Breves notas para invitar a la reflexión.
Jesús. Pastor García Brigos.
En Cuba a partir de los años noventa del pasado siglo comenzaron importantes
cambios en la economía, motivados esencialmente por los esfuerzos encaminados a
superar la crisis del Periodo Especial de fines de los ochenta. En el sistema
político, en particular en el Sistema del Poder Popular, se realizaron cambios consecuentes
con elementos estratégicos identificados desde el Primer Congreso del Partido
para consolidar sistemáticamente la participación popular en la conducción del
proceso de transformaciones de la
sociedad[1].
La recuperación de la profunda
crisis económica de los noventa ha sido un complejo proceso marcado por sus
ritmos y la presencia de inarmonías entre los componentes del sistema.
A casi treinta años de iniciada la recuperación nos encontramos ante una
situación caracterizada por un insuficiente grado de desarrollo del sistema de
las fuerzas productivas, manifiesto en la no aptitud de dicho sistema para su
función como fuente del autodesarrollo de nuestro organismo social, en primer
lugar, en sectores esenciales por su acción multiplicadora autosustentable como
los que comprenden las actividades industriales y las vinculadas a la
producción agropecuaria[2].
Y por apuntarse un status dinámico actual que no garantiza de forma absoluta la
irreversibilidad del proceso de recuperación que mostró señales de inicio desde
1994, pero sobre todo, por los retos que se identifican en el posible carácter
del ulterior desarrollo de su salida social y política.
Un
elemento importante en la actualidad es que en el proceso de establecimiento y
consolidación del sistema de propiedad socialista, los mecanismos de distribución
socializadores socialistas muestran signos claros de aumento de la incidencia
(el peso relativo) de elementos de naturaleza vinculada a las relaciones de
capital en la distribución (de los factores y los resultados del proceso
productivo). Se favorecen factores de enajenación
entre los individuos y la producción, asociada
a las distorsiones que ocurren hoy en las fuentes de sustentación del consumo,
condicionantes de desigualdades de potencial salida regresiva sobre el
contenido socialista de la actividad política.
Hoy
tienen lugar procesos muy importantes
que requieren detenido análisis, relacionados con las tendencias contrapuestas
en los mecanismos de planificación, organización y control y de otros elementos
reguladores, como son los mecanismos de acumulación al nivel empresarial y de
retribución del trabajo: se dan interacciones muy complejas entre las
tendencias y necesidades prácticas de descentralización, con las necesidades
-desde el ángulo de la dirección del proceso social- de centralización, y los pasos que en este
sentido se dan mediante acciones desde
la política sobre la economía, que pueden generar conflictos tales como efectos
negativos sobre la motivación, responsabilidad, compromiso de los individuos
como productores que necesariamente se deben socializar con sentido emancipador
y en definitiva sobre el incremento de la eficiencia y eficacia de las unidades
productivas para un proceso de reproducción
socialista.
Se
presenta un cuadro capaz de condicionar tendencias que comprometerían el desarrollo
socialista ulterior del sistema, a partir de elementos internos a la sociedad
cubana esencialmente, “paradójicamente” asociados a pasos potencialmente
positivos en el desarrollo del sistema de las fuerzas productivas en las
condiciones actuales de la dependencia del exterior.
El
desenvolvimiento ulterior de este cuadro ocurrirá en lo fundamental, bajo la
acción del sistema de fuerzas actuante, en su carácter de elementos
determinantes de la dinámica del sistema, de sus tendencias fundamentales. El análisis
de este sistema resulta metodológicamente muy importante a la hora de elaborar
las estrategias de desarrollo de nuestro sistema[3], y
muestra la importancia de la interacción entre la política y la economía en la
transformación socialista, sobre todo en nuestras condiciones.
Resulta
claro cómo se refuerza “desde la economía” la significación e importancia de la
actividad política en la conformación del sistema de relaciones de propiedad
presente en nuestra sociedad actualmente, a partir de su acción directamente
sobre el núcleo de estas relaciones en el proceso de producción material: en
particular, el Sistema del Poder Popular
en sus funciones económico- administrativas y el papel del Partido
Comunista de Cuba, esencialmente a través del papel de ambos en lo concerniente
a la planificación del desarrollo
social como un todo, en tanto proceso
desde los individuos productores- consumidores, y en general, en el proceso
de toma de decisiones en el funcionamiento de nuestra sociedad- que resultan
elementos decisivos en el sentido socialista de desarrollo.
La
realidad económica cubana actual es una expresión histórico concreta de la
compleja dialéctica entre la política y la economía, en la cual la
determinación económica se realiza a través de múltiples mediaciones, y la
política es mucho más que mera “expresión concentrada de la economía”: como el
propio Lenin se ocupara de completar, es, -terminando la idea que (¿quizás?)
con toda intención comúnmente se deja mutilada- , “… su culminación y
anticipación, que en los periodos transicionales hacia una nueva sociedad,
deviene decisiva”. Sobre todo, subrayaríamos – aunque está claro en el conjunto
de la obra de Marx , Engels y Lenin si no se revisa fragmentariamente y
descontextualizada como es lo común-,
cuando estamos en el periodo
transicional que implica un cambio radical en la naturaleza del proceso
socializador: la transformación comunista de la sociedad.
Es
innegable la necesidad de cambios substanciales en el desenvolvimiento de la
actividad económica en aras de lo que se ha dado en llamar “desatar los nudos”
que frenan el avance de las fuerzas productivas. Pero es decisivo tener como
premisas inconmovibles el contenido
social de las entidades económicas por encima de la búsqueda de maximizar “eficiencia”
expresada en mayores ingresos,
rentabilidad, “obtención de utilidades” y del estímulo a la “competitividad,
considerando las tendencias y dinámicas del mercado”[4], que
podrían conducir a la demanda objetiva de cambios institucionales para asegurar
una economía de mercado del capital y
en definitiva de reformas estructurales
de la sociedad opuestas al establecimiento de un sistema de propiedad socialista.
Es
imprescindible consolidar el control estatal sobre la actividad económica, el
control del Estado – un Estado de nuevo
tipo, como hemos señalado en otros trabajos, que “se fortalece para
extinguirse”, en sus dos proyecciones:
como organización de la sociedad y como Sistema del Poder Popular. Este
control se puede perder en la búsqueda de “descargar al Estado”, concentrándolo
“en las funciones que le son inherentes”[5] buscando
ampliar la autonomía de los actores económicos, en particular las empresas
estatales, “separando las funciones estatales y empresariales”, o propiciando sin la adecuada conducción, la creación
de nuevos actores empresariales, incluso mayoritariamente privados.
No
se puede ignorar la necesidad de cambios en la actividad política, pero estos
tienen que garantizar el lugar decisivo de la misma en la conducción de las
transformaciones.
La
experiencia del derrumbe del campo socialista de Europa del Este y la
desintegración de la URSS nos muestra como la política “se entregó” sin
resistencia al impulso demandado por los cambios económicos, estructural y
funcionalmente, “facilitando” su establecimiento que, por demás, resultó
caótico. Pero incluso en el desarrollo de esas experiencias, especialmente en
el caso de la URSS -que se planteó inicialmente con la conocida Perestroika un
proceso de perfeccionamiento del socialismo conducido por una política
declarada socialista, que devino transformación contrarrevolucionaria [6]-,
se manifiesta la fuerza con que las
demandas objetivas de los cambios y la influencia del contexto externo, a
partir de las necesidades e intereses generados en los actores económicos por
su lugar efectivo en el proceso reproductivo social, puedan generar
tendencias opuestas al sentido socialista de desarrollo.
Esto
se puso de manifiesto en dos medidas principales en esos contextos.
“La primera fue la abolición del sistema de
planificación directiva estatal, que significó la transferencia del centro de
gravedad del proceso de toma de decisiones económicas al nivel de las entidades
económicas, y el sistema de distribución centralizada de recursos materiales y
técnicos, que comenzó a ser reemplazado por el mercado emergente de los medios
de producción.
La segunda fue la liberalización de las
actividades económicas (industriales y comerciales), que consistió en la
eliminación de la mayoría de las prohibiciones y restricciones estatales. Esto
se refiere, entre otras cosas, a la esfera de la iniciativa empresarial
privada, para cuyo desarrollo en la mayoría de los países del antiguo campo
socialista se crearon las condiciones necesarias al refrendar
constitucionalmente la prioridad de la propiedad privada (solo en las antiguas
repúblicas de la República Federativa Socialista de Yugoslavia se proclamó la
igualdad de todas las formas de propiedad) y se estableció para su desarrollo
el régimen de forma más favorecida, introduciendo un procedimiento de
solicitudes para el registro de las empresas correspondientes.
Los principales objetos de la liberalización
fueron los precios, el comercio interior y las relaciones económicas exteriores.
La liberalización de los precios consistió en su salida del régimen de
designación centralizada por órganos administrativos especiales y la concesión
a productores, vendedores e intermediarios del derecho a fijar precios de forma
independiente, bajo la influencia directa de la oferta y la demanda. Durante
su implementación en los países de antiguo campo socialista europeo, teniendo
en cuenta las medidas tomadas por una serie de estados en la etapa previa a la
transformación (Hungría, Polonia, Yugoslavia), a principios de los años 90. se
"liberaba" del 80 al 95% de los precios. Al mismo tiempo, los gobiernos
renunciaron a la obligación de reembolsar a las entidades económicas las
pérdidas en caso de que los costos superen los precios de venta de los
productos.
El principal objetivo de la liberalización de
precios era garantizar que estos ejercieran activamente la función de “equilibrar”
la oferta y la demanda. La necesidad de liberalización de precios durante la
transición a una economía de mercado es, en principio, obvia, ya que la libre
fijación de precios es un atributo integral del mercado, donde los precios
sirven como instrumento de competencia, redistribución de recursos y flujo de
capital, es decir, juegan un papel primordial en la autorregulación de la
economía. Los precios fijados en la economía socialista por el Estado y que
cumplían principalmente una función contable no tenían un papel regulador y no
influían en las decisiones económicas que se tomaban, ya que no permitían
determinar la rentabilidad real de una determinada actividad económica, el
grado de racionalidad de su organización y gestión, la conveniencia de invertir
en su desarrollo. La transición a precios libres, que informan a los productores sobre el
volumen y estructura de la demanda, permitió obtener una respuesta más acertada
desde el punto de vista económico a la pregunta principal: qué, cómo, dónde y
en qué cantidad producir.
Sin embargo, muchos economistas consideraron
injustificado y peligroso liberalizar los precios en economías en esencia todavía
estatales y altamente monopolizadas. Teóricamente, su posición era comprensible y la
práctica ha confirmado muchos de los temores expresados sobre las consecuencias
de las “asignaciones” de precios en un entorno sin mercado (que se analizará
más adelante). Pero prevaleció el punto de vista según el cual,
en la situación que se desarrolló en los países socialistas europeos a fines de
la década de los 80, cuando la producción prácticamente no crecía o incluso
disminuía, aumentaba el desequilibrio en el sector financiero y el Estado perdía
la capacidad de controlar efectivamente los precios, ninguna otra solución era
posible.
Además de la libertad de comercio y fijación de
precios, las entidades económicas recibieron el derecho de tomar decisiones de
forma independiente con respecto a todos los aspectos de sus actividades:
determinar el volumen de producción y la gama de productos, elegir proveedores
y socios, organizar ventas, seleccionar personal y establecer salarios. Con la liberalización de los
salarios, el sistema tarifario de remuneración con tasas fijadas por el
gobierno siguió siendo obligatorio solo para los sectores financiados con cargo
al presupuesto estatal. En el sector no estatal, las empresas solo estaban obligadas
a cumplir con el mínimo legalmente garantizado.
La liberalización de las relaciones
económicas exteriores consistió, en primer lugar, en la abolición del monopolio
estatal del comercio exterior dándole a las entidades económicas (tanto
empresas estatales como privadas y sociedades mixtas) el derecho a entrar de
forma independiente en el mercado exterior y llevar a cabo operaciones de
exportación e importación. El procedimiento para obtener
permisos para realizar actividades de comercio exterior se simplificó tanto
como fue posible en todas partes, y varios países (por ejemplo, Hungría,
Polonia) introdujeron de inmediato un régimen de registro para establecer
empresas de comercio exterior.
Como resultado, el número de participantes en la
actividad económica exterior aumentó dramáticamente: a finales de los 80 había
varias decenas de ellos, y a mediados de los 90, el número en todos los países
comenzó a ascender a miles, aunque muchos de ellos no tenían ni suficiente
capital ni experiencia de trabajo recursos para llevar a cabo con éxito la
actividad económica exterior[7].
El grado de liberalización de las exportaciones e
importaciones ya en la etapa inicial de reformas en los países del campo
socialista europeo resultó ser muy alto (hasta el 90% de las importaciones y el
70% de las exportaciones se liberalizaron simultáneamente). La gestión de las relaciones
económicas exteriores comenzó a llevarse a cabo principalmente con la ayuda de
métodos indirectos: derechos de aduana, cuotas, etc.
La implementación del derecho otorgado a las empresas para realizar
actividades económicas en el extranjero requería la creación de un mecanismo
que proporcionara a los importadores acceso a divisas. Para ello se llevó a
cabo la liberalización de los regímenes cambiarios, que consistió en la
introducción de la convertibilidad de las monedas nacionales y la abolición de
las restricciones cambiarias (incluido el permiso para comprar y vender
divisas).
La liberalización de las relaciones económicas
exteriores perseguía el objetivo de crear una economía abierta integral, es decir, un
sistema económico centrado en la participación masiva en la división del
trabajo y las relaciones económicas mundiales. Este fue sin duda un proceso
positivo, ya que el aislamiento artificial de las economías de los países
socialistas del mercado mundial y, en consecuencia, de la competencia de las
mercancías extranjeras sirvieron como una de las principales causas de su
rezago con respecto a los países industrialmente más avanzados en cuanto al
nivel tecnológico de la producción y la calidad de la mayor parte de las
producciones. Además, en condiciones de mercados internos cerrados, los países
se desarrollaron en gran medida sobre la base de la autosuficiencia,
produciendo muchos tipos de productos que sería más rentable comprar en el
extranjero. La
destrucción de los sistemas económicos autárquicos permitió aprovechar en mayor
medida las ventajas de la especialización internacional. Finalmente,
la transición hacia un modelo de economía abierta incluyó a los países en los
procesos de internacionalización de la producción, el movimiento internacional
de capitales, mano de obra y conocimientos e información científico-técnicos,
lo que fue especialmente importante en relación con el rápido aumento del papel
de la ciencia y la tecnología como factor de desarrollo económico.”[8]
Es
imprescindible el análisis crítico, adecuadamente contextualizado, de esas y
otras experiencias, como importante elemento para la consecuente actuación proactiva a la cual hemos sido
convocados por la dirección de la Revolución.
Precisamente
en un estudio acerca de los escenarios para el desarrollo de la sociedad cubana
en el período 2015-2020, actualizados posteriormente en el 2020 para el intervalo hasta 2030, con el eje epistemológico- metodológico del
proceso de desenvolvimiento del sistema de propiedad en establecimiento, cuyos
primeros resultados se presentaron en
noviembre de 2014, fue identificado un grupo de actores, internos y externos a
la sociedad cubana, que resultan claves en
el desenvolvimiento de este proceso[9].
Entre
estos aparece significativa la identificación de los gobiernos de los Estados
Unidos como un actor muy influyente y
poco dependiente, aunque hasta el momento del estudio muy aislado de otros
actores clave. Aparecen
igualmente identificados como actores clave pero dependientes (de las interacciones con el resto de los actores
sociales) entre otros la familia, las empresas jurídicamente estatales, los
trabajadores privados y las cooperativas.
Los
resultados muestran también que es imprescindible profundizar en la evaluación
de la fortaleza de atracción que pudiera unir a los diferentes actores entre
sí, en lo cual es importante identificar y analizar el sistema de fuerzas
objetivamente actuante y las contradicciones del sistema. Es posible que los
actores clave incluso, reorienten sus posicionamientos respecto a
los objetivos en un sentido diferente al actual, como ilustra el ejemplo
siguiente, que mostramos considerando la relevancia de los actores implicados.
Como
uno de los elementos significativos en el funcionamiento del sistema de
propiedad cubano, fue identificado el objetivo de los gobiernos de los Estados
Unidos: crear condiciones de
ingobernabilidad en Cuba.
Es un hecho ampliamente conocido, el uso de la prospectiva para la
elaboración de las estrategias del gobierno de los Estados Unidos, de las
políticas y acciones a desarrollar por las diferentes administraciones,
independientemente del partido político que ocupe la presidencia del país, fundamento
científico de las actualmente conocidas como guerras de cuarta generación.
De acuerdo a nuestros análisis prospectivos, en el contexto hasta
inicios de 2020, la correlación de fuerzas estaba definida muy favorablemente
opuesta al objetivo buscado por los Estados Unidos, como ilustra el gráfico
siguiente:
Pero sobre esta base es posible alertar que si ocurren cambios en actores vulnerables (muy dependientes, según el análisis prospectivo) sensibles particularmente a los cambios en curso en la sociedad cubana y el contexto en que esta se desenvuelve, se puede presentar una correlación de fuerzas completamente diferente, incluso favorable a los intereses de los Estados Unidos:
- los trabajadores privados (TrabPriv), las
cooperativas (Coop), e incluso las Asambleas Municipales (AsamMPP) y
Provinciales del Poder Popular (AsamPPP)- estas últimas no existentes en la
actualidad a partir de la Constitución de 2019-, y las Empresas Estatales
(EmpEst),
- y en actores internacionales como la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y Venezuela, —a los
cuales en estos momentos nos unen intereses políticos comunes con sus
respectivos gobiernos, pero no se puede ignorar el riesgo de transitar a una
visión política diferente a la actual, por las complejas situaciones al
interior de esos países en las cuales precisamente los Estados Unidos mantienen
reforzados esfuerzos desestabilizadores—,
En
relación con los actores identificados en el estudio es importante analizar
rigurosamente la significativa ampliación legal de actores privados- como
muestra el proceso de creación de MiPymes mayoritariamente privadas[10]-,
la insuficiente transformación de la empresa estatal, los cambios estructurales
en las Asambleas Municipales del Poder Popular y la desaparición de las
Asambleas Provinciales instancia ahora atendida por los Gobiernos Provinciales.
No hay que insistir mucho para comprender la importancia de estos
análisis, sobre todo para enfrentar con un enfoque sistémico y proactivamente
—es decir, adelantándonos a los acontecimientos, preparándonos para trabajar de
modo que sigan el curso que nos interesa y no cualquier otro— la posibilidad de
“normalización” de relaciones Cuba-Estados Unidos. Pero no solo pensando en la
posible plena normalización: incluso en las condiciones actuales propiciadas a
partir de la administración Obama, -no obstante el recrudecimiento de la guerra
económica con el gobierno de Trump, - a través de la influencia sobre la
sociedad cubana, especialmente por la “atención” diferenciada a los
“emprendedores” identificados como parte de la “sociedad civil”, como actores
“no gubernamentales: influencia que va
mucho más allá de los procesos relacionados directamente con la actividad económica.
Hoy esos “emprendedores” han reforzado
cuantitativa y cualitativamente su presencia en la sociedad en comparación con
el momento en que se realizó el estudio por nuestro equipo, con los nuevos actores económicos surgidos, - buena parte de ellos “visibilizados
legalmente” -, con la promoción de la creación de
MiPYMES, que han resultado mayoritariamente formas de propiedad jurídicamente
privadas, en un contexto de permanencia de insuficiencias en el
perfeccionamiento del sistema empresarial jurídicamente estatal, los efectos de
la “experiencia” del proceso de “reordenamiento” y en medio del recrudecimiento
del bloqueo-guerra económica de múltiples dimensiones.
No se trata de cerrar espacios a
la diversidad de formas de propiedad, de reprimir los nuevos “actores”, tampoco
de “enfrentarlos” como “males necesarios”, aceptándolos a partir de
consideraciones de insuficiente desarrollo de nuestras fuerzas productivas:
“El reconocimiento y
diversificación de diferentes formas de propiedad y de gestión responden al
insuficiente desarrollo de las fuerzas productivas, al nivel de socialización
alcanzado por la propiedad social y a los objetivos de la construcción del
socialismo, al contribuir a movilizar recursos humanos, materiales y
financieros nacionales y extranjeros.
La existencia de formas de propiedad y de gestión no
estatales tiene como objetivos posibilitar que el Estado y el Gobierno se
concentren en las complejas tareas que le son propias, tributar a la eficiencia
integral de la economía, generar empleos, desplegar iniciativas, impulsar las
fuerzas productivas, incrementar los ingresos al Presupuesto del Estado y contribuir
al bienestar en función del desarrollo socialista.”[11]
Se trata en lo inmediato de corregir lo
necesario en lo ya instrumentado, y trabajar en lo delante de modo que los actores que surjan, sean diseñados
e introducidos conscientemente, con
una visión rigurosa de lo que queremos consolidar: como espacios de relaciones socioeconómicas articuladas objetivamente a la totalidad
del sistema reproductivo, que repercuten en el funcionamiento de los restantes actores internos, no como simples posibilidades de tener producciones o servicios, “liberando al Estado”, “descentralizando” en
aras de “desatar” los nudos que atan a las fuerzas productivas.
Hay que hacer que todos los actores respondan
desde su gestación a lo que el sentido socialista de desarrollo necesita, cumpliendo
- como responsabilidad social determinante- con su intervención efectiva en la
planificación como proceso desde los individuos productores- consumidores,
inseparable del funcionamiento adecuado de nuestras organizaciones y una profunda labor ideológica; y en los actores que ya han surgido, neutralizar lo que se oponga a los intereses socialistas igualmente mediante las leyes y la actividad de nuestras organizaciones.
Se trata de
lograr consolidar un verdadero sistema,
que funcione apoyado en la eficacia social de las formas económicas estatales, como
atractores efectivos en su articulación con la diversidad de formas de propiedad.
No se trata de
estigmatizar “a priori” las formas no estatales, ni tampoco pensar en simples
sumas aritméticas. Se trata de concebir e implementar formas cooperativas que funcionen verdaderamente como reproductoras de valores de cooperación social y no como “grupos que se reúnen para hacer negocios” o “para tener mayores ingresos”, y de empresas privadas “de nuevo tipo”, Mipymes o no, con un interés social,
con la visión de la transformación
socialista, que debe ir más allá de asumir como “evidencia”, simplista (¿o
mal intencionadamente?) “la necesidad y la
urgencia de ampliar la participación de estos actores en la economía nacional”[12].
Un paso muy
importante desde la política para avanzar en este sentido sería la promulgación
de una Ley del sistema empresarial para la actualización del proceso de
construcción socialista cubano. Este paso sería consecuente
con lo planteado en la Conceptualización en relación con el
Sistema Empresarial, con la necesaria visión
de totalidad, que en esencia dirige la atención a la necesidad de articular en un sistema reproductivo con orientación
socialista a todas las formas empresariales. Esta articulación debe concebirse
e implementarse desde los fundamentos en el proceso del trabajo, abarcando a
todas las formas de propiedad que sean necesarias, adecuadamente concebidas
como elementos para un proceso reproductivo emancipador comunista, no simples
“trasplantes” de formas existentes en otros contextos reproductivos.
En la Ley se deben presentar, primero, los
contenidos comunes a las diferentes
formas empresariales en las diversas formas de propiedad, que deben
constituir los elementos indispensables para la imprescindible articulación de
estos sujetos económicos en un sistema
empresarial para la transformación socialista cubana, y consecuentemente
presentar lo específico para cada forma, en particular las jurídicamente
estatales. Es importante que se recoja también la necesaria interacción
entre el Sistema Empresarial y el Sistema de Entidades Presupuestadas, como
unidad cuyo desenvolvimiento eficaz en la transformación socialista requiere de
cambios en la concepción, implementación y funcionamiento del Estado como forma de organización social y en
particular del Sistema del Poder Popular.
Solo legitimando con los resultados
que consoliden desde la generación de bienes y servicios, las nuevas
relaciones sociales, solidarias, humanistas, verdaderamente emancipadoras,
podemos neutralizar los gérmenes regresivos que ya hoy están presentes en
nuestra sociedad. No hay recetas para esto; pero no se trata de dejarnos llevar por
cualquier llamado a cambiar las “reglas del juego”, porque no se “juega” cuando
se trata de nuestra existencia como Nación. Sin la visión de futuro clara en
sistemático enriquecimiento, sin entender a dónde queremos dirigirnos, no
podremos enfrentar los retos, so pena de reiterar errores de nuestro pasado,
los de otros contextos, o incurrir en copias que pueden conducir a otros tal
vez más letales.
Necesitamos un debate amplio que se concrete en acciones, para no caer en ingenuidades que nos desmovilicen ante retos reales, ante los esfuerzos de quienes eran, son y seguirán siendo enemigos nuestros; no darán ni pedirán tregua, sino que afinarán con inteligencia sus métodos para destruirnos. Un debate del pueblo como fuerza política en la concepción fidelista propuesta en La Historia me Absolverá, organizado en su poder mediante los sindicatos, el Partido Comunista, la Unión de Jóvenes Comunistas, y todas las organizaciones que nos hemos dado y las
que necesitemos, cada una con sus especificidades
dentro de la unidad que garantiza nuestra fuerza, es el único modo capaz de
encontrar las soluciones justas para cada caso concreto.
Necesitamos un debate en el cual hoy, más que nunca antes, es imprescindible asimilar críticamente nuestras experiencias y las de otros procesos, es imprescindible claridad en las ideas, convencidos de que no se puede avanzar en la transformación socialista con “armas melladas” que solo podrían “¿explicarse?” por la ignorancia o la mala intención, y en la Cuba del siglo XXI ya no hay ignorantes.
Junio 6 de 2023, Año 65 de la
Revolución
[1] La constitución de los Consejos Populares es uno de
los ejemplos de implementación de una visión estratégica de participación
popular. Se pueden consultar los libros “Gobernabilidad y Democracia. Los
Órganos del Poder Popular”, Ciencias sociales, 1998; “Poder Popular Origen,
evolución y visión de futuro”, Ciencias Sociales, La Habana, 2019, del autor
del presente trabajo.
[2] Sin desconocer la labor indiscutiblemente
multiplicadora de la actividad turística, tampoco se puede ignorar que
precisamente su materialización como elemento sustentable depende de estos
sectores en primer orden, además de estar muy condicionada en su
desenvolvimiento por las coyunturas ajenas al desarrollo interno del sistema.
[3] Ideas desarrolladas inicialmente en el libro “Cuba Comunismo (accesible
en formato digital, no publicado), Cap IV, entre las cuales se exponen además
los elementos para una caracterización del sistema de las fuerzas productivas y
las relaciones de producción en la sociedad cubana hasta el 2000.
Es
metodológicamente importante profundizar en cuanto a lo que interviene en la
conformación de la dinámica del desarrollo de la sociedad, la identificación
del sistema de fuerzas actuante, consecuentes con un enfoque prospectivo, que
en Cuba cuenta con las publicaciones pioneras del Dr. Alfredo González como "Modelos
Económicos socialistas: escenarios para Cuba en los años noventa",
publicado en Cuba: Investigación Económica, Octubre de 1995, pp. 17- 62,
los trabajos del Dr, Pedro Álvarez
Medero y los recientes estudios de nuestro equipo integrado además
por Daniel Rafuls Pineda y Rafael Alhama y el autor del presente trabajo,
acerca del Análisis prospectivo del desarrollo dela sociedad cubana 2015- 2020,
actualizado parcialmente hasta 2030 (no publicado).
Entendemos
por sistema
de fuerzas el conformado por elementos del objeto analizado, o del
entorno en que el mismo existe, generadores de acciones dinámicas en el
desenvolvimiento de dicho objeto.
El
estudio del sistema de fuerzas es indispensable para profundizar en las contradicciones
dialécticas, que nos identifican las facetas del objeto vinculadas mediante un
modo específico de interacción. Dichas facetas analizadas en su relación con el
sistema de fuerzas actuante permite penetrar
en las mediaciones objetivas que necesariamente se establecen en el
desenvolvimiento de las contradicciones, llegando así a los elementos para
plantear los posibles estados a transitar por el objeto sometido a estudio.
En el sistema de fuerzas que interviene en la conformación de la dinámica la sociedad cubana actual
están presentes elementos vinculados a:
1.-El desenvolvimiento del sustrato del sistema de las
fuerzas productivas cubanas, -que se
refleja en el comportamiento de los rasgos funcionales, en particular a través
de la salida funcional del sistema. Este desenvolvimiento a su vez esté muy
ligado a elementos externos al sistema de las fuerzas productivas.
Las
posibilidades actuales del sustrato están determinadas por los cambios que
condicionaron la conformación objetiva del periodo especial (con causas
internas y externas al sistema de las fuerzas productivas y causas externas al
organismo social cubano) y a los efectos de las medidas aplicadas para
enfrentar la crisis de los años noventa, que van desde la introducción de la
libre circulación del dólar, ampliación
de las posibilidades de inversión extranjera, el desarrollo del turismo, la
ampliación del trabajo por cuenta propia y más recientemente el desarrollo de
las llamadas MiPyme, hasta cuestiones como la reconversión de las plantas de
generación eléctrica al uso de crudo cubano, la implementación de los sistemas
electrógenos para la generación distribuida con Diesel y la reestructuración del sector azucarero,
entre otras medidas.
Independientemente
de la dinámica que se deriva de la acción de las fuerzas externas al sistema de
las fuerzas productivas, hay una acción endógena que tiene mucha importancia
potencial y actualmente. Es la responsable en última instancia de la tendencia
al autodesarrollo del sistema, y está vinculada a rasgos negativos como el
deterioro de la componente de sustrato, y positivos, como las fortalezas aún
presentes asociadas a las capacidades productivas alcanzadas en los años de
desarrollo revolucionario (instalaciones, elementos de infraestructura,
capacitación de la fuerza laboral, entre otros.).
2.- Los rasgos positivos existentes en el sistema de
propiedad en establecimiento: en
especial, el peso de los elementos estatales, que deben ser capaces de
responder más directa e inmediatamente a la orientación de la actividad
política y actuar como atractores efectivos en la articulación socialista de la
diversidad de formas de propiedad, de especial papel decisivo en la etapa
actual.
3-
Asociado a lo anterior, la intervención
de los órganos estatales en sus funciones económico- administrativas y otros
actores de la esfera política, en primer lugar los órganos de dirección
partidista.
La
revitalización del lugar del plan en la economía, que ha tenido lugar a partir
de 1994, es un elemento determinante en el desarrollo estratégico de la
sociedad, conducida por esos órganos, consolidándola como proceso desde los
individuos productores- consumidores,
que integre acciones en las diferentes esferas de actividad.
4- Los elementos externos al organismo social
cubano vinculados al bloqueo (su recrudecimiento a partir de 1996 y
particularmente durante la administración Trump, en su interacción con los
pasos que se vayan instrumentando abriendo brechas en el mismo y su potencial
levantamiento) y a las leyes del sistema económico internacional en el cual Cuba tiene
que desenvolver la totalidad de sus relaciones a partir del derrumbe del campo
socialista.
5.- Los elementos positivos asociados a las relaciones con Venezuela, otros países de América Latina, y en los últimos años el fortalecimiento de los vínculos con Rusia.
[4] “Conceptualización
del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista”, Capítulo II: el
sistema de relaciones de propiedad sobre los medios de producción”, Publicación
del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Junio 2021.
[5] Conceptualización
del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista”, Capítulo I: Los
principios que sustentan el modelo y sus principales transformaciones. 1.2.
Principales transformaciones que fundamentan la actualización del modelo. Ref.
ant.
[6] Ver “De Petrogrado al Socialismo en Cuba, cien años
después”, Colectivo de Autores, en particular “URSS- campo socialista europeo:
crisis- perestroika- derrumbe” pp. 179- 233, y El Socialismo en Cuba”, “Cuba: Revolución y socialismo” pp. 233-
398., de Jesús Pastor García Brigos, Rafael Alhama Belamaric y Daniel Rafuls
Pineda.
[7] Lecciones de las
transformaciones socioconòmicas en los países
de Europa Central y Oriental. Bajo la redacción de Bogomolov O.T. M.: ИМЭПИ РАН,
1996, с. 360
[8] “Europa centro
oriental en la segunda mitad del siglo XX. (en tres tomos). Tomo tercero,
primera parte, Transformaciones de los años 90.”. Red.principal S.P-
Glinkina. Sección segunda. Transformación del sistema
económico. Capítulo III. Liberalización de la actividad económica. 1. Contenido
y objetivos de la liberalización, Pp. 94- 96, Moscú, Ed.Nauka, 2002 (en ruso)
[9] Ver: García Brigos, Jesús Pastor, “Construcción
socialista y actualización del modelo económico”, Ciencias Sociales, La Habana,
2017. Los trabajos de análisis prospectivo se desarrollaron en el Instituto de
Filosofía por el equipo coordinado por García Brigos, con la dirección
especializada en la metódica prospectiva del Dr. Pedro Alvarez, y la
participación de Daniel Rafuls Pineda, Rafael Alhama Belamaric, y en la primera
etapa Roberto Lima Ferrer. Contaron con la intervención de más de cincuenta
expertos de diversas especialidades y vínculos con la temática de la propiedad.
[10] Según el
economista Juan Triana el sector no estatal en nuestra economía “Hoy representa alrededor del 15 % del
PIB.
Concentra el 35 % del total de empleados
y emplea más trabajadores (1,6 millones) que el sector empresarial estatal (1,3
millones).
Las pymes han generado alrededor de 250
mil empleos directos en estos dos años.
Hasta el 9 de mayo de este año existían
en total 8012 pymes, de las cuales 7842 son privadas, 105 estatales, 65
Cooperativas no Agropecuarias. Pero en realidad el sector es mucho más amplio,
habría que sumar los TCP, los artesanos, los usufructuarios, las CPA y las CCS,
los PDL, ninguno de los cuales es estatal aun cuando no califiquen como pymes,
porque no dejan de ser empresas y emprendimientos no estatales.
El sector ha generado 4 788 500 dólares de exportación y 270 294 100 en importaciones de los cuales el 61 % (164,8 millones) fueron realizadas por mipymes.”, “Que las MiPYMES produzcan”, publicado en OnCuba,
[11] “Conceptualización del modelo económico y social
cubano de desarrollo socialista”, Capítulo II: el sistema de relaciones de
propiedad sobre los medios de producción”, Publicación del Comité Central del
Partido Comunista de Cuba, Junio 2021, ref. ant.
[12] Ver el artículo citado antes de Juan Triana