Actualidad macroeconómica En el último mes, se intensificó la ofensiva del Gobierno contra el mercado informal de divisas con acciones coercitivas y campañas de desinformación. El Gobierno busca debilitar las estructuras del mercado informal, pero sin lanzar todavía una alternativa para la formalización de las operaciones cambiarias de las remesas, de las importaciones de las mipymes y de otros flujos de divisas.
Con la publicación de la Gaceta 89 de 2025, el Gobierno cubano institucionaliza, regula y amplía la dolarización parcial de la economía; y crea las bases para un mercado cambiario y acceso a las divisas con una alta carga de decisiones centralizadas y espacios para la discrecionalidad.
El sector privado continuará comercializando sus bienes y servicios en moneda nacional en el mercado interno, salvo los casos autorizados por el Ministerio de Economía y Planificación. Podrán tener cuentas bancarias en divisas siempre que accedan a alguna de las fuentes establecidas en las normas publicadas en la Gaceta.
El Gobierno se reserva una amplia discrecionalidad para decidir quiénes podrán operar en divisas y quiénes lo harán en moneda nacional; deja, además, abierta la posibilidad de autorizar «casos especiales».
Se establece un mecanismo de extracción de rentas del 20 % sobre diversos flujos de ingresos en divisas. Esos recursos se transferirán al Banco Central, que los utilizará para vender divisas a otros actores a cambio de pesos cubanos.
Las empresas que no dispongan de una fuente propia de ingresos en divisas deberán recurrir a dos mecanismos alternativos para acceder a ellas utilizando sus ingresos y cuentas en pesos cubanos: 1) a través de la concesión centralizada mediante las Asignaciones de Capacidad de Acceso a la Divisa (ACAD); y 2) mediante la compra en el mercado cambiario.
El primer instrumento, regulado en la Gaceta 89, reproduce el funcionamiento de los certificados de liquidez, aunque ahora se dice que se garantiza su respaldo total en divisas. El segundo instrumento estaría vinculado al lanzamiento de la tasa flotante y aún no se encuentra regulado en las normas publicadas en esta Gaceta.
El 18 de diciembre de 2025, habrá que estar pendiente de la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular (reducida este año a un solo día debido a la «situación del país»), pues las autoridades posiblemente ofrezcan mayor cantidad de información sobre indicadores macroeconómicos y las políticas para 2026.
Habrá que ver si el Gobierno adelanta alguna información sobre el funcionamiento del mercado de divisas y la futura tasa de cambio flotante: si la nueva tasa partirá de niveles cercanos o no al mercado informal; el grado de flexibilidad y de discrecionalidad del Banco Central en el manejo de la tasa; si se van a habilitar operaciones cambiarias bancarizadas para la población (o solo en efectivo); si impondrán límites cuantitativos a la compraventa; los objetivos recaudatorios que persigue el Gobierno; el grado de transparencia que ofrecerán; y si el lanzamiento del esquema viene acompañado de otras medidas coercitivas contra el mercado informal.
El nuevo mecanismo cambiario podría tener implicaciones para el futuro de la MLC. Con la instrumentación de los ACAD y la tasa flotante, lo más probable es que ya no sea necesaria la MLC. El escenario más probable sería su eliminación, lo cual replicaría el precedente del CUC: todas las cuentas, precios y obligaciones en MLC pasarían a convertirse en CUP utilizando la nueva tasa flotante.
 En la Asamblea se esperaría que se confirmara otro año de recesión para la economía. La combinación de la crisis energética, la caída del turismo, las restricciones financieras externas y de balanza de pagos, y la ausencia de una recuperación productiva nacional sugieren que el PIB podría haber retrocedido al menos el 5 % en 2025.
 También será clave el dato actualizado del déficit fiscal y la confirmación de una reducción respecto al año anterior. Ello podría corroborar avances parciales en la estabilización macroeconómica y la reducción de la monetización del desbalance fiscal, lo cual influye en menores tasas de inflación y en un menor ritmo de depreciación de la moneda nacional en el mercado informal.
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