Por Omar Everleny, OnCuba
agosto 10, 2023
en Opinión
Foto: Kaloian.
Se está haciendo habitual que cuando la Asamblea Nacional de Cuba (ANPP) discute y analiza temas de la actualidad económica en el país, al poco tiempo se dan a conocer decisiones de diferentes órganos de la administración central del Estado o, en su defecto, circulan rumores sobre normas que supuestamente están siendo analizadas.
Los contenidos de la recientemente aprobada
Resolución 111/2023 del Banco Central de Cuba (BCC) no fueron motivo de debate en las recientes sesiones de la ANPP, pero mediaron pocos días entre la reunión del parlamento y el momento en que se conoció la nueva normativa. ¿Por qué no se discutió allí?
La controversial Resolución está dirigida a reordenar los flujos financieros dentro del país, según han explicado directivos del BCC. Se pretende modernizar los canales de cobros y pagos, con un mayor énfasis en el uso de medios electrónicos de pago; propiciar una mayor transparencia en la circulación monetaria para dejar menos margen a las ilegalidades y mejorar el control de los precios.
Asimismo, se busca obtener ahorro de divisas en la fabricación de moneda física, y aumentar la eficiencia, inmediatez, seguridad y capacidad de pago al usar medios electrónicos de pago. Casi todos estos objetivos bien podrían intentar alcanzarse en cualquier momento del año, o en períodos venideros, de forma paulatina. ¿Dónde está lo sorprendente?
El momento de la aprobación de la norma no es casual. Las largas colas para extraer efectivo de los bancos y en cajeros automáticos, así como
algunas estadísticas que se han brindado en estos días, no solo demuestran que ha crecido considerablemente la masa de dinero que está fuera de los bancos; que el monto de las operaciones en efectivo crece más que las operaciones sin él, sino además que el país no cuenta con suficiente efectivo para dar respuesta a la demanda de los clientes de los bancos.
Producir el efectivo es costoso: requiere tintas, papel y marcas de seguridad especiales, controles diversos, etc. Tampoco se cuenta con recursos para crecer en número de sucursales bancarias, y la red de cajeros automáticos se deteriora cada vez más. Todo esto ha hecho necesario encontrar soluciones urgentes, en medio de la débil situación financiera del país.
Se suma que la elevada inflación hace que, cada vez con mayor rapidez, queden obsoletos los billetes de baja denominación y que, cada cierto tiempo, se haga necesario sustituir el cono monetario a utilizarse en el país, lo que demanda nuevos diseños de billetes de denominaciones más elevadas y mayores gastos de emisión.
O sea, la propia situación económica del país, reflejada también en la circulación monetaria, ha forzado con mayor urgencia, la Resolución del BCC.
Punto de venta de productos lácteos en La Habana. Foto: Kaloian.
¿Gradualidad?
Sin descartar lo positivo que pueda tener en pos de un sistema bancario más moderno, y sobre lo cual en estos días se ha intentado brindar información a la población, la Resolución contiene otros aspectos que suscitan preocupación.
Se habla de gradualidad cuando realmente el país se adentra en una nueva forma de funcionamiento, sin haber ido adaptándose paulatinamente al nuevo escenario.
La Unión Europea aprobó el euro en enero de 1999, como una moneda que se utilizaba a efectos contables y para pagos electrónicos; pero el efectivo comenzó a circular tres años después, en enero de 2002, para dar tiempo a todas las adaptaciones necesarias.
¿Sustentabilidad?
En casi todos los países en los que funcionan cajeros automáticos, Terminales de Punto de Venta (TPV) y tarjetas de débito/crédito, se intenta que estos instrumentos sean autosustentables como parte de nuevas líneas de negocio para el sector bancario.
Los bancos cobran a los comercios una tasa de intermediación, a cambio de que estos últimos reciban los cobros de inmediato, sin necesidad de custodiar efectivo y pagar por su traslado al banco.
Otra variante es que los bancos reciban comisiones cuando el cliente extrae efectivo de cajeros que no pertenecen a la entidad bancaria donde se tiene la cuenta.
La cantidad de pagos que se hacen mediante el uso de tarjetas es muy elevada, por lo que el dinero en efectivo que se extrae de cajeros automáticos y de bancos no suele ser alta y guarda proporcionalidad con los ingresos de los trabajadores.
Como en esas economías se utilizan relativamente poco, los cajeros automáticos se deterioran con mayor lentitud.
En Cuba no es así. Al día siguiente de recibir los salarios es elevada la masa de tarjetahabientes que va de inmediato a retirar el total o gran parte de estos. Eso no es usual en el mundo.
Hasta ahora han sido pocos los comercios acostumbrados o preparados para cobrar por medios electrónicos en moneda nacional. Tanto los cajeros automáticos como los TPV instalados en comercios con ventas en moneda nacional, apenas ofrecen ingresos económicos para el banco; se les ve solo como una vía para aligerar la carga de trabajo en las oficinas bancarias físicas. Ambas formas de manejo del dinero deben recibir subsidios en divisas de otras fuentes para su mantenimiento.
En Cuba son muchas las compras que se hacen en agromercados, “carretilleros”, comercios de menor cuantía, en los que no existe TPV ni costumbre para cobrar mediante el uso de códigos QR.
Además, es conocido que muchas veces fallan las conexiones de las telecomunicaciones, incluso en tiendas especializadas en divisas.
Gibara. Foto: Kaloian.
Sin haber podido resolver estos problemas paulatinamente y creado mejores condiciones para el uso de medios electrónicos, la realidad fuerza al sistema bancario a dar el “salto adelante” en esta dirección. Cabe prever que no serán pocas las dificultades que atravesará la población en la implementación de la norma.
¿Por qué el dinero no está en el banco?
No se profundiza en la explicación de por qué la población está extrayendo tanto efectivo de sus cuentas. Si el proceso de bancarización es tan favorable para la población, tan seguro y moderno, ¿por qué la población se resiste a creer en él y, por el contrario, lo que hace es esperar en grandes colas para poder extraer de los bancos más y más efectivo?
De nuevo tendríamos que volver a la situación económica de un país en el que los precios lo que hacen es crecer y crecer; el tipo de cambio de la moneda nacional se desploma día a día; los bancos tienen dificultades para entregar el efectivo que los clientes demandan y no solo incumplen sus obligaciones con acreedores en el exterior, sino que además tienen dificultades para pagar en efectivo en divisas las transferencias de ayudas familiares que la población recibe.
Las tiendas estatales no ofertan productos suficientes, ni en moneda nacional ni en divisas; la población debe satisfacer muchas de sus necesidades en comercios de las formas de gestión no estatal (FGNE), aun cuando los precios sean elevados.
Es lógico que la población desconfíe y desee poner a buen recaudo sus ahorros, aunque bajo el colchón no sea el mejor lugar para custodiar los activos propios.
La vista gorda
La medida afectará la línea de flotación de las pymes y otras FGNE que, con su dinamismo y empuje, han acudido a un mercado informal a cambiar moneda nacional por divisas extranjeras; o a cambiar efectivo local en divisas extranjeras por divisas en cuentas bancarias en el exterior, dado que el Estado cubano no les da opciones para acceder a las divisas que necesitan.
Es algo que hasta las propias FGNE han reconocido frente a funcionarios del Estado, mencionándoles que el Estado lo ha permitido y “ha hecho la vista gorda” porque las FGNE han resuelto, hasta cierto punto, el problema del desabastecimiento masivo en las tiendas estatales.
Nadie puede criticar que el BCC esté luchando contra las ilegalidades y quiera establecer un sistema de pagos transparente, en el que sea más efectivo el cobro de impuestos. ¿Significa que ha llegado el momento de que el Estado deje de “hacer la vista gorda” y comience a desmontar el mecanismo por el cual las FGNE han podido tener un flujo ininterrumpido de mercancías hacia el país? ¿El país está preparado para lograr que la población pueda satisfacer sus necesidades de todo tipo en cadenas de tiendas estatales, sin tener que acudir a las FGNE?
Nadie habla de eso, como si las normas bancarias solo tratasen sobre funcionamiento de cuentas, cajeros automáticos, medios electrónicos, etc., desconociéndose que todo en economía está entrelazado, y que el sistema bancario juega un papel primordial en todo el engranaje económico de la sociedad.
Lo interesante —como siempre— es que la norma del BCC haya salido antes de que comience a verse que las cadenas de tiendas estatales tengan suministros estables; que paguen sin dificultad sus deudas con el exterior; que exista un mecanismo para que TODOS los actores económicos —estatales y no estatales— puedan comprar divisas contra sus saldos en moneda nacional; para que el sistema bancario transfiera al exterior las transferencias ordenadas por sus clientes, desde cuentas en divisas, sean de cuentas en CL de empresas estatales y mixtas, o de cuentas de las FGNE, o de entidades extranjeras, fuera del Mariel o en la zona de desarrollo del Mariel. Muchas de esas transferencias no se ejecutan desde el año 2021.
Si no se avanza en nada de lo mencionado, ¿cómo se pretende que los clientes —personas naturales y personas jurídicas— confíen sus fondos al sistema bancario y no deseen extraer los saldos de sus cuentas, o trabajar sus cobros y pagos por fuera del sistema bancario? Querer reanimar al sistema bancario con curitas, no será suficiente, aunque su lastimosa situación no se deba a decisiones del propio sistema bancario.
Parece ser que se confía en que cuando las FGNE no puedan desarrollar su trabajo en la forma que han venido haciéndolo, las divisas correrán hacia las empresas estatales y entonces se podrá dar solución a las realidades mencionadas. O sea, se parte del criterio, una vez más, de que las pymes y otras FGNE, son las culpables de la situación actual, y que por ellas comienza el orden de solución de los problemas a atacar.
Pero bien se sabe que estos problemas vienen de mucho antes de que surgieran las pymes y que éstas lo que han hecho es encontrar un nicho de negocios, de donde se han retirado las empresas estatales.
La falta de liquidez en divisas tiene causas mucho más profundas que, si no se atacan, los problemas no se resolverán. La autonomía empresarial, y dentro de ella, la capacidad de las empresas de disponer de los recursos financieros que genera es imprescindible para que las empresas estatales funcionen debidamente. No se lograrán los objetivos solo porque destruyan a los supuestos “culpables” de la situación actual.
Una síntesis de
lo publicado en estos días por economistas cubanos respetados, concluyen que esa Resolución 111 no reducirá la presión sobre el efectivo en manos de la población, los precios no van a reducirse sino al contrario, la oferta de bienes disminuirá si disminuyen las importaciones de las FGNE, seguirá comprándose las divisas en el mercado informal, ya que el Estado carece de las mismas, los precios tenderán a subir en la medida que se deprecia más el peso cubano.
Ya el peso cubano se cotiza a 235-240 pesos por un dólar de Estados Unidos. Todo esto afectará el poder adquisitivo de una parte importante de la población cubana, principalmente a quienes solo reciben ingresos del salario y las pensiones.
Cafetería en Holguín. Foto: Kaloian.
¿Habrá una segunda parte?
Es de esperarse que la Resolución 111/2023 del BCC no sea la única que se emita en los tiempos venideros. Debe llegar un paquete de nuevas medidas en la esfera económica.
No se puede saber qué medidas serán y hacia dónde estarán encaminadas. No obstante, partiendo de otra de las realidades que siempre se mencionan como “culpable” de la situación actual, cada vez se escuchan mayores rumores sobre la desaparición de la MLC, de forma que la moneda nacional sea la única moneda circulante en el país.
¿Cabe esperar una verdadera reunificación monetaria en el país? Ojalá así sea, como hemos planteado un grupo de economistas.
Por supuesto que se desconoce lo que están pensando hacer las autoridades, pero lo que sí podemos hacer es opinar. Cuba no está en condiciones de que se tomen medidas sin calibrar detalladamente cuáles podrían ser todas sus consecuencias.
De la misma forma que muchos economistas insistimos en que, antes de eliminar el CUC y la dualidad cambiaria había que emprender otras reformas en la esfera productiva (y no se escucharon las propuestas), en la etapa actual podemos alertar sobre la secuencia de medidas en el caso de que se esté barajando la desaparición del MLC.
Con la depreciación constante del peso cubano y el consiguiente deterioro del poder adquisitivo de la población; con las restricciones para sacar el efectivo, la escasez de bienes alimentarios, las dificultades con el transporte, entre otros agobios, hay que razonar más detenidamente cualquier otra medida a futuro.