Autora: MSc. Yordanka Cribeiro Díaz
Tutor: Dra. Vilma Hidalgo de los Santos
SÍNTESIS
El
trabajo aborda el tema
de los determinantes de la contribución de la fuerza
de trabajo calificada al crecimiento económico en Cuba.
A partir de la estimación de funciones
de producción mediante series
de tiempo o datos
panel, se obtienen las elasticidades del producto a los factores de producción. A través
de ejercicios de contabilidad del crecimiento, se determinan las contribuciones de los
factores y se corrobora que la contribución de la fuerza
de trabajo calificada en Cuba ha sido positiva y significativa
en todo el período revolucionario, aunque se evidencia
una tendencia decreciente en las últimas décadas.
Los resultados obtenidos
fueron robustos a cambios en la medición de variables, inclusión de series estadísticas y modificaciones en
la forma de modelación y estimación.
Tomando lo anterior como punto de partida se identificaron
asimetrías existentes en la economía cubana en cuanto a la composición, asignación y rendimiento de la fuerza de
trabajo calificada. Por una parte, se valida la no correspondencia entre la composición
de la fuerza de trabajo
y la complejidad de la estructura productiva. Adicionalmente, mediante la aplicación de una encuesta a trabajadores calificados y otros medios, se
demuestra la existencia de problemas de asignación entre
sectores productivos y puestos
de trabajo
en
correspondencia con el nivel
de
escolaridad alcanzado y
la especialización. Finalmente, se ratifica
la importancia de la complementariedad entre los
factores de producción y el papel del sistema de incentivos de la sociedad
como determinantes del rendimiento de la calificación.
La
conclusión fundamental del
estudio es que la combinación de las distorsiones en la composición, asignación y rendimiento de
la
fuerza
de trabajo calificada
ha
condicionado que su aprovechamiento efectivo sea inferior al socialmente requerido y potencial, en términos de crecimiento económico y sustentabilidad. Ello ha generado costos en materia de eficiencia que pueden sintetizarse en pérdidas potenciales de productividad e ineficacia
del gasto en educación, cuya corrección demanda un diseño
integral de políticas que articule a la política educativa, de ciencia
y
técnica y productivas consistentemente con el perfeccionamiento de la política laboral, salarial y
social.
En las últimas décadas, los estudios
sobre los determinantes del crecimiento económico han sido el centro del debate internacional. Paralelamente, el avance vertiginoso de las fuerzas productivas, la ciencia y la innovación tecnológica, ha condicionado que el conocimiento sea visto como uno de los motores fundamentales de dicho crecimiento.
En
este contexto, la educación
se ha convertido en un eslabón esencial
de las estrategias de crecimiento y desarrollo de la mayoría de los países, como
forma
de incrementar la calidad
de la fuerza de trabajo, su productividad y el
proceso de producción, asimilación y difusión de nuevos conocimientos y tecnología.
Según Denison
(1964),
una
mayor educación puede contribuir al crecimiento de dos formas. En
primer lugar, incrementa la calidad
de la fuerza de trabajo, lo
cual se traduce en un aumento de
su productividad. Por otra parte,
una mejora de la formación educacional de la población puede acelerar la tasa a la cual el stock de conocimientos vinculado a la producción crece,
elevando consecuentemente la productividad.
No
obstante, si bien en el plano teórico existen
coincidencias en
cuanto a las externalidades
positivas al crecimiento que
se derivan de la formación de la fuerza de trabajo, los
resultados empíricos
han
sido
menos
concluyentes.
En
algunos
casos,
los
mismos confirman las expectativas teóricas de una contribución
positiva y significativa del capital humano al crecimiento, mientras que en otros los resultados son diametralmente opuestos.
Disímiles son los argumentos que se esgrimen para fundamentar la inconsistencia de tales resultados.
Un primer grupo de trabajos se concentra en los problemas de medición
de las diferentes variables empleadas, particularmente en el caso del capital humano1,
medido con frecuencia a través de los años medios de escolaridad, lo cual ha sido ampliamente criticado por diversas razones,
entre ellas, el no
contemplar la calidad de la educación.
Otra de las explicaciones está asociada la modelación2,
apuntando a que la relación
entre el stock de capital
humano y el crecimiento económico no es lineal,
de ahí la necesidad de modelar dicha relación de una manera más compleja.
Finalmente, se señalan problemas de
1 Hanushek y Kimko (2000), De la Fuente (2004), De la Fuente y Domenech (2000, 2001 y 2002), Krueger y
Lindahl (2001), Barro
(2001), Bassanini y Scarpetta
(2001)
y Giménez y Simón (2004).
2 Temple (2001), Conrad (2007), Azariadis y Drazen (1990).
omisión de variables
u observaciones atípicas3, selección de la muestra4,
métodos de estimación, entre
otros, todos los cuales generan
posibles distorsiones en los resultados, afectando la relación entre ambas variables.
Para Cuba, el tema de la contribución de la fuerza de trabajo calificada al crecimiento cobra una especial significación, si se tiene en cuenta que uno de los propósitos
fundamentales de nuestro proyecto
social ha sido garantizar el acceso generalizado a la educación y la elevación del nivel
educacional de
la
población, como
parte
de
una
estrategia organizada y dirigida desde el Estado. En consecuencia, se han destinado sostenidamente cuantiosos recursos
a la formación, recalificación y superación de la fuerza de
trabajo5 con
indiscutibles resultados en materia de instrucción, que se expresan
en un incremento significativo de los años medios de escolaridad de la fuerza
de trabajo hasta 11,68, un índice de calificación
laboral igual a 17,2 % y en los continuos
resultados positivos obtenidos en pruebas
internacionales realizadas por
la UNESCO.
No
obstante tales resultados, en los últimos años se ha producido un reconocimiento en el
discurso académico y público, acerca de que la sostenibilidad económica de este proyecto depende de que la mayor inversión en formación de conocimientos
se traduzca en un incremento de la productividad del trabajo y de su aporte al crecimiento; máxime cuando
los problemas de la estructura productiva y de balanza de pagos de la economía cubana, imposibilitan la movilización de los flujos de ahorro
interno y externo para financiar niveles crecientes de inversión y gasto público productivo. Esta situación, combinada con la política de pleno empleo, exige el tránsito obligatorio hacia una senda de crecimiento basada en ganancias de productividad,
lo cual ha sido centro de atención
en los recientemente aprobados Lineamientos para la Política Económica y Social.
Si
a lo anterior se suman,
por un lado la escasez
progresiva futura de fuerza de trabajo, derivada del proceso acelerado
de envejecimiento poblacional; y por otro, el hecho de que
el acceso a una seguridad social de amplia cobertura
es también uno de los objetivos del
3Krueger y Lindahl (2001), Bills y Klenow (2000), Temple (1998, 1999), De la Fuente y Domenech (2000).
4 Temple (2001).
5 En
el 2006, por ejemplo, Cuba destinó el 22, 6% del PIB a la educación
y salud, cifra cuatro veces superior a la media de lo que consignan a esas actividades los países de América Latina;
mientras que los gastos
destinados a la educación superior crecieron a un ritmo anual del 8,6% en los últimos 25 años (Galtés, 2009).
En
el 2008, esta cifra
ascendió al 32,2% del PIB, representando el 35% del total de gastos corrientes del
presupuesto del Estado.
proyecto social cubano (por lo que el envejecimiento
poblacional genera presiones importantes al presupuesto del estado), entonces el incremento de la productividad de la fuerza de trabajo
calificada es uno de los mecanismos fundamentales
para garantizar la
aceleración del crecimiento del producto.
Estos aspectos
se combinan para una economía en construcción del socialismo, con la importancia que tiene la educación en el proceso de formación de valores, que contribuye
al desarrollo integral del individuo,
no solo como trabajador, sino como copartícipe en el proceso de dirección
de la producción y
principal beneficiario de ella.
De este modo, han sido varios los estudios
sobre educación que se han desarrollado
en el país, transitando desde la medición
del capital humano o su conceptualización (Fernández de Bulnes, 2005; Odriozola, 2007; Pons, 2009) hasta la obtención
de su contribución al crecimiento, como forma de evaluar la eficacia del gasto en educación desde un punto de
vista económico. En una parte importante de estos trabajos se han obtenido contribuciones positivas pero con tendencia decreciente (Mendoza, 2004; Doimeadiós,
2006, 2007). Por consiguiente, se torna necesario
explicar las causas de tales resultados, de ahí que el
problema científico del presente
trabajo esté constituido por la siguiente interrogante:
¿Por qué, a pesar de que Cuba ha tenido una senda ascendente
y sostenida de gastos en educación, ello se refleja
en una contribución positiva pero decreciente de la fuerza de
trabajo calificada al crecimiento económico?
Para darle respuesta al problema de investigación se partió de la siguiente hipótesis: en Cuba existen distorsiones en la composición, asignación y rendimiento de la fuerza
de trabajo calificada que limitan su contribución al crecimiento económico, reduciendo la eficacia del gasto
en educación.
Como objetivo general de esta investigación
se plantea: determinar asimetrías en la composición, asignación y rendimiento de la fuerza de trabajo
calificada que han limitado
su contribución al crecimiento económico en Cuba entre 1975 - 2010.
Por su parte, los objetivos
específicos
son: a)
valorar críticamente las concepciones acerca de la conceptualización del capital humano y su necesaria
sustitución por
el término de fuerza de trabajo calificada, así como su medición y aporte al crecimiento; b) determinar la contribución de la fuerza de trabajo
calificada
en
Cuba
corrigiendo problemas de modelación
y medición;
c) identificar y cuantificar distorsiones en cuanto a la composición, asignación y el rendimiento de los recursos
laborales en Cuba y proponer
acciones en materia de coordinación de políticas para una mejor utilización de la fuerza de
trabajo calificada.
El
aporte al crecimiento de la fuerza de trabajo calificada depende de la combinación de múltiples factores
que inciden directa o indirectamente
en el flujo de la fuerza de trabajo
[Formación – Ubicación laboral
– Rendimiento en el puesto de trabajo]. En la primera fase se
determina la composición
de la calificación en cuanto a niveles y especialidades, cuya utilización también depende de la calidad de la enseñanza6 y la definición curricular de los planes de estudios.
Por otra parte, en el proceso de asignación
se determina la ubicación
laboral concreta de los trabajadores calificados en función de la estructura productiva, el sistema de incentivos y otros factores como las preferencias individuales.7 Finalmente, el rendimiento depende
de la correspondencia y complementariedad entre la formación, la estructura productiva, la infraestructura, el grado de avance tecnológico, etc., en
combinación con un sistema adecuado de incentivos. Sin embargo, en la presente
investigación, el énfasis se encuentra en aquellos determinantes
que pueden ser más
influenciables por las políticas
públicas, o sea los problemas de composición,
asignación y rendimiento de la fuerza de trabajo calificada.
Para llevar a cabo esta investigación, se emplearon los siguientes métodos y técnicas:
- Los métodos relativos al pensar, como la abstracción, la definición, la división, la clasificación y la comparación (dirigidos a la formación de conceptos
y proposiciones); y
la deducción, la inducción, el análisis, la síntesis, la interpretación y la explicación (por medio de los cuales
se realiza el razonamiento).
- Análisis de documentos,
tales
como textos,
publicaciones
seriadas
y
no
seriadas
de
diversos autores nacionales e internacionales, lo cual permitió explicar las concepciones
6 La
calidad de la enseñanza es un tema complejo, que afecta transversalmente todo el proceso educativo pues se manifiesta
en la calidad del profesorado, la bibliografía, instituciones estudiantiles, acceso a fuentes
de información,
etc. En la práctica, su elevado componente
subjetivo
implica que los
indicadores
tradicionales ¾ gasto en educación por estudiante, cantidad
de estudiantes por profesor, etc. ¾ no necesariamente reflejen
variaciones en la misma
7 Como otros determinantes de la asignación se pueden considerar la recepción de remesas u otras formas de ingresos no salariales,
las políticas externas de atracción de fuerza de trabajo calificada que fomentan el robo de
cerebros, la cercanía al puesto de
trabajo,
infraestructura y
condiciones laborales,
etc.
asociadas al capital humano
y contribuir a la conformación de un criterio sobre las distintas posiciones de los autores.
- Técnicas matemáticas, estadísticas y econométricas
para la conformación de la base de datos
de Cuba; el análisis de los indicadores considerados, desde el punto de vista de su
comportamiento individual; y la estimación de funciones de producción y productividad
del trabajo, mediante series
de tiempo y paneles
microeconométricos.
- Aplicación y procesamiento de
encuestas
a una
muestra
seleccionada de trabajadores
calificados de los sectores Industria Manufacturera; Comercio y Reparación de Efectos
Personales; y Hoteles y Restaurantes en La Habana.
La
novedad científica de esta investigación
radica en enriquecer el debate en torno a la
relación entre educación, productividad y crecimiento,
demostrando que la misma no es un proceso automático, sino que en él influyen otros elementos relevantes como la composición,
asignación y rendimiento real de la fuerza de trabajo calificada, en correspondencia con la estructura productiva
actual y las potencialidades de la economía. En ese sentido,
se enfatizan las
implicaciones en materia
de eficacia del gasto
en educación que se derivan de distorsiones
en los aspectos señalados y se fundamenta la necesidad de coordinación de las políticas
públicas para propulsar
la contribución de la calificación al crecimiento.
A su vez, entre los
aportes más importantes
que pueden mencionarse están el empleo de la categoría fuerza de trabajo
calificada en sustitución
del término capital humano, sobre la
base del análisis crítico
de
este último y la no pertinencia de su utilización en
una economía en transición al socialismo; la verificación de que los determinantes
convencionales de los problemas de contribución de la fuerza de trabajo calificada al crecimiento
no se ajustan al caso cubano, a partir de la utilización
de diversas formas de estimación de esta relación,
incluyendo modificaciones en las variables empleadas y su
medición, en las formas de modelación,
en el
tamaño de la muestra, entre otras; la cuantificación de las distorsiones por métodos empíricos que sustentan los resultados
alcanzados; la identificación de costos de eficiencia
económica para la fuerza de trabajo
calificada y la propuesta de indicadores para su medición; y el análisis integral en materia de coordinación de políticas, dirigido
a resolver los problemas
identificados y potenciar la contribución de la fuerza de trabajo
calificada al crecimiento económico en Cuba.
Para dar cumplimiento al diseño propuesto, la estructura del
trabajo quedó conformada
por tres capítulos. El primero de ellos se titula Capital humano y crecimiento económico. Una revisión
crítica de la experiencia internacional, y en él se realiza un análisis crítico acerca de la concepción, medición y relación del capital humano con el crecimiento económico, así como la sistematización
de las principales consideraciones expuestas en la literatura internacional acerca de los problemas de composición, asignación y rendimiento
de la fuerza de trabajo calificada.
En el segundo capítulo,
denominado Fuerza de trabajo calificada y crecimiento en Cuba,
se determina la contribución de la fuerza de trabajo calificada al crecimiento, a partir de la
corrección de problemas asociados
a la medición de variables
y de modelación.
Finalmente, en el tercer y último capítulo, Determinantes de la contribución de la fuerza de trabajo calificada
en
Cuba.
Un
análisis
integral, se
verifica
la
existencia en
la
economía cubana de distorsiones que limitan la contribución de la fuerza de trabajo
calificada al crecimiento,
relacionadas con su composición, asignación
y rendimiento; y se
enuncian reflexiones en materia de coordinación de políticas dirigidas
a resolver dichos problemas, incrementar la eficacia
del gasto en educación y potenciar la contribución de la fuerza
de trabajo calificada al crecimiento económico en Cuba.
Sirva pues esta investigación como incentivo para continuar el estudio
de esta temática, que tanta
importancia tiene en la actualidad, especialmente en nuestro país.
CAPÍTULO 1. CRECIMIENTO Y
CAPITAL HUMANO: UNA REVISIÓN CRÍTICA DE LA
EXPERIENCIA INTERNACIONAL
A lo largo de la historia los determinantes
del crecimiento económico han variado
significativamente, en correspondencia con la evolución
del contexto histórico
e internacional, el nivel de desarrollo
alcanzado por las economías y el patrón de desarrollo
adoptado. A su vez, el avance vertiginoso de las fuerzas productivas que ha caracterizado los últimos decenios, unido a una dinámica de la economía
mundial sustentada en el conocimiento, la ciencia y la innovación tecnológica, han condicionado que la educación se convierta en un eslabón esencial
de las estrategias de crecimiento y desarrollo de la
mayoría de los países, como forma de incrementar
la calidad de la fuerza de trabajo, su productividad y el proceso
de producción, asimilación y difusión de nuevos conocimientos
y tecnología, con independencia del tipo de relaciones de producción que los caracteriza.
Asimismo, los beneficios
del gasto en educación no se limitan al ámbito económico.
Son múltiples sus efectos
sociales en términos de desarrollo integral
del individuo, formación
de valores, incremento
de la calidad de vida, sanidad,
esperanza
de
vida,
equidad,
seguridad, etc. Dichos efectos juegan un rol especialmente importante en una sociedad socialista, donde el hombre no es solo trabajador sino copartícipe en el proceso de dirección de la producción y principal beneficiario de ella. Por ello, si bien desde una visión de sostenibilidad del proyecto de desarrollo socialista se requiere que el gasto en
educación se revierta en un mayor crecimiento, eso no significa
que se deba lograr sobre
la base de la teoría del capital humano.
El
propósito de este capítulo es la realización de un
análisis crítico acerca de la concepción,
medición y relación del capital humano con el crecimiento
económico, así como la sistematización de las principales consideraciones
expuestas en la literatura internacional acerca de factores tradicionales o no convencionales, que pudieran explicar los resultados
empíricos en materia de contribución del capital
humano al crecimiento.
1.1. Conceptualización y
medición del capital humano
A
pesar de que el conocimiento siempre
ha sido un elemento trascendental para el progreso de la sociedad, la aceleración de su proceso de difusión y alcance global ha motivado el auge de las investigaciones encaminadas a cuantificar la importancia relativa del mismo en el crecimiento económico.
En el plano académico, esta creciente significación de la educación
se ha visto fortalecida en base a dos resultados fundamentales. De una parte, los diferenciales en los niveles de
crecimiento económico de los países no estaban asociados únicamente a su capacidad
para la acumulación de los factores productivos tradicionales (capital
y trabajo), cuyos ritmos de crecimiento eran considerablemente inferiores al de la producción. De otra, los datos
detallados sobre la distribución de la renta
personal, particularmente en los países más
desarrollados, mostraban
que el principal componente de la desigualdad personal de la renta
provenía de las diferencias en los ingresos del trabajo. Tales
razones obligaron al cuestionamiento de dos supuestos
hasta el momento implícitos
en el análisis económico tradicional: la restricción del concepto de capital
a capital físico y la homogeneidad del factor trabajo (De la Rica e Iza, 1999,
pp. 267-268).
El replanteo
de dichos supuestos constituyó la génesis de la llamada teoría del capital humano, que representó
la primera aproximación formalizada
a la relación entre el nivel
educativo de los individuos y su posición en el mercado
de trabajo.8
1.1.1. Del capital
humano a la fuerza de trabajo calificada
La teoría
del capital humano
identifica al mismo con el conjunto de
capacidades adquiridas por los trabajadores a lo largo de su proceso de formación, el cual se expresa
en las diferencias de productividad en la realización de tareas similares y en la remuneración
del trabajo (Giménez, 2005).
Según esta teoría, el capital humano, al igual que el capital
físico, aparece como un factor
de producción reproducible
mediante un proceso de inversión, que se realiza en función de
un análisis racional de costo – beneficio individual y cuyo retorno esperado
es elevado (Selva y Cantero,
1996). Desde esta nueva
concepción, la educación es valorada como una
decisión inversora cuyo rendimiento se expresa en el éxito esperado
en el mercado laboral, en términos de participación,
status socio – económico, categoría ocupacional, salarios
y
8 Según Woodhall (1989), estas investigaciones
compartían un marco teórico sustentado en tres premisas: i)
la contribución de la educación al crecimiento económico; ii) la determinación de
la rentabilidad de la
inversión en educación a partir de un
análisis costo – beneficio; y iii) el rol decisivo de la fuerza de
trabajo calificada.
reducción en la probabilidad de desempleo e inactividad futuros
(Becker, 1962 y Giménez, 2003).
De forma amplia, el concepto de capital humano incorpora el conjunto de las inversiones
asociadas tanto a la educación
formal, experiencia laboral u otras formas de calificación
laboral, salud, nutrición y fortaleza
física, migración interna,
etc. (Schultz, 1961 y Becker,1962). A su vez, Lucas (1988) señala que su acumulación
se produce mediante la interacción de los individuos y sus ideas, convirtiendo el proceso en una actividad social cuyos derrames y externalidades tienen el potencial
de alterar drásticamente
el proceso de aprendizaje.
Como puede apreciarse, existe coincidencia en el criterio de que el capital humano es un
concepto multidimensional, encaminado a incrementar la productividad económica de las personas. A su vez, en todos los casos la educación
destaca como su componente esencial, al incrementar las habilidades para vivir saludablemente y aprender
más
rápidamente en el
trabajo, una vez que arriban
al mercado laboral
(Nehru, Swanson y Dubey, 1995).
En la práctica, si bien en la literatura convencional se
identifican diferentes acepciones de capital humano9,
todas comparten un núcleo central
que lo identifica con el conjunto de
conocimientos, habilidades y demás atributos de los individuos, que le pueden ser incorporados mediante el proceso
de educación formal, no formal e informal10 y
cuyo objetivo es el incremento del rendimiento y
la productividad del trabajo (Odriozola, 2007).
Son múltiples las limitaciones atribuidas a este enfoque, predominante en
la teoría del capital humano, ya sea desde visiones
marxistas y no marxistas. En este sentido,
las críticas fundamentales desde la visión no marxista se basan, en primer lugar, en considerar que la política educacional – ya sea pública o privada – queda subordinada a criterios exclusivamente económicos, regidos
por la lógica del capital
y donde se restringe el capital
9 Ver
Anexo 1.1 para una síntesis de los principales
conceptos de capital
humano y su tratamiento en los autores cubanos.
10 Según Mendoza (2004),
la
primera
se
refiere
al
proceso de aprendizaje en las escuelas,
a
la
que
generalmente asisten personas que no han entrado al mercado laboral. La segunda se refiere a los cursos
cortos de adiestramiento, capacitación o recalificación en actividades específicas.
La tercera incluye el tipo de educación que puede obtenerse en la casa, la comunidad o en el trabajo,
incluido el proceso de aprendizaje
por la práctica.
Otros autores incorporan el concepto de “capital humano” innato, que incluye las aptitudes físicas e intelectuales, las cuales
se
ven afectadas por las condiciones de
salubridad,
alojamiento y alimentación a que están
sometidos los individuos. Véase Destinobles (2006).
humano a su función como factor de producción, explicativo de la heterogeneidad en el
mercado de trabajo y del
crecimiento económico.
De
este modo, se considera
la inversión en capital humano como resultado de la elección racional de un agente
representativo en función de sus preferencias, las condiciones del mercado y su nivel de
ingreso, como parte de una estrategia de maximización de la utilidad
individual (Capocasale, 2000) y donde la agregación
de decisiones optimizadoras
conduce al nivel óptimo social. Por consiguiente, son los individuos
quienes deciden la cantidad de educación que adquirirán basados en incentivos
propios y en su disponibilidad de recursos,
realizando un análisis del costo (monetario y de oportunidad) que ello representa y los ingresos futuros
esperados (vía incrementos posteriores de salarios) y sin tener en cuenta las implicaciones
para la sociedad de su
decisión individual.
Tal
reduccionismo metodológico
restringe el acceso a la educación a aquellos individuos
con los recursos financieros
para costearla, generando un círculo vicioso de baja
escolaridad11,
desigualdad de oportunidades y exclusión de grupos sociales
cuya inversión en educación
representa una tasa menor de rendimiento12.
Como consecuencia, los niveles
de formación son inferiores al monto eficiente desde una lógica de eficiencia social13,
que impide alcanzar
el necesario umbral a partir del
cual las inversiones en educación se tornan más productivas y supone un desaprovechamiento de
potenciales capacidades de crecimiento.
Por último, cuando la educación depende de los criterios
anteriores, induce a que en los individuos se fomenten valores tales como el individualismo, además de otros
costos sociales como la desigualdad de ingresos, inestabilidad
política
y
social
y
volatilidad macroeconómica14. En este contexto, incluso
desde la perspectiva neoclásica, se requiere de la intervención del Estado mediante políticas públicas más intencionadas.
El
segundo grupo de críticas se asocia a la invalidez
de sus supuestos fundamentales.
Esta teoría se sustenta en la hipótesis de que el salario remunera la productividad marginal del
11 Capocasale (2000) señala que en su versión más extrema (competencia perfecta),
esta teoría sustenta que
los
pobres lo son porque
no han invertido en capital humano, lo que a
su vez se debe a sus gustos,
reflejados en una elevada tasa de impaciencia o preferencia temporal.
12 Pacheco y Saldanha
(2000).
13 Según Pardo (2006), la no internalización por parte de los individuos de
las externalidades
intergeneracionales que derivan de la transferencia
de
conocimientos de una generación
a otra, conduce a que la
acumulación
de capital humano sea socialmente ineficiente.
14 Cribeiro (2008) resume los efectos nocivos que para el crecimiento se derivan de la desigualdad en la distribución
de la renta y las oportunidades entre los individuos.
trabajo en un entorno
de competencia perfecta,
lo cual no constituye necesariamente
una descripción razonable de la realidad económica. De igual modo, se cuestiona
la consideración de variables sólo
por
el
lado
de
la
oferta, suponiéndose perfectamente
elástica la demanda de servicios y de habilidades de trabajo (Capocasale, 2000).
En un plano esencial
consistente con la visión marxista, la homologación de las categorías trabajo y fuerza de trabajo exacerba
la fetichización de la relación
de explotación entre
dos clases sociales. En Odriozola (2007) se
realiza
una
crítica
detallada sobre
los inconvenientes de la utilización de la categoría capital humano. Según la autora, una vez
que las capacidades adquiridas se encubren dentro del capital humano, los seres humanos
aparecen reducidos a un componente material, a una riqueza
que puede aumentarse vía inversión y donde los gastos de capacitación realizados por el capitalista aparecen como inversiones rentables, cuyo rendimiento se atribuye
a las capacidades propias del sujeto y no como resultado del proceso de expropiación de trabajo complejo
al trabajador.
Por otra parte, cuando la teoría del capital humano analiza la mayor calificación como resultado de un proceso de inversión, implícitamente identifica el proceso de formación del
capital con el de formación de la fuerza de trabajo. Al caracterizarse el trabajo como un
factor de producción, se omite que el salario remunera el trabajo necesario
para la reproducción de la fuerza de trabajo,
a la vez que el capital
se acumula con el trabajo excedente, expropiado a la clase obrera. De este modo, “el fetichismo produce la conversión de una relación
de explotación entre clases sociales
en dos factores con vida propia” (Munster, 2003, p. 4).
Ahora bien, en una economía donde la propiedad
sobre los medios fundamentales de producción es socialista, se produce la conformación de nuevas relaciones de producción y formas organizativas de la producción
social. Estas relaciones, a su vez conducen a nuevas
formas de apropiación del excedente económico, de distribución y circulación de la riqueza social creada y del consumo (Figueroa et al., 1991). En estas circunstancias, el trabajador
en su
doble condición de productor y copropietario, realiza
funciones de organizador de la
producción social y
participa en la dirección de la vida económica y política de la sociedad. Por tanto, en la medida
que se avanza en la construcción del socialismo, el desarrollo de las capacidades humanas pierde su carácter
mercantil, subordinando el objetivo
de
la
obtención de un ingreso al despliegue de sus potencialidades
en aras de alcanzar
el pleno desarrollo integral de los individuos y la sociedad en su conjunto
(Odriozola, 2007).
Es
por ello que, según Odriozola (2007),
cualquier concepción alternativa
a la del capital humano, no puede limitarse a criticar el término ni tampoco a redefinirlo,
sino que debe romper con la lógica
de pensamiento de la teoría que lo sustenta
y formular una nueva concepción que incorpore los elementos anteriores. En ese sentido,
propone la categoría potencial humano, definido
como “el conjunto de conocimientos y valores asimilados por las personas, que contribuyen al mejoramiento de sus habilidades productivas y creativas, a la ampliación de sus capacidades para participar de forma
consciente en el proyecto
social del cual forman parte y a
su realización plena
como individuos.”
Consecuentemente con esta definición, la función de la educación
tiene que ser vista como un proceso dual, que combina la capacidad
de instruir con su incidencia directa en la
formación de valores (Odriozola, 2007). Su primera función se relaciona con el hecho de
que mayores niveles de instrucción
deben conducir a un incremento
en la calificación profesional y la productividad
del trabajo, permitiendo
aumentar la capacidad de creación de riquezas y obtener mayores ingresos. Simultáneamente, su segunda
función contribuye
al desarrollo integral
del individuo, enriqueciendo su capacidad para participar en la dirección de la producción e influir activamente en sus
resultados.15
Sin
embargo, la consecución de estas dos funciones
no es posible obviando criterios de eficiencia económica y social.
Por ello, aun estando conscientes de que la formación no
puede limitarse a su función productiva, ignorar el criterio
económico presumiría no tener
en cuenta las posibilidades reales de sostener un objetivo de política educacional de tal magnitud en condiciones de restricciones, no sólo peligrando su sostenibilidad y eficacia, sino corriendo el riesgo de llevar a cabo niveles
de sobreinversión socialmente ineficientes, con sus consecuentes manifestaciones
de subempleo, problemas de frustración y descontento, de ausentismo, así como de movilidad laboral y bajo aprovechamiento de la
15 La experiencia
cubana
es un ejemplo
de
combinación
de
estas
dos funciones.
En este aspecto,
la
concepción de la educación
como gasto social ha garantizado el carácter de la educación como derecho,
explicitado en la política social de la Revolución Cubana desde sus inicios. No obstante, su consideración
como
inversión productiva exige una intencionalidad de
la misma, direccionada hacia
aquellos niveles y especialidades de mayor impacto en el crecimiento y la estructura productiva,
fundamentalmente en las condiciones actuales.
jornada de trabajo.16 Bajo estas condiciones, la educación como objetivo
social debe ser coherente con el criterio anterior y, por tanto, definirse en niveles de acuerdo a las
necesidades de la sociedad y con la planificación como rectora,
tanto del proceso de formación como de su asignación.
Por ello, aunque se reconoce al potencial humano como categoría alternativa al capital humano, esta incorpora
las tres funciones del individuo en una sociedad
socialista, lo cual trasciende el objetivo
del presente estudio, focalizado en la primera de tales funciones,
o sea, en su arista relacionada con el impacto de la calificación sobre el crecimiento.
Bajo la premisa anterior se propone la utilización de la categoría “fuerza de trabajo calificada”, cuya preparación es adquirida mediante
un proceso de formación y que es
consistente con el sistema categorial
de la economía política marxista. Esta propuesta se
distancia del enfoque de la teoría neoclásica, según el cual la calificación se define como
“el capital humano característico
del factor trabajo, cuyo precio puede medirse objetivamente por su productividad
marginal relativa y traducirse directamente en el salario” (Castillo y Terrén, 1994, p. 78), en la medida que esta definición cristaliza las concepciones de la propia teoría del capital humano.17
1.1.2. Una aproximación
a la medición de la calificación
Los
resultados del modelo de crecimiento
de Solow – Swan (1956) y los aportes más
recientes de la teoría del crecimiento endógeno (Romer, 1989; Lucas, 1988; etc.), han motivado el interés de los economistas por determinar el impacto del capital humano en el crecimiento
económico. Sin embargo, la idea de incorporar los efectos de una mayor calificación en estudios empíricos de crecimiento o de rendimiento
de la educación se ha
enfrentado al problema de la cuantificación, debido al carácter intangible del capital
humano y su incorporación al individuo (Laroche et al, 1999). A estos elementos se
adiciona que, cualquier medida de capital humano debe garantizar los siguientes atributos:
i) ser comparable
entre países, ii) considerar
la amplitud de elementos que lo componen e
16 Tsang y Levin
(1985) y Hartog (2000).
17 A pesar de las limitaciones
del término comentadas
anteriormente, su aceptación y utilización como medida de calificación es prácticamente generalizada en la literatura internacional y en algunos trabajos en
Cuba, lo que justifica su utilización a la hora de referenciar
los principales enfoques y antecedentes de la relación entre calificación y crecimiento económico.
iii) incluir dimensiones
para las cuales existan datos disponibles o puedan ser estimados (Conrad, 2007).
El desarrollo de diferentes medidas
de
stock de capital humano ha obedecido a la necesidad de realizar estudios
comparativos entre países
o regiones. A pesar de que existen
diferentes formas de clasificación
de estos estudios,18 se
destacan tres grandes
grupos: aquellos que se basan en indicadores de educación (Psacharopoulus y Arriagada, 1986; Kyriacou, 1991; Barro y Lee, 1993, 1996, 2001; Krueger y Lindahl,
2001; De la Fuente y Domenech, 2001 y Cohen y Soto, 2001), los indicadores asociados al rendimiento
del capital humano (Beach
et al, 1988; Jorgenson y Fraumeni, 1989; Mulligan y Sala-i-Martin, 1997 y Serrano y Pastor, 2002) y otro grupo que incorpora factores no educacionales en la
estimación de índices sintéticos de capital humano (Giménez, 2003; Giménez y Simon, 2004, Giménez, 2005 y Odriozola, 2007).
La
estimación del capital humano a través de los datos de educación
parte de suponer que niveles superiores de educación proporcionan mayores
conocimientos y facilitan el posterior aprendizaje, generación y absorción de nuevos conocimientos.
En consecuencia, indicadores tales como las tasas de escolaridad, de alfabetización, y los años medios de educación, son indicadores útiles a tales propósitos.19
La fortaleza
fundamental de este tipo de indicadores radica
en su amplia disponibilidad estadística y su fácil conformación, lo que favorece
su inclusión en estudios comparativos
o de
corte transversal. Dentro de sus limitaciones, se señala que en la práctica reducen
el capital humano
a alguna medida de formación académica adquirida, omitiendo otros
18 Raimond y
Roig (2006) distinguen entre los
métodos basados en medidas de
resultado educativo y
aquellos que utilizan el salario como aproximación al valor del capital humano medio. Por su parte, en Giménez
(2003) y Giménez y Simón (2004), la clasificación
se realiza en tres grupos: los indicadores basados en la
educación formal recibida;
los indicadores basados en la educación formal recibida ponderada por su productividad; y los indicadores basados en la medición de los conocimientos adquiridos. Asimismo, Serrano
y Pastor (2002) los clasifican
en: los métodos solo ofrecen un indicador del nivel educativo
medio como aproximación de la
dotación media de capital humano (indicadores educativos
de capital humano); y
las estimaciones que pretenden valorar el capital humano utilizando la educación como una
de las informaciones primarias (indicadores
mixtos de capital humano). Finalmente, Le, Gibson y Oxley (2005) identifican tres aproximaciones generales a las medidas de capital humano: las basadas en el costo en los rendimientos o en la educación.
19 En el Anexo 1.2 puede encontrarse una síntesis de estudios que emplean datos educacionales como medida
del capital humano.
aspectos relevantes como la salud, la nutrición, los estudios de postgrado20 y el aprendizaje
por la práctica. Por otra parte, estos indicadores asumen que cada
año de educación supone la adquisición de un nivel igual y constante de conocimientos,
con independencia del ciclo
de estudios en que se enmarque, los medios materiales empleados o la calidad de las
instituciones y el sistema educativo. Adicionalmente, suponen que los trabajadores de cada categoría educacional son sustitutos perfectos de los obreros del resto de las categorías y
que las diferencias de productividad entre trabajadores
con diferentes niveles de educación son proporcionales a sus años de escolaridad (Mulligan y Sala-i-Martin, 1997).
Finalmente, ignoran la depreciación que sufren los conocimientos con el surgimiento de nuevas ideas, la jubilación o ante prolongados períodos
de desocupación.21
Como intento de corregir algunas de las limitaciones señaladas, se encuentran los indicadores basados en la medición de los conocimientos adquiridos, cuyo cálculo reside en
los resultados de exámenes que avalan una serie de conocimientos
relevantes. Sin embargo, a pesar de la confiabilidad del cálculo directo, la principal
dificultad es lograr la
homogeneidad, comprensión y relevancia de los exámenes a realizar
(Giménez y Simon, 2004).
El
segundo grupo de estudios basa su propuesta
en los rendimientos
esperados, utilizando las diferencias salariales como factor de productividad
para la ponderación de los logros educacionales,22 capturando las desigualdades de productividad que pudieran asociarse
a los grados de escolaridad, la calidad de la educación y elementos
básicos de salud y nutrición. A su vez, estos indicadores posibilitan la aproximación a las diferencias de dotaciones de capital humano generadas
por distintos niveles educativos
y permiten la existencia de cambios en la productividad
relativa entre individuos como resultado
de diferencias espaciales y temporales.
La crítica fundamental a este enfoque radica en el cuestionamiento del supuesto de que las diferencias salariales realmente reflejan desigualdades de
productividad,
20 Se
considera que los estudios de posgrado podrían incorporarse a la estimación de los años medios de
escolaridad considerando dos
o tres años adicionales
en el caso de las maestrías
y 4 años adicionales para los
doctorados.
21 Véase Laroche et al (1999), Elías y Fernández (2001), Giménez (2003), Giménez y Simon (2004) y
Raimond y Roig (2006). Particularmente, la utilización de los años medios de
escolaridad tiene la limitación adicional que impone una cota superior al capital humano, en la medida que su construcción tiende con el
tiempo al límite superior
de años de escolaridad
del sistema educativo.
22 Ver
Anexo 1.3.
fundamentalmente en mercados imperfectos, y de si ambas obedecen
a disparidades en la
cualificación de los trabajadores.23 En
la práctica, existen otros aspectos
como el género, raza,
situación legal, afiliación sindical, condiciones concretas del mercado laboral, tasa de
desempleo, etc., que pudieran
ser determinantes
importantes de tales diferencias. Adicionalmente, la utilización
del salario imprime variaciones innecesarias
relacionadas con el ciclo
económico,
pues el salario relativo entre obreros cambia por razones
adicionales a los
shocks
tecnológicos, como pueden
ser fluctuaciones sustanciales de precios asociadas a factores
exógenos.
Otras de las limitaciones
de este
grupo se encuentran en el hecho
de que asume la existencia de sustituibilidad
perfecta de los trabajadores no cualificados y es bastante sensible a la tasa de descuento
que se emplee, así como a la edad de retiro que se asuma.
Por último, es importante tener en cuenta que los datos sobre los beneficios no siempre
están disponibles, sobre todo en países con altos grados de informalidad, donde las tasas salariales no son siempre observables (Odriozola, 2006).
Finalmente, la tercera
propuesta ofrece una variante que incorpora
factores no educaciones en la medición
del capital humano a partir de la elaboración de indicadores sintéticos. Este procedimiento permite
considerar
aspectos
relevantes tales como
la
calidad
de
la
educación, la experiencia laboral, etc. Siguiendo esta metodología, además de indicadores de educación formal, Giménez (2003) incluye un índice de educación informal, de experiencia laboral y de condiciones de salud. Asimismo, este indicador
es perfeccionado por Giménez y Simon (2004), quienes corrigen
el índice de educación formal con un proxy de la calidad de la misma, mientras que Giménez (2005) reconstruye el índice de capital humano, diferenciando su origen “innato” y “adquirido” para un total de 106 países, con datos
quinquenales para el periodo 1960-2000.
Para el caso de Cuba, Odriozola
(2007) estima un índice
de potencial humano, partiendo de su definición de dicho concepto.
Para ello, considera como variables principales
a los conocimientos y los valores, desagregándolas en
tres componentes: las vías de adquisición, potenciación y manifestación de las mismas. Para el primer componente,
identifica como
23 Como solución a esta limitación, Mulligan
y Sala-i-Martin (1996)
proponen la relativización de las ganancias por el salario medio de los trabajadores no cualificados, intentando capturar los efectos del capital
y la tecnología.
dimensiones
la educación escolar, la experiencia laboral, la atención familiar y el
aprendizaje a través de los medios masivos de comunicación.
En el segundo componente, incluye el estado de salud de los individuos y su situación nutricional, la práctica del deporte y la cultura
física y la formación cultural. Finalmente, cuantifica las formas de manifestación a través de los comportamientos
de los individuos materializados en su
participación política, la emigración,
la colaboración internacional y el compromiso social.
A pesar de la amplitud y multidimensionalidad de este concepto, su estimación para un
horizonte temporal amplio resulta muy compleja. Asimismo, está compuesto por
elementos altamente subjetivos, lo que imposibilita su utilización en estudios de crecimiento.
En resumen, a pesar de que las formas de medición del capital humano son diversas, la simplicidad, disponibilidad y comparabilidad que ofrecen los años medios de escolaridad, ha convertido a ese indicador en la medida más frecuente
en los estudios de crecimiento.
De ahí su utilización en este trabajo.
1.2. La relación entre el capital humano
y el crecimiento económico
Según algunos autores,
el
crecimiento económico
es un fenómeno
exponencial que conduce
a que pequeñas diferencias en tasas medias de crecimiento deriven en grandes
diferencias en los niveles de vida de la población.
Por esta razón, el análisis
de los determinantes
del mismo
y de los factores que explican sus diferencias entre países
absorbe una parte importante
de los estudios empíricos actuales.
Desde el resultado de Solow-Swan (1956) y el posterior desarrollo de los modelos de
crecimiento endógeno, la educación y la acumulación de capital humano se han erigido como uno de los pilares más importantes para el incremento del producto a largo plazo y el progreso tecnológico, impulsando las estrategias educativas en casi todas las regiones del mundo.
Las
investigaciones sobre este tema siguen dos líneas fundamentales. Por una parte, analizan los efectos que las distintas dotaciones de capital
humano o niveles de inversión
educativa tienen sobre las remuneraciones e ingresos de los trabajadores. Por otra, intentan capturar los efectos de incrementos en el stock de capital humano
sobre el crecimiento y la
riqueza de los países.
La primera gama de estudios se sustenta en los trabajos
pioneros de Becker (1962), Shultz
(1961) y Mincer (1974).24 Particularmente, Mincer (1974)
modela los perfiles edad-ingreso de los individuos a lo largo del su ciclo vital, valorando las inversiones educativas a través
de la relación empírica entre los ingresos
y el nivel de estudios.
La
segunda vertiente de estudios, más relacionada
con el presente trabajo, parte de la concepción de que una mejora en la dotación de capital humano incide
favorablemente sobre la productividad
del trabajo o actúa como estímulo al cambio tecnológico,
conduciendo a una asignación más eficiente
de los factores. Esta nueva generación de trabajos, enfocó su atención en la posibilidad de que la inversión
en educación, entrenamiento e investigación, no necesariamente estaba sujeta a rendimientos decrecientes
(Conrad, 2007).
Las
bases de este grupo se encuentran
en los aportes de Denison (1964), Uzawa (1965) y Nelson
y Phelps (1966). Según Denison, una mayor educación
puede contribuir al crecimiento de dos formas. En primer lugar, incrementa la calidad de la fuerza de trabajo
lo cual se traduce en un incremento de su productividad. Por otra parte, una mejora de la
formación educacional de la población puede acelerar la tasa a la cual el stock de conocimientos vinculado a la producción
crece, aumentando consecuentemente la productividad.25 De
igual forma, para Uzawa (1965)
la acumulación de capital humano
refuerza la productividad del capital físico y hace que la economía crezca
sostenidamente.
Complementariamente, Nelson y Phelps (1966)
fundamentaron la importancia de la
educación y calificación de la fuerza de trabajo a partir de su contribución al proceso de
difusión tecnológica. Según estos autores, la tasa de rendimiento de la educación
es mayor mientras más tecnológicamente avanzada sea la economía, lo cual sugiere que el progreso
técnico tiene implicaciones para la estructura óptima del capital en sentido amplio (físico
y
24 Partiendo de
un análisis costo – beneficio similar al utilizado para la evaluación de inversiones,
Psacharopoulus propone la estimación de la rentabilidad
de
la
inversión educativa
a
partir de la determinación de la tasa interna de rendimiento (TIR). En sus trabajos, obtiene que dichas tasas son mayores en
los países subdesarrollados que en las economías de renta
media y avanzadas. Según el autor, esta situación se explica por el déficit de fuerza de trabajo
calificada que garantiza una mayor diferenciación salarial en el mercado de trabajo.
25 En este trabajo se distingue
entre la contribución al crecimiento económico
de una mejora en la calidad de la fuerza de trabajo
debido a más educación, de la contribución de mejoras en la productividad debido a avances en el “estado de las artes”,
esto es, el stock de conocimientos de la sociedad
vinculado a la producción.
humano). En esta misma línea,
Barro (1991), Lucas (1988)
y Romer (1989) argumentan
que un mayor stock inicial de capital humano ― fundamentalmente secundario y superior ― facilita la absorción de tecnología avanzada
proveniente de los países líderes. De igual forma sostienen que el capital
humano tiende a ser más difícil de ajustar que el capital
físico, por lo que un país que comienza con un elevado
ratio de capital
humano con respecto al capital físico tenderá a crecer más rápidamente, ajustando hacia arriba la cantidad de capital físico.26 En
ese sentido, el capital humano actuaría como instrumento
de atracción de otros factores productivos (Benhabib y Spiegel, 1992,
1994).
Romer (1989), por su parte, especifica una función
de producción dependiente
de cuatro factores: tecnología, definida como un acervo de conocimientos; capital físico, trabajo no
cualificado y capital humano. Dicha función caracteriza la producción de cada uno de los tres
sectores de la economía: la producción de bienes finales,
de bienes de capital y un
sector de investigación cuyo producto
final es el propio conocimiento. Como implicación
fundamental,
obtiene que cada unidad adicional de capital humano utilizada
en su propio sector eleva la
tasa
de
crecimiento tecnológico
de la economía, evidenciando
externalidades positivas en la producción
de conocimientos. Asimismo, para
Young (1991) los efectos derrame del aumento del volumen de conocimiento
resultan en externalidades que además implican mejoras organizativas y promueven un círculo virtuoso
que acelera el crecimiento de la productividad.
Adiconalmente, Acemoglu (1996) y Acemoglu y Angrist (2000)
microfundamentan los
rendimientos sociales
crecientes de la acumulación
de capital humano, concluyendo que los retornos del capital humano son crecientes en el promedio de capital humano, incluso en
la ausencia de externalidades tecnológicas. Por otra parte, la difusión de los beneficios de la mano de obra capacitada
aumenta la eficiencia global del trabajo y de todos los factores de producción (Elías y Fernández, 2002). A nivel macro, se refleja en la
recomposición sectorial de la economía a favor de actividades y servicios de mayor complejidad (Conrad,
2007).
Trabajos más recientes argumentan que la educación incrementa la habilidad
de
las
personas para recibir, descodificar y entender la información,
imprescindible
para
26 Otras revisiones acerca de los canales de transmisión de la educación al crecimiento económico pueden encontrarse
en Temple (1999), De la
Fuente (2004) y Odriozola
(2006).
desempeñar o aprender a desempeñar muchos trabajos (Nehru et.
al.,
1995).
Esta
valoración del conocimiento como el principal input en la economía moderna,
ha enfocado la atención hacia la innovación27 vista como proceso de aprendizaje, donde el learning by doing, learning
by using
y el learning by interacting28 pueden tener un peso más importante
que la potencialidad tecnocientífica (Edquist, 2001, Lundvall et. al, 2001 y Malerba,
2005). En este contexto, el aprendizaje a lo largo de la vida, a través de mecanismos formales e informales, será una parte esencial
de la fuerza de trabajo en sociedades
en las que el conocimiento estará en continua expansión
(Vessuri, 2008). Asimismo, en una economía basada
en la capacidad de aprendizaje y olvido de los agentes económicos, la generación y aplicación del conocimiento
tácito y observable, así como la capacidad
de innovación, se vincula
con el capital social, determinando las fuentes del desarrollo
económico, sobretodo en países pequeños (Lundvall, 2002).
Desde una visión más amplia, el capital humano contribuye al desarrollo cultural e institucional, favorece la cohesión social, posibilita
la reducción de la delincuencia y violencia, favorece el interés por el cuidado del medio ambiente, permite mejorar las
condiciones de salubridad y refuerza
la participación en la vida política, entre otros
aspectos, generando efectos
indirectos sobre el crecimiento y
desarrollo de los países (OCDE, 1999; McMahon, 2002 y Blöndal, 2002).
En el plano teórico existen coincidencias en cuanto a las externalidades
positivas al crecimiento que
se derivan de la formación de la fuerza de trabajo, sin embargo, los
resultados empíricos
son
menos concluyentes. En algunos casos,
las
estimaciones confirman las expectativas teóricas de una contribución
positiva y significativa del capital humano al crecimiento, mientras que en otros los resultados son diametralmente opuestos.
Siguiendo a De la Fuente (2004),
los trabajos empíricos
sobre la relación capital humano - crecimiento
pueden agruparse en dos enfoques
alternativos. El primero se basa en la estimación de ecuaciones de convergencia, ya sea mediante
especificaciones ad-hoc o modelos
estructurales. El segundo
grupo especifica
y estima funciones de producción
27 Para Schumpeter la innovación se trata de las actividades para combinar factores
de nuevas maneras, en Nelson abarca
la introducción
de la tecnología y
su difusión, Carlsson y Stankiewicz la enfocan a la generación, difusión
y utilización de tecnología, incluyendo el know how y la infraestructura institucional.
Por su parte, Lundvall
incluye, además de las innovaciones tecnológicas de
productos y procesos, nuevas
formas de organización e innovaciones
institucionales (Sánchez y Estrada, 2001 y Benavides, 2004)
28 Aprender haciendo, aprender
usando y aprender interactuando.
agregadas. Adicionalmente,
el autor señala que existen dos formas no excluyentes de relacionar el capital
humano y el crecimiento económico.29
Los
modelos ad-hoc exploran
la tasa de crecimiento
del output real en función del nivel inicial de renta per cápita o por trabajador y otras variables motivadas por consideraciones teóricas informales.
Ejemplo de estos estudios son Landau (1986), Baumol et al. (1989) y Barro (1991, 2001),
quienes encuentran que el coeficiente del capital humano inicial es positivo y altamente significativo. Adicionalmente, Barro (1991) obtiene
que una parte importante de la contribución de la educación al crecimiento se canaliza
a través de la
reducción de la tasa de fertilidad y de un aumento en el coeficiente de inversión. En la
misma línea, trabajos
posteriores de Barro y Lee (1996) y Barro (1997) confirman estos
resultados con la utilización de otros proxies
de
capital
humano, que incorporan el problema de la calidad de la educación
utilizando el gasto en educación
por alumno como variable de control.
Por
otra parte, el análisis estructural puede realizarse
mediante la estimación directa de una
función de producción agregada (con las variables relevantes
expresadas en niveles o en tasas
de crecimiento)
o recuperando sus parámetros a partir
de ecuaciones de convergencia.
En ambos casos, las especificaciones derivan de un modelo teórico explícito
y su elección depende de los datos disponibles. A su vez, las estimaciones
pueden realizarse a partir de datos
de corte transversal, pool de datos o paneles.
De manera
general,
las
estimaciones
de ecuaciones de convergencia se construyen mediante modificaciones log-lineal al modelo generalizado de Solow,
al estilo Mankiw,
Romer y Weil (1992). Según estos autores, los valores de equilibrio a largo plazo de los stocks de factores son funciones simples
de las tasas de inversión y su comportamiento
fuera del estado estacionario se
aproxima en función de las tasas de inversión
y del nivel inicial de output por trabajador.
A su
vez, el nivel de producto per cápita depende de las tasas
de ahorro y del nivel de equilibrio de largo plazo de capital humano. Al respecto, los
resultados empíricos han dependido de la especificación.
Como
plantea De la Fuente
(2004), cuando se utilizan
datos de corte transversal o pool de datos se obtienen
resultados generalmente positivos
que
son
consistentes
con
la
existencia
de
efectos de nivel
29 Una
síntesis de estos trabajos se presenta
en el Anexo 1.4.
importantes, entre los que se encuentran Nonneman
y Vanhoudt (1996), Vasudeva y Chien
(1997) y De la Fuente (2003a). Por otra parte, cuando la estimación
se realiza mediante paneles o en diferencias,30 el coeficiente estimado del capital
humano pasa a ser negativo, e incluso significativo
cuando se añaden efectos fijos. Entre estos estudios se encuentran
Barro (1997) y Caselli, et al. (1996).
Finalmente, el conjunto de trabajos que utilizan funciones de producción agregadas
y especificaciones relacionadas se distinguen con respecto a la forma de incorporar
el capital humano. Según De la Fuente
(2004), la introducción de las variables de capital humano
como
un argumento adicional en la función de producción
originaría un efecto nivel sobre el
producto, mientras que su inclusión como determinante del progreso técnico
generaría un efecto tasa.
Para Benhabib y Spiegel (2002)
las implicaciones de política
de ambos efectos difieren
significativamente, en el primero, el beneficio
de incrementar la educación sería su producto marginal, mientras que el beneficio
del efecto tasa sería equivalente
a la suma de su impacto sobre todos los niveles
de output futuros.
Dentro de esta gama de estudios destacan los trabajos de Kyriacou
(1991), Benhabib
y Spiegel (1992, 1994, 2002) y Pritchett (1996). En ellos, para un corte transversal de tasas de crecimiento
se
obtienen
coeficientes para el capital humano no significativos o negativos en las especificaciones básicas. Estos resultados se modifican
con la utilización de especificaciones más complejas.
En
primer lugar, Kyriacou (1991) supone que la elasticidad del producto al capital humano depende positivamente de su nivel medio, respaldando la existencia de una externalidad
umbral; y considera la dotación inicial de capital humano como un proxy del crecimiento de
la tecnología. Sus resultados sustentan la hipótesis de que la dotación de capital humano contribuye al crecimiento económico a través de su efecto en la creación, adaptación y difusión
del
progreso
tecnológico,
equivalente a una expansión de la función
de
producción.
30 Jones (1996) obtiene que cuando los años de escolarización entran en logaritmos, el coeficiente del capital humano,
positivo y significativo en
el corte transversal,
pasa a ser
negativo en
la especificación en diferencias. Sin embargo, cuando entra en
niveles, dicho coeficiente es siempre positivo y significativo. De este modo, la formulación
del modelo sugiere que
no es la tasa de crecimiento la que
pertenece a la
especificación sino más bien
el cambio en el nivel (De la Fuente, 2004).
Adicionalmente, Benhabib y Spiegel (1994) introducen
un modelo alternativo que permite cuantificar el efecto directo
del nivel de capital humano sobre la productividad agregada de los factores
a través de dos canales.
Inicialmente, argumentan que el capital
humano puede influir en la productividad
determinando la capacidad
de las naciones para innovar tecnologías, adaptándolas a las economías domésticas.
Luego adaptan el modelo de Nelson
y Phelps
(1966)
para
estimar su efecto en la velocidad
de
catch–up y difusión tecnológica.31 Los resultados de esta estimación asignan
un papel positivo
al nivel de capital humano sobre el crecimiento y son reforzados por Benhabib y
Spiegel (2002).
Por
su parte, Pritchett
(1996) encuentra una amplia evidencia empírica que sustenta un efecto
pequeño, negativo e incluso significativo
del capital humano al crecimiento
económico. Mediante la estimación de una función de producción
en tasas de crecimiento, obtiene resultados
robustos
a
ajustes
en
el
tamaño y composición
de
la
muestra,
eliminación de observaciones
atípicas e incorporación de variables de control,
datos utilizados, relajación de supuestos y métodos de estimación.
Disímiles son los argumentos que se esgrimen para fundamentar la inconsistencia de esos resultados. Según De la Fuente y Domenech (2001), la incongruencia
entre la teoría y la evidencia empírica puede atribuirse a las deficiencias en los datos
o a la utilización de especificaciones econométricas inadecuadas. Por su parte, los resultados de Freire (2001), utilizando una muestra de países más amplia, indican un problema de infraestimación que podría deberse a la existencia
de errores de medida. Otros resultados que confirman estos criterios se encuentran en Krueger y Lindahl (2001),
Barro (1991), De la Fuente y
Doménech (2000, 2002), Cohen y Soto (2001), Bassanini
y Scarpetta (2001) y Giménez y
Simón (2004).
Ante estas explicaciones,
Pritchett (1996) esgrime que un error de medida puro puede
alterar la magnitud o significatividad del coeficiente
pero no alterar
su signo. A su vez, sostiene que tanto la estimación con
otros proxies de capital humano como su
instrumentación, han conducido a resultados similares. Sin embargo, De la Fuente (2004)
31 La
combinación de estas dos fuerzas, conduce a resultados interesantes: a) bajo ciertas condiciones, las tasas de crecimiento pueden diferir entre los países
por un largo periodo de tiempo debido a diferencias en el
stock de capital humano; b) un país que permanece por debajo del país
líder en tecnología, pero posee un
elevado stock de capital humano,
puede alcanzar y sobrepasar
al líder en un periodo finito de tiempo; y c) el
país con mayor stock de capital
humano podrá siempre emerger como el líder tecnológico en un periodo
finito de tiempo y
mantendrá su liderazgo, mientras
su ventaja en capital humano sea sostenida.
señala que los errores de medición, derivados de cambios en los criterios de clasificación y de recogida de datos a lo largo del tiempo, generan una fuerte volatilidad espuria en las series de escolarización que hace difícil identificar su contribución al crecimiento.
Adicionalmente, Krueger y Lindahl (2001) y Bils y Klenow (2000) indican que problemas de causalidad inversa
o variables omitidas
crean problemas en el análisis
a nivel de países.
Al respecto, De la Fuente y Domenech (2000) plantean
que un signo negativo en la
variable de capital humano podría
estar reflejando la omisión de otros factores explicativos del enlentecimiento del crecimiento. Por otra parte, Temple (1998, 1999) atribuye un papel
determinante a la presencia de observaciones atípicas y Temple (2001) a la gran
heterogeneidad en la composición de las muestras.
De acuerdo con Dessus (1999), las discrepancias
en los resultados en paneles o secciones
transversales pueden atribuirse a las diferencias en la calidad de la educación. Según los
autores, la calidad de la fuerza de trabajo está fuertemente correlacionada
con la infraestructura educacional. Krueger y Lindahl (2001) sugieren
que la omisión de variables de calidad es más aguda en paneles
de datos. A su vez, Hanushek y Kimko (2000),
utilizando los resultados de exámenes internacionales de Matemática
y
Ciencias,
concluyen que la calidad del capital humano está fuertemente
relacionada con el crecimiento.
Otra de las explicaciones está relacionada con el problema de la modelación, apuntando
a que la relación entre el stock de capital
humano y el crecimiento económico no es lineal,
siendo necesario modelar esta relación
de una manera más compleja (Temple, 2001
y Mmuneas, et al., 2001). En base a estos análisis, algunos autores
sostienen que el capital
humano es más efectivo mientras
más
alto sea su nivel medio, por lo que existe un nivel umbral a partir del cual las inversiones en educación se tornan más productivas.
En ese sentido, la sola consideración del incremento del nivel educativo de la fuerza de trabajo, descuidando su efecto en el nivel medio de escolaridad,
subestima la contribución
total de la educación al crecimiento económico (Conrad,
2007). Por su parte, Azariadis y Drazen (1990) fundamentan la existencia de externalidades umbral, que permiten que los rendimientos de escala crezcan
rápidamente siempre
que variables económicas como la calidad del empleo, tomen valores en un
rango de masa crítica
relativamente estrecho.
Finalmente, otro grupo de estudios
ha utilizado estos resultados como fuente de
distanciamiento de la teoría del capital humano. El argumento principal
de estas investigaciones es que la educación
en sí misma no aumenta la productividad individual,
sino que únicamente la revela o actúa como credencial
para el mercado de trabajo. Estas
propuestas alternativas se agrupan bajo los modelos de señalización, certificación, criba o
selección y filtro. Desde esta perspectiva,
la formación de los trabajadores no es un factor determinante de la productividad -- característica
específica
de
puestos
de
trabajo
asociados a un equipo de capital moderno -- sino un mero mecanismo de señalización de valores y normas para la discriminación de los trabajadores en el mercado laboral (Castillo y Terrén,
1994, p. 82).32 Según Braverman (1978), la utilización de la educación
como credencial de acceso a mejores puestos
de trabajo puede conducir a una sobrecalificación de los trabajadores en comparación con las exigencias reales de la estructura de empleo y
del mercado de trabajo.
Como ha podido apreciarse, no existe evidencia clara de la relación entre calificación, productividad y crecimiento. Si bien la falta de consenso
empírico ha orientado las investigaciones hacia la identificación de problemas de este tipo, ello podría significar que la educación es condición necesaria pero no suficiente para el
crecimiento, situación que se profundiza en economías donde predominan
estructuras de mercado imperfectas e incompletas. Por lo general, en estos trabajos se omiten elementos
relevantes para captar
en toda su dimensión dicha relación.
Dentro de los mismos pueden mencionarse,
la posibilidad de encontrar un puesto de trabajo en el que se desarrolle plenamente la especialización o formación adquirida
y en el que las condiciones de trabajo y la
remuneración obtenida satisfagan las expectativas
y el
costo de la inversión en formación; o simplemente las motivaciones psicológicas y sociales.
1.3. Determinantes seleccionados
de la contribución del capital humano al crecimiento
La
persistencia de estudios
empíricos con resultados contradictorios ha potenciado un enorme
debate en torno a sus causas. Como ya fue comentado, la literatura ha
32 En la literatura se señalan dos argumentos importantes en contra de estas teorías. En primer lugar, dado el
premium salarial que perciben los trabajadores más educados, hay incentivos para que las empresas realicen pruebas propias de habilidades adquiridas a
sus potenciales trabajadores. Por otra parte, si la educación no afectara la productividad, debería esperarse que el
diferencial educacional de salarios se
redujera con la ocupación del puesto de trabajo, en la medida que los empleadores
adquieren conocimiento
directo de las
características y habilidades de los
trabajadores (Temple, 2001).
profundizado en una amplia
gama de problemas de medición, modelación, etc., dejando en segundo plano explicaciones más complejas asociadas a la composición,
asignación y rendimiento de la fuerza de trabajo.
Desde la perspectiva de este trabajo,
para que la fuerza de trabajo calificada contribuya significativamente al
crecimiento
no
solo
es
relevante
su
nivel
de
calificación,
sino
también el origen y estructura de dicha calificación,
lo que refuerza la idea de que la composición
del stock educativo podría ser tan importante
como su magnitud. A su vez, una
asignación de la fuerza de trabajo entre las distintas
ramas de actividad económica que no se corresponda con su nivel y tipo de especialización podría
suponer una sobreinversión en calificación en términos de aporte al crecimiento. Finalmente, la insuficiente
disponibilidad de medios de trabajo, infraestructura
tecnológica y acceso a nuevas fuentes de
información y conocimiento, combinada con un esquema de incentivos distorsionados, podría limitar el rendimiento
de la fuerza de trabajo
en su puesto laboral, con el
consiguiente freno al desarrollo de la productividad.
1.3.1. Composición
de la fuerza de trabajo calificada y crecimiento
Si
bien los estudios
sobre la composición del capital humano son escasos,
existe una discusión acerca de cuál debe ser el destino de las inversiones en educación y hacia qué niveles de escolaridad
deben dirigirse. En ese sentido, la década de los noventa reflejó el
énfasis en estos temas en la agenda de política
a partir de la polémica
entre el Banco Mundial (1995) y
la UNESCO (1995).
Partiendo de diagnósticos semejantes, ambas instituciones representaban
visiones absolutamente opuestas
sobre el funcionamiento de la educación superior
y en general, ejerciendo gran influencia en las políticas
educativas del mundo entero. Para el Banco
Mundial, en condiciones de restricciones para el gasto público debían priorizarse aquellos niveles educativos más encaminados a promover la equidad social
y con una tasa social de
retorno más alta que la educación
superior (educación primaria). Como consecuencia, la política en educación superior debería encaminarse a la recuperación
de costos, mediante
la supresión de la gratuidad, el establecimiento del crédito
educativo y un mayor apoyo a la educación superior privada (Rodrigues, 2004; Vessuri, 2008 y R. Dias, 2010). Por su parte,
la posición de la UNESCO fomentaba la necesidad
de mantener el equilibrio
de todos los niveles educativos, ratificando la importancia de ampliar el acceso y la participación en la educación superior e incrementar la calidad en todas sus
funciones.
Estas divergencias de enfoque fueron reconciliadas en trabajos más recientes (Banco Mundial, 2000 y 2002),
que apuntan a una reconversión de la posición
de la institución financiera a favor del reconocimiento del papel de la educación superior. En palabras
de los autores, “Creemos necesario que se dé un tratamiento más equilibrado a la educación en todos los niveles.
Es importante prestar atención
a la enseñanza primaria, pero una
estrategia que apunte exclusivamente a ese nivel dejará a las sociedades
peligrosamente incapacitadas para
sobrevivir en el mundo del futuro”
(Banco Mundial, 2000, p.18).
Otras apreciaciones
sobre el tema se encuentran en Faure (1972), quien recalcaba la importancia de potenciar la educación en general y la educación superior
en particular, para hacer frente a las necesidades y exigencias tecnológicas, económicas, sociales y políticas de la época. Asimismo, Moretti
(2004) encuentra que la educación
superior tiene efectos derrame más significativos en el crecimiento económico que la superación
de otros niveles inferiores. Contradictoriamente, Oroval (1995) argumenta que estas deben dirigirse especialmente al nivel básico y técnico, como un factor estratégico para disponer de una
oferta adecuada en cantidad y calidad.
Adicionalmente, Bertocchi y Spagat
(2004)
desarrollan
un
modelo para analizar la evidencia empírica
en torno a la composición de la educación secundaria
entre enseñanza general (G) y vocacional (V).33 Según los autores, el ratio V/G describe una U invertida con respecto al grado de desarrollo de las economías. Al respecto, sus resultados confirman
que en las primeras fases de desarrollo, el incremento del ratio V/G conduce a una tasa mayor de crecimiento económico y a una recomposición a favor de ramas más modernas
por encima del sector tradicional.
Relacionado con ello, Iyigun y Owen (1999) desarrollan un modelo de dos períodos de generaciones traslapadas donde
el
capital
humano es la suma
del
capital
humano profesional (intensivo en educación) y del capital humano empresarial
(intensivo
en
33 Para ello, definen la enseñanza vocacional como la formación directamente relacionada con una ocupación específica (enseñanza técnica o práctica)
mientras que la educación general se define como el currículo que no tiene conexión inmediata con
ninguna ocupación concreta, pero que
brinda los conocimientos básicos para
la formación superior.
experiencia laboral). Las implicaciones fundamentales de este estudio sugieren que: i) si bien ambos tipos de capital humano son importantes para el proceso de desarrollo y la determinación del nivel tecnológico, el segundo juega un papel relativamente más importante en economías de nivel medio de desarrollo mientras que el primero caracteriza a las economías desarrolladas, ii) igualmente, demuestran que la baja disponibilidad de capital humano de ambos tipos conduce a una trampa de desarrollo en la cual la producción se realiza por una fuerza de trabajo no calificada que no se califica en el tiempo.
Como puede apreciarse, los estudios relacionados con la composición
por nivel de escolaridad de la fuerza de trabajo
sobre el crecimiento
económico sugieren que el nivel educativo tiene un impacto diferente dependiendo del grado de desarrollo
económico (Petrakis y Stamatakis,
2002 y Loening, 2005)34. Sin embargo, en una sociedad
donde los conocimientos,
la ciencia y la tecnología juegan un papel importante, no se puede permitir
la reproducción de condiciones de riesgo e inestabilidad extremos. En este contexto, las instituciones de educación superior
tienen un rol trascendental, sobre todo si pueden llevar a cabo cambios fundamentales
en sus modelos de formación, de aprendizaje y de innovación (Didriksson, 2008).
Para ello, el análisis de la estructura de la formación por perfil de especialización también es relevante. A nivel internacional, estudios empíricos sostienen
que la formación técnica
ejerce un mayor impacto sobre el crecimiento
que
los estudios de carácter
“humanístico” (De Ferranti, 2003; De la Fuente y Domenech, 2005 y Bloom et. al, 2005), en la medida que mejora la adaptabilidad a los cambios de productos, tecnologías y formas de
organización, necesarios para acompañar los procesos intensivos de industrialización, primero de adopción y adaptación y luego de innovación tecnológica. Por su parte, Katz (1993) refiere la necesidad
de insistir en la capacitación
en ciencias e ingeniería para entendérselas con nuevas
tecnologías,
complejas
y
en
rápida
evolución,
como las
34 Según Patrón y Vaillant (2011), la relación entre el stock
de
trabajo calificado y no calificado es un elemento importante
para el desarrollo, mientras que
el impacto de la política educativa
sobre dicho ratio depende de la asignación de recursos entre los niveles educativos. Su análisis muestra que las reglas
observadas usualmente violan la condición de maximización por asignar niveles por encima del optimo al
nivel de educación superior.
vinculadas al paso de la electromecánica
a la
electrónica en los procesos de diseño y
producción35.
Al
respecto, en el 2008, la Mesa Redonda de Empresarios
Europeos identificó como
esencial para el crecimiento económico
de la
región, el interés de los jóvenes en Matemáticas, Ciencias
y Tecnología (MCT), considerando que el mantenimiento de
la posición competitiva de Europa a nivel internacional, requiere
de la formación de un mayor porciento de estudiantes en estas áreas
(ERT, 2008).
Según Becker y Murphy (1992), mientras mayor es el grado de especialización
del trabajador, mayor es su productividad, lo cual se encuentra limitado por los costos de
coordinación de la fuerza de trabajo especializada.36 Según los autores, dichos costos
determinan a su vez la estructura de las empresas y
su localización geográfica.
De acuerdo con Baumol (1990), la existencia de sociedades con altos niveles educativos pero con bajo crecimiento económico puede atribuirse a la distinta valoración que se
realice de la actividad productiva como generadora de riqueza. En particular, en sociedades
en que la gestión empresarial-productiva sea valorada igual o menos que otras actividades
no productivas, el crecimiento
económico será menor para el mismo nivel de capital humano y de I+D
(Fuentes y Vatter, 1991).
Al
respecto, Murphy et al. (1991) presentan un modelo simple de composición
del talento en una economía. Según los autores,
en las actividades rentistas la retribución
privada proviene de la redistribución
de riqueza y no de su creación. Por tanto, si los retornos de actividades rentistas son relativamente superiores, las habilidades empresariales
se desplazarán hacia esos sectores, inhibiendo el crecimiento económico por tres vías
fundamentales.
En primer lugar, la expansión
de estos sectores absorbe trabajadores y recursos que pudieran destinarse a actividades más
rentables.
En
segundo
lugar,
el
impuesto inducido por dicho sector sobre el sector
productivo reduce
los incentivos a la producción y por tanto reduce el ingreso. Finalmente, si las personas
más talentosas se
35 La
importancia de este aspecto se exacerba por el desarrollo de las llamadas “tecnologías convergentes”,
que forman parte de la dinámica contemporánea del desarrollo
científico-técnico y que hacen referencia a la
combinación sinérgica de
diferentes tecnologías transformadoras: (a) nanociencia y nanotecnología; (b) biotecnología, biomedicina e ingeniería
genética; (c) tecnología
de la información, incluyendo comunicación y computación
avanzada y (d)
ciencias cognitivas,
incluyendo la neurociencia cognitiva (Vessuri, 2008).
36 Para los autores, los costos de coordinación se derivan de los conocidos conflictos del agente principal,
rupturas en la oferta y problemas de comunicación.
vuelven rentistas, la habilidad empresarial
se reduce y por tanto la tasa de progreso
tecnológico y el crecimiento son
menores.
Estas implicaciones
teóricas son validadas empíricamente
mediante una regresión de
crecimiento para una muestra de 91 países en el período
1970 – 1985. Los resultados obtenidos reflejan que una mayor participación de los graduados
de ingenierías incrementa
el crecimiento económico mientras que una proporción mayor de graduados en leyes lo reduce significativamente. El mismo análisis
para una submuestra
de 55 países con más de 10 mil estudiantes confirma los resultados previos. Tomando esto como base, los autores
argumentan que el sesgo en la composición de la fuerza de trabajo en Estados
Unidos en leyes y servicios financieros puede ser una de las causas
que explican el enlentecimiento de
la productividad de ese país en esos años.
Según Pritchett (1996), los problemas de composición entre especialidades parten de la divergencia entre los rendimientos sociales y privados de la educación.
En ese sentido, el autor sostiene que la formación de habilidades cognitivas relacionadas
con actividades rentistas puede ser
privadamente mejor remunerada
pero enlentece el crecimiento.37
Con esta intuición, Barro (1999) incorporó
los resultados de exámenes internacionales en una regresión de crecimiento, obteniendo que los resultados en ciencias y matemáticas están positivamente relacionados con el crecimiento económico mientras que los de
los test de lectura no fueron significativos.
Vale señalar que ello pudiera reflejar dos ideas
importantes. Por una parte,
que la lectura representa un nivel básico
ya superado por la
mayor parte de las economías y que no explica las tendencias
actuales de crecimiento. Por otra,
asumiendo que las habilidades
de este tipo favorecen
el aprendizaje de materias más
complejas, podrían atribuirse a problemas de multicolinealidad
entre las variables,
absorbiendo los conocimientos de matemáticas y ciencias parte del poder explicativo de la
lectura. En ese sentido, una interpretación
ligera de los coeficientes podría implicar
decisiones incorrectas de política
educacional.
Por
su parte, Sequeira
(2007) tiene en cuenta la composición
del capital humano para determinar su impacto en
el
crecimiento económico. Mediante un modelo
de I + D
37 El
autor afirma que el hecho de que el 50% de los universitarios en Arabia Saudita en 1988 estudiaran Humanidades, Religión y Teología, elevó el nivel educativo de la población pero no incrementó el producto por trabajador.
creciente en la variedad
de productos, el autor predice una relación
positiva entre el nivel
de producción y su tasa de crecimiento
con medidas de la composición
del capital humano.38 Sus
resultados empíricos para tres subperíodos (1970 – 1979,
1980 – 1989 y 1990 - 1997) confirman que las medidas utilizadas están positivamente relacionadas con el
crecimiento y con el nivel de PIB per cápita. Igualmente, dependiendo del costo adicional para la formación
en especialidades altamente tecnológicas, la dotación de capital humano
de este nivel se reduce, con un
impacto negativo sobre el
crecimiento.
Como ha podido observarse, la composición de la fuerza de trabajo calificada
es de suma importancia a la hora de analizar
el crecimiento y el nivel de producción de las economías.
Asimismo, la literatura
consultada sugiere que la formación en especialidades
técnicas (matemáticas e ingenierías)
tiene un impacto mucho mayor en la tasa de crecimiento
económico, lo que tiene
significativa trascendencia para la política
educativa de los países.
Sin
embargo, desde el punto de vista de este trabajo, el impacto de los diferentes
tipos de especialización está condicionado por la definición de la estructura productiva y su nivel de
complejidad tecnológica. Si la velocidad en la formación de profesionales en ciencias técnicas es considerablemente mayor que la velocidad del cambio técnico
y de la estructura
sectorial de la economía hacia ramas intensivas en dichos niveles de calificación
y especialización, se genera
un sesgo de sobreeducación
de la fuerza de trabajo, que se
refleja en una mala asignación de los recursos laborales al no poder ser ubicados
en aquellos puestos
en los que serían realmente productivos. De ahí que sea necesario
evaluar este aspecto
con mayor detenimiento.
Continuará