La entrada de Cuba a los BRICS + representa una oportunidad de inserción internacional en un espacio que busca la multipolaridad y servir de contrapeso al predominio de las potencias occidentales. Aprovecharla entraña enfrentar viejos desafíos.
El grupo BRICS + en su cumbre recién concluida incorporó a varios países en calidad de asociados- Cuba entre ellos- una categoría inferior a la de miembro del bloque, pero antesala para su integración plena, con ventajas potenciales nada despreciables.
Baste mencionar el peso del bloque en población y aporte al PIB a nivel global, sus recursos energéticos y minerales, entre otros aspectos. La solicitud de no pocos países para integrarse al bloque en una modalidad u otra, es signo evidente de las expectativas sobre el potencial y futuro de los BRICS como alternativa real al predominio en el escenario mundial de las potencias occidentales.
La existencia de un Banco de Desarrollo del bloque y su propósito de apoyar proyectos específicos de interés nacional, en condiciones crediticias más favorables, así como la intención – harto compleja- de moldear una nueva arquitectura financiera a partir de sus monedas nacionales para contrarrestar la hegemonía global del dólar y su uso como arma de presión política, son factores cuya evolución resultará determinante para que esta alianza estratégica pueda convertirse realmente en tal alternativa.
Beneficios
Para Cuba, sin dudas, es una buena noticia. Cuenta con el respaldo unánime de los países miembros, que son los que tienen derecho a voto, condición obligatoria para ser aceptado como estado asociado. Esto constituye un espaldarazo en medio de la crisis que atraviesa el país, exacerbada por el cerco económico al que está sometido y que una vez más fue rechazado por abrumadora mayoría. De hecho la declaración final de la cumbre patentizó el rechazo a sanciones económicas unilaterales y abogó por su levantamiento.
Añádase a lo anterior las secuelas de la pandemia, las debilidades propias en el funcionamiento de la economía, y recientemente, eventos climáticos y el colapso del sistema eléctrico.
También es una buena noticia la aceptación de Cuba si se considera la heterogeneidad de países que en calidad de miembros integran los BRICS pues, si bien comparten propósitos e intereses, también presentan diferencias importantes en diversos temas.
Todo lo anterior respalda la idea de que efectivamente, el ingreso de Cuba a los BRICS resulta una oportunidad que contribuiría, en una perspectiva no inmediata, a alcanzar metas de crecimiento y bienestar que cada vez parecen más lejanas, apartando al país de la senda del desarrollo, y que traen enormes tensiones en la vida diaria de la población.
Pero hay que decir también que las oportunidades están fuera del control de quien las detecta, por tratarse de eventos externos y temporales, cuya aparición y sobre todo su duración no dependen de necesidades y aspiraciones. Sólo pueden, una vez detectadas, aprovecharse a tiempo o sencillamente dejarlas pasar. Y no son las debilidades propias, en última instancia, factores internos que permitan aprovecharlas. En todo caso, serán las fortalezas y potencialidades propias.
Transformaciones
A eso debe añadirse, como han señalado otros colegas, que iniciativas como los BRICS, más allá de su inclusividad, intereses comunes, intenciones colaborativas y abrir brechas en el actual orden económico internacional, no estarán basadas en afinidades ideológicas ni acuerdos políticos.
Hay que aportar proyectos, recursos y resultados de interés para todos los implicados. Sólo así la asociación será efectiva.
Para que la oportunidad que constituye la condición alcanzada de país asociado a los BRICS se haga cierta, será preciso hacer, a lo interno, las transformaciones que requiere el país en su modelo económico, en su estructura productiva y de inversiones, sanear nuestras finanzas internas, así como aumentar la capacidad empresarial del país y las alianzas interempresariales entre actores estatales y privados, realizar la reforma de la empresa estatal y del sector agropecuario, entre otros asuntos.
En otras palabras: aprovechar esta oportunidad entraña el desafío de hacer los cambios que correspondan, compatibilizar nuestros sistemas de gestión empresarial y nuestra conducción económica a las realidades y contextos en los cuales estos socios se desempeñan. Es enfrentar viejos desafíos.
De no hacerlo, perderemos la oportunidad y ese espacio vacío será aprovechado por otros. Y el tiempo, el implacable, no tiene marcha atrás. (2024)