Por Luis Aparicio Cruz
“Nadie
remienda un vestido viejo
con
un paño de tela nueva,
porque la tela nueva estira la tela vieja
y la rotura se hace peor”
Jesús de Nazaret
Marcos 2.22, siglo I
“Nosotros estamos implementando
transformaciones profundas en el sector empresarial.”
“Todo se pone en el mismo
contexto, perfeccionamiento del sector empresarial estatal, sector
presupuestado, trabajo, sector no estatal, ampliación del trabajo por cuenta
propia, creación de las micro, pequeñas y medianas empresas y ampliación al
trabajo de las cooperativas. “
Ha sido muy buena noticia esta
decisión referida al Trabajo por Cuenta Propia; también lo es el proyecto
mencionado por el Vice Primer Ministro y
Ministro de Economía y Planificación. Hemos dicho que el tejido empresarial
lleva un diseño y posterior desarrollo que incluya a todos los actores haciendo
que la Empresa sea la Empresa, con una filosofía reguladora que estreche los
límites de lo “no permitido” y abra las puertas a las iniciativas individuales
y colectivas.
La empresa es el medio a través
del que se unen las fuerzas productivas para satisfacer las necesidades
demandadas por su entorno a través del mercado, contribuir al desarrollo social y crear un
margen de utilidad para beneficio de la propia empresa y de la sociedad, resultado
final: crear riqueza.
Es incuestionable el papel que le
corresponde a la Empresa Estatal Socialista para la creación de la riqueza social;
Si a los recursos que mueve no se les extrae el máximo de resultados, será
difícil lograr aumentos en el nivel de vida.
El ARTÍCULO 27 de la
Constitución de la República expresa:
“La empresa estatal
socialista es el sujeto principal de la economía nacional. Dispone de autonomía
en su administración y gestión; desempeña el papel principal en la producción
de bienes y servicios y cumple con sus responsabilidades sociales.”
Para lograr
este objetivo debe organizar los procesos de gestión a fin de ejercer un uso eficiente y efectivo de los recursos y de la
innovación tecnológica; en suma: elevar la productividad, obtener adecuada tasa de Rentabilidad y ofertar sus productos y/o servicios a la sociedad mediante un
precio a través del mercado, interactuando con el resto de los actores
económicos. Ante tal obligación es necesario que la empresa actúe con
independencia, valentía y aire emprendedor para tomar las decisiones oportunas a
fin de cumplir sus objetivos. Dicho esto, lo podemos reducir a un sistema de
ecuaciones con tres variables: eficiencia, gestión empresarial y autonomía empresarial.
La eficiencia
se traduce en reducción de costos y de costos comparativos, sobre todo si
tratamos de sustituir importaciones, lo cual quiere decir que nuestro Costo de
Producción debe ser inferior a lo que costaría importar el producto en cuestión,
si no es así no tiene sentido; del mismo modo y por la otra cara las
exportaciones.
De lo que se
trata es igualar o superar los niveles de rentabilidad logrados por otras
empresas de la misma rama, dentro del país y en el extranjero, ninguna empresa
puede estar ajena a la competencia, no se trata de ser rentable en función de
precios tutelados o de monopolio, hay que atender las señales del mercado.
La empresa
estatal cubana al día de hoy está enfrentando un panorama totalmente nuevo,
amaneció el 1 de enero multiplicando el valor de una parte de sus insumos por
24 e incrementó el gasto de mano de obra por la Reforma Salarial; ¿cuál es el
Costo ahora? Es altamente probable que con los precios del 31 de diciembre de
2020 cualquier empresa resulte irrentable en enero de 2021, la tendencia inmediata
es a subir precios para compensar los efectos del Ordenamiento Monetario. Me
pregunto: ¿sólo es este el camino?, ¿cuánta eficiencia o ineficiencia encubierta
existía hasta el 31 de diciembre de 2020 y que por la vía de subir precios
estamos trasladando a la nueva realidad?
No cuestiono
los nuevos precios que se hayan aprobado, sean centralizados o no, el objetivo
de este trabajo no lo es. Solamente son dos preguntas para pensar; los precios
tienen un límite en el mercado.
La mayoría de
las empresas estatales que hoy operan en el país tienen una vida superior a las
cuatro décadas, fueron fundadas para producir, la Rentabilidad no estaba en
primer plano, han pasado por varios procesos de reorganización, sumado o
restado actividades por decisiones netamente administrativas, desde su origen
han tenido una protección excesiva por parte del Estado, ni siquiera el
Contrato reunía preeminencia, la producción estaba vendida desde la concepción
del Plan, cobrar era importante pero no trascendente, entre los resultados una
extensa cadena de impagos a la que se dieron soluciones tales como netear las
deudas entre empresas del propio Organismo Central; son sólo ejemplos que
muestran la ausencia de una concepción financiera y de negocios en nuestras
empresas estatales, en sus orígenes no hubo un Plan de Negocios que diera la
factibilidad de una u otra empresa, al menos en la mayoría, es posible alguna
excepción.
Con los
antecedentes mostrados, el proceso de transformaciones en marcha y como parte
del mismo, resulta de imperiosa necesidad efectuar un estudio integral de todo
el sistema empresarial estatal, partiendo de un Plan de Negocios que exponga la
factibilidad de la empresa y trace su estrategia a corto y mediano plazo. Hecho
esto la Empresa Estatal Socialista estará en condiciones de ponerse un traje
nuevo.
La eficiencia,
no se logra por decreto y mucho menos
por la exhortación; crear un producto con calidad para el mercado al
mínimo de costos es el resultado de un Sistema de Gestión que tenga en cuenta la
estrategia trazada por el Plan de Negocios y actúe sobre los diversos factores
que son determinantes, tales como la estructura del mercado, las regulaciones
sobre su actividad, la tecnología, la toma oportuna de decisiones. No existe
duda alguna de que la conducción colegiada de este Sistema le corresponde a un
equipo de profesionales presidido por un directivo, llámese Gerente o Director,
es el empresario, designados por el representante de la propiedad (el Estado)
Algunos se preguntan si los
directores actuales de las empresas estatales están preparados para asumir esta
responsabilidad. Lo primero es acercarnos a las características de este
profesional.
El empresario, como profesional dedicado a la gestión, debe reunir algunas aptitudes indispensables para llevar adelante la estrategia de la empresa, entre ellas: conocer en detalle la tecnología con la que se trabaja, poseer el dinamismo que le permita aprovechar todas las oportunidades para encausar la estrategia, ser un líder capaz de elaborarla e insertar en ella al colectivo que dirige, ser lo suficiente creativo para buscar fórmulas que respondan a los reclamos del consumidor, gozar de responsabilidad y valentía para asumir los riesgos de la toma de decisiones, Ser consciente de su responsabilidad social ante el Estado y los consumidores.