregoso que recorrieron los responsables de las políticas estadounidenses tratando de estabilizar los precios, lograr el pleno empleo, la resiliencia financiera y una inversión robusta. La descripción de cada uno de los episodios que generó la rueda de la fortuna es llamativamente y —creo— casi completamente, exacta. Lean y absorban el relato de Blinder y podrán presentarse como estatistas maduros respetados, que han visto de cerca la creación de muchas políticas macroeconómicas y a cuyo consejo se debe prestar atención.

¿Pero hay alguna lección dominante, más allá del papel de la fortuna? Me gustaría señalar que mientras la historia (si la usamos correctamente) puede ser muy útil para ayudarnos a entender las situaciones actuales, la teoría (al menos la que actualmente está en boga) no lo es. Blinder nos recuerda que el monetarismo «ganó relevancia gracias a una combinación de trabajos académicos muy disputados, la singular brillantez y habilidad para debatir de Milton Friedman y, tal vez lo más importante, el aumento de la inflación».

Al final, «se calificó injustamente [al keynesianismo] de “inflacionario” y el monetarismo dio un paso al frente para reemplazarlo», ejerciendo «una influencia sustancial sobre la formulación de políticas en Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y otros lugares». Pero no se equivoquen, la influencia del monetarismo sobre las políticas fue maligna. «El debate sobre las políticas no fue, como afirmaron a veces Friedman y otros, sobre la importancia de la política monetaria», escribe Blinder. «Fue sobre la importancia de la política fiscal que no se ajustaba a la política monetaria. Resulta que era importante.

Blinder luego regresa al momento de la nueva economía clásica, que afirmaba la «ineficacia de las políticas» y logró conquistar a «grandes grupos de académicos en las décadas de 1970 y 1980». Afortunadamente, los funcionarios de los bancos centrales ignoraron en gran medida —y con razón— a esta escuela de pensamiento. Después de la presidencia de Paul Volcker en la Fed, ¿quién podía negar que las políticas tenían efecto sobre la economía real?

De manera similar, Blinder cuestiona si el caballito de batalla teórico actual, los llamados modelos EDGE neokeynesianos, es útil para ayudar a los responsables de las políticas a entender los aspectos del mundo más relevantes para ellos. En este caso, creo que tiene toda la razón al mostrarse escéptico.

Vale la pena mencionar otras dos lecciones. En primer lugar, los responsables de las políticas monetarias que basan sus decisiones en la política debieran saber que sus reputaciones quedarán permanentemente manchadas. La reputación del presidente de la Fed Arthur Burns no sobrevivió a su excesiva preocupación por la reelección de Richard Nixon en 1972. De manera similar, Blinder sostiene que Alan Greenspan «manchó su dorada reputación cuando dio la sensación de respaldar los recortes impositivos de [George W.] Bush», favoreciendo así la aprobación de esa política en el Congreso en 2001, algo que perjudicó en gran medida al país.

Finalmente, el uso adecuado de la política fiscal para gestionar la demanda y apoyar al crecimiento es algo tremendamente complejo. Las reglas generales adecuadas cambian de una década a otra y en forma tal que es imposible que el sistema político las comprenda en tiempo real. Se trata de un problema mayúsculo. Allá por 1936 John Maynard Keynes creía que para la estabilización macroeconómica eran necesarias tanto la política fiscal como la monetaria, que se podía lograr con una gestión tecnocrática, y que esa gestión solucionaría los grandes problemas del desempleo y la distribución del ingreso. Pero como demuestra Blinder implacablemente en su libro, en la actualidad estamos muy lejos del nirvana del diseño de políticas.

Traducción al español por Ant-Translation

J. BRADFORD DELONG, Professor of Economics at the University of California, Berkeley, is a research associate at the National Bureau of Economic Research and the author of Slouching Towards Utopia: An Economic History of the Twentieth Century (Basic Books, 2022). He was Deputy Assistant US Treasury Secretary during the Clinton Administration, where he was heavily involved in budget and trade negotiations. His role in designing the bailout of Mexico during the 1994 peso crisis placed him at the forefront of Latin America’s transformation into a region of open economies, and cemented his stature as a leading voice in economic-policy debates.

DEBE SER TAN NATURAL COMO RESPIRAR EN UN SER HUMANO:

Por Dr Silvio Calves Hernández

La innovación, la calidad, la alta productividad, la reducción sistemática de los costos, la alta competitividad deben ser comportamiento natural en cualquier empresa u organización productiva.

Esto debe ser tan natural como el respirar en los seres humanos.

Cuando hay que exhortar tanto a que esto se haga y cuando los principales representantes del Gobierno y autoridades tienen que visitar y plantear a los productores la  necesidad de hacerlo y lograr su aplicación, es un reflejo de que el sistema de dirección económica en que están insertadas esas unidades productoras no funciona.

No es un problema del socialismo, pues se ha demostrado por China y Vietnam  que estos resultados de aplicación de la ciencia e innovación y de que el crecimiento de la productividad y eficiencia y la justicia social se pueden alcanzar de forma natural en el socialismo.

Qué nos  pude estar impidiendo que estos resultados se logren sin necesidad de acudir a las exhortaciones y reclamos sistemáticos y convertir el modo de actuación de las unidades productoras en uno que de forma natural sea eficaz y eficiente.

Es verdad que se han ido tomado bastantes medidas para destrabar los nudos que impiden el  desarrollo de las fuerzas productivas, pero no han sido suficientes al ver el impacto limitado que han  causado.

Sin pretender tener la única verdad creo que hay cuestiones en que hay que profundizar pues nuestro tiempo no es ilimitado para hacerlo y tampoco tenemos el derecho de sabiendo lo que hay que hacer no ejecutarlo.

Consideramos que las estructuras monopólicas en que se erigieron nuestras empresas en el siglo XX han dejado de ser eficientes y efectivas en este contexto de las actuales décadas del siglo XXI.

No existe el CAME para cuyos países producían muchas de esas empresas cuyo mercado era muy superior al nacional, y se dimensionaron sus estructuras buscando una economía de escala. Ahora ese mercado hay que ganárselo en el resto del mundo y también el de los antiguos socios.

Recuerdo que estuve en Alemania al poco tiempo de haberse derrumbado el muro de Berlín y vi como capitalistas se aproximaban a las industrias de la antigua RDA para apropiarse de ellas lo que no fue fácil pues no querían hacerlo en esas mega industrias y solo les interesaban las de tamaño y estructuras menores o en todo caso en partes de esas mega industrias. Buscaban agilidad, flexibilidad y eficiencia no tamaño, menores riesgos.

Otro elemento a nuestro juicio limitante para desarrollar la innovación, el aprendizaje continuo, la calidad y competitividad es precisamente que con esos monopolios no hay competencia; el ciudadano cubano  y clientes en general no tienen  alternativas de selección a sus producciones y lo peor un es que las direcciones de esas empresas no se acostumbraron a competir por el mercado pues tenían un mercado cautivo y los clientes debían estar satisfechos o no con los que ellos ofrecían. Muchos directivos de empresa seguramente piensan de forma inconfesable que para que innovar u arriesgarme si la gente se tienen que satisfacer con lo que entrego. Hay que generar competencia entre productores para lograr innovación, aplicación de la ciencia, calidad y productividad.

La forma actual de asignar el mercado estatal es muy costosa para el propio estado pues las empresas no deben competir en productividad, costos y calidad  y hay que invertir ese dinero sin las respuestas eficientes y eficaces del productor. Todos los estados adquieren bienes para sus necesidades y obligaciones pero lo hacen licitando y asignándolos a los mejores.

Otro factor desestimulante ha sido la mentalidad rentista que se  impuesto en el Estado pues durante años ha sido el modo de operación que ha dejado sin liquides ni para los gastos de operación a muchas empresas y organizaciones estatales que generaban importantes ingresos.

La imposibilidad de reproducir y ampliar las fuerzas productivas mediante la presencia de esa mentalidad rentista impidió pagar deudas  consumos necesarios para continuar la actividad teniendo un mercado posible, Ya no tenemos un millón o más de toneladas a flote en nuestros buques, ni suficientes aviones pues gran parte de lo que generaban se dirigía centralmente a otros objetivos. No juzgo el fin de esa asignación de recursos, solo me pregunto si se pensó en algún momento en que nos podíamos quedar sin esa fuente de ingresos actuando de esa forma.

Un último aspecto es  que hay que desterrar de los productores la mentalidad de que si el vecino de en frente flexibiliza el bloqueo voy a tener los problemas resueltos. Ese vecino lo que nos debe estimular a desarrollar más innovación, aplicación de la ciencia, más competitividad. No va a ser el que nos resuelva los problemas, si no somos nosotros mismos nadie lo hará.

Especial #EuropaxCuba - Documental titulado "ALCARAJO 10 AÑOS"