Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

jueves, 22 de febrero de 2018

FAO en Cuba: 40 años de colaboración y compromiso mutuos

22 FEBRERO 2018


40 años de colaboración y compromiso mutuos entre la FAO y Cuba

La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) tiene desde 1968 una oficina en Cuba y desde el 28 de febrero de 1978 se estableció oficialmente la representación de la FAO en Cuba.

A las relaciones entre esta representación y las instituciones académicas, gubernamentales y las vinculadas con la agricultura estuvo dedicado el espacio televisivo Mesa Redonda de este miércoles 21 de febrero.

El señor Marcelo Resende, nuevo representante de la FAO en Cuba, recordó que Cuba es uno de los países fundadores de la organización, hace 50 años se abrió la oficina de la FAO en Cuba y desde hace 40 tiene representación oficial en el país.

Cuba ha sido un ejemplo para el mundo al lograr combatir el hambre, promover la agricultura y democratizar el acceso a la tierra. La Revolución Cubana arrancó justamente con el proceso de la Reforma Agraria, una idea fundamental de la FAO que intenta desarrollar la agricultura a través de la democratización del acceso a la tierra.
Marcelo Resende, representante de la FAO en Cuba, recordó que Cuba es uno de los países fundadores de la organización
Marcelo Resende, representante de la FAO en Cuba, recordó que Cuba es uno de los países fundadores de la organización
FAO participa en el proceso de desarrollo de la agricultura en Cuba contribuyendo con los temas alimentarios y de seguridad alimentaria. Sin embargo, la FAO aprendió más de Cuba que viceversa, aun cuando la FAO brindara la asistencia técnica. Cuba es un ejemplo en el mundo en el tema del combate del hambre, en el combate al cambio climático y a los huracanes, la sequía. Por ello Marcelo Resende consideró que Cuba es un ejemplo para la cooperación internacional, pues el país brinda asistencia técnica en todo el mundo también, por tanto, el contexto de las relaciones entre la FAO y Cuba siempre ha sido de cooperación y colaboración.

Resaltó que Cuba destaca por el enfrentamiento al cambio climático y los desastres naturales y el resguardo de las semillas. La FAO colabora con asistencia técnica, con recursos, con semillas.

Comentó que aún en el mundo existen ochocientos millones de personas con hambre cuando se dispone de tanto alimento. La voluntad política de Cuba combate que ningún niño cubano tenga que dormir con hambre, aun siendo un país con un embargo económico, con las dificultades de ser una península insular que necesita importar muchos alimentos. El hambre en Cuba no es un problema. La victoria de Cuba en ese sentido está en las políticas sociales creadas y aprobadas por la voluntad política del país para garantizar el derecho humano a la alimentación.

En otro momento de la Mesa Redonda reconoció la fuerte labor de colaboración de Cuba con la cooperación Sur-sur, que ya Cuba venía ejerciendo desde que hizo del Internacionalismo uno de los principios que marcan a la Revolución.

La FAO pretende que Cuba internacionalice sus experiencias en la agricultura urbana y suburbana, en los temas biogenéticos. Recordó la visión futurista y adelantada de Fidel Castro, que se preocupó por encontrar alternativas más nutritivas para la alimentación animal y otras plantas de pasto y forraje.

¿Qué tipo de proyectos de colaboración existen entre Cuba y la FAO?

Por su parte, Leonardo Pérez Mesa, jefe del departamento de relaciones internacionales del Ministerio de la Agricultura, refirió que la FAO es uno de los principales beneficiarios y aportador de la agricultura en Cuba.

Señaló que estas cuatro décadas de trabajo de la FAO en Cuba han estado encaminadas a la solución de problemas inmediatos y a la contribución en el trabajo de definición y planificación para resolver las necesidades alimentarias del país y de su agricultura.

Agregó que en la actualidad esta colaboración está plenamente integrada al plan de desarrollo de Cuba hasta el 2030 y se imbrica con los lineamientos de la política de Cuba. La agricultura cubana ha sido beneficiaria de importantes experiencias y conocimientos a lo largo de estas cuatro décadas. Ha significado un importante aporte sobre todo en la capacitación del personal de la agricultura.
Agricultores realizando tareas agrícolas en Cuba
La agricultura cubana ha sido beneficiaria de importantes experiencias y conocimientos a lo largo de estas cuatro décadas. Ha significado un importante aporte sobre todo en la capacitación del personal de la agricultura.
Entre los proyectos de colaboración y asistencia mutua destacó las colaboraciones de Cuba con países de África, de América Latina, sobre todo con Venezuela y el más reciente con Haití, en los cuales Cuba siempre aporta la experiencia para el desarrollo de determinados programas agrícolas y agropecuarios.

Con la colaboración de la FAO se han implementado proyectos hacia la reducción de la inseguridad alimentaria y lograr el desarrollo de la agricultura en zonas rurales; garantizar un marco regulatorio, formativo y favorable para la alimentación, la agricultura y la actividad forestal; garantizar el incremento sostenible del suministro y la disponibilidad de los alimentos; conservar y fortalecer la base de los recursos naturales y generar conocimiento sobre la alimentación y la agricultura.

Los venideros programas estarán dirigidos a la producción sostenible de alimentos, de semillas, de alimento animal, la adaptación al cambio climático, el manejo sostenible de los recursos naturales, la sanidad, calidad e inocuidad de los alimentos y la colaboración Sur-sur.

El interés de la colaboración es hacer que la producción de alimentos, no solo sea suficiente, sino que sea sostenible en el tiempo. Se pretende lograr una mayor cultura de uso racional del agua y trazar políticas relacionadas con esta intencionalidad.

Cada año se realizan cursos con el objetivo de ayudar a implementar en la agricultura cubana prácticas agroecológicas que permitan la protección de los suelos, del medioambiente, y el incremento de las producciones agrícolas. Otros proyectos de gran relevancia son los relacionados con el enfoque de género y el empoderamiento que se le da al papel de la mujer dentro de los procesos productivos.

CENSA, referencia para la calidad e inocuidad de los alimentos

La doctora en ciencias agrícolas Ondina León Díaz, directora del Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria (CENSA), explicó la experiencia de ese centro, su relación de colaboración con la FAO, organización que está presente en todos los eventos, talleres y cursos de todos los centros científicos del país.
Ejemplificó que en 1996 la FAO ayudó a la creación del laboratorio de referencia para la calidad e inocuidad de los alimentos. Contribuyó a la adquisición de insumos y en la capacitación del personal. Esto ha permitido que el laboratorio tenga una alta competencia con 21 ensayos acreditados.
En 1999 comenzó el proyecto de diagnóstico de la peste porcina clásica, una enfermedad que aún no se ha logrado erradicar en el continente, pero se ha trabajado en el desarrollo de tecnologías que permitan el desarrollo rápido y oportuno de los análisis epidemiológicos que impidan el desarrollo del virus en el país. Gracias el proyecto de estudio del genoma del virus de la peste porcina se ha creado una vacuna a través de los genes para enfrentarla. Este proyecto se ha hecho extensivo hasta países como Haití y República Dominicana.
El CENSA colabora además con Panamá en el tema del manejo de plagas en cultivos importantes de ese país. Además, el centro en integración con el Ministerio de la Agricultura intercambia experticia en el tema de la resistencia antimicrobiana.

Una FAO menos burocrática y más comprometida

Respecto a la XXXV Conferencia Regional de la FAO para América Latina y el Caribe que tendrá lugar del 5 al 8 de marzo en Jamaica, el representante de la FAO en Cuba, Marcelo Resende, expuso los cinco temas claves que allí se debatirán.

Entre ellos están el compromiso político de la región para erradicar el hambre hasta el 2025, erradicar el sobrepeso y la obesidad que se ha convertido casi en una epidemia. Otro tema es la pobreza rural en donde la población es más vulnerable. También se comprometerá a las naciones con la agricultura sostenible y el diálogo para enfrentar el cambio climático.

Añadió que la FAO, en su nueva concepción, pretende salir cada vez más de su propia burocracia y adentrarse en la realidad de los países para conocer cuáles son las verdaderas realidades de los objetivos de desarrollo del milenio.

Cuba envejece: ¿Progreso o problema?, esa es la cuestión

Según las previsiones oficiales, la población mayor de 60 años representará hacia 2030 un tercio de los habitantes de este país, que actualmente suman 11,2 millones.

SOCIEDAD Patricia Grogg 22 febrero, 2018


Una pareja de adultos mayores transita por una céntrica calle de La Habana Vieja, en Cuba, un país donde ya casi 20 por ciento de la población tiene más de 60 años y que subiría a un tercio de la población total en 2030, un fenómeno demográfico que constituye un desafío para el país. Foto: Jorge Luis Baños_IPS

LA HABANA, 22 feb 2018 (IPS) – Trabajó sin parar durante 40 años. Cuando se jubiló, no supo qué hacer con su tiempo libre. “Estar en casa todo el día y solo pendiente de lo que había llegado a la bodega (mercado), no es para mí”, dijo una residente en la capital cubana.

“Es que me recontraté como editora de una revista gubernamental”, explicó esta mujer de La Habana para explicar su pedido de mantener su nombre en reserva. Sin embargo, su caso no tiene nada de extraño en este país, donde muchas personas de su edad, 70 años, continúan trabajando.

“No lo hago solo para aumentar mis ingresos. Me gusta sentirme útil”, afirmó.

Enrique López Oliva, 81 años, periodista y profesor de historia de las religiones en la Universidad de La Habana, se jubiló en 1998 con una pensión de 270 pesos (equivalentes a poco más de 11 dólares), aunque desde 2008 es contratado periódicamente para impartir cursos opcionales.

“Claro que el dinero hace falta, pero permanecer activo es para mí una necesidad igualmente importante. Dar clases me permite estar cerca de las nuevas generaciones, me obliga a estudiar y renovarme para cada encuentro con los jóvenes interesados en los temas religiosos desde el punto de vista académico”, comentó a IPS.

En las condiciones demográficas de Cuba, resulta muy probable que dentro de una década haya más profesores de entre 70 y 80 años dictando clases, aunque quizás tengan menos jóvenes entre sus alumnos.

Según las previsiones oficiales, la población mayor de 60 años representará hacia 2030 un tercio de los habitantes de este país, que actualmente suman 11,2 millones.

Especialistas alertan que este es ya el país más envejecido de América Latina, con 19, 8 por ciento de su población con 60 años y más. “Estamos ante un desafío extraordinario que obligará a grandes cambios. No hay economía que pueda sostener, en las condiciones actuales, a esta población envejecida”, remató López Oliva.

Los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información distribuyen la población actual en 2.539.092 personas de cero a 19 años, 6.480.290 de 20 a 59 años y 2.219.784 de 60 años y más.


Roberto Sordo, de 84 años y reconvertido en trabajador por cuenta propia tras su jubilación, repara equipos de radio en un local arrendado del municipio Centro Habana, en la capital de Cuba.Foto: Jorge Luis Baños_IPS

Esta distribución conlleva que el país cuente con un millón 676.988 beneficiarios de la seguridad social por jubilación, invalidez y sobrevivencia, con una pensión media de 276.94 pesos (algo más de 11 dólares).

También hace que las proyecciones oficiales sitúen la población económicamente activa en la cifra decreciente de 5.097 439 personas en el 2021 y 4.964.537 personas en 2030.

El fenómeno demográfico está marcado por la baja fecundidad, combinada con otros indicadores como la baja mortalidad y la alta esperanza de vida, además del saldo migratorio negativo que entre 2000 y 2012 implicó entre –2,6 y –4,0 personas perdidas por cada 1.000 habitantes (entre 20.000 y 46.000), de acuerdo a datos oficiales.

Para Reina Fleitas, académica y experta en temas de género, envejecer no es un problema, sino más bien un progreso.

“Si la sociedad ha invertido en elevar la esperanza de vida de su población, su resultado natural es el incremento de la población mayor de edad ( …. ) El problema es la calidad con que se envejece”, dijo a IPS.

“Se trabaja en función de un mejor sistema de protección hacia el anciano, pero ello requiere de una inversión social muy costosa y si no logramos un crecimiento económico sostenido y más alto del que alcanzamos difícilmente podamos cubrir todas las demandas”, remarcó.

Rolando, otro jubilado residente en la Habana que pidió no brindar su apellido, advirtió que se debe considerar varios aspectos, el económico, social, espiritual y asistencial.

“Un problema actual es el bajo valor de las pensiones y otro la ocupación del tiempo. Sería conveniente mantener ocupaciones a tiempo parcial, que mejoren ingresos y hagan sentirse útil al adulto mayor”, dijo.

Sin embargo, María Antonia López se considera afortunada, porque gracias a la Ley de Seguridad Social (105/08) vigente desde enero de 2009 se jubiló a los 60 años con una pensión de 968 pesos (equivalente a unos 40 dólares). Ella trabajó desde los 17 años en el sector azucarero y además estudió y logró su licenciatura en economía y finanzas.


Enrique López Oliva, un periodista jubilado y profesor en activo, muestra la portada de un libro dentro de su estudio en el municipio Playa, uno de los que conforman la capital de Cuba.Foto: Jorge Luis Baños_IPS

Al respecto, Fleitas recordó que las desigualdades también impactan a las personas de la llamada tercera edad. “Es muy importante que toda la sociedad se ponga en función de debatir y accionar un mecanismo de apoyo más integral y diferenciado hacia los ancianos”, analizó para IPS.

En su opinión, “no todos llegan en las mismas circunstancias sociales y salud al envejecimiento, la política universal debe combinarse con acciones que tengan en cuenta las diferencias de situación en relación a ingresos, grupos de edades, territorios y género”.

La ley de 2009 expresa que entre las medidas indispensables a adoptar ante el envejecimiento de la población cubana se encuentra el alargamiento de la vida laboral, pero no hace distinciones como las señaladas por Fleitas, quien alerta que las desigualdades de género se hacen más profundas en la ancianidad.

Ese cuerpo legal elevó en cinco años la edad de jubilación, de modo que las mujeres se jubilen a los 60 años y los hombres a los 65, con 30 años de servicio en ambos casos. También eleva la cuantía de la jubilación, en correspondencia con el aporte, el salario y la permanencia laboral.

Otra novedad importante de esa ley es que brinda la posibilidad de recontratarse y devengar simultáneamente la pensión y el salario. Para ello se requiere que la nueva labor sea por un cargo diferente al que se desempeñaba al momento de jubilarse, aunque si puede ser de su mismo perfil ocupacional.

Una encuesta nacional de envejecimiento realizada en 2010 arrojó como resultado que las pensiones son las fuentes principales de ingreso para la población que sobrepasa los 60 años. Más de 80 por ciento de los participantes de la muestra consideró insuficiente de las prestaciones monetarias que recibe, incluida las ayudas familiares.

Sin embargo pocos participaban en las opciones de empleo posteriores a la jubilación. Según datos oficiales, solo 11 por ciento de los más de 535.000 trabajadores por cuenta propia que había al finalizar 2016 eran jubilados, algo menos que en 2014, cuando representaban 11,71 del total.

Se espera que una encuesta similar realizada entre el primero de noviembre y el 15 de diciembre brinde nuevos datos sobre las condiciones sociodemográficas y socioeconómicas, el estado de salud, dependencia y cuidado, y las redes de apoyo familiar y social con que cuentan las personas de la tercera edad.

En tanto, el gobierno de Raúl Castro ha situado como uno de los mayores retos a enfrentar por el país en los próximos años una dinámica demográfica que conlleva la tendencia al decrecimiento con un envejecimiento continúo de su población, disminución de los nacimientos e incremento de las defunciones.

En ese sentido, ha reconocido que el envejecimiento poblacional supone presiones importantes sobre el sistema de seguridad social y el costo de la prestación de algunos servicios e incidirá en el patrón de crecimiento económico al convertirse la fuerza de trabajo en un recurso relativamente escaso.

Socialismo por cuenta propia






Por: Mario Valdés Navia, La Joven Cuba

En Cuba el socialismo es estatizado y muchos no lo conciben de otra forma. Pensar que lo que no es estatal no es socialista hace que algunos nieguen que la RPChina lo siga siendo, aunque la domine el partido comunista más grande del mundo, pues su exitosa apuesta por la economía de mercado socialista y la apertura al mundo globalizado les huele demasiado a capitalismo. No obstante, tampoco se reconocen como socialistas las experiencias autogestionarias, ya no solo de la difunta Yugoslavia de Tito, sino tampoco de la Bolivia de Evo Morales, o de la Venezuela chavista.

Ante esta postura oficial recalcitrante, la población ha asumido sus propias formas de promover un socialismo autogestionario por cuenta propia, mediante una nueva variante del añejo comercio de rescate. Este experimentoespontáneo tiene una de sus expresiones principales en el comercio exterior. Su origen se halla en la respuesta popular a la prohibición de la venta de ropa y calzado importados, (2014) sin que se hayan resuelto aún los problemas de la mala calidad de esas ofertas en las TRD, no se rebajen sus precios exagerados, ni se potencie una industria nacional que pueda suplir las mercancías de los vendedores ilegales.

A partir de ese momento, muchos cubanos y cubanas decidieron asumir su rol de productores libres, como dirían Marx y Engels –o más bien de comerciantes libres- para salir al exterior por su cuenta y riesgo y, respetando los resquicios que dejan las estrictas leyes de la aduana, importar variadísimas mercancías que casi nunca llegan al consumidor cubano por la vía estatal.

No me pregunten cómo un individuo puede competir exitosamente con empresas monopólicas de comercio exterior si tiene que pagar los trámites del visado, los costos del pasaje, alimentación, hospedaje y transportación interna; comprar a pequeña escala; sellar los bultos; pagar el sobrepeso y los derechos de aduana; y luego vender por la izquierda a precios mucho menores de los que tienen las TRD estatales porque eso tendrían que responderlo los que ponen los precios en esas tiendas.

Lo cierto es que el éxito de esta modalidad no reconocida del TCP ha abierto nuevos horizontes, no solo a esferas económicas tan importantes como el turismo y la transportación aérea, sino al internacionalismo cubano hacia América Latina y aún más allá. Hoy es vox populi que en Panamá los cubanos han hecho renacer la Zona Franca de Colón, donde proliferan las tiendas especializadas para ellos –con banderas cubanas en sus vidrieras-, y los servicios complementarios de hospedaje, transportación y guías para este turismo sui generis. Similar boom comercial sienten algunos países del Caribe, como Haití y Dominicana, que contribuyen al incremento de los mercados sumergidos del Oriente cubano. Pero ya las expediciones de los modernos Marcos Polos cubanos suelen llegar sistemáticamente hasta las antípodas del mundo, como Rusia, y ya incursionan en Japón y la India.

Es tal la magnitud y beneficios de esta actividad que, de manera oficial, el Perú decidió abrir un vuelo Lima-La Habana, con un paquete especial de $1000 destinado a viajeros isleños interesados en comprar en el famoso mercado de Gamarra y, de paso, visitar Machu Picchu. El acto de lanzamiento del producto de “turismo de comercio”, auspiciado por el MINTUR, fue presidido por el embajador andino, y a él asistió su homólogo colombiano, motivado igualmente en iniciativas afines para ciudades de su país.

Por ese camino, basado en el viejo principio de ganar-ganar, pronto el Estado podría liberarse de la carga del monopolio del comercio exterior, actividad en la que casi siempre tiene pérdidas y donde su gestión en este ramo es insuficiente a todas luces. Si, aún sin renunciar a este monopolio, se apostara por la promoción de la gestión autogestionaria de cooperativas, pymes y TCP en esta esfera, con el apoyo y la coordinación estatal, a lo mejor podríamos soñar con tener un mercado interno bien provisto y a precios más bajos en el plazo de nuestras vidas.

Para contactar al autor: mariojuanvaldes@gmail.com

Elegida Varadero entre las mejores playas del mundo por Travellers´Choice 2018


Por: Lissett Izquierdo Ferrer
En este artículo: CubaEconomíaMatanzasPlayaTurismoVaradero
La Playa de Varadero.
Varadero, el principal balneario de Cuba, se ubicó en el tercer lugar en la lista de las mejores playas del mundo, según los premios Travellers´Choice 2018, organizados por la mayor web de viajes TripAdvisor.
Este portal publicó hoy tales reconocimientos, que se basan en las opiniones de millones de usuarios de diversas nacionalidades durante los últimos 12 meses.
En el ranking compuesto por las mejores 25 playas del orbe, la cubana se posiciona solo por detrás de Grace Bay (Islas Turcas y Caicos), y de Baia Do Sancho, en Brasil.
Esta playa es absolutamente espectacular, resaltó un usuario en TripAdvisor, en tanto otro elogió que siempre sus aguas están limpias y con una cálida temperatura y distintivo tono azul turquesa.
Paseos a bordo de catamaranes, pesca deportiva, buceo y excursiones también animan al visitante en Varadero, ubicado a 120 kilómetros al este de La Habana.
La referida ciudad balneario posee 52 hoteles, de acuerdo con datos aportados en noviembre por la delegación del Ministerio del Turismo en la provincia de Matanzas.
Cuba recibió el pasado año alrededor de cuatro millones 700 mil visitantes internacionales, y pronostica que en el presente calendario los arribos puedan alcanzar, por vez primera, los cinco millones de viajeros.
(Con información de la ACN)

La delgada línea roja entre innovar y fracasar


Hace unos años, el entonces director general de InfoJobs me explicó que en su evento corporativo anual otorgaban el “premio naranja” al proyecto más espectacular y ambicioso implementado y, he aquí lo más innovador, el “premio limón” al mejor aprendizaje a partir de una iniciativa fallida o semi-fallida. Ya no lo llaman así, pero siguen extrayendo aprendizajes de los proyectos fracasados total o parcialmente.


El año pasado, se inauguró en Helsingborg (Suecia) el primer Museo del Fracaso del mundo, una iniciativa de un profesor de psicología llamado Samuel West. Dicho museo expone unos 60 productos que fracasaron estrepitosamente en el mercado. Entre ellos, un bolígrafo para mujeres (‘Bic for her’), pasta de dientes Colgate con sabor a lasaña, el perfume de Harley-Davidson, una bebida que mezclaba Coca-Cola y café, las Google Glass y hasta un juego de mesa del omnipresente (y hoy, ‘omnipresidente’) Donald Trump. Según el fundador del museo, el propósito de la colección no es ridiculizar estos productos fallidos sino animar a las organizaciones a aprender mejor de los fracasos, en vez de ignorarlos y fingir que nunca sucedieron.

En el ámbito de la innovación, el éxito no se explica sin su presunto contrario, el fracaso. De hecho, el éxito no existiría sin el riesgo de fracaso. Van siempre unidos. El éxito y el fracaso, más que contrarios entre sí, son casi hermanos. Cualquier proyecto innovador es susceptible de éxito y fracaso. ¿Por qué? Porque está sujeto a la incertidumbre.

Tiempos modernos y líquidos…

Como el filósofo polaco Zygmunt Bauman bautizó este tiempo de incertidumbre, vivimos en la ‘modernidad líquida’. Hasta bien avanzado el siglo XX, todo era mucho más estable. Durante mi niñez y juventud, los comercios de la zona en la que vivía en Barcelona eran inmutables. Desde mi ingenua perspectiva, la panadería, la joyería y la tienda de ropa marinera estarían siempre ahí. Fue con una cierta edad cuando empecé a ver que unas tiendas desaparecían y eran sustituidas por otras. Y que con las crisis (la post-olímpica y, en particular, la de 2007) la tasa de mortalidad de los comercios —y de muchas otras empresas— se disparaba a cotas nunca vistas.

Cuando en 1936 Charles Chaplin parodió en ‘Tiempos modernos’ la emergente sociedad capitalista y la mecanización del mundo laboral, no podía ni imaginarse que 80 años después estaríamos ya hablando de la cuarta revolución industrial y de cosas como Inteligencia Artificial, Transformación Digital y Blockchain.


La innovación como factor de competitividad empresarial es un concepto relativamente reciente. Hace tan solo tres décadas, la innovación no gozaba del predicamento actual, si acaso era algo que servía para mejorar los productos ya existentes (conseguir coches más rápidos, aparatos de música con mayor calidad de sonido, etc.). Nada que ver con la unánime aceptación actual de la innovación como el motor empresarial por antonomasia. Cuanto más se acelera el cambio tecnológico y la necesidad de innovación, más probable es que las ideas o iniciativas novedosas se malogren. No solo fracasan las ideas malas o regulares, también lo hacen las novedades más exitosas si se tornan obsoletas demasiado rápido. Esto último es algo así como el fracaso del éxito, concretamente, del éxito volátil y espurio.

El fracaso sí es una opción

Es sabido que en Estados Unidos está mucho mejor aceptado el fracaso emprendedor y empresarial que, por ejemplo, en España. Allí se asume que el fracaso forma parte del proceso para llegar al éxito. En cambio, en España, está social y culturalmente mal visto por lo que el miedo al fracaso está muy extendido. Y, por tanto, la gente no intenta hacer cosas nuevas o diferentes. O lo intenta en menor medida.

Evidentemente, el contexto socio-cultural de cada país influye, pero repercute todavía más la filosofía —y, a menudo, el tamaño y la edad— de las organizaciones. Las empresas mastodónticas, muy jerarquizadas y con estructuras complejas son entornos poco proclives a la experimentación y, por tanto, a la innovación porque entre los empleados hay verdadero temor al fracaso y escasos incentivos para salirse de lo establecido.


En cualquier lugar del mundo, si las cosas van bien, el emprendedor se convierte en empresario, pero… ¡ojo!… porque con el paso del tiempo, si se descuida, se puede transformar en “empresaurio”. Este último se caracteriza por su tendencia a aferrarse al pasado. De hecho, en una empresa en crecimiento el éxito aparece cuando asumes riesgo; en cambio, en una empresa envejecida, el éxito se percibe al evitar el riesgo… Enfoques bien distintos. Y es que la mentalidad del empresario tradicional —no digamos, si es “empresaurio”— y la del emprendedor o empresario de ‘start-up’ no tiene nada que ver. Este último está mucho más preparado para que su negocio fracase y para volver a intentarlo. Tiene claro que si no se experimenta no se avanza.

Como sabe cualquier investigador, el éxito es escaso en innovación. Lo realmente cotidiano es el fracaso. Muchos directivos se llenan la boca defendiendo las virtudes de la innovación. Sin embargo, ellos mismos —y, por tanto, sus organizaciones— viven con pavor al fracaso, razón por la que logran muy poca creatividad y aún menos innovación —la aplicación práctica de la creatividad.

Afortunadamente, hay excepciones. Uno de los valores corporativos de la empresa española Privalia —recientemente adquirida por Vente Privee— es ‘Aventúrate’. Instan a sus empleados a ser atrevidos e intrépidos, a asumir riesgos, y a aprender de los errores. Además, refuerzan esa filosofía por medio de otro valor: “Di las cosas como son”, es decir, promueven la transparencia. En el ADN de Privalia está el derecho a equivocarse, como me explicó en su día la directora de recursos humanos. El mensaje a sus empleados es “equivócate y reconócelo” (“y así aprenderás y aprenderemos todos”). La regla es transparencia y humildad. Un buen dúo, como Pet Shop Boys. Privalia ha crecido muy rápido, cometiendo, eso sí, algún que otro fallo estratégico en su camino.

En mayo de 2017, el nuevo CEO mundial de Coca-Cola, James Quincey, animó a los mandos intermedios de la compañía a que superaran el temor al fracaso que había inundado la compañía desde el fiasco de la “New Coke”: “Si no cometemos errores, no nos estamos esforzando lo suficiente”. Treinta años después del fallido cambio de fórmula, Coca-Cola no sólo evita sepultar aquel fracaso, sino que lo sigue mostrando a los empleados para aprender la lección.

¿Por qué hay cada vez más líderes de éxito que animan a sus empresas y equipos a cometer más fallos y asumir más fracasos? La respuesta nos la da uno de ellos, el fundador y ‘gran jefe’ de Amazon. Jeff Bezos argumenta que el crecimiento y la innovación de su empresa se basan en sus fracasos. “Si vas a hacer apuestas audaces, van a ser experimentos. Y si son experimentos, no sabes de antemano si van a funcionar. Los experimentos son, por su propia naturaleza, propensos al fracaso. Pero unos pocos éxitos grandes compensan las decenas y decenas de cosas que no salen bien”.

¿Queda clara la lección? No hay aprendizaje sin fracaso, ni hay éxitos sin contratiempos. Bill Taylor, autor de ‘Simply Brilliant: How Great Organizations Do Ordinary Things in Extraordinary Ways’ lo cuenta muy bien en el artículo “Así aprenden Coca-Cola, Netflix y Amazon del fracaso” publicado por la Harvard Business Review a finales de 2017.


En resumen, el fracaso sí es una opción, contraviniendo la conocida afirmación de Ed Harris en ‘Apollo XIII’. En los entornos altamente innovadores, el fracaso es un lugar común, por la sencilla razón de que el riesgo es alto. Las organizaciones innovadoras intentan muchas cosas, a menudo muy rápido, y eso provoca más éxitos que en una organización tradicional y… ¡muchos más fracasos! Por eso, perder el miedo al fracaso —y aprender de él— es fundamental. Las perspectivas de las organizaciones con miedo a innovar y a emprender son poco halagüeñas. Lo lógico es que no sobrevivan. No tiene nada que ver la (no) lección que extrajo Kodak de su primera cámara digital, que archivó eternamente en un cajón cuando interpretó que el futuro de la fotografía nunca sería digital, con lo que hizo Apple con la fallida agenda electrónica con pantalla táctil. A raíz de ese producto fracasado, Apple inició la línea de investigación que le llevó a lanzar el iPhone, diez años después. Lo cuenta Marta García Aller en su libro “El fin del mundo tal y como lo conocemos”.

Como InfoJobs en España, varias multinacionales ya han puesto en marcha premios celebrando el fracaso de sus empleados. La agencia de publicidad norteamericana Greyha creado el ‘Heroic Failure Award’ (‘Premio al Fracaso Heroico’), la NASA tiene el premio ‘Lean Forward, Fail Smart’ (‘Arriésgate, falla inteligentemente’) y el gigante indio automovilístico Tata tiene el ‘Dare to Try Award’ (‘Premio Atrévete a Probarlo’). Diferentes maneras de fomentar que sus organizaciones corran riesgos y aprendan de los fracasos. Una forma mucho más ingeniosa de afrontar la innovación en las empresas, como ya sucediera a partir de 2003 cuando hizo fortuna no sólo la expresión sino el concepto de ‘innovación abierta’ (‘open innovation’) que lanzó el profesor e investigador Henry Chesbrough: abrirse al exterior y colaborar con universidades, centros de investigación, clientes e incluso competidores para generar nuevas ideas en vez de cerrarse sobre sí mismas y costear anquilosados departamentos internos de I+D.

Matices y conclusiones

Thomas Watson, el fundador de IBM, fue un pionero en estas lides y por eso afirmaba: “si quieres tener éxito, duplica tu porcentaje de fracasos”. Aunque… ¡ojo! Al ser el fracaso un factor habitual en las organizaciones altamente innovadoras, resulta tentador establecer paradigmas de ese tipo. Ya saben a qué me refiero: “si quieres ser innovador, falla a menudo”, “fracasa rápido para aprender más rápido”, etc.


¡No es exactamente así! Estas frases pueden servir como eslóganes motivacionales o como titulares, pero no como paradigmas. Proponerse intencionadamente a fracasar más no es lo mismo que proponerse tener éxito contando con el fracaso como opción inevitable de ese propósito. No sé si me explico. El quid de la cuestión no tiene que ver con el fracaso sino con la frecuencia de ensayo. En las organizaciones altamente innovadoras existe una proporción mucho más alta de intentos y de iniciativas de cosas nuevas —todas emprendidas con el afán de tener éxito—, lo que, de por sí, garantiza un mayor número de fracasos —especialmente en las fases iniciales de la innovación— …, ¡y de éxitos!

El verdadero paradigma sería el siguiente: si quieres favorecer la innovación, deja de castigar los fracasos. El matiz es importante. Y, por tanto, cuando se cometen fallos estúpidos, cuando se falla en algo que tiene repercusiones graves en el negocio, en la imagen o en lo que sea, se deben buscar responsabilidades. Es decir, la innovación no es el paraíso de los estúpidos ni de los ‘chapuzas’, ni nada por el estilo. Tal vez pueda ayudar el distinguir entre dos términos y conceptos que demasiado a menudo se usan como sinónimos: fracaso y error. El fracaso es una consecuencia natural de experimentar, ayuda a aprender, mientras que un error es repetir algo que ya se ha hecho antes y de lo que no se ha aprendido. Para que los directivos abracen la innovación, las organizaciones modernas deben castigar los errores y promover el fracaso, vinculando este último con el aprendizaje, como explica el artículo “To Encourage Innovation, Stop Punishing Failure” publicada en la Harvard Business Review.

No solo hay que dejar de castigar los fracasos: Kandarp Mehta, profesor de Iniciativa Emprendedora de IESE, ha estudiado las diferencias entre las organizaciones que sólo incentivan el éxito con las que premian también el esfuerzo. Concluye que las que estimulan ambos —éxito y esfuerzo— consiguen no sólo mejores resultados en innovación sino en términos económicos.

Martine Haas y Julian Birkinshaw, profesores respectivamente de Wharton y de la London Business School han acuñado un término muy certero: “rentabilidad sobre el fracaso” (en inglés, ‘Return on failure’). Según ellos, la hipotética fórmula de la rentabilidad sobre el fracaso sería un cociente en cuyo numerador estarían los “activos” obtenidos gracias al fracaso y en el denominador, los recursos invertidos en el proyecto fracasado. Los activos podrían ser, por ejemplo, información del mercado, conocimiento de la organización, … El retorno sobre el fracaso es mayor cuando más pequeño sea el denominador —tiempo, personal y dinero invertido— o cuanto más elevado sea el numerador —adquisición de conocimientos y aprendizajes.

La buena noticia es que lenta, pero inexorablemente, se está perdiendo el miedo al fracaso, también por razones culturales y generacionales: los ‘millennials’ —o ‘Generación Y’— y los ‘centennials’ —o ‘Generación Z’— no perciben que estén renunciando a una seguridad porque sienten que en realidad ésta ha dejado de existir. Lo importante es que no pierdan ese espíritu cuando sus empresas crezcan. Dada la imparable necesidad de innovación empresarial, y con todos los matices indicados, ¡evitemos proscribir el fracaso! Si una organización está buscando nuevos caminos, el fracaso le acercará al éxito. Me atrevo a afirmar que si la innovación es un motor de crecimiento empresarial, a su vez, el fracaso es un motor de la innovación. Sí, lo sé, esto último podría ser un eslogan. O un titular para despertar el interés en el lector… Ya me entienden.

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Enrique de Mora. Conferenciante, escritor y consultor en Management. Autor de “Seduce y Venderás” y “Funny-Pop”, entre otros libros, Descubre más en www.enriquedemora.comSíguelo en RSS: @enriquedemora