Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

viernes, 8 de octubre de 2021

Mi primer encuentro con el Che

Por Giraldo Mazola

Muchos amigos me han sugerido, cuando he relatado alguna anécdota sobre el Che, que debía escribirlas. He acariciado esa idea varias veces durante las tres décadas que han transcurrido desde su desaparición física en Bolivia y cada año, alrededor de Octubre, he leído con avidez los relatos de sus compañeros más íntimos, de sus familiares y amigos, que nuestros medios masivos publican en el marco de las efemérides que lo unen más a Camilo en ese mes.

Leí también el profundo análisis de Carlos Tablada sobre el pensamiento económico del Che, las investigaciones de Froilán González en Bolivia relatando con un gran cúmulo de citas de prensa y declaraciones, la epopeya de la guerrilla que complementan el diario del Guerrillero Heroico. He visto varias veces la entrevista de Fidel con el periodista italiano Mina cuya versión documental con imágenes y fragmentos de documentales es sencillamente fabulosa e irrepetible.

Todas esas publicaciones, en vez de estimularme a dar el paso que en definitiva decidí dar hoy, me inhibían a hacerlo, pues me parecía que mis vivencias personales carecían de importancia y no revelaban nuevas facetas de su carismática, excepcional y relevante personalidad.

Oí mencionar al Che en términos nada halagüeños cuando citaban en las informaciones elaboradas por la tiranía su presencia entre los invasores del Granma. Luego, en los primeros meses de 1957, cuando el luego Comandante René Rodríguez bajo de la Sierra para dirigir los grupos de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio, le escuché distintas referencias sobre ese médico argentino que se había unido a nosotros, había cambiado su botiquín por un rifle y comenzaba a forjar, en aquella etapa, su leyenda y realidad.

Estudiaba Medicina hasta que cerramos la Universidad a fines de 1956 y antes me había incorporado a los Grupos de Acción del 26 de Julio aunque seguía trabajando en la sala de ortopedia del Hospital Calixto García.

Me atrajo desde entonces la reedición en su persona de la hermosa historia de los centenares de extranjeros que habían participado en nuestras guerras de independencia. Admiraba desde muchacho a aquellos patriotas cuya consagración mambisa los convirtió en cubanos por derecho propio e intuía que de nuevo surgía una versión moderna del "inglesito" Reeve o del polaco Carlos Roloff.

Mi experiencia sobre el mundo que rodeaba nuestra isla era puramente libresca y no conocía a personas de otra nacionalidad si excluía un exiguo grupo de españoles, jamaicanos o haitianos "aplatanados" del barrio. Entonces tampoco tenía una cabal comprensión de las concepciones y principios internacionalistas que todo nuestro pueblo abrazó después y por tanto el prisma con el cual miraba la presencia suya entre nosotros tenía esas limitaciones.

Es cierto que se añadía como elemento de atracción que su profesión fuera la que yo pensaba ejercer y más tarde también sirvió como punto de interés conocer que le gustaba jugar ajedrez, mi entretenimiento favorito, bastante poco común entonces.

En vísperas de la victoria de Enero de 1959 ya el Che era un pilar de la guerra revolucionaria; estando en la cárcel, escuchaba por Radio Rebelde los relatos de sus acciones y combates, de la épica invasión a occidente, que formaban parte de la información cotidiana de nuestra emisora.

La prensa batistiana lo trataba con desprecio y con rabia calificándolo como extranjero y "comunista", incapaces de entender su desinteresado sacrificio por un país donde no nació. Por suerte ya entonces había superado bastante mis arraigadas ideas anticomunistas gracias a la paciencia de un grupo de experimentados dirigentes del Partido Socialista Popular que, en la propia cárcel, día tras día, contribuyeron a esclarecer las concepciones ideológicas de no pocos jóvenes allí detenidos, removiendo las confusiones que una sostenida campaña contra el marxismo, el socialismo y casi todos los "ismos", había logrado inculcarnos. Nos preparábamos sin saberlo para la necesaria unidad que Fidel preclaramente convirtió en la base futura de todo el proceso revolucionario.

Así, Mas Martín y José Felipe Carneado, por citar sólo algunos nombres en justo reconocimiento al rol político que jugaron, propiciaron o dicho de otro modo me hicieron ver que además de mi admiración y respeto por Fidel, Raúl, Camilo y el Che, como exponentes imbatibles de la lucha en que participaba, estuviera avalada por una coincidencia ideológica, al conocer por ellos como realmente pensaban, como las concepciones estratégicas e incluso tácticas de la lucha que librábamos estaban fundamentadas en concepciones marxistas, cuya teoría comenzaba yo a descubrir.

No conocí personalmente al Che hasta fines de 1959. En el transcurso de ese año a través de su incesante trabajo cotidiano que los medios masivos reproducían, de sus propios escritos sobre la guerra de guerrillas, tan gráficos y elocuentes de su dimensión y grandeza como de su sencillez, de los relatos de hombres de su columna, de los comentarios del propio Camilo, había logrado, como todo nuestro pueblo, conocer mejor al Che. Se había convertido en el transcurso de poco menos de un año en una figura sumamente conocida, querida, parte de nosotros mismos.

Quise volver a mis estudios de Medicina pero el ajetreo intenso de aquellos años hizo inevitable que asumiera otras responsabilidades y pospusiera por un breve plazo, que resulto ser hasta el día de hoy, lo que consideré era mi vocación. Estaba en la dirección del 26 de Julio en la provincia de La Habana y acepté participar en la intervención de varios laboratorios farmacéuticos al mismo tiempo. Se comenzaron a producir conflictos laborales promovidos en cierto modo por las patronales de empresas norteamericanas e incluso nacionales cuyos propietarios no querían enfrentar y menos aun resolver.

La mayoría de estas entidades realmente se dedicaban a envasar las tabletas, pomadas o siropes que importaban a granel y desde luego no había en su gestión económica nada que se pareciese a un intento de transferencia tecnológica; otros, los menos, habían instalado una elemental base técnica para producir ámpulas, tabletas y pomadas con equipos ya obsoletos pero rentables en nuestro mercado y excepcionalmente uno de ellos, había recién adquirido un grupo de equipos sencillos pero más modernos que casi estaba listo para entrar en producción.

A través del Ministerio del Trabajo, que designaba los administradores que debían dirigir estas unidades productivas en conflicto laboral no era posible encontrar la forma de organizar su producción y los técnicos cubanos que allí laboraban trataban afanosamente de buscar alternativas para producir medicamentos y no depender de reenvasar muchos de esos productos cuya existencia se agotaba.

Supe entonces que el compañero Mario Zorrilla había organizado lo que denominaba "Consolidado Químico" y agrupaba varias fábricas o empresas intervenidas; enfrentaban y trataban de resolver problemas similares a los que yo tenía y me vinculé, orgánicamente si se quiere, a tal institución. Le expliqué a Mario, que era muy entusiasta y emprendedor, lo que pensaba que podía hacerse en la producción de medicamentos si organizábamos todos los laboratorios intervenidos en una especie de agrupación dedicada a tal tipo de producción.

Realmente sabía muy poco o casi nada de organización de empresas, de producción de medicamentos y de ese sector en particular, pero el interés que había visto en tantos trabajadores de esas unidades queriendo hacer algo, luchando por no paralizarse, que veían en su acción un deber, su respuesta en sus puestos de trabajo al enardecido patriotismo que se templaba en aquellos días, me hacían sentir como si dominara esos temas.

Mario compartió mis inquietudes y apoyo mis criterios y eso me dio confianza para pulir mejor lo que pensaba cuando después lo discutía con diferentes técnicos como el Dr. Epifanio Selman, farmacéutico de los Laboratorios Abbott, que era uno de los que más me estimulaba a tratar de impulsar esas ideas. Recuerdo que Selman trataba de reproducir la fórmula de una famosa pomada contra las quemadas, “Picrato de Butesin", muy utilizada entonces, que se recibía, como casi todas, a granel. La descripción de sus componentes en la prescripción no tenía la precisión de las proporciones y evidentemente contenía algún excipiente que no consignaban y de ahí que fuera tan difícil elaborarla.

Un día en que le hablé nuevamente del tema Zorrilla me dijo: "El Che está a cargo del Departamento de Industrialización del INRA y yo veo con él todos los problemas de las unidades que atiendo. Ya empieza a organizarse toda la estructura necesaria para atender la producción industrial que tenemos. Vamos a ir a verlo y le explicas tus ideas. Te advierto que conozco que él está pensando en una idea similar pero a partir de comprar un laboratorio que es propiedad de un brasileño, Elio Dutra, amigo suyo y una gente muy progresista". Así convenido, muy pocos días después Mario me llamó para decirme el día y la hora en que el Che nos recibiría.

Había estado insistiendo en hablar con alguien de estos planes pero no había pensado que esa persona iba a ser el Che; cuando hablamos de verlo tampoco pensé que sería tan rápido y cuando tuve que prepararme para ese momento empezaba a encontrar posibles problemas y lagunas en el proyecto que me hacían dudar y tenía que volver a darme ánimo a mí mismo. Ya entonces había sido designado Secretario de Relaciones Exteriores del 26 de Julio y mi atención a estos laboratorios se complicaba.

Ocurrió que en la víspera Mario me llamó pidiéndome que lo acompañara a la fábrica de botellas “Owen Illinois” de San José, en la provincia de La Habana; fuimos y la intervención se realizó instalando como interventores a un triunvirato provisional escogido entre los trabajadores más combativos y revolucionarios.

Al día siguiente cuando llegamos al despacho del Che en el edificio del INRA (hoy sede del MINFAR) encontramos en una especie de antesala a un viejo amigo mío de la Escuela de Medicina, de la lucha y de la prisión, Alipio Zorrilla. El "negro Alipio", como siempre le dije cariñosamente, nos explicó que se estaba preparando para ser el administrador de una fábrica de tuercas y tornillos que se iba a construir pronto en Guantánamo y estudiaba allí los planos y otros materiales para familiarizarse con el proyecto.

Bromeamos un poco diciéndole que no sabía nada de fábricas ni de producción y él ripostando que menos sabía yo. Le presenté a su tocayo blanco y antes que el Che nos llamara a su oficina le dije a Mario que Alipio podía ser el hombre para administrar la Owen Illinois. Empecé a resaltar sus virtudes diciendo exactamente lo contrario que había dicho antes y Alipio se interesó en conocer los detalles de la intervención nocturna pues conocía la fábrica y tenía amigos allí. Advirtió que la idea le gustaba pero que cualquier decisión en su caso dependía del Che pues había sido asignado para trabajar donde él determinara, añadiendo con picardía que el proyecto que tenía se demoraba un poco y lo que nosotros pensábamos era algo para empezar ya.

Le dije a Alipio delante de Mario: "No te preocupes, Mario se lo plantea ahora cuando lo veamos". Mario enseguida atajó mis ímpetus y respondió: "No, le he pedido muchas cosas al Che y no puedo venir siempre a pedirle. Tú eres el que conoce a Alipio y después que plantees lo que vinimos a ver, trata de convencerlo de que lo preste; sugiérele que le servirá de entrenamiento práctico para la tarea que piensa darle que sin dudas se demorará unos meses en comenzar".

Nos llamaron y pasamos a la oficina del hombre que admiraba, respetaba y no conocía para plantearle un proyecto y además otra cuestión surgida de forma improvisada momentos antes.

Nos saludó cordialmente y nos invitó a sentarnos. Mario le hizo una introducción muy breve y concisa, recordándole el tema que queríamos tratar y del que evidentemente habían conversado antes por teléfono.

El Che prendió lo que quedaba de un tabaco, se recostó y me invitó a explicarle. No era muy ducho entonces en exponer algo de forma concreta y convincente pero había pensado tanto en ese asunto que creo que no me salió mal. Recuerdo que me hizo un par de preguntas en medio de mi intervención para precisar algo y al final dijo que le parecía interesante. Indicó que le hiciera un informe con lo que le había explicado, incluyendo las características de todas las unidades y además que me mantuviera en contacto y en vinculación con Mario. Hasta ahí todo salió bien.

Entonces comenzó mi primer y nunca olvidado "patinazo" con el Che. Con cierto apresuramiento le expliqué la intervención de la fábrica de botellas y lo que hicimos, que se necesitaba designar un interventor y acababa de ver al entrar en su oficina, un compañero que podía ser el candidato apropiado durante unos meses hasta que se encontrara la persona idónea. Era Alipio Zorrilla, se preparaba para una misión en una fábrica que empezaba a construirse y podía servirle de entrenamiento práctico. Aunque mi explicación no fue suficientemente coherente el asunto le interesó y dijo dos veces: “Alipio Zorrilla” sin recordar quien era.

Para ayudar a que identificara a mi amigo le mencioné varias características de Alipio: "Es un compañero alto, de los grupos de acción de La Habana, corpulento, "de color"... y no pude seguir. Me hice la idea que con esos datos lo había recordado pues se echó hacia adelante pero me dijo bajito mirándome a los ojos: "De color somos todos, blancos, amarillos, negros. Si es negro di que es negro o es que no llamas a las cosas como son."

Realmente me sorprendí y hasta molesté. Nunca me había referido al hablar de Alipio ni de otro negro de esa forma pero queriendo ser cuidadoso y fino me salió la condenada expresión. Me sentí abochornado, -como parece que quería que me sintiera- y traté de salir de ese entuerto explicando que fue una frase involuntaria que no acostumbraba a utilizar. Como concluyendo y dirigiéndose más a Mario que a mí dijo que estaba de acuerdo y que lo podíamos utilizar en esa tarea. Nos despedimos, también cordialmente, y salimos.

Buscamos a Alipio en una oficina contigua y le dije que recogiera sus bártulos. Mario le comunicó la decisión del Che y le sugirió que se fuera con nosotros para ir directamente a su oficina y hacer los trámites de su designación y llevarlo después a la fábrica. En el camino le conté mi versión de lo sucedido: "Buena descarga me busqué por quererme referir de ti con tanta finura; siempre te he dicho el "negro Alipio" y se me ocurrió describirte como "de color" y este hombre no deja pasar una. Enseguida me corrigió. Bien me gané la reprimenda". Mario agregaba otros elementos y los dos Zorrilla se reían.

Toda historia tiene su moraleja. Removíamos los cimientos de la discriminación racial que se enraizó cuando éramos una neocolonia yanqui y para ello, además de hacer una verdadera y profunda revolución que la erradicara para siempre, era necesario enfrentar aquellas expresiones que tenían un cierto sentido racista. Yo no era racista, pero sin darme cuenta repetía frases de ese tipo. Nunca más le he dicho a un negro que es de color.

Alipio hizo un excelente trabajo allí. Por eso el Che, ya como Ministro de Industrias, lo promovió como administrador de la fábrica de níquel de Moa, donde también trabajó bien. Después devino diplomático, fue Embajador en varios países africanos y falleció recientemente.

Mario poco después fue seleccionado como Vice Ministro del naciente Ministerio de Industrias donde laboró muchos años.

Se constituyó después la Empresa de Productos Farmacéuticos con aquellos laboratorios y otros intervenidos o nacionalizados posteriormente y Selman pasó a trabajar allí donde todavía tiene una importante responsabilidad, aunque las empresas se llaman ahora Medicuba y Eron.

Yo presenté mi proyecto. Un mes después me encargaron crear el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, ICAP, donde permanecí poco mas de nueve años. Tuve que desvincularme de los proyectos de la producción farmacéutica que entre otras cosas me agradaban porque se relacionaban con mi vocación frustrada.

Muchas veces después, el Che bromeando y quizá hasta en serio, cuando nos veíamos en ocasión de una entrevista suya con una delegación extranjera, les decía refiriéndose a mí, que era un desertor de la producción y había preferido la actividad que realizaba a la concreta tarea de producir trabajando con él. Varias veces aclaré, -aunque él lo sabía,- que no fue una decisión mía, pero lo seguía repitiendo. No me gustaba el intento de broma pues creía que no era conveniente para el organismo que comenzaba, pero después me percaté que era su forma de resaltar la naciente institución y darme relevancia a mí.

Dos experiencias importantes para sacar conclusiones.

Por Dr. Silvio Calves Hernández

La primera fue una visita de trabajo a tres cooperativas agrícolas cada una de los tres tipos que existen. Son de Artemisa y muy prestigiosas; puedo decir sin pena alguna, que aprendí mucho más que lo que aporté.

Que conclusiones saqué.

1- que no obstante las políticas e intención del Gobierno de impulsar el desarrollo de estos actores económicos, se reproducen trabas de otros agentes territoriales por no comprender la intención del Gobierno, o porque no todos los funcionarios de esos órganos locales se han leído los documentos jurídicos que avalan los cambios o por la vocación de burócratas o simplemente por falta de cultura para asumir esos cargos por muchos funcionarios.  Empresas de sectores ajenos a la agricultura que no quieren contratar servicios a cooperativas pues afirman  estas solo pueden recibirlos de la empresa agrícola " a que pertenecen".

2- incomprensión de órganos locales en aceptar inversiones de las cooperativas en favor de la calidad de vida de sus municipios; rechazó a que una cooperativa contrate servicios en una empresa de otro sector económico, inexplicables cálculos de créditos bancarios imposibles de amortizar, y varias anécdotas similares que cargaron mi mochila.

En mi razonamiento un tanto académico por mi formación, intuyo que hay cierta incoherencia en la toma de decisiones pues lo que se decide para un sector no es entendido y aplicado por otro.

Otra conclusión que saqué es que muchos de mis alumnos olvidaron el ejercicio de barreras a la comunicación que les compartimos y en el que ellos mismos se demostraron que en una estructura de 4 niveles de dirección al enviar o dar una orientación el máximo nivel, solo llega un 7% de lo indicado al nivel inferior de ejecución de esa decisión.  El nivel inferior al máximo capta solo el 92%, el siguiente un 40% y la base un 7%. Estas son cifras internacionales que en el ejercicio de clase ellos comprobaron.

Ante esto considero que no solo hay que mejorar la comunicación social también la de Gobierno y establecer los mecanismos de retroalimentación de cada nivel de estructura de los organismos y sectores para evitar esa incoherencia en donde se realiza la producción de bienes y servicios.

Otro elemento a resolver es la falta de redundancia en la información tanto en un mismo canal como por distintas vías.

Otro elemento es la prensa y la tv. Ayer precisamente el periodista que reseña la visita del Presidente a un ganadero en Mayabeque al explicar en donde era la visita dijo que era una CCS de la empresa Nazareno. Ese periodista no ha entendido que la propiedad cooperativa es de sus miembros y que no pertenecen a ninguna empresa.

La segunda experiencia fue la lectura del magnífico artículo de Julio Carranza sobre la inflación, persona que sin lugar a dudas desea lo mejor para el país.

Este artículo me hizo recordar dos conversaciones de jóvenes que escuché días antes del escrito de Carranza.

Un matrimonio joven de menos de 40 años ambos comentando que " antes " en época del socialismo " iban a Varadero con 40 cuc a pasar el día con su niño mayor y hasta traían dinero pues no lo gastaban todo". Ahora ese mismo matrimonio con 5 hijos en la actualidad, uno de ellos con microcefalia no pueden salir pues tiene el esposo un sueldo de 2800 cup y ella una ayuda de seguridad social de 500 cup. Esa valoración sobre " antes" es preocupante.

Otro  un joven ingeniero me comentó que se siente engañado por la tarea Ordenamiento y todo  lo que dijeron los responsables de su implementación y que hicieron creer a todo el mundo que se controlaría la inflación y los precios lo que no ha sucedido, ni se ha potenciado ni la oferta y la demanda. Por más que expliqué que la oferta y demanda estimula la producción y obligara a bajar los precios , no quiso entender. Ya el mal estaba hecho.

Un tercer comentario es sobre los cigarros, uno de los  importantes recaudadores de circulante y antiinflacionario. Se informó oficialmente, que se venderían por la libreta en las bodegas al igual que los tabacos. Esto lo informó el Mincin al pueblo y creo lo hizo suponiendo y confiando en la seriedad de productores y distribuidores de cigarros. Quizás un incumplimiento de este nivel de compromiso ante toda la sociedad deba tener repercusión legal, pues los compañeros del tabaco y de los cigarros no pueden estar tomando compromisos con un Ministerio e incumplirlos bajo cualquier causa o pretexto.

Esa distribución no se cumplió, no se está cumpliendo. Es un ejemplo de incoherencia en la organización e información que afecta la credibilidad en las organizaciones de la Administración Pública.

Por eso considero que es necesario un sistema integral de  gestión pública que de coherencia a todas las decisiones y que ese sistema de  gestión  tenga también la cultura del detalle en la coherencia, la organización y en lo que se dice e informa a los ciudadanos. Esa cultura no solo es estética; debe ser además ética y organizacional. 

Se agravan los problemas de la economía china


Los grandes problemas económicos y financieros del sector inmobiliario chino siguen aumentando con el anuncio de Fantasia Holdings esta semana de que no ha realizado el pago de un bono.

Hace apenas unas semanas, Fantasia aseguró que no tenía 'ningún problema de liquidez', pero el lunes anunció 'que no hizo el pago' de un bono de 206 millones de dólares.


Un hombre con una mascarilla protectora camina frente a un tablero electrónico en el vestíbulo del edificio de la Bolsa de Valores de Shanghái, China, el viernes 14 de febrero de 2020. (Foto AP)

El mes pasado, Evergrande, la empresa promotora más endeudada, dejó de pagar un bono denominado en dólares, lo que desencadenó un periodo de gracia de 30 días antes de que se declarara el impago.

La cuestión que se plantea en los mercados asiáticos es hasta qué punto se extenderá la crisis financiera a otras promotoras inmobiliarias, que representan una gran parte del mercado de bonos de alto rendimiento o llamados 'basura'.

Dickie Wong, jefe de investigación de Kingston Securities, con sede en Hong Kong, declaró al Financial Times: 'No hay nada que los inversores puedan hacer... lo peor está por llegar'.

La agencia de calificación Fitch dijo que Fantasia tiene que pagar $1.900 millones en bonos offshore a finales del próximo año, así como 6.400 millones de renminbi ($992 millones) en bonos onshore en el mismo periodo.

La crisis va mucho más allá del sector inmobiliario, dado el papel crucial que ha desempeñado en los 13 años transcurridos desde la crisis financiera mundial de 2008, cuando el gobierno chino se volcó cada vez más en el desarrollo inmobiliario como motor central del crecimiento económico.

El columnista del Financial Times, Martin Wolf, escribió ayer que la cuestión más grave que ha surgido de la crisis es que la dependencia de la economía de la demanda de la inversión en bienes raíces tiene que terminar. 'Eso impondrá un enorme ajuste y creará un gran dolor de cabeza para las autoridades: ¿qué puede sustituir a la inversión inmobiliaria en la creación de demanda?', escribió.

Wolf citó estadísticas que señalan que mucho antes de la crisis de Evergrande, el modelo de crecimiento chino, basado en altos niveles de inversión, se estaba agotando. La inversión fija total promedió alrededor del 43 por ciento del producto interior bruto (PIB) entre 2010 y 2019, cinco puntos porcentuales más que entre 2000 y 2019. Pero en este último periodo, el crecimiento del PIB había empezado a caer, lo que indica un descenso del rendimiento de la inversión en lo que respecta a la economía en general.

Al mismo tiempo, la deuda ha aumentado. La deuda de los hogares pasó del 29 por ciento del PIB en 2010 al 61 por ciento en 2021, mientras que la deuda del sector empresarial no financiero aumentó del 118 al 159 por ciento del PIB en el mismo periodo.

Wolf citó la conclusión de un documento de 2020 de los economistas Kenneth Rogoff y Yuanchen Yang, según el cual, si se tienen en cuenta sus efectos de flujo, el sector inmobiliario chino representó el 29 por ciento del PIB en 2016.

Afirmó que, dado que el gobierno controla el sistema financiero chino, podría evitarse una crisis financiera, una postura que muchos otros han defendido. Pero esta suposición aún debe ser puesta a prueba por los acontecimientos que se están produciendo.

El mayor impacto, dijo, fue que la inversión inmobiliaria se desplomaría y esto tendría un 'gran efecto negativo en las finanzas de los gobiernos locales'. Las competencias fiscales de los gobiernos locales son restringidas, y dependen del flujo de ingresos procedentes de la venta de terrenos para financiar proyectos de infraestructura.

Según la investigación de Rogoff y Yang, citada en el artículo, 'una caída del 20 por ciento en la actividad inmobiliaria podría provocar una caída del 5-10 por ciento en el PIB, incluso sin la amplificación de una crisis bancaria, o sin tener en cuenta la importancia de los bienes inmuebles como garantía'. Y, según Wolf, 'podría ser peor'.

El sostuvo que el crecimiento podría continuar si se abandonara el despilfarro de la inversión y se aumentara el gasto en consumo gracias a una redistribución de la renta hacia los hogares más pobres. Esto requeriría 'grandes reformas' combinadas con un alejamiento de la propiedad y una transición de las altas emisiones de carbono, lo que también requeriría 'grandes cambios políticos'.

El modelo basado en el despilfarro de inversiones ha llegado a su fin y debe ser sustituido, concluyó.

Pero este hecho ha sido reconocido desde hace tiempo por el régimen chino y fue la base para el lanzamiento en 2015 del plan 'Made in China 2025', que establecía la necesidad de desarrollar las industrias de alta tecnología.

Sin embargo, se ha topado con un gran obstáculo: el dominio del imperialismo estadounidense sobre la economía mundial, ejercido a través de su diseño de chips informáticos vitales y la posición preeminente del dólar en el sistema financiero internacional.

EE.UU. está decidido a aplastar el desarrollo chino de alta tecnología por todos los medios necesarios porque lo considera una amenaza tanto económica como militar.

Esta política, iniciada bajo Trump, continuada y profundizada por la administración Biden, se ejemplifica más claramente en las acciones de EE.UU. contra la empresa china de telecomunicaciones de alta tecnología, Huawei, considerada por el régimen de Xi Jinping como un componente vital de la próxima etapa de desarrollo económico.

Hace tres años, Huawei, que había volcado importantes inversiones en el desarrollo de la tecnología de las comunicaciones, estaba a punto de convertirse en el principal desarrollador mundial de la infraestructura telefónica 5G.

El mes pasado, el presidente de Huawei, Eric Xu, dijo que los ingresos de la compañía por la venta de teléfonos inteligentes se reducirán entre $30.000 y $40.000 millones este año desde los $136.700 millones de ventas en 2020, sin perspectivas de recuperar ese dinero en los próximos años. Anteriormente, Xu había dicho que el objetivo de la empresa era simplemente sobrevivir.

La destrucción de su negocio de teléfonos inteligentes se ve en el hecho de que a pesar de haber hecho avances significativos en el desarrollo de la infraestructura 5G —muchas de las patentes son propiedad de Huawei— su último teléfono inteligente será sólo 4G.

Las acciones del imperialismo estadounidense con respecto a Huawei son emblemáticas de su posición con respecto al desarrollo económico chino en su conjunto: su reducción a lo que equivale a un estatus de semicolonia económica.

En el período en que el crecimiento de China dependía de la exportación de bienes de consumo baratos y componentes industriales de baja tecnología, Estados Unidos la consideraba un 'socio estratégico', resumido en la invención del término Chimerica por el historiador económico y comentarista de los medios de comunicación Niall Ferguson.

Ahora China es un 'competidor estratégico'. Los métodos empleados por Estados Unidos contra Huawei son una forma de gansterismo imperialista del siglo XXI. La compañía telefónica ha sido excluida del desarrollo de las redes de telecomunicaciones con el espurio argumento de que es una amenaza para la 'seguridad'.

Ahora se ha prohibido a las empresas estadounidenses que le suministraban chips informáticos. La prohibición se ha extendido a las empresas de otros países, amenazándolas con cortar sus propios suministros de las empresas estadounidenses si siguen vendiendo componentes a Huawei. Y está la amenaza siempre presente de que las empresas que desafíen las directivas estadounidenses queden excluidas del sistema financiero mundial debido a la preeminencia del dólar.

Con la prohibición de las empresas estadounidenses de tratar con Huawei, Google dejó de ofrecer servicios como Gmail y YouTube en sus teléfonos. De una posición en la que era el principal proveedor de teléfonos inteligentes del mundo, Huawei ha salido ahora de los cinco primeros puestos.

El colapso del antiguo modelo de avance económico chino, basado en gran medida en el desarrollo inmobiliario, y las barreras que está levantando el imperialismo estadounidense a un modelo basado en el desarrollo de la alta tecnología encierran el potencial de una gran crisis económica.

La perspectiva del régimen del llamado 'socialismo con características chinas', basado en el capitalismo, ha demostrado ser una quimera y los crecientes problemas económicos llevarán al estallido de las luchas sociales y políticas de la multimillonaria clase obrera china.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 7 de octubre de 2021)

LA TECNOLOGÍA NOS SACARÁ DE LA POBREZA…

Por Marcelo Colussi

Escritor y politólogo de origen
argentino. Actualmente radicado en Guatemala

I

"El día en que cada indio [sic] tenga un celular, Guatemala habrá entrado en el desarrollo", dijo alguna vez el intelectual y empresario Manuel Ayau, fundador de la muy neoliberal Universidad Francisco Marroquín, centro de estudios superiores de alta calificación, donde se enseñan "tecnologías de punta". Hoy existe en el país un promedio de 1.4 teléfonos por persona, y eso no significa que se haya entrado en el desarrollo. ¿O sí? Según la medición de desarrollo humano que hace cada año Naciones Unidas, esa nación centroamericana –aunque disponga de más aparatos de telefonía inalámbrica que de habitantes– no posee un alto grado de desarrollo: 70% de su población permanece bajo el nivel de pobreza (2 dólares diarios de ingreso), la mitad de su niñez sufre desnutrición crónica, cada huracán o lluvia fuerte que llega constituye una tremenda tragedia nacional, no tiene ningún Premio Nobel en ciencias y es uno de los países latinoamericanos más golpeados por la pandemia de Covid-19, lo cual denota su falta de desarrollo en el sistema sanitario.

¿Por qué habitualmente se asocia desarrollo con tecnología? ¿Qué mito hay con esta última? Aclárese rápidamente que tecnología no es sinónimo de disponer de aparatos novedosos.

Hoy el término "tecnología" ha pasado a ser mágico. Incluso mutó su carga semántica: ya no es el conjunto de prácticas que posibilita la fabricación de un producto (etimológicamente, del griego techné, significa "tarea", "realización"). Por el contrario, pasó a ser sinónimo de ciencia, de saber. Por cuestiones histórico-sociales determinadas el mundo capitalista moderno la ha entronizado, pudiendo decirse que vivimos una cultura de veneración de la tecnología. El instrumento, la máquina, la herramienta con que trabajamos y nos movemos en nuestra cotidianeidad, tiene un valor de divinidad. "El ser humano creó a Dios y luego se arrodilló frente a él. Quién sabe si también se inclinará en breve frente a la máquina, frente al «robot»", dijo el anarquista ruso Mijaíl Bakunin a fines del siglo XIX. Desarrollo técnico pasó a ser sinónimo de progreso en el conocimiento. Casi como respuesta condicionada a un estímulo, decir tecnología evoca avance triunfal de la ciencia. Pero ciencia no es lo mismo que tecnología.

La definición de manual de "ciencia" nos habla de un conocimiento científico riguroso en la medida que hay objeto y método. Definición algo precaria, por cierto, que escamotea lo principal: siguiendo una visión epistemológica crítica, más profunda que una mirada positivista y descriptiva (por ejemplo: Bachelard y "La formación del espíritu científico" o Heidegger en su seminario "La pregunta por la cosa"), podemos decir que hay ciencia en la medida en que hay concepto fundante, pregunta teórica que abre un nuevo campo del saber. "La grandeza y la superioridad de la ciencia natural en los siglos XVI y XVII depende de que aquellos investigadores [Galileo Galilei, Nicolás Copérnico, Isaac Newton] eran todos filósofos; entendían que no hay meros hechos, sino que un hecho lo es sólo a la luz de un concepto fundado y, en cada caso, según el alcance de una tal fundamentación. La característica del positivismo en el que estamos insertos desde hace decenios –y ahora más que nunca– es pensar, en cambio, que puede arreglárselas sólo con hechos y más hechos, mientras que los conceptos son únicamente un recurso de emergencia que de algún modo se hacen necesarios, pero con los cuales uno no debe entretenerse demasiado, pues eso sería filosofía." (Heidegger).

II

La simplista idea de ciencia que se difunde acríticamente la equipara con tecnología: sería ciencia, según esa noción, lo que se hace en un laboratorio, la medición estricta, la prueba que controla todas las variables. En otros términos: la observación de "hechos". Pero en realidad hay saber científico solo en la medida que aparece un concepto que "organiza" el mundo. Los "hechos" no existen si no es en una dimensión humana que los instaura como tales, dándoles una determinada significación. Los conceptos científicos, es decir, alguna de las numerosas construcciones que nos permiten movernos en el mundo y transformarlo en beneficio de la especie humana: inercia, números primos, gravitación, átomo, plusvalía, inconsciente, masa, isótopo, lucha de clases, enlace químico, son justamente eso, construcciones, elaboraciones que permiten actuar sobre la realidad corpórea, sobre la dimensión humana. El laboratorio viene después del concepto fundante. O no viene.

Las ciencias llamadas duras (física, química, matemáticas, biología) aportan conceptos que no se discuten. El laboratorio luego permite comprobarlos, y aplicarlos: he ahí la ciencia aplicada o tecnología. ¿Se puede negar que el materialismo histórico (con el concepto de plusvalía o de lucha de clases) o el psicoanálisis (con el concepto de inconsciente) den en el blanco? Seguramente, dado que sí dan, y de un modo certero, se los vive declarando muertos. Los conceptos de las "ciencias exactas", que permiten el desarrollo de tecnologías determinadas, no se ponen en tela de juicio, pues los poderes fácticos los aprovechan a su conveniencia. Las ciencias sociales –parientes pobres en el ámbito epistemológico, y mucho más aún el materialismo histórico y el psicoanálisis– no gozan de buena reputación. Pero todos los conceptos científicos, si son tales, dan en el blanco, las ciencias duras y las otras (¿serán "blandas" esas otras?).

Cada época histórica tiene su correspondiente tecnología; dicho en otros términos, cada pueblo en su correspondiente etapa civilizatoria desarrolla una determinada capacidad para asegurar su subsistencia a través del trabajo. En definitiva, la tecnología es la forma en que se organiza ese trabajo, que puede ir desde la primera piedra afilada del Homo habilis hace dos millones y medio de años atrás a la más refinadísima computadora cuántica actual. Lo cierto es que el mundo moderno ha producido un salto cuantitativo y cualitativo sin precedentes en la historia. En el último siglo y medio la capacidad de producción, la tecnología, ha avanzado tanto –producto del desarrollo de novedosos conceptos científicos– como seguramente la humanidad no lo había hecho en toda su historia. Como consecuencia de esta fabulosa aceleración, el instrumental técnico que posibilitó ese salto pasó a ser la vedette de todo el proceso. Así, se desarrolló una mística de la máquina, de la herramienta. Hoy, la máquina que sirve al ser humano, pasó a ser a veces más importante que el humano mismo, más importante y apreciada que aquello para lo que nos ayuda. No son pocos los casos en que los poderes prefieren salvaguardar la maquinaria en detrimento de los humanos de carne y hueso. Por lo pronto, el avance fenomenal de la robótica, que debería ser una buena noticia para la humanidad, pues simplifica trabajos mejorando nuestra calidad de vida, deja innumerables desocupados.

III

¿Qué tiene este desarrollo tecnológico de importante, de bueno o de malo en términos éticos?, podría preguntarse. Esa no es una simple pregunta inocente. Su respuesta nos confronta con el proyecto mismo que define el curso de las cosas, el horizonte sobre el que se construye el mundo, las relaciones de poder. Hoy la tecnología, como un ente casi con vida propia, ha ido abandonando su valor instrumental para terminar siendo eje central del proyecto global en curso. Se habla, se vivencia, se venera la tecnología como si fuera una entidad en sí misma, autónoma y omnipotente. Pensemos, por ejemplo, con lo dicho por Manuel Ayau, cita con la que abrimos el presente escrito: ¿por qué tener muchos teléfonos celulares sería desarrollo?

Todo esto tiene su historia. El mundo de la producción industrial, de la ganancia económica como meta última, el horizonte de la mercadería en tanto deidad suprema, termina no necesitando del ser humano. Eso, finalmente, es el sistema capitalista: "fetiche de la mercancía" decía Marx. Todo deviene cosa. Importa el aparato físico en sí mismo, e importa no solo por lo que vale, por su valor de cambio en tanto mercancía, sino también por lo que significa como símbolo de poder. El azadón, el arado de madera, la vasija de cerámica o el reloj de arena claramente eran instrumentos que significaron pasos importantísimos en la historia universal, en tanto mejoraron –cada uno a su modo– las condiciones de vida. El ser humano es el único ser vivo que puede producirlos, alterando el medio natural. Todas esas eran cosas que favorecían la calidad de vida. Y si esta calidad no satisfacía, ahí estaban las deidades esperando, para ayudar a mejor sobrevivir. Por si fuera poco, 3,000 dioses en la historia de la humanidad, cada uno ayudando a su modo.

Hoy esos dioses son de plástico, de acero, de fibra óptica o de cuarzo líquido. Las cosas materiales han pasado a tener un valor central, no solo instrumental.

Sería absurdo oponerse a la tecnología en nombre de un principismo inconducente, de una "vuelta a lo natural", de una renuncia al confort moderno. La tecnología, en tanto el arsenal de medios técnicos de que dispone una sociedad en un momento dado, no es sino eso: el conjunto de los instrumentos con que asegurar la mejor calidad de vida posible. Obviamente entonces: ¡bienvenido sea su desarrollo! Lo que debe cuestionarse, y no en nombre de una moralina hipócrita sino desde una actitud crítica positiva que tiende al enriquecimiento humano, es este aprisionamiento de que somos víctimas por la cultura de la fascinación ante las máquinas. Si la tecnología nos vuelve esclavos y daña nuestro medio natural, nuestra casa común que es el planeta Tierra, algo anda mal.

IV

Si la tecnología no sirve para un genuino desarrollo humano integral, concepto que se ha acuñado recientemente, ¿para qué está entonces? ¿Por qué es más importante tener cosas –cambiándolas cada vez más rápidamente, obsolescencia programada mediante– que su aprovechamiento? No podemos estar fatalmente condenados a valorar la vida en función de las cosas que, en todo caso, deben servir para ayudarnos a vivir. El hacha de piedra, la bicicleta, el avión o el teléfono inalámbrico son simplemente instrumentos que nos facilitan la vida; olvidarlo implica generar un mito, reduciendo la vida a una frenética carrera por su posesión, para no saber qué hacer una vez se los ha obtenido. El consumismo capitalista ahí hunde sus raíces: el mandato es ¡consumir y consumir! Y, por tanto, no dejan de aparecer aparatos nuevos. Si es de última generación, tecnología de avanzada, algo novedoso, eso pareciera que ya es garantía de bondad, de beneficio asegurado. "Lo que hace grande a este país [Estados Unidos] es la creación de necesidades y deseos, la creación de la insatisfacción por lo viejo y fuera de moda", manifestó el gerente de la agencia publicitaria estadounidense BBDO, una de las más grandes del mundo. La "tecnología" pareciera ser la promesa de esa provisión interminable de "nuevas y mejores" cosas.

Pero "El ser humano ha llegado a ser, por así decirlo, un dios con prótesis; bastante magnífico cuando se coloca todos sus aparatos, pero éstos no crecen de su cuerpo, y a veces le procuran muchos sinsabores", decía con razón Sigmund Freud. Si lo olvidamos, no hay real desarrollo del ser humano. En vez de venerar imágenes religiosas, tótems o espíritus, glorificamos pedazos de plástico o cromo-vanadio. ¿Será ese nuestro destino? Las herramientas, en definitiva, si no están para satisfacer a la humanidad, no sirven. Lo importante es el proyecto humano en el que se inscriben. Por lo que se ha visto hasta ahora, el capitalismo no pasa de traer penurias. El socialismo, con todas las lacras que puedan achacársele, sigue siendo una genuina esperanza.

El Che Guevara, un eternauta que trasciende y se renueva


8 de octubre de 2021 - 09:58



El Che Guevara: los años pasan pero su figura trasciende el tiempo y se renueva.. Imagen: AFP

Los años pasan y el Che Guevera queda como el si fuera el eternauta y lo hubiera inventado Héctor Oesterheld. Siempre igual y siempre distinto. Porque las épocas eligen del Che lo que prefieren. Sobre ese fondo del luchador contra la injusticia, a fines de los '50 se lo quiso equiparar a un comando civil antiperonista, en los '60 fue el aventurero y el guerrillero heroico, el foco ejemplar, la conciencia y la voluntad como motor, es la lucha contra las dictaduras y por el socialismo y es el promotor de los estímulos morales sobre los materiales en la vida de los seres humanos. Es el idealista, el marxista, el foquista. El Che es uno y mil, pero en todos encarna el impulso ancestral de la humanidad de rebelarse ante las injusticias, el impulso sobre el que cabalga la esperanza, sin la cual es imposible la vida.

El mismo Che renegó de algunos de esos estereotipos. Por lo menos, eso quedó plasmado en su larga carta de respuesta a Ernesto Sábato cuando el escritor le preguntó si los barbudos que bajaban de Sierra Maestra para derrocar a Batista podían equipararse a los que habían derrocado a Perón. Y la respuesta del Che fue un rechazo furibundo en el que hace una reivindicación del peronismo como movimiento antimperialista y popular, aunque deja entrever sus dudas con Perón.

Y más o menos lo mismo le dijo a su madre Celia en la carta que le envió tras el derrocamiento de Perón. Las dos cartas y otros textos del Che, donde se refiere al peronismo, fueron publicadas en un libro muy interesante de Norberto Galasso donde el Che, a contrapelo de la mayoría de la izquierda argentina de la época --que era antiperonista--, hace una lectura del peronismo como movimiento nacionalista y popular y subraya los aspectos positivos y las limitaciones que le veía.


El Che Guevara junto a Fidel Castro. Télam

Pero también fue producto de una época. El Che foquista quedó atrapado en el remolino de su momento histórico. Es el Che de “La guerra de guerrillas” donde repite un esquema casi elemental que era producto de un momento específico y un país muy particular. Pero esa misma idea llevada a la forma del relato literario en “Los relatos de la guerra revolucionaria”, lo revela como escritor y lo rescata.

A pesar de esas múltiples facetas, no hay ruptura en el camino que comenzó el joven aventurero que en sus viajes abrió los ojos a la realidad latinoamericana y se convirtió en el guerrillero de Sierra Maestra, y más tarde ministro de la Revolución y finalmente el comandante Ramón en el Congo y Bolivia. Más que ruptura, hay una línea de ascenso vertiginoso impulsado por esa autoexigencia al compromiso y la solidaridad que el Che aplicó en su vida y proponía para la construcción del Hombre Nuevo.

Está la figura del Che antiburocrático, el que prefirió retomar la lucha en Bolivia y renunció a la vida acomodada del ministro. Pero si el Che hubiera considerado que era más útil quedándose en Cuba, lo hubiera hecho. Como ministro impulsó la movilización popular solidaria en las campañas de trabajo voluntario y dio un debate profundo que influyó en los movimientos revolucionarios de todo el planeta, al contraponer los estímulos morales en la producción frente a los estímulos materiales del capitalismo y del modelo soviético. De la misma manera planteó el internacionalismo de los gobiernos revolucionarios en un plano diferente al del mero intercambio comercial de conveniencia. La idea del Hombre Nuevo que forjaría las sociedades del futuro se publicó en el periódico uruguayo Marcha y muestra una práctica donde ya aparece la importancia que asignaba a los procesos culturales.

El 

Che Guevara y Raúl Castro a principios de los 60. AFP

Fueron debates que el Che perdió la mayoría de las veces porque la época imponía urgencias a los procesos revolucionarios. Pero esos debates dejaron herramientas, embriones, semillas de ideas que tomaron importancia con el tiempo, quizás ya no como parte del morral de un comandante guerrillero, sino como parte de la búsqueda de una opción al mundo del individualismo exacerbado, las injusticias y el poder de las corporaciones que plantea el capitalismo salvaje de la globalización neoliberal.

Una parte de la humanidad valora a los que la valoran a ella, por eso la figura del Che trasciende y se renueva. La esperanza es una llama que se alimenta de la capacidad de los seres humanos para mejorar sus vidas como sociedad. Todas las acciones y las ideas del Che se basan en la confianza en la humanidad, en la naturaleza y la esencia de los seres humanos. Son valores que todavía resisten a la presión cultural hegemónica que busca denigrarlos para naturalizar sociedades de cada vez menos mega-ricos y poderosos y cada vez más pobres y sumergidos.

Es cada vez más difícil asegurar, como en la época del Che, que la humanidad marcha hacia un futuro socialista y hasta se puede dudar si llegará siquiera a un futuro mejor. Y más aún: el cambio climático instaló la duda sobre si hay realmente un futuro. Son preguntas que dan por ganadora la idea de que este mundo de desigualdad e injusticia se corresponde con la naturaleza humana. La imagen más conocida del Che, con la mirada perdida hacia el futuro, ya descarnada del hombre que fue, surge y sobrevive como la esperanza de que la humanidad puede encontrar un camino diferente.

Palabras de Alejandro Gil en la Inauguración Jornada Económico- Productiva Cuba 2021

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