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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

miércoles, 10 de agosto de 2016

La agenda de Trump: más de lo mismo

Por Dean Baker

El candidato republicano ha sugerido que resolverá el déficit disminuyendo el derroche, pero los presidentes de ambos partidos llevan décadas prometiendo esa medida.

El candidato republicano a la presidencia estadounidense Donald Trump dio su primer discurso económico importante el lunes. En su mayor parte se dedicó a proponer un conjunto más o menos estándar de políticas republicanas, prometió grandes recortes de impuestos que beneficiarían principalmente a los contribuyentes de mayores ingresos, poner fin a la ley de atención médica asequible y reducir la regulación gubernamental.

Pero también rompió con la ortodoxia republicana rechazando el Acuerdo Transpacífico, proponiendo renegociar el TLC y comprometiéndose a adoptar una postura más firme en la gestión de la divisa y otros temas con los socios comerciales del país.

¿Qué significaría en la práctica?

La propuesta de recortes de impuestos implementaría un sistema con tres tramos impositivos de 12%, 25% y 33%. Trump no especificó los recortes para cada tramo, así que no es posible determinar cuánto ahorrarían los diferentes grupos. Sin embargo, lo cierto es que los contribuyentes de mayores ingresos se ahorrarían impuestos bajo el plan de Trump.

Actualmente, los contribuyentes de altos ingresos pagan una tasa impositiva del 39.6% sobre ingresos de 415,000 dólares para una sola persona. Si un ejecutivo de alto nivel o un agente de Wall Street ganara 2.4 millones de dólares (mdd) al año (más o menos el promedio del 1% más rico), se ahorraría 120,000 dólares de su factura fiscal gracias solamente a la reducción del tramo impositivo más alto. Para los más ricos entre los ricos, el 0.1%, el ahorro promediaría casi 700,000 dólares al año.

Trump también planteó grandes recortes en el impuesto que pagan las sociedades. Hoy las empresas pagan en promedio poco más del 25% de sus ganancias en impuestos. Trump dijo que establecería un código tributario en el que ninguna empresa pagaría más del 15% de sus ganancias en impuestos. Esto implica que el gobierno dejaría de percibir más del 25% de lo que actualmente ingresa por concepto del impuesto sobre sociedades, o una pérdida de ingresos fiscales de cerca de 100,000 mdd al año.

Estas reducciones de impuestos conducirían con toda seguridad a grandes déficits, como ocurrió con los recortes anteriores bajo el presidente Ronald Reagan y el presidente George W. Bush. Trump también propuso incrementar sustancialmente el gasto en infraestructura (aunque, si bien un mayor gasto en infraestructura es muy necesario, ello aumentará aún más el déficit).

Trump ha sugerido que resolverá el déficit disminuyendo el derroche, pero los presidentes de ambos partidos llevan décadas prometiendo esa medida. A menos que esté dispuesto a aplicar grandes recortes a programas como el Seguro Social, Medicare o el ejército, es inevitable que sus recortes impositivos aumenten enormemente el déficit presupuestario.

Ahora bien, cierto aumento del déficit puede ser bueno, pues la economía aún no ha sustituido la demanda perdida durante el estallido de la burbuja de la vivienda. Sin embargo, es casi seguro que el plan de Trump vaya demasiado lejos y dé lugar a altas tasas de interés y/o serios problemas inflacionarios.

El ataque de Trump a las regulaciones gubernamentales es, por su parte, una ilusión. Aun cuando algunas regulaciones están de sobra, la gran mayoría sirven a propósitos importantes, como evitar la presencia de plomo en el agua que beben nuestros hijos. La ley de reforma financiera Dodd-Frank ha sido blanco de las críticas de Trump y otros republicanos, pero las pequeñas empresasinforman que nunca ha sido más fácil conseguir crédito.

Por otro lado, la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible, que Trump promete derogar, ha dado un seguro a millones de personas. Y contrariamente a las afirmaciones de Trump, no hay evidencia de que haya ocasionado pérdidas de empleos. De hecho, el crecimiento del empleo se aceleró después de que dicha ley entró en vigor.

Podría decirse, no obstante, que la posición de Trump sobre el comercio es la más interesante de las políticas que ha esbozado. Nos beneficiaría tener un comercio más equilibrado, lo que podría crear millones de puestos de trabajo, sobre todo en la industria manufacturera. Con todo, no está claro que Trump sepa cómo conseguirlo.

Se quejó de los países que no respetan nuestros derechos de autor y patentes. Sin embargo, estas regalías por patentes y copyrights son un pequeño precio a cambio de los bienes manufacturados que nos compran. Es decir, si hacemos que China y Brasil paguen más dinero a Microsoft por Windows y a Pfizer por sus medicamentos, entonces tendrían menos dinero para comprar nuestros productos manufacturados. Trump no parece valorar esta concesión y promete que todos obtendrán más.

En general, la agenda de Trump se parece a la agenda republicana que hemos visto muchas veces antes: Se centra en grandes recortes de impuestos para los ricos y las corporaciones, algo que no ha funcionado en el pasado para crear un fuerte crecimiento ni para elevar los niveles de vida de la clase trabajadora. Y aunque Trump sí ofrece una perspectiva cualitativamente diferente respecto al comercio, es demasiado contradictoria para poder determinar si en realidad va a beneficiar a los trabajadores ordinarios.

Dean Baker es especialista en macroeconomía y codirector del Center for Economic and Policy Research en Washington D.C. 


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—Mario Solis Marich, presentador del programa “The Mario Solis Show” en Progressive Talk Radio
Este artículo fue publicado en español por Expansión y en inglés por CNN el 9 de agosto de 2016. Si el texto a continuación aparece distorsionado, por favor pulse aquí para una versión sin errores de formato. Para ver la versión original en inglés, por favor pulse aquí. Si este correo electrónico fue enviado a usted por un tercero, suscríbase a las listas de correo electrónico de CEPR.










La globalización y sus nuevos malestares

Joseph E. Stiglitz, recipient of the Nobel Memorial Prize in Economic Sciences in 2001 and the John Bates Clark Medal in 1979, is University Professor at Columbia University, Co-Chair of the High-Level Expert Group on the Measurement of Economic Performance and Social Progress at the OECD

 
NUEVA YORK – Hace quince años escribí un pequeño libro titulado El malestar en la globalización, este libro describía la creciente oposición en el mundo en desarrollo a las reformas globalizadoras. Era algo muy misterioso: a las personas en los países en desarrollo se les había dicho que la globalización aumentaría el bienestar general. Si ese era el caso, ¿por qué tantas personas se tornaron hostiles a la globalización?

En la actualidad, a dichos opositores a la globalización en los mercados emergentes y los países en desarrollo se les han unido decenas de millones de personas en los países avanzados. Las encuestas de opinión, incluyendo un cuidadoso estudio realizado por Stanley Greenberg y sus asociados para el Instituto Roosevelt, muestran que el comercio es una de las principales fuentes de malestar para un gran porcentaje de estadounidenses. Puntos de vista similares se hacen también patentes en Europa.


¿Cómo puede ser tan vilipendiado algo que nuestros líderes políticos – y muchos economistas – dijeron haría que todos estemos mejor?

Una de las respuestas que ocasionalmente se escucha emitir a los economistas neoliberales que abogaron por dichas políticas es que las personas están mejor. Simplemente, ellas no lo saben. Su malestar es un tema a ser tratado por psiquiatras, no por economistas.

Sin embargo, los datos de ingresos sugieren que son los economistas neoliberales son quienes podrían beneficiarse de la terapia psiquiátrica. Grandes segmentos de la población en los países avanzados no están bien: en EE.UU., el 90% inferior en la distribución de ingresos ha sufrido de estancamiento de ingresos durante un tercio de siglo. El promedio de los ingresos entre trabajadores a tiempo completo es en realidad más bajo en términos reales (ajustados a la inflación) del que se tuvo hace 42 años. Y, en la parte más baja de dicha distribución de ingresos, los salarios reales se asemejan a los niveles salariales que se tenían hace 60 años.

Los efectos del dolor y la dislocación económica que muchos estadounidenses están experimentando incluso se muestra en las estadísticas de salud. Por ejemplo, los economistas Anne Case y Angus Deaton, ganadores del premio Nobel de este año, han demostrado que la esperanza de vida entre los segmentos de estadounidenses de raza blanca está disminuyendo.

Las cosas están un poco mejor en Europa – pero sólo un poco mejor.

El nuevo libro de Branko Milanovic Global Inequality: A New Approach for the Age of Globalizationproporciona algunas perspectivas vitales al mirar a los grandes ganadores y perdedores en términos de ingresos durante dos décadas, desde el año 1988 al 2008. Entre los grandes ganadores estuvieron el 1% global, los plutócratas del mundo, pero también estuvo la clase media de las economías emergentes. Entre los grandes perdedores – los que ganaron poco o nada – estuvieron aquellos que forman parte de las clases baja, media y trabajadora en los países avanzados. La globalización no es la única razón, pero es una de las razones.

Bajo el supuesto de mercados perfectos (que subyace a la mayoría de los análisis económicos neoliberales), el libre comercio iguala los salarios de los trabajadores no cualificados en todo el mundo. El comercio de mercancías es un sustituto para el desplazamiento de personas. La importación de mercancías procedentes de China – mercancías que para producirse requieren de una gran cantidad de trabajadores no cualificados – reduce la demanda de trabajadores no cualificados en Europa y EE.UU.

Esta fuerza es tan poderosa que si no existieran los costos de transporte, y si EE.UU. y Europa no tuvieran otra fuente de ventaja competitiva, como lo es, por ejemplo, la tecnología, con el transcurso del tiempo la situación se haría semejante a una en la que los trabajadores chinos habrían emigrado a EE.UU. y Europa, hasta eliminar por completo las diferencias salariales. No es sorprendente que los neoliberales nunca publicitaron esta consecuencia de la liberalización del comercio, tal como afirmaron – se podría decir mintieron – sobre que todos iban a beneficiarse.

El fracaso de la globalización en cuanto a cumplir con las promesas emitidas por los políticos convencionales, sin duda, ha socavado la confianza en la “élite”. Y, las ofertas hechas por los gobiernos con relación a rescates generosos para los bancos causantes de la crisis financiera del año 2008 – dejando simultáneamente a los ciudadanos comunes para que ellos, en gran medida, se valgan por sí solos – reforzaron la opinión de que el mencionado fracaso de la globalización no era simplemente un asunto de juicios erróneos económicos.

En EE.UU., los republicanos del Congreso incluso se opusieron a prestar ayuda a aquellos que se vieron directamente lastimados por la globalización. De manera más general, los neoliberales, al parecer preocupados por los efectos de los incentivos adversos, se han opuesto a las medidas de bienestar que habrían protegido a los perdedores.

Pero, no se puede tener ambas cosas: si la globalización va a beneficiar a la mayoría de los miembros de la sociedad, se deben establecer fuertes medidas de protección social. Los escandinavos se dieron cuenta de esto mucho tiempo atrás; esto fue parte del contrato social que mantuvo a una sociedad abierta – abierta a la globalización y a los cambios en la tecnología. Los neoliberales en el resto del mundo no se dieron cuenta de ello – y ahora, en procesos eleccionarios en EE.UU. y Europa, están recibiendo su merecido castigo.

La globalización es, por supuesto, sólo una parte de lo que está pasando; la innovación tecnológica es otra parte. Pero, se suponía que toda esa apertura y disturbios iban a hacernos a todos más ricos y que los países avanzados iban a poder introducir políticas para garantizar que las ganancias sean ampliamente compartidas.

Pero ocurrió todo lo contrario, se impulsaron políticas que reestructuraron los mercados en una forma que se incrementó la desigualdad y se socavó el rendimiento económico en general; en los hechos, el crecimiento se desaceleró en la medida que se reescribieron las reglas del juego con el propósito de hacer avanzar los intereses de los bancos y las empresas – es decir de los ricos y poderosos – a expensas de todos los demás. El poder de negociación de los trabajadores se debilitó; en EE.UU., al menos, las leyes de la competencia no se mantuvieron al día con los tiempos; y, las leyes existentes se aplican de forma inadecuada. La financiarización continuó a buen ritmo y el gobierno corporativo empeoró.

Ahora, como señalo en mi reciente libro Rewriting the Rules of the American Economy, se deben cambiar nuevamente las reglas del juego – y estas deben incluir medidas para sosegar la globalización. Los dos nuevos grandes acuerdos que el presidente Barack Obama ha estado impulsando – la Asociación Trans-Pacífico entre los EE.UU. y 11 países de la costa del Pacífico, y la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión entre la UE y EE.UU. – son pasos en la dirección equivocada.

El principal mensaje del Malestar en la globalización fue que el problema no era de la globalización, sino cómo se gestionaba el proceso de la misma. Lamentablemente, la forma de gestión no cambió. Quince años más tarde, los nuevos malestares han hecho que ese mensaje llegue a las economías avanzadas.

Traducción de Rocío L. Barrientos.

Rafael Correa: dolarizar fue un “suicidio”, pero salir ahora sería un “caos”



El presidente de Ecuador analizó los problemas que enfrenta el país por tener una economía dolarizada.

Reuters
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En declaraciones a los medios de prensa Rafael Correa puso de relieve los problemas que genera que la moneda oficial de Ecuador sea el dólar estadounidense. Para el presidente y economista "el cuello de botella, el factor crucial" para cualquier nación "en vías de desarrollo" es "su sector externo".

Al respecto subrayó que "el principal instrumento para controlar ese factor externo se llama tipo de cambio". Pero "ingenuamente, absurdamente, Ecuador renunció" a esa herramienta y "cometió un suicidio monetario".

Desde el año 2000 -y tras una fuerte crisis a fines de los años '90- que Ecuador tiene su economía dolarizada. Es uno de los tres países latinoamericanos en esta condición, junto a Panamá y El Salvador.

Una década excepcional

Reuters

Si bien el país tiene como moneda oficial el dólar desde hace 16 años, las declaraciones de Correa emergen en este momento debido al cambio de coyuntura económica. "Colombia nos depreció la moneda. Perú nos depreció la moneda, y nosotros no pudimos responder", explicó el mandatario. Asimismo añadió que, en este escenario, no tienen forma de "equilibrar los desbalances" en el sector externo, "como la caída del precio del petróleo. Para eso tenemos que recurrir a una serie de malabares".

Al respecto el economista de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Pablo Wahren, señaló en diálogo con RT que "en los últimos años este modelo de la dolarización fue sostenible por el alza de los precios de las commodities". Eso permitió un ingreso de dólares "extraordinario" lo que permitió "garantizar un buen funcionamiento de su economía”.

"En términos de competitividad el resto de las monedas del mundo se estaban apreciando respecto al dólar por lo que Ecuador se volvió un poco más competitivo", añadió Wahren. Y enfatizó que "era un esquema sostenible en esa década excepcional de alza de precios de las commodities y gran ingreso de divisas a los países".

Problemas previsibles

Reuters

"Ahora esta situación cambió", sentenció Wahren y detalló que "los precios de las commodities ya no están en los niveles de hace algunos años y además hay un reflujo de capitales financieros desde países emergentes hacia EE.UU.". Todo esto genera "un debilitamiento de las monedas locales".

El también economista de la UBA y columnista de Radio del Plata, Itai Hagman, coincidió en que la dolarización "solo es posible de sostener con ingresos de divisas vía exportaciones (como ocurrió en los últimos años) o vía deuda externa (como ocurrió en los '90)". Hagman remarcó la coherencia de Correa al recordar que escribió "un libro sobre economía antes de ser presidente" en donde califica a la dolarización "como un suicidio monetario".

"Es la fase superior del neoliberalismo, que en la Argentina se intentó aplicar como salida a la crisis de 2001", añadió. También destacó que "el problema" de la dolarización es que "el Estado se queda sin una herramienta fundamental de política económica que es la monetaria".

¿Se puede salir de la dolarización?

Reuters

Para Correa, aun con todos los problemas que trae, salir de este modelo "causaría un caos económico, social y político". El presidente ecuatoriano dijo que deben "sostener la dolarización pero estando muy conscientes de las restricciones. Es como pelear en el ring de la globalización con una camisa de fuerza".

Este es "el absurdo de las irresponsabilidades de nuestras élites que tanto daño le han hecho al país", criticó Correa, pero reconoció que ahora "no queda más que continuar con la dolarización, fortalecerla, mitigar sus gravísimos problemas y tratar de aprovechar sus escasas oportunidades".

"Correa probablemente tiene razón. Salir del dólar puede generar mucha inestabilidad", dijo Wahren. Asimismo analizó que "pasar de lo que se considera el activo más seguro a su propia moneda seguramente genere una devaluación muy grande. Y las devaluaciones en América Latina, "en países chicos semi-industrializados, suelen ser muy nocivas porque encarecen los precios de todos los bienes transables", dijo.

Todo esto generaría "tensiones inflacionarias" que "difícilmente son compensadas por aumentos salariales". Derivando así en "una redistribución regresiva del ingreso". Por eso "salir va a tener un costo y quedarse también", concluyó Wahren.

Respuesta productiva a nuevas inversiones agrícolas ­ ACN

 Creado el Miércoles, 10 Agosto 2016 10:32 | Marta Hernández 

Santa Clara, 10 ago (ACN) Al concluir el primer semestre del 2016, la producción agrícola de Villa Clara creció en unas 28 mil 260 toneladas, en relación con igual período del año anterior, en respuesta a la modernización agraria del territorio. 

Héctor Torna, delegado del Ministerio de la Agricultura en la provincia, informó a la prensa que el proceso de tecnificación incluye la puesta en marcha de más de 30 máquinas de riego, las cuales garantizan la humedad a los cultivos, acción que incide directamente con los rendimientos. 

Aseguró el directivo que desde hace más de un año trabajan en la remodelación y puesta en marcha de los talleres para la maquinaria agrícola, la reparación de la red de canales que conducen el agua desde los diferentes acuatorios hasta las siembras, y el reordenamiento de otros servicios. 

Torna dijo que de enero a junio del presente año en la empresa agropecuaria Emilio Córdova, especializada en el cultivo y procesamiento del arroz, las áreas crecieron en un dos por ciento, lo que significa 143,34 hectáreas (ha) plantadas por encima de lo planificado. 

Esta realidad está sostenida con el mejoramiento de la base técnica del cultivo, al poner en marcha medios especializados para esa labor, añadió. 

La estrategia diseñada para incrementar la producción agropecuaria de Villa Clara se sostiene en cuatro grandes polos de producción, de ellos, los de mayor prioridad son los ubicados en las empresas agropecuarias Quemado de Güines y Valle del Yabú, en Santa Clara. 

En la entidad de Quemado de Güines, los proyectos incluyen el rescate de las siembras de diferentes variedades de plátano, en más de 180 hectáreas, aseveró. 

Significó el directivo que se instalan sistemas de riego de pivote, por goteo, entre otros, para atender la diversidad de bananos que se plantan en la zona, especializada tradicionalmente en ese cultivo. 

Ihosvany Martín, director de la Empresa Agropecuaria Valle del Yabú, en Santa Clara, comentó a la ACN que la entidad cuenta con 10 tractores modernos, cuatro cosechadoras de granos, seis trailers para trasladar las cosechas y siete fumigadoras, entre ellas cuatro integrales. 

Este mejoramiento técnico permitió crecer en 152 ha, antes cubiertas de marabú. 

En los otrora terrenos ociosos ya se riegan semillas de boniato y malanga, para así recuperar el tradicional potencial productivo de la entidad, puntualizó.