Por MSc Juan Alejandro Triana Barros, Director CEEC
Dra. Iselle Pascual Alonso, Presidenta del Consejo Científico de nuestra Universidad.
Dra. Johana Odriozola Guitart, Viceministra del Ministerio de Economía y Planificación.
Mis queridos colegas y amigos del Centro de Estudios de la Economía Cubana. Distinguidos invitados e invitadas que nos acompañan.
Aunque no estoy acostumbrado a leer, he preferido organizar algunas ideas en el papel en respeto a su tiempo. Por cierto, se extraña a Delio, a su arenga y su campana, aquí, donde prefería estar.
Es un gran privilegio pertenecer a nuestra casa de altos estudios y que hoy nos acoge merecidamente en su más solemne reciento, nuestra Aula Magna, que guarda todo el sacrifico y la dedicación de muchos y muchas que han hecho por nuestro país y por esta Universidad casi tricentenaria que lo antecede y lo acompaña. Es tremendo este privilegio, por demás inmerecido, de poder dirigirme a ustedes desde este sitio donde los más excelsos representantes del pensamiento han hecho uso de la palabra.
Observando cuidadosamente a todos los presentes y sabiendo que por diferentes razones no están todos los que debieran, mucho menos todos los que quisiéramos, es imposible no percatarse de lo complejo y a la vez extraordinario que resulta reunir en un mismo sitio a tantas generaciones de un pensamiento rico y diverso, como los que nos encontramos hoy aquí; a la vez comprometidos con los destinos de la patria de una forma sincera, sin prejuicios y sin temores. Cada vez es más difícil lograr tales objetivos, mas no por eso debemos renunciar a la necesaria unidad de los cubanos, los de adentro y los de afuera que se unen alrededor de un porvenir alentador para nuestra Cuba independiente. Poder hacerlo para conmemorar el XXXV aniversario de la fundación de nuestro centro de estudios sobre economía cubana, es una muestra de que los imposibles aún no están perdidos. Gracias a nuestra Universidad por esa oportunidad.
La economía cubana, como la ha estudiado el CEEC, no se resume al análisis economicista, al movimiento de los flujos y variables que desde la frialdad de los números se muestran vacías e impersonales. Desde el comienzo de nuestro Centro, la impronta de los investigadores e investigadores que han pasado por nuestra institución ha sido, entre otras cosas, añadirle el factor humano del análisis del sujeto principal de nuestro trabajo: la sociedad y el pueblo cubano, a quienes nos debemos. Por eso decir lo que hemos pensado, desde la fundamentación objetiva y empática, a tiempo y sonrientes ha sido una máxima que nos ha acompañado desde el año 1989.
Un año que no fue sencillo para Cuba, un parte aguas político, social y económico para la sociedad cubana y para la multipolaridad. Donde los evidentes errores cometidos en la estrategia de desarrollo socio-económico del país y los deslices en la implementación de una política económica que ya no respondía a las necesidades claras de supervivencia y desarrollo, daban al traste con un modelo necesitado de profundas transformaciones. La agresión externa y el perfeccionamiento de las maniobras para complejizar aún más nuestras insuficiencias internas, profundizaron en extremo aquellos tiempos.
La infancia del CEEC con Mirta Villanueva al frente, discurrieron en medio de innumerables dificultades en todos los ámbitos. Explicarle a la comunidad académica, al primer nivel de dirección del país, al pueblo de Cuba -en aquellos tiempos donde aún no existían comisiones mágicas para la implementación de soluciones poco viables- no era asunto sencillo. El acompañamiento al grupo de apoyo del Comandante en Jefe y el traslado de sus ideas requirió de una seriedad y un coraje que sirvieron de base sólida para la conformación del Centro que hoy tenemos.
En esas transformaciones de los años ´90 -quizás el paquete de transformación económica más eficiente que se ha aplicado y con mejores resultados en nuestro país- el CEEC tuvo una participación esencial desde la recomendación de políticas y el análisis situacional. Hoy deberíamos volver la vista atrás y aprender de esos tiempos con vergüenza y deseo. Desde esas épocas tan tempranas aparecieron aportes serios sobre la necesidad del perfeccionamiento y restructuración del sector empresarial estatal, siempre como elemento fundamental para la construcción socialista, pero a la vez, acompañado de empresas privadas nacionales debidamente reguladas. No faltaron los detractores y perseguidores de tal nacimiento, directores como Alfonso y Triana tuvieron la visión y pericia de navegar muchas de esas primeras amenazas y continuar aportando novedades científicas con responsabilidad y estilo.
De esos años surgieron también los primeros intentos y luego la innegable consolidación del equipo de consultoría empresarial más distinguido de los ´90, Silvia García, Humberto Blanco, Rosendo Morales y otros elevaron el nombre del CEEC en las instituciones empresariales más prestigiosas del país alcanzando premios nacionales e internacionales de excelencia y calidad empresarial. Ya no solo estaba el equipo de economía cubana, ya existía una complementación e interdisciplinariedad con otras áreas de la economía y siempre enfocado en las necesidades del país. El colectivo del CEEC crecía, se desarrollaba y trabaja cohesionadamente en un ambiente universitario siempre complejo pero que los miraba avanzar con respeto y admiración.
Los procesos sustantivos del CEEC durante esos años avanzaron a la par de la ciencia que se hacía. En medio de las complejidades energéticas, alimenticias y de transporte (todos elementos básicos para el desarrollo de la actividad laboral y recordemos muy deterioradas en aquellos años de periodo especial) el CEEC aportó profesores en múltiples disciplinas, a varias facultades de nuestra Universidad de La Habana. Igualmente, la contribución a la formación de cuadros del Estado y el Gobierno fue una tarea priorizada por nuestro claustro, en guagua, en bicicleta y a pie, nunca fuimos ajenos a la realidad del cubano y eso nos fortaleció. La contribución a la formación de masters y doctores en ciencias económicas también estuvo marcada por la impronta de nuestro Centro con temas y enfoques novedosos sobre asuntos acuciantes y de interés para la economía nacional. Quizás si se hubiesen revisado y aplicados esas investigaciones, hoy la situación que viviéramos fuera un poco diferente.
Los años 2000 no fueron más que retos, retos de muchos tipos para nuestro Centro. Con proyecciones a largo plazo sobre temas de investigaciones que se insertaban entre los más modernos y alineados con universidades extranjeras y las tendencias del pensamiento económico contemporáneo, el CEEC alcanzó resultados significativos. La economía del conocimiento y el primer libro sobre el tema que vió la luz de una forma seria, es fruto del trabajo de investigadores e investigadoras del CEEC. Sin mucha pompa ni grandilocuencia, lejos de protagonismos innecesarios, el CEEC consolido líneas y resultados de investigación significativos durante esos años. El liderazgo de Anicia, su capacidad técnica y visión para incluir otros enfoques y la profundidad del análisis sectorial y de la dinámica social, también ocupo el especio necesario en nuestros debates e investigaciones, el estudio de los vulnerados y las vulnerabilidades con Dayma completo un cuadro de análisis robusto desde todo ángulo.
La crítica responsable al curso y aplicación de la política económica del país en los años 2000, a los resultados que se obtenían y a las proyecciones futuras -muy evidentes para algunos, aunque no así para otros- fue parte de las obligaciones del Centro, obligaciones con la dignidad propia, con nuestro pueblo y con la verdad. Tampoco faltaron en estos años los delimitadores de primaveras -como diría el poeta-, pero la verdad, aunque amarga a veces como la cuasia y la retama, prevaleció por encima de todo y todos, y el apoyo a un objetivo común y sincero avanzó.
Tanto así, que durante uno de los momentos políticos y socioeconómicos más tensos de nuestro país en los últimos tiempos, por allá por el 2010 y 2011, impactados por una crisis financiera y productiva internacional, cuando se declara por primera vez de forma pública y oficial el agotamiento de nuestro modelo de desarrollo, los profesores del CEEC comenzamos a formar parte de la milagrosa Comisión de Implementación de los Lineamientos de la Política Social y económica del Partido y de la Revolución. Tan lejos de la verdad y el compromiso revolucionario no estábamos cuando fuimos convocados… pero así son los gajes del oficio, quizás la profesión más común entre todos los cubanos… todos piensan que saben de economía y que saben hacer bien economía… aunque muchas veces solo nos recuerden cuando nos necesitan, bien en el fondo del pozo. Esa suerte de ser profesionales de lo inexplicable en un país donde desde el siglo XIX las leyes de la economía política ya no se cumplían a decir de Ramon de la Sagra.
Las tareas 11, tarea 13 y demás tareas devenidas de la suprema Comisión, ocuparon el tiempo y esfuerzos del CEEC. Y muy buenas y revolucionarias ideas salieron de trabajos conjuntos con otros profesionales y colegas de múltiples áreas del conocimiento. El apoyo del CEEC a los documentos para la Conceptualización del Modelo Económico de Cuba y el Plan nacional de desarrollo al 2030, fue instrumental e ingente el conocimiento brindado. El reconocimiento al talento y a la necesidad de contar con profesionales comprometidos fue evidente, quizás como nunca antes, y la realidad del aporte también se hizo evidente, no obstante, solo en lo formal y para las apariencias. Los resultados -no para debatir en este momento-, el tiempo de dos carreras universitarias estudiando la necesaria transformación y restructuración de nuestra economía, sí no fue suficiente, la desatención y el desoído a lo estudiado y recomendado desembocó en lo que hoy aun no logramos recursar. La bonanza lograda por la pericia política del General de Ejército a partir de los años 2014 y hasta la primera temporada del señor Trump, no fue del todo bien aprovechada para conducir a Cuba por una senda de desarrollo sostenida por un crecimiento robusto de sus principales indicadores. Nos engolosinamos con el primer plato sin ocuparnos de los principales.
La conducción de Humberto y Betsy, el apoyo y gestiones de Omar y Ricardo Torres durante esos años de profundos cambios sociales, no fue sencilla. Asistían a una sociedad en plena transformación, visiblemente diferente a la de los veinte años anteriores, a una Universidad que también cambiaba aceleradamente como reflejo de una buena parte de las juventudes contemporáneas. Dirigir a nuestros investigadores en estos años donde no se perdonaba hablar sobre economía sin comenzar a abordar temas tan sensibles como las crecientes desigualdades sociales, la pobreza, la vulneración de derechos y el cuasi desecho pacto social no fue tarea fácil. Hacerlo desde el compromiso revolucionario, desde el estudio y la evidencia científica fue un gran triunfo para lograr trasladar y colocar ideas en el pensamiento de los hacedores de política, ideas que no deben ser postergadas ni aletargadas. Nuevas ansiedades generaban tales consideraciones y otra temporada de deseos huérfanos voló sobre el CEEC, otra vez el apoyo no falto.
Y es que a la obra de tan sacrificados y consecuentes pensadores, por derecho propio y naturaleza les asiste el acompañamiento de los justos, -quien no comulga en el altar de los hombres, será debidamente desconocido por ellos- máxima del Apóstol que siempre nos ha guiado. Una obra que como Centro reúne más de una decena de premios de la Academia de Ciencias de Cuba -muy a pesar de que ninguno de nuestros profesores es miembro de número- como mismo los importantísimos premios del MES y de nuestra Universidad de La Habana de los cuales estamos muy orgullosos. Aunque seguramente el mayor de los premios sea la aceptación y la necesidad de nuestros estudiantes y el público en general por las consideraciones que salen de nuestros análisis, por esa serie de Miradas a la Economía Cubana y los muchos materiales escritos que sobre nuestra ciencia hemos publicado.
Este año 2024 en que celebramos el XXXV aniversario, además con un Seminario Anual de lujo en su composición, la situación vuelve a ser tensa, en realidad nunca lo ha dejado de ser. Nuestra economía como al comienzo de los ´90 se debate en una situación crítica en extremo, y aunque conociendo las diferencias entre épocas, ya es muy seria la similitud y aún más la realidad de estar en una situación todavía más compleja en su diversidad. En medio de esta tensión el CEEC no ha dejado de trabajar y de contribuir, primero a nuestra Universidad de La Habana con la que tenemos un eterno compromiso y lógicamente con nuestro país.
En más de 7 carreras distintas brindamos nuestros servicios docentes con alegría y dedicación e intentamos trasladar a nuestros estudiantes las realidades tan difíciles que vivimos con un desenfado característico. Mas de 15 asignaturas se imparten por profesores del CEEC en pregrado y posgrado. La participación en los Grupos Temporales de Trabajo, en los Comités Técnicos Asesores, como asesores directos de los Grupos Empresariales, del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros y otras instancias de la Administración Central del Estado y el Gobierno ha sido constante en el bregar de profesoras y profesores con muchas otras responsabilidades, jóvenes y menos jóvenes, algunos con 50 años dedicados a la Universidad y al país.
El trabajo en la extensión universitaria a todo lo largo del territorio nacional, participando en proyectos y preparaciones profesionales de cuadros, desde las aulas hasta el campo también ha sido parte constante del trabajo de hombres y mujeres que han preferido buscar la verdad donde se vive y conocerla así de primera mano. Como mismo de forma directa nos hemos dado a la tarea de atender y contribuir al mejor posible desempeño de los emprendedores de una RED de Emprendimientos adscrita al Centro y que Ileana como coordinadora ha logrado navegar para reunir a un mosaico de emprendimientos que han aprendido y enseñado desde el respeto mutuo y el trabajo mancomunado.
Los últimos tres años también han llegado con algunas tristezas, ausencias muy sensibles de personas de una calidad humana y una capacidad de trabajo espectacular, ausencias incomparables que sentiremos constantemente y aunque algunas han buscado la forma de continuar contribuyendo de manera semipresencial, siempre echaremos de menos, que no lo dude nadie. Hemos logrado captaciones importantes, yo diría de las mejores con las que podemos soñar y así vamos creciendo o más bien manejando el momento. Economistas de una experiencia y fortaleza técnica considerable, jóvenes y menos jóvenes como Julio, Karina, Niurka, Carlos Enrique, Consuelo, Paco y Ricardo, garantizan un nivel de calidad e integralidad en nuestros análisis que nos permiten transitar siempre con la frente alta independientemente de la situación.
En este año del XXXV aniversario nuevos retos nos propusimos y los hemos cumplido. Una nueva edición de la revista Miradas pronto verá la luz. El lanzamiento del Reporte sobre Economía Cubana ha sido un éxito y genera expectativas importantes para su segunda edición. El análisis crítico de la política económica del Estado cubano en los últimos años, desde los discursos oficiales que guían su decursar -en ausencia de documentos oficiales como antaño- ha ocupado parte de nuestro tiempo y mucha preocupación. En este año también volaron oscuras golondrinas sobre nuestro Centro, el CEEC prevaleció una vez más para contarlo y seguir enriqueciendo a la comunidad universitaria desde el lugar que nos corresponde. Y no puede ser de otra manera, cuando ha sido fruto del sacrificio y la inteligencia colectiva de un grupo de amigos que han empeñado sus esfuerzos en tal sentido. Que error hubiera sido el habernos desaparecido cuando la economía y la sociedad mas nos necesita.
Aun nos quedan muchas ideas en el tintero, aun nos quedan muchos deseos de hacer. Estamos convencidos que, a pesar de lo difícil que se nos dibuja el 2025, mantendremos nuestro claustro y creceremos. Contamos con el apoyo de la dirección universitaria para al menos añadir a un joven economista adiestrado, otros y otras con más experiencia también manifiestan su interés de unírsenos y con muchos deseos de hacer. Propuestas tenemos incluso para contribuir a nuestra Universidad y liberarla de cargas que bien pudiéramos asumir de manera responsable y eficiente -como hace años ya hizo el CEEC- hasta una PyME estatal hemos propuesto y seguiremos defendiendo en la medida de lo pertinente. Y es que se deben aprovechar todas las opciones que han sido creadas para avanzar, y si contribuyen a fortalecernos, pues más aún. Un crimen sería someternos al dogmatismo y al fundamentalismo que frena los nuevos bríos y nobles empeños, distraernos en esa cobardía no nos lo perdonaran, no nos lo perdonaríamos nosotros mismos. Seria traicionar tantos años de buena ciencia y trascendencia. Y en el CEEC no somos así, no traicionamos.
La voluntad de hacer, de enfrentar nuevos retos, de mantenernos revolucionarios y anteponer el análisis lógico, situado, con sentido común, desde la empatía y racionalidad socioeconómica al oportunismo y los intereses políticos, han llevado a nuestro Centro a ser la referencia nacional sobre los estudios de economía cubana, no nos menospreciemos, también a ser la referencia internacional en cuanto al aporte e investigación sobre la economía nacional.
Economistas cubanos prestigiosos existen en muchas instituciones de nuestro país y también fuera de Cuba. De los mejores los tenemos en el CIEI, en el CIEM, en el INIE, en la ANEC, en el CEAP, en nuestra querida y sacrificada Facultad de Economía, a la que siempre tributaremos orgullosos. Todos aportando de sus ámbitos y enfoques, enriqueciendo el acervo común en una estrecha unidad, pero desde nuestros respectivos lugares, a veces con más o menos autonomía o independencia, aportando a la competencia científica que es al final factor clave y fundamental para la innovación científica.
Me ha tocado, luego de un corto tiempo dirigiendo el CEEC, organizar esta conmemoración y Seminario Anual, y debo decir sinceramente que ha sido un gran reto, no solo la organización (esa ha sido la parte sencilla). Colegas, no es fácil sentarse frente a ustedes, a su experiencia y a lo que han vivido y no hubiese sido posible sin su sincera colaboración y deseos de avanzar, el CEEC no lo dirige una persona, lo dirige un colectivo con objetivos comunes, ahí radica nuestra más importante fortaleza. Ha sido un privilegio en este tiempo pertenecer a un distinguidísimo Consejo Universitario, donde he podido constatar que se les admira y se les escucha, eso es inconmensurable. Ha sido un inmenso orgullo pertenecer a nuestro Centro acompañado de todos ustedes y continuar desempedrando estrellas a su lado.
No me atrevo a pedirles más, solo me resta convidarlos a continuar todos juntos por XXXV años más como Centro de Estudios de la Economía Cubana, independientes y universitarios, comprometidos hasta la medula con la verdad y con formar parte de la conciencia crítica de nuestra sociedad.
Muchas Gracias a todos.