Por Oniel Díaz Castellanos, Facebook
"Tiempo" y "Consenso" son las dos cuestiones de fondo que más me motivaron a escribir la serie de tres post que concluyo hoy. Más allá de esas dos variables, hay cuestiones prácticas que por lo general quedan escritas en letra pequeña dentro de las regulaciones y que son las que marcan el significado real de las decisiones y sus posibilidades reales de éxito.
I
-Nada en concreto- dijeron unos. Otros echaron mano al clásico “más de lo mismo”. Son estas las primeras reacciones que les escuché a mis colegas del emprendimiento privado cuando supieron ayer sobre la más reciente reunión del Consejo de Ministros donde se habló de los actores privados de la economía.
Desde ese instante, no he parado de hablar con decenas de personas sobre el tema y no he encontrado una sola que de sus palabras no emerja este mensaje inequívoco y frustrado: Ha transcurrido un año sin que se hayan implementado las medidas relacionadas con el trabajo por cuenta propia, las micro y pequeñas empresas y las cooperativas no agropecuarias.
En lo personal debo decir que algunos de los titulares al estilo de “aprueban las PYMES en Cuba” que publicaron ciertos medios me desubicaron en materia de tiempo y espacio.
-¿Se aprobó lo aprobado?-me pregunté mientras leía. Llevo ya 6 años siguiéndole la pista a cada palabra, gesto y regulaciones relacionadas con el sector privado en Cuba y el 16 de julio del 2020 no se me ha olvidado. Ese día vimos al gobierno en los medios expresando que se había logrado el consenso para implementar un grupo de medidas económicas que por diversas razones, explicadas insuficientemente, no se habían ejecutado a pesar de que formaban parte del programa de reformas económicas emergido del VI Congreso del PCC del 2011, asentado en la Conceptualización del Modelo discutido unos años después y esculpido en piedra con la Constitución de la República.
Aquel día, que interpreté como una reacción enérgica y decidida ante los problemas eternos y eventuales de nuestra economía, se dijo bien claro que Cuba marcharía adelante, en otras cosas, en cuanto a ampliar ostensiblemente el trabajo por cuenta propia, implementar las MYPYMES y extender la presencia de las Cooperativas No Agropecuarias. Se habló de avanzar de manera ágil, de trabajar en paralelo todos los asuntos, de meterle el pecho a las transformaciones por muy grande que fueran los retos porque peor era no hacer nada, porque se corría un riesgo muy grande, el de perder la confianza de la gente.
A solo 43 días de que hayan desfilado ante nuestras vidas 12 durísimos meses desde aquella reunión, pocas de las medidas relacionadas con el sector no estatal están ya en vigor y rindiendo frutos, con la excepción de los mecanismos de importación/exportación para los actores privados y algunas modificaciones fiscales.
Es cierto que los frentes abiertos son muchos. Es verdad que el contexto es el peor. Pero, y ojalá no se interprete esto que voy a decir como un oportunismo, este es en parte el peor contexto para lo mucho que tenemos por hacer en materia económica porque no las hicimos en su momento. El retraso de estas medidas específicas para el sector privado no es solo el de este año sino el de muchos más, como los dos del mal llamado perfeccionamiento del TCP del 2017 y felizmente frustrado en diciembre de 2018 cuando vimos con sorpresa como los mismos funcionarios que defendieron aquel disparate fueron enviados a la televisión nacional a ponerle fin. Esos dos años de franco retroceso afectaron a muchísima gente que habían emprendido, incluyendo varios cubanos emigrados que desde el 2014 regresaron a su tierra a tirar el ancla. No fueron pocos los que vi salir de Cuba durante el “perfeccionamiento” heridos de frustración y resentimiento, sintiéndose engañados. Si reconocer los errores nos hace más fuerte, aún nos debemos la fortaleza de este ejercicio de autocrítica. El día en que ocurra para mí será una señal de que finalmente se entiende que la variable “tiempo” es crucial en economía.
Escuché con preocupación algunos parlamentos en la reunión de esta semana mencionando nuevamente el “sin prisa pero sin pausa”, hablando de “gradualidad” o dando entender que la velocidad en la implementación de estos cambios dependerá de la capacidad de control que se tenga. Esto último es entendible y aceptable siempre y cuando se tenga claro que en el momento que vive Cuba quien tiene que apurarse es el “control” para que la “implementación" avance. No es aceptable en la situación en que vivimos que se retrase la implementación porque se asuma que se dispone tiempo para diseñar los mecanismos de control y regulación que toda política pública tiene.
II
De las MYPYMES se viene hablando en Cuba hace muchísimo tiempo. Tanto que el tiempo transcurrido hubiera bastado para ensayar, errar y rectificar su implementación varias veces.
La primera referencia, al menos en la última década, la hizo el propio Raúl en el VII Congreso del PCC en un discurso que parecía indicar que su implementación era inminente. Corría el 2016. Recuerdo el entusiasmo que sucitaron esas palabras en mi circulo más cercano del emprendimiento.
Pero, después de aquello, se tendió un manto de silencio sobre el tema. De las MYPYMES no se hablaba, no se mencionaban. Nada en la prensa, nada en las reuniones del gobierno, al menos en lo que se hacía público sobre ellas en las reseñas de los medios.
Recuerdo que en diciembre de 2017 fui recibido en el MTSS con motivo de una carta que enviamos a la entonces Ministra con motivo del "perfeccionamiento" del TCP. Discrepábamos los 43 firmantes de los mecanismos que se habían inventado para ordenar el TCP. Por cierto, incluso para frenar el TCP, el gobierno se tomó casi 1 año entre el momento en que lo anunciaron y en que aparecieron las normas.
Venían tiempos de solo "una licencia por titular", límites de sillas y otros absurdos. Nuestro punto en la discusión con MTSS era simple: Hay que ordenar el sector privado pero de verdad, con un sentido de fomento para sumarlo a la economía nacional. En la carta les proponíamos sustituir los absurdos mencionados anteriormente por medidas concretas para (1) facilitar el acceso a materias primas en frontera y fuera de ellas; (2) modificar el sistema impositivo; (3) disponer de un listado de actividades prohibidas en vez de uno de autorizadas; (4) crear mecanismos de diálogo estables con el gobierno y (5) implementar las PYMES. Tres años después la terca vida le dió la razón a académicos, economistas, investigadores, emprendedores y ciudadanos.
De todo aquello hablamos cordialmente con los funcionarios que nos recibieron aunque al salir del Ministerio nos fuimos con la percepción de que la "pelea" era larga. En las palabras que escuchamos y los gestos que vimos no sentimos nada que nos diera una señal de que se quería abrir y fomentar sino todo lo contrario. La mentalidad del control por encima de todo. Cuando le dedicamos en el diálogo una par de minutos al tema MYPYMES la respuesta fue lacónica: Es un asunto en estudio.
Tuvieron que pasar casi 4 años y el mundo sucumbir bajo una pandemia sin precedentes para que el tema regresara a la agenda pública. ¿Qué seguimiento se le dió al tema por parte de las autoridades en ese lapso? ¿Cuánto demoró el "estudio"? ¿Se hizo algo con el asunto de las MYPYMES? ¿Se engavetó? ¿Qué hizo al respecto la Comisión de Implementación de los Lineamientos?
Es muy dificil después de 5 años de paciente espera no asumir la opinión de que simplemente esto se dejó absolutamente al lado.
Así llegamos al 16 de julio de 2020. Aquel día, y en los siguientes, se habló en términos de que ya se había fraguado el CONSENSO para implementar varios de los cambios relacionados con los actores privados de la economía, entre ellos las MYPYMES.
¿Consenso entre quiénes? Es una pregunta que me hago porque me parecía que el consenso para todo ello se fraguó a lo largo de las varias discusiones, espacios y reuniones que vivimos los cubanos desde el 2007, cuando aquel discurso de Raúl que trascendió popularmente por su observación de cuán infestadas estaban los campos de marabú, inició un proceso de revaluaciones y cambios.
Hay muchas personas cuyos planes de felicidad profesional y personal dependen de que estas decisiones salgan del discurso para volverse realidades tangibles. Creo que a estas alturas no se nos podría tachar de impacientes porque hemos vivido tres Congresos del PCC; una discusión popular de los Lineamientos; un debate para la conformación de la Conceptualización del Modelo y el proceso de discusiones previas al Referendo Constitucional. Se ha hablado y discutido mucho.
Si todos los debates, congresos y eventos pasados no son espacios de construcción de consensos entonces debería decirse claramente a la opinión pública quiénes y por qué siguen posponiendo y demorando estas transformaciones que están más que validadas por el pueblo.
III
Estamos expectantes de las decisiones que habrán de tomar las autoridades sobre varios reclamos que se han levantado en la comunidad durante los últimos meses. Estos son apenas tres, pero son muchos más.
-El reclamo de los arquitectos para ejercer su actividad de forma independiente. Una representación de ellos fue recibida por el Ministro de la Construcción. Quedó un compromiso de respuesta que debe cumplirse.
-El reclamo de varios colegas que llevan años en la informalidad ejerciendo como guías de turismo o prestando servicios de esa naturaleza. Un par de semanas atrás, varios de ellos después de hacer saber su inconformidad, recibieron cartas del MTSS respondiendo que su solicitud está siendo analizada por ellos junto al MINTUR.
-La inconformidad de los profesionales del software a los cuáles, cuando su potencial ya parecía asumido por las autoridades, se les niega de momento la posibilidad de organizarse como MYPYMES una vez que se instrumenten esos actores. Si hay un sector donde tenemos la fuerza para avanzar es ese. No hacerlo es darse un tiro en el pie dos segundos antes de correr un maratón.
En lo personal, ante esta espera que por momentos parece nunca acabar y que se renueva con dicusiones sempiternas, pongo la misma voluntad de estos 6 años: Trabajar. Quizás no pueda en los próximos meses salir corriendo hacia una notaría para registrar mi empresa pero esa hace rato que existe. Podrán no darme un registro pero el reconocimiento de nuestra comunidad, clientes y colegas, eso que es lo más dificil de lograr, lo conquistaremos a golpe de pincha.
Seguiremos pasando por el ojo de la aguja.
Un día, cuando lo que tenga que ocurrir ocurra, colgaré en una pared todas las cartas, respuestas y mensajes en las que gente de todo tipo me dijo NO SE PUEDE. Ese será mi "muro de los lamentos" pero no para ir a llorar de frustración por el tiempo perdido sino para recordarme cada día que las cosas se logran creyendo e insistiendo.
Y si no hay consenso "arriba" porque hay fuerzas que se resisten, los que allá estén por construirlo con el objetivo de traer prosperidad y bienestar para este país pueden contar conmigo. Aunque varios colegas del gremio digan con razón que no se sienten escuchados, yo no puedo decirlo igual. He tenido la oportunidad de hablar y de ver. He sido recibido en instituciones y allí he encontrado también gente capaz y comprometida con lo que hace, con las que tengo en común también muchas cosas. Con ellos trabajaré. Esa oportunidad la voy a defender porque la entiendo como mi derecho ciudadano y no porque implique para mí la vía de obtener privilegios personales, que ni busco ni me los han ofrecido por participar en esos espacios.
Y cuando me tope con los burócratas y los cultores del NO, como también me ha pasado, me será dificil ir más allá de las fórmulas de cortesía. Allí se quedarán, hasta un día.
Lo dicho: A trabajar.
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