En Cuba existen varios proyectos que emplean la seda tanto para tejidos como para la cosmética natural artesanal
Yoany Hernández, primera mujer en criar gusanos de seda en Cuba de forma individual.
Foto: Archivo/ IPS Cuba
La Habana, 22 mar- Muchos pensaron que no lo conseguiría y la tildaron de loca. A quién se le ocurre, le dijeron, pero ella no desistió. Esa intrepidez llevó a Yoany Hernández a convertirse en la primera mujer en criar gusanos de seda en Cuba de forma individual y, no dejarlo ahí, sino realizar todo el proceso hasta tejer con hilos propios.
Todo comenzó cuando participó en el concurso Arteseda, de artesanía con seda, promovido por la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey, de la Universidad de Matanzas. En la competencia, alcanzó el tercer lugar entre 89 mujeres.
Cuando Hernández, residente en Mayabeque, fue a recoger el premio a la estación, quedó enamorada de los gusanos y, de vuelta a casa, le dijo a su esposo: “yo voy a sembrar morera”. “Siembra, pero no te ilusiones, esto no se le permite a ninguna persona natural cubana, solo a los institutos”.
Su decisión le cambió la vida. Solicitó un pedazo de tierra y se lo otorgaron, escépticos. Era un basurero que tuvo que limpiar con mucho esfuerzo y trabajo y sembró junto a su esposo ahí 1 494 plantas de morera, el manjar de los gusanos de seda.
Un campo pequeño, pero muy bien cuidado y que se considera la mejor plantación del territorio. Lo riega con una manguera, dos cubetas de agua y un cubito, aunque ya tiene una turbina donada por una organización francesa.
“Llevan 19 meses cuidadas a mano. Esa planta les gusta a todos los animales: gallinas, patos y carneros. Hay que protegerlas”, dice y explica que de ahí corta la morera y alimenta los gusanos de seda en una habitación de su casa, en construcción, en una litera artesanal hecha por ella, con bandejas tejidas de guaniquiqui, un bejuco de monte.
Dedicarse a la sericultura no fue sencillo. La Federación de Mujeres Cubanas apreció su labor, que defendió diciendo que necesitaba producir, con sus manos, el hilo que emplea en sus tejidos. Necesitó un permiso especial y se lo concedieron.
Esos gusanitos, la seda y los capullos, explicó, no se comercializan, solo disponen de ellos dos centros de investigación, para fines fundamentalmente científicos. “La licencia se abrió para mí”.
Proceso completo
Criar esos gusanos, comentó, lleva amor, dedicación y mucha morera, que “desde el campo tiene que estar preciosa para que estén bien y hagan un bello proceso.
“Mis gusanos no van al campo. Los alimento en la casa, cada cuatro horas, tres veces de día y tres de noche, como los bebés”, reveló.
En 22 días, agregó, ya todos están haciendo capullo, ya no comen más, sino que están entre ocho y 12 días tejiendo el capullo, y de ahí sale la polilla, primero los machos y después hembras, y copulan hasta dos días y cuando se sueltan, cada polillita pone de 500 a 700 huevos y a los ocho-12 días nacen los de una de las especies.
“Hace 11 meses que estoy criando sin parar, porque no puedo perder el pie de cría. De una especie nacen unos detrás de los otros; de la otra no, necesitan dormitar de uno a dos meses en refrigeración, lo que se dificulta con los apagones”, señaló.
“Hago el proceso completo, desde la crianza, extraigo hilo, las primeras bufandas de seda cubana las hice yo, de hilo extraído por mí, de gusanitos criados por mí”, destacó y confesó que lo peor del proceso es cuando debe sacrificarlos para obtener los capullos.
En apoyo, el proyecto Cuba innova, una iniciativa cubano-francesa, le entregó una turbina para la finca, el sistema de aniego por goteo, un fogón de inducción y tres máquinas de tejer con las que “se adelanta mucho, pero me gusta hacerlo a mano”.
Con su pequeña plantación de morera, ayudó a criar seis líneas de gusanos chinos para hacer el hilo de sutura, enviando el alimento hacia La Habana. Se propone trabajar con esa entidad de investigación, el Centro de Plantas Proteicas, para criar también esa especie y producir hilo de sutura.
“Ellos criarán los gusanos y llegarán a mí las larvas de tercera etapa, los terminaré de criar y les entregaré capullos de calidad”.
ProsedaCuba es un campo pequeño, muy bien cuidado y considerado la mejor plantación del territorio. (Foto: Archivo/ IPS Cuba)
Crecimiento
Por sus resultados, le entregaron 10 hectáreas de tierra, para entrar en ese proyecto y donde piensa hacer un taller para extraer hilo, pues “mi primera meta es hacer un hilo de seda cubano de calidad, artesanal y llegar algún día a hacerlo industrial”.
Según la sericultora, algunas personas desconocen acerca de la seda, “pero otras sí valoran un trabajo de seda cubana” y más que a vender, se ha dedicado a exponer, estudiar, tomar cursos de la Estación Indio Hatuey, así como con profesores que le han enseñado algunos secretos de este arte, a desgomar y entintar el hilo, por ejemplo.
Hernández, integrante de la Asociación de Producción Animal (ACPA) de Mayabeque, en una vertiente inédita, contribuirá desde la función de banco de semillas a fomentar en el territorio el cultivo de la morera en áreas de productoras del proyecto Ayuda Popular Noruega, para la alimentación de sus animales.
Por si fuera poco, lleva adelante un taller para enseñar a tejer a niñas y niños, que obtienen premios en los concursos donde participan.
Cuando empecé, dice, “era una guajirita penosa, ahora, la guajirita es integrante de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas y de muchas cosas más”.
En Cuba existen varios proyectos que emplean la seda tanto para tejidos como para la cosmética natural artesanal, sin embargo, esta campesina, logró el ciclo completo, una experiencia en camino de extenderse a La Habana. (2025)