El expresidente Donald Trump pronuncia un discurso en el Club Económico de Detroit el 10 de octubre de 2024. (Emily Elconin/The New York Times)
PAUL KRUGMAN THE NEW YORK TIMES
15/10/2024 07:02
15/10/2024 07:02
¿Recuerda la crisis eléctrica de California de 2000 y 2001?
Sí, porque escribí mucho sobre ello en su momento y me arriesgué argumentando, basándome en evidencia circunstancial, que la manipulación del mercado probablemente fue un factor importante.
Un colega economista me acusó de “volverme naderita” (N de la R: seguidor del economista Ralph Nader que postula la regulación de los mercados), pero finalmente obtuvimos evidencia directa de manipulación del mercado:cintas de comerciantes de Enron conspirando con funcionarios de las compañías eléctricas para crear escasez artificial para hacer subir los precios.
Los recuerdos de ese episodio me hicieron más comprensivo que muchos economistas con las afirmaciones de que el aumento abusivo de precios desempeñó un papel en la inflación reciente, aunque no creo que haya sido un factor importante.
A estas alturas, sin embargo, todo es historia vieja.
Aparte de algunos apagones durante la ola de calor de 2020, California no ha tenido grandes cortes de electricidad en décadas.
El excandidato presidencial republicano Donald Trump habla junto a la frontera sur con México, el 22 de agosto de 2024, en Sierra Vista, Arizona. (AP Photo/Evan Vucci, File)
Pero no se lo digas a Donald Trump.
El jueves, en el curso de un discurso divagante, a veces incoherente, ante el Club Económico de Detroit, declaró: “No tenemos electricidad. En California, hay caídas de tensión o apagones todas las semanas. Y apagones, quiero decir, el lugar está destrozado como una piedra, no hay electricidad”.
Esto no es cierto, no lo era cuando hizo afirmaciones similares el año pasado, y 39 millones de californianos pueden decirle que no es cierto.
Pero no se lo digas a Donald Trump.
El jueves, en el curso de un discurso divagante, a veces incoherente, ante el Club Económico de Detroit, declaró: “No tenemos electricidad. En California, hay caídas de tensión o apagones todas las semanas. Y apagones, quiero decir, el lugar está destrozado como una piedra, no hay electricidad”.
Esto no es cierto, no lo era cuando hizo afirmaciones similares el año pasado, y 39 millones de californianos pueden decirle que no es cierto.
Pero en la mente de Trump, aparentemente, esa larga crisis eléctrica nunca terminó.
Semejanzas
Existe un paralelo obvio con el lenguaje de Trump sobre el crimen.
En las grandes ciudades, ha afirmado, “no se puede cruzar la calle para conseguir una barra de pan. Te disparan. Te asaltan. Te violan. Te pasa cualquier cosa”.
Ahora bien, hubo una época en la que las grandes ciudades de Estados Unidos eran bastante peligrosas.
Recuerdo los días en que la mayor parte de Nueva York eran más o menos zonas prohibidas.
Pero eso fue hace mucho tiempo.
Hubo una enorme disminución en la tasa de homicidios a nivel nacional entre principios de los años 1990 y mediados de los años 2010.
El aumento experimentado durante el último año de Trump en el cargo parece estar desapareciendo.
La transformación de Nueva York en uno de los lugares más seguros de Estados Unidos ha sido especialmente espectacular: la ciudad tuvo un 83% menos de asesinatos el año pasado que en 1990, y ni yo ni mis vecinos parecíamos tener miedo de cruzar la calle para comprar pan en mi almacen local.
Sin duda, mucho de lo que Trump dice sobre el crimen es un intento cínico de provocar miedo para obtener ganancias políticas.
Esto es ciertamente cierto en el caso de algunas de sus otras afirmaciones falsas, como sus afirmaciones falsas de que la administración Biden se niega a ayudar a las regiones republicanas devastadas por huracanes y ha desviado fondos para desastres hacia los migrantes.
No sé si Trump es consciente de que se equivoca al afirmar que todos los empleos creados durante el gobierno del presidente Joe Biden han ido a parar a “inmigrantes ilegales”, pero estoy bastante seguro de que no le importa si lo que dice es cierto.
Pero es difícil escapar a la sensación de que hay algo más que un cálculo cínico en algunas de las mentiras de Trump, de que en realidad puede creer algo de lo que dice porque se ha desatado en el tiempo.
En cuanto a la delincuencia, por ejemplo, supongo que en la mente de Trump todavía estamos en 1989, el año en que publicó un anuncio de página completa exigiendo que el estado de Nueva York restableciera la pena de muerte tras la violación de una mujer que había estado haciendo jogging en Central Park, por el que cinco adolescentes fueron condenados injustamente.
El suministro de electricidad y la delincuencia urbana no son los únicos temas en los que la imagen que Trump tiene de Estados Unidos parece estancada en el pasado.
Durante su discurso en Detroit, el ex presidente hizo algo inusual para un candidato que uno podría haber esperado halagar a los votantes en un importante estado indeciso: insultó a la ciudad que lo acogía y declaró que si Kamala Harris gana, “Todo nuestro país terminará”. siendo como Detroit”.
En realidad, eso sería fantástico si fuera cierto:
Detroit ha estado experimentando una importante reactivación económica, hasta el punto de que se ha convertido en un modelo a seguir para ciudades en dificultades en todo el mundo y ha sido elogiada por su ecosistema de start ups.
Pero dudo que Trump sepa o le importe algo de eso, y en su opinión, Detroit probablemente sigue siendo el modelo de las luchas económicas del Medio Oeste industrial en torno a, digamos, 2010.
La cuestión es que aquí hay un patrón.
Como han señalado muchos observadores, Trump habitualmente vende una imagen sombría de Estados Unidos que tiene poco que ver con la realidad.
Lo que no he visto mucho es que su distopía imaginaria parece ser, en gran parte, un pastiche ensamblado a partir de episodios pasados de disfunción.
Estos episodios aparentemente se quedaron alojados en su cerebro, y tal vez porque es alguien que no se caracteriza por estar interesado en los detalles y que vive en una burbuja de riqueza y privilegios, nunca se fueron.
La cuestión es que a Trump le gusta denigrar la capacidad cognitiva de sus oponentes.
Ha llamado a Harris “discapacitada mental” y “tonta”.
Ha pedido a CBS que pierda sus derechos de transmisión por una entrevista con ella en “60 Minutes”, una que fue editada de manera rutinaria, en la que Harris, una ex fiscal, parecía, bueno, bastante inteligente, pienses lo que pienses de sus políticas.
Pero, ¿qué diría Trump de un oponente que, como él, parece anclado en el pasado, que describe habitualmente Estados Unidos de un modo que sugiere que no sabe en qué año estamos?
c.2024 The New York Times Company
