A principios de 2021, la economía cubana se encuentra en condiciones muy precarias.
February 06, 2021
Con las operaciones de exportación ya no concentradas en la venta de bienes primarios, la economía cubana de hoy es, básicamente, una economía de servicios en la que las exportaciones de servicios profesionales, y en menor medida el turismo internacional (junto con las remesas) se han convertido en las principales fuentes de ingresos en moneda dura.
A principios de 2021, la economía cubana se encuentra en condiciones muy precarias. Sobre todo, Cuba sigue sufriendo las ineficiencias, la burocracia y las distorsiones de su economía, dominada por el Estado y excesivamente centralizada. Al necesitar cambios estructurales profundos, el sistema socialista que se aplica no puede servir como herramienta eficaz para desencadenar las fuerzas productivas, ni como un modelo para fomentar el desarrollo real.
Además, el entorno externo de Cuba se ha deteriorado de manera notable debido a la crisis económica y política en Venezuela, y a los esfuerzos del expresidente Donald Trump para revertir la política de compromiso de Estados Unidos con La Habana, iniciada por Barack Obama. No hace falta decir que las consecuencias económicas adversas de la nueva pandemia del coronavirus (COVID-19) han agregado otro problema importante.
Figura 1. Crecimiento del PIB cubano, 2004-2020
Fuentes: ONEI 2020, 2019, 2013, 2007; MEP 2020.
Condiciones económicas
La Figura 1 presenta datos sobre las tasas de crecimiento anual del PIB de Cuba a precios constantes de 1997 entre 2004 y 2020. Impulsado en particular por las prósperas exportaciones de servicios médicos y otros servicios profesionales en virtud de un acuerdo integral con Venezuela (que involucra grandes suministros de petróleo venezolano a Cuba) y, en menor grado, ingresos considerables por exportaciones de níquel y las actividades relacionadas con el turismo internacional, el PIB creció 11,2% en 2005, 12,1% en 2006 y 7,3% en 2007.
No obstante, después de 2007 la economía experimentó una fuerte desaceleración. El PIB anual promedió 2.7% en 2008-2013 y solo 1.6% en 2014-2019. Aunque pequeña, la contracción del PIB (-0,2%) en 2019 fue la primera caída anual desde 1993. Debido principalmente a los efectos negativos de la pandemia mundial de coronavirus, se anunció que el PIB se redujo alrededor del 11% en 2020, lo cual es notablemente peor que el resultado promedio (-7,7%) en América Latina y el Caribe (MEP 2020; CEPAL 2020).
Figura 2. Exportaciones e importaciones de bienes y servicios 2004-2020a
Fuentes: ONEI 2020; 2019, 2013, 2007; MEP 2020.
Nota a: Estimados para 2020.
En la Figura 2 se destaca la evolución del comercio exterior cubano (valores anuales de las exportaciones e importaciones de bienes y servicios) entre 2004 y 2020. La economía nacional siempre ha sido una economía abierta con una fuerte dependencia de las actividades del sector externo, sobre todo de las que involucran el comercio exterior.
La balanza comercial anual de bienes y servicios registró regularmente déficits entre 1990 y 2004, ya que los ingresos del turismo, en rápida expansión, no lograron compensar el creciente déficit del comercio de mercancías. Solo después de 2004, cuando las exportaciones de servicios profesionales aumentaron de manera abrupta, la balanza comercial general comenzó a registrar superávits, aunque no en todos los años. Las exportaciones de bienes y servicios aumentaron de $ 5.6 mil millones en 2004 a $ 18.6 mil millones en 2013, pero han disminuido considerablemente desde entonces a $ 12.6 mil millones en 2019.
Cayeron aún más en 2020, posiblemente a menos de $ 10 mil millones, porque los ingresos del turismo se desplomaron drásticamente y con fuerza. Los ingresos en divisas de otras fuentes importantes también disminuyeron. La balanza comercial general de Cuba pudo registrar un superávit en 2020 solo porque las importaciones se redujeron alrededor del 30%.[1] De todos modos, el país sigue dependiendo de grandes cantidades de importaciones-- principalmente combustibles, alimentos, maquinaria y equipo y productos manufacturados-- para complementar la insuficiente producción nacional y aliviar las necesidades de su sociedad.
Además de los decepcionantes resultados del sector agrícola, excesivamente centralizado, vale la pena señalar que en 2019 la producción de la industria manufacturera fue solo el 70% de su nivel de 1989 (ONEI, 2020). Cuba también enfrenta varios problemas que limitan el funcionamiento del sector externo. Estos incluyen un gran déficit comercial de mercancías, una concentración comercial excesiva en términos de productos y mercados, vulnerabilidad a las perturbaciones del comercio exterior --en particular a las oscilaciones de los precios internacionales-- y una dependencia también excesiva de las actividades de exportación con escasos efectos indirectos intersectoriales.
Sin embargo, desde fines de 2019, a medida que se intensificaba la escasez de efectivo debido al endurecimiento de las sanciones de los Estados Unidos, así como a la disminución de las divisas y las reservas internacionales, Cuba ha vuelto a tener dificultades para pagar su deuda con empresas extranjeras y países acreedores.
Una deuda externa considerable en moneda fuerte, una contracción de la liquidez y otros problemas financieros cada vez mayores, exacerbados por el empeoramiento del entorno externo, han colocado cargas adicionales sobre la atribulada economía nacional.
La deuda total aumentó de $ 11,6 mil millones en 2008 a $ 18,2 mil millones en 2016 (pero cayó ligeramente a $ 17,8 mil millones en 2017, la última vez que se informó), aunque el país pudo obtener un alivio sustancial de la deuda. Las principales condonaciones de la deuda cubana incluyeron $ 6 mil millones con China en 2011, unos $ 1,4 mil millones con acreedores comerciales japoneses en 2012 y casi $ 500 millones con México en 2013. Más recientemente, en 2014, Rusia canceló el 90% de la deuda de Cuba de $ 35,2 mil millones con la otrora Unión Soviética, mientras que en 2015 un acuerdo con el Club de París perdonó $ 8.5 mil millones de la deuda en mora de $ 11.1 mil millones de Cuba y reestructuró los pagos del resto.
Sin embargo, desde fines de 2019, a medida que se intensificaba la escasez de divisas debido al endurecimiento de las sanciones estadounidenses, así como a la disminución de las reservas internacionales, Cuba ha vuelto a tener dificultades para pagar su deuda con empresas extranjeras y países acreedores.[2] Además, la Isla sufre de niveles insuficientes de inversión extranjera y grandes fallas sistémicas que sofocan el crecimiénto y el desarrollo económicos.
Problemas sistémicos
De hecho, la economía cubana sufre graves problemas estructurales. Entre ellos se encuentran:
- una débil capacidad de generar ahorros internos para apoyar la inversión;
- bajos niveles de productividad de la mayoría de las empresas estatales;
- distorsiones de precios relativos derivadas de controles gubernamentales que obstaculizan los mecanismos de mercado; y
- hasta el 1 de enero de 2021, un sistema de doble moneda con múltiples tipos de cambio que creaba esferas de actividad económica fuertemente segmentadas, disminuía los vínculos entre empresas y desalentaba la inversión extranjera.
La insuficiente formación bruta de capital, que se refiere a la inversión interna en fábricas, maquinaria, herramientas, equipos y otros bienes de capital productivos, es un factor de debilitamiento importante para la economía cubana. La relación entre la formación bruta de capital y el PIB, sorprendentemente, fue del 25,6% en 1989; pero desde entonces nunca ha superado el 15% y en realidad promedió solo el 10,4% entre 2000 y 2019. Se requieren resultados anuales similares a los de 1989 para revertir la descapitalización de sectores clave y estimular tasas adecuadas de crecimiento económico (Pérez Villanueva, 2017).
Con la esperanza de impulsar su economía, Cuba ha intensificado sus esfuerzos para atraer la inversión extranjera que tanto se necesita después de la apertura, a fines de 2013, de la Zona Especial de Desarrollo del Mariel y la promulgación de una nueva legislación sobre inversión extranjera (Ley 118) en junio de 2014. Cuba busca $ 2 mil millones a $ 2.5 mil millones en IED por año para lograr tasas anuales de acumulación de capital del 20-25% del PIB y tasas de crecimiento económico anual de más del 5%. Las autoridades revelaron que desde la promulgación de la Ley 118 hasta noviembre de 2020, se aprobaron unos 180 proyectos de inversión extranjera por un valor de $ 7,400 millones; más proyectos por un valor de miles de millones de dólares recibieron autorización en el Mariel.[3]Sin embargo, estos montos se refieren al valor total de los acuerdos pactados y no al capital real entregado al país. The Economist Intelligence Unit informó que entre 2014 y 2020, Cuba recibió alrededor de $ 4,7 mil millones en IED o un promedio de $ 676 millones por año (EIU 2020, 2019), muy por debajo de los objetivos del gobierno.
Los empresarios privados y las cooperativas podrían constituir un complemento viable de las actividades económicas estatales, pero hasta ahora han desempeñado un papel marginal en la economía.
Abordar las notorias ineficiencias de las grandes empresas estatales que continúan dominando la economía cubana es, sin dudas, uno de los desafíos más abrumadores para el gobierno. Varias empresas estatales, sobre todo en los sectores agrícola, industrial y turístico, operan con pérdidas mientras reciben importantes subsidios gubernamentales. El control de la gestión empresarial se basa principalmente en métodos administrativos centralizados en vez de métodos económicos y financieros: las empresas estatales disfrutan de poca autonomía para gestionar fondos y para tomar decisiones comerciales. Los empresarios privados y las cooperativas podrían constituir un complemento viable de las actividades económicas estatales, pero hasta ahora han desempeñado un papel marginal en la economía.
Además, el sistema de doble moneda, recientemente eliminado, reducía el efecto estimulante de los salarios y subestimaba la contribución económica de las empresas exportadoras, mientras que las importaciones parecían artificialmente baratas. También generaba subsidios ocultos y producía distorsiones en casi todos los indicadores económicos, hasta el punto de que era prácticamente imposible medir la verdadera rentabilidad de las empresas. Todos los problemas antes mencionados conspiran a la hora de lograr una mayor eficiencia y productividad y mejorar la calidad de los bienes y servicios. En pocas palabras, los factores internos pesan aún más que los externos en el desempeño general de la economía cubana.
Factores externos
En cualquier caso, los factores externos sí afectaron duramente a la economía cubana. La economía venezolana ha estado en caída libre desde que Nicolás Maduro asumió la presidencia en abril de 2013, lo cual imposibilitó que su gobierno mantuviera las estrechas conexiones económicas con Cuba, construidas por Chávez. El comercio bilateral de mercancías de Venezuela con Cuba fue de alrededor de $ 2 mil millones en 2019, menos de una cuarta parte de su nivel de 2012. Para 2019, las exportaciones cubanas a Venezuela habían caído casi un 90% a solo $ 231 millones, mientras que las importaciones habían caído más del 70% a $ 1.8 mil millones (ONEI, 2020).
Los envíos de petróleo venezolano disminuyeron notablemente durante la primera mitad de 2019, lo que obligó al gobierno de La Habana a promulgar medidas de austeridad y aumentar sus compras de crudo a proveedores alternativos como Rusia y Argelia. Los envíos se recuperaron después de alguna manera, pero siguieron siendo poco confiables: la administración Trump impuso sanciones a la industria petrolera de Venezuela y a los tanqueros que transportaban crudo venezolano a la Isla[4]. Mientras tanto, los ingresos de Cuba por los servicios de sus trabajadores profesionales en Venezuela también disminuyeron. En resumen, Cuba está perdiendo lentamente un salvavidas mientras Venezuela se tambalea al borde del colapso y es poco probable que esta tendencia se revierta.
En el contexto de la disminución de la ayuda venezolana y el apretón económico por el endurecimiento de las sanciones estadounidenses, la pandemia de COVID-19 afectó a Cuba en la primavera de 2020 para completar un triple golpe potencialmente devastador para la economía de la Isla.
Para complicar aún más las cosas, el comienzo de la presidencia de Trump a principios de 2017 puso fin a dos años de mejoramiento en las relaciones entre Washington y La Habana bajo la administración Obama y llevó a la reanudación de la tradicional política estadounidense de confrontación. Las medidas de Obama impulsaron los viajes desde Estados Unidos y las remesas a Cuba, produciendo beneficios económicos tangibles y creando oportunidades comerciales para las empresas estadounidenses aunque se completaron relativamente pocos acuerdos comerciales (Spadoni, 2017). En cambio, las medidas de Trump provocaron una caída importante en los arribos de viajeros estadounidenses a Cuba al poner fin a la popular licencia general de pueblo-a-pueblo y prohibir los viajes de cruceros estadounidenses a la Isla. Como resultado, muchos pequeños empresarios privados cubanos quebraron por falta de clientes e ingresos.
Excluyendo a los cubanoamericanos, el número de visitantes estadounidenses que viajaron a Cuba por avión cayó de 448.475 en 2017 a 298.269 en 2019. Las llegadas de pasajeros de cruceros estadounidenses alcanzaron un máximo de 341.005 en 2018, pero se desplomaron a 200.269 en 2019 porque la prohibición de cruceros entró en vigor en junio de ese año. Para intensificar la presión económica sobre Cuba, la administración Trump limitó las remesas familiares a $ 1,000 por trimestre, y a fines de 2020 cortó la mayoría de las transferencias de dinero desde Estados Unidos mediante canales formales al sancionar a dos entidades administradas por los militares (Fincimex y American International Services) que controlan el negocio de remesas en Cuba.
La administración Trump también sancionó a bancos internacionales que hacen negocios con Cuba y permitió que entrara en vigencia el Título III de la Ley Helms-Burton. Y en septiembre de 2020 prohibió a los viajeros estadounidenses alojarse en hoteles estatales cubanos. En definitiva, las medidas punitivas de Trump redujeron los flujos de visitantes y las remesas a Cuba, dificultaron los envíos de petróleo a La Habana, y obstaculizaron la capacidad de Cuba para obtener créditos externos y atraer inversión extranjera (Mesa-Lago y Svejnar, 2020).
Figura 3. Principales fuentes de divisas de Cuba, 2014-2020a
Fuentes: ONEI 2020, 2019; MEP 2020; Morales 2020, 2019.
Note a: Estimados para 2020.
La Figura 3 proporciona datos anuales para el período 2014-2020 sobre los ingresos en moneda dura de fuentes como exportaciones de servicios profesionales, remesas, exportaciones de mercancías y turismo internacional. En una señal de que la economía cubana ya estaba en problemas, todas las fuentes antes mencionadas, con excepción de las remesas, generaron ingresos sustancialmente más bajos en 2019 que en 2018. En el contexto de la disminución de la ayuda venezolana y el apretón económico por el endurecimiento de las sanciones estadounidenses, la pandemia de COVID-19 afectó a Cuba en la primavera de 2020 para completar un triple golpe potencialmente devastador para la economía de la Isla. La pandemia, sin dudas, provocó un nivel de incertidumbre completamente nuevo al detener el turismo, interrumpir los canales informales de remesas, aumentar los costos de envío y exacerbar la escasez de alimentos.
Además, mientras la COVID-19 le dio a Cuba la oportunidad de enviar a sus médicos al extranjero por dinero en divisas, las exportaciones cubanas de servicios médicos han disminuido durante los últimos años, y no solo por la reducción de las actividades en Venezuela. El número de médicos y enfermeras en el exterior se redujo de más de 50.000 en 2015 a alrededor de 28.000 en 2020, principalmente porque tuvieron que dejar países como Bolivia, El Salvador, Ecuador y sobre todo Brasil, donde los presidentes de izquierda perdieron el poder.[1] Por consiguiente, la pandemia ha tenido un impacto negativo significativo sobre los ingresos en divisas de Cuba. En 2020, las ganancias totales estimadas en divisas de Cuba fueron alrededor de un 30% más bajas que su nivel de 2019 ($ 4.6 mil millones menos) y casi la mitad de su nivel de 2014 ($ 9.4 mil millones menos).
Reformas necesarias
Una combinación de tres factores externos importantes, como la terrible situación económica en Venezuela, la línea dura de Trump y la COVID-19, han golpeado a Cuba con extrema dureza, aumentando la necesidad de reformas económicas sistémicas dirigidas a liberar las fuerzas productivas, elevar la eficiencia, estimular el crecimiento y fomentar el desarrollo sostenible.
La respuesta inicial de Cuba a la crisis económica provocada por el coronavirus fue recortar las importaciones, reactivar el sistema de racionamiento de alimentos, abrir tiendas en dólares para captar divisas y suspender o retrasar algunos pagos de su deuda externa.
Luego, en julio de 2020 el gobierno cubano dio a conocer amplias reformas económicas que incluyen la promoción de pequeñas y medianas empresas privadas, a las que se les permitirá formar alianzas con empresas estatales y extranjeras y realizar operaciones de importación y exportación.
El plan de reformas también contempla la creación de un mercado mayorista para el sector privado, la expansión de las cooperativas no agrícolas y el autoempleo, así como otorgar mayor autonomía de decisión y operativa a las empresas estatales.
Sin embargo, la mayoría de estas medidas se habían anunciado en el pasado. Queda por ver cuándo y cómo se implementarán. Incluso la tan esperada unificación monetaria y cambiaria que se inició el 1 de enero del 2021 como parte de la Tarea Ordenamiento, necesaria y acompañada por un aumento de salarios y pensiones, constituye un proceso complejo que conlleva el riesgo de generar una alta inflación y perjudicar a muchos cubanos.
El tiempo dirá si el año 2021 será para Cuba mucho mejor que el 2020.
Referencias
CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe). 2020. Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2020. Santiago, Chile: CEPAL.
EIU (Economist Intelligence Unit). 2020. Country Forecast: Cuba. Londres: EIU.
------. 2019. Country Forecast: Cuba. Londres: EIU.
MEP (Ministerio de Economía y Planificación). 2020. Principales Aspectos del Plan de la Economía 2021. La Habana: MEP.
ONEI (Oficina Nacional de Estadísticas e Información). 2020. Anuario Estadístico de Cuba 2019.La Habana: ONEI.
------. 2019. Anuario Estadístico de Cuba 2018. La Habana: ONEI.
------. 2013. Anuario Estadístico de Cuba 2012. La Habana: ONEI.
------. 2007. Anuario Estadístico de Cuba 2006. La Habana: ONEI.
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Paolo Spadoni es profesor asociado en el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Augusta. Recibió su doctorado en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de la Florida. También tiene una Maestría en Estudios Latinoamericanos del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida y un Laurea en Ciencias Políticas de la Universidad de Urbino, Italia.
El Dr. Spadoni ha desarrollado una extensa investigación sobre la economía cubana y sobre el impacto económico de las sanciones de Estados Unidos contra Cuba. Ha publicado en distintos foros académicos y es autor de los libros Cuba's Socialist Economy Today: Navigating Challenges and Change (Lynne Rienner, 2014) y Failed Sanctions: Why the US Embargo Against Cuba Could Never Work (University Press of Florida, 2010).
Comentario HHC: Si tenemos en cuenta que la economía cubana creció ininterrumpidamente de 1994 al 2018, en condiciones de bloqueo económico de parte de EEUU, pues eso dice que las reservas del modelo socialista son proporcionales a las sanciones del vecino del norte. ¿Dónde empieza y donde termina la supuesta ineficiencia nuestra?, es lo que los gobernantes de EEUU no quieren someternos a prueba, porque saben que creceríamos más de modo importante.
El artículo describe la situación económica y enuncia bien las sanciones a que somos sometidos, lo que no se detiene a evaluarlas, y ese es un déficit que presenta importante, ya que además de ilegales, constituyen en la práctica un acto de guerra, tanto contra Venezuela, como con Cuba, y por consiguiente un acto de genocidio (1). Así por ejemplo el costo el año pasado de este bloqueo fue de más de 5 000 millones de dólares, más que el turismo, servicios médicos y remesas juntos, en la actualidad. Trump se dedicó deliberadamente a afectar las fuentes de ingresos de divisas del país.
Por otra parte, los crecimientos que necesitamos para aspirar al desarrollo como país deben ser entre el +7 a 9 % anual, algo difícil en las condiciones de bloqueo económico y financiero de EEUU, y por añadidura las insuficiencias que tenemos en nuestro modelo económico, en ese orden.
Todos los países tienen dificultades, EEUU por ejemplo tiene años con un deterioro de la productividad del trabajo que no recupera, y un crecimiento descontrolado de la desigualdad, amén del déficit presupuestario, entre otros. Pero pocos tienen el nivel de sanciones y acoso contra su economía y sociedad , como lo tienen Cuba y Venezuela, y mas de la principal potencia mundial. Esa variable es determinante y no se puede minimizar en lo más mínimo, y es así porque habría que preguntarse ¿Cuantos países resistirían tal embate durante tantos años, sin que colapsaran?.
Por otra parte, el haber resistido, deja al descubierto las posibilidades enormes que tuvieramos sino existiera el bloqueo de EEUU. Y ejecutar adicionalmente las reformas estruturales que estan pedientes y se ratificaron en el recien finalizado VIII Congreso del PCC, desde mi punto de vista, contribuiría a garantizar el necesario desarrollo para conquistar toda la justicia y todo el bienestar que nos merecemos como pueblo.