Por Manuel
David Orrio del Rosario
La Habana,
25/07/23.- Según el Banco Mundial, la línea de pobreza es un umbral monetario internacional que permite medir la
pobreza extrema a nivel global, basado sobre el costo mínimo necesario para satisfacer necesidades básicas como alimentación, vestimenta y vivienda. Dicha línea fue recientemente actualizada a los precios del 2021, como se hace
periódicamente; por ello, amerita un
comentario acorde con las circunstancias
cubanas.
El Banco
Mundial reconoce que la pobreza incluye privaciones en salud, educación y acceso a servicios. Por ello, también mide la pobreza multidimensional - digamos falta de agua potable o electricidad -, que
en las presentes circunstancias criollas están adquiriendo un protagonismo más que
inquietante, casi de amenaza de seguridad nacional. De paso, cada país puede definir su propia línea de pobreza
según contextos locales. Por ejemplo, en
España se usa el 60% de la mediana de
ingresos.
Como en
Cuba no se publican datos oficiales sistematizados sobre su línea de pobreza, ni siquiera sobre la evolución de los ingresos de la población a precios
reales, se hace extremadamente difícil el cálculo. Así, la línea actualizada de pobreza criolla- considerada la mayor de las Antillas
un país de ingreso medio a alto -, estaría por los 8,30 usd diarios. O sea, 95 685 pesos mensuales percápita al cambio informal del 23/07, que en lo concreto es el efectivo y
realista. Si se considera por la línea mundial de
pobreza (3 usd al dia), que es pobreza extrema, serían 34 620.
Cuba aún califica como un país de Alto Desarrollo Humano, si bien
su posición cayó de un ranking mundial 85 en el 2023-24 a un 97 en el 2025, para ser el
país que más habría descendido de un año para otro en el orbe. Su desigualdad social creciente es más que visible, más allá de que su Índice de Gini se estime entre 45 y
50%, cuando en los 1980 era de alrededor de 25. Sin dudas, un escenario
inquietante.
Dada la
falta de información pública, por una parte, y por la otra las carencias originadas por constantes apagones en todo el territorio
nacional - de hasta más de 20 horas diarias, según numerosos reportes -, y por ende de servicios hídricos que dependen de la electricidad para ser efectivos - entre otros
dèficits ( alimentación, salud, etc.) -, el más elemental supuesto sería tomar como línea de pobreza local la media aritmética entre 95685 y 34620 pesos, igual a 65 152,5. Este resultado es
altamente preocupante, pues el salario medio ronda los 6500 pesos mensuales y
"cerró" el 2024 en 5839 ; por su
parte, las pensiones promediarían alrededor de 2400 pesos. Está previsto un aumento general de aquellas, pero ni de lejos se acercan al
asumido promedio de línea de pobreza.
Asumir un supuesto de contraste no es tarea fácil. Quizás, los estimados del economista Dr. Omar Everleny Pérez Villanueva, ya algo envejecidos por la inflación - datan de marzo -, permitan algún acercamiento. Según los mismos, un cubano necesitaría un presupuesto elemental de 45401 pesos al mes, desglosados en:
Como se
observa, es un supuesto de satisfacción de
necesidades elemental, que no considera
requerimientos de salud, cultura, gastos de mantenimiento de la vivienda, entre
otros, todos los cuales son parte de una existencia digna, a tono con los estándares dígase decorosos para un país como Cuba y su proyecto social.
Sí, ya se sabe del carácter éticamente inaceptable de las medidas coercitivas unilaterales de Estados
Unidos contra la tierra de José Martí y del daño que ocasionan; pero como ese
perjuicio es "parte del paisaje", la abstracción es válida, como lo son las críticas de prestigiosos economistas criollos a políticas económicas que hallan en el también llamado bloqueo una justificación de maravillas y ¿también un espacio para burocráticos intereses creados?
Prueba al
canto: importar piensos avícolas en un país apto para dos cosechas anuales de maíz - su base natural de piensos -, con nada menos que el 56% de la
superficie agrícola sin cultivar; o sea, una
extensión similar a la detectada en el Censo
Agrícola de ¡1946!, cuando la peste del latifundio privado coartaba el potencial agrícola cubano. Aunque, ¡vaya paradoja! Tal parece que el
latifundio estatal de hoy es aún más coyunda.
Evidencia a
la mano, también : es verdad de Perogrullo que la
voluntad política se expresa como voluntad
presupuestaria y sobre todo inversionista: destinar en el 2024 un irrisorio
2,7% del total de inversiones a agricultura, ganadería y silvicultura, mientras se dedicó el 37% a las asociadas a un turismo que en ese año mantuvo alrededor de 3 de 4 habitaciones vacías y, se sabe, tiene la peor tasa de ocupación lineal del Caribe desde el 2009, mínimo; caer en más de 900 mil cabezas en la
existencia de ganado vacuno entre el 2019 y el 2024, sin que la opinión pública reciba adecuada explicación de semejante "holocausto", que ha dejado al ya de antes
mermado rebaño en
unos 2,8 millones de cabezas, de seguir a las estadísticas oficiales y a la prensa.
No está solo Pérez Everleny, quien se concentra en
los ingresos para acercarse a una línea de pobreza:
la reconocida socióloga Mayra Espina apuntó que " considerar que los ingresos
personales y familiares no son definitorios para la satisfacción de las necesidades esenciales conduce, de hecho, a una subvaloración enorme del tamaño de los grupos carenciados. Ésto desconoce
que la insuficiencia de las prestaciones sociales en la Cuba de hoy, junto a la
elevada y creciente importancia del mercado en el acceso a bienes de primera
necesidad y la inflación, otorga el papel protagónico a los recursos económicos con que pueda contar una
familia. Aun cuando los datos del último informe público se refieran a 2017 —en un contexto
menos duro que el de la pospandemia—, las cifras
de pobreza impresionan por ser subvaloradas".
Entretanto, dos comisiones del parlamento cubano aplaudieron a una ministra del Trabajo y Seguridad Social, cuya falta de empatía hacia la pobreza casi sublevó a Cuba. Ya ex-ministra, por presión popular.

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