Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

jueves, 23 de febrero de 2023

¡MÉXICO A LA VISTA!

Por Jorge Gómez Barata

Donald Trump es impresentable, pero en calidad de presidente de Estados Unidos, tenía derecho a aplicar políticas económicas, entre ellas la de promover el retorno a Estados Unidos fábricas, empresas y actividades que habían emigrado a otros países, entre ellos a China.

El movimiento de grandes capitales estadounidenses, europeos y japoneses y la emigración de empresas y actividades económicas y/o financieras a China, fue posible por los ajustes políticos asociados con la entronización de la política de una sola China (1971), la visita de Nixon (1972), y las reformas impulsadas por Deng Xiaoping a partir de 1978.

Esos procesos permitieron que, sin modificar las estructuras de poder, China transformara la inviable economía planificada al estilo soviético, en una economía socialista de mercado, premisa para acceder a los circuitos económicos y comerciales internacionales, convirtiéndose en la segunda economía mundial.

Con el dinamismo con que opera el capitalismo, la economía mundial asimiló la mutación de China que, con ejemplar pragmatismo, no sólo ofertó manufacturas baratas, sino oportunidades para que empresas transnacionales y estadounidenses se instalaran en China y fabricaran allí artículos y componentes para ser consumidos o utilizados en occidente.

Para producir en la escala en que lo hace, China, importa energía, materias primas y alimentos para sustentar a miles de millones de personas que, con el aumento de los ingresos, accedieron al consumo.

Las exportaciones a China se convirtieron en motor del crecimiento económico de numerosos países, entre ellos Brasil y Argentina y los once latinoamericanos con costas al océano Pacífico.

Así se originaron movimientos de capital y encadenamientos productivos a escala planetaria. Ese proceso que dinamizó la economía mundial tenía un “talón de Aquiles”: China está demasiado lejos de los Estados Unidos hacía donde es preciso trasladar las manufacturas lo cual encarece el proceso y lo hace vulnerable a vaivenes políticos.

Los operadores económicos y políticos mexicanos se percataron a tiempo de las ventajas que significa su vecindad con Estados Unidos, su disponibilidad de materias primas y energía y su desarrollo industrial y en 1990, pese a las enormes reservas de la izquierda tradicional que, de oficio se opone a todo arreglo con ese país, suscribió con Estados Unidos y Canadá el Tratado de Libre Comercio y en 2018, lo renegoció para crear el T-MEC

El Tratado sumó a México a una gigantesca zona de libre comercio lo cual facilitó el acceso a grandes mercados, competitividad, eliminación de barreras comerciales, adquisición de tecnología y captación de grandes volúmenes de capital de inversión, todo lo cual lo convirtió en el segundo socio comercial de Estados Unidos. En 2022 México exportó a Estados Unidos 326 mil millones, casi un millón de dólares por minuto.

Peter S. Goodman, corresponsal de The New York Times que ha cubierto este mega proceso económico, ha explicado las complejidades asociadas a lo que llamó la “Gran Disrupción de la Cadena de Suministros...”, que se manifiesta, entre otras cosas, en el déficit de componentes para las industrias tecnológicas de Estados Unidos y su encarecimiento debido al cierre de fábricas y puertos en China, derivados de la política de “cero Covid”.

Al respecto, Elda Cantú, editora de NYT para América Latina interrogó a Goodman sobre el proceso que se manifiesta con las empresas, fábricas y capitales estadounidenses que salen de China, pero no ingresan a Estados Unidos, sino que se instalan en México.

La primera pregunta de Elda Cantú se refiere a una estrategia conocida como (nearshoring) “deslocalización cercana”, mediante la cual empresas radicadas en Asía se trasladan a México para acercarse a los Estados Unidos y cobijarse en las ventajas de T-MEC. Lo curioso, cuenta Goodman es que ahora no se trata solo del “retorno de las empresas estadounidenses, sino también de entidades chinas que miran para México como oportunidad para participar en el mercado estadunidense...”

Del mega proceso económico descrito, desplegado en las últimas décadas y que ha movido billones de dólares, propiciado gigantescas transferencias tecnológicas y enormes ventajas para los países receptores, solo Cuba fue absolutamente excluida. Ni un dólar, ni un tornillo alimentaron su maltrecha economía.

La exclusión de Cuba de prácticamente todos los procesos asociados a la globalización se explica por tres razones: (1) El bloqueo/embargo de los Estados Unidos que tiene un carácter total y transnacional. (2) La naturaleza del modelo económico vigente en la Isla cuya matriz basada en la economía estatal centralmente planificada, con monopolio gubernamental del comercio interior y exterior, la banca y las finanzas, el acceso a las tecnologías y la inversión extranjera, impide a la economía cubana embonar con ninguna otra.

La tercera condición se asocia a premisas ideológicas y a la mentalidad dominante los círculos dirigentes que gobiernan, rigen toda la actividad social y operan la economía y son refractarios a reformas estructurales profundas a escala del sistema, especialmente aquellas que implican al mercado, la propiedad privada y las libertades económicas.

La persistencia del bloqueo/embargo, explicable treinta años atrás cuando la Isla formaba parte del bloque socialista, no tiene hoy ninguna justificación para Estados Unidos que lejos de temer al fomento económico de la Isla, ganaría promocionándolo como lo comprendió Obama. Se trata también de una situación que el liderazgo cubano necesita resolver, lo cual no puede hacer en los marcos del esquema económico vigente, aplicando políticas que fracasaron en todos los países ex socialistas, incluida la Unión Soviética, ni haciendo las cosas de la misma manera.

Cuba, con una privilegiada relación política con China y México, un desarrollo industrial medio, infraestructuras aceptables, élites profesionales altamente preparadas y abundante mano de obra calificada, debería maniobrar para tratar de insertarse en la “deslocalización cercana”.

En la cobertura de estos procesos realizadas durante años, Peter S. Goodman del New York Times cuenta que: “...En algún momento conoció a un hombre llamado Raine Mahdi que en San Diego creó una empresa para ayudar a las compañías (que operan en China) a disponer de fábricas en México...”

Si yo tuviera oportunidad o trabajara para el Ministerio de Inversión Extranjera, trataría de localizar a Mahdi para preguntarle si, a su juicio, habría alguna oportunidad para Cuba.

El problema es cómo pudiera Cuba intentar insertarse en la economía global. La respuesta puede ser tan sencilla como, inspirarse en lo que hizo China. Allá fue Nixon y a Cuba llegó Obama. Aunque no es posible abstraerse, y hacer como que el interregno de Trump no existió; pudiera usarse la imaginación para intentar revivir el momento mágico y el espíritu que fomentaron Barack Obama y Raúl Castro lo cual puede ser un comienzo.

Algo de esto está sugiriendo el presidente mexicano Manuel López Obrador. ¿Cómo hacerlo? No tengo respuesta, excepto, dar el primer paso o como una vez se aconsejó:“Mover fichas”. 

Allá nos vemos.
23/2/2023