Nueva Delhi sabe que está creciendo. De ahí que planee abrir 18 misiones diplomáticas en África —territorio ya lleno de inversiones chinas— durante los próximos cuatro años. Se trata del crecimiento de un país que es, en última instancia, una potencia con intereses más allá de sus fronteras.
"Sin embargo, otra cosa es que al final alcancen aquello que desde hace tiempo muchos llevan diciendo: que acabarán a la cabeza del liderazgo mundial (…) Y es que no hay motivo para apresurarnos a hacer conclusiones, ya que estamos hablando de previsiones para los próximos 20 o 30 años", advierte Dmitri Kosirióv, columnista de Sputnik.
El Banco Mundial se muestra prudente con el crecimiento de los indios. No es la primera vez que crecen a un ritmo superior al de los chinos y el problema está en que su economía no se desarrolla a un ritmo constante. Durante los años 2016 y 2017 hubo momentos en los que superaba a China, pero más tarde volvió a estancarse.
Parte del éxito se le debe atribuir al primer ministro, Narendra Modi, en el poder desde 2014. Su política económica interior ha sido exitosa y como muestra, los índices de crecimiento del estado de Guyarat, del que estuvo a cargo hasta 2014.
Sin embargo, y a pesar de las positivas previsiones, los niveles de crecimiento de la India, aun siendo mayores que los de China, no juegan en la misma liga. El crecimiento del 1% del PIB chino "es significativamente mayor" en volumen —tanto si hablamos de dólares como de volumen de mercancía- que el 1% del PIB indio. Y lo es más de dos o cinco veces, dependiendo de cómo se mire. Como explica Dmitri Kosirióv:
"Existen dos formas [de apreciar el liderazgo mundial]. La primera forma es nominal, en dólares, y la segunda es según la paridad de poder adquisitivo de la moneda [nacional]. Si tomamos el primer indicador, la economía líder en el mundo es la de Estados Unidos, con China en segundo puesto. Si tomamos el segundo, China va a la cabeza y le sigue Estados Unidos".
Sea como fuere, también juega un papel importante la capacidad que tiene el país para movilizarse y la que tiene su Gobierno no solo para financiar este o aquel programa militar —es decir, no solo aspectos concretos de su economía-, sino para dirigir la macroeconomía nacional con vistas a que crezca a largo plazo.
Los chinos ya se encargan de recordar a los indios que ambas naciones se encuentran en diferentes etapas de su crecimiento. Pekín ya ha pasado por la etapa en la que se encuentra la India. Una en la que una cantidad muy importante de su mano de obra era barata. "La India necesita aprender de China, por ejemplo, a la hora de desarrollar sus infraestructuras", señala Kosirióv.
Por ahora, la revolución de Modi continúa: le siguen los jóvenes y las mujeres. Personas que buscan el renacimiento nacional y religioso —y, en concreto, el hindú- del país, del que Modi es baluarte. "Pero sus éxitos, aunque obvios, no garantizan que las próximas elecciones generales de 2019 no cambien a la figura en el poder".
Y es que la India de 2018 es, en muchos aspectos, la China de finales de los años 1980. Protestas contra el crecimiento desigual de la economía, niveles de pobreza por las nubes y restos de las corrientes políticas del pasado. "En la India todavía puede haber un Tiananmen", advierte el columnista.
El camino que le queda por recorrer a la India es largo. En 2050, la población urbana del país habrá alcanzado los 500 millones de habitantes, lo que unido al hecho de que se trata de una población joven y que el sistema educativo del país deja mucho que desear, no augura nada bueno. El 40% de los indios entre 14 y 18 años no saben decir la hora mirando el reloj y el 36% no sabe cuál es la capital de su país. "Una bomba para el futuro", advierte Kosirióv destacando que en China no sucedía nada parecido.
Sputnik.