"La edificación de la nueva sociedad en el orden económico es también un trayecto hacia lo ignoto". RCR
Fidel
jueves, 12 de octubre de 2017
Cuba y los huracanes: ¿Por qué necesitamos ciencia, tecnología e innovación?
Por: Armando Rodríguez Batista
En este artículo: Biotecnología, Ciclón, Ciencia, Ciencia y Tecnología, Cuba, Desarrollo, Desastres Naturales, Huracán, Innovación, Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba (CITMA)
12 octubre 2017 | 10 |
En este artículo: Biotecnología, Ciclón, Ciencia, Ciencia y Tecnología, Cuba, Desarrollo, Desastres Naturales, Huracán, Innovación, Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba (CITMA)
12 octubre 2017 | 10 |
El reciente paso del huracán Irma nos confirma la necesidad de contar con capacidades nacionales en ciencia y tecnología (potencial humano e infraestructura) en áreas como meteorología, hidrología, energía, ingeniería ambiental, gestión de desastres, cambio climático, entre otras. También nos recuerda que el pueblo cubano vive orgulloso de sus científicos, tecnólogos e innovadores.
La visión de construir una sociedad de hombres y mujeres de ciencia, de pensamiento, que nos inculcó Fidel, se ha impregnado en la cultura y la identidad nacional como rasgo distintivo y propio, también escudo y espada, enaltecedor del proyecto de nación desarrollado por la Revolución.
Esta realidad que para muchos cubanos puede resultar natural, es por el contrario atípica en el contexto de los países del Sur, donde de manera general la investigación científica y tecnológica de alto nivel es percibida como algo que se realiza fuera de sus fronteras. Los “hombres de ciencia” son entonces los expertos foráneos y las agendas de investigación-desarrollo nacionales apenas reflejan las prioridades nacionales y las necesidades imperiosas de las grandes mayorías. La vitoreada Sociedad del Conocimiento es esencialmente una Sociedad Capitalista del Conocimiento, con claras reglas definidas desde el Norte y donde impera la visión neoliberal del desarrollo y la privatización.1
En este contexto, es casi una proeza que las naciones subdesarrolladas cuenten con capacidades nacionales de Ciencia y Tecnología. La mala noticia es que no basta con tenerlas. No basta con la Ciencia. Necesitamos Tecnología. Necesitamos Innovación. Son temas muy estrechamente vinculados, pero a partir de dinámicas complejas, por encima de linealidades aparentes, en las que intervienen multiplicidad de actores y en su sentido más amplio, la sociedad en pleno.
A esta red de instituciones que producen, utilizan y difunden el conocimiento en el entorno nacional, así como a sus interacciones, se le denomina Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. Esta noción de Sistema Nacional de Innovación surge en el contexto de los países del Norte y no refleja las particularidades de las instituciones y sociedades del Sur, pero ha constituido una herramienta de importancia para fomentar el rol de la CTI para el desarrollo nacional, al menos en el ámbito político.
Si asumimos la Innovación como la capacidad para resolver problemas (nacionales, institucionales, personales), la ciencia constituiría entonces un activo mayor, esencial, diferenciador y clave, pero no el único. En muchas ocasiones no el limitante. Para la innovación el nuevo conocimiento es vital, pero lo es también el nuevo uso de conocimiento no necesariamente novedoso. Está en el Heberprot-P, orgullo de la biotecnología cubana y en el frijol negro del guajiro que introdujo una práctica sostenible. En el pronóstico meteorológico del Huracán Irma, el proyecto del Trasvase Este-Oeste y el Programa de Estado para el Enfrentamiento al Cambio Climático –Tarea Vida-. En nuestros médicos combatiendo el ébola, nuestros maestros alfabetizando en quechua y en nuestro empeño por construir la mejor sociedad posible.
En Innovación no hay actores pequeños, como nos enseñó Fidel promoviendo el Forum y la ANIR. Innovar para exportar es esencial para países de limitado mercado interno como Cuba, pero igual de trascendente es innovar hacia adentro, procurando utilizar todo el conocimiento disponible para mejorar la producción de bienes y servicios. En este sentido, ningún sector de la economía puede ser excluido; ningún producto, ya sea nuevo o tradicional. Lo importante no es si se trata de transporte, construcción, agricultura, comunicaciones, industria o servicios; de empresas estatales, cooperativas o trabajadores por cuenta propia, sino de producir con mayor o menor valor agregado por el conocimiento, esto es: Innovar para el desarrollo. Lógicamente, el esfuerzo nacional debe enfocarse en aquellos sectores económicos estratégicos definidos en el Plan 2030.
Muy estrechamente vinculada a la innovación y por supuesto a la ciencia está la tecnología. La tradición latinoamericana y en general del Sur, que apostó con pocas excepciones a las políticas de industrialización por importación de tecnologías, ha condicionado de manera importante el acercamiento actual a este asunto en nuestras sociedades, observándose de manera general una preferencia a la importación en desmedro de los esfuerzos nacionales de producción y un tejido empresarial poco integrado y colaborativo en términos de innovación tecnológica, aun cuando se reconoce las limitaciones de tecnologías foráneas para responder a los entornos específicos. En muchas naciones, el propio proceso de asimilación y difusión tecnológica se ve afectado por la debilidad de las capacidades nacionales en Ciencia y Tecnología.
Las dificultades económicas que ha atravesado Cuba y en particular el bloqueo, han limitado de manera importante las capacidades tecnológicas e industriales del país, incidiendo negativamente en la estructura de nuestras cadenas productivas nacionales y en su inserción en las internacionales. Las propias condiciones del subdesarrollo y las barreras técnicas al comercio impuestas por los países del Norte, contribuyen a dificultar la incorporación de países periféricos a estos cotos tecnológicos prácticamente exclusivos de empresas transnacionales.
El desarrollo de la Biotecnología cubana resulta una extraordinaria excepción, reconocida internacionalmente por la Revista “Nature” en 2009 como la más promisoria en países en desarrollo. El prestigio internacional del Sistema Nacional de Salud de Cuba, el elevado nivel de nuestros médicos y profesionales, la creación y maduración de prestigiosos centros de investigación en ciencias básicas y aplicadas y la conducción personal del líder histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro, son algunos factores que explican este resultado. Es además ejemplo de una concepción de Sociedad Socialista del Conocimiento.
Sin embargo, ni siquiera la biotecnología puede prescindir de importaciones. Ningún país es autosuficiente en tecnología, ni lo será. El propio concepto de Soberanía Tecnológica no se asocia a producirlo todo nacionalmente. Lo realmente importante está en el valor agregado por el conocimiento de lo que exportamos e importamos y esto está definitivamente vinculado a las capacidades nacionales en ciencia y tecnología con que contemos. Los campos de la ciencia y la tecnología que abordan las más de 200 entidades de Ciencia, Tecnología e Innovación y las 52 universidades del país, aportan elementos de juicio sobre nuestras fortalezas y debilidades en este ámbito.2
En última instancia se trata, hablando en términos de Política Tecnológica, del necesario equilibrio entre la tecnología que importamos y la que producimos nacionalmente, lo cual es obviamente muy difícil de cambiar en un corto plazo, en tanto requiere de un esfuerzo denodado, cotidiano y sacrificado de fomento y atención. Esta visión no puede ser cortoplacista, como no lo es el propio desarrollo -máxime si aspiramos a que sea sostenible- y debe concebir espacios para la generación de tecnologías y soluciones apropiadas a las condiciones concretas de regiones y localidades, que aprovechan las experiencias, los procesos de aprendizaje y los recursos del entorno y potencian la innovación y el desarrollo local.
La convergencia entre las políticas científica, tecnológica, de innovación, económica, financiera, industrial, energética y ambiental, entre otras, son absolutamente relevantes para desarrollar y mantener las capacidades nacionales en Ciencia y Tecnología. La visión de mediano y largo plazo es tan definitoria, que internacionalmente se conocen como “políticas de jardinería”.
Una muestra reciente del aprovechamiento de capacidades nacionales en el ámbito científico y tecnológico, resultó la maniobra del Despacho Nacional de Carga de la Unión Nacional Eléctrica para garantizar la vitalidad del Sistema Electroenergético Nacional, luego de las afectaciones del huracán Irma, primero operando islas por regiones, combinando termoeléctricas con grupos electrógenos y luego integrándolo en su totalidad en breve plazo, aun sin contar con la mayor termoeléctrica del país.
Curiosamente, 2 de los 6 Premios Nacionales de Innovación otorgados por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medioambiente en 2016, fueron a manos de los energéticos, producto de investigaciones conjuntas con el Centro de Investigaciones y Pruebas Electroenergéticas (CIPEL) de la CUJAE y el Centro de Estudios Electroenergéticos de la Universidad Central “Martha Abreu” de Las Villas. Ambos trabajos contribuyeron al monitoreo y análisis en tiempo real del Sistema Electroenergético Nacional.
Entre tanto, Cuba se recupera, nuestros hombres y mujeres de ciencia y de pensamiento –científicos, tecnólogos, innovadores: cada cubano y cubana dignos- vuelven a sus labores de construir entre todos la mejor sociedad posible, una sociedad socialista del conocimiento, inclusiva, donde el fin de la ciencia, la tecnología y la innovación no es otro que el ser humano, el pueblo.
Notas:
- El autor recomienda la lectura del libro: “Subdesarrollo e Innovación. Navegando contra el viento”, de Rodrigo Arocena y Judith Sutz, 2003.
- El Registro Nacional de Entidades de Ciencia, Tecnología e Innovación de Cuba, incluye 206 entidades: 131 Centros de investigación, 19 Centros de servicios científico-tecnológicos y 56 Unidades de desarrollo e innovación (cierre Agosto 2017).
Revista Temas: Revisando experiencias en el sector público: no siempre funciona mal*
* Panel realizado en el Centro Cultural Cinematográfico ICAIC, el 30 de septiembre de 2011. Publicado en Temas, n. 77, enero-marzo de 2014, pp. 75-82.
Dianne
Cunningham
Directora del Centro de Políticas Públicas y
Gestión de la Escuela de Negocios de la Universidad de Ontario, Canadá.
Miguel A.
Figueras
Economista.
Asesor del Ministro del Turismo.
Marta
Pérez Rolo González
Profesora titular de la Universidad de La Habana
y del Centro de Gestión Empresarial, Superación Técnica y Administrativa
(GESTA), del Ministerio de la Industria Básica.
Julio
César Guanche
Jurista. Casa del Festival del Nuevo Cine
Latinoamericano y miembro del Consejo Editorial de Temas.
Julio César Guanche (moderador): ¿Qué es lo público?,
¿qué lo estatal?, ¿qué diferencia hay entre uno y
otro, ¿cómo la activación de un debate sobre el primero también moviliza el
ejercicio activo de todos los derechos sociales, así como el debate sobre la
calidad del funcionamiento institucional?, y ¿cómo dinamiza el funcionamiento
completo del sis-tema institucional para que pueda realmente cumplir su
cometido y hacerlo con eficacia?
Dianne Cunningham: Uno de los grandes desafíos de
Canadá es que el sector público se contrae y crece de acuerdo con la cantidad de
dinero que se
gaste. Pero... ¿hay que gastar tanto?, ¿estamos trabajando con eficacia, con
eficiencia? Al examinar las políticas públicas recibimos mucha información: de
las asociaciones de escuelas, de la comunidad médica, y del público en general.
Los electores se nos acercan para comentarnos cómo creen que se debería actuar
y así se va logrando un consenso para saber qué hacer; eso también es válido
para los funcionarios electos.
¿Cuáles son las deficiencias, las ventajas en la gestión del sector
público? Recordemos que depende de los ministros y del gobierno decidir si van
a trabajar con este sector, con los gestores, para que todo funcione.
Canadá tiene una red de
protección social muy amplia. Aun cuando los programas son muy costosos, hay
una gran preocupación por las personas discapacitadas, los ancianos, y hemos
avanzado muchísimo desde que en 1988 comenzamos a analizar la enseñanza
especial.
Tenemos una sociedad civil
muy activa que arma una gran alhara-ca por todo. Nuestra economía es bastante
saludable. Casi tenemos un presupuesto federal equilibrado, al contrario del
provincial. Falta muchísimo tiempo antes de que logremos cumplir nuestro
objeti-vo, así como estabilizar la economía, restablecer el equilibrio fiscal,
el crecimiento económico, y lograr que el país emprenda un camino sostenible a
largo plazo. Constituye un gran desafío ajustarnos a los nuevos acuerdos
políticos, al surgimiento de Sudáfrica, Brasil, China, como nuevas economías.
Estamos escogiendo nuevos asociados con los que trabajar, todo eso resulta
sumamente interesante.
En cuanto al implemento de la productividad el resultado no es positivo.
Al medirla debemos decidir cómo mejorar la situación. Los servicios
públicos siempre le dicen al sector político que hay que per-feccionar los
mecanismos. En ese sector avanzamos a la saga de otros países en desarrollo;
debemos apoyar la innovación en la economía y mejorar las condiciones sociales.
Julio César Guanche: Como ha dicho la profesora
Cunningham, el sec-tor público viene a ser aquel desenvolvimiento estatal a
través de to-das las instituciones y mecanismos que tienen los poderes del
Estado para cumplir sus cometidos. En Cuba, donde no existe esa división en-tre
poderes, obviamente el gobierno viene a ser el único ejecutivo, y lo público
trasciende al gobierno precisamente porque atiende todos los poderes del
Estado. Hay que redefinir lo que entendemos como público.
Figueras, ¿cómo surgió el sector público y cómo se entiende este en Cuba
respecto al estatal?, ¿cuál ha sido su evolución hasta hoy?, ¿cuáles sus
impactos?
Miguel A. Figueras: En la Constitución de 1901 el papel
del sector pú-blico era mínimo. La de 1940, si bien logra avances en los
aspectos so-ciales, en cuanto al funcionamiento de la economía no se realiza
nin-guna transformación. Desde 1925, Cuba se estancó; el último central
azucarero se construyó en esa época. Se podía apreciar dos Cubas: La Habana y
el resto del país; una quinta parte de la población vivía en la capital. Y el
producto interno bruto (PIB) del año 1958 nunca volvió a recuperar los niveles
de 1920 a precios equivalentes, o sea, era una economía estancada.
Al triunfar la
Revolución en el 59, había un sector público de educación,
de algunos hospitales, y no existían casi empresas estatales, solo tres que
habían quebrado en los años 50: los Ferrocarriles Unidos —británicos—,
comprados por el gobierno de Batista; la empresa Tráfico y Transporte, financiada
por el BANDES, que resultó un fraude; y una última, Cubana de Aviación.
Había que transformar la
estructura heredada, en la cual casi todo estaba en La Habana —80% de las
construcciones, 72% de los telé-fonos, 82% de las importaciones, 95% del tráfico
aéreo. En 1959 exis-tían, sin contar los centrales azucareros, cien empresas
con más de un centenar de trabajadores cada una; la mayoría de las restantes
tenía menos de diez. O sea, a partir de ese año comienza a formarse el sector
estatal mediante la instrumentación de dos Reformas agrarias y dos o tres
procesos de nacionalizaciones e intervenciones. Dicho sector logra tener 70% de
las tierras cultivables en granjas y empresas esta-tales, 95% de la producción
industrial, el transporte; dominio total del sistema bancario, del comercio; y
un desarrollo de los servicios públi-cos; es decir, en la década de los 60 se
crea ese sector estatal. Ante-riormente, la Constitución
de 1940 limitaba el papel del gobierno a coordinar y orientar.
Marta Pérez-Rolo González: El sector público es un conjunto de
orga-nismos administrativos mediante los cuales el Estado cumple o hace cumplir
sus políticas públicas, expresadas en las leyes. Tales políticas constituyen
programas de acción que se desarrollan a partir de ese sector público. Por
tanto, es importante comprender que no está por un lado el Estado y, por otro,
las personas y los problemas socia-les. Lo que ha mencionado Figueras ocasionó
que, en un momento determinado, el sector público absorbiera todo.
En el año 1968, el de la Ofensiva Revolucionaria, todas las pequeñas industrias
familiares se nacionalizaron. A partir de entonces, se imbrica completamente
todo el sector estatal con la sociedad civil y se convierte en sector público.
Ello, de alguna manera, nos marcó, porque el Estado tuvo que asumir una serie
de cuestiones menores, que si bien eran importantes para la vida cotidiana, no
tenían trascendencia para el país. Así, absorbió las grandes y pequeñas
empresas.
Julio César Guanche: ¿Cuáles son los logros, los
déficits, los problemas,
que tiene el sector público en
Canadá y en Cuba?, ¿cuáles son las áreas donde ha sido más crítico el manejo de
ese sector?, y, a la luz de estos logros y deficiencias, ¿se advierten
corrientes que empujan hacia la contracción o hacia la extensión del sector
público tanto en Canadá como en Cuba?
Dianne Cunningham: En Canadá, se evalúan los desafíos
teniendo en cuenta el trabajo y la respuesta del
servicio público y de sus funcio-narios, y ellos informan al gobierno los retos
que consideraban funda-mentales. Lo más importante es trabajar con los niveles
más complejos. Hemos tenido un sistema muy complejo en Canadá. El gobierno
fede-ral es responsable de algunos programas y los gobiernos provinciales de
otros, y tienen que trabajar juntos de modo intergubernamental. Por ejemplo,
cuando vamos a Israel o a Australia, que tienen tan poca agua, observamos que
son muy cuidadosos con la que usan, no tie-nen que ir inventando tecnologías
como nosotros porque la conser-van y utilizan mejor. Esto es lo que está
ocurriendo con el gobierno; tenemos que conservar lo que hacemos y usarlo de
la manera más inteligente posible, porque los ciudadanos en Canadá no pagarán
más impuestos, de manera que vemos más transparencia en los informes, ya que el
público exige saber qué haremos antes de que lo llevemos a cabo. Están pidiendo
nuevos auditores, personas que se interesen no solo en qué se gasta el dinero
sino también por el funcionamiento de los programas. ¿Hay más médicos porque
estamos gastando más dinero en la formación de médicos? Estas son las preguntas
que se hacen, y creo que deberían formularse de otro modo.
Existe mucha más diversidad en los centros de trabajo; hay personas de
todas partes del mundo donde existen programas que pudieran fun-cionar en
Canadá y en ocasiones no les preguntamos los resultados. Hay que trabajar con
más eficacia. Podemos enfocar muy bien las políticas públicas, ir a las
comunidades y tener reuniones, pero si no cambia la manera de aplicar dichas
políticas la gente sencillamente se frustra. ¿Cómo un agricultor va a dejar el
campo para decir lo que funciona y uno no le va a hacer caso? Esos son los
desafíos.
Los jóvenes están muy
interesados en resolver las dificultades. Es-tán aprendiendo de un modo
distinto; nuestros alumnos en estos momentos son buenos y creo que debemos
valorar cómo se pueden solucionar nuestros problemas. Se debería hablar más de
las cosas que preocupan. De hecho, estamos trabajando de modo colaborativo.
Las nuevas tecnologías pueden ser buenas y malas. Hay que super-visarlas
y garantizar que mejoren, documentarse sobre la experiencia de otros países
donde sí funcionan. En Canadá, el Primer ministro es la persona más importante
y él buscó ciudadanos que tuvieran buenas ideas. Necesitamos nuevas formas de
recursos humanos, una visión a largo plazo.
Los cambios se necesitan en
la supervisión de todo lo que hacemos. Hay muchas personas que trabajan en
pequeñas juntas en los servi-cios públicos y se les reeduca con ideas
positivas. Soy parte de una oficina de comercio y algunas veces al gobierno no
le gustan nuestras recomendaciones. ¿Y qué ocurre con ello?, que hay momentos
en que tenemos que examinar todo lo que observamos. Los expertos vienen a la
mesa y dicen: «Creemos que ustedes deben tomar esto en cuenta», no dicen hacer,
sino tomarlo en cuenta. En ese sentido, Cuba tiene todo tipo de
posibilidades.
Julio César Guanche: Me gustaría agregar una pregunta a
la anterior: ¿qué importancia le conceden a la
relación dinámica que establece el Estado con otros actores no estatales, en
particular con el sector privado, pero también el de las cooperativas?
Marta Pérez-Rolo González: En ese sentido es muy importante el
tema de la economía social y solidaria, que debe tener cuatro aspectos: el económico, o sea, su
resultado; que tenga reglas sociales para repar-tir los excedentes; que sean
asociaciones voluntarias, y que haya una gestión lo más democrática y
participativa posible.
En Cuba desde la primera y segunda Reforma agraria se comenzó un
movimiento cooperativo en el sector agropecuario cañero y no ca-ñero. Las
primeras fueron las cooperativas de créditos y servicio, de las cuales hoy
existen 3 242; después, en el año 76, las de producción agropecuaria a las que
sí se entregaba la tierra en propiedad coopera-tiva, hoy existen 1 089; y las
UBPC, que surgen en 1993, el año en que la economía del país, como todos los
cubanos sabemos, tocó fondo y se decidió repartir en usufructo la tierra de las grandes granjas
estatales. Hoy, 75% de la tierra agrícola y 44,5% de la tierra total pertenece
a la propiedad cooperativa. Cifras de 2008 indican que el sector no
estatal es
el que ha producido el mayor porcentaje de casi todos los elementos del
programa alimentario, o sea, ahí entra el sector coope-rativo y la pequeña
propiedad. El primero ha desempeñado un papel a lo largo del tiempo que podía
haber sido incluso mucho mayor, y es uno de los elementos que tenemos que
potenciar para otros sectores no agrarios.
Existen otras políticas
públicas, sobre todo las sociales, que han sido relevantes. El sistema de salud
en Cuba puede someterse a mu-chas críticas pero es reconocido en el mundo
entero: llega a todas las regiones, ha tenido logros importantes, por ejemplo,
la vacuna anti-meningocóccica, la lucha contra el cáncer y el SIDA. Asimismo
sucede con la educación, un sistema que tiene toda una serie de vertientes y
que está garantizado para la totalidad de los estudiantes; como mí-nimo todos
se gradúan de sexto grado. Hay incluso un desarrollo de todo el sistema hasta
alcanzar la universidad.
Retomando las cooperativas, en la Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales (FLACSO), se imparte una maestría en Desarrollo de cooperativas,
porque este es un tema acuciante. Además, es fundamental considerar la
industrialización del país como política, a pesar de los problemas que ha
tenido. En el año 1961 el Che, como ministro de Industrias, fue capaz de darse
cuenta de lo que significaba, incluso de rectificar cuando se percató de que
íbamos a hacer una política de industrialización echando abajo toda una serie
de elementos de la agricultura cañera. Hoy contamos con una fuerte
infraestructura productiva
en el país que nos permite enfrentar lo que queremos que sea el núcleo central
de nuestro nuevo modelo de gestión: la empresa estatal socialista, y en ello el
movimiento cooperativo va a desempañar un gran papel.
Miguel A. Figueras: En relación con los logros y las
insatisfacciones, veámoslos hace cincuenta años. La primera
década es de transforma-ción, de resistencia: nos invadieron por
Playa Girón, un año después nos amenazaron con un ataque atómico, infiltraron
armas y crearon bandas, desapareció el turismo, cuando, al romperse las
relaciones se les prohibió a los americanos venir a Cuba.
Los quince años entre 1971 y 1985 son los de más rápido crecimien-to de
la economía cubana, 10% por año: se triplicó el PIB, entramos en el CAME,
creamos el Poder Popular —una forma de descentraliza-ción, pues hasta ese
momento una farmacia que estaba en Baracoa se dirigía desde La Habana—, y se
retomó la política de industrializa-ción. En el Informe
del Primer Congreso del Partido se consideró que la etapa principal de
la transformación agrícola había tomado quince años y que había que impulsar el
proceso de industrialización; por su-puesto, estaban los créditos del campo
socialista, y en medio deello el bloqueo. No hay que olvidar que en el año 64
el gobierno del Reino Unido fue llevado al banquillo de los acusados, al
Consejo de la OTAN, por venderle a Cuba mil ómnibus Leyland viejos, pues
supuestamente servirían para transportar tropas; ni que toda América Latina,
excep-to México, rompió relaciones con nosotros luego de la reunión de la OEA
en Punta del Este, y que no nos dieron créditos hasta después de 1970, cuando
el precio del azúcar llegó a mil dólares la tonelada. En tal
escenario, si la fortaleza que demostró el sector estatal en Cuba es difícil
medirla en números, lo es más cualitativamente.
Después desapareció el campo socialista,
el PIB y las importaciones descendieron a la mitad, mientras las exportaciones
bajaron en 75%. De manera que ha sido un inmenso logro haber resistido.
¿Con qué no estamos satisfechos? Con los resultados agrícolas, porque se
ha invertido mucho en ese renglón: de nueve mil tractores pasaron a ser noventa
mil; de doscientas cincuenta combinadas arro-ceras a cinco mil; de utilizar
ciento setenta mil toneladas de fertilizante en 1957 a un millón y medio en
1985; introdujimos los herbicidas y la inseminación artificial en 1962 —solo
cuatro años después de haberse experimentado en Escocia—; la tercera parte de
nuestros centros de investigación en 1990 estaba dedicada a la agricultura. Es
decir, indu-dablemente caminamos por caminos que nadie suponía que debía-mos
tomar.
Julio César Guanche: Figueras, ¿qué otro rubro específico
usted cree que debería desarrollarse con más
fuerza, además de lo que señala respecto a la agricultura?
Miguel A. Figueras: Hemos sido extraordinariamente
tímidos en esti-mular las exportaciones. Exportar es diez veces más difícil que
sustituir importaciones. Si alguien nos pagaba mil dólares por cada tonelada de
azúcar, qué estímulo teníamos para exportar otro renglón. Entramos en el
Período especial con una estructura muy distinta a la de los vietnamitas; sin
embargo, ellos ante una situación similar cambiaron toda su estructura: hoy son
el segundo exportador de café del mundo.
Julio César Guanche: ¿Cuál es la proyección de futuro del
sector público?, ¿qué factores inciden en
cada país en su evolución?, ¿cuáles lo impiden?, ¿qué factores contribuyen a
que haya, por ejemplo, una mayor producción de servicios con un peso importante
en ese sector pero también un aumento del control de la sociedad sobre lo que
se produce desde él?, ¿cuáles de las corrientes en curso favorecen,
obsta-culizan ese desarrollo?
Marta Pérez-Rolo González: Dentro de nuestro proyecto
socialista, en la actualidad estamos en un período
importantísimo de cambio
del modelo de gestión.
En él vale la pena hacer referencia a temas como la separación de las funciones estatales y las empresariales, lo que
con-sidero vital para poder desarrollar el país, la industria; así, el Estado
será realmente un organismo regulador y no ejecutor directo. Ade-más, es
necesaria la extensión y diversificación de las organizaciones no
gubernamentales.
Reitero, es un momento crucial para el desarrollo de las cooperati-vas.
Hay varios Lineamientos relativos a estas, y se hace mención a las de primer y
segundo grados, ya no agrarias; pero también se habla de las pymes.
Miguel A. Figueras: Existen varias rutas por las cuales
se va a transitar; una es la desestatalización; reducir
las funciones de los organismos, los órganos provinciales, los municipales; trasladar
las funciones a las empresas, así como parte de las recaudaciones para que
tengan ingre-sos los órganos locales; desarrollar un mercado mayorista para
lograr la eficacia, y promover la inversión extranjera. Por otra parte, se dice que las
empresas estatales que tengan pérdidas sostenidas y quiebren podrán trasladar,
arrendar o vender sus equipamientos e instalaciones al sector privado.
Al inicio de mi intervención mencioné que, tras las dos reformas
agrarias, 75% de las tierras eran estatales; Marta ahora informa que 65% son
privadas o cooperativas. Esa es una gran transformación en la agricultura, una
completa reorganización. Incluso se modificó el De-creto Ley 259 para aumentar
la cantidad de tierra que se puede dar en usufructo y el tiempo del contrato.
En los Lineamientos se habla de abrir un espacio al sector
privado, al productor: «Intensificar la reestructuración y el
redimensionamien-to del plantel industrial incluyendo venta o entrega en
arrendamien-to o usufructo a formas no estatales de propiedad». «En el turismo,
la oferta no estatal en alojamiento, gastronomía y otros servicios se
continuará desarrollando como oferta turística complementaria», o sea, el
sector privado complementará al estatal. «Fomentar el diseño de nuevas formas
organizativas no estatales en la transportación de pasajeros». «Adoptar nuevas
formas organizativas en la construcción, tanto estatal como no estatal».
Julio César Guanche: Ahora le paso la palabra al público
para que co-mente y pregunte sobre este tema.
Carlos Alzugaray: Yo viví en Argentina entre 1973 y
1977. Allí varios sectores estaban en manos de empresas públicas, estatales:
Aero-líneas Argentinas, Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires,
Yacimientos Petrolíferos Fiscales, industrias militares de la nación, y los argentinos consideraban que estas se
caracterizaban por tres cosas: corrupción, burocracia e ineficiencia en los
servicios. ¿No habría que pensar en una diversificación mayor de las variantes
del sector públi-co?, ¿no sería pertinente ver todas las variantes posibles de
ese sector e incorporar el concepto «respondibilidad», derivado del término ac-countability?;
es decir, el sector público tiene que ser controlable por la
sociedad, por el pueblo. Y eso, a pesar de que parece registrado en algunas de
las regulaciones actuales cubanas, no se cumple. En muchos centros laborales
supuestamente se discute con los trabajadores el presupuesto y su empleo, pero
en realidad no es así. ¿Qué opinan los panelistas sobre la accountability?
Ovidio D’Ángelo: Nuestro sector público no ha sido
muy público; sí en el servicio que presta, pero no en
relación con el ejercicio de control y de gestión que sobre él debe ejercer la
ciudadanía.
Antes creímos que mientras más estatal fuera todo más socialistas
seríamos, y ahí erramos el camino, donde el monopolio estatal significó un
aplastamiento de todo. Ahora estamos intentando dar una vuelta de tuerca, y en
ella parece que el sector no estatal es el que vendría a resolver el problema.
En otros Congresos del Partido las cooperativas estaban consideradas en la
Plataforma Programática como formas socialistas de producción; ahora son
formas no estatales y se asimilan al sector privado, lo cual resulta una contradicción.
Quizás el reto está en declarar que la empresa estatal socialista es la base de
nuestra unidad económica, o en tener en cuenta formas de gestión popular, que
no se expresan en los Lineamientos, y que puedan influir tanto sobre el
presupuesto como en decisiones concretas en las empresas, el Estado y en todos
los niveles. Me parece que el rumbo ahora es un sector público que sea
realmente público y ejercido por el poder público.
Ramón García: Respecto al tema del manejo de lo
público, advierto que es todo un campo de luchas sociales.
Recordemos las batallas entre estatistas y civilistas en la década de los 90.
En 1988, Roberto Fernán-dez Retamar me encargó emprender un estudio sobre
fundaciones; al respecto en Cuba no había experiencia, solo habían existido
tres desde los tiempos de la República.
Recientemente publiqué un artículo titulado «Civilismo a debate» en el
que distingo entre formas dirigistas, privatistas y autogestiona-rias del
manejo de la cosa pública. Cuando al cuentapropista se le deja así fracturado
se está tributando a un privatismo. Diferente es coope-rativizar al cuentapropista
e insertarlo en un modelo de autogestión municipal.
Mayra Espina: Me gustaría oír la opinión de los
panelistas sobre tres elementos. El primero está relacionado con no confundir público
con estatal. Segundo, está ocurriendo un proceso de desestatalización, pero
sobre todo de reconfiguración de lo público, y no solo por los procesos
macroestructurales de la reforma planificada, sino desde hace muchos años por
procesos que se dan en el campo de las mi-croprácticas, mucho más espontáneas.
En esa nueva circunstancia, ¿qué papel tiene lo estatal, como coordinador, como
responsable por la equidad social, como ese ente que permite un manejo de lo
público desde una visión más horizontal?
Y un tercer
comentario sobre algo que ya el panel abordó: la posibilidad
de la eficiencia de lo estatal productivo dentro de lo público, y las formas
autogestivas. ¿Qué factores han provocado que en muchas circunstancias el
empresario público no sea eficiente, y qué se podría hacer?
Manuel David Orrio: El primer problema que tenemos en
Cuba es no tener claro qué es el Estado. Cuando
hablamos de la propiedad pública podemos hacer referencia a la del Estado,
pero también a la del municipio, a la de la provincia, y, por supuesto, a la de
otros entes no estatales, pero ante todo hay que conceptualizar, inclusive en
un marco jurídico de deberes y derechos, qué es el Estado, la provincia, el
municipio. Uno de los grandes problemas que ha tenido el país a lo largo de
estos cincuenta años —con todos sus logros y deficiencias— es la improvisación,
y una de sus causas, en virtud de la cual un ministro se puede meter en una bodega,
y saber qué sucede, es precisamente esa ausencia de conceptualización. No hay
que tenerles miedo a los términos; una cooperativa es una propiedad privada.
Marx decía que la propiedad social eran las cooperativas unidas por un plan
único de la economía, y que la propiedad social sobre los medios de producción
era la negación de la negación de la propiedad privada.
Enrique López Oliva: Se ha hablado de la diversidad de
las organiza-ciones no gubernamentales, y en este sentido me gustaría que los
miembros del panel tuvieran en cuenta el papel de la religión en este proceso.
Camila Piñeiro: Conceptualizando, empezaría por aclarar que lo público incluye, en primer lugar, al Estado, así como
otras instituciones, fundaciones, etc. En el contexto cubano actual interesa
cómo mejorar el funcionamiento del Estado cubano. En las ciencias políticas
este se asocia a esa estructura que va de lo central a lo local. ¿Cómo mejorar
ese sector público? Socializándolo. ¿Cómo hacer que responda a los intereses
sociales? Entendiendo por intereses sociales los de la mayoría de la población,
de los ciudadanos.
Después de ese preámbulo, pregunto a los panelistas: ¿cómo se logra en
Canadá que el Estado responda a intereses sociales, teniendo en cuenta la
interrogante sobre la accountability?, ¿cómo eso podría lograrse en
Cuba? Considero que estamos creando dicotomías entre lo privado y lo estatal o
lo social; las relaciones de propiedad son com-plejas. ¿Cómo socializar lo
público? ¿Por qué no intentamos también socializar lo privado?
Julio César Guanche: Devuelvo la palabra al panel para
que responda las inquietudes y preguntas del
público.
Miguel A. Figueras: En relación con la propuesta de
diversificar las variantes del sector público, debemos recordar que en la
medida en que vayamos implementando los 313 lineamientos, surgirán otras ideas,
otras alternativas. Ciertamente habrá que buscar variantes para mejorar el
funcionamiento del sector público que será mayoritario, y si ese no funciona
bien a pesar de las cooperativas, de los productores privados, y de la
descentralización hacia ese sector, la economía tampoco lo hará, y ahí las
grandes empresas tienen que ganar en eficiencia y mejorar los métodos de
dirección de dicho sector, empezando por la planificación, las
regulaciones, y la simplificación de estas últimas, que, muchas veces,
entorpecen el trabajo.
Todo el aparato estatal productivo se va a simplificar; en 1994 ya se
había reducido en un tercio el número de ministerios, en el futuro se reducirá
aún más.
No creo que estemos en un proceso de privatización sino en uno que
pretende buscar los equilibrios y la eficiencia adecuados sin renunciar al
proyecto socialista. En este caso socialista no quiere decir 100% estatal.
Ahora estamos buscando que en los municipios se generen nuevas ideas y
trasladar actividades a los productores municipales, sean estatales o
privados.
Marta Pérez-Rolo González: Es importante saber que el Estado
está haciendo una reorganización completa
en este momento. Teníamos un macroestado que no desempeñaba el papel que le
correspondía en relación con el sistema productivo, las empresas, que son las
que producen. La función de la administración central del Estado va a ser
fundamentalmente reguladora, de planificación. En ese sentido, tiene que estar
también el control ciudadano, que de alguna manera se im-plementará. Estamos
transformando el modelo de gestión, que se está estudiando muy sensatamente y
despacio. Por otro lado, la religión está desempeñando un papel cada vez mayor
dentro de la sociedad civil; y es bueno señalarlo.
Dianne Cunningham: Voy a poner varios ejemplos de cómo
funciona el sector público en Canadá.
Federalmente, el gobierno de mi país es el responsable de las grandes carreteras;
las municipalidades, por su parte, lo son de aquellas que están dentro de su
propia jurisdicción; la cuestión es quién va a construirlas y repararlas. Para
esos casos con-tratamos al que haga el mejor trabajo al menor precio, o sea,
hay un poco de competencia. En las provincias, las carreteras son construidas
por el sector privado; para ello el gobierno federal suministra un poco de
dinero a dicho sector. También se han considerado otras variantes, pero por lo
general las carreteras están a cargo del sector privado, que tiene grandes
equipos y trabaja con mayor rapidez. Si el resultado final no es bueno no
reciben el contrato la próxima vez, así es como funcio-na a todos los niveles.
Respecto al cuidado de los
niños, el gobierno federal decidió que hubiera opciones en todas las
provincias. En Ontario, por ejemplo, una mitad del sistema educativo es pública
y la otra privada. Los padres escogen el sector que mejor funcione. De hecho,
tenemos inspectores para los lugares públicos y los privados, y se les aplica
las mismas re-glas. Si hay alguien que no las respeta, no le damos el dinero, y
si hay un operador privado que no cumple las normas, lo cerramos. ¿Cómo obtiene
dinero el operador privado? Muchas veces las personas pagan por lo suyo, pero
otras el Estado los ayuda. El país no funciona igual en todas partes, de manera
que tenemos opciones.
Julio César Guanche: Dinamizar y recuperar un debate
sobre lo públi-co es, sobre todo, una discusión sobre qué es la ciudadanía, y
qué le pertenece, y cómo algo que pertenece al Estado y a lo público pues en
primer lugar es de los ciudadanos y ellos son los que deben controlar; si no,
solo se trata de entidades abstractas como el Estado, el gobier-no, lo público,
lo no público.
Un tema que quizás no estuvo suficientemente abordado es el de la
descentralización. ¿Qué responsabilidades conserva el Estado a la par que está
obligado a descentralizar?, o sea, la cuestión no es qui-tarse
responsabilidades de encima, sino cómo encarar en un nuevo contexto de
descentralización las que le correspondan también como Estado.
Debatimos acerca de una
reconfiguración ya no solo de lo público, sino del Estado, entendido no ya como
único sujeto de la construcción social, sino como actor que comparte un espacio
político con otros. Ello es fundamental para diversificar lo que se entiende
como público y hacerlo público verdaderamente y que en ello haya transparencia.
Por último, me gustaría recuperar las reflexiones de la mesa en tor-no a
aprender de la experiencia, de los éxitos de otros lugares, apren-der a
colaborar, escuchar, y a participar de manera que nos sintamos parte del
proceso de control y de gestión.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)