Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

domingo, 4 de octubre de 2015

El espejismo del crecimiento. ¿Puede ser sostenible el crecimiento económico continuo o es simplemente una ilusión?


Tendemos a asumir que nuestros sueldos o salarios deben aumentar en términos reales, y que eso ocurrirá siempre. Que el nivel de vida seguirá esta misma trayectoria. Que el precio de la vivienda no caerá. Que se puede confiar en que el precio de los cuadros de Picasso o los anillos de rubí continuarán "rompiendo récords". Y que la economía va a "crecer" exponencialmente con el paso del tiempo. En efecto, la idea de "crecimiento económico" está interiorizada en la forma en que pensamos y medimos la economía.
Es algo delirante, aunque sólo sea en términos lingüísticos. El "crecimiento" tiene su origen en la naturaleza. Las plantas se siembran, los animales nacen, crecen, maduran y luego mueren. Y aunque los seres humanos en su mayoría viven negando la realidad, nuestras vidas siguen la misma trayectoria.
La muerte es tan inevitable como los impuestos.
Sabemos, en nuestro fuero interno, que existen límites. Que los mercados y las empresas crecen, maduran y luego mueren - o colapsan. Pensemos en el mercado de hipotecas de alto riesgo, en la obligación de deuda garantizada, en la permuta de incumplimiento crediticio, o incluso en los deshollinadores. Pensemos en empresas como Woolworths, HMV, PanAm, Arthur Andersen o Enron.
Todas ellas han desaparecido.
Hay límites. No sólo en la vida de las empresas, de los mercados y en las vidas de las personas, sino sobre todo en nuestro ecosistema y en el planeta.
¿Entonces por qué cuando aplicamos esta palabra a la economía asumimos que el "crecimiento" es ilimitado?
De hecho esta ilusión es reciente. Antes de los economistas de la década de los sesenta, especialmente Keynes hablaba sobre la economía en términos de "niveles" de actividad. Estaba preocupado por el nivel de producción, el nivel de empleo y el nivel de precios. ¿Era una nivel demasiado elevado, y por lo tanto inflacionario? ¿O era un nivel demasiado bajo, con amenaza de recesión? ¿O era simplemente el correcto, sostenible?
En 1961, la OCDE, alentada por los economistas "clásicos" como Samuel Brittan y desalentada por lo que eran - en comparación con los estándares actuales - unos niveles altos y sostenibles de actividad económica, propusieron un cambio rápido de la economía. En ese momento, Gran Bretaña se encontraba en la feliz situación de poder proporcionar pleno empleo a su gente. Los comentarios de 1957 de Macmillan que señalaban que los británicos "nunca había estado tan bien" aún eran ciertos.
Fue en este punto en el que la OCDE, el gobierno británico (la Corporación Nacional de Desarrollo Económico) y Samuel Brittan defendieron un nuevo objetivo insostenible y delirante para lograr algo que definían como "crecimiento" - una tasa como una función constante - que resultó ser del 50% para el Reino Unido durante la década.
Sam Brittan se llamaba a sí mismo con orgullo "el hombre del crecimiento" y, al mismo tiempo que promocionó este objetivo insostenible e inflacionario, también impulsó políticas de liberalización financiera.
Estas políticas condujeron a una serie de auges del crédito, considerados como 'booms infinitos' por parte de, por ejemplo, los gestores de hipotecas de alto riesgo o de las obligaciones de deuda garantizadas en Wall Street y en la ciudad de Londres.
Pero también hay límites para los auges de crédito. De hecho los auges de crédito son los mejores predictores de las crisis financieras.
Así que de la misma forma que la noche sigue al día, la liberalización de las finanzas ha venido seguida por una serie de crisis bancarias. Estas estallaron en los países avanzados y emergentes en la década de 1970. La crisis de la deuda latinoamericana lanzó otra serie de crisis de la deuda soberana en 1982. Gracias a la desregulación financiera de la industria americana 'de segunda mano', la crisis de ahorros y préstamos de la década de 1980 fue seguida por la crisis del mercado de valores de 1987; la crisis de los bonos basura de 1989; la crisis del Tequila de 1994; la crisis asiática de 1997-1998; la burbuja puntocom de 1999-2000 y, por último, la crisis financiera mundial de 2007-2009.
Pero mientras que los mercados, los bancos, las empresas y millones de personas "se estrellaron y se quemaron", las teorías y las políticas detrás del crecimiento económico ilimitado siguieron intactas. Permanecen intactos hasta nuestros días.
No solo eso. El último boom del crédito se ha expandido masivamente y es más grande incluso que el que precedió a la crisis de 2007-2009. Según el último informe de McKinsey:
"Siete años después del estallido de la burbuja crediticia mundial que dio lugar a la peor crisis financiera desde la Gran Depresión, la deuda sigue creciendo. De hecho, en lugar de reducir el endeudamiento, o apalancamiento, todas las grandes economías hoy en día tienen un mayor nivel de endeudamiento en relación al PIB que el que tenían en 2007. La deuda global en estos años ha crecido en 57 billones de dólares, elevando la ratio de deuda sobre el PIB en 17 puntos porcentuales".
La deuda total de China ha alcanzado el 282 por ciento del PIB, según McKinsey, y el ritmo de expansión del crédito de China preocupa a los bancos centrales, ya que plantea nuevos riesgos para la estabilidad financiera global.
A pesar de que China tiene una enorme capacidad y potencial, también se enfrenta a límites. La pregunta es: ¿cuándo va a alcanzar la frontera de esos límites?
Hubo un tiempo en que esa era la pregunta de los 64 dólares. Luego se convirtió en la pregunta de los 64 millones de dólares. Ahora es la pregunta de los 64 billones de dólares.
Porque mientras que existen límites claros para el crecimiento de la economía real, parece que hay un aumento infinito en el crecimiento del crédito.
¿O no?
es directora de Prime (Policy Research in Macroeconomics) y miembro de New Economics Foundation. Su último libro es Just Money: How Society Can Break the Despotic Power of Finance (2014)
Fuente:
http://iainews.iai.tv/articles/the-growth-delusion-auid-532
Traducción:
David Torres Pascual

Wine World Inc., por primera vez en Cuba

Por Luis Ubeda y Eileen Sosin

Wine World Inc., deviene importadora de importantes marcas francesas, españolas e italianas en Estados Unidos, aunque también su objetivo social comprende la comercialización de cervezas y otros tipos de bebidas y licores

Creada en 2012, Wine World Inc., deviene importadora de importantes marcas francesas, españolas e italianas en Estados Unidos, aunque también su objetivo social comprende la comercialización de cervezas y otros tipos de bebidas y licores.

En ocasión de participar en la edición vitícola que anualmente organiza el Hotel Nacional de Cuba, OPCIONES conversó con Modesto Gil y Aldo Neyra, presidente y vicepresidente de la compañía, respectivamente, así como su representante en la Isla, Raúl C. Neyra…

"En la actualidad -refiere su presidente-, representamos a 16 bodegas de los estados de California, Nueva York, Oregon y Washington, y por primera vez mostraremos a los amantes cubanos del vino y, por supuesto, a quienes visitan este cordial país, varias marcas de las más gustadas en la Unión.

"Una de las iniciativas que deseamos concretar es unir nuestros vinos con los célebres habanos, tomando en cuenta esa selecta fiesta que también se desarrolla cada año por el mes de febrero, y realizar una suerte de maridaje entre nuestros productos y las más afamadas vitolas de Cuba".

Por su parte, el vicepresidente Aldo Neyra destacó que la carpeta vinícola promovida por Wine World Inc. se caracteriza por ser asequible a todas las capas sociales, "como por ejemplo desde los vinos menos costosos hasta los considerados VIP".

Asimismo el representante en la Isla de la firma, Raúl C. Neyra, informó que también se dedican al mercado de etiquetas privadas, "o sea, un modo de personalizar determinado producto. Tomemos por caso que un cliente desea estampar su nombre en determinada marca de vino con el fin de personalizarlo, pues nuestra empresa se encarga de complacerlo, y le aseguro que este tipo de producto está teniendo mucha aceptación".

Con visión de futuro

Para esta firma estadounidense no han pasado inadvertidos los cambios ocurridos entre Cuba y Estados Unidos a partir del 17 de diciembre pasado. De acuerdo con Modesto Gil, "la empresa Triton -de la cual también funge como presidente y CEO- es la especializada en toda la logística de Wine World Inc. en materia de exportación, entregas locales, etcétera.

"Tomando en cuenta lo anterior, creemos que en el futuro termine por ponérsele fin al bloqueo, y entonces Triton desempeñaría un papel muy importante en el suministro de nuestros productos a la redes comerciales del país. Como es natural, sería algo muy exitoso para nosotros.

"Nuestra filosofía -asegura su presidente-, es hallar un mercado donde la oferta de nuestros vinos sea bien recibida, y hacia ese objetivo los directivos de Wine World Inc. estamos dirigiendo el máximo esfuerzo. La presencia en la décimo sexta edición de la Fiesta del Vino así lo evidencia".

Entre los vinos presentes en el estand del Salón 1930, los entrevistados mencionaron las marcas Willowbrook-Russian River y Carson Scott, de Sonoma County 2013; Van Ruitten Vineyards-Lodi y Cabernet Sauvignon, Lodi 2013, todos de California; de Nueva York figura Fox Run Vineyards-Finger Lakes; de Oregon se refirieron al Willamette Valley Vineyards, Estate Pinot Noir, 2013, y el Gewürztraminer, 2014, mientras que del Estado de Washington destacan Claar Cellars-Columbia Valley Syrah 2010, y Ridge Crest Cabernet Sauvignon, 2013.

Por qué Estados Unidos guarda 700 millones de barriles de petróleo en unas cavernas

Chris Baraniuk BBC


Estados Unidos y otros países guardan vastas reservas en barriles de petróleo de las que pueden echar mano en caso de desabastecimiento.

Estados Unidos ha estado guardando algo importante y valioso en la costa del Golfo de México.

En cuatro discretos puntos seguros yace una cantidad de petróleo equivalente a 700 millones de barriles.

Está enterrada en una red de 60 cavernas subterráneas talladas en roca de salina, en lo que constituye la enorme Reserva Estratégica de Petroleo (SPR, por sus siglas en inglés) de EE.UU.

La infraestructura fue creada hace 40 años y hoy existen varias reservas más alrededor del mundo.

De hecho, toda una serie de países han invertido miles de millones de dólares en desarrollar este tipo de instalaciones.

¿Por qué alguien vuelve a enterrar el crudo de nuevo bajo el suelo?

Crisis de 1973

La respuesta se remonta a la crisis del petróleo de 1973.

Los exportadores de petróleo árabes habían cortado los suministros a Occidente como castigo por el apoyo de Estados Unidos a Israel durante la guerra del Yom Kippur.

Este conflicto, también conocido como la guerra árabe-israelí de 1973, fue librado por una coalición de países árabes liderados por Egipto y Siria contra Israel desde el 6 al 25 de octubre de 1973.


Image captionLa guerra árabe-israelí llevó a que EE.UU. se quedara sin suministro de petróleo desde los países árabes.

En aquel entonces el mundo era tan dependiente del petróleo de Medio Oriente que los precios del carburante se dispararon.Eso se tradujo en racionamientos en las estaciones de servicio de EE.UU.

La gente comenzó a temer que le robaran la poca gasolina que tenían, por lo que algunos comenzaron a proteger sus coches con armas de fuego.

Un par de años después EE.UU. comenzó a construir su SPR, la red de cavernas subterráneas llenas de crudo.

Gracias a estas reservas, aunque fallara el suministro, EE.UU. podría enfrentar el alza del precio y la presión de los mercados globales sin problemas.

"El formidable tamaño de la SPR la convierte en un importante factor disuasorio ante los cortes en la importación de petróleo y es una herramienta clave de la política exterior", asegura el gobierno estadounidense en su página de internet.

No es por nada que el presupuesto del año en curso para el mantenimiento de esta reserva estratégica es de US$200 millones.

Guardados con sal

Bob Corbin, del Departamento de Energía de EE.UU., es la persona encargada de que ese dinero se gaste de forma inteligente.

"Todos nuestros puntos (en los que se guarda petróleo) están situados en lo que llamamos cúpulas de sal", explica.

"La sal es impermeable al crudo. Así que ambas sustancias no se mezclan, y tampoco se crean fisuras, por lo que son un almacén perfecto".


Debido a la crisis de los años 70, lmuchos en Estados Unidos temieron que el poco combustible de que disponían les fuera arrebatado.

Corbin, quien sirvió como militar en la Guardia Costera durante 22 años, está orgulloso de los cuatro almacenes en que se distribuyen las cavernas.

Estos se extienden desde Baton Rouge, en el estado de Louisiana, hasta Freeport, en Texas.Es en este último punto donde se ubica el más grande de los cuatro.Se refiere a las enormes cámaras de almacenamiento como "mis cavernas"."Son muy impresionantes", añade.

Sin embargo, no es algo que se pueda apreciar desde la superficie, desde la que apenas se ven unos pozos y algunas tuberías.

Pero Corbin dice que gestionar estas infraestructuras tiene sus propios retos. Las cavernas de sal no son del todo estables, por ejemplo.

A veces se desprenden pedazos pequeños de las paredes, causando daños en la maquinaria. Por eso los empleados no pueden acceder a estos almacenamientos.

Así que la única manera de reemplazar las máquinas estropeadas es remotamente. Y hay varios instrumentos que ayudan a visualizar el área de trabajo.

"De forma periódica las cavernas se vacían, por lo que se pueden tomar imágenes de sónar del interior", explica Corbin. "Eso te da una idea tridimensional" del espacio.

Recurso de política exterior

Algunas de estas cámaras tienen formas curiosas, añade.Por ejemplo, una de ellas parece un platillo volador.


Image caption Los acuerdos internacionales señalan que las naciones miembro de la OIEA deben guardar reservas de petróleo equivalentes a 90 días de importaciones.

Tal como señala la página web del gobierno, la SPR es un recurso para la política exterior.

Y en esa línea, ha ayudado a EE.UU. a salir airoso de varias situaciones difíciles.

Así ocurrió durante la primera Guerra del Golfo (2 de agosto de 1990 -28 de febrero de 1991), un conflicto entre Irak y una coalición de países liderados por Estados Unidos en respuesta a la invasión iraquí de Kuwait, cuando se interrumpió el suministro de petróleo desde Medio Oriente.

Y también cuando el huracán Katrina azotó el Atlántico en 2005.

Las peticiones de carburante de emergencia se aprobaron durante las 24 horas posteriores a que la tormenta tocó tierra.

Reservas mundiales

EE.UU. no es el único país que ha invertido grandes cantidades de dinero en reservas estratégicas de petróleo.

Japón, por ejemplo, tiene unas reservas equivalentes a 500 millones de barriles en enormes tanques. Están en la superficie, eso sí.

La infraestructura de Shibushi, en el suroeste del país, está justo en la costa.


Image caption Los tanques en Shibushi, en Japón, que algunos temen puedan ser vulnerables a terremotos.

Tras el terremoto y el tsunami que azotó el país en 2011, se pensó en ampliar las reservas por si volvía a ocurrir una catástrofe similar que pudiera obstaculizar la distribución de petróleo.

El Organismo Internacional de Energía (OIEA) supervisa la emisión de petróleo a partir de estas reservas.

"Cuando un país se subscribe a la OIEA adopta varias obligaciones", explica Martin Young, director de la División de Políticas de Emergencia del organismo.

"Una de ellas es que debe mantener las reservas de petróleo en una cantidad equivalente a las importaciones de 90 días".

Pero no todas las naciones tienen cúpulas de sal para almacenar crudo bajo tierra. Tampoco otro tipo de instalaciones que puedan utilizar con ese fin.

Reino Unido, por ejemplo, no tiene nada de eso. Así que su obligación es hacia la industria.

Debe lograr que las empresas petroleras tengan más petróleo del que tendrían normalmente para que el gobierno pueda disponer de él de forma inmediata, explica Young.

También China

Dos naciones que no son parte de la OIEA, India y China, han destinado fondos a sus reservas estratégicas en los últimos años.

Pekín, en particular, tiene planes muy ambiciosos, que prevén una gran variedad de lugares de almacenamiento, infraestructuras estatales y comerciales, que puedan albergar tanto crudo como EE.UU.

China no posee cavernas de sal, así que tiene que optar por una forma de almacenar mucho más cara: en tanques en la superficie.

Estos depósitos son fáciles de identificar con Google Earth y en fotografías satelitales: forman filas y filas de puntos blancos.

En Zhenhai, en el sureste del país, a día de hoy se almacena una cantidad de petróleo equivalente a 33 millones de barriles.


Image caption Las cavernas de petróleo de Estados Unidos son preservadas con sal.

"Es grande", dice Young, quien visitó la instalación hace varios años.

"Lo que ves es todos esos tanques de crudo colocados junto a un par de refinerías".

Narongpand Lisapahanya, un analista de petróleo y gas del grupo de inversiones CLSA, dice que invertir en la construcción de estas reservas estratégicas forma parte del plan de China para ser tratada como una superpotencia a nivel internacional.

Así, "si en una situación de crisis otra potencia pidiera que se libere más petróleo, China también podría participar en ello".

Manipulación del precio

Lo cierto es que ninguna superpotencia está completa hoy sin una SPR.


Image caption Corea del Sur tiene acceso a las reservas de Japón en una emergencia.

Al mismo tiempo, existe la preocupación de que los países que no pertenecen a la OIEA podrían utilizar sus reservas para manipular los precios globales del petróleo.

"Cuando se creó en 1975, el propósito de la SPR era proteger la economía estadounidense de los fuertes aumentos de precio de los productos domésticos derivados del petróleo", explica Carmine Difiglio, del Departamento de Energía de EE.UU.

Pero eso es diferente a utilizar esas reservas a propósito para manipular los mercados internacionales, asegura.

Y Martin Young es también enfático al respecto: "Las reservas de petróleo no existen para la gestión de precios".

"Están ahí para corregir una escasez en el mercado debido a la interrupción del suministro", asegura.

Pero más allá de estas opiniones, existe todo un debate sobre cómo deberían usarse estas reservas de emergencia.

Y es que hay expertos que dicen que EE.UU. siempre se ha aprovechado de su SPR, valorado en US$43.500 millones.


El petróleo es un recurso estratégico para todos los países.

Mientras, otros creen que el petróleo de esas reservas debería salir al mercado de forma más agresiva.

"Algunos solo ven estos 700 millones como un montón de dinero", comenta Sarah Ladislaw, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington, EE.UU.

Juego de números

Según la experta, son pocos los que apoyan iniciativas para cambiar el uso que se hace de las reservas de emergencia en EE.UU. o en cualquier otro lugar.

Ladislaw insiste en que el énfasis debería ponerse en el planeamiento para las emergencias y en la mitigación de problemas de suministro.

Para prepararse para esas situaciones de crisis, los gobiernos y la OIEA planifican cómo y en qué condiciones extraerían el crudo de las reservas.

Incluso tienen empresas que los asesoran.

Una de esas compañías es EnSys y ha desarrollado un sofisticado modelo de computadora para simular las futuras fluctuaciones de precios de la industria petrolera.

Gracias a ésta puede aconsejar a los organismos que controlan las reservas de emergencia cuándo y por qué deberían considerar distribuir petróleo a las refinerías locales.

Tal como explica su director ejecutivo, Martin Tallett, es un juego de números.

¿Cuántos barriles menos tendrías en una situación de crisis, ante un corte de suministro? ¿Cuánto petróleo tendrías que sacar de las reservas para aliviar esa escasez?

"Lo que haríamos es sentarnos con alguien y decirle: 'Bueno, se ha interrumpido el suministro en Medio Oriente, y puede que también en el norte de África’", explica.

"Comencemos a hablar de números directamente en vez de gastar un montón de tiempo tratando de entender en profundidad las maquinaciones geopolíticas que pudieron haber causado la interrupción del abastecimiento".

Así que, mientras los gobiernos y los organismos de energía sigan preparándose para lo peor, las reservas de crudo van a seguir aumentando.


El mundo todavía depende en gran medida de los combustibles fósiles.

Es obvio que EE.UU. y otros países creen que sus SPR son una buena inversión.

Pero a pesar de toda la preparación, aún es posible que, durante una crisis de abastecimiento, el crudo no se distribuya lo suficientemente rápido desde las reservas a las refinerías.

¿Podría entonces repetirse una crisis como la de 1973?

"No quisiera especular sobre qué puede o no puede ocurrir", dice Corbin.

"Nosotros estamos preparados para distribuir (petróleo) siempre que lo necesitemos".

La evolución tranquila de Microsoft bajo el mando de Satya Nadella

WSJ.
El presidente ejecutivo del gigante tecnológico trata de mantener la perspectiva de alguien externo a la empresa


Satya Nadella dice que lleva a cabo largas reuniones semanales con su equipo de liderazgo para que la empresa esté siempre en sintonía y que no se formen ‘silos’. PHOTO: REUTERS
Por SHIRA OVIDEDomingo, 4 de Octubre de 2015 11:33 EDT

Durante la mayor parte de los casi 40 años de Microsoft Corp., la empresa estuvo definida por dos jefes temperamentales y enérgicos: Bill Gates y Steve Ballmer. Sin embargo, Satya Nadella, el actual líder de la compañía, no podría ser más opuesto.

Es más probable que Nadella, de 48 años, cite al filósofo alemán Friedrich Nietzsche en lugar de gritar como sus predecesores. Su misión es también marcadamente diferente: tratar de hacer que Microsoft sea más innovadora, un cambio que según los críticos hacía falta desde mucho tiempo atrás en una empresa que tendía a quedarse rezagada en las áreas de tecnologías emergentes.

Gates y Ballmer construyeron un imperio de software valuado en US$350.000 millones sobre la base de la popularidad de Windows, el sistema operativo de computadoras personales que durante años fue la interfaz por defecto de la vida de oficina. Sin embargo, la primacía del paquete de programas de Office —con su correo electrónico de Outlook incorporado, el Word para escribir documentos y hojas de cálculo de Excel— ya no es una apuesta segura para la compañía. Han aparecido herramientas rivales para tareas de oficina, incluido el servicio de intercambio de archivos Dropbox Inc., los iPhones deApple Inc., y las versiones para el trabajo de Gmail y Google Docs de Google Inc., muchas de ellas gratuitas.

Por eso es que Nadella tiene la intención de hablar de la evolución de Office, un conjunto de programas que apareció por primera vez en 1989. Actualmente, existe una variante basada en la nube por suscripción conocida como Office 365. La última versión descargable de Office, lanzada la semana pasada, adopta rasgos familiares para los usuarios de Google Apps for Work, que permiten a los colegas trabajar en el mismo documento o presentación digital.

La idea, explica Nadella, es hacer que Office funcione a la perfección con tecnologías para la oficina que no son de Microsoft, así como con otros productos de la empresa.

En una entrevista, Nadella se mostró como un abierto partidario de las cosas que hace su empresa, guiando gentilmente a una reportera a usar la aplicación digital de Microsoft para tomar notas. El ejecutivo oriundo de India también habló de cómo ve Microsoft como si fuera alguien de afuera, sus dificultades para ser un padre en la era del smartphone y la importancia de las lecturas no relacionadas con los negocios. A continuación, fragmentos editados de la entrevista:

WSJ: Tecnologías como Dropbox y GoToMeeting han permitido en los últimos años nuevas formas de trabajar, pero pocas de esas tecnologías vinieron de Microsoft. ¿Qué significa eso?

Nadella: Siempre ha habido competencia. La única manera de enfrentarla es seguir innovando, y eso es lo que hacemos.

WSJ: Los consumidores están acostumbrados a que las aplicaciones y los navegadores se actualicen todo el tiempo. Sin embargo, estamos hablando de la próxima versión de Microsoft Office, que tiene 25 años. ¿Le parece pasado de moda?

Nadella: No hay nada anticuado al respecto. La forma en que Office se actualiza, si eres un suscriptor de Office 365, es igual a ir a una tienda de aplicaciones. Simplemente se actualiza para ti. Tenemos muy, muy claro que estamos viviendo en el futuro, excepto que también tenemos una gran cantidad de gente que quiere (descargar e instalar Office en sus computadoras).

WSJ: En pocos años, usted pasó de liderar el trabajo de investigación y desarrollo para el motor de búsquedas Bing a convertirse en presidente ejecutivo de la compañía. ¿Cómo ascendió tan rápidamente?

Nadella: No sé. Puedo decir que he reflexionado mucho sobre lo que ese recorrido ha significado para mí o qué lecciones podemos aprender, tanto yo como otros. Lo que más me ha ayudado cuando acepté este cargo, sin embargo, es el hecho de que he trabajado en una variedad de puestos en una variedad de contextos en Microsoft. En algunos donde ya habíamos logrado un tremendo nivel de éxito, (y otros) donde tuvimos que luchar. Esa combinación siempre ayuda. Incluso si analizo cómo veo nuestro equipo de liderazgo, pienso que las personas que han tenido ese tipo de experiencia son las más exitosas.

WSJ: En su primer evento público como presidente ejecutivo, dijo que intentó mirar Microsoft como lo haría alguien de afuera. ¿Cómo se dio a usted mismo una nueva perspectiva sobre una empresa en la que ha trabajado por 23 años?

Nadella: Siempre he sido un empleado de la casa con una sensibilidad de alguien externo. La insularidad en general engendra más éxito. Eso es algo que, obviamente, he tratado de hacer de forma mucho más consciente como presidente ejecutivo.

WSJ: Usted se reúne todos los viernes por cuatro horas con su equipo sénior de liderazgo. ¿Por qué?

Nadella: Una vez al mes tenemos una reunión de ocho horas, y las otras tres semanas tenemos una de cuatro horas. El equipo sénior de liderazgo de cualquier empresa tiene que estar en sintonía. Cualquier organización puede recaer fácilmente en un grupo de silos.

WSJ: ¿Cómo se asegura de recibe una retroalimentación honesta?

Nadella: Cualquier persona debería ser capaz de decirme cualquier cosa. Esa es la cultura que nos esforzamos en conseguir. Paso deliberadamente un montón de tiempo con mi equipo de liderazgo, pero también paso mucho tiempo con los empleados de base. Voy a visitar a las personas en sus oficinas. A veces, sin previo aviso (...) puedes hacer algunas preguntas y saber lo que está pasando.

WSJ: Usted tiene un trabajo absorbente y la familia es importante para usted. ¿Cómo hace para dedicarle tiempo a su familia?

Nadella: En primer lugar, debo reconocer que es difícil. Pienso en ello como la búsqueda de cierta armonía entre el trabajo y la vida, incluso si se trata simplemente de cosas pequeñas. Por ejemplo, si llevo a mi hija a un partido de lacrosse, ¿cuánto tiempo estoy en el teléfono y cuánto dedico a ver su partido de lacrosse? Me esfuerzo para estar realmente presente en los pocos momentos que estoy haciendo algo con ellos. Ellos lo aprecian, y yo lo aprecio.

Cuando nació nuestro primer hijo hubo un período en el que siemplemente necesitaba salir por algunas cuestiones médicas y demás. Microsoft me dejó tomarme ese tiempo. Eso, tal vez más que cualquier otra cosa, generó la mayor lealtad en mí como un padre primerizo de 28 (o) 29 años. Ahora que tengo que establecer políticas, reflexiono sobre aquel momento.

La única regla que tengo es (hacerme un) tiempo para leer realmente cosas que no tengan relación con el trabajo. Como T.S. Eliot. Creo que esa es la única manera de mantenerte fresco.

¿Cuál es el precio de un premio nobel?

RT Publicado: 4 oct 2015 15:24 GMT


La ceremonia del Premio Nobel de 10 de diciembre de 2012 en Estocolmo. / AFP / Jonathan Nackstran

No hace falta poseer capacidades extraordinarias, revelar difíciles misterios científicos y promover la paz en el mundo para poseer el galardón internacional más prestigioso, el Premio Nobel. Es más fácil comprarlo, pero ¿cuánto cuesta?

El Premio Nobel, que existe desde hace 114 años, está relacionado con enigmas, historias curiosas e incluso polémicas. La segunda semana del mes de octubre es el período en el que Fundación Nobel, de acuerdo con los términos de la voluntad del famoso científico sueco, anuncia los nombres de los ganadores del galardón.

El portal The Hindustan Times ha recopilado algunos de los casos en que se han subastado las medallas que con tanto esfuerzo lograron los galardonados.

La cantidad más baja ofrecida alguna vez fue de 12.200 euros: en 2008 el Ecomuseo de Saint-Nazaire compró en una subasta el premio que fue otorgado en 1926 al político francés Aristide Briand, que hizo un significante aporte a la reconciliación de posguerra entre Francia y Alemania.

Recientemente varios premios nobel de física, química y economía han sido vendidos por un precio entre 300.000 y 400.000 dólares. El físico estadounidense Leon Lederman, de 93 años de edad, vendió su medalla, que recibió en 1988 por sus labores sobre neutrinos, por 765.000 dólares.

Las preseas que distinguen a los ganadores del Nobel de la Paz, cuestan más. La medalla del belga Auguste Beernaert, obtenida en 1909 fue vendida por 661.000 dólares. El galardón del argentino Carlos Saavedra Lamas, recibido en 1936, fue vendido por 1,16 millones de dólares.

Los más caros son los galardones en medicina. Así, en 1962 el biólogo estadounidense James Watson ganó el Premio Nobel por su codescubrimiento de la estructura del ADN. En 2014 compraron su medalla por 4,76 millones de dólares. Aunque, después, uno de los hombres más ricos de Rusia, Alisher Usmánov, compró el galardón para devolvérselo a Watson.

Aunque no siempre todo va según lo esperado. Así, la familia del escritor estadounidense William Faulkner, quien ganó el Premio Nobel de Literatura en 1949, retiró su medalla de la venta en 2013 por no haber recibido una oferta por el precio esperado: 500.000 dólares. 

"Es una medalla cuyo valor no se puede valorar en algún precio a causa de su rareza. Siempre hay gente dispuesta a pagar por los objetos raros", sostiene Kjell Wessel, jefe de la Casa de Moneda de Noruega que produce las medallas

Hacia un nuevo ciclo de luchas



Raúl Zibechi, La Jornada

La estrepitosa caída en los precios de las materias primas cierra un ciclo económico, pero también político. La ilusión de que se tratara de un declive momentáneo va cediendo ante la convicción de que los bajos precios pueden arrastrarse durante un buen tiempo, hasta 20 años según especialistas citados por Bloomberg (http://goo.gl/fAFktC).

Las razones de tal declive son discutibles. Hay quienes atribuyen la caída del precio del petróleo a una maniobra de Estados Unidos para afectar a Rusia, Venezuela e Irán, mientras otros sostienen que es impulsada por la monarquía saudita para inviabilizar la extracción por fracking en aquel país, que amenaza desplazarla como primer productor global. La menor demanda de China es la explicación más plausible sobre la caída de otras mercancías, sin descartar la impronta de la especulación financiera con todas las commodities.

Lo cierto es que el índice del precio de las commodities elaborado por Bloomberg, que incluye oro, petróleo y soya, ha caído a la mitad desde su máximo histórico del primer semestre de 2011. La multinacional Glencore-Xstrata, que controla la mayor parte de la producción de minerales y de granos en el mundo, registra pérdidas en la bolsa de Londres superiores a 30 por ciento en las últimas semanas, totalizando una caída de 74 por ciento en lo que va de este año (http://goo.gl/HTi1Wu). Otras multinacionales del sector enfrentan situaciones similares.

En América Latina este cambio de ciclo anticipa graves problemas y algunas oportunidades. Todos los países enfrentan dificultades fiscales y comerciales que los llevan a reducir los presupuestos del Estado y el gasto público. En algunos países, como Ecuador, se contempla una reducción de 5 por ciento del gasto, y el presupuesto del próximo año se calculará con una base de 40 dólares en el precio del petróleo.

Como señala el economista ecuatoriano Carlos Larrea en reciente entrevista, todo esto está bien, pero el problema es que es insuficiente. Esto sería una muy buena estrategia si es que tenemos una recuperación de los precios del petróleo pronto, pero si eso no se da, como es bastante probable, entonces esta estrategia no funciona (http://goo.gl/LFzxYV).

El nuevo ciclo económico ya está afectando las políticas sociales que fueron posibles gracias a los superávit por los altos precios de las exportaciones. En varios países, como el propio Ecuador, ya hubo reducción de funcionarios estatales. En Brasil se aplica un ajuste fiscal que, en opinión del economista Eduardo Fagnani en la revista IHUOnline de septiembre, está provocando una grave regresión social (http://goo.gl/D9D4oq). En opinión de muchos economistas la mejor política social es el empleo. En Brasil el salario mínimo creció 70 por ciento por encima de la inflación en la última década y el desempleo llegó a mínimos de 4.8 por ciento en diciembre de 2014. Pero hoy ya se sitúa en 7.5 por ciento (8.6 millones de desocupados) y se estima que finalizará el año en 9 o 10 por ciento. En los demás países comienzan a erosionarse los índices sociales, aún de forma lenta, con aumentos en los niveles de desocupación y pobreza.

Estos son, muy someramente, algunos de los problemas derivados del cambio en el ciclo económico que se agudizarán si, como todo indica, la Reserva Federal de Estados Unidos eleva las tasas de interés en los próximos meses. Estamos ante una crisis que puede tomar dos direcciones: ajustes fiscales o cuestionamiento del modelo extractivo.

En el primer caso, los gobiernos sufrirán una fuerte erosión de sus bases de apoyo, ya que buena parte de los sectores populares que los llevaron al gobierno comenzarán a desertar. Unos pueden intentar retomar la movilización para presionar por sus demandas, pero otros pueden apostar por partidos conservadores y de derecha. Algo así parece estar sucediendo en Brasil, donde el ajuste que impone el gobierno de Dilma Rousseff ha provocado un agudo descenso de su popularidad, que cayó hasta 7 por ciento del electorado.

Una situación semejante no puede saldarse, en el mediano plazo, sino con un triunfo electoral de las derechas, que también pueden conseguir el desplazamiento de la presidenta por la vía parlamentaria.

Estamos ante una oportunidad para salir del modelo actual, o sea un crecimiento basado en la exportación de commodities. Para ello es imprescindible romper con la política de inclusión a través del consumo, para encarar reformas estructurales que hasta ahora no se han realizado o han sido demasiado tímidas: reformas tributaria, agraria, urbana, de la salud y del sistema político, esta última pendiente aún en Brasil.

Pero la salida del modelo extractivo presenta, en esta coyuntura, dos grandes desafíos.

El primero es que el escenario mundial camina en una dirección opuesta. Por un lado, las clases dominantes parecen estar empujando a las sociedades de retorno hacia el siglo XIX, a través de la desmodernización y la desdemocratización, como apunta Aníbal Quijano, de la mano del capital financiero que está promoviendo una fuerte reconcentración del poder global. Por otro, las potencias emergentes como China apuestan al mismo modelo extractivo que el imperio.

El segundo desafío se desprende del primero: no hay salida del modelo sin crisis política. Salir del modelo supone derrotar al capital financiero que lo sostiene y a las élites locales que lo implementan. Será un conjunto de duras batallas, como lo demuestra el caso de Perú, donde se produjo estos días una nueva masacre contra comunidades que resisten la minería, en la región andina de Apurímac.

Los sujetos de la derrota del extractivismo serán los pueblos y comunidades organizados en movimientos. Los gobiernos y los partidos están más preocupados por mantener sus privilegios que por encarar la batalla contra el modelo. Los hechos dicen que el nuevo ciclo de luchas que derribará el modelo está siendo protagonizado por los campesinos y las comunidades indígenas, seguidos por los pobres de las periferias urbanas, los jóvenes y las mujeres de los sectores populares.

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Libro "Cooperativas y Socialismo. Una mirada desde Cuba", El Ché Guevara:Tema 5 Las cooperativas y la economía política de la transición al socialismo


Por Helen Yaffe

 En el 2006, las muy esperadas notas críticas sobre la economía política de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) del Ché, escritas fuera de Cuba entre 1965 y 1966, fueron publicadas en La Habana,1* después de haber permanecido guardadas bajo llave por 40 años. Podría decirse que las notas son su contribución más importante a la teoría socialista.** Es fácil entender por qué el análisis del Ché fue considerado demasiado polémico o controvertido para su publicación hasta recientemente. Aplicando un análisis marxista al Manual de economía política de la URSS,*** el Ché concluyó que el sistema de dirección económica “híbrido”, el socialismo con elementos capitalistas, estaba creando las condiciones para el retorno del capitalismo.

Un punto central de esta conclusión fue su evaluación del papel de las cooperativas agrícolas en la URSS, conocidas como koljós, las cuales en su criterio estaban introduciendo una superestructura capi-talista dentro la sociedad socialista. Esto podría sorprender a aquellos que consideran las cooperativas como parte integral del propio socia-lismo, porque fueron parte del andamiaje del la sociedad soviética. Desde 1960, los koljoses fueron la única forma de cooperativa agrícola en la URSS y las notas del Ché sobre ellos son sus únicos comentarios conocidos sobre la forma de producción cooperativa.* Sin embargo, es importante evitar superponer los conceptos de cooperativas más nuevos al análisis concreto del Ché sobre los koljoses.

1*   Las notas de referencia aparecen al final del tema.

**  Introducidas en Cuba por Aleida March después de su visita clandestina al Ché en el extranjero, las notas fueron entregadas a Orlando Borrego, el colaborador más cercano del Ché durante los años en que dirigió la industria en Cuba.

***   De ahora en adelante referido como el Manual.

No obstante, podemos afirmar que el Ché vio la propiedad estatal como necesaria para asegurar el proceso de transición socialista contra las contradicciones que podrían surgir. Para que la propiedad “estatal” llegase a ser propiedad “social”, era necesario el control cada vez más descentralizado y democrático por parte de los trabajadores sobre la producción. Entre 1961 y 1965 el Ché ideó un aparato dentro del Ministerio de Industrias (MININD) para promover este proceso.

Este trabajo comienza con una discusión sobre la operación de la ley del valor en el período de transición socialista, vinculándola con el énfasis del Ché en la necesidad de aumentar simultáneamente la productividad y la conciencia durante la transición al socialismo. Después se ofrece un resumen de sus observaciones sobre los koljoses, tomadas de sus críticas al Manual de la URSS. Además, se examinan las políticas implementadas por el Ché para colectivizar la dirección y promover la participación de los trabajadores a través del Sistema Presupuestario de Financiamiento (SPF), el sistema de dirección económica desarrollado dentro el MININD.

La ley del valor

La economía burguesa promueve el mito de que los precios mercantiles son determinados por la oferta y la demanda (el cual presupone las relaciones capitalistas existentes). Sin embargo, Marx demostró que los precios del mercado son en última instancia determinados por la operación de la ley del valor, la cual es una expresión de las relaciones sociales de producción imperantes. La ley de valor surge con la propiedad privada y la producción para el intercambio, lo que requiere de una creciente división social del trabajo. Todas las sociedades adoptan un método con el que regulan la distribución del producto social. La ley del valor es el mecanismo social mediante el cual se impone el principio de un intercambio equivalente entre los propietarios privados. Marx demostró que la ley del valor tiene una función peculiar y paradójica. Como ley económica, precede al capitalismo pero es bajo este sistema que se desarrolla, de manera que su funcionamiento es inicialmente transparente pero después se hace oscuro. No obstante, es la ley reguladora del movimiento del capitalismo en el cual encuentra su expresión más desarrollada.

*   Conocida por la autora.


La propia actividad humana —la fuerza de trabajo— debe convertirse en una mercancía para que la producción capitalista pueda desarrollarse. Las mercancías son el producto de una labor humana en concreto, pero su constante y complejo intercambio le proporciona al trabajo humano empleado un particular carácter “abstracto”, social. Esta cualidad abstracta es por tanto una característica histórica. Marx demostró que bajo la ley del valor la cantidad de trabajo humano abstracto incorporado en las mercancías es la base de su intercambio. La mercancía tiene que ser deseada en el intercambio (que tenga un valor de uso) y el tiempo de trabajo incorporado tiene que ser socialmente necesario, es decir, que sea consistente con las condiciones promedio de producción.

El papel de la ley del valor en las “economías en transición” está al centro de la cuestión sobre la factibilidad de construir el socialismo en un país sin un modo de producción capitalista plenamente desarrollado, donde el desarrollo haya sido impedido por la explotación imperialista. El asunto es integral a los problemas de producción, distribución, inversión y relaciones sociales en la transición socia-lista. La noción de una eventual fase comunista requiere de una sociedad altamente productiva en la que existan condiciones políticas para que la producción social sea dirigida hacia las necesidades de las masas en lugar de la generación de ganancias privadas; implica sociedades con grandes acumulaciones de riqueza y tecnología que la clase trabajadora se apropiaría para liberarse de la explotación. “De cada cual según su capacidad a cada cual según sus necesidades” —la esencia del comunismo— implica que el socialismo ya ha sido construido y que los productos de la sociedad ya no están sujetos a racionamiento a través de los mecanismos del mercado. El comunismo bloqueará de manera permanente la reaparición de la ley del valor.

Sin embargo, los países que ya han experimentado con el socialismo han carecido de la base productiva necesaria para completar este proceso y crear la abundancia material garantizada por el comunismo. Bajo dichas condiciones, el problema de cómo organizar y encauzar el uso del producto social está intrínsicamente vinculado al problema del subdesarrollo y la escasez.

Una solución a este problema que surgió en el campo socialista en la década del cincuenta era utilizar métodos de producción y distribución que permitieran el funcionamiento de la ley del valor por medio de los procesos de intercambio espontáneos y fuera de la regulación central, con el objetivo de acelerar el desarrollo de las fuerzas productivas. Esta preocupación material inaplazable fue considerada como una precondición para el desarrollo de la conciencia socialista. El Ché advirtió que la dependencia en la ley del valor para fomentar el desarrollo socavaría la conciencia colectiva, obstruyendo así la construcción del socialismo y del comunismo. Los países socialistas debían encontrar palancas alternativas para desarrollar las fuerzas productivas, tales como el plan nacional, la inversión en investigación y tecnología, mecanismos administrativos (análisis económico, supervisión e inspección, y controles para los costos, presupuestos, inventarios, inversiones y calidad) y la propia conciencia socialista.*

El Ché reconoció que la ley del valor todavía funcionaba en Cuba socialista porque tras la revolución continuaba existiendo la producción mercantil y el intercambio mediante un mecanismo de mercado. El producto social continuaba siendo distribuido sobre la base del tiempo de trabajo socialmente necesario. Sin embargo, refiriéndose al análisis de Marx, afirmó que: «esta ley tiene su forma de acción más desarrollada a través del mercado capitalista y que las variaciones introducidas en el mercado por la socialización de los medios de producción y los aparatos de distribución, conlleva cambios que impiden una inmediata calificación de su acción».2


El estado socialista es el dueño del banco y de sus ingresos, de las fábricas y los bienes que produce. De acuerdo con la estipulación de Marx de que el intercambio mercantil implica un cambio de propiedad, el Ché insistió en que los productos transferidos entre las empresas estatales no constituyen mercancías debido a que no hay ningún cambio de la propiedad. Las relaciones de intercambio mercantil entre las unidades de producción, incluyendo las cooperativas, creaban riesgos de retornar al capitalismo, a través del “so-cialismo del mercado”. Dado que la ley del valor no opera en el intercambio entre unidades de producción estatal, los propios trabajadores deben decidir qué políticas económicas socialistas, no orientadas al valor, debían buscarse para salvaguardar la sociedad contra la restauración del capitalismo y lograr la abundancia económica.

*  Yaffe (2009) contiene análisis detallados sobre los mecanismos administrativos, además de la promoción de educación y capacitación, ciencia y tecnología, conciencia y psicología dentro del MININD bajo la dirección del Ché. (H. Yaffe: Ché Guevara: The Economics of Revolution. Palgrave Macmillan, London, 2009).


Cuba, argumentaba el Ché, debe ser considerada como una gran fábrica. Esto no implica que todas las decisiones deban ser tomadas e impuestas por una burocracia central. Significa que, liberada de la anarquía del mercado capitalista, la economía debe ser dirigida según un plan que permite la organización conciente de la economía nacional en la búsqueda de objetivos políticos. El Ché concebía el plan como un contrato social, un producto democrático diseñado teniendo en cuenta las discusiones de los trabajadores. Sin embargo, una vez que el plan era acordado, había que instrumentar mecanismos para garantizar su cumplimiento. Estos mecanismos constituían el control administrativo y debían incluir procedimientos de contabilidad computarizados para así transmitir información en tiempo real.

Los críticos del Ché adoptaron la opinión soviética de que la producción mercantil, la ley del valor y el dinero, desaparecerían solamente al llegar al comunismo, pero para llegar a esa etapa: «es necesario desarrollar y utilizar la ley del valor y las relaciones monetario-mercantiles durante el período de construcción de la sociedad comunista».3 El Ché no estuvo de acuerdo:

¿Por qué desarrollar? Entendemos que durante cierto tiempo se mantengan las categorías del capitalismo y que este término no puede determinarse de antemano, pero las características del período de transición son las de una sociedad que liquida sus viejas ataduras para ingresar rápidamente a una nueva etapa. La tendencia debe ser, en nuestro concepto, a liquidar lo más vigorosamente posible las categorías antiguas entre las que se incluye el mercado, el dinero y, por tanto, la palanca del interés material o, por mejor decir, las condiciones que provocan la existencia de las mismas.4

El Ché consideraba que la tarea de un país socialista no era utilizar y ni siquiera mantener bajo control la ley del valor, sino definir con precisión la esfera de funcionamiento de la ley y lograr avances en dichas esferas para socavarla. El objetivo era trabajar en pos de su abolición y no de su limitación:

Negamos la posibilidad del uso consciente de la ley del valor, basado en la no existencia de un mercado libre que exprese automáticamente la contradicción entre productores y consumidores […] La ley del valor y el plan son dos términos ligados por una contradicción y su solución; podemos, pues, decir que la planificación centralizada es el modo de ser de la sociedad socialista, su categoría definitoria.5

Él reconoció solo: «la posibilidad de usar elementos de esta ley para fines comparativos (costo, rentabilidad expresada en dinero aritmético)».6

El socialismo es un fenómeno de productividad y conciencia

Marx caracterizó la manifestación filosófica y psicológica de las relaciones sociales capitalistas como alienación y antagonismo; resultantes de la mercantilización de la fuerza de trabajo y el funcionamiento de la ley del valor. La competencia capitalista impulsa el incremento de la productividad a través de las innovaciones tecnológicas y la intensificación de la tasa de explotación. La alienación y el antagonismo aumentan con la productividad.

Para el Ché, el reto era reemplazar la alienación individual del proceso productivo y el antagonismo generado por las relaciones de clase, con la integración y la solidaridad, desarrollando una actitud colectiva ante la producción y el concepto del trabajo como un deber social.

Hacemos todo lo posible por darle al trabajo esta nueva categoría de deber social y unirlo al desarrollo de la técnica, por un lado, lo que dará condiciones para una mayor libertad, y al trabajo voluntario por otro, basados en la apreciación marxista de que el hombre realmente alcanza su plena condición humana cuando produce sin la compulsión de la necesidad física de venderse como mercancía.7

El Ché reconocía que el subdesarrollo de las fuerzas productivas y la consecuente escasez de materiales, más el hecho de que la conciencia del pueblo cubano había sido condicionada por el capitalismo, implicaban la necesidad objetiva de ofrecerles estímulos materiales.* Pero él se opuso a su uso como el principal instrumento de motivación porque se convertirían en una categoría económica por derecho propio y se impondría la lógica individualista y competitiva en las relaciones sociales de producción:

Persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, etcétera), se puede llegar a un callejón sin salida […] Entre tanto, la base económica adoptada ha hecho su trabajo de zapa sobre el desarrollo de la conciencia.8
  
Según el análisis del Ché, por la dependencia de los estímulos materiales, competencia y acumulación privada, el sistema de los koljoses en la URSS amenazó con reimponer relaciones sociales capitalistas y socavar el desarrollo de la conciencia socialista. Este subvirtió los conceptos que él promovía de trabajo como deber social y la noción del Estado como una empresa colectiva. El socialismo debe desarrollar un sistema de dirección económica que encuentre la armonía entre ambos objetivos: fomentando la producción y la conciencia de manera simultánea: «Para construir el comunismo, simultáneamente con la base material hay que hacer al hombre nuevo».9


Para alejarse de las leyes del movimiento capitalista, la sociedad socialista tiene que distribuir el producto social de forma tal que no se base en el intercambio equitativo en términos de la cantidad de tiempo de trabajo humano. ¿Cómo, entonces, deben ser los trabajadores compensados por su labor? ¿Cómo se debe promover el incremento de la productividad? ¿Cómo se vence la dicotomía entre el trabajo físico y el mental? ¿Cómo se distribuyen las inversiones entre los bienes de capital y de consumo? Para el Ché, estos proble-mas tenían que ser resueltos a través de la acción consciente de los trabajadores cuyo objetivo era construir una sociedad socialista.

*  Pagar un salario monetario en sí es un estímulo material porque el individuo trabaja con la condición de recibir el pago. Sin embargo, aquí se refiere al uso de pagos monetarios adi-cionales para sobrepasar normas de producción. Ver Yaffe (2009) (nota de p. 129, Capítulo 3 para un resumen de la discusión teórica en el Gran Debate sobre los estímulos, y el capítulo 8 para la historia de cómo el Ché desarrolló diferentes estímulos morales y materiales dentro del MININD).


La crítica del Ché al Manual de economía política de la URSS

Entre 1965 y 1966, el Ché tomó notas sobre el Manual de la URSS, aplicando sus argumentos expuestos en Cuba durante el Gran Debate* a esas notas. Esto incluyó sus críticas al uso de mecanismos capitalistas como palancas económicas para el desarrollo: estímulos materiales, ganancias, créditos, intereses, préstamos bancarios, intercambio de mercancías, competencia, dinero como forma de pago y control financiero (expresiones de la ley del valor). «“Todos los residuos del capitalismo son utilizados al máximo para eliminar el capitalismo”, se quejaba el Ché. “La dialéctica es una ciencia no una jerigonza. Nadie explica científicamente este contrasentido».10

El Ché reconocía el valor de la asistencia soviética y sentía un gran respeto por las hazañas de la URSS. Sus críticas tenían una intención constructiva. Él creía que al realizar una crítica cabal del sistema so-viético de dirección económica, conocido en Cuba como el sistema de autofinanciamiento (SAF), podría resaltar de manera indiscutible los peligros inherentes a un sistema “híbrido”: socialismo con elementos capitalistas. Los soviéticos no habían liquidado las categorías capitalistas ni las habían reemplazado con nuevas categorías de un carácter más alto, declaró:

El interés material individual era el arma capitalista por excelencia y hoy se pretende elevar a la categoría de palanca de desarrollo, pero está limitado por la existencia de una socie-dad donde no se admite la explotación. En estas condiciones, el hombre no desarrolla todas sus fabulosas posibilidades pro-ductivas, ni se desarrolla él mismo como constructor conscien-te de la sociedad nueva.11

*  En el Gran Debate, de 1963-65, se discutió cuál sistema de dirección económica era el apropiado para Cuba. Este tomó la forma de artículos en revistas escritos por un grupo de autores a favor del sistema de autofinanciamiento de la URSS y otro grupo que apoyaba el sistema presupuestario de financiamiento creado por el Ché en el MININD. Ver Deuts-chmann y Salado (2003), referencia 2, para los artículos principales y Yaffe 2009 (nota p. 129) para un análisis del Gran Debate.

El Ché aspiraba a convencer a los otros países socialistas a revertir la tendencia prevaleciente hacia el socialismo de mercado.


En 1921, las circunstancias obligaron a Lenin a introducir la Nueva Política Economía (NEP), la cual impuso una superestructura capitalista en la URSS. La NEP no se instala contra la pequeña producción mercantil, afirmó Ché, sino como una exigencia de ella. La pequeña producción mercantil contiene las semillas del desarrollo del capitalismo. El Ché creía que si Lenin hubiera vivido más tiempo habría revertido la NEP. Sin embargo, sus continuadores «no vieron el peligro y así quedó constituido el gran caballo de Troya del socialismo, el interés material directo como palanca económica».12 Esta superestructura se había arraigado en la sociedad; todo el andamiaje legal-económico de la sociedad soviética contemporánea tenía sus orígenes en la NEP, «influenciando cada vez en forma más marca-da las relaciones de producción»13 y creando un sistema híbrido que inevitablemente provocaba conflictos y contradicciones que fueron resolviéndose cada vez más a favor de la superestructura capitalista. En resumen, el capitalismo estaba regresando al campo socialista.14

Las cooperativas agrícolas en la URSS —los koljoses

El koljós fue una forma de granja colectiva establecida a finales de los años veinte en la Unión Soviética. Los koljoses tenían uso gratui-to a perpetuidad de tierras nacionalizadas, y los edificios, equipos y animales eran explotados colectivamente. Los miembros de las granjas, los koljosianos, recibían como pago una parte del producto y la ganancia de la granja, según el número de jornadas labora-les invertidas. Esto era diferente de los sovjós, las granjas estatales, donde los trabajadores recibían un sueldo. Los koljosianos tenían derecho a poseer su casa y hasta la mitad de una hectárea de terreno adyacente con ganado y equipos; cuyo producto era su propiedad privada. Las parcelas privadas apaciguaron la resistencia tradicional del campesinado a la integración en las cooperativas, proporciona-ron una fuente flexible de oferta agrícola para los mercados urbanos y aliviaron al estado de la necesidad de garantizar un salario mínimo a los koljosianos.15

Los koljoses estaban sujetos a una planificación estricta, cuotas obligatorias de ventas al estado a precios a menudo por debajo de los costos de producción, impuestos sobre los ingresos y pagos en especie. La productividad fue generalmente más alta en las parcelas privadas que en las granjas colectivas, lo que sugiere que los koljosianos estaban motivados más por intereses individuales que por colectivos. En 1938, por ejemplo, 3,9 % del total de la tierra sembrada eran parcelas privadas, pero en 1937 su producto representó 21,5 % de la producción agrícola bruta.16

Reformas liberalizadoras fueron introducidas en 1958 y profundizadas en 1965, cuando el Ché escribía sus críticas.* Las reformas hicieron que los koljoses estuvieran sujetos a un plan de ventas obli-gatorias (eliminando el plan de producción), los productos vendidos al estado por encima de la cuota eran pagados en precios entre 50 a 100 % más altos, los impuestos fueron reducidos, se cancelaron las deudas anteriores a 1965, les concedieron acceso directo al crédito bancario y estimularon en ellos actividades no agrícolas, desde pro-yectos de infraestructura a empresas artesanales.

El sector koljós había llegado a ser considerado como «un elemen-to autónomo de la actividad económica nacional cuyo desarrollo debe ser estimulado a través de un sistema de incentivos materia-les».17 Además, según la analista francesa, Marie Lavigne: «una po-lítica más favorable era adoptada hacia las parcelas privadas indi-viduales […] Esto equivale a un reconocimiento implícito del valor económico de las propiedades privadas en la agricultura».18 La tasa de ganancia en los koljoses se elevó a 20 % en 1964, 27 % en 1965 y 35 % en 1966. Las políticas agrícolas en todos los demás países socialistas de Europa siguieron patrones similares a medida que la planificación estatal y las directivas fueron sustituidas por los procedimientos contractuales y la producción estimulada a través del mecanismo de precios.

El Ché tenía dos argumentos principales de desacuerdo en relación con la formulación del Manual sobre los koljoses. Insistía en que el sistema del koljós: «es característica de la URSS, no del socialismo»,19 quejándose de que: «habitualmente en este libro se confunde la noción de socialismo con lo que ocurre prácticamente en la URSS».20 Además, sostenía que las cooperativas no constituyen una forma socialista de propiedad pues imponen una superestructura con relaciones de propiedad y palancas económicas capitalistas.


*  En 1965 había 36 300 koljós de un promedio de 6 100 ha comparadas con 11 700 sovjós de un promedio de 24 600 ha.

El Manual afirma que los koljoses son libres de explotación y contradicciones antagónicas. El Ché se refiere a denuncias en la prensa soviética de un koljós que contrataba fuerza de trabajo para cosechas específicas y cuestionaba: «Si es considerado como un caso aislado o se puede mantener esas explotaciones ocasionales de mano de obra dentro de un régimen socialista».21* Para el Ché, la propia estructura del koljós creaba un antagonismo en las relaciones de producción, porque: «el sistema koljosiano permite una forma de propiedad que necesariamente debe chocar con el régimen establecido, y hasta con la misma organización, del koljós, ya que lo que el campesino trabaje para sí le pertenece y tratará de restar trabajo a la colectividad en su provecho».22

El Ché citaba la afirmación de Lenin de que el campesinado genera capitalismo.23 El propio Manual cita el planteamiento de Lenin de que la pequeña producción engendra capitalismo y la formación de una burguesía, constantemente, espontáneamente y en masa.24 Concluía que el Manual no puede negar que las cooperativas generan capitalismo: «Aunque tiene tendencias colectivas, es una colectividad con contradicciones frente a la gran colectividad. Si no es un paso hacia formas más avanzadas desarrolla una superestructura capitalista y entra en contradicción con la sociedad».25 El gran colectivo es la nación y las formas más avanzadas se refieren a la propiedad social de los medios de producción; la cual elimina las relaciones de intercambio mercantil entre unidades de producción porque deja de haber transferencia de propiedad en el intercambio, de manera que la ley del valor es socavada.

El Manual cita a Lenin cuando dice: «El régimen de cooperadores cultos bajo la propiedad social de los medios de producción, bajo el triunfo de la clase del proletariado sobre la burguesía, es el régimen del socialismo».26 El Ché lo niega:

Hay, en el principio una cuestión semántica […] ¿qué es una cooperativa? Si es considerada como tal una agrupación de productores, propietarios de sus medios de producción, frente al capitalismo es un adelanto, en el socialismo un atraso, ya que coloca a estas agrupaciones frente a la sociedad propietaria de los otros medios de producción. En la URSS la tierra es propiedad social pero no los otros medios de producción que pertenecen al koljós; sin contar con la pequeña propiedad koljosiana que suministra cantidades crecientes de alimentos básicos y ahonda la brecha entre la sociedad y el koljosiano, si no monetariamente, sí ideológicamente.27

*  Asunto de renovada importancia en Cuba actualmente donde desde el otoño de 2010, se ha permitido que trabajadores por cuenta propia empleen a quienes no son miembros de familia ni convivientes en 83 actividades (ver referencia 21).


Según el Ché, incluso si la propiedad privada dentro del koljós fuera eliminada quedaría una contradicción entre la propiedad colectiva individual y la propiedad social de todo el pueblo.28 Como evidencia de esto, el Manual esboza contradicciones que surgieron entre el koljós y las Estaciones de Máquinas y Tractores (EMT) que prestaron equipos a las cooperativas. En la medida en que se eleva-ron los ingresos monetarios de los koljosianos, estos pudieron comrar tractores y otra maquinaria agrícola, lo que creó presión sobre las EMT para que vendieran sus equipos técnicos a los koljoses. Como consecuencia, las EMT fueron reorganizadas como centros de reparación de equipos.29 El Ché afirmaba que: «Esto es un ejemplo palpable de contradicciones quep se van haciendo antagónicas entre la propiedad social y la de la colectividad individual. Las EMT podrían tener muchos vicios de burocratismo, pero la superestruc-tura impuso su solución: mayor autonomía más riqueza propia».30 La superestructura era el sistema del koljós. Sus advertencias fueron validadas por un informe de 1969 que observaba: «ciertos koljós encontraron su actividad auxiliar tan gratificante que se olvidaron de su función principal».31

El Ché tenía una gran conciencia de las condiciones concretas que hicieron necesaria la implementación de la NEP y de los posteriores sistemas de dirección económica. No obstante, su preocupación era que estas medidas fueran abiertamente comprendidas como concesiones a dichos problemas, no paradigmas para la transición socialista. Para el Ché el sistema de pago del koljós indica: «el carácter atrasado del sistema del koljosiano, solución de compromiso en un estado que construía solitariamente el socialismo rodeado de peligros. El tiempo fue dando fuerza a la superestructura creada».32 Al observar que los koljoses tenían ingresos diferenciales según su tamaño y productividad, el Ché comentaba: «uno tiene el derecho de preguntarse, ¿por qué?, ¿es imprescindible? La respuesta es: no».33

El Ché sugería que: «quizás, sería mejor considerar el koljós como una categoría presocialista, del primer período de transición»,34 insistiendo en que «la propiedad cooperativa no es una forma socialista».35

Para el Ché, el mayor reto de la transición socialista era precisamente: «cómo transformar la propiedad colectiva individualizada en propiedad social».36 Esta fue la esencia del problema y no esta-ba siendo confrontada en el socialismo existente. Sin resolver esta contradicción, continuarían los antagonismos de clase, impidiendo la transición hacia el comunismo, una sociedad sin clases.

El Manual describía a los koljosianos y a la clase trabajadora como dos clases en la sociedad socialista con relaciones amigables, pero posiciones diferentes en la producción social. El Ché respondía que: «Si los campesinos koljosianos son considerados clase aparte es por el tipo de propiedad que tienen, propiedad que no debe ser considerada como característica del socialismo sino de la sociedad soviética».37 El Manual concluía que: «La forma cooperativo-koljosiana de relaciones de producción responde por entero al nivel y las necesidades de desarrollo de las actuales fuerzas productivas en el campo. No solo no ha agotado sus posibilidades, sino que puede todavía servir durante largo tiempo al desarrollo de las fuerzas de producción de la agricultura».38 Pero el Ché creía que una confrontación entre esta forma colectiva y la propiedad social de los medios de producción era inevitable y alertaba que: «cuando choquen (y puede que no sea en un futuro muy lejano) la superestructura tendrá fuerza para exigir más “libertad”, es decir imponer condiciones, vale decir, regresar hacia formas capitalistas».39 Además de sus argumentos teóricos acerca de las contradicciones en las relaciones de producción, el Ché también refutó la afirmación soviética de que «el sistema del koljosiano ha demostrado su indiscutible superioridad sobre la agricultura capitalista», siendo mayor y más mecaniza-da del mundo.40 Él señalaba que: «La productividad norteamericana es extraordinariamente más alta, debido a las inversiones efectuadas en la agricultura». En 1963, una crisis interna de producción obligó a la URSS a comprar trigo de los Estados Unidos al precio del mercado mundial. En referencia a este hecho, el Ché añadió que la afirmación soviética de superioridad parecía como una burla: «después de las enormes compras de trigo, es una burla o el intento de tapar la verdad con palabras».41

Aunque el Ché escribió poco sobre la producción cooperativa, su crítica del Manual de la USSR deja clara su posición: la propiedad cooperativa y el sistema del koljós generan una superestructura capitalista que choca con la propiedad estatal y las relaciones sociales socialistas, imponiendo de manera creciente su propia lógica sobre la sociedad. El sistema del koljós era progresista en relación con las formas capitalistas de propiedad, pero también retardaría el desarrollo de las formas socialistas. El asunto no era simplemente en manos de quién estaba la propiedad legal (si la tierra de la cooperativa era arrendada del estado o había sido concedida por el mismo), sino también quién controla la distribución del excedente y quién se beneficia de él.

  
La colectivización de la producción y la participación de los trabajadores en Cuba

Los puntos de vista del Ché estuvieron influenciados por la forma histórica de relaciones sociales y de propiedad que la Revolución cubana heredaba y generaba. En 1953, el 43 % de la población cubana era rural, la mitad del porcentaje en Rusia cuando triunfa la Revolución bolchevique. La industria nacional, la producción agrícola y el comercio internacional eran dominados por el sector azucarero. La miseria, el desempleo y el subempleo eran aspectos inherentes a la economía cubana dominada por el azúcar, que obligaba a un ejército de trabajadores desempleados a vender su fuerza de trabajo de manera barata como cortadores de caña. Significativamente, solo el 3 % de los cubanos que vivían en el campo eran dueños de la tierra que trabajaban. Es decir, en Cuba no existía una clase significativa de pequeños agricultores (campesinos) con su apego tradicional al terreno privado y hostilidad hacia la colectivización de su producto. La mayoría de los cubanos rurales vendían su fuerza de trabajo por un salario de subsistencia, eran mejor descritos como proletariado rural u obreros sin tierra.

La revolución tomó medidas radicales que la llevaron hacia un ca-mino socialista: las nacionalizaciones, la introducción de la planificación y de servicios sociales integrales (salud, educación, viviendas, empleo, deportes, cultura, etc.). Hubo una rápida transferencia de la propiedad privada a propiedad estatal. 

A dos años de la toma del poder, todas las instituciones financieras, el 83,6 % de la industria, incluyendo todos los ingenios azucareros y el 42,5 % de las tierras fueron nacionalizadas. La tierra se redistribuyó a más de 100 000 cubanos en el campo para trabajar como agricultores individuales o cooperativas. Sin embargo, como Ministro de Industrias, el Ché se molestaba por las confabulaciones de los intereses comerciales priva-dos que quedaban en Cuba, quienes especulaban y manipulaban los precios y el abastecimiento, socavando el plan socialista. Estos factores históricos influyeron en la crítica del Ché y fortalecieron su convicción de la necesidad de la socialización de los medios de producción.

En el socialismo, el plan tiene que ir reemplazando de manera creciente a la ley del valor en la determinación de las decisiones de producción y consumo. Sin apoyarse en palancas capitalistas, en particular los estímulos materiales individuales, deben encontrarse nuevos mecanismos para estimular un mayor esfuerzo por parte de los trabajadores y crear incentivos para la innovación y la racionalización de la producción. El plan establece las normas de producción del trabajador basado en el tiempo de trabajo social-mente necesario, pero para incrementar la eficiencia económica los trabajadores tienen que sobrepasarlas.

En el socialismo, el reto está en transformar el valor agregado a la producción por el trabajador (por encima de su propia subsistencia) de la plusvalía, lo que sucede en el capitalismo, al plus producto e ir de la producción para el intercambio a la producción para su uso. En el capitalismo, el excedente de los trabajadores es resultado de la explotación porque no les pertenece. El excedente en el socialismo, constituye una contribución a la producción social, ellos trabajan para sí mismos como parte de una sociedad colectiva. El excedente es distribuido según el criterio determinado por el plan. Para que los trabajadores lleguen a ser dueños de los medios de producción es esencial que dirijan sus propias unidades de producción, participando de manera colectiva en el diseño del plan y en las decisiones cotidianas relacionadas con la producción y el consumo.

El Ché buscaba formas de preparar la clase trabajadora para el con-trol cada vez más directo y descentralizado de la producción, para aprovechar la energía creativa de los trabajadores a fin de encontrar soluciones a los problemas diarios en la producción y desarrollar las fuerzas productivas —racionalizando la producción, disminuyendo los costos, elevando la productividad y haciendo innovaciones tec-nológicas— forjando el concepto de Cuba como una gran fábrica y el trabajo como deber social. A la larga, todo esto buscaba imprimirle al socialismo el carácter democrático y participativo necesario para preparar a la sociedad para la transición hacia el comunismo.

Había importantes condiciones objetivas a vencer: el subdesarrollo y la dependencia; el éxodo de profesionales y técnicos que habían dirigido la economía antes de la Revolución; el bajo nivel educacio-nal de la población; el sabotaje y ataque por la contrarrevolución y el bloqueo de EE.UU. En este contexto, fue necesario seleccionar los trabajadores para dirigir las unidades de producción entre quie-nes tenían mayores capacidades administrativas combinadas con el compromiso revolucionario. Sin embargo, en principio, el Ché prefería que los trabajadores eligieran sus propios representantes. Por ejemplo, prefirió más las Comisiones de Justicia Laboral, formadas por trabajadores elegidos, que los sindicatos, donde la dirigencia era propuesta por el Partido (Partido Unido de la Revolución Socialista, PURS) y «en realidad no ha habido ningún proceso de selección por parte de la masa».42

El avance se veía obstaculizado también por las tendencias economicistas prevalecientes antes de 1959 dentro del movimiento sindical: los años de lucha por arrebatarle algunas migajas a la mesa capitalista habían erosionado la conciencia de clase. El éxito dependía de la capacidad de la Revolución para cambiar la actitud de los trabajadores hacia los jefes y el proceso de producción. La clase trabajadora estaba tan acostumbrada a que se les impusiera el proceso de producción que resultaba difícil convencerles de que ellos eran los dueños de los medios de producción y que estaban en capacidad de influir sobre las decisiones tecnológicas y de dirección. Tras haber sido esclavizados por el trabajo, los trabajadores tenían ahora que liberarse a través de su propio trabajo. Esta indisposición se manifestaba en la forma de inercia, o una lenta interiorización por parte de los trabajadores de que ellos tenían un interés en el desarrollo del país.

La dirección por parte de los trabajadores significaba la descen-tralización del control de la producción. Pero ese proceso tenía que estar acompañado de una nueva conciencia colectiva y unas nuevas relaciones sociales, o de lo contrario el resultado sería la reproduc
ción del antagonismo y el interés personal de la economía capitalis-ta: «Nosotros planteamos […] considerar el conjunto de la economía como una gran empresa y tratar de establecer la colaboración entre todos los participantes como miembros de una gran empresa, en vez de ser lobitos entre sí, dentro de la construcción del socialismo».43 Por consiguiente la centralización resultaba necesaria hasta que la clase trabajadora hubiera adquirido tanto la nueva conciencia como pericia técnica. La consigna del Ché era «centralizar sin obstruir la iniciativa y descentralizar sin perder el control».44

Es importante no confundir un plan central con la centralización de la toma de decisiones. El plan se construye con las aportaciones de las entidades descentralizadas. La descentralización de toma de decisiones aumentará con la conciencia y la experiencia administra-tiva de los trabajadores.

Las políticas establecidas dentro del MININD para colectivizar la producción y la participación de los trabajadores pueden ser organi-zadas bajo tres categorías:

1.  Políticas para impulsar la cohesión ideológica y organizativa.

2.   Políticas que promueven los esfuerzos de los trabajadores por mejorar los medios de producción.
3.  Políticas que fomentan la integración de los trabajadores en la dirección, evitando la burocratización y la separación entre trabajo manual y administrativo. Estas medidas eran adicionales a las organizaciones de masas y los sindicatos.

No es posible analizar en este trabajo otras importantes políticas promovidas por el Ché para vincular la conciencia con la producti-vidad a través del trabajo voluntario y la emulación socialista; para combatir el ausentismo mediante la comprensión del trabajo como un deber social; así como para mejorar las condiciones de trabajo de los trabajadores.*


1. Políticas para impulsar la cohesión ideológica y organizativa.

En el MININD se tomaron medidas para promover en los trabajado-res el interés por el desarrollo de la economía nacional, para facilitar la comunicación y la colaboración entre las entidades de la industria, para elevar el entendimiento de la economía política del socialismo, para vincular la educación a la producción, y para difundir información sobre innovaciones tecnológicas.

*   Todas estas medidas y políticas son analizadas en Yaffe (2009), ver en p. 129.


Bajo la dirección del Ché, en el MININD se desarrollaron reuniones bimestrales entre enero de 1962 y diciembre de 1964. Asistían hasta 400 personas, incluyendo el Consejo de Dirección y todos los directores del aparato central. Los directores podían proponer temas de discusión. Las transcripciones de las reuniones demuestran que los dirigentes del ministerio usaban esta oportunidad para plantear sus propias ideas, consultas o quejas.45

Además, el MININD tenía tres publicaciones para facilitar la cohesión ideológica y organizativa. Nuestra Industria desde 1961,

Nuestra Industria Tecnología desde 1962, y Nuestra Industria Económica desde 1963. Estas publicaciones les proporcionaban al Ché y sus colaboradores un medio para comunicar sus ideas acerca de la transición socialista a los trabajadores que no participaban en las reuniones bimensuales, así como para elevar de manera general su comprensión política.

Nuestra Industria forjó una identidad colectiva entre las grandes y diversas unidades de producción del ministerio. Cada edición ofrecía una descripción detallada del proceso tecnológico de diferentes fábricas y los problemas productivos y administrativos dentro del ministerio y sus empresas. La revista estaba llena de reconocimientos y premios otorgados a trabajadores y técnicos ejemplares por invenciones de equipos, racionalización de los procesos de producción o por alta productividad y consagración extraordinaria.

La página posterior estaba cubierta por un diagrama con flechas que iban desde el Ministro, el primer viceMinistro, el viceMinis-tro de producción, el director de la rama, el director de la empresa consolidada (EC)* llegando hasta la fábrica y finalmente hasta un hombre vestido con un overol con las palabras: «Tu centro de trabajo es un sólido eslabón en la gran cadena de producción del Ministerio de Industrias».46

Nuestra Industria Tecnología fue una revista para técnicos e ingenieros. El contenido refleja el creciente nivel tecnológico dentro del ministerio, la colaboración con técnicos del campo socialista y los esfuerzos para mantenerse actualizados sobre los acontecimientos en los países capitalistas. Nuestra Industria Económica fue el espa-cio para los artículos teóricos que formaban parte del Gran Debate. Contenía artículos sobre salarios, inversiones, sistemas financieros y métodos matemáticos dirigidos a contadores y economistas.
  
*  Las empresas consolidadas fueron constituidas por unidades de producción de los mis-mos sectores agrupados bajo una dirección central. Fue una de las medidas adoptadas por el Ché para enfrentar la falta de personal administrativo.

El Manual para administradores de fábricas impulsa la cohesión operativa al recopilar directivas del ministerio sobre procedimientos para el control de los costos, la contabilidad y la supervisión en dos volúmenes, junto a conceptos de economía política. Publicado en junio de 1964, el mismo hacía énfasis en la importancia de la pro-ducción colectiva y la participación de los trabajadores con una guía práctica sobre cómo lograr esto.

Esta publicación afirmaba que el administrador debe: «estar bien convencido de la fuente incalculable e inagotable de ideas, inventivas, conocimientos prácticos, etc., que está latente en cada uno de los trabajadores de la fábrica, y establecer el sistema más adecua-do y efectivo, a fin de aprovechar debidamente estos recursos».47 El éxito en la reducción de los costos de producción: «dependerá fundamentalmente de la comprensión y convencimiento de todos los trabajadores de la fábrica, de la necesidad de esta actitud y los beneficios colectivos que se derivarán de los mismos».48 El respeto a las aspiraciones y críticas de los trabajadores en toda forma de comunicación fomenta la emulación, estimula a los trabajadores a sentirse parte de la dirección, les ayuda a aceptar cambios sobre el sistema anterior, evita que la falta de conocimiento sea una excusa para el no cumplimiento de las tareas, garantiza la uniformidad en la aplicación y permite hacer proyecciones hacia el futuro.49

2. Políticas que promueven los esfuerzos de los trabajadores por mejorar los medios de producción.

En una de las reuniones bimestrales, el Ché les dijo a los directo-res: «debemos ir entonces hasta las fábricas. Allí conversar con todo el mundo, investigar los males que hay, promover las discusiones abiertas, libres, sin ninguna clase de coacción; críticas absolutamente. Recoger con toda honradez todas las críticas».50 A fin de facilitar discusiones libres y abiertas, los directores y administradores tenían que estar en contacto con los trabajadores en el lugar de la producción. Esto era vital para poder evitar su burocratización, para mejo-rar su conocimiento acerca del funcionamiento y los problemas en las unidades productivas, así como para estimular el interés de los trabajadores por perfeccionar el proceso productivo.

Dada la importancia de desarrollar las fuerzas productivas en Cuba socialista, el Ché creía que los trabajadores que se comprometían con el aumento de la productividad y el desarrollo tecnológico ejemplificaban cualidades de liderazgo revolucionario, a diferencia de los burócratas que estaban lejos del proceso de producción.

Los Comités de Piezas de Repuesto y la campaña “Construye tu propia máquina”

En la década de los años cincuenta, el 95 % de los bienes capitales en Cuba y el 100 % de las piezas de repuesto eran importadas de Estados Unidos.51 Esto condujo a una aguda crisis en el contexto del bloqueo estadounidense y la transferencia del 80 % de comercio de Cuba de EE.UU. hacia el campo socialista. El hecho de que en 1960 los Comités de Piezas de Repuesto fueran los primeros comités de trabajadores en ser creados en la industria es una prueba de cuan rápido la ausencia de piezas de repuesto se convirtió en un problema urgente.

Según Orlando Borrego, el entonces viceministro del MININD: «Entre los logros que el Ché podía reconocer ante el pueblo estaba el resultado alcanzado en la producción de piezas de repuesto, objetivo que fue posible gracias a los Comités de Piezas de Repuesto que, organizados desde la base hasta el Ministerio y por medio de una emulación entusiasta, habían resuelto los problemas más graves presentados en la industria evitando su paralización».52

En agosto de 1961, el Ché declaró que los Comités representaban para el MININD: «el primer contacto realmente efectivo con las masas obreras», y que «la primera campaña de emulación organizada dio resultados realmente maravillosos». Esto trajo la movilización, que había sido tan exitosa en la esfera política y social, a la esfera económica en la industria. Dijo el Ché: «con la emulación de todos y con el trabajo de todos los obreros de todas las fábricas del país, se han resuelto numerosos problemas […] es el logro de la comu
nión con la masa obrera, de hacer que la participación de la masa obrera sea fundamental para la conducción del país».53

La campaña “Construye tu Propia Máquina”, realizada por el MININD a partir de 1961, elevó el reto técnico de los Comités de Pie-zas de Repuesto a un peldaño más alto. En 1963, casi todas las ediciones de Nuestra Industria mostraban equipos inventados por los traba-jadores. En febrero de 1964, el Ché declaró que: «El futuro de toda la industria, y el futuro de la humanidad, no está en la gente que llena papeles, está en la gente que construye máquinas […] Está en la gente que estudia los grandes problemas tecnológicos, los resuelve».54

El Movimiento de Inventores e Innovadores

A partir de 1959, decenas de trabajadores presentaron sus inven-ciones, modeles e ideas en las oficinas del Ché para su evaluación.55 Estas revelaban la ilimitada imaginación de la población y el grado de pérdida de talentos por falta de capacitación técnica. En febrero de 1961, cuando el MININD fue establecido, este tenía un Departa-mento de Invenciones e Innovaciones. Este Departamento habría de guiar y coordinar el desarrollo del movimiento de inventores e innovadores y su aplicación industrial, en coordinación con las empresas consolidadas y las organizaciones sindicales. Los núcleos de cuadros de fábricas incluían un trabajador responsable de registrar todas las invenciones logradas por los trabajadores, decidiendo las que tenían aplicación industrial general y sistematizando su in-clusión en los planes industriales.56

El Manual para administradores… afirmaba que este trabajo: «es de vital importancia para el desarrollo técnico de las fábricas, por lo que constituye una de las bases en la que debe apoyarse el Administrador para lograr aumentar la producción y productividad de la fábrica.57 De hecho, las innovaciones en la industria cubana han representado millones en ahorros por la vía sustitución de im-portaciones y la producción maquinaria en el país.58

Para el Ché, había poca distinción entre las tareas técnicas y po-líticas, elevar la productividad y eficiencia constituían actos revo-lucionarios. La experimentación de esos trabajadores reflejaba su compromiso por mejorar las fuerzas productivas. La utilidad social de esas invenciones fue aumentada por la ausencia de mecanismos de mercado, como las leyes de patentes y los derechos de propiedad intelectual, que habrían incrementado los costos sociales de la investigación y de su aplicación práctica. Los innovadores esta-ban motivados por los estímulos morales: su reconocimiento social y estatus de vanguardia.

3. Políticas que fomentan la integración de los trabajadores a la dirección.
La integración o incorporación de los trabajadores a la dirección fue un proceso dialéctico difícil. Esto significaba varios retos: descentra-lizar el control a trabajadores habituados al antagonismo y la aliena-ción del sistema capitalista, y esperar que ellos se hiciesen cargo de la dirección subordinando sus intereses individuales al bienestar de la sociedad, así como aumentando el esfuerzo del trabajo y la eficacia sin depender de estímulos materiales y otras palancas capitalistas. Estos retos, añadido a los ataques de EE.UU. y una bien financiada contrarrevolución, limitaron la factibilidad de la auto dirección por parte de los trabajadores en Cuba. Como consecuencia, el Ché desa-rrolló políticas para integrar a los trabajadores a la dirección de sus empresas y el aparato central del MININD, así como para asegurar que la nueva dirigencia (compuesta principalmente de trabajado-res y revolucionarios, no de los anteriores burócratas profesionales) mantuviera su vínculo orgánico con los trabajadores.

Visitas a las fábricas

Tal fue la importancia que el Ché le dio a las visitas a las fábricas, que pasó por una fábrica en medio de la Crisis de Octubre de 1962.59 Los directores de las empresas consolidadas y los viceministros del MININD estaban obligados a visitar una fábrica, planta o taller cada dos semanas como parte de la batalla contra el burocratismo y para mantener un vínculo vivo con la masa de trabajadores.

Durante las visitas, ellos se reunían con el administrador, los je-fes de producción y los jefes económicos, así como los represen-tantes de las organizaciones de masas: el Partido (PURS), la Unión de Jóvenes Comunistas, los sindicatos, y cualquier otra organización. Discutían los problemas y las iniciativas con los trabajadores y los técnicos. Inspeccionaban los inventarios, los almacenes y las instalaciones de los trabajadores. Tras cada visita, se entregaba un informe analizando la situación de la unidad productiva visitada que incluía recomendaciones.

Las visitas a las fábricas ofrecían la oportunidad para que miles de trabajadores se reunieran y discutieran directamente con el personal administrativo del MININD, incluyendo al Ministro. Harry Villegas, previamente guardaespaldas del Ché, decía que: «este vínculo con las masas le permitía al Ché tener un dominio muy exhaustivo de la realidad que estaba palpando de la actividad en la esfera que dirigía».60 Las charlas del Ché en las reuniones bimensuales están salpicadas de alusiones a sus experiencias y encuentros durante estas visitas.

Este procedimiento fue también establecido en la base de la producción. El Manual para administradores… orientaba a los administradores de fábricas que visitaran los talleres y secciones dentro de sus unidades productivas «con el fin de obtener de las visitas nuevas ideas para el mejoramiento de las actividades y escuchar con calma e interés las sugerencias o críticas de los trabajadores». (Manual para administradores…, sección 7, asunto 2, p. 10) Las visitas le permitía a la dirección aprender del proceso de producción, de los principales índices económicos, de los problemas de higiene y segu-ridad del trabajo, de la calidad; ayudándole a los administradores de buró a comprender la realidad existente tras los informes y las estadísticas.

  
Comités técnicos asesores

Tras las nacionalizaciones y el éxodo de profesionales de Cuba, los administradores de las nuevas entidades estatales fueron asig-nados teniendo en cuenta su compromiso con la revolución. Como resultado: «prácticamente ningún administrador poseía nivel técnico o experiencia en la producción de la fábrica que dirigía».61 La prio-ridad fue impedir las interrupciones en la producción. El Ché buscó formas institucionales para garantizar la ayuda a estos administradores por parte de los trabajadores con años de experiencia en los procesos de producción.

En 1961, se creó el Comité Técnico Asesor (CTA) en todos los cen-tros de trabajo y cada empresa consolidada del MININD, para cumplir esta función. Los administradores o directores seleccionaron tra-bajadores destacados para que les asesoraran en medidas prácticas para aumentar la productividad y la sustitución de importaciones. Un promedio del 10 % de los trabajadores podían estar en el CTA; y en centros de trabajo más grandes fueron organizados en subcomi-tés centrados en problemas específicos. Borrego explicaba:

Su función principal estaba orientada a descubrir todas las re-servas productivas posibles para acelerar la producción […] en proponer ideas para mejorar las condiciones de trabajo y de seguridad de las fábricas, en propiciar una relación más estre-cha entre los trabajadores y la dirección de la producción y en general, ayudar a resolver los complicados problemas que se presentaban como resultado del cerco imperialista y el bloqueo impuesto a la economía del país.62

El Ché creía que seleccionándolos a partir de los trabajadores más abnegados y de mayor conocimiento, además de mejorar las condiciones de trabajo y la productividad, los comités técnicos asesores constituirían una vanguardia revolucionaria. Ellos promoverían en los trabajadores tanto el compromiso con la producción como sus capacidades de autodirección. El Ché los describió como «el laboratorio experimental donde la clase obrera se prepara para las grandes tareas futuras de la conducción integral del país».63

Asambleas de producción

La idea de establecer las asambleas de producción surgió de los debates entre el Ché y el Ministerio del Trabajo, bajo la dirección de Augusto Martínez Sánchez, en la búsqueda de un vehículo para la comunicación entre la administración y los trabajadores.64 Según el Ché: «La asamblea de producción representa una especie de cá-mara legislativa que enjuicia la tarea propia y la de todos los emplea-dos y obreros».65 El establecimiento de las asambleas comenzó en el MININD, y en enero de 1962 adquirieron carácter obligatorio en todo centro de trabajo nacionalizado o de propiedad mixta en Cuba.

En cada centro de trabajo, todos sus trabajadores, incluyendo ase-sores, técnicos, ingenieros y administradores, se reunían mensual y trimestralmente. La propia asamblea seleccionaba los trabajadores 
para presidir y actuar como secretarios durante la reunión, levantando las actas, certificando acuerdos y resoluciones. A finales de 1961, el Ché explicaba su visión:

Las asambleas de producción serán parte de la vida de las fá-bricas, y serán el arma que tenga toda la clase obrera para la fiscalización del trabajo de su administración, para la discu-sión de los planes, para el control del plan, para el estableci-miento de nuevas normas técnicas, organizativas de todo tipo, para toda clase de discusiones colectivas o todo el núcleo de la fábrica, o todos los trabajadores de la fábrica.66

El Ché creía que las asambleas servían para educar a los adminis-tradores en la necesidad del análisis crítico de su propio trabajo ante una plenaria de todos los trabajadores, ayudándoles a mejorar la eficiencia de la administración: «La crítica y autocrítica serán funda-mento del trabajo diario pero llevadas a su máximo en la asamblea de producción, donde se ventilarán todos los problemas referentes a la industria, y donde el trabajo del administrador estará sujeto a los interrogatorios y crítica por parte de los obreros que dirige».67

Según el Manual para administradores… los objetivos de la Asam-blea de Producción eran: motivar a los trabajadores a participar en la dirección de la producción; contribuir al beneficio del colectivo; aplicar el principio del centralismo democrático; facilitar que los tra-bajadores expresen dudas e ideas que el administrador debe analizar y aclarar; crear un espíritu de interés colectivo en el desarrollo de la fábrica; e inspirar el interés en la emulación individual y colectiva.68

El Ché insistía en que estas reuniones no se hicieran burocráticas. Él retaba a los directores del MININD: «Las asambleas de producción tienen que ser una cosa viva. Es una responsabilidad de ustedes que sea una cosa viva».69 También alertaba contra la posibilidad de convertirlas en mítines de agitación distraídos por exigencias economicistas que ignoraban los intereses nacionales; en su lugar, ellas eran para discutir lo que debe producirse y cómo producirlo.70 Ché afirmaba que la participación se elevaría si a los trabajadores se les informaba de los resultados de sus quejas y proposiciones, y a qué nivel organizativo estaban siendo tratadas, de manera que «los obre-ros empiezan a sentir que participan en la administración».71

Comités de industrias locales

Los comités de industrias locales (CILO) fueron creados en 1962 para forjar la integración productiva y administrativa de la industria al nivel local que el SPF había institucionalizado a nivel nacional. Eliminaron mecanismos financieros en el intercambio de recursos (como equipos; pero no los bienes de producción) entre las empre-sas convirtiendo las decisiones sobre su asignación en decisiones políticas. Los administradores de cada centro de trabajo dentro de un área local se reunían quincenalmente para analizar sus necesidades materiales y organizar la reasignación de recursos. Los bienes no eran intercambiados como regalos, sino con documentos oficiales y ajustes de contabilidad e inventarios. Por ejemplo, la EC del Pe-tróleo entregó dos escritorios excedentes a un administrador de la EC del Calzado que estaba escribiendo sobre sus rodillas.72 El Ché explicó:

[…] entre las empresas socialistas no puede haber tránsito de mercancía, porque no hay cambio de propiedad. Lo que pasa es que la utilización de estos utensilios o medios de produc-ción en otros casos más racionales, por parte de otra empresa, nada más, sin tránsito real de propiedad, de contracto jurídico, de mercancía que va de un lugar a otro simplemente […] nos juntamos, discutimos y resolvemos.73

Los comités de industrias locales evolucionaron para asumir fun-ciones más complejas: coordinar los planes industriales con otras autoridades locales; sugerir nuevas inversiones territoriales; discutir leyes, directivas, regulaciones y normas emitidas por niveles superiores y organizar la asistencia a los cursos de superación para ad-ministradores.74 El Manual para administradores… afirmaba que: «La complejidad creciente del desarrollo industrial, así como la necesidad de utilizar más racionalmente nuestros recursos hacen necesaria la coordinación sobre bases territoriales» (Manual para administradores… sección 16, asunto 1, p. 1).

Cada área que comprendía entre 15 y 20 centros de trabajo del MININD eran organizados en un CILO que se reunía de manera quincenal. Solo en La Habana había 20 CILO. La presidencia era ro-tativa, dándole experiencia a todos los administradores. También era rotativo el local de la reunión, lo que permitía la familiarización con 
otros centros de trabajo. Los Comités elaboraban informes oficiales de sus reuniones y acuerdos, los cuales no podían contradecir las di-rectivas de sus empresas consolidadas. Los administradores estaban obligados a participar y cumplir los acuerdos.

El Ché consideró que estos comités estaban “preparando las con-diciones para los pasos futuros”’: la construcción del socialismo y la transición del socialismo a comunismo. Él planteó: «la autogestión (no la autogestión financiera), a medida que vamos preparando las condiciones se va elevando la conciencia, va aumentando, es decir, creando aquello que es la base del comunismo; el trabajo como una necesidad social; no el trabajo como una obligación, que hay que cumplir para comer […] El CILO debe ir resolviendo los problemas locales».75

En septiembre de 1964, el Ché afirmó: «Los CILOs han sido un intento, creemos que bastante afortunado, para crear la conciencia de una sola fábrica».76 Estos comités tenían el potencial para resolver problemas y contradicciones (mala asignación de los recursos o la falta de coordinación en los planes de inversión) a nivel local que simplemente no debían existir en una sociedad socialista (donde la producción se determina racionalmente en interés colectivo) y que, no obstante, existían por razones burocráticas (falta de comunica-ción entre las unidades de producción y de preocupación por las condiciones de otras unidades).

 El Plan Especial de Integración

En septiembre de 1964, el Ché les presentó a los directores del MININD su más imaginativa e innovadora propuesta para enfren-tar la tendencia hacia la burocracia, la división entre el trabajo intelectual y manual, y la ausencia de integración entre empresas en diferentes ramas de la producción: el Plan Especial de Integra-ción. Leyendo del Plan el Ché dijo: «Hace mucho tiempo, hemos planteado la necesidad de una integración real entre el trabajo pro-ductivo y el trabajo intelectual, cosa que se viene realizando a través del trabajo voluntario de tipo productivo, que ahora se ha plasmado en un plan de nivel nacional».77

El Plan Especial de Integración, una «serie de medidas renovado-ras de la actitud de los funcionarios frente al trabajo»,78 comprendía tres elementos: el Plan de democión, el Plan de integración, y la Promoción del trabajo manual entre los trabajadores administrativos. Este se puso a prueba a partir de noviembre 1964. El Plan de democión, la medida principal y obligatoria, se le aplicaba al mi-nistro, seis viceministros, ocho directores de rama, 82 directores de empresas consolidadas, oficinas e instituciones del MININD. Estos tenían que pasar un mes al año trabajando en un puesto inferior en un nivel subordinado al suyo propio, preferiblemente dos niveles. Para facilitar la estabilidad de la dirección, fue establecido que den-tro de un mes no se podía demover a más del 25 % de una jerarquía determinada.79 El trabajo del directivo podía ser cubierto por uno de sus compañeros de trabajo, al tiempo que él trabajaba junto a sus subordinados.

Durante su democión temporal, los directores debían: no buscar errores sino aprender y enseñar; no cambiar los métodos de trabajo y los sistemas establecidos sin una discusión colectiva; asumir la responsabilidad total de esa función sin dejar tareas incumplidas; cumplir todas las obligaciones de la nueva función sin usar la jerar-quía que su función real le otorgaba.80 Además del fortalecimiento del trabajo administrativo y de liderazgo de sus subordinados, ese Plan también implicaba que los demovidos podían observar si era posible aplicar las regulaciones orientadas desde los niveles superio-res, experimentar las condiciones sociolaborales de la fábrica, de la cafetería y comedor de los trabajadores, las instalaciones sanitarias, los equipos de protección física, etcétera.

El Ché afirmaba: «Que el Ministerio fundamentalmente es un ente administrativo, incluso en su aspecto técnico. Está sujeto a una metodología. Esa metodología es muy distinta observada desde un nivel o desde otro nivel […] se pueden ir observando allí las fallas en la metodología, fallas en los métodos de trabajo e incluso las fallas personales».81 El Plan de democión también aseguraba que los líderes se relacionaran directamente con la masa de trabajadores y comprendieran sus problemas, aprendiendo acerca de las dificultades operativas y sobre la tecnología del proceso de producción, todo lo cual podía ser útil cuando regresaran a su puesto oficial. Además, servía para recordarles que sus cargos de dirección no eran fijos para toda la vida y que los directores podían regresar a la base de la producción.82

Para promover la integración entre las empresas de ramas diferentes, el Plan de integración establecía brigadas de trabajo de especialistas formadas por trabajadores destacados para prestar asis
tencia en todo el Ministerio. Ángel Arcos Bergnes, Director General de Personal en MININD, explicaba: «Este plan se aplicó también como: A. Plan de ayuda mutua entre direcciones de empresas, o inter-administradores de fábricas; B. Plan de brigadas especializadas de trabajo; C. Plan de brigadas de métodos de trabajo».83 Este fue un caso de integración horizontal: los directores, jefes económicos y de producción de las empresas consolidadas más fuertes ayuda-rían a las más débiles, y los administradores harían lo mismo.

El Ché dijo que las brigadas estarían organizadas para ocho ta-reas fundamentales del MININD, entre ellas la seguridad del trabajo, la organización del transporte y la mecanización de la contabilidad. Ellas auxiliarían al personal del Ministerio de la misma especialización.84 Las propias empresas crearían brigadas en las áreas en que eran fuertes para ayudar a las empresas débiles. La participación en las brigadas era voluntaria y solo los trabajadores que hubieran sobrecumplido los objetivos de su trabajo podían ser incorporados. Una escala de salario especial sería transferida junto con ellos mien-tras viajaban a través de las provincias para enseñar sus métodos de trabajo. También se planificaron equipos técnicos para manteni-miento e ingeniería eléctrica.85 La aspiración era tener especialistas de muchas áreas para guiar las empresas más débiles.86

El Ché ponía énfasis en el espíritu de cooperación de estos inter-cambios, que tenían una función tanto política como técnica:

Los compañeros que realizan cualquiera de estas tareas de ase-soramiento, no deberán presentar informes […] para preveer y conservar el espíritu de una ayuda desinteresada y cálida de un grupo de gentes o de personas individuales a otras, de manera que todas las debilidades sean analizadas con el solo objeto de superarlas y que no sirva de ninguna manera como antecedente para tomar acciones futuras. Es decir que no haya ningún “chivatazo”, digamos, pues enseguida la gente débil va a empezar a ver a los compañeros como leones hambrientos. Mejor es que toda esta tarea se realice en una forma de ayuda completamente extraministerial para los efectos de la informa-ción, salvo naturalmente en que hayan y se detectan cosas gra-ves de índole fuera de lo administrativo.87

El tercer elemento del Plan Especial de Integración era promover que los directores y trabajadores administrativos llevaran a cabo trabajo voluntario en las fábricas durante sus vacaciones (Guevara [12 de septiembre 1964] 1966, p. 515) No todos estuvieron de acuerdo con el Plan, revelaba el Ché, incluyendo a miembros del gobierno nacional a cuyo nivel no había sido aprobado. Pero él aprovechó la independencia institucional que le había sido conferida para experi-mentar con el SPF, aplicando políticas novedosas, como estas, para así poner a prueba su factibilidad y analizar sus resultados antes de determinar si continuaba o no con ellas.

En abril de 1965, el Ché salió secretamente de Cuba hacia el Congo en una misión internacionalista. El MININD, para entonces una institución gigantesca, fue dividido en diferentes ministerios. El Plan Especial de Integración, como muchas otras políticas del MININD, fue abandonado.


Consideraciones finales

La crítica del Ché sobre las cooperativas agrícolas (koljoses) en la URSS y las políticas que él desarrolló dentro del MININD para colectivizar la producción e integrar los trabajadores a la dirección formaban parte de su búsqueda de soluciones a la problemática de la Revolución: cómo desarrollar las fuerzas productivas en un país subdesarrollado, dependiente del comercio exterior y bloqueado, y cómo hacerlo fomentando de manera simultánea una nueva con-ciencia y relaciones sociales para la transición al socialismo. Este continúa siendo el reto hoy en Cuba.

El enfoque del Ché era dialéctico y nuestra comprensión de sus opiniones debe serlo también. Él consideró las cooperativas como progresistas en comparación con la propiedad privada, que es fundamental para las relaciones sociales capitalistas, pero regresiva comparada con la propiedad estatal socialista, en donde los antago-nismos de clase son resueltos a favor del proletariado en el proceso de construir la sociedad sin clases.

El Ché entendía el desarrollo de la conciencia como un proceso dia-léctico: se elevaría con la experiencia de los cambios materiales en el nivel de vida y las transformaciones en las relaciones de produc-ción que, a su vez, se reflejarían de nuevo en la conciencia; creando así más potencialidades para una autodirección de los trabajadores. Pero estos trabajadores no deben estar motivados principalmente por los estímulos materiales, sino por la conciencia colectiva y el concepto del trabajo como deber social. Esto es esencial para transformar la plusvalía (en el capitalismo) en plus producto (en el socialismo), y la producción para el intercambio en la producción para su uso.

No obstante, esto no debe ser interpretado de manera simplista para argumentar que el Ché se hubiera opuesto a los cambios que ocurren actualmente en la estructura del empleo en Cuba para fo-mentar el empleo por cuenta propia y las cooperativas de trabajo en sectores no estratégicos. El contexto histórico y los problemas que enfrentó el Ché fueron muy diferentes. En la década de los sesentas un tercio de la población mundial vivía en países socialistas y las luchas de liberación nacional estaban desafiando el dominio impe-rialista sobre el mundo subdesarrollado. Hubo entonces un gran po-tencial para realizar avances dentro el campo socialista.

Además, el Ché era marxista, no idealista. Aunque él hizo hinca-pié en la importancia de la conciencia y la educación para crear un compromiso con el proceso revolucionario, él entendía que ambas son abstractas si el nivel de vida no mitiga las preocupaciones dia-rias de supervivencia. El punto clave es la convicción del Ché de que las mejoras materiales necesarias se deben lograr, tanto como sea posible, no promoviendo el intercambio de mercado ni a la empresa privada, sino mediante controles administrativos (plan, presupues-to, supervisión, auditoría y democracia obrera); la inversión estatal en la formación de habilidades, en la educación, en la investigación científico-técnica; la explotación de recursos endógenos; fomentan-do la industria y diversificando la producción agrícola.

El debate contemporáneo en Cuba comprende temas enfrentados pero no resueltos por el Ché en los años sesenta, y que confronta-dos de nuevo durante el período de Rectificación de 1986 a 1990. El socialismo es un proceso dialéctico dirigido por quienes lo vi-ven. El reto es resolver la contradicción entre el plan y el mercado, elevando la productividad y la conciencia de manera simultánea, y determinando un equilibro de responsabilidad entre el individuo y el estado, cómo deben ser mediados los antagonismos de clase que aún existan, cómo garantizar la disciplina en el uso de los re-cursos y en el trabajo, cómo distribuir la riqueza de la sociedad, cuánto control y centralización resultan adecuados. Estas cuestiones son abordadas en Cuba ante un brutal bloqueo, sabotajes y ataques terroristas. 
La política se formula dentro de los límites existentes: por un lado, el compromiso político con las prestaciones del bienestar socialista, la economía planificada y el dominio de la propiedad estatal, y, por el otro, las restricciones económicas como el bloqueo, la dependencia del comercio exterior, los bajos niveles de desarrollo técnico (fue-ra de las empresas mixtas y la industria biotecnológica), y la dificul-tad para obtener créditos. El Ché proporcionó una metodología para la construcción socialista dentro de estos límites.

El objetivo de los cambios actualmente consiste en restablecer el equilibrio macroeconómico por medio de ajustes fiscales y el au-mento de la productividad, pero el reto sigue siendo cómo hacer esto mientras se limita la dependencia de mecanismos capitalistas. Mediante los debates nacionales y en el Congreso del Partido en abril de 2011, el pueblo cubano está buscando soluciones a estos retos. Es esencial considerar la contribución del Ché en el pasado mientras Cuba se prepara para asegurar y fortalecer su desarrollo socialista en el futuro.



Referencias bibliográficas

1     Ernesto Ché Guevara: Ernesto Ché Guevara: Apuntes críticos de la economía política. Centro de Estudios de Ché Guevara y Ocean Press, Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 2006.

2     Ernesto Ché Guevara: “Sobre la concepción del valor”, octubre de 1963. En David Deutschmann y Javier Salado (eds.): El Gran Deba-te: Sobre la economía en Cuba 1963-1964, Ocean Press, La Habana, 2003, pp. 38-9.
3     Manual, citado por Guevara, en “Sobre el Sistema Presupuestario de Financiamiento”, febrero de 1963. El Gran Debate: Sobre la econo-mía en Cuba 1963-1964. Ocean Press, La Habana, 2003, p. 98.

4     Ídem.

5     Ibídem, p. 99.

6     Ernesto Ché Guevara: “La planificación socialista, su significado”, ju-nio de1964, El Gran Debate: Sobre la economía en Cuba 1963-1964,
Ocean Press, La Habana, 2003, p. 122.

7     __________: El socialismo y el hombre en Cuba. Ed. Abril, La Habana, 2007, pp. 19 y 20.

8     Ibídem, p. 13.

9     Ibídem, pp. 13 y 14.
10   Ernesto Ché Guevara: Ernesto Ché Guevara: Apuntes críticos de la economía política…, p. 188.

11   Ibídem, p.10.

12   Ibídem, p. 112.

13   Ibídem, p. 27.

14   Ídem.

15   M. Lavigne: The Socialist Economies of the Soviet Union and Europe.

Martin Robertson & Co., London, 1975, pp. 113-4.

16   R. D. Laird: Collective Farming in Russia: A Political Study of the Soviet Kolkhozy. University of Kansas Publications, Kansas, 1958, p. 121 (en nota al pie 16).

17   M. Lavigne: ob. cit., pp. 119 y 120.

18   Ibídem, 120.

19   Ernesto Ché Guevara: Ernesto Ché Guevara: Apuntes críticos de la economía política…, p. 166.

20   Ibídem, p. 140.

21   Ibídem, pp. 54-5.

22   Ibídem, p. 55.

23   Ídem.

24   Manual, citado por Guevara, en Ernesto Ché Guevara: Apuntes críti-cos de la economía política…, p. 57.
25   Ernesto Ché Guevara: Ernesto Ché Guevara: Apuntes críticos de la economía política…, p. 104.
26   Vladímir I. Lenin, citado por el Manual, en Ernesto Ché Guevara: Apuntes críticos de la economía política…, p. 107.
27   Ernesto Ché Guevara: Ernesto Ché Guevara: Apuntes críticos de la economía política…, p. 108.

28   Ibídem, p. 168.

29   Manual, citado por Guevara, en Ernesto Ché Guevara: Apuntes críti-cos de la economía política…, p. 168-9.
30   Ernesto Ché Guevara: Ernesto Ché Guevara: Apuntes críticos de la economía política…, p. 169.

31   M. Lavigne: ob. cit., p. 121.

32   Ernesto Ché Guevara: Ernesto Ché Guevara: Apuntes críticos de la economía política…, p. 170.

33   Ibídem, p. 171.

34   Ibídem, p. 116.

35   Ibídem, p. 119.

36   Ibídem, p. 180.

37   Ibídem, p. 182.

38   Ibídem, p. 187.

39   Ídem. 
40   Manual, citado por Guevara, en Ernesto Ché Guevara: Apuntes críti-cos de la economía política…, p.110.
41   Ernesto Ché Guevara: Ernesto Ché Guevara: Apuntes críticos de la economía política…, p.111.

42   _________: “Reuniones bimestrales” (1961-1964). En El Ché en la Revolución cubana: Ministerio de Industrias, t. VI, MINAZ [5 de diciem-bre 1964], La Habana, 1966, p. 579.

43   Ibídem [21 de diciembre 1963], p. 413.

44   J. Valdés Gravalosa: Entrevista. 22 de febrero de 2006.

45   Ernesto Ché Guevara: Ernesto Ché Guevara: Apuntes críticos de la economía política...
46   Nuestra Industria: Ministerio de Industrias, año 3, No. 1, enero, La Habana, 1963.
47   Manual para administradores de fábricas (10 de junio 1964). 2da. ed., sección 5, asunto 10, Ministerio de Industrias, La Habana, 1988,

p.  1.

48   Ídem.

49   Ibídem, sección 10, asunto 1, pp. 1-3.

50   Ernesto Ché Guevara: “Reuniones bimestrales” (1961-1964)…, [10 de marzo 1962], p. 176.
51   A. Guzmán Pascual: “La acción del Comandante Ernesto Ché en la Campo Industrial”. En Revista Bimestre Cubana, 8: 29, 1998, p. 29.
52   O. Borrego Díaz: Ché: El camino del fuego. Imagen Contemporánea, La Habana, 2001, p. 164.

53   Ernesto Ché Guevara: “Discurso de la Primera Reunión Nacional de Producción del MININD” (27 de agosto 1961). En Ernesto Ché Gue-vara: escritos y discursos, t. 5, Ed. de Ciencias Sociales, La Habana, 1977, p. 218.

54   __________: “Comparecencia televisada en el programa Información Pú-blica” (25 de febrero 1964). En Ernesto Ché Guevara, ciencia, tecnología

y sociedad (1959-1965), Ed. Academia, La Habana, 2003, p. 188.

55   O. Borrego Díaz: ob. cit., p. 12.

56   Manual para administradores de fábricas (10 de junio 1964),… sección 9, asunto 3, p. 1.

57   Ibídem, sección 9, asunto 3, p. 1.

58   O. Borrego Díaz: ob. cit., pp. 12 y 13.

59   A. Arcos Bergnes: Método y estilo de trabajo de Ché, 40 Aniversario Ministerio de Industrias. Ed. Política, La Habana, 2001, p. 149.
60   H. Villegas Tamayo: Entrevista. 22 de marzo de 2006.

61   T. Sáenz, E. García Capote y L. Gálvez: El papel del Ché en el desarrollo científico y tecnológico de Cuba, 40 Aniversario Ministerio de Indus-trias. Ed. Política, La Habana, 2001, p. 79.

166                                  Parte 2 Las cooperativas y los pensadores socialistas

62   O. Borrego Díaz: ob. cit., pp. 110 y 111.

63   Ernesto Ché Guevara: “Discusión colectiva; decisión y responsabili-dad única” (julio de 1961).En Ernesto Ché Guevara: Obras 1957-1967, t. 2, Casa de Las Américas, La Habana, 1970, p. 127.

64   O. Borrego Díaz: ob. cit., p. 196.

65   Ernesto Ché Guevara: “Discusión colectiva; decisión y responsabili-dad única” (julio de 1961)…, p. 131.
66   Guevara, citado por O. Borrego Díaz: ob. cit., pp. 196-7.

67   Ernesto Ché Guevara: “Discusión colectiva; decisión y responsabili-dad única” (julio de 1961)…, p. 131.
68   Manual para administradores de fábricas (10 de junio 1964), sección 2, asunto 4, p. 1.

69   Ernesto Ché Guevara: “Reuniones bimestrales” (1961-1964)…, [9 de marzo 1963], p. 351).
70   O. Borrego Díaz: ob. cit., p. 187.

71   Ernesto Ché Guevara: “Reuniones bimestrales” (1961-1964)…, [22 de febrero 1964], p., 444.
72   Ibídem [14 de julio 1962], p. 301.

73   Ídem.

74   Manual para administradores de fábricas (10 de junio 1964),…, sec-ción 16, asunto 1, p. 1.

75   Ernesto Ché Guevara: “Reuniones bimestrales” (1961-1964)…, [14 de julio 1962], p. 300.
76   Ibídem [12 de septiembre 1964], p. 515.

77   Ibídem, p. 514.

78   Ídem.

79   Ídem.

80   A. Arcos Bergnes: ob. cit., pp. 27-8.

81   Ernesto Ché Guevara: “Reuniones bimestrales” (1961-1964)…, [12 de septiembre 1964], p. 519.
82   A. Arcos Bergnes: ob. cit., pp. 27-8.

83   Ibídem, p. 28.

84   Ernesto Ché Guevara: “Reuniones bimestrales” (1961-1964)…, [12 de septiembre 1964], pp. 515-6.
85   Ibídem, pp. 516-8.

86   Ibídem, pp. 535 y 542.

87   Ibídem, p. 517.