PINAR DEL RÍO.–A tono con la rivalidad que mantienen desde hace dos siglos en torno a la produción tabacalera –columna vertebral de la economía de Vueltabajo y, al mismo tiempo, cultura y tradición–, los municipios de San Juan y Martínez y San Luis hoy reportan cifras muy similares en cuanto a destrucción, tras el paso del huracán Ian.
«Si usted ha estado en uno, puede decir que vio el otro», asegura Víctor Fidel Hernández, delegado provincial de la Agricultura.
«La diferencia entre ambos puede estar en un camino, en una loma, en un río, pero en materia de daños ha sido casi lo mismo en cualquiera de los dos».
Para la actividad tabacalera se trata de un golpe demoledor, teniendo en cuenta el protagonismo de estos dos territorios pinareños, tanto en toneladas como en calidad de un cultivo que aporta cada año cientos de millones de dólares por concepto de exportación.
Si el tabaco cubano es considerado como el mejor del mundo es, en buena medida, por estos dos municipios pinareños que, históricamente, se han disputado la supremacía de la producción.
Tanto es así que, a la entrada de San Juan y Martínez, un cartel gigantesco, en el techo de una de esas casas enormes de cura (secado) que distinguen el paisaje de esta provincia, le anuncia al visitante: «La Meca del tabaco».
Lo peor es que la tragedia no se limita a ellos. El Delegado de la Agricultura afirma que se trata del mayor golpe que ha sufrido la infraestructura tabacalera a lo largo de su historia.
Para hacer aún más tensa la situación, el Delegado de la Agricultura afirma que parte de las instalaciones que se vinieron abajo tenían en su interior tabaco de las últimas cosechas.
Aun cuando se había orientado protegerlo con mantas de polietileno, al ceder los techos, y hasta las paredes, resultó inevitable que se mojaran alrededor de unas 11 000 toneladas.
De modo que entre las prioridades del trabajo en la actualidad esté tratar de salvar la mayor cantidad posible de hojas.
«Estamos preparando una estrategia para cien días de trabajo que deben ser muy intensos y demandan un respaldo significativo de recursos».
«Las personas más viejas dicen que aquí nunca se había visto algo como esto –cuenta Mirella Márquez, en la zona de San Vicente–. En el barrio donde yo vivo no quedó una casa en pie».
Como ella, cerca del 90 % de los trabajadores de la unidad empresarial de base de Tabaco Tapado del municipio de Pinar del Río (cuyo destino es la exportación) fueron damnificados, y ello crea una situación extremadamente tensa, afirma Andrés Nieto, su director.
Aun así, con los hombres y mujeres bajo su mando que han podido incorporarse, se revisan las 211 toneladas que se hallaban en tres escogidas y un almacén.
Andrés asegura que todo se había tapado con mantas, pero al ceder el techo, es inevitable que haya afectación.
Además de revisar mazo a mazo hasta la última hoja, separar las mojadas de las secas y ponerlas a orear, explica que también se ha comenzado a techar el almacén.
Un silencio triste indica la tragedia que cada quien carga consigo. «Es que, además, nos hemos quedado prácticamente sin trabajo, porque ¿cuándo se podrá reconstruir esto otra vez», se lamenta Maday Moreno, una de las trabajadoras de la escogida de San Vicente.
Cerca de allí, Ismael Falcón, uno de los vegueros más experimentados de la zona, coincide en que «lo que ha sucedido es un desastre». Sin embargo, si quienes deben garantizar los recursos para restablecer las capacidades de cura cumplen su parte, asegura que todavía es posible hacer campaña.
«El interés de sembrar lo seguimos teniendo los campesinos», dice, y recuerda que, en 2008, el huracán Gustav también azotó con fuerza la infraestructura tabacalera, y que con la ayuda de carpinteros de otras provincias se logró volver a levantar.
«Solo que aquello fue a finales de agosto, era más temprano, mientras que ahora estamos contra el tiempo».
Comentario HHC: Frente a estos fenómenos climatológicos imprevisibles, lo único que puede hacerse es prepararse para el mismo siempre. Hace años oí a Fidel diciendo de tener casas de tabaco más robustas para paliar los efectos de los mismos, ante una situación similar, es lo lógico, pero al parecer no se ha podido.
Es lo
mismo que con las casas- habitaciones, se suponen que sean más robustas, pero
vi algunas destruidas que evidentemente no aguantan la fuerza del viento y las
lluvias de un ciclón de categoría 3, por no hablar de 4ta o 5ta categoría. Pero quizás,
esas casas fueron hasta las que pudieron hacer con los recursos que tenían. Es
el ciclo de productividad - salario que no es ascendente, y tiene muchas trabas
aún.
El
centralismo en la economía para la toma de decisiones locales ha fracasado, el
nivel educacional y cultural alcanzado por la población, hace que sea propicia la
descentralización de las decisiones en lo particular, no hay que enseñar a
" pescar" sino darle la oportunidad de hacerlo, sobre todo en reglones
como el tabaco, que fue de las pocas producciones que había crecido su
exportación, aunque recientemente ya habían limitado el área de siembra por
supuestos bajos rendimientos. Esperemos que puedan minimizar las perdidas, y se
saquen así lecciones de cara al futuro.