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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

lunes, 17 de abril de 2023

¿Qué dijo el ministro de Energía y Minas sobre la situación del combustible? (+ Video)

 En este artículo: Combustibles, Cuba, Economía, Electricidad, Energía, gasolina, Petróleo, Transporte



Ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy. Foto: Estudios Revolución.

El ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, dijo en declaraciones al Canal Caribe que los suministradores de combustible no han podido cumplir con los compromisos que tenían con Cuba a partir de la situación económica y energética que hay en el mundo. Además, existen problemas con los insumos para producirlo.

“A eso hay que añadirle que, si bien hay una situación energética a nivel mundial, en Cuba siempre estará más agudizada a causa del bloqueo. Se nos dificulta muchísimo conseguir barcos para transportar el combustible, buscar los financiamientos, cumplir con algunos requisitos que son normales en los contratos de combustibles”, explicó el titular del ramo.

Por supuesto, eso hace que con cualquier fallo que exista con la transportación de un buque, se produzca un bache.

A partir de la falta de combustible y de los suministros estables, añadió, se tomó la decisión de sacar a la distribución capacidades disminuidas de combustibles, en comparación con lo que normalmente se consume en un día.

“Se va a seguir sacando durante los días que quedan de abril una capacidad disminuida, que es bastante poca, por eso las colas que vemos en los servicentros. La situación tiende a una mejoría a partir de decisiones y negociaciones, suministradores que ya están cumpliendo con sus compromisos. Esa es una de las razones del retardo de la información, aunque han existido locales y provinciales.

“Hoy tenemos una mejoría que no quiere decir que vayamos a tener combustible como lo teníamos en el año 2017, 2018 o unos meses atrás. Esa no va a ser la situación en los días que quedan de abril y mayo. Vamos a seguir sacando combustible  parcialmente, de una manera reducida para que no toque cero el suministro de combustible y se puedan garantizar los servicios vitales.

“Con el diésel también suministradores comienzan  a cumplir sus compromisos y eso va a permitir que no tocamos cero y que podamos cubrir los principales servicios en el país, por ejemplo, la cosecha de la papa”.

¿Qué dijo el Ministro de Energía y Minas sobre la situación del combustible ?

¿Qué quiere realmente China?


Por Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China

In Análisis, Política exterior by Xulio Ríos2023-04-13

¿Quiere China suplantar a EEUU en el liderazgo global? ¿Busca la hegemonía? ¿Pretende exportar su modelo político? ¿Conducirá la tensión actual a una reedición de la guerra fría esta vez protagonizada por EEUU y China? Son las preguntas del momento en un sistema internacional en proceso de ajuste profundo.

De entrada, dos cosas son evidentes. Primero, que China ha acelerado el proceso de transición de su condición de potencia económica y comercial hacia una mayor influencia política y una mayor implicación en los asuntos globales. Además, nos ha hecho saber que gestionará ese proceso atendiendo a visiones y posiciones propias, lo cual interpretamos habitualmente como un “endurecimiento antioccidental” de la posición internacional de China. Segundo, que el orden internacional de posguerra necesita ser repensado en virtud de los importantes cambios gestados en los últimos cuarenta años. Esto no quiere decir que haya que tirarlo todo por la borda; de hecho, la propia China insiste en preservar a toda costa los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas aunque, a renglón seguido, aboga por la reforma del sistema de gobernanza global. ¿Se trata de una convicción firme o solo de ganar tiempo para en cuanto pueda ir más allá de lo que se dice? En verdad, es difícil establecer previsiones a futuro si partimos de que la gran ruptura histórica gestada en China en las últimas décadas no deviene de la reforma que desmanteló el maoísmo sino de la apertura al mundo exterior, un proceso irreversible y que se fundamenta en la convicción profunda de las elites chinas de que la causa esencial de su decadencia histórica no fue otra que el aislamiento.

El núcleo radical e inspirador de la diplomacia china en la fase actual es la idea de la “revitalización”. Esta tiene, lógicamente, una dimensión interna que apunta a la culminación de la modernización, con el reto tecnológico como principal exponente. Y también una dimensión exterior, que apunta a la vertebración de un sinocentrismo interdependiente como signo de identidad. Ambos ejes están íntimamente ligados. La modernización, por más que se recurra ahora a la “doble circulación” como subterfugio interno para compensar la inestabilidad e incertidumbre globales, es inseparable del engarce de la economía china con la global, una dinámica irrenunciable hasta el punto de asumir el liderazgo en la defensa de la globalización. Por otra parte, la culminación con éxito de ese proceso debe proveer a China de las capacidades indispensables para ejercer en mayor medida la “diplomacia de gran país con peculiaridades propias” que reclama el liderazgo xiísta.

Por tanto, la posibilidad de que China pueda desempeñar un papel activo en la sociedad internacional del siglo XXI va a depender de la positiva resolución de sus retos internos. Y no son pocos, tantos que es muy aventurado asegurar que todo irá a pedir de boca. Y también de la holgura con que afronte los desafíos globales, claramente ascendentes, donde puede haber compromisos (cambio climático) pero también disensiones profundas (sistémicas). Estas circunstancias explican que la seguridad y la estabilidad sean de la máxima importancia para las autoridades chinas pues ahí radican las claves para preservar eficazmente sus intereses fundamentales (salvaguarda de su sistema político, su modelo de desarrollo, la integridad territorial, la soberanía nacional).

Visibilizar una alternativa al orden occidental

El proceso de tránsito de la condición de China como una potencia regional a otra mundial se inició en el denguismo tardío, con Hu Jintao (2002-2012), bajo la premisa de que China se encuentra en un importante periodo coyuntural estratégico. En ese marco, la relación de China y el mundo ha experimentado cambios de importante calado pero el desarrollo económico sigue siendo la “tarea central”. Es su elevación constante lo que ha permitido a China el incremento del derecho a opinar y actuar en la comunidad internacional, dejando atrás la modestia auspiciada por Deng Xiaoping, reflejo de una debilidad hoy disipada en gran medida.

Bajo el liderazgo de Xi Jinping, ese proceso se ha acelerado. A las alianzas estratégicas de diverso nivel y asociaciones de cooperación establecidas con múltiples países, ha sumado la institucionalización y dinamización de foros regionales (de Europa a África, América Latina, Países Árabes, ASEAN). Proyectos como la revitalización de las rutas de la Seda, terrestre y marítima, o la consolidación de mecanismos como la Organización de Cooperación de Shanghái o los BRICS le han provisto de plataformas que a modo de trampolín proyectan su influencia por doquier. Ello se ha arropado con la formulación complementaria de propuestas políticas que establecen una vía paralela al orden existente. Es el caso de la Iniciativa de Desarrollo Global, de la Iniciativa de Seguridad Global o de la Iniciativa de Civilización Global, que van sumando adhesiones muy especialmente entre los países del Sur Global. Esa red pretende dar forma institucional a su concepto estrella, la comunidad de destino de la humanidad, cuyo eje sería el alineamiento de las estrategias de desarrollo, que el imaginario ideológico chino sigue situando como el principal baluarte de la seguridad y la paz.

Toda esta narrativa, que a simple vista podríamos descalificar como mera palabra hueca, se sustenta, sin embargo, en una financiación que, a pesar de sus altibajos, por el momento no parece tener rival. Desde sus propias estructuras financieras de la banca oficial, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras o el Nuevo Banco de Desarrollo (cuya rectoría ha asumido recientemente la ex presidenta brasileña Dilma Rousseff), China amplifica notoriamente su audiencia. Mientras tanto, la capacidad de alternativa expresada en fórmulas como la B3W (Build Back Better World) promovida por el G7 muestra sus enormes limitaciones para contrarrestar el incremento de la influencia china, minando la credibilidad liberal.

Con seguridad, un frente inmediato en el que podemos esperar algún que otro salto significativo a corto plazo es el de la internacionalización de la moneda china. Hablando en el Foro de Boao (del 28 al 31 de marzo), Zhu Min, ex número 2 retirado del FMI, enfatizó que el aumento en el número de actores económicos que aceptan usar la moneda china pronostica que podría en el futuro convertirse en una moneda de reserva mundial de la misma manera que el dólar. En esos días, siguiendo los pasos de Rusia, Irán y Arabia Saudí, Brasil, miembro de los BRICS, decidió autorizar el pago de sus exportaciones en yuanes chinos.

La yuxtaposición de un multilateralismo con sello propio, las dinámicas económicas, comerciales, energéticas y ahora financieras puede no solo expandir sino también anudar con mayor ímpetu una influencia que hasta ahora podríamos calificar de acupuntural. En este marco, las cuestiones de competencia estratégica pueden ser de importancia secundaria para muchos países que se enfrentan a auténticas y gigantescas deficiencias en materias en las que China puede representar una opción “mejor”. Por la misma razón, sería exagerado pensar que de ese pragmatismo se puede derivar una mayor inclinación a abrazar un hipotético liderazgo mundial de China o una preferencia sistémica por uno u otro orden.

Equilibrar el poder global

Al ser China la potencia con la mayor capacidad para afectar la primacía de EEUU en el orden global, esta irrupción de Beijing afecta cada vez más al equilibrio de poder, planteando retos importantes a otros Estados y a las organizaciones internacionales, erosionando con su alternativa el predominio ideológico liberal. Por otra parte, su papel en la gestión de los desafíos globales le confiere motu proprio una relevancia singular.

Un primer objetivo de la política exterior china consiste en cambiar la correlación de las fuerzas internacionales y equilibrar la influencia geoestratégica de EEUU en áreas clave. Un ejemplo reciente lo apreciamos en Oriente Medio, con la mediación activa en la reanudación de los contactos diplomáticos entre Irán y Arabia Saudita. Ha acontecido en una región de clara preeminencia de EEUU y donde a China apenas se le percibía como un actor geopolítico relevante a pesar de que la región ha ido ganando importancia para su diplomacia implicándose no solo en el tráfico energético y comercial sino también en asuntos de seguridad. Todo ello puede ser bien indicativo de la expansión de los objetivos estratégicos de China.

Pero es probablemente en Asia donde esa pugna manifestará en los próximos años una mayor enjundia. A las tensiones derivadas del problema de Taiwán o las disputas territoriales en los mares cercanos, con India, etc., es aquí donde se manifiesta ya con mayor virulencia la competencia sino-estadounidense. Desde la ruta de la seda al RCEP (Asociación Económica Integral Regional), la suma de estrategias tiene una premisa mayor: el alejamiento de EEUU y la afirmación de una posición china dominante, de lo comercial a lo estratégico. Las resistencias también toman forma, desde el QUAD al AUKUS, así como el IPEF (Marco Económico para el Indo-Pacífico).

Esta vía china implica una decidida apuesta por la promoción de instituciones multilaterales afines, con potencialidad suficiente para abrir paso a un equilibrio institucional global que se complementaría con una diplomacia bilateral activa huyendo de alianzas o bloques, ni mucho menos militares, volcada en el cultivo de lazos que escenifiquen su influencia y, por tanto, instando el debilitamiento progresivo o alejamiento de la órbita de EEUU. De esta manera, limitaría de facto las posibilidades de actuación de Washington, muy reforzadas tras el fin de la Guerra Fría.

Lo que China pretende, al menos por ahora, es limitar la influencia de EEUU en el mundo y poner sobre la mesa un enfoque alternativo (las “soluciones chinas”) que sirva de contrapeso a su poder apadrinando nuevas concepciones de seguridad y desarrollo. ¿Cabe imaginar que este trayecto se complemente más pronto que tarde con el recurso a activos duros como el incremento sustancial de sus capacidades militares, de sus relaciones en materia de defensa con determinados socios, la proliferación de bases militares en el extranjero –por ahora solo en Yibuti- o incluso la cristalización en bloques que certifique una hipotética aspiración hegemónica?

Los antecedentes ideológicos y culturales de la China actual no avalan a primera vista esta hipótesis. Se diría que la vocación antihegemónica del PCCh es prácticamente fundacional, labrada en su disputa con el liderazgo soviético. Tampoco el mesianismo sistémico representa hoy un marchamo ideológico reconocible. En el plano civilizatorio, la tradición sinocentrista apunta a un modelo de coexistencia con otras comunidades, incluida la transatlántico-liberal como tal, en cuyo entorno podría proliferar una versión actualizada de los “países tributarios”.

En este contexto, si bien China no quiere sustituir a EEUU si ansía cada vez más estar a su altura como primer paso para articular un orden multipolar, mucho más ventajoso para sus intereses. Lo que China anhela es equilibrar el poder hegemónico optando para ello por implementar una política cautelosa que evite la confrontación abierta. Ese equilibrio “suave” subordina la estrategia a mecanismos que preferentemente excluyen el poder militar, en buena medida tomando nota de que esa opción fue en parte responsable del colapso soviético que a toda costa trata de esquivar pero también con la aspiración de moderar la reacción discursiva estadounidense (desde el desacoplamiento económico a la alianza de valores) y el riesgo de recidiva en una nueva guerra fría que no le permita escapar a la lógica de bloques.


(Para Esglobal)

Dólar sí, dólar no, dólar sí: ¿Qué es lo conveniente, por fin?

El país no tiene tiempo de superar en el corto plazo los desequilibrios presentes en la realidad nacional. Son muy graves los indicadores macroeconómicos actuales, pero lo vital es incrementar la oferta nacional de bienes y servicios.




El uso del dólar de Estados Unidos en la economía cubana tiene un recorrido interesante: se permite en un tiempo, después deja de funcionar; pasado un periodo, vuelve a aceptarse, después se prohíbe y así… Como dice el dicho: “un pa’lante y un pa’trás”.

Un salvavidas en los 90

Debe recordarse que el proceso de dolarización de la economía cubana desde su inicio en 1993 sirvió como un mecanismo de estabilización ante el impacto del shock externo que produjo la desaparición de los vínculos con los ex países socialistas europeos y la URSS, principalmente.

Desde ese año el uso del dólar en toda la economía cubana contribuyó de forma directa a la consolidación de las tendencias de recuperación en algunas áreas, ya que fomentó una nueva fuente de ingreso al país, sólo fue superada por el turismo en esa época.

Por ejemplo, las ventas de las llamadas Tiendas de Recuperación de Divisas (TRD) en dólares en 1993 significaron el 13,2 % de las exportaciones totales de los bienes y servicios en Cuba, pero en 2001 estas ya ascendían al 23,2 %. Es decir, tuvo una participación decisiva para que el Estado cumpliera con sus compromisos en divisas.

El componente principal de la circulación de los dólares en Cuba eran las remesas familiares provenientes en su mayoría de los Estados Unidos. Eso permitió el crecimiento del mercado minorista que operaba en divisas que, según estimaciones, fueron superiores a los 3 mil millones de dólares en su mejor momento.

Dolarización: el lado positivo

El incremento de las transacciones en dólares permitió la reanimación de las producciones de varias industrias nacionales, de la ligera, alimentación, envases, entre otras. Así, las ventas de productos domésticos en esas tiendas se incrementaron de 170 millones de dólares en 1996 a más de 576,5 millones en 2000, lo que posibilitó que la presencia de productos nacionales pasará de un 29 % a un 51,2 % de las ventas totales de la tiendas. Por esto, se consideraba que la dolarización había tenido un saldo positivo en el desempeño económico nacional.

Pero en 1995 comenzó a emitirse un símil del dólar que era el peso convertible (CUC), y esto creó ciertas condiciones en el orden monetario para iniciar el proceso de desdolarización; es decir, el inicio de la creación de condiciones para sustituir la libre circulación del dólar.

La desdolarización que se planteaba al final mantenía un sistema monetario caracterizado por la dualidad. En ese sentido, las posibilidades de poder instrumentar la convertibilidad plena del peso cubano evidentemente requerían de mucho más tiempo, ya que se mantenían las restricciones estructurales, o sea, los desequilibrios estructurales de la economía cubana.



Foto: Granma / Archivo.

Y llegó el CUC

En 2004 se aprobó la Resolución 65 del Banco Central de Cuba mediante la cual se introdujo el empleo obligatorio del peso convertible en las transacciones de las empresas cubanas. Y el 29 de diciembre de 2004 se aprobó la Resolución 92, la cual establece normativas aun más rígidas en el manejo de los ingresos en divisas por parte de las empresas.

Posteriormente, a través de la Resolución 80 de 2004 el Banco Central de Cuba prohibió aceptar el dólar estadounidense para pagos en efectivo, y fue reemplazado a partir del 8 de noviembre por el CUC, con el que convivía hasta entonces. La tenencia de dólares siguió siendo legal en la isla.

La medida fue una aplicación generalizada que afectaba a tiendas, hoteles y restaurantes. La única excepción fueron los polos turísticos, donde iba a mantenerse la aceptación de euros, restringida a los lugares donde ya se aceptaba con anterioridad, como en Varadero. Con esta decisión se completaba el ciclo de las medidas dirigidas a propiciar la desdolarización de la economía cubana.

El 25 de octubre de 2004 se anunciaba oficialmente la prohibición de la circulación del dólar americano en la isla. A partir del 8 de noviembre de 2004 sólo “pesos convertibles”, que igualaba el valor del dólar.

CUC sin respaldo: un gran problema

La eliminación de la circulación del dólar en ese momento dejaba pendientes cuestiones esenciales, como el hecho de que se mantenía un sistema monetario y económico dual, y que la tasa de cambio de 1 por 1 era una sobrevaloración del tipo de cambio. Además, estaba el anclaje del peso convertible del dólar. Pero al final no se respetaron las condiciones que se fijaron para la emisión y circulación del CUC, que era mantener su valor contra USD que se retiraba.

No es correcto decir que la dolarización dejó de existir cuando comenzó la circulación del CUC, porque inicialmente esta tenía su respaldo en dólares. Lo que no debió ocurrir fue la política de emisión adoptada irresponsablemente por el Gobierno cubano, ya que se emitió muchas veces más CUC que el respaldo real en dólares.

Su valor nominal superó, según especialistas, en más de cuatro veces su respaldo efectivo en divisas. Eso llevó al desabastecimiento de las tiendas en CUC. Sin divisas para hacerles frente, no se importaba porque no se le pagaban las deudas a los proveedores que abastecían las tiendas.


Foto: Otmaro Rodríguez/Archivo OnCuba.
Y llegó el MLC

El 6 de febrero de 2020 en una comparecencia oficial el ministro de Economía, en relación con las recién abiertas tiendas en MLC, expresaba lo siguiente: “Es una medida que beneficia a todo el pueblo, con independencia de que no todo el pueblo pueda acceder a la moneda libremente convertible y comprar esos productos en las tiendas, pero esas divisas captadas por el país, debido a su sistema socioeconómico, se revierten en beneficio de la población. (…) Es una medida que no afecta a nadie y beneficia todos”.

El MLC fue la denominación que estableció el Gobierno cubano para tratar como “moneda libremente convertible”; lo que los expertos empezaron a denominar “dólar bancario”.

La venta de productos alimenticios y de aseo, de gama “media y alta” en moneda libremente convertible (MLC), se expandió a partir del 20 de julio de 2020 en determinados establecimientos y centros comerciales pertenecientes a Tiendas Caribe y la Corporación Cimex.

En la Mesa Redonda del 16 de julio de 2020, Ana María Ortega, directora general de Tiendas Caribe, expresaba que de los más de 4 800 puntos de ventas existentes, solo 72 ofertarían este servicio en MLC, implementado como parte de las nuevas medidas en función de enfrentar la crisis.

¿De dónde podían obtenerse fondos para estas cuentas?

Las cuentas bancarias en dólares estadounidenses de las personas naturales podrían recibir fondos mediante:Transferencias bancarias del exterior desde bancos que tengan acuerdos con bancos cubanos y en las divisas aceptadas por estos, a las que se le aplicará el tipo de cambio del día para su conversión a USD.
Transferencias bancarias desde otras cuentas en divisas abiertas en bancos cubanos.

Transferencias de remesas recibidas del exterior a través de FINCIMEX S.A., para los clientes del Banco Metropolitano (BANMET) y el Banco Popular de Ahorro (BPA); se exceptúan las remesas recibidas por la Western Union, que hasta el momento solo entrega el efectivo en CUC.

Depósitos en efectivo de dólares estadounidenses.

Depósitos en euros, libras esterlinas, dólares canadienses, francos suizos, pesos mexicanos, coronas danesas, coronas noruegas, coronas suecas y yenes japoneses. Se aplica el tipo de cambio del día para registrarlas en la cuenta en USD.

Adiós al CUC

A finales del propio año 2020 el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, acompañado por Raúl Castro, anunció en la Televisión cubana que a partir del primero de enero de 2021 empezaría la Tarea Ordenamiento: la unificación monetaria. En un término de seis meses desaparecía el CUC.

Pero el anuncio llegó en uno de los momentos más difíciles para la economía cubana, golpeada por la caída del turismo provocada por la pandemia de COVID-19; la paralización o ralentización del resto de la economía por la misma causa; la larga crisis de Venezuela, y el endurecimiento del bloqueo estadounidense, entre otros factores.

Cuba intentaría así iniciar un proceso de unificación monetaria y cambiaria el primero de enero de 2021 con la salida de circulación del peso convertible (CUC) —paritario con el dólar en la tasa oficial bancaria—, lo que dejaría como única moneda oficial del país al peso cubano (CUP), con una tasa única de conversión de 24 pesos por dólar.


Foto: Andy Ruiz Muñoz.
Devaluación: golpe al CUP

El anuncio de esa tasa constituyó una severa devaluación oficial de la moneda nacional, y el tema resultó una gran preocupación de la población: sus ahorros en CUP perdieron valor inmediatamente.

El 21 de junio de 2021, los dólares en efectivo en Cuba se prohíben de nuevo. Se aplica la Resolución 176 de 2021 que prohibía la aceptación del dólar en efectivo por parte de los bancos e instituciones no bancarias del país.

El argumento esgrimido fue que las bóvedas bancarias tenían demasiados dólares con los cuales no se podía operar, por las dificultades que impone el bloqueo. Sin embargo, tiempo atrás se había suspendido la venta de dólares en CADECA porque el país no tenía dólares. ¿Cuál era la verdad? ¿En qué tiempo se repletaron esas bóvedas?


Dólares estadounidenses (USD) y pesos cubanos (CUP). Foto: Otmaro Rodríguez / Archivo.
Y regresó el dólar

Hace pocos días, el 10 de abril de 2023 se emitió la Resolución 63 de 2023, que deroga la 176 de 2021 —que prohibía la aceptación del dólar. ¿Se vaciaron las bóvedas de repente?

Todos conocen que no debió prohibirse el uso del dólar en las transacciones cubanas. Lo que debió hacerse fue darle la prioridad a la moneda nacional, CUP; la moneda en que se pagan los salarios del país.

La economía cubana está en bancarrota y ante esa realidad es muy atinado volver a permitir el dólar para los depósitos en bancos.

La medida actual es adecuada, porque al menos permite bancarizar una buena parte del flujo de divisas, siempre que exista la garantía de su plena liquidez; y que luego no sea objeto de “corralitos” que limiten su utilización como “depósitos a la vista”.

Sin embargo, ahora, como antes, muchas personas mantendrán su escepticismo, y otras su desconfianza respecto a la gestión de la política económica y los bancos del país como entidades seguras y confiables.

Otras medidas necesarias

La última medida aún es imprecisa e incompleta, ya que solo se anunció que se permite tener MLC vía depósitos de dólares de Estados Unidos.

Serían necesarias otras medidas para el momento actual, entre las cuales habría que considerar los pagos de la Western Union en dólares o en moneda nacional a una tasa de cambio superior a la oficial; y permitir el pago de dólares en efectivo en las nuevas tiendas minoristas extranjeras que se están creando en el país, para que los proveedores extranjeros recuperen rápidamente el capital que invertirán (ha sucedido recientemente en el comercio minorista en Venezuela).

Cuba no tiene tiempo de superar en el corto plazo los desequilibrios presentes en la realidad nacional. Son muy graves los indicadores macroeconómicos actuales, pero lo vital es incrementar la oferta nacional de bienes y servicios.

Debe dársele más paso a la introducción de elementos de la economía mercado para que exista competencia, que se acaben los monopolios de cualquier índole, y se desaten de verdad los nudos institucionales que ahogan el tejido empresarial cubano.

Que se le reste énfasis a “la empresa estatal cubana” y se hable de la “empresa cubana”, más allá de si es estatal o no. Que se promueva la sintonía y los encadenamientos entre ellas.

Si no se hace una verdadera reforma económica integral, volveremos al quita-y-pon del dólar en la economía, según el ciclo económico en que nos encontremos.