Desde finales de la década del ‘80 del pasado siglo, con el derrumbe del campo socialista en Europa del Este, quedó claro que la especialización y el intercambio equitativo, al amparo del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), no era la solución para el desarrollo y el futuro de esta Isla del continente americano.
Cuba siguió apostando por la misma ideología, a un alto precio, con pérdida de la calidad de vida y un deterioro ético – moral, asociado a la crisis económica que propició el resurgir de prácticas y conductas que iban en detrimento de valores que, desde 1959 y hasta ese momento, se enarbolaban como victorias sociales.
La prostitución, el proxenetismo y la mendicidad se insertaron en nuestra realidad, con etapas de más o menos esplendor. También se introdujo el concepto de economía de guerra en tiempos de paz, bajo el eufemismo de “periodo especial”.
Cambios constitucionales para incorporar la inversión extranjera, la despenalización de la tenencia de divisas y la reaparición del sector no estatal fueron, entre otras, medidas adoptadas; si bien no lograron eliminar del vocabulario de los cubanos la frase “tú te acuerdas…”, en evocación a tiempos mejores, trajeron cierto alivio, o al menos, así lo experimentó la mayoría; aunque los salarios seguían siendo insuficientes y las tiendas en divisas no constituían una solución al alcance de todos, pero se contaba con ofertas estatales en moneda nacional.
Desde ese entonces, sustituir importaciones, buscar la eficiencia empresarial y conseguir el autoabastecimiento alimentario forman parte del discurso estatal, lo que junto al desarrollo de la ciencia y la innovación deben ser pilares del desarrollo de la nación.
Lo cierto es que, a mediados de la cuarta década, tras la debacle del campo socialista, seguimos como un proyecto oral, en el que se repiten las mismas palabras, recicladas, modernizadas, con un tufillo de renovación que no remueve las esencias ni nos acerca a soluciones definitivas, autónomas y sostenibles.
Hay que darle mérito a la pandemia, la Covid-19 incidió sobre la economía mundial, y para nosotros, los efectos estuvieron acompañados del innegable recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos a Cuba.
En julio de 2024, en sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), el primer ministro Manuel Marrero Cruz reconoció que la estrategia de Gobierno para reimpulsar la economía no avanzaba al ritmo esperado y admitió “las insuficiencias propias” como la causa interna de mayor peso; asimismo, señaló que “estamos en economía de guerra”.
Tal concepto “aplica en momentos históricos…, sean o no conflictos armados, o en periodos de extrema autarquía, y que tiene por objetivo mantener el funcionamiento de las actividades económicas indispensables para un país, procurar el autoabastecimiento…”.
El racionamiento para limitar el consumo es una de las primeras medidas, pero eso ya lo teníamos adelantado desde el 19 de marzo de 1962, con la libreta de abastecimiento, -que iba a ser temporal-, pero seguimos sujetos a ella, con un decrecimiento notable en cuanto a productos, cantidad y estabilidad, parece que la bonanza se resiste a esta región insular.
También se requiere, en esos contextos, control monetario para evitar la hiperinflación y favorecer la autarquía, según expertos, es época propicia para el desarrollo de tecnologías e innovación con recursos propios y a bajo costo.
Es evidente que poco hemos avanzado en tales propósitos, razón demás, para que congresos, eventos, simposios y sucedáneos se eliminen, y de paso, los gastos que generan. La ciencia es más que intercambios teóricos (no, no olvido las vacunas), pero se esperaría más, tras 35 años de asumir preceptos de la economía de guerra.
Lo más preocupante es que tal concepto aplica para la austeridad cotidiana de la población, y no se han eliminado gastos superfluos: una nación centrada en la sobrevivencia no ha de permitirse eventos deportivos, culturales, ferias, exposiciones, actos… y la lista podría ser mucho más extensa.
Durante la V Feria de Hostelería y Restauración, Marrero Cruz ofreció declaraciones a la prensa en las que aseguró que esos eventos son autofinanciados; pero no sucede igual con los nacionales, costeados con el presupuesto y a sabiendas de que poseemos un déficit fiscal millonario.
La transparencia económica es mucho más que un comentario o aseveración en voz autorizada, y de esa estamos necesitados los cubanos, porque tanto esfuerzo cotidiano, sacrificios, renuncias merecen, al menos, la recompensa de saber dónde, cómo y en qué se emplea el dinero de este país.
Porque si una feria internacional genera ingresos cuya cuantía no se revierta en toda la nación, pues entonces hay que valorar aspectos tan precisos como cuántos hogares se encenderán con la energía que se consumirá en ese recinto, y más allá de amortizar los gastos, valorar el impacto político sobre los cubanos que día a día se empeñan en sostener la esperanza de que saldremos adelante, lo que se hace difícil en un contexto de medidas impopulares e ineficaces tomadas fuera del momento oportuno. Y si vamos a hablar de autarquía, ¿cuánto hay de ella en la sostenibilidad diseñada a partir de los emigrados? Nada.
Apostar por la autonomía se escapa de un discurso, se necesitan estrategias sólidas y coherentes que nos conduzcan hacia ese camino, y para ello precisamos más que cierta cantidad de hectáreas de yuca, boniato o plátano. No faltan los ejemplos de materias primas nacionales existentes que se importan por una inadecuada distribución de la energía para su obtención, o porque el funcionario ministerial que viaja para concertar el contrato no lo hace de manera objetiva.
Y ahí, hay otra fuga de capital: la corrupción. Seguimos sin conocer la magnitud de los errores de directivos nacionales destituidos de sus cargos, el destino de los impuestos, cuidadosamente desglosados, y de toda actividad económica.
Porque en esta guerra silenciosa, todos estamos implicados, y hemos de saber con qué y cómo vamos a salir de ella. La confianza se construye sobre franqueza y honestidad, esas las necesitamos con creces en estos tiempos, para estar seguros de que estamos abriendo trincheras de combate y no catacumbas.
Quien te quiere, aunque no lo diga, te cuida y protege. Hoy hay muchas evidencias de desamparo en nuestra Cuba, herida, desgastada, consumida, pero viva, aunque a veces cueste encontrar los signos vitales de este organismo vivo que es la sociedad.
Desear una existencia plena no puede seguir identificándose como un signo de blandenguería, al contrario, es ahí donde están los rescoldos de una llama que necesita encenderse y propagarse.
Comentario HHC: En mi criterio la economía de guerra solo existe
parcialmente. Se han cometido muchos errores de política económica no
analizados crítica y autocríticamente y por tanto, no se han
rectificados, ni se ha pedido y exigido cuentas a los responsables, y muchos de
ellos, ademas, siguen en sus cargos, haciendo palidecer la política de cuadros que ha
seguido la revolución en toda su historia, recordar que es la columna
vertebral. Pareciera que las " mieles del poder" ¿nos están afectando
a lo interno, en algunos niveles?.
Se ha confundido la Planificación estratégica del país, con
la toma de decisión centralizada al detalle, de toda la economía, que impera, como si por
ejemplo, los precios internacionales no cambiaran cada segundo, por lo que las
resoluciones de precios que se demoran en salir oficialmente hasta meses,
cuando entran en vigor, ya están divorciadas de la realidad, y no son
operativas, racional y funcionales, muchas de ellas.
La teoría del Marxismo se ha tirado a mejor vida en muchos
aspectos, aquello de que el ser social determina la conciencia social, lo
estamos viviendo, como resultado, con una economía que no satisface las necesidades
primarias del individuo, con unos valores morales cada vez más deteriorados en
una parte cada vez más amplia de la población. Ni en la década del 90 habría
tanta disfuncionalidad social.
Las MiPymes privadas, surgieron y continúan, en la
ilegalidad del mercado cambiario, y al aprobarlas de facto, el Estado validó las
contravenciones a la ley. No hay que ir contra las Pymes, sino crear el mercado cambiario. Tendrá un costo político y económico, pero solucionará la
principal distorsión del funcionamiento de la economía, que hoy está al libre albedrío.
Nos gusta tomar medidas en la esfera de la circulación una y
otra vez, sin tener en cuenta la de la producción, que es lo primario. En ello
la descentralización de autoridades juega un papel fundamental, como hizo Fidel en
la pasada década del 90.
Las inversiones que son la base, el punto de partida, para
lograr producciones sostenibles en el tiempo, pues ha estado a espaldas a las
necesidades primarias de la población durante bastante tiempo, léase alimentos, electricidad, transporte,
etc. El Turismo, el mayor receptor desde hace décadas de esas inversiones, no ha podido alcanzar ni
ser ni el motor de la locomotora, ya no de la economía, a pesar de ser un
sector de ventajas competitivas para nuestro país.
El problema ha radicado, en que no se han aprovechado
lo creado con miles de millones de usd invertidos, y que se sigue invirtiendo,
un gigantismo que no obedece a las necesidades como nación.Lo que lleva años gestionandose sin tener en cuenta criterios económicos, financieros y operacionales en este sector. Lo reitero,
el Turismo en sus mejores tiempos, con mas de 3 000 millones de usd de ingresos
anuales, no ha alcanzado los 2 000 millones de usd de utilidad, para importar,
por ejemplo, los alimentos que necesitamos anualmente. Y hoy estamos distantes
de esas cifras. En cambio, esos 2 000 millones de usd en
importación, habría que analizar si alcanzara para invertirlo en producir en el pais, los
alimentos que importamos y obtendríamos mayores volúmenes. Todo parece indicar
que si, según la IA, validadas por fuentes creíbles y resultados.
El bloqueo de EEUU solo será eliminado cuando seamos una
plaza altamente productiva. El enemigo con nuestra dependencia externa, sabe que nos afecta mas. Todo sigue dependiendo de nosotros a lo interno. Muchos paises quisieran tener los recursos naturales que tenemos. Es un mito muy dañino seguir diciendo que no tenemos recursos naturales.
Por otra parte, de facto tenemos tres economías: - La estatal y
presupuestada, la militar y las MIpymes, todas con sus características e
independencia de funcionamiento. La primera, es la que debe predominar por su
eficiencia, y no está así ocurriendo, y necesita una transformación radical en
muchos aspectos para que su sistema empresarial sea eficiente, seguimos esperando por la ley de empresas sin prisa y con pausa. El sector
presupuestado debe racionalizarse radicalmente su burocracia excesiva,
modernizarse y prestar mejores servicios a menores costos (educación sobre
todo) y también la salud.
La última, las MiPymes, que parece la más dinámica, y han
resuelto problemas, pero su ilegalidad y concentración de riquezas son
incompatible con la moral y los objetivos como nación, y cómo están funcionando
propician la corrupción de facto. No son culpables del todo , porque no existe
un mercado cambiario y unico controlado por el estado que refleje la realidad de la economía y eso es
responsabilidad del estado.
El mercado cambiario único, flotante y de control estatal,
pasa por ser el eje esencial para el funcionamiento de la economía. Es ya la
condición SINE QUA NON para otras transformaciones.
Los sectores de la economía que debieran priorizar las
inversiones son: alimentación, generación eléctrica, transporte, en ese orden,
hasta satisfacer las necesidades en una primera etapa, el sector electrico ya ocupó el primer lugar al cierre del I semestre 2025. Con ello, se empezarán a
resolverse los problemas de la economía, claro está se necesitan paralelamente transformar,
diseñar e implementar , los mecanismos de funcionamiento adecuado de la economía, que
detecte y permita actuar a tiempo, e incrementar sostenidamente la
productividad del trabajo de manera constante. Todo lo que sea ajeno al voluntarismo y ocurrencias negativas no validadas por la práctica, ni la ciencia.