En El Capital, Carlos Marx expone estas consideraciones: “La mercancía es en primer término, un objeto externo, una cosa apta para satisfacer necesidades humanas, de cualquier clase que ellas sean”.2
“Un objeto puede ser valor de uso sin ser valor (...)”. “Para producir mercancías, no basta producir valores de uso, sino que es menester producir valores de uso para otros, valores de uso sociales”.3
“Para ser mercancía, el producto ha de pasar a manos de otro, del que lo consume, por medio de un acto de cambio”.4
Las relaciones mercantiles surgen de la economía mercantil en la cual los productos del trabajo que satisfacen necesidades humanas adquieren el carácter de mercancías. La esencia de la economía mercantil no es la circulación de mercancías, sino la producción de mercancías.
En la esfera de la producción es donde está la raíz de la economía mercantil y por tanto, la producción mercantil no define las relaciones de producción de un régimen social dado sino que, al contrario, el contenido de estas relaciones de producción le dan un carácter determinado a las relaciones mercantiles.
Así, la producción mercantil no existe en un sólo tipo de régimen social, sino que puede desarrollarse en sociedades de distintos tipos de relaciones de producción.
A la producción mercantil le es inherente la existencia de la ley del valor, la cual rige como tendencia, en el sentido de que dos mercancías que se intercambian lo hacen sobre la base de iguales magnitudes de valor, donde se materializan o cristalizan iguales cantidades de tiempo de trabajo socialmente necesario.
El descubrimiento de la esencia de la mercancía y del con-tenido de las relaciones mercantiles corresponde a Carlos Marx, quien profundizó su investigación al respecto en su gran obra: El Capital.
Marx expuso en esta obra que la división social del trabajo es la condición de vida de las mercancías, aunque esto solo no basta para que ellas existan. Es necesario, además, que las mercancías sean los productos de trabajos privados independientes los unos de los otros.
Bajo el tropel de los diversos valores de uso o mercan-cías, desfila ante nosotros un conjunto de trabajos útiles no menos variados, trabajos que difieren unos de otros en género, especie, familia, subespecie y variedad: es la división social del trabajo, condición de vida de la producción de mercancías, aunque esta no lo sea a su vez, de la división social del trabajo.
Así por ejemplo, la comunidad de la India antigua, supone una división social del trabajo, a pesar de lo cual los productos no se convierten en mercancías.
O, para poner otro ejemplo más cercano a nosotros: en toda fábrica reina una división sistemática del trabajo, pero esta división no se basa en el hecho de que los obre-ros cambien entre sí sus productos individuales. Solo los productos de trabajos privados, independientes los unos de los otros, pueden revestir en sus relaciones mutuas el carácter de mercancías.5
Marx vio a la división social del trabajo como la condición de las relaciones mercantiles; y al trabajo privado independiente, dado por la propiedad privada sobre los medios de producción, como la causa directa de la producción mercantil.
En su estudio sobre la economía mercantil, Carlos Marx investigó profundamente su manifestación en el régimen capitalista de producción. Ello estuvo determinado, entre otras, por dos razones principales: en primer lugar, Marx vivió en la era del capitalismo, por lo cual el desarrollo de la lucha revolucionaria exigía una explicación exhaustiva y profunda de los mecanismos de funcionamiento de este régimen en aras de encontrar las fuerzas sociales capaces de destruirlo y construir, a su vez, una sociedad libre de explotación.
Conjuntamente con esto, es en el capitalismo donde las relaciones mercantiles adquieren su más elevado desarrollo histórico. La cima en el desarrollo de la economía mercantil se alcanza en el capitalismo, donde todo se convierte en mercancía, incluso la propia fuerza de trabajo. En ninguna sociedad anterior al capitalismo la fuerza de trabajo era una mercancía. Aquí reside la diferencia esencial entre el capitalismo y los anteriores regímenes explotadores: es en el capitalismo donde la fuerza de trabajo es una mercancía y por tanto, el plusproducto se convierte en plusvalía.
Este hecho de que Marx estudiara más profundamente la producción mercantil en una de sus manifestaciones históricas concretas, en el capitalismo, puede dar base a la idea de que las relaciones mercantiles son inherentes solamente al régimen capitalista y por lo tanto, a un régimen que se caracteriza por la existencia de la explotación del hombre por el hombre y de la propiedad privada sobre los medios de producción. Invirtiendo el orden de las ideas, de esta última concepción pudiera entonces deducirse, erróneamente, que donde existen las relaciones mercantiles, existen inevitablemente la explotación del hombre por el hombre y la propiedad privada sobre los medios de producción.
Lo cierto es que las relaciones mercantiles no están atadas en su existencia a ningún régimen social en particular. La producción mercantil no determina el modo de producción don-de se manifiesta sino, al contrario, el contenido del modo de producción determina las características de la producción mercantil en ese momento histórico de su manifestación.
Al inicio de su existencia, en las antiguas comunidades humanas, las relaciones mercantiles y la ley del valor se manifestaban en lo que Marx llamó la forma simple, concreta o fortuita del valor. En sus orígenes, esta forma comenzó a tener lugar, no entre los individuos dentro de una comunidad, sino entre una comunidad y otra comunidad. Este hecho histórico tiene una importancia trascendental para comprender el papel de las relaciones mercantiles en el socialismo, pues en aquellos primeros momentos del surgimiento de las mercancías, todavía no existía la propiedad privada sobre los me-dios de producción, ni la explotación del hombre por el hombre. Estas características de la producción mercantil vinieron después, con la disolución de las comunidades primitivas, a lo que ayudó la existencia de la propia mercancía surgida en el intercambio entre comunidades, que basaban su economía en la propiedad común de sus miembros sobre los medios de producción.
Al respecto, Marx expresó: "El intercambio de mercancía comienza allí donde termina la comunidad, allí donde esta entra en contacto con otras comunidades o con los miembros de otras comunidades. Y tan pronto como las cosas adquieren carácter de mercancías en las relaciones de la comunidad con el exterior, este carácter se adhiere a ellas también, de rechazo, en la vida interior de la comunidad".6
Y Engels anotó:
"Todos sabemos que en los comienzos de la sociedad los productos son consumidos por los propios productores y que estos se hallan organizados de un modo elemental en colectividades más o menos comunistas; que el intercambio del sobrante de estos productos con gentes extrañas a la comunidad, que inicia la transformación de los productos en mercancía, es de fecha posterior y que primeramente solo se efectúa entre distintas comunidades y tribus diferentes, hasta que más tarde se opera ya dentro de la comunidad misma, contribuyendo esencial-mente a su disolución, en grupos familiares más o menos grandes".7
Una vez surgidas, las relaciones mercantiles inciden en la disolución de las comunidades gentilicias y en su transformación en sociedades clasistas basadas en la propiedad privada sobre los medios de producción y la explotación del hombre por el hombre. Pero en estas sociedades que siguieron inmediatamente a la comunidad primitiva, la producción de mercancías no ocupaba todavía el lugar central que adquiriría más tarde. En aquella sociedad la economía se basaba en la explotación esclavista, con una producción fundamentalmente de tipo natural.
No obstante, una parte creciente de su economía era aportada por la pequeña producción mercantil.
Así, las relaciones mercantiles y sus categorías inherentes, como la ley del valor, adquieren su primer desarrollo dentro de las sociedades esclavistas, en la forma de pequeña producción mercantil o de producción simple de mercancías, en la cual no estaba presente la explotación del hombre por el hombre, aunque ya se basaban en la propiedad privada sobre los medios de producción.
El propietario de los medios de producción era, a su vez, trabajador-productor y no explotaba trabajo ajeno sobre la base de su propiedad sobre los medios de producción, los cuales utilizaba para elaborar las mercancías.
(...) el cambio de mercancías data de una época anterior a toda la historia escrita y que en Egipto se remonta, por lo menos a 3 500 y acaso a 5 000 años, en Babilonia a 4 000, y tal vez, a 6 000 años antes de nuestra era (a. n. e.). La ley del valor rigió, pues, durante un período de cinco a siete mil años.8
Aquí Engels se refiere a la manifestación pura de la ley del valor que rige para todo el período de la producción simple de mercancías hasta el momento en que ésta es modificada por la aparición de la forma de producción capitalista.
Hasta entonces, los precios gravitan con arreglo a los valores determinados por la ley de Marx y oscilan en torno a ellos, y cuanto más se desarrolla en su plenitud la producción simple de mercancías, más coinciden los precios medios con los valores tomando períodos largos, no interrumpidos por perturbaciones violentas exteriores y dejando a un lado el margen de lo despreciable.9
Las características de las relaciones mercantiles y la manifestación de la ley del valor no son las mismas a lo largo de su desarrollo histórico y se modifican en la medida en que existen en uno u otro régimen social.
El hecho de que la producción mercantil dura varios miles de años a lo largo de distintos modos de producción está desarrollado, entre otras de sus obras, por Marx en El Capital y por Engels en el Anti-Dühring.
Esta idea está presente en el desarrollo lógico de las cuatro formas del valor analizadas en El Capital* y que reflejan el propio desarrollo histórico de dichas formas. La existencia de las relaciones mercantiles es anterior al surgimiento del capitalismo.
La circulación de mercancías es el punto de arranque del capital. La producción de mercancías y su circulación desarrollada, o sea, el comercio, forman las premisas históricas en que surge el capital. La biografía moderna del capital comienza en el siglo XVI, con el comercio y el mercado mundiales.10
Por todo lo anteriormente expuesto podemos concluir que, en sus orígenes, las relaciones mercantiles existieron sin propiedad privada sobre los medios de producción y sin explotación del hombre por el hombre.
Teniendo esto en cuenta podemos adelantar que, teóricamente, es posible que en el socialismo —régimen social, en su esencia, sin propiedad privada sobre los medios de producción y sin explotación del hombre por el hombre— existan las relaciones mercantiles. Más adelante explicaremos las condiciones concretas en que esta posibilidad se convierte inevitablemente en realidad.
En el análisis acerca de las relaciones mercantiles, ocupa un destacado lugar el estudio de la ley del valor y sus manifestaciones prácticas.
La ley del valor, mediante la cual las mercancías se intercambian sobre la base de iguales magnitudes de valor, o sea, de iguales cantidades de trabajo socialmente necesario materializado en ellas, no se manifiesta pura en todas las épocas históricas.
Engels subrayó que la manifestación pura de la ley del valor —cuando el precio por el que se venden las mercancías coincide con su valor— tiene lugar en el período de la producción simple de mercancías.
El surgimiento del capitalismo, a partir del siglo XVI d. n. e., comienza a modificar esa manifestación pura de la ley del valor. Con el desarrollo de la libre concurrencia en un capitalismo más avanzado, aunque sin llegar a su fase imperialista, los precios de las mercancías ya no constituyen directamente la magnitud del valor de estas, sino de su precio de producción. Marx investigó este fenómeno en El Capital y definió correcta-mente que la movilidad de los capitales entre las ramas de la economía, persiguiendo la mayor ganancia en un marco de libre concurrencia, determinaba la formación de una cuota general de ganancia y una ganancia media para los capitales de igual magnitud.
Así, el precio de la mercancía adoptaba una forma transfigurada del valor y se convertía en el precio de producción, que se define como el precio de costo o costo de producción más la ganancia media. No obstante esta modificación de la ley del valor, queda en pie el hecho de que los precios de las mercancías vienen determinados por el valor de estas.
(...) la suma de las ganancias obtenidas en todas las esferas de producción deberá ser igual a la suma de las plusvalías y la suma de los precios de producción del producto total de la sociedad, igual a la suma de sus valores.11
Al surgir la fase monopolista del capitalismo, cuando este se convierte en imperialismo, la manifestación de la ley del valor sufre una nueva modificación. Con el surgimiento del monopolio y las trabas que este impone a la libre concurrencia de los capitales, el precio de producción se convierte en precio de monopolio, el cual incluye no solamente el valor de la mercancía sino, además, la superganancia monopolista. No obstante esta nueva modificación de la ley del valor, ella continúa rigiendo los intercambios de mercancía los cuales tienen lugar reflejando los valores de las mercancías que, aunque no se manifiestan directamente en la superficie del fenómeno del intercambio, rigen todo el movimiento de las mercancías desde una posición subyacente.
Con estas consideraciones acerca de las modificaciones de la acción de la ley del valor a lo largo de su desarrollo histórico queremos destacar que si el precio de una mercancía no coincide exactamente con su valor en un momento determi-nado, ello no significa que la ley del valor no está actuando; en realidad dicha ley actúa y rige el intercambio de las mercancías, pero de una manera indirecta.
Asimismo, en el socialismo, cuando el Estado planifica centralmente el desarrollo económico social y los hombres influyen conscientes en dicho desarrollo, no por ello deja de existir la ley del valor.
La acción de la ley del valor, en las condiciones del socialismo, está dirigida por el hombre mediante la política económica del Estado socialista. Aquí los precios pueden diferir de los valores de la mercancía, pero no de una manera arbitraria, sino en concordancia con la ley del valor, que es utilizada conscientemente por el hombre pero que, por ello, no deja de existir. Se hace necesario tenerla en cuenta a la hora de planificar conscientemente el desarrollo económico; si la ley del valor no se tiene en cuenta en la planificación, los resultados en la economía pueden ser distintos a los que se ha propuesto el planificador y a veces, son hasta totalmente contradictorios a los objetivos planteados.
Examinemos ahora las opiniones de Marx y Engels acerca de la existencia de las relaciones mercantiles y de la ley del valor en el socialismo.
Como decíamos más arriba, Marx elaboró su concepto de mercancía y de valor a partir del desarrollo que habían alcanzado estas categorías en el capitalismo. También, aunque en menor escala, abordó estos conceptos y sus manifestaciones en el periodo de la pequeña producción mercantil. En este sentido es conveniente subrayar que Marx no pretendió hacer una teoría absoluta del valor, sino que descubrió la esencia del valor en el capitalismo y en el régimen de la pequeña producción mercantil.
Al respecto, es importante destacar unas ideas de Engels expuestas en su crítica al Sr. Eugene Dühring y el concepto de este acerca del “valor absoluto de las cosas económicas”.12 Abordando esta cuestión, Engels define el valor de las mercancías estudiado por Marx, con las palabras siguientes:
(...) el valor de las mercancías, es decir, de los objetos que dentro de una sociedad compuesta de productores privados, son creados por estos productores y en interés y por cuenta suya, cambiándose los unos por los otros. No se trata pues, ni mucho menos, del “valor absoluto”, donde quiera que este se albergase, sino del valor que rige en una determinada forma de sociedad. Este valor, en esta concepción histórica determinada, resulta ser creado y medido por el trabajo humano encerrado en las diferentes mercancías, trabajo humano que, a su vez, resulta ser, pues, el gasto de la simple fuerza humana de trabajo (...)13 (...) Precisamente merced a esa su oscuridad completa (Dühring, N.A.) confunde el valor de las mercancías, que es la que Marx, por el momento, se limita a indagar aquí, con el “costo propio natural”, concepto (de Dühring, N.A.) que no hace más que delatar la oscuridad de su inventor, y hasta con el “valor absoluto”, que hasta hoy, que nosotros sepamos, no ha tenido curso en la economía en ninguna parte. Pero sin meternos a averiguar qué es lo que el Sr. Dühring entiende por el “costo propio natural”, ni cual de sus cinco clases de valor tiene el honor de representar el papel del valor absoluto, podemos afirmar con plena seguridad que Marx no se refiere para nada a todas esas cosas, sino pura y simplemente al valor de las mercancías; y que en toda la sección de El Capital con-sagrada al estudio del valor, no se encierra ni la más leve alusión a que Marx crea aplicable —ni en qué medida si es que la cree— su teoría del valor de las mercancías a otras formas de sociedad.14
Marx y Engels supieron ver el futuro de la producción mercantil y del valor de los productos en el comunismo. Aprecia-ron correctamente que una vez sustituido el capitalismo, la producción mercantil tiende a desaparecer.
Partiendo de ello, expresaron que en el socialismo no existirán las relaciones mercantiles y que estas desaparecerían cuando terminara el capitalismo.
El desarrollo histórico posterior precisó determinadas modificaciones a estas concepciones de Marx y Engels. Vale la pena destacar aquí que los propios fundadores del marxismo no consideraban sus ideas como un dogma, sino como una guía para la acción.
La generalización teórica, a partir de la práctica y del pensamiento anterior no se plasma directamente en la manifestación histórico-concreta del fenómeno dado.
El pensamiento no es la realidad misma, sino el reflejo de esa realidad en la conciencia de los hombres. De aquí que una teoría correcta pueda manifestarse de otra forma en la práctica, en un momento histórico distinto, sin que por ello la teoría sea errónea y deba rechazarse. Su verdad está en otro plano de la generalización, es relativa en tiempo y espacio, y no necesariamente se manifiesta de manera directa en la realidad concreta.
Esto es lo que ocurre con las ideas de Marx y Engels en cuanto a la desaparición de las relaciones mercantiles cuando cesa el capitalismo. Tienen razón en el plano más general y abstracto en el sentido de que, como tendencia, en la sociedad comunista llega un momento en que la producción mercantil cesa por completo y son otras formas de producción y distribución las que rigen la vida social. Pero esta realidad no se manifiesta de forma abrupta e inmediata cuando la clase obrera toma el poder político e inicia la construcción del socialismo, sino mediante un desarrollo histórico más o menos largo, que abarca tanto el período de transición del capitalismo al socialismo como el socialismo, primera fase de la sociedad comunista. Marx y Engels no abordaron en sus estudios los pasos y etapas por las que transcurriría la desaparición de la producción mercantil en la sociedad comunista; se concentraron en la fundamentación del destino final de la producción mercantil en el comunismo: su desaparición.
Marx y Engels definieron tres etapas en la construcción de la sociedad comunista a partir del régimen capitalista. Estas etapas son las siguientes:
• Período de transición del capitalismo al socialismo.
• Socialismo, primera fase o fase inferior de la sociedad comunista.
• Comunismo, fase superior de la sociedad comunista.
La cuestión está en que si bien es cierto que Marx y Engels diferenciaron entre sí el período de transición del capitalismo al socialismo y las dos fases de la sociedad comunista, no investigaron en detalle, de acuerdo al momento histórico que les tocó vivir, las particularidades de estos períodos y fases intermedias hasta alcanzar el comunismo. Debido a ello determinaron correctamente la tendencia de las relaciones mercantiles que debían desaparecer en el futuro comunista, pero no podían esclarecer que en el socialismo, antes de llegar al comunismo completo, las relaciones mercantiles continuarían existiendo con un nuevo contenido, distinto al que tenían en el capitalismo.
Las ideas de Marx en cuanto a cómo se sustituiría la producción mercantil una vez eliminado el capitalismo, están expresadas en El Capital y en su “Crítica al Programa de Gotha”.
En el epígrafe “El fetichismo de la mercancía y su secreto” de su obra cumbre, Marx aborda sus ideas acerca de la organización de la distribución del producto social en “una asociación de hombres libres que trabajen con medios colectivos de producción y que desplieguen sus numerosas fuerzas individuales de trabajo, con plena conciencia de lo que hacen, como una gran fuerza de trabajo social... El producto colectivo de la asociación a que nos referimos es un producto social. Una par-te de este producto vuelve a prestar servicio bajo la forma de medios de producción. Sigue siendo social. Otra parte es con-sumida por los individuos asociados, bajo forma de medios de vida. Debe, por tanto, ser distribuida. El carácter de esta distribución variará según el carácter especial del propio organismo social de producción y con arreglo al nivel histórico de los productores. Partiremos sin embargo, aunque solo sea a título de paralelo con el régimen de producción de mercan-cías, del supuesto de que la participación asignada a cada pro-ductor en los medios de vida depende de su tiempo de trabajo. En estas condiciones, el tiempo de trabajo representaría, como se ve, una doble función. Su distribución con arreglo a un plan social servirá para regular la proporción adecuada entre las diversas funciones del trabajo y las distintas necesidades. De otra parte y simultáneamente, el tiempo de trabajo serviría para graduar la parte individual del productor en el trabajo colectivo, y por tanto, en la parte del producto también colectivo destinada al consumo. Como se ve, aquí las relaciones sociales de los hombres con su trabajo y los productos de su trabajo son perfectamente claras y sencillas, tanto en lo tocante a la producción como en lo que se refiere a la distribución.18
En esta cita, Marx define que las relaciones mercantiles existentes en el capitalismo, serían sustituidas, en el socialismo, por un plan de producción y distribución cuantificado en sus proporciones sobre la base directa del tiempo de trabajo utilizado para confeccionar los productos, y no mediante el valor de las mercancías.
En el mismo sentido se pronunció Marx en su “Crítica al Programa de Gotha”. Aquí expresó:
(...) la jornada social de trabajo se compone de la suma de las horas de trabajo individual; el tiempo individual de trabajo de cada productor por separado es la parte de la jornada social de trabajo que él aporta, su participación en ella. La sociedad le entrega un bono consignan-do que ha rendido tal o cual cantidad de trabajo (después de descontar lo que ha trabajado para el fondo común), y con este bono saca de los depósitos sociales de medios de consumo la parte equivalente a la cantidad de trabajo que ha rendido. La misma cuota de trabajo que ha dado a la sociedad bajo una forma, la recibe de ésta bajo otra forma distinta.
Y continuaba Marx en el texto:
Aquí reina, evidentemente, el mismo principio que regula el intercambio de mercancías, por cuanto este es intercambio de equivalentes. Han variado la forma y el contenido, porque bajo las nuevas condiciones nadie puede dar sino su trabajo, y porque, por otra parte, ahora nada puede pasar a ser propiedad del individuo, fuera de los medios individuales de consumo. Pero, en lo que se refiere a la distribución de estos entre los distintos pro-ductores, rige el mismo principio que en el intercambio de mercancías equivalentes: se cambia una cantidad de trabajo bajo una forma, por otra cantidad igual de traba-jo, bajo otra forma distinta.19
En el mismo sentido abordó Engels este tema en su obra Anti-Dühring. Aquí, Engels plantea que tan pronto la sociedad se adueña de los medios de producción y los aplica a esta socializándolos directamente, el trabajo de cada individuo adquiere de antemano y directamente el carácter de trabajo social. En estas condiciones, subraya Engels, la sociedad ya no tiene que determinar la cantidad de trabajo social encerrada en un producto mediante el método indirecto de darle un valor comparándolo con otro producto, sino que basta calcular cuantas horas de trabajo se contienen en dicho producto. La cantidad de trabajo contenida en los productos se expresará “por su medida natural, adecuada y absoluta: el tiempo (...)” 20
De esta forma, tanto Marx como Engels subrayaron que una vez socializados los medios de producción y la producción misma, el valor y las relaciones mercantiles serían sustituidos por la cuantificación directa del tiempo de trabajo encerrado en los productos; pero no plantearon que la desaparición de la producción mercantil y sus categorías inherentes tendría lugar mediante un período de transición, y que estas existirían, con un nuevo contenido, en el socialismo, primera fase o fase inferior de la sociedad comunista.
En el análisis de las consideraciones de Marx y Engels sobre estos temas hay que tener en cuenta, también, su teoría de la revolución socialista. Ellos concebían que el proceso para sustituir el capitalismo por el socialismo ocurriría más o me-nos simultáneamente en los países capitalistas más desarrolla-dos, que en su época eran, principalmente, Inglaterra, Francia, Alemania y EEUU. Una vez tomado el poder político y económico como resultado de la revolución proletaria en estos países, se iniciaría un período de transición al socialismo en el cual el resto de las naciones del planeta irían transitando ha-cia el nuevo régimen social, apoyados en los países más avanzados que ya serían socialistas. En otras palabras, la teoría de Marx y Engels apuntaba a que los primeros países socialistas del Mundo serían Inglaterra, Francia, Alemania y EEUU y que ello sucedería dentro del siglo XIX y, seguramente, no después del siglo XX.
En estas condiciones, los fundadores del marxismo no preveían la lucha principal entre capitalismo y socialismo como un enfrentamiento entre Estados de países capitalistas y socialistas a escala mundial, sino como el antagonismo interno entre explotadores y explotados en las naciones atrasadas que aún no habían instaurado el modo socialista de producción, ya alcanzado en los países más desarrollados.
El devenir histórico posterior, con el surgimiento del imperialismo como fase monopolista del capitalismo, modificó las condiciones prevalecientes en el régimen burgués analizado por Marx, lo que transformó, de cierta manera, la teoría de la revolución socialista de Marx y Engels en su formulación original. No obstante ello, queda en pie la esencia de las concepciones marxistas sobre esta teoría.
El mérito principal de Carlos Marx en cuanto a la teoría del valor consiste en haber descubierto su esencia explotadora en el capitalismo, elaborando la teoría de la plusvalía, y en haber expuesto que el valor de las mercancías es una categoría histórica al igual que la propia mercancía. Es decir, que la producción mercantil no es algo eterno e inherente a la sociedad humana, sino resultado de determinadas condiciones sociales de producción. Cuando estas condiciones sociales de producción se modifican sustancialmente en determinado sentido, desaparece la producción mercantil y sus categorías, las cuales sólo tienen vigencia durante un período de tiempo en la historia de las sociedades humanas.
En el prólogo de El Capital, Marx planteó que el fin que perseguía esta obra era descubrir la ley económica que preside el movimiento de la sociedad moderna, es decir, de la sociedad capitalista.21
A su vez, Lenin precisó que lo que compone la doctrina de Marx es el estudio de las relaciones de producción de una sociedad históricamente determinada y concreta, el capitalismo, en su aparición, su desarrollo y su decadencia.22
Por tanto, Marx no se planteó como objetivo primario el descubrir la teoría del valor y después su manifestación en el capitalismo, sino al contrario, se planteó descubrir la ley económica que rige el movimiento de la sociedad capitalista y, en este empeño elaboró la teoría del valor y su manifestación concreta en el capitalismo y fundamentó con acierto su desaparición con la socialización de los medios de producción. Marx no precisó totalmente y en detalle la forma y las etapas intermedias en que ocurrirá esta desaparición.
Correspondió a Lenin, posteriormente, sentar las bases para el enriquecimiento de la teoría marxista del valor, para el de
sarrollo de la economía política del socialismo y, con ello, de las características de la producción mercantil en el socialismo, en tránsito hacia su extinción en el comunismo pleno.
8 ,9 Ídem, p. 36. Ídem, pp. 35-36. * Sección I del tomo 1.