Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

sábado, 20 de julio de 2019

Cuba antes de la Revolución

 
Según la percepción popular estadounidense, la Cuba pre-revolucionaria era la isla del pecado y estaba sumida en los vicios del juego, la mafia y la prostitución. Varios prominentes intelectuales de Estados Unidos han compartido esa percepción.

En 1969, cuando la realidad cubana había cambiado radicalmente, Susan Sontag, en un artículo de la revista Ramparts, describió a Cuba como “un país conocido principalmente por el baile, la música, las prostitutas, los tabacos, los abortos, los centros turísticos, y las películas pornográficas.”

El dramaturgo Arthur Miller, basado en lo que le habían contado gente que había trabajado en la industria cinematográfica en la Isla, en un artículo para el semanario The Nation, en el 2004, describió a la sociedad bajo el Gobierno de Batista, como “irremediablemente corrupta, un lugar predilecto de la mafia, y un prostíbulo para los estadounidenses y otros extranjeros.”

La mayoría de los cubanos hubiera admitido sin reserva alguna los males que Sontag y Miller habían señalado, pero no los hubieran visto como los problemas más representativos ni más urgentes del país.

Las percepciones dominantes en los medios de difusión estadounidenses revelaban más la visión colonial del mundo – un aspecto de la cultura predominante en los Estados Unidos que ha prevalecido hasta ahora y no la realidad de Cuba.

Juegos de azar

Para los estadounidenses, el juego en Cuba se refería a los casinos. Estos se empezaron a desarrollar en la Isla en los 1920 con el crecimiento del turismo. Después de varios altibajos en las siguientes tres décadas, despegaron a mediados de los cincuenta, cuando Batista y sus socios, junto con los mafiosos estadounidenses, utilizaron los recursos de los bancos de desarrollo estatal y los fondos de pensiones sindicales para construir hoteles, con sus correspondientes casinos, como el Riviera, el Capri y el Havana Hilton (hoy Habana Libre). En el proceso, se enriquecieron lavando dinero, robándole a los inversionistas y traficando drogas.

Si bien el mundo de los casinos en Cuba recibió amplia cobertura en los medios de Estados Unidos, jamás fue un tema importante en los medios de la Isla ni en la conciencia cubana. Aparte de los turistas estadounidenses, que eran los clientes principales de los casinos, solo un pequeño número de cubanos – blancos de clase alta y media alta – jugaban en esos lugares.

El atuendo requerido por los casinos, así como el mínimo de las apuestas, excluía a la mayoría de los cubanos, aunque es cierto que un número relativamente pequeño, pero significativo, de cubanos se ganaba la vida trabajando en los casinos, y en los hoteles y cabarets donde generalmente estaban situados.

Igualmente exagerada era la importancia económica que EE.UU. atribuía a los casinos y al turismo de la Isla. En 1956, un buen año para el turismo, el ingreso de ese sector fue solamente de 30 millones de dólares, a duras penas el 10 por ciento del monto de los ingresos de la industria azucarera en el mismo año.

El rendimiento relativamente modesto del turismo se debió, en parte, al hecho de que el turismo internacional masivo, facilitado por la gran expansión de los aviones de propulsión a chorro, todavía no había comenzado. Mientras que en los años 50 entre 200 mil y 250 mil turistas visitaron a Cuba anualmente, un poco más de tres millones en el 2014, (y probablemente más aún en el 2015) visitaron la Isla.

Los casinos de La Habana fueron saqueados inmediatamente después del derrocamiento de Batista el primero de enero de 1959. Para la gran mayoría de los cubanos, los casinos – así como los parquímetros que habían sido instalados en la capital unos meses antes de la Revolución – eran expresiones odiosas de la corrupción opresiva de Batista y sus secuaces.

Pero como Rosalie Schwartz, una historiadora del turismo cubano, ha señalado, “el disgusto con los excesos del Gobierno ocurrió antes y era mucho mayor que la indignación con respecto a los casinos. Los revolucionarios acusaron a los secuaces de Batista de torturas y asesinatos – no de haber participado en el funcionamiento de los casinos – cuando fueron sometidos a juicio.” La mayoría de los cubanos no objetaban al juego en sí. Muchos de ellos ya habían estado metidos en el juego por mucho tiempo, aunque un tipo de juego muy diferente al de los casinos y su clientela de turistas y cubanos acomodados.

Cuba tenía una lotería nacional estatal que había existido desde los tiempos de la colonia española. Cada sábado por la tarde se celebraba un sorteo patrocinado por la Renta de la Lotería, una agencia gubernamental creada para dicho propósito. La Renta se había convertido en una fuente masiva de corrupción, aunque algunas organizaciones caritativas legítimas recibían fondos procedentes de los ingresos de la lotería. Inclusive los comunistas cubanos hicieron uso de esos fondos en la época en que controlaron el movimiento sindical durante su alianza con Batista del 1938 al 1944, construyeron una nueve sede sindical, en parte, con el dinero proveniente de la lotería que el Gobierno les había concedido.

Los sorteos eran transmitidos por radio. En una mezcla peculiar de modernidad y Edad Media, el espectáculo semanal, que bien pudiera haber sido parte de una película de Luis Buñuel, presentaba a los niños huérfanos y abandonados criados por las monjas de la Casa de Beneficencia, anunciando los números de los varios premios con un canto distintivo, en una voz, tono y cadencia característica de la ocasión. Pero el hecho de que aun las fracciones más pequeñas de los billetes de la lotería estatal eran relativamente caras, estimuló el crecimiento de una lotería informal e ilegal, basada en los resultados de la lotería oficial, que aceptaba apuestas hasta de cinco centavos.

Esa lotería ilegal, popularmente llamada “la bolita,” se convirtió en un gran negocio con sus propios capitalistas o “banqueros,” algunos de los cuales llegaron a ser bien conocidos. Los “banqueros” no pudieran haber sobrevivido sin sus numerosos agentes (“apuntadores”) en los barrios. Estos eran los equivalentes de los “numbers runners” en los Estados Unidos. Según el antropólogo Ulf Hannerz en su libro Soulside, el “numbers game” de los ghettos negros de Estados Unidos probablemente se originó en Cuba.

No existía ninguna conexión entre los propietarios y administradores de los casinos y los “banqueros” que manejaban la bolita ilegal – excepto por el caso peculiar de Martin Fox, el propietario del cabaret y casino Tropicana, que había acumulado su capital inicial como “banquero” de la bolita, pero había dejado ese mundo atrás cuando se convirtió en el dueño del Tropicana a principios de los 50. Lo que los banqueros de la bolita y los dueños de los casinos sí tenían en común era que para funcionar ambos tenían que sobornar a altos funcionarios gubernamentales, así como a la policía.

La “bolita” era principalmente un juego de gente pobre. Pero para muchos pobres, y aun para gente de clase media, la bolita también se convirtió en una manera de sobrevivir o por lo menos suplementar el ingreso de los “apuntadores”. Aun mis padres, comerciantes inmigrantes cuya dedicación obsesiva al trabajo y al ahorro no pudo haber estado más lejos de la mentalidad del jugador, participaban en la bolita. No lo hacían porque esperaban ganar algo, sino porque sus pequeñas apuestas semanales – siempre el mismo número – era una manera de ayudar a una señora pobre del barrio que trabajaba como apuntadora para sobrevivir.

Los grandes gangsters

Varias familias mafiosas habían contemplado por mucho tiempo la posibilidad de establecer sus negocios en Cuba, tanto para expandir sus empresas, como para escaparse del FBI y el IRS (la autoridad fiscal estadounidense), entre otras tantas agencias del Gobierno estadounidense. Fue así que en diciembre de 1946, se celebró un gran encuentro de la Mafia en el Hotel Nacional, al cual asistieron los líderes de las más poderosas familias mafiosas, organizado por Lucky Luciano, uno de las cabecillas de la Mafia, que residía en la Isla desde octubre de ese año. Pero bajo gran presión de Washington, el Gobierno cubano deportó a Luciano en febrero de 1947.

Otros gangsters, como Meyer Lansky y Santo Trafficante Jr., de Tampa, permanecieron por mucho tiempo en la Isla y estuvieron estrechamente relacionados con los casinos. Irónicamente, parte de la tarea de Lansky fue eliminar las artimañas baratas de los de juegos rápidos como el llamado “razzle-dazzle” (el equivalente del juego de barajas llamado “3 card Monte” en los Estados Unidos) en las que caían muchos turistas crédulos.

Hasta Richard Nixon se quejó con la embajada norteamericana cuando uno de sus ricos e influyentes amigos fue victimizado por esos trucos. Según la historiadora Rosalie Schwartz, para responder a la amenaza que esos juegos deshonestos representaban para los casinos, Lansky abrió una escuela para seleccionar y entrenar a los empleados de los casinos para asegurarse que solamente individuos de confianza y bien entrenados tuvieran acceso al mundo de los repartidores de barajas y operadores de las ruletas. Lansky condujo una operación eficiente que eliminó a los pequeños estafadores de sus casinos y así atrajo a las mesas a grandes jugadores profesionales que confiaban en la honestidad de los juegos.

En el casino del cabaret Montmartre, de Lansky, grupos de empleados profesionalmente capacitados conducían los juegos; las barajas de “blackjack” se repartían desde una caja y no de las manos de los repartidores de barajas, y los supervisores del salón (floormen) observaban la acción para detectar cualquier señal de conducta impropia. Los gangsters de alto vuelo no permitirían que estafadores de menor categoría desacreditaran y arruinasen sus negocios.

Indudablemente, había fuertes lazos entre la mafia y el régimen de Batista. Pero algunos cronistas han magnificado y distorsionado la naturaleza de esos lazos. Por ejemplo, el periodista T.J. English – autor de un libro previo sobre los Westies, la pandilla del barrio de Hell’s Kitchen en Manhattan – insiste en su libro Havana Nocturne: How the Mob owned Cuba and lost it to the Revolution, publicado en el 2007, que la mafia “había infiltrado una nación soberana y se había apoderado de las instituciones financieras y las estructuras del poder de arriba a abajo”. Según English, Batista obedecía a los dictados de los pandilleros estadounidenses y funcionaba como un esbirro de la mafia.

English parece haber sido muy influido por el libro del escritor cubano Enrique Cirules, titulado El Imperio de La Habana. En ese texto, Cirules, quien más tarde acusó a English de plagiar, afirma que el poder de la mafia, en alianza permanente con los servicios de inteligencia estadounidense, se había apropiado y controlaba todos los niveles de poder en Cuba. Según él, el golpe militar de 1952, que trajo a Batista de vuelta al poder, no fue la que trajo la mafia al poder, sino la culminación de su control, creando un triángulo formado por los grupos financieros dominantes, la mafia y la inteligencia estadounidense.

En un momento delirante, Cirules incluso afirma que las ganancias del negocio de cocaína de la mafia en Cuba fueron mayores que las de la industria del azúcar. Pero el hecho es que la mafia en Cuba, aunque muy corrupta, fue solamente un grupo de interés entre otros, y no tenía el menor propósito de gobernar a Cuba; solamente quería tener un lugar donde poder proseguir con sus intereses, especialmente en el juego y tráfico de drogas, sin que la molestaran los gobiernos de Cuba o de los Estados Unidos.

En vez de tratar de controlar al Gobierno y a la vida política y económica de la Isla, estos pandilleros enfocaron sus esfuerzos en prevenir que otros criminales invadieran sus feudos. Es así, por ejemplo, como los conflictos internos de la mafia, con respecto a sus intereses sobre el juego en Cuba, condujo a la muerte del mafioso Albert Anastasia en una barbería de un hotel de Nueva York en octubre de 1957.

La asociación de Batista con la mafia ciertamente satisfacía las necesidades y requisitos de esta última, pero eso no quiere decir que su poder en la Isla era mayor que el de Batista y sus fuerzas armadas – de igual manera que el poder de la mafia en los Estados Unidos de la década de los 20 no era mayor que el poder de las grandes corporaciones, el Pentágono, y los partidos Demócrata y Republicano.

Trabajo Sexual

Si bien el trabajo sexual fue relativamente común en la Cuba pre-revolucionaria de los 50, la opinión pública estadounidense le dio mucha más importancia de la que la gente le dio en Cuba, incluyendo los críticos más radicales del status quo económico y político de la Isla.

Se calcula que hacia finales de los 50, había en La Habana 270 prostíbulos y 11 mil 500 mujeres que se ganaban la vida como trabajadoras sexuales. Comparado con las 40 mil trabajadoras sexuales que se calculan en Nueva York en 1977, la proporción de trabajadoras sexuales en La Habana de los 50, con una población de un millón de habitantes, era aproximadamente el doble de la de Nueva York con ocho millones de ciudadanos.

Pero si se toma en cuenta la mayor pobreza y desempleo de la Isla, y la doble moral sexual orientada a preservar la virginidad de las jóvenes “decentes” – no de los hombres – hasta que contrajeran matrimonio, la diferencia entre las dos ciudades no es tan dramática. El trabajo sexual en La Habana atraía más atención que en Nueva York, no porque había más trabajadoras sexuales, sino porque estaban concentradas en ciertas áreas urbanas (en los barrios de Colón, San Isidro y la calle Pajarito, por ejemplo). El rol notable que el trabajo sexual jugó en la industria turística, así como la extravagancia de algunos de los sitios donde se ejercía ese trabajo, debe haber contribuido en gran parte a su visibilidad y a su mala fama.

A pesar del gran número de mujeres involucradas en la industria sexual, muchas más mujeres trabajaban en otros sectores de la economía cubana donde también eran muy explotadas. Era mucho más probable que las pobres y desempleadas del campo – una fuente importante del reclutamiento para los prostíbulos de La Habana – acabaran como criadas en las casas de las clase alta y media de los pueblos y ciudades, que como prostitutas.

La economía moral de los campesinos y obreros agrícolas, con sus nociones de dignidad y de autoridad paternal, junto con la influencia de los cultos y religiones populares, deben haber sido barreras muy poderosas contra el trabajo sexual.

Según el censo nacional cubano de 1953 – el último censo antes de la victoria revolucionaria de 1959 – 87 mil 522 mujeres trabajaban como sirvientas domésticas, 77 mil 500 para un familiar sin paga, y 21 mil estaban totalmente desempleadas y buscando trabajo. Además, aproximadamente 83 por ciento de todas las empleadas trabajaban menos de 10 semanas al año, y solamente 14 por ciento todo el año.

Esas eran las realidades mucho más chocantes del desarrollo económico desigual inducido por el imperio del norte y por el capital cubano en la Isla. Pero la naturaleza del trabajo y los problemas de ser una trabajadora doméstica o una costurera, no eran tan titilantes y excitantes para el observador estadounidense, tanto de derecha como de izquierda, interesados en lo exótico y lo diferente de los cubanos.

La respuesta de los revolucionarios

Mientras que para muchos estadounidenses, incluyendo secciones de la izquierda liberal y radical, los casinos, la mafia, y la prostitución eran males que distinguían a la Cuba de los 50; para la oposición cubana en la Isla los problemas del país eran otros mucho más importantes – la dictadura, la extensa corrupción de los gobernantes, los males del mono-cultivo del azúcar y la pobreza rural extrema, la alta tasa de desempleo (especialmente entre los jóvenes, tanto en la Cuba urbana como la rural), y para la oposición comunista a Batista, el imperialismo (Fidel Castro no habló públicamente sobre el imperialismo, sino hasta después de la victoria revolucionaria).

En su juicio en 1953 por el ataque fallido que dirigió contra el cuartel militar del Moncada, en Santiago de Cuba, Fidel Castro pronunció un discurso radical titulado “La Historia Me Absolverá”.

En ese discurso Castro habló de la necesidad de una reforma agraria para proveer a campesinos sin tierra con pequeñas parcelas con la compensación correspondiente a los terratenientes, y demandó la participación de los trabajadores en las ganancias (30 por ciento) de todas las grandes empresas industriales, mercantiles y mineras.

También prometió que su gobierno revolucionario nacionalizaría los monopolios eléctricos y telefónicos y confiscaría los bienes de los ladrones del erario público. Los pronunciamientos posteriores de Fidel Castro durante los dos últimos años de la lucha contra la dictadura fueron socialmente más moderados, lo que le facilitó crear una amplia coalición social y política en apoyo a la guerrilla y a las luchas urbanas del Movimiento 26 de julio.

Pero ni él ni ningún otro líder oposicionista mencionaron la mafia, el juego o la prostitución en sus pronunciamientos políticos, aun cuando estos adquirieron más importancia a fines de los 50.

No quiere decir que Fidel Castro y otros reformadores y revolucionarios cubanos no vieron esos fenómenos como males sociales o que eran indiferentes a sus efectos. Pero los vieron como problemas secundarios y, en cierto sentido, derivativos de cuestiones más fundamentales que caracterizaban a la Cuba de esa época.

Es cierto que en esos tiempos sobrevivía la vieja noción pre-independentista – basada en la política iluminista diseminada por, entre otros, las logias masónicas a las que pertenecieron la mayoría de los líderes de las guerras de independencia contra la dominación española – que Cuba sufría de tres vicios que la futura república cubana debía eliminar: las corridas de toros, las peleas de gallos, y la lotería.

Las corridas de toros fueron, de hecho, prohibidas a principios de la república, pero las peleas de gallos, vistas como un “pasatiempo” más cubano que español, persistieron, aunque más en áreas rurales que urbanas, y con muchísimo menos impacto cultural que el de la lotería oficial y sus derivativos. Pero el hecho era que para ese entonces la vieja noción ya se estaba disipando de la conciencia de los cubanos.

Ocasionalmente, el estado pre-revolucionario lanzó ofensivas contra el trabajo sexual. Por ejemplo, en enero de 1951, bajo el Gobierno constitucional de Carlos Prío Socarrás del Partido Auténtico, el ministro de Gobernación Lomberto Díaz lanzó una campaña para “limpiar” el barrio de Colón, la zona más asociada con la prostitución en la capital.

La campaña fue bien recibida por muchos cubanos, especialmente por las clases medias, y fue reportada y discutida ampliamente en los medios de comunicación. Pero dado que no hubo ningún intento para proveer empleo alternativo a las trabajadoras sexuales, regresaron a dicho barrio poco después.

Folklore colonial

Desde el siglo 19, muchos políticos y líderes de la clase gobernante estadounidense se orientaron a Cuba como un país potencialmente anexable, una estrategia ideológicamente justificada por un conjunto de presunciones que, como lo ha señalado el historiador Louis A. Pérez, consideraban a los cubanos como un pueblo incapaz de gobernarse, dirigido por un país (España) que no tenía capacidad para gobernar a nadie. Esta fue la noción que apoyó la intervención de los Estados Unidos en la guerra de independencia cubana, que a pesar de la genuina simpatía y compasión que muchos estadounidenses sintieron por los cubanos oprimidos, justificó sus propósitos imperialistas para la Isla.

Después que España perdió la guerra, Cuba adquirió su independencia en 1902, aunque en un sentido muy limitado, dado la Enmienda Platt que le concedió a los Estados Unidos el derecho de intervenir militarmente en Cuba.

Como Louis A. Pérez indicó, esta nueva realidad se cristalizó en la ideología predominante estadounidense de Cuba como una nación infantil o de escolares, con los del norte actuando de maestros.

Si bien esta concepción no fue universalmente compartida, y hasta criticada en los Estados Unidos, persistió como un núcleo en la concepción popular norteamericana de Cuba. A medida que la Isla se convirtió en la pionera del turismo en el área del Caribe comenzando en los años 20, esa concepción también adquirió un aura de sensualidad, carencia de inhibiciones morales y un toque de primitivismo sin censura acentuado por el puritanismo Protestante estadounidense.

En última instancia, el énfasis en el juego, la prostitución y la mafia como elementos centrales de los males que afectaban a la sociedad pre-revolucionaria cubana fue, aparte de la obsesión generalizada de los estadounidenses con la mafia, una forma de folklore e ideología colonial que también influyó hasta los opuestos al colonialismo y al imperialismo.

Una ideología similar también reinaba en el otro poder imperialista de la época, la URSS, como lo hace evidente la película soviética Soy Cuba, filmada en el 1964. Como lo señaló Jacqueline Loss, una estudiosa de la influencia soviética cultural en Cuba, ese film representa a los cubanos como seres híper-sexuales, de sangre caliente, empobrecidos y profundamente necesitados de un proceso civilizador.

La visión de la Cuba pre-revolucionaria también proviene de ciertas presunciones que sustentan el concepto de subdesarrollo, y más tarde del Sur Global. Creado con el propósito de reemplazar los prejuicios “orientalistas” de la vieja noción de “atraso,” el nuevo concepto fue frecuentemente superimpuesto sobre el significado anterior, en vez de reemplazarlo con propósitos más modernos.

Así fue como se usó frecuentemente como parte de una dicotomía rígida – desarrollo contra subdesarrollo – en vez de un espectro continuo, lo que entorpeció la comprensión de un país como la Cuba pre-revolucionaria con su combinación contradictoria de desarrollo y subdesarrollo, su alta modernidad mezclada con poderosos elementos del pasado, excluyendo así la complejidad y análisis matizado y apuntando hacia una imagen simplista de un país “primitivo” gobernado por el sexo y el crimen.

También influyó la percepción popular estadounidense de la “cultura” como algo homogéneo e incambiable, que aplicado a Cuba conllevó a una imagen distorsionada y caricaturesca de la Isla.

Las complejidades de la sociedad cubana en los medios populares estadounidenses se redujeron a clichés culturales. La realidad era que los cubanos que residían en la Isla en los años 50 no eran simplemente bailarines y gente con un buen sentido del humor, sino gente que durante la mayor parte del tiempo que estaban despiertos, trabajaba muy duro gobernando al país (desde dictadores, latifundistas y capitalistas, hasta soldados y policías) o, en el caso de la gran mayoría, sobreviviendo como trabajadores, campesinos, empleados públicos, estudiantes, profesionales, tenderos, o intelectuales.

Si por un lado tenían en común una serie de rasgos culturales, los cubanos también diferían substancialmente entre sí, a veces teniendo más en común con sus contrapartes de clase y ocupación en los Estados Unidos que con otros cubanos. Después de todo, en todas partes del mundo la gente actúa basada en los mismos impulsos y aspiraciones, tratando de defender su nivel de vida, de satisfacer ciertos requisitos nutricionales, y limitar, sino eliminar, su opresión y explotación.

La visión de la Cuba pre-revolucionaria como una sociedad culturalmente homogénea y “exótica,” lejana de una sociedad “desarrollada” y fatalmente afectada por los males del juego y el control de la mafia sugería la imagen de una sociedad agotada y lumpenizada, carente de cualquier recurso político, moral o espiritual, y, por lo tanto, incapaz de conducir su propia lucha por la auto-emancipación y dependiente de un Mesías que llegara y con su poder único la salvara.

En las etapas iniciales de la Revolución victoriosa, antes que adoptara el modelo soviético, los mafiosos fueron rápidamente expulsados del país; el juego en los casinos fue abolido (después de dificultades iniciales lidiando con el problema del número significativo de empleados de los casinos que se quedarían sin empleos). En febrero del 1959 la lotería nacional fue convertida en el INAV (Instituto Nacional de Ahorro y Vivienda) – una medida de transición canalizando los ingresos de los sorteos en un fondo de ahorros dedicado a la vivienda.

El trabajo sexual fue permitido inicialmente, pero reformado con la abolición de las extorsiones de los proxenetas y policías. Más adelante, las trabajadoras sexuales fueron capacitadas y colocadas en empleos alternativos. Pero el trabajo sexual eventualmente reapareció con la severa crisis económica de los 90 y el gran crecimiento del turismo.

Durante los últimos años, el juego de la bolita (basado en los resultados de la lotería de la Florida) ha experimentado un renacimiento, aunque todavía no ha obtenido el volumen e impacto cultural de su equivalente pre-revolucionario.

Independientemente de que uno esté de acuerdo o no con el régimen cubano, no se puede negar que los cambios, incluyendo el establecimiento de un estado unipartidista, fue el producto de realidades sociales y políticas internas cubanas radicalmente diferentes de la percepción estadounidense de decadencia mafiosa y la inmoralidad prevalente en la Isla.

nació y se crió en Cuba. Es el autor de Cuba Since the Revolution of 1959. A Critical Assessment publicada por Haymarket Books en el 2011. Este artículo fue originalmente publicado en inglés en la revista Jacobin.Fuente:
http://www.havanatimes.org/sp/?p=109501

Los de “alante” corren mucho

Por Juan M.Ferran Oliva

Finalizando la década de los sesenta del pasado siglo, el entonces jefe del Estado español se ufanó en proclamar –urbi et orbi- que acababan de rebasar la renta nacional per cápita que por entonces constituía el umbral del desarrollo. A los pocos días la libra esterlina se devaluó y en su caída arrastró a numerosas monedas, la peseta entre ellas. Según esta convención mecanicista. España volvía a su imagen de país subdesarrollado.

Se trata de una anécdota apócrifa circulada por algún crítico del Caudillo, que en paz se escalde. Pero cierta o falsa sugiere como moraleja las inconsecuencias de los esquemas. Una nación no supera una categoría económica a través del simple traspaso de un nivel estadístico.

Los pocos países que calculaban su macroeconomía solían emplear el Ingreso Nacional, con metodologías no siempre uniformes. Actualmente el método ha sido estandarizado. El Producto Interno Bruto (PIB) es utilizado universalmente. Lo controlan más de 238 Estados, naciones sin Estado y regiones. Es el Sistema de Cuentas Nacionales de Naciones Unidas (SCN). En 2001 el Anuario Estadístico de Cuba comenzó a referirse al PIB siguiendo dicha metodología y tomando a 1997 como base para los precios constantes[1]. En 2006 aparecieron en INTERNET. 

La familia de indicadores globales sobre el ingreso de un país no lo dice todo. Su carácter sintético puede velar determinados atributos. El PIB indica potencialidades cuantitativas y refleja tangencialmente los niveles de educación, salud pública, seguridad, ausencia de contaminación, costo de la vida y otros atributos relativos a la calidad de vida – a la relativa felicidad - que también merece la población.

Se han realizado estudios para puntualizar estos aspectos. Las sistemáticas en tal sentido abordan la calidad de vida, la distribución de la riqueza, la capacidad de poder adquisitivo, el desarrollo humano y la medición de la pobreza. Por lo general, tales alternativas intentan resaltar determinados aspectos, no siempre compartidos como únicos o esenciales por todos los autores[2].

A pesar de dichas deficiencias el PIB per cápita constituye la información par excellence del nivel económico. Expresa mucho aunque no lo diga todo. Por justa que sea la distribución y por mucha que sea la voluntad política, el monto del valor total agregado constituye un límite a las mejores intenciones. Su análisis en tiempo y espacio nos dice si avanzamos o desandamos. 

La tabla incorporada muestra el salto experimentado en 67 años por la economía de diversos países. La comparación no es perfecta pero resulta ilustrativa. La muestra responde a los criterios de época y circunstancias de su fuente: la llamada Misión Truslow[3]. En su informe de 1950 señalaba que en Cuba …los niveles de vida de agricultores, trabajadores agrícolas, trabajadores industriales, tenderos y otros son más altos que los grupos similares en otros países tropicales y casi que en toda Latinoamérica. Ello no significa que no haya pobreza en Cuba, pero simplemente en términos comparativos los cubanos se hallan mejor que los pueblos de otras áreas.


Según se desprende no estábamos tan bien, pero otros se hallaban peor. En el más de medio siglo transcurrido la situación ha cambiado. Algunos países, principalmente, los europeos, han dado un salto enorme. En ellos y en otros casos han concurrido circunstancias determinadas que escapan al presente análisis. 

La dinámica económica obliga a no estancarse. Quien lo hace, simplemente retrocede. Los que van más rápido lo adelantan. Nuestro atraso comienza a ser dramático. No es solo una cuestión de prestigio. Están en juego los llamados logros de la Revolución. 

A veces crecemos pero otros van más aprisa y nos toman la delantera. Unos han corrido como liebres y otros avanzan como tortugas. Como dice la canción infantil: Los de “alante” corren mucho, los de atrás se quedarán. 

fin 

[1] En la zona de Economías Centralmente Dirigidas se aplicaba el Sistema de Balances de la Economía Nacional (SBEN) cuyo indicador clave era el Producto Social Global. .

[2] El método de la Paridad del Poder Adquisitivo (PPA) intenta eludir ilusiones monetarias abordando el costo de la vida. El Índice de Desarrollo Humano (IDH) considera PIB per cápita combinado con el modo de vida, la educación y la salud. El coeficiente de Gini valora la distribución de la riqueza. Distintos medidores miden el nivel de pobreza en términos de grado de satisfacción de determinados bienes (vivienda, salud, educación, cultura, disponibilidad de determinados bines, etc.). Uno de los métodos utiliza expresiones monetarias, y se basa en el coeficiente de Engel y a partir de su manipulación matemática establece la línea de indigencia y la línea de pobreza atendiendo, por lo general a canastas de consumo.. 

[3] Informe de la llamada Misión Truslow del International Bank for Reconstruction and Development y la colaboración del gobierno de Cuba. Fue dirigida por Francis Adams Trsulow en 1950. Pág. 38, 39 y 40. 

Más trabajadores reciben pago por tarjeta magnética en Villa Clara

Creado el Viernes, 19 Julio 2019 19:16 | Mairyn Arteaga Díaz | Fotos: Banco Metropolitano

Santa Clara, 19 jul (ACN) La posibilidad de domiciliar nóminas por parte de empresas, con el consiguiente beneficio a la hora de efectuar trámites de pago, es una de las opciones que brinda el Banco Popular de Ahorro (BPA), en Villa Clara, como parte del proceso de informatización de la sociedad que se lleva a cabo en el país.

En declaraciones a la ACN Oscar Gómez Silverio, Jefe del Departamento de Banca Personal en la Dirección Provincial del BPA, explicó que el hecho de tener nóminas domiciliadas en el banco evita la extracción de efectivo y acorta los tiempos en que los trabajadores reciben sus honorarios pues ya no habría que desglosar el billete en caja ni depositar en sobres.

Al cierre del primer semestre de 2019 más de 41 mil villaclareños recibían sus salarios mediante tarjetas magnéticas, una cifra cuya tendencia es a crecer paulatinamente.

Agregó Gómez Silverio que si, además, las oficinas de recursos humanos tienen a su disposición la página de banca remota pues esta permite pagar salarios, tributos y agiliza el trabajo con los cheques.

Yadira Del Sol Estrada, especialista en Comunicación y Marketing del BPA en Villa Clara, comentó que, una vez confeccionada la tarjeta magnética, esta posee varios usos y facilidades que le permiten al cliente adquirir productos y servicios en cualquiera de los establecimientos que posean los terminales de punto de venta (TPV) conocidos como POS, hacer extracciones desde cualquier lugar del país donde exista un cajero automático o dentro de las sucursales bancarias, y aprovechar la bonificación por compras en la red de comercios.

Con 21 cajeros automáticos, distribuidos 17 en Santa Clara, dos en Remedios y dos en Caibarién; así como también la presencia de TPV en todas las cabeceras municipales y varios poblados del territorio, las aspiraciones del BPA serían de aumentar estas capacidades a fin de que por este camino la informatización llegue a más personas en la central geografía.

CUPET: Antes del próximo martes debe restablecerse suministro de gasolina en La Habana (+ Video)

En este artículo: automoviles, Combustibles, Economía, gasolina, Servicios, Taxis, Unión Cuba-Petróleo (Cupet)
19 julio 2019


Gasolinera cubana. Foto: AP/ Archivo.

Entre la tarde del sábado y el lunes deberá restablecerse el suministro de gasolina regular (B 90) y gasolina especial (B 94) en La Habana, informó al Canal Caribe Tomás Pérez Álvarez, director de comercialización de la Unión Cupet en la capital del país.

En sus declaraciones a la televisión nacional, el funcionario atribuyó el déficit al incremento del consumo en un 20 por ciento por encima de etapas anteriores. Incluso un 10 por ciento más que el verano anterior, dijo.

“Hay mayor número de vehículos circulando. El país ha hecho un esfuerzo extraordinario en adquirir vehículos, sobre todo la línea de taxis, y esto ha redundado en un mayor consumo de gasolina”, manifestó. Para afrontar esta situación explicó que se han traído carros cisterna de otras provincias.

La venta de gasolina regular (B 90) deberá estabilizarse a partir de mañana sábado en horas de la tarde, señaló Pérez Álvarez.

En el caso de la gasolina especial o de alto octanaje (B 94) quedará resuelto el lunes o en las primeras horas del martes, precisó. En lo concerniente al diésel, se disponen de las cantidades necesarias para afrontar la demanda de los consumidores, aseguró el funcionario.

Recalcó que esta situación acaeció fundamentalmente en La Habana, la cual consume cerca del 32 por ciento del combustible del país. Sin embargo comentó que, en las últimas horas, otras provincias también presentaron deudas en la comercialización de combustible.

Vea el reporte del Canal Caribe sobre el suministro de gasolina en La Habana

Fábula de la propina obligatoria. Comentario HHC

Por: Yudith Madrazo Sosa

La propina no puede ser obligatoria, ha de nacer de la satisfacción por el servicio recibido. Negar el vuelto bajo la excusa de no poseer menudo es una forma de maltratar al consumidor, de violar su derecho.

Miró perplejo, suspiró resignado, y solo cuando encontró una mirada comprensiva, una expresión de empatía, se decidió a hablar: “Resulta que ahora todos los dulces cuestan dos pesos; pagué con un billete de cinco por dos polvorones, de 1.50, y solo me devolvieron un peso”.

Semanas antes, en otro establecimiento, una conversación similar: “Están acabando. ¿Para qué dicen que las galletas de sal cuestan 12. 50 si te las cobran a 13? Cuando pagas con 20 pesos, te devuelven siete; si lo haces con 15, dos; pero si das 13, ni siquiera se molestan en disculparse por no devolverte los 0.50 centavos restantes. Y ni reclames, porque entonces te tildan de ridículo”.

Y, en la otra orilla, la inalterable justificación: “Lo siento, no tengo pesetas”; “ay qué pena, hoy no me han traído menudo”, “te debo los diez centavos, no tengo medio”. Pululan las excusas.

Un mal incurable, una epidemia que sacude, así se me antoja la práctica extendida de escamotear el vuelto en el acto de consumo, sobre todo si de menudo se trata. Al parecer, los expendedores dan por sentado que el cliente les dejará una propina, como si fuera obligatorio hacerlo, como si el servicio que le han brindado lo mereciera.

Que levante la mano quien no haya caído alguna vez ante tal zancadilla a nuestro derecho como consumidores, tropiezo que nos lleva a dudar de la valía del dinero fraccionario porque ya casi nada cuesta menos de un peso, y donde todavía los precios se aprecian con esos valores, pocas veces te devuelven los centavos que sobran del importe.

Al parecer, de poco sirve que contemos con una Resolución, la No. 54/2018, a cuya sombra deberíamos ampararnos los consumidores. En uno de sus incisos, la normativa establece el derecho a “la entrega completa del dinero que excedió al efectivo entregado por el bien o servicio recibido, incluyendo la moneda fraccionaria”. Entonces, ¿por qué persiste la tendencia a no dar el cambio?

Abundan los ejemplos. Y estos mortifican más cuando en idéntico contexto se les niega a determinados consumidores la venta de un producto o el acceso a un servicio, precisamente, porque el dinero que lleva no es suficiente, porque les faltan esos centavos que el/la dependiente sí puede guardarse, pero no le perdona al comprador, para quien no hay excusa, sobre quien cae todo el peso de la obligación de abonar la suma establecida.

Una anécdota de hace varios años ilustra lo anterior. En una cafetería estatal vendían pan con minuta a 2.50 CUP. Un muchacho de unos trece años, con dos pesos en la mano, insistía, más bien imploraba, a la dependienta que le despachara uno. La vendedora, consciente de que cumplía con su deber (imagínese si le doy a todo el que no tenga o no le alcance, ¡tendría que pagar de mi bolsillo las minutas!) continuaba impasible su venta, pero a nadie que no pagara con exactitud le devolvía los correspondientes 0.50 que excedían, agarrada a la eterna justificación: “no tengo menudo”.

Dentro de la cola, una muchacha observaba con indignación la escena y, al tocar su turno, le dice a la expendedora: “Por favor, dele el pan al niño. Voy a pagar con tres pesos, los ‘50 kilos’ que me sobran, y veo que no me dará, son para completar su dinero”.

Cuántas veces habremos vivido pasajes similares; cuántas veces habremos preferido callar antes de mostrar nuestra inconformidad, so pena de parecer “ridículos”. Pero el escamoteo al vuelto no tiene justificación alguna. Según han asegurado directivos del sistema bancario en diversas ocasiones y a diferentes órganos de prensa del país, hay disponibilidad de moneda fraccionaria en todas las sucursales y, por tanto, los establecimientos comerciales pueden garantizarlos y cumplir así con su deber.

La propina no puede ser obligatoria, ha de nacer de la satisfacción por el servicio recibido. Negar el vuelto bajo la excusa de no poseer menudo es una forma de maltratar al consumidor, de violar su derecho.

(Tomado del 5 de Septiembre)

Comentario HHC: La tesis del artículo es correcta, sin embargo insisto, debemos limitar al mínimo el dinero en efectivo, debemos estimular el pago electrónico un tiempo y despues legislar su obligatoriedad para la mayoría o todos los negocios estatales y particulares,  creando las condiciones para ello, las Terminales de Punto de Venta ( TPV) son una buena solución para el cobro con tarjetas de débito y/o crédito  ( ¿ ya tenemos de Crédito en Cuba? ), con ello habría mayor control, mejor registro de los hechos económicos y la propina seria voluntaria. Hasta ahora esta practica del pago electrónico  es limitada a pesar de que se estimula con % de descuentos, debemos acelerarlo.

Recuerdo la primera vez que fui a un restaurante en México y el dependiente  cuando se le daba la tarjeta de banco para pagar la cuenta, preguntó ¿ cerrada su cuenta? y se le dijo el 10 %, pregunté mas tarde y resulta que era una manera indirecta de pedir la propina, si la respuesta era " cerrada" es que no había propina, si respondía "5, 10 o 15 % ( es lo común)" esa era la propina del total  de la cuenta, en todos los casos el mesero aceptaba y siempre daba las gracias amablemente.