LA HABANA, 10 may. – La destrucción parcial del icónico hotel Saratoga en una populosa e histórica zona de la capital de Cuba empañó el cierre de la Feria Internacional de Turismo que, en el balneario de Varadero, buscaba oxigenar la lenta recuperación de esa industria.
Durante la Feria se atenuaron los pronósticos de lograr este año al menos 2,5 millones de visitantes foráneos y de momento es difícil entrever los posibles impactos de la tragedia del Saratoga en la industria sin humo de esta nación insular caribeña.
“Las luces pestañaron, sentí la explosión y el apartamento tembló. Todo en un instante. Me asusté muchísimo. Pensé que había volado Tallapiedra (central termoeléctrica Otto Parellada, en las márgenes de la bahía de La Habana)”, contó Carmen Ortiz, residente a unos 400 metros del lugar del siniestro.
El viernes 6, sobre las 10:50 de la mañana, una explosión dañó severamente la estructura del Saratoga, de estilo neoclásico construido en 1880, reinaugurado en 2005 con categoría cinco estrellas, y a pocos pasos del Capitolio Nacional, sede de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el unicameral parlamento cubano.
También sufrieron daños de diversa magnitud otros 23 inmuebles de los alrededores, incluidos edificios de apartamentos.
Las autoridades rápidamente descartaron un atentado y señalaron como causa una fuga de gas licuado en el proceso de descarga de un camión cisterna hacia un depósito de la instalación hotelera, aunque prosiguen las investigaciones.
“Me asomé al balcón y vi el humo. Por las sirenas de los bomberos aquí cerca y los comentarios de las personas en la calle supe que se trataba de algo grande. Mi esposo había salido para el agromercado y enseguida me llamó. Al inicio se pensaba que era una bomba”, refirió Ortiz a IPS mientras observaba a bomberos y rescatistas buscar sobrevivientes entre los escombros.
“Hasta el lunes 9, la catástrofe dejaba un saldo de 40 personas fallecidas –incluidos cuatro menores, una embarazada y una turista española-, mientras 18 permanecían hospitalizadas con distintos grados de gravedad y 36 recibieron ya el alta. En tanto, hay aún una decena de desaparecidos y prosigue la búsqueda de posibles sobrevivientes entre las ruinas”.
La instalación se alistaba para su reapertura este martes 10, tras dos años de inactividad.
Turismo en cifras
El suceso coincidió con la clausura en el polo turístico de Varadero, el principal del país, a 130 kilómetros al este de La Habana, de la 40 Feria Internacional de Turismo, suspendida por la pandemia desde 2020.
En una de las actividades de la Feria efectuada del 3 al 5 de mayo, el primer ministro Manuel Marrero confirmó que sería 2023 –y no 2022 como se preveía- el de la recuperación de la industria del ocio.
Se trata de una estrategia adecuada (la del turismo de salud), siempre que las ganancias permitan comprar medicamentos, insumos y equipos para ofrecer un servicio de calidad a los ciudadanos cubanos atendidos en instituciones de nuestro sistema de salud pública».
Rosario García
“El producto turístico cubano debe mejorar más, porque muchas veces no se corresponde la calidad con los precios. El empresariado debe además ser más proactivo y modernizar las formas de establecer negocios y atraer a potenciales clientes”, valoró a IPS el guía turístico Sergio Méndez, trabajador de la agencia de viajes Cubatur y residente en La Habana.
A su juicio, “habría que pensar además en la red extrahotelera que va más allá de restaurantes y museos, porque de sus condiciones, productos, servicios y precios también depende que los turistas retornen, gasten más y contribuyan con la economía de pequeños negocios y familias”, agregó Méndez.
Recordó que en el área del Caribe, Cancún (México) o República Dominicana “que también tienen sol y playas hermosas, como Cuba, se han posicionado muy fuerte en el mercado. A Dominicana llegaron en 2021 casi cinco millones de turistas y en cuatro meses de este año acumulaban más de 2,3 millones”.
De acuerdo con datos oficiales, durante el primer trimestre del año Cuba recibió 450 000 visitantes foráneos.
En los primeros tres meses de 2019, llegaron a la isla 1 470 457 visitantes y poco más de 982 000 en 2020, momentos cuando azotaba la covid-19 en el mundo y se limitó la entrada al país.
Varios economistas cubanos consideran “deformada” la estructura de la inversión sectorial del país en los últimos años, con un alza de las construcciones hoteleras de cuatro y cinco estrellas, pese a las bajas tasas de ocupación y la profundización de la crisis económica y desabastecimiento de productos de primera necesidad, incluidos alimentos.
Solo en 2020 se dedicó 45,6 % de la inversión total a servicios empresariales, actividades inmobiliarias y de alquiler, que incluye la inversión turística, frente a 5,9 % en la actividad agropecuaria, 0,9 % la salud pública y asistencia social y 0,6 % la ciencia e innovación, muestran datos de la estatal Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei).
El país dispone de más de 77 800 habitaciones hoteleras.
La industria sin chimeneas es uno de los puntales de la economía nacional –junto con la venta de servicios profesionales, principalmente los médicos, y las remesas-, y en 2016 y 2017 dejó ingresos por unos 3 000 millones de dólares anuales, aproximadamente 10 % del producto interno bruto (PIB), según estadísticas oficiales.
La distensión entre ambos países durante los dos últimos años del gobierno de Barack Obama (2009-2017) disparó la llegada de visitantes estadounidenses que llegaron a sobrepasar los 600 000, a partir de la flexibilización de categorías de viajes, el autorizo para el atraque de cruceros y el establecimientos de vuelos comerciales directos a varias de las 15 provincias cubanas.
Sin embargo, el sector turístico padece desde 2018 el deterioro de las relaciones con Washington y las sanciones con que el expresidente Donald Trump (2017-2021) desmontó casi todas las medidas de su predecesor.
El cierre de fronteras, el aumento del desempleo por la desaceleración de la economía mundial y otras afectaciones a los potenciales visitantes hicieron que el flujo de turistas a Cuba cayera de 4 275 558 en 2019, a menos de 1,1 millones en 2020 y casi 574 000 el año pasado.
Priorizar el turismo de salud
Durante la Feria de Turismo se firmó un acuerdo para impulsar programas de turismo de salud, considerados una prioridad, e incluyen desde tratamiento de hemodiálisis, uso de aguas termales hasta largas estadías para la rehabilitación mental.
A juicio de la doctora Rosario García, “se trata de una estrategia adecuada, siempre que las ganancias permitan comprar medicamentos, insumos y equipos para ofrecer un servicio de calidad a los ciudadanos cubanos atendidos en instituciones de nuestro sistema de salud pública” universal y gratuito.
García argumentó al conversar con IPS que “si se sostiene la modalidad de turismo de salud para extranjeros pese al bloqueo (como se denomina internamente al embargo), entonces habrá que explicar por qué se mantienen serias carencias de materiales en policlínicos y hospitales”.
Desde hace años la industria turística cubana oferta programas y servicios médicos relacionados con el bienestar y la calidad de vida, en un país con unos 100 000 profesionales de la medicina, 85 000 de la enfermería y casi 60 000 técnicos, con reconocimiento internacional.
Asimismo, la Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos S.A. (CSMC S.A.) propone procederes terapéuticos relacionados con el tratamiento de adicciones, enfermedades como la retinosis pigmentaria y el vitiligo, al igual que de patologías ortopédicas, reumatológicas o neurológicas, entre otras.
Junto a instalaciones de renombre como el Centro Internacional de Salud La Pradera en La Habana y clínicas internacionales en varias provincias, la isla cuenta con una industria biofarmacéutica que produce casi una decena de vacunas, medicamentos e insumos de alto valor agregado.
Sobresalen vacunas terapéuticas como la CIMAvax-EGF para el tratamiento del cáncer de pulmón, y fármacos como el Heberprot-P, para las úlceras del pie diabético en estados avanzados, con ostensibles mejoras en la calidad de vida de las y los pacientes, muestran estudios clínicos.
Dicha industria es responsable asimismo de la producción de tres vacunas anticovid –Abdala, Soberana 02 y Soberana Plus-, con las cuales más de 90 % de los 11,2 millones de cubanos se encuentran inmunizados, considerado un plus para la seguridad de la actividad turística en la pospandemia.
Los fármacos aguardan el completamiento de la precalificación como vacunas de emergencia por la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo cual frena su comercialización masiva, si bien naciones como Irán, Vietnam, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y México dieron luz verde a su aplicación.