18 noviembre 2024
Ilustración: Félix M. Azcuy
La reciente entrada de Cuba como socio en los BRICS deja varias interrogantes sobre cómo un país que sufre los embates de una fuerte crisis socioeconómica y las restricciones impuestas por medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos podría aprovechar las oportunidades que brinda esta asociación económica y política.
Pero, ¿cómo surgen los BRICS y cómo han evolucionado en el tiempo? El acrónimo BRIC, que inicialmente no incluía a Sudáfrica, fue acuñado en 2001 por el entonces economista jefe de Goldman Sachs, Jim O’Neill, en un documento de investigación que subrayaba el potencial de crecimiento de economías emergentes como Brasil, Rusia, India y China.
La creación del grupo fue impulsada por Rusia,[1] y lo interesante de esta asociación es que no es una organización multilateral formal como las Naciones Unidas, el Banco Mundial o la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), entre otras. El reglamento establece que los jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros deben reunirse anualmente, y cada nación asume una presidencia rotatoria de un año del grupo.
Se puede decir que Brasil, Rusia, India y China fueron los miembros fundadores, pero la primera expansión del bloque ocurrió en 2010, cuando se integró Sudáfrica, que era el miembro más pequeño en términos de influencia económica y población, y entonces el grupo pasó a ser conocido como BRICS.
En conjunto, estos cinco países representaban más del 40% de la población mundial y una cuarta parte de la economía global. Además de la geopolítica, el grupo se centra en la cooperación económica y en el aumento del comercio y el desarrollo multilaterales. Asimismo, los cinco países del BRICS forman parte del Grupo de los 20 (G20), compuesto por las principales economías del mundo.
Estos cinco países representaban más del 40% de la población mundial y una cuarta parte de la economía global.
Posteriormente, muchas naciones manifestaron su interés en unirse al grupo, entre ellas Irán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Argentina, Argelia, Bolivia, Indonesia, Egipto, Etiopía, Cuba, República Democrática del Congo, Comoras, Gabón y Kazajistán.
El interés de estas naciones por integrar los BRICS radica en que representan una alternativa a los organismos globales existentes como el FMI y el Banco Mundial, dominados por las potencias occidentales tradicionales, y esperan que la membresía les brinde beneficios, incluidos el financiamiento para el desarrollo y el aumento del comercio y la inversión.
En su primera cumbre en 2009, los países BRIC afirmaron su compromiso con un orden mundial multipolar y el no intervencionismo global. Unido a esto, pidieron una nueva moneda de reserva global como alternativa al dólar estadounidense.
El interés por unirse al grupo fue potenciado por la insatisfacción de varios países en vías de desarrollo con el orden mundial, especialmente cuando los Estados ricos acapararon las vacunas que salvaban vidas durante la pandemia de la COVID-19.
El interés por unirse al grupo fue potenciado por la insatisfacción de varios países en vías de desarrollo con el orden mundial.
Por otra parte, muchos expertos internacionales señalan las enormes diferencias en los sistemas políticos, las economías y las posiciones geopolíticas de los Estados miembros como evidencia de la fragilidad de la organización.
No existe un proceso formal de solicitud para unirse a los BRICS, pero los nuevos miembros deben ser aprobados por unanimidad por los ya existentes.
En la cumbre de los BRICS de 2023, celebrada en Sudáfrica, el grupo anunció la admisión de Arabia Saudita, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Etiopía y Argentina como nuevos estados miembros a partir de enero de 2024. Poco después de convertirse en presidente de Argentina, Javier Milei anunció que su país no se uniría a la organización, mientras que los demás países se convirtieron en miembros en 2024.[2]
En la cumbre de los BRICS de 2012, después de criticar aspectos del FMI y el Banco Mundial, los miembros propusieron la creación de un nuevo banco internacional de desarrollo para proporcionar financiamiento y préstamos para proyectos de desarrollo en las economías emergentes. Este Nuevo Banco de Desarrollo (NDB, por sus siglas en inglés) comenzó a operar en julio de 2014, y los miembros fundadores del BRICS reunieron 100,000 millones de dólares como capital autorizado de la institución financiera. Cada miembro fundador tiene una participación igual en el NDB y contribuye de igual manera a los activos del banco. Otros países se han convertido en miembros del NDB desde su creación.
Actualmente, son 10 los estados miembros efectivos del BRICS:
- Brasil
- China
- Egipto
- Etiopía
- India
- Irán
- Rusia
- Arabia Saudita
- Sudáfrica
- Emiratos Árabes Unidos
Junto con el NDB, los BRICS lanzaron el Acuerdo de Reserva de Contingencia (CRA, por sus siglas en inglés), destinado a proporcionar moneda líquida a los países que experimentan dificultades económicas. A diferencia del NDB, el CRA no está sujeto a una estipulación de contribución igualitaria, y China proporcionó el 41% de los activos iniciales del acuerdo. Los miembros del BRICS han discutido la creación de una moneda común para el comercio internacional entre los países miembros, pero no se han tomado medidas concretas para lograr este objetivo.
Los analistas sugieren que los líderes chinos ven a los BRICS como un vehículo para la expansión geopolítica. La expansión cuenta con el apoyo del gobierno ruso, que está interesado en encontrar aliados y socios comerciales tras la condena generalizada de su invasión a Ucrania. India y Brasil, por otro lado, están significativamente más cerca de Estados Unidos que China y Rusia, y ven al grupo como una herramienta para mantener la neutralidad en un mundo multipolar, en lugar de un bloque geopolítico antioccidental. Además, India, aunque se alinea con China en algunos aspectos, se ha enfrentado con su vecino por su frontera en disputa, y sigue desconfiando de los intentos chinos de autoengrandecimiento a través de los BRICS.
Los analistas sugieren que los líderes chinos ven a los BRICS como un vehículo para la expansión geopolítica.
El BRICS no es una organización formal, sino más bien un bloque de economías no alineadas a los polos europeos y norteamericanos que coordinan esfuerzos económicos y diplomáticos en torno a un objetivo compartido. Los países BRICS buscan construir una alternativa al dominio del punto de vista occidental en los principales grupos multilaterales, como el Banco Mundial, el Grupo de los Siete (G7) y el Consejo de Seguridad de la ONU.
La expansión del grupo en 2024 conlleva una serie de implicaciones geopolíticas. Representa un peso económico y demográfico creciente: los diez países BRICS comprenden ahora más de una cuarta parte de la economía mundial y casi la mitad de la población mundial. El grupo está preparado para ejercer influencia sobre las guerras en la Franja de Gaza y Ucrania, la forma del sistema económico mundial, la competencia entre China y Occidente, y los esfuerzos para la transición a la energía limpia.
¿Qué hacen los BRICS?
Como se ha explicado, los jefes de Estado de los BRICS se reúnen anualmente[3], y cada país asume la presidencia por un año para establecer prioridades y organizar una cumbre. El bloque se basa en la toma de decisiones por consenso y es, en gran medida, informal: no tiene un estatuto definitorio, una secretaría o fondos comunes.
Algunas áreas temáticas subrayan sus prioridades
- Abogar por una mayor representación en las organizaciones globales: Los BRICS buscan establecer un frente unido de las perspectivas de las economías emergentes en las instituciones multilaterales. El grupo tiene como objetivo impulsar la reforma de las instituciones existentes, como la ampliación del Consejo de Seguridad de la ONU, y formar bloques de negociación dentro de esas instituciones. Por ejemplo, muchos países BRICS se opusieron a la condena de la ONU a la guerra de Rusia en Ucrania y han buscado posiciones comunes sobre el programa nuclear de Irán y los conflictos en Afganistán, Gaza, Libia y Siria.
- Coordinar la política económica: Por ejemplo, las entradas anuales de inversión extranjera directa (IED) del bloque se cuadruplicaron entre 2001 y 2021.
- Reducir la dependencia del dólar estadounidense: Cada vez más descontentos con el dominio del dólar en las transacciones globales, que los expone a las sanciones occidentales, los líderes de los BRICS han abogado por la desdolarización a favor de un mayor comercio en monedas locales o incluso una posible moneda común del grupo.
- Crear un sistema financiero alternativo: El Nuevo Banco de Desarrollo (NDB, por sus siglas en inglés) y el Acuerdo de Reserva de Contingencia del grupo están destinados a emular al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional (FMI), respectivamente. Los miembros del BRICS esperan que estas instituciones crediticias alternativas puedan fortalecer la cooperación Sur-Sur y reducir la dependencia de las fuentes de financiamiento tradicionales.
El NDB y el CRA fueron diseñados como una alternativa al llamado acuerdo de Bretton Woods, el principal sistema financiero mundial fundado por los principales países industrializados después de la Segunda Guerra Mundial. Muchos países del Sur Global consideran que esas instituciones, especialmente el Banco Mundial y el FMI, no están satisfaciendo las necesidades de las naciones más pobres, especialmente en áreas como el financiamiento climático.
Las dos instituciones operan de manera diferente. El CRA es un fondo común entre los bancos centrales del BRICS que ofrece apoyo durante una crisis monetaria y se limita a los países del BRICS, mientras que, en 2021, el NDB se abrió a proyectos privados en otros países de mercados emergentes.
Por su parte, el NDB ofrece préstamos, garantías y otros mecanismos financieros para apoyar proyectos privados que contribuyan al desarrollo sostenible y a la construcción de infraestructura. Su objetivo es ofrecer más flexibilidad, mayor igualdad entre los accionistas y un acceso más fácil a los fondos que el Banco Mundial, con el objetivo de compartir su atención entre 190 miembros. Los préstamos de este fondo se centran en energía limpia, transporte, saneamiento y desarrollo social, y ha buscado dedicar el 40% de sus proyectos a la lucha contra el cambio climático. Hasta la fecha, el banco ha aprobado más de 32,000 millones de dólares para noventa y seis proyectos desde que comenzaron las operaciones en 2016.
el Nuevo Banco de Desarrollo ofrece préstamos, garantías y otros mecanismos financieros para apoyar proyectos privados que contribuyan al desarrollo sostenible.
Hay que ser realistas, los países BRICS también enfrentan crecientes tensiones internas y rivalidades entre los miembros. Además de la ya mencionada disputa fronteriza entre China e India, existe una creciente competencia por el liderazgo económico y geopolítico del Sur Global. El grupo ya ha tenido problemas para tomar decisiones. En una reunión de ministros de Relaciones Exteriores en Nueva York en septiembre, los líderes intentaron proponer un modelo para racionalizar las nuevas incorporaciones al Consejo de Seguridad de la ONU, pero no lograron llegar a un acuerdo.
La invasión rusa de Ucrania también ha profundizado ciertas fisuras, ya que provocó una condena generalizada, y muchas sanciones lideradas por Occidente y presión diplomática para dejar de comerciar con Rusia desconcertaron a sus aliados del BRICS.
¿Por qué la expansión?
El impulso para aumentar la membresía es otra línea divisoria en el bloque. China y Rusia han favorecido la expansión, mientras que Brasil e India se muestran más reticentes, preocupados de que esta diluya su propia influencia. La creciente rivalidad de India con China alimenta aún más el deseo de no fortalecer el poder de China con un grupo más grande en la órbita de Pekín.
La incorporación de Egipto y Etiopía podría amplificar las voces del continente africano. Egipto también tiene estrechos vínculos comerciales con China e India, así como lazos políticos con Rusia. Como nuevo miembro de los BRICS, Egipto busca atraer más inversiones y mejorar su maltrecha economía. China, por su parte, ha cortejado durante mucho tiempo a Etiopía, la tercera economía más grande del África subsahariana, con miles de millones de dólares para convertir al país en un centro de su Iniciativa de la Franja y la Ruta.
La adición de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos puede atraer a las dos economías más grandes del mundo árabe, y al segundo y octavo principales productores de petróleo a nivel mundial. Además, desempeñan funciones de mediación en otras regiones: Arabia Saudita lidera las conversaciones de paz en curso para la guerra civil de Sudán y la guerra en Ucrania, mientras que los Emiratos Árabes Unidos acogen conversaciones de estabilidad entre India y Pakistán, y ambos países consideran normalizar relaciones con Israel por primera vez en décadas.
Sin embargo, la incorporación de nuevos miembros plantea preguntas sobre las relaciones con Occidente. Irán y Rusia son adversarios de la influencia de Estados Unidos, mientras que China se ve a sí misma enfrascada en una competencia económica y geopolítica con Estados Unidos.
Rusia ocupó la presidencia rotatoria de los BRICS en 2024. Durante este tiempo, propuso utilizar su presidencia para centrarse en el establecimiento de lo que llamaron «un orden mundial más justo». En materia económica, se enfocaron en promover el uso de monedas locales y los sistemas de pago durante su cumbre de octubre en Kazán.
Esta reunión de los BRICS en Kazán, liderada por Rusia, se produjo cuando el Kremlin continuaba su tercer año de guerra en Ucrania. Los analistas esperaban que Putin utilizara la presidencia para intentar demostrar que Rusia no había sido aislada por la presión occidental. No obstante, a pesar del deseo de Rusia de llevar al bloque en una dirección más antioccidental, expertos señalan que miembros como Brasil e India, con lazos más estrechos con Estados Unidos, oponen resistencia.
En 2024, se trabajó en la integración de nuevos miembros y en el establecimiento de una nueva categoría de «países socios» del BRICS, que probablemente no puedan alcanzar la membresía de pleno derecho.
¿Qué hay con Cuba?
Cuba ya había realizado una solicitud en el pasado, la cual no avanzó. Actualmente, ha sido aceptada como socio, pero no como miembro pleno. La categoría de socio le permitirá participar en ciertos encuentros internacionales y reuniones de alto nivel. Este estatus podría, en teoría, facilitar el acceso a mecanismos de cooperación y comercio dentro de uno de los bloques más influyentes del planeta. Sin embargo, el alcance de esta condición de socio aún no está del todo definido, aunque sí está claro que estos países no tendrán derecho a voto en las decisiones clave del grupo.
Además de Cuba, se incluyeron otros aliados de la isla como socios: Bolivia, Turquía, Vietnam, Bielorrusia y Argelia, entre otros, sumando un total de 13 nuevos socios. Todos estos países tienen economías mucho más grandes que la cubana y hacen un uso muy efectivo de sus recursos naturales.
La incorporación a los BRICS podría ofrecerle a Cuba un abanico de oportunidades comerciales dentro de una red de países influyentes. No obstante, para aprovechar plenamente estas oportunidades, Cuba debe transformarse en una economía funcional y sostenible, algo que aún no ha logrado.
Ser socio de los BRICS también podría contribuir a diversificar sus relaciones comerciales y abrir mercados para los productos que la Isla pueda generar. Aunque el alcance de este estatus no está del todo definido, es probable que incluya acceso a mecanismos de financiamiento para el desarrollo, ya en funcionamiento a través del banco del grupo.
Evidentemente, el estar en el grupo de socios de los países BRICS debería llevarnos a reflexionar sobre el estado caótico de la economía nacional. En este contexto, es muy difícil aspirar a recibir el apoyo que la isla necesita para avanzar hacia el desarrollo. Primero, es necesario tomar las medidas internas que se pueden implementar y que se siguen postergando. Además, se intenta frenar a un sector privado que ha demostrado resultados en muy poco tiempo.
El estar en el grupo de socios de los países BRICS debería llevarnos a reflexionar sobre el estado caótico de la economía nacional.
Me refiero, por ejemplo, a la implementación de la ley de empresas, que se pospone cada año. Es necesario establecer una tasa de cambio real, que no esté tan distante de la tasa de cambio informal y que pueda ser utilizada por las formas no estatales. También es fundamental resolver el déficit eléctrico que obstaculiza la vida económica y social de la nación cubana. Es crucial eliminar las restricciones que aún pesan sobre el campesino cubano, eliminando el monopolio del acopio.
Además, debe permitirse la quiebra de las empresas que no son rentables, después de un periodo significativo de años. Se necesita mejorar el poder adquisitivo de los asalariados y jubilados, quienes se encuentran en niveles extremos de subsistencia. Permitir la inversión de los cubanos residentes en el exterior, no solo en la teoría sino en la práctica, es otra medida esencial. También se requiere la recuperación de la industria azucarera, etc. Faltan un sinnúmero de propuestas, solo se esbozaron algunas a modo de ejemplo.
Aunque las ventajas para Cuba podrían estar en la cooperación Sur-Sur en áreas como la atención médica en zonas desfavorecidas o la ayuda en desastres climáticos, si no se logra un crecimiento del PIB, se mantiene el déficit fiscal y de comercio exterior, y las deudas externas siguen sin pagarse, será muy difícil aprovechar las ventajas de ser socio de los BRICS.
Las ventajas para Cuba podrían estar en la cooperación Sur-Sur en áreas como la atención médica en zonas desfavorecidas o la ayuda en desastres climáticos.
No obstante, Cuba podría aspirar a que naciones que demandan grandes cantidades de níquel para sus producciones se asocien con empresas cubanas para establecer una empresa mixta para la explotación de los yacimientos no desarrollados, como en la región de Camagüey.
Además, podría formarse empresas mixtas en el área de la biotecnología con empresas brasileñas de larga trayectoria. Por otro lado, productores avícolas de Brasil podrían asociarse con campesinos privados cubanos para invertir en la producción de carne y huevos, dos productos de primera necesidad, cuya baja producción en el país, y la dependencia de las importaciones, ha disparado los precios de forma exponencial.
Estos son solo algunos ejemplos, pero los BRICS también pueden ofrecer oportunidades al sector privado emergente que no tenga un historial crediticio negativo, permitiendo alianzas con empresas privadas de la India y empresas privadas cubanas en el sector de la construcción.
Brasil tiene mucha experiencia en la industria azucarera, una actividad en la que Cuba presenta actualmente sus peores resultados. Un crédito para capitalizar los ingenios, con opción de pago mediante el azúcar producido por las empresas creadas, podría ser una buena idea.
En conclusión, las posibilidades existen, pero es necesario tomar las decisiones correspondientes para sacar a la economía de la crisis por la que está atravesando.