Dr. Ernesto Batista Sánchez
Recientemente, dos
artículos han analizado el desempeño del sector turístico cubano, aportando
valiosas perspectivas sobre su crisis estructural.
El primer
artículo, publicado por Financial Times bajo el título “Sin mojitos y sin
luces: la batalla perdida de la industria turística cubana”, de Ed Augustine[1],
destaca que la crisis del turismo en Cuba está profundamente vinculada a una
economía en declive, emigración de mano de obra calificada y restricciones
severas para la operación de hoteles estatales. A esto se suma el impacto
negativo de las tensas relaciones con Estados Unidos, especialmente tras las
políticas de la administración Trump, que han generado un entorno legal hostil,
dificultando el comercio y las operaciones financieras. Además, problemas
prácticos, como el suministro irregular de agua y energía en los hoteles, han
afectado la competitividad de Cuba frente a otros destinos del Caribe. El
artículo concluye con una advertencia clara: sin reformas profundas y cambios
significativos, el turismo cubano podría enfrentarse a una "década
perdida". A pesar de ello, algunos operadores turísticos mantienen su
apuesta por Cuba, motivados más por afinidades personales que por razones
económicas.
Por su parte, el
segundo artículo, escrito por el Dr. José Luis Perelló Cabrera[2]
y titulado “Luces y sombras del turismo en Cuba retoma esta idea de la década
perdida. Perelló enriquece el análisis del Financial Times al aportar una
perspectiva más basada en datos concretos, propias de un experto que durante
décadas ha apostado y defendido el desarrollo del turismo en la isla. Perelló
coincide en varias de las causas "externas" planteadas en el primer
artículo, pero añade un enfoque específico sobre el cambio en los flujos
turísticos tras la pandemia. De manera notable, señala que muchos cubanos
residentes en el exterior están eligiendo destinos alternativos como República
Dominicana o Cancún, desplazando a Cuba como destino preferido. Este cambio de
patrones refleja una pérdida de competitividad frente a otros países de la
región, agravada por la incapacidad de atraer de manera sostenida a mercados
clave. Además, Perelló proyecta un escenario desalentador: Cuba no alcanzará la
meta de tres millones de turistas en 2024, quedándose por debajo de los 2,4
millones alcanzados en 2023. Si persisten las sanciones y se implementan nuevas
medidas bajo administraciones republicanas en Estados Unidos, el turismo cubano
podría consolidar su “Década Perdida”.
En conjunto, ambos
artículos subrayan que los desafíos para el sector turístico cubano van más
allá de las implicaciones de la pandemia, señalando problemas estructurales y
geopolíticos que requieren soluciones integrales y estratégicas. Más que
repetir las ideas de ambos artículos, estas reflexiones intentan aportar otros
elementos que complementan ambas ideas, empleando otros datos para intentar
contribuir al debate.
¿Entonces,
qué ha pasado?
Aunque la lista de problemas asociados al
desarrollo turístico en Cuba podría ser más extensa, hay cuatro aspectos clave
que, en mi opinión, explican la situación crítica que enfrenta la industria
cubana hacia finales de 2024
Problema
#1. La crisis del turismo en Cuba comenzó antes del COVID-19
A diferencia de lo ocurrido en otras regiones
del Caribe y a nivel global, la crisis del turismo en Cuba se inició antes de
la pandemia de COVID-19. Los datos sobre la llegada de turistas internacionales
a la isla evidencian que la industria turística cubana estaba en un proceso de
consolidación entre 2012 y 2013. Desde un punto de vista teórico, cuando un
destino no experimenta cambios significativos, tiende a estancarse o decrecer
(Butler, 1980; 2024)[3].
Sin embargo, las dinámicas del entorno global
llevaron a un “rejuvenecimiento” del turismo cubano tras la normalización de
relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos. Este cambio impulsó un
rápido crecimiento del sector, aunque hacia finales de 2018 comenzaron a surgir
señales de un nuevo periodo de consolidación.
Este progreso se vio gravemente afectado a
mediados de 2019 debido a las restricciones impuestas por la administración
estadounidense entre 2018 y 2019. Estas medidas impactaron profundamente los
resultados de la industria, marcando el inicio de un declive que antecedió a la
pandemia y colocó a Cuba en una posición de desventaja frente a otros destinos
turísticos de la región.
Fuente: Datos aportados por Dr. José Luis Perelló y ONU Turismo (2024)
Al cierre de 2019, mientras el Caribe
registraba un crecimiento del 5% y algunas islas de la región alcanzaban
incrementos superiores al 10%, Cuba experimentaba un decrecimiento cercano al
10% en comparación con 2018. Estos datos evidencian que la industria turística
cubana ya enfrentaba serias dificultades antes de la pandemia, marcando el
inicio de una crisis que se agravaría posteriormente con la llegada del
COVID-19.
Problema 2. Cantidad de Turistas versus
Turista de Calidad
Aunque el número de turistas que arribaron al
país creció hasta 2018, el gasto medio por turista experimentó un declive
sostenido. Esto sugiere que el modelo basado en la expansión de la capacidad
habitacional no fue acompañado por inversiones en el desarrollo de destinos
competitivos con ofertas diversificadas y atractivas para segmentos de mercado
con mayor poder adquisitivo.
Fuente: ONU Turismo (2023)
Como resultado, esta estrategia no solo falló
en aumentar la rentabilidad del turismo en Cuba, sino que también contribuyó a
una disminución de la competitividad frente a otros destinos en la región. En
lugar de maximizar el impacto económico del turismo, la apuesta por cantidad
sobre calidad parece haber generado un modelo que dificulta la recuperación del
sector.
Problema
3. Más hoteles, más habitaciones vacías
Este quizás sea el problema más abordado por
economistas y expertos en la industria dentro y fuera de Cuba. Cuando las
estadísticas del primer semestre del 2024 ya adelantaban que Cuba decrecía un
2% frente a 2023, la inversión en hoteles y restaurantes crecía un 112%[4], a
pesar de reportar en el mismo periodo una tasa de ocupación del 28% (Monreal,
2024)[5]. Datos
de la región del Caribe reflejan una ocupación en 2024 superior al 60%.
Y aunque el lector podría argumentar que los
datos del 2024 no explican del todo este problema, un análisis histórico de las
inversiones vinculadas al crecimiento de la planta hotelera en Cuba muestra que
desde el año 2000 existe una relación inversa entre el número de habitaciones
creadas y la tasa de ocupación.
Fuente: ONU Turismo (2023)
Datos de la Organización Mundial del Turismo
muestran una clara contradicción en el desarrollo del sector turístico en Cuba:
mientras el número de habitaciones disponibles (línea azul) aumentó, la
ocupación hotelera mostró una tendencia decreciente. Este problema se agrava
aún más al considerar que la estrategia de crecimiento turístico en Cuba
durante décadas se centró en la cantidad en lugar de la calidad.
Problema #4. Cuba perdió posicionamiento
durante el COVID-19
Durante los años de la pandemia, muchos
destinos turísticos implementaron estrategias para mantenerse activos. En los
años de la pandemia, la nación cubana lanzó dos campañas publicitarias:
“Respira Cuba” y “Cuba Única” con el objetivo de (re)posicionar la isla como
destino turístico ante el público internacional. Sin embargo, la ausencia de
datos que avalen la efectividad de esta campaña sugiere que no se lograron los
resultados esperados. Entre los factores que pudieron influir en este desenlace
destaca la aparición de una nueva variante de COVID-19, que ocasionó la
reimposición de restricciones de viaje a inicios de 2021.
A pesar de que en 2020 Cuba exhibió tasas de
manejo de la enfermedad superiores a las de muchas otras naciones, la llegada
de la variante Delta tuvo un impacto negativo en la población y,
consecuentemente, en el desarrollo de las actividades turísticas. Un aspecto
que aún requiere análisis y datos más profundos es la capacidad de respuesta de
Cuba a la pandemia durante 2021, así como su desempeño frente a la competencia
de otros destinos de la región. Aunque este elemento por si solo no explica
necesariamente los malos resultados vinculados a los siguientes meses del
turismo, si contrasta con estrategias de posicionamiento desarrolladas por
otros destinos turísticos.
La campaña de vacunación en Cuba comenzó más
tarde que en otros países de la región. Esto contrasta con destinos que
priorizaron la vacunación de trabajadores y operadores turísticos para
establecer “burbujas seguras” en sus resorts. Por ejemplo, mientras los casos
de COVID-19 alcanzaban cifras alarmantes en Cuba, República Dominicana ya
mostraba avances significativos en su campaña de vacunación, avalados por organismos
internacionales. Además, este país promocionaba activamente su industria
turística mediante mensajes como: “El Ministerio de Turismo asegura que los
polos turísticos del país se mantienen abiertos bajo estrictos protocolos para
garantizar la seguridad de los visitantes”[6].
Otros destinos turísticos de la región emplearos enfoques similares para
proteger y recuperar su industria turística.
Como resultado, segmentos tradicionales del
mercado turístico que solían viajar a Cuba comenzaron a optar por otros
destinos de la región, promovidos por aerolíneas y operadores turísticos como
sustitutos del destino cubano durante ese periodo. Las cifras reflejan esta
situación: mientras que el Caribe en general decreció un 44% en relación con
2019, Cuba sufrió una caída del 91%. Además, aunque las proyecciones para 2024
apuntan a un crecimiento del 9% en la región del Caribe, Cuba sigue presentando
valores negativos respecto a los niveles previos a la pandemia, con un
retroceso del 44%.
Fuente: Datos aportados por Dr. José Luis Perelló y Organización Mundial del Turismo (2024)
¿Entonces,
todo está perdido?
Una mirada cruda a los datos presentados anteriormente lleva, lamentablemente, a la misma conclusión que los dos artículos que motivaron estas reflexiones. La industria turística en Cuba está en crisis, pero creo que es necesario recalcar que los síntomas llevaban muchos años alertando de la necesidad de un cambio de modelo turístico que las políticas públicas fracasaron en reconocer. Retomando una idea publicada en enero del 2023, toca “Repensar el turismo” y añadiría, rediseñarlo o reconstruirlo. Pero sobre ese tema, escribiré en otra ocasión.
[1] https://www.ft.com/content/75c830f8-0906-4365-88ba-ba7a7fdf0108
[2] https://progresoweekly.us/lights-and-shadows-of-tourism-in-cuba-the-lost-decade/
[3] Butler, R. (2024). Tourism destination development: the tourism
area life cycle model. Tourism Geographies, 1–9. https://doi.org/10.1080/14616688.2024.2325932.
[4] https://oncubanews.com/cuba/economia/turismo/menos-turistas-mas-hoteles-pese-a-la-realidad-la-ecuacion-se-mantiene/
[5] Nota publicada el 20 de Agosto de 2024 por el economista Pedro
Monreal en su página “El Estado como tal”.
[6] https://catacentroamerica.com/mientras-el-turismo-mundial-se-reactiva-la-republica-dominicana-mantiene-la-delantera-con-una-estrategia-de-apertura-responsable/