Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

domingo, 2 de abril de 2023

2022: Legado tormentoso para economía cubana

Resumen económico anual




El modelo económico continuó avanzando hacia una diversificación de actores económicos, con la incorporación de más de seis mil micro, pequeñas y medianas empresas privadas, y unas decenas de cooperativas no agropecuarias.

Foto: Jorge Luis Baños_IPS

Una suma de conflictos de alta complejidad e impacto se unieron en 2022 para impedir el crecimiento de la economía cubana en los rangos planificados. A la inflación, una pobre producción de alimentos y la cadena de apagones sostenidos se sumaron la insolvencia en divisas, la deuda externa y la pérdida de fuerza de trabajo por la emigración.

El PIB creció apenas un 2%, debido, entre otros, a factores geopolíticos y económicos globales y razones internas de impacto en la economía cubana. El turismo, con poco más de 1,6 millones de visitantes, también registró un despegue inferior a lo planificado.

Hay que tener en cuenta también las causas de la inflación y anuncios de un programa de estabilización macroeconómica para 2023, además de las medidas gubernamentales para dinamizar el comercio, la inversión extranjera y la actividad empresarial privada.

La economía cubana transita por el nuevo año sin desembarazarse aún de los conflictos mayores que arrastró en 2022. La inflación continúa como el tormento principal probablemente, pero no es el único. La inestabilidad aguda de precios genera una incomodidad permanente tanto para las políticas gubernamentales como para la vida laboral y doméstica de cualquier consumidor. El escenario no ha cambiado.

La reacción económica que la población esperaba luego de dejar atrás los momentos más dramáticos de la pandemia de covid se diluyó en un año de pobres resultados en sectores esenciales.

El turismo experimentó una magra arrancada, con el consecuente impacto sobre su misión como locomotora del resto de la economía, mientras la producción agropecuaria continuó sumida en un estancamiento que enrareció aún más la oferta del comercio minorista y disparó la escalada de precios.

A la fuerte caída de los suministros comerciales y las inevitables colas, se sumó una cadena de largos apagones por sucesivos accidentes en termoeléctricas. Los cortes en la generación y distribución de electricidad se reiteraron durante todo el año por el desgaste tecnológico del sistema electroenergético nacional. En más de un sentido, el panorama recordó el duro Período Especial de los años 90.

Convencidas de que el escenario monetario y cambiario impidió en 2022 el esperado despegue de producciones y servicios, las autoridades económicas anunciaron, antes de cerrar el año, un plan antiinflacionario que pueden constituir el sello distintivo de 2023.

No es la única jugada que ha emprendido el gobierno, en un modelo económico donde se expanden las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) privadas, se abren nuevos espacios a la inversión extranjera directa y se flexibilizan gradualmente las oportunidades para las empresas estatales.

PIB demasiado corto

La economía cubana cerró 2022 con un resultado más pobre que lo soñado en el Plan Nacional de la Economía. Por segunda vez consecutiva, la realidad se revela más amarga que las previsiones oficiales. El producto interno bruto (PIB) creció alrededor de un 2% el año pasado, tras mantenerse aferrado el gobierno a un 4% como propósito casi todo el año, a pesar de que el plan pintaba casi inalcanzable ya al cierre del primer semestre.

El país no ha logrado articular a plenitud fuerzas para vencer la semiparalización económica que le desangró durante los dos años de pandemia (2020 y 2021). La reacción comienza a visibilizarse con más lentitud que lo deseado por la persistencia de causas que trascienden al coronavirus SarsCov2.

El ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández, argumentó en diciembre ante el Parlamento que el elemento principal que ha impedido un avance más veloz y dinámico de la economía es la imposibilidad de alcanzar los ingresos previstos por exportaciones. Las privaciones en moneda dura tienen efecto en cadena sobre sectores como la agricultura.

Otras actividades primarias y secundarias que siguieron en 2022 lejos de los valores prepandemia son la pesca, la manufactura, el comercio y el turismo, informó Gil. Las telecomunicaciones también amasaron ingresos en divisas inferiores a los programados –300 millones de dólares menos por recarga de servicios desde el exterior–, pero trajeron la buena noticia del enlace a otro cable submarino de fibra óptica para ampliar las conexiones de Cuba a Internet por banda ancha.

Tras la firma en 2022 del acuerdo entre la empresa ETECSA y la compañía francesa Orange S.A., el cable submarino Arimao quedó tendido en enero del actual año entre la isla de Martinica y la costa sur cubana por la provincia de Cienfuegos. Las pruebas continúan en estos momentos.

Washington le mantiene vedado a Cuba el acceso a la espesa madeja de cables submarinos que existe en el Caribe, la mayoría propiedad de empresas estadounidenses.

Razones externas para un año gris

El economista José Luis Rodríguez identificó tres razones externas del mal comportamiento que mantuvo la economía un año después de poner coto Cuba a la covid mediante las vacunas Soberana y Abdala, de producción nacional. Este analista sumó a la pandemia “el impacto del bloqueo económico de Estados Unidos, que entre julio de 2021 y febrero de 2022, se incrementó en 3006 millones de dólares”. El daño de las sanciones creció 2,5 % en solo ocho meses.

El tercer factor, según Rodríguez, es “la crisis económica internacional, agudizada por la guerra de Ucrania, (que) ha provocado en 2022, un incremento en los precios de los alimentos y el combustible, por encima de lo ya registrado en los notables crecimientos del 2020-2021”. La crisis del comercio europeo como consecuencia de la guerra afecta a Cuba desde muchas perspectivas.

Cuando rindió cuentas ante los diputados, el Presidente de Cuba Miguel Díaz-Canel agregó como causa para un año marcadamente difícil el impacto negativo del conflicto militar en Europa para “los precios de los alimentos y las medicinas, el transporte, la logística y los requerimientos esenciales de los países en desarrollo”. Pero catalogó el efecto pernicioso del bloqueo económico de Estados Unidos como “el obstáculo fundamental para el desempeño de nuestra economía”.

La Administración Biden mantuvo las sanciones y medidas contra Cuba incrementadas por Donald Trump en plena pandemia, incluida la introducción unilateral de esta nación antillana en la lista de países patrocinadores del terrorismo, con toda la ola de conflictos derivados en los ámbitos comerciales, bancarios y financieros internacionales.

Turismo y conexión con el mundo

Los truenos de guerra y de inflación internacional congelaron parte de los mercados emisores de turismo de Europa occidental y de Rusia. Cuba sintió el golpe por constituir estos países una de sus principales fuentes de visitantes.

La industria cubana del ocio consiguió el año pasado un despegue demasiado pálido en relación con las previsiones. Aunque después de la contracción casi total durante la pandemia, en 2022 reaparecieron los turistas en las calles y hoteles de La Habana, en Varadero y en otras playas. El total de visitantes internacionales quedó casi un millón por debajo del plan de 2,5 millones que se había propuesto el gobierno.

Hasta el cierre de diciembre, el país recibió un millón 614 087 visitantes extranjeros, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), contra un 2021 en que habían llegado solo 356 470 personas.

A pesar de la insuficiencia del despegue, el gobierno calcula que en este 2023 el turismo podría redondear alrededor de 3,5 millones de visitantes.

La mejor noticia para estas previsiones la aportaron en 2022 las aerolíneas extranjeras que gradualmente han restablecidos vuelos con la mayor de las Antillas, incluida la autorización por Washington a la norteamericana American Airlines para restaurar viajes entre Miami y Varadero.

Canadá, entretanto, se ha reacomodado como principal mercado emisor de Cuba –con más de medio millón de visitantes, casi un tercio del total–, calzado por las aerolíneas OWG en operación con la agencia Hola Sun/Caribe Sol, Sunwing, Air Canada y Transat, entre otras.

Inflación, otras culpas

La mayoría de los analistas coinciden en señalar la inflación como razón interna de la pobre velocidad económica en 2022 y citan como causa de la misma tanto la inflación global, como el fracaso de la reforma monetaria y salarial que implementó el gobierno cubano bajo el cintillo de Tarea Ordenamiento. “No dieron los resultados esperados e impactaron en la tasa de inflación”, comentó Rodríguez.

Según datos de la ONEI, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) creció un 77,3% en 2021 y avanzó un 39,07% en 2022. A su vez, Economist Intelligence Unit (EIU) calculó una tasa de inflación del 152% para 2021 y un 65,7% en 2022.

Convencidas de que el escenario monetario y cambiario impidió en 2022 el esperado despegue de producciones y servicios, las autoridades económicas anunciaron, antes de cerrar el año, un plan antiinflacionario que pueden constituir el sello distintivo de 2023.

El ministro de Economía agregó a las causas del pico inflacionario la disminución de los planes de producción, el déficit de oferta e indisciplinas asociadas al desvío de recursos, la especulación, la reventa y el enriquecimiento ilícito. La reanimación de la producción nacional es lenta, reconoció.

En medio de la covid –admitió Gil ante el Parlamento–, “tuvimos que pagar dinero sin respaldo productivo, tuvimos sobregastos en la salud y afectaciones al presupuesto del Estado, debimos pagar a trabajadores interruptos, y todo esto genera desequilibrios macroeconómicos y más déficit fiscal (…), con independencia de que hemos hecho otras cosas mal”.

Estabilización macroeconómica

La incapacidad para hilar un despegue económico más sólido abrió paso al convencimiento de que es necesario reordenar primero el escenario monetario, cambiario y fiscal. Antes de 2019 era perceptible el consenso social para emprender sendas reformas monetaria y salarial, pero el gobierno asumió finalmente la Tarea Ordenamiento en un contexto de pandemia y semiparalización económica que impidió calcular bien y aplicar con éxito varias de las medidas monetarias.

En la sesión parlamentaria final del año, el ministro de Economía anunció como uno de los objetivos principales del país en 2023 un Programa de Estabilización Macroeconómica. Aunque todavía no se han precisado públicamente los pasos que dará el gobierno, Gil anticipó que apunta a reestructurar el modelo de asignación de divisas de la economía.

En intervenciones posteriores, especialistas del Ministerio de Economía y Planificación (MEP) y del Banco Central de Cuba (BCC) hicieron nuevas precisiones bajo el criterio de que es necesario reequilibrar el entorno monetario, financiero y fiscal para devolverle funcionalidad al peso cubano y poder adquisitivo a los salarios y pensiones. Es el paso previo imprescindible para conseguir una reactivación de la actividad comercial y productiva del país.

Entre los desequilibrios macroeconómicos que ahogan a la economía nacional se encuentran la inflación y un déficit fiscal que por segundo año alcanzó en 2022 dos dígitos en relación con el PIB. La dolarización parcial del comercio y la persistencia de dos tasas de cambios implican de facto el fracaso de la Tarea Ordenamiento. La desdolarización gradual sería otro de los objetivos del Programa de Estabilización Macroeconómica.

Mercado cambiario en seca

Con alcance fiscal, monetario, en el sistema de precios y en el poder adquisitivo del consumidor, el programa de estabilización en estudio podría tener repercusiones sociales no siempre felices en un primer momento. Pero de la firmeza con que sea aplicado en 2023 dependerá la capacidad del gobierno para reordenar problemas que se mostraron indóciles ante las tibias maniobras emprendidas en 2022.

A mediados de año, el ministro de Economía y la Presidenta entonces del BCC, Marta Sabina Wilson, anunciaron la apertura de un mercado cambiario para la compraventa de divisas. La sorpresa mayor fue la disposición gubernamental de tener en cuenta esta vez al mercado. Casas de Cambio (Cadeca) retomó en agosto la compraventa de divisas para la población con una tasa de cambio de 120 pesos por dólar. Era la cotización vigente entonces en el mercado informal, con la moneda nacional cinco veces más devaluada que en la tasa oficial, de 24 pesos por dólar.

Pero ni Cadeca ni los bancos contaron con suficientes reservas en divisas para atender la venta a la población. Dos consecuencias inmediatas: primero, continuó limitado el acceso de la población a la red de tiendas mejor abastecidas, cotizadas en MLC, un recurso monetario virtual con que se ha maquillado la dolarización de la economía. Segundo, el peso cubano se depreció aún más en el mercado informal: la tasa de cambio del dólar volvió a escalar y concluyó el año en torno a 175 pesos por dólar.

Además del mercado informal, han quedado como alternativas para adquirir divisas y tener acceso al comercio en MLC las remesas de familiares y las ventas de los privados a los turistas.

El envío de remesas desde Estados Unidos, donde radica la mayor comunidad de emigrantes cubanos, es uno de los pocos frentes que el gobierno de Biden aceptó suavizar en sus relaciones con Cuba. A partir de mayo del año pasado, Washington quitó el límite de mil dólares por trimestre para el envío de remesas a Cuba, además de permitir los vuelos charter. A fines del 2022, la compañía Western Union anunció su vuelta a la mayor de las Antillas para atender esta actividad financiera.

Paliativos comerciales

En 2022 el Ministerio de Finanzas y Precios y la Aduana General de la República ampliaron la importación personal de bienes industriales en mayor cantidad y surtido –laptops, celulares, televisores y otros equipos electrónicos–, pero siempre sin fin comercial.

Ante la severa contracción de la oferta comercial, representó un alivio al menos la importación personal de alimentos, productos de aseo y medicamentos, libre de aranceles y sin límite, que las autoridades cubanas han prorrogado sucesivamente, cada seis meses, desde que introdujo esa opción a mediados del 2021.

En julio del año pasado, el Ministerio de Finanzas y Precios y la Aduana General de la República ampliaron esta alternativa con bienes industriales que pueden traer las personas naturales en mayor cantidad y surtido –laptops, celulares, televisores y otros equipos electrónicos–, pero siempre sin fin comercial.

Como otro paliativo para el deprimido comercio minorista, el gobierno ha continuado flexibilizando las normas para la importación y exportación de bienes por las mipymes privadas. En agosto, el Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera autorizó a actores económicos no estatales seleccionados a importar o exportar de manera directa, junto a otras medidas para dinamizar esta actividad.

Comercio Exterior abrió la posibilidad de que las pequeñas empresas privadas y las cooperativas accedan a mercados externos desde el 2020, pero hasta el año pasado solo era posible a través de las empresas estatales que controlan ese sector en Cuba.

Aún así, el número de acuerdos para importar y exportar de las formas de gestión no estatal (trabajadores por cuenta propia, cooperativas y mipymes) ha crecido sostenidamente: en septiembre de 2022 habían firmado 15497 contratos, por un valor total de más de 300 millones de dólares.

Sorprendentemente, en algunos casos, como la cerveza, el incremento evidente de la oferta de marcas importadas por estos privados favoreció cierta moderación de precios a fines de año.

Inversión extranjera en el comercio

Después de varios años con la caja central de divisas en depresión, los ingresos por exportación de bienes aumentaron en 816 millones de dólares en 2022 y llegaron a 8 712 millones, a cuenta de productos como el níquel, el tabaco, el ron y la miel. Pero estos ingresos todavía se mantienen por debajo de los niveles prepandemia: 3.912 millones de dólares menos que en 2019. La disponibilidad de divisas persiste como uno de los problemas lacerantes de la economía cubana.

De acuerdo con datos de la ONEI analizados por el economista José Luis Rodríguez, el fuerte impacto negativo que recibió el comercio exterior en los años de pandemia provocó que el saldo de cuenta corriente de la balanza de pagos pasó de 2 016 millones de dólares en 2018 a 1 300 millones en el 2021. Cuba perdió ingresos por 3 316 millones.

Ante las fuertes limitaciones en la disponibilidad de moneda dura, el gobierno adoptó en 2022 medidas para flexibilizar y atraer inversiones extranjeras. En un Foro Empresarial con compañías foráneas, el viceprimer ministro y ministro de Economía, Alejandro Gil, informó en agosto que se permitiría a los inversionistas operar en divisas dentro de la economía cubana, aunque alertó que el gobierno no renuncia al objetivo de que la economía vuelva a operar totalmente en pesos cubanos, con un tipo de cambio económicamente fundamentado, cuando la economía recupere fuerzas y garantice la convertibilidad interna de la moneda nacional.

La viceministra de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Ana Teresita González, agregó en el Foro que los inversionistas extranjeros podrían disponer de cuentas reales en divisas, una opción que orientaría a estos empresarios hacia las redes del comercio mayorista y minorista que operan hoy en MLC.

Sin embargo, en el ámbito comercial, la noticia de mayor impacto en el año se la anotó la decisión gubernamental de aceptar, por primera vez, inversiones extranjeras directas en su comercio. La ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, dijo en agosto que la actividad mayorista permitirá asociaciones económicas internacionales, empresas mixtas y empresas de capital cien por ciento extranjero, mientras el comercio minorista admitirá solo empresas mixtas.

Funcionarios del Comercio Exterior declararon durante la Feria Internacional de La Habana (FIHAV 2022) que 16 empresas extranjeras habían mostrado interés por emprender inversiones en el comercio cubano. Y a Gran Ferretero S.A. se le citó como primera compañía en incursionar con un negocio de este tipo, en su caso para la comercialización mayorista de artículos de ferretería y materiales de la construcción.

Sin embargo, no han aparecido luego en los medios nuevas informaciones sobre posibles acuerdos del capital externo con la deprimida actividad de comercialización de Cuba.

Año de desastres

A la depresión de los mercados internos y la inflación se sumó otro desastre que caldeó en particular el escenario social cubano: los apagones. Una serie de roturas por agotamiento de la tecnología afectó sucesivamente a la red de termoeléctricas del país y recortó la capacidad de generación y distribución de electricidad.

La vejez tecnológica se agravó por incumplimiento de los programas de mantenimiento y reparaciones, entre otras razones, por carencia de recursos o demoras en la importación de piezas y equipamiento industrial. Como en los años 90, los apagones, programados durante largas horas, volvieron a convertirse en símbolo de la crisis económica.

La fragilidad del sistema electroenergético nacional se puso en evidencia también con el impacto del huracán Ian, que azotó al archipiélago a finales de septiembre. El sistema volvió a sincronizarse como un circuito único de oriente a occidente apenas tres días después de ser mutilado por este huracán, categoría 4 en la escala Saffir-Simpson, que causó daños catastróficos en el oeste de Cuba. Pero la provincia más devastada, Pinar del Río, demoró mucho más en ver la luz eléctrica en las casas.

Casi la totalidad de la provincia más occidental quedó sin electricidad por un tiempo más largo que el resto del país, unido a limitaciones en el abasto de agua y otros servicios básicos. Dos meses después cerca de la mitad de las viviendas pinareñas todavía seguía a oscuras. La restauración completa del servicio de electricidad en Pinar del Río demoró más que en otros eventos meteorológicos.

El corte completo de electricidad que vivió el país después de Ian provocó manifestaciones en las noches habaneras, con cacerolazos en protesta por las penurias que sufre el país, en un año dramático por la suma de desastres naturales e industriales. Al huracán Ian se agregaron el incendioen agosto en la Base de Supertanqueros de Matanzas, con pérdida de vidas y parte importante del combustible almacenado, y tres meses antes la explosión por accidente en el Hotel Saratoga de La Habana.

Reacción eléctrica

Ante la tragedia evidente del sistema eléctrico, el gobierno implementó a lo largo del año una estrategia para levantar gradualmente el ritmo de reparación de las viejas termoeléctricas. Los beneficios demoraron en verse hasta diciembre; los apagones tuvieron una reducción clara solo al cierre del año.

A lo largo del 2022, los medios de prensa se inundaron con noticias de accidentes en termoeléctricas, el mantenimiento y reparación capital de unidades generadoras y el reporte día a día del programa de apagones en cada territorio. En algunas jornadas, en el horario pico la demanda nacional de electricidad casi duplicó al suministro disponible.

Una de las maniobras más importante que desarrolla el gobierno cubano para ir restituyendo capacidad de generación es la contratación de centrales termoeléctricas flotantes de la empresa turca Karadeniz Holding. Durante el 2022 continuaron arribando hasta completar la octava a inicios de 2023.

Ancladas en los puertos del Mariel y La Habana, ambos en occidente, estas termoeléctricas sostienen actualmente el 15 % de la generación de electricidad en Cuba. Con este apoyo, el gobierno cubano se ha propuesto mantener fuera de servicio un número importante de termoeléctricas sujetas a mantenimiento. Es “parte de la estrategia para la recuperación de potencia a través de la generación térmica”, declaró el director técnico de la Unión Eléctrica, Lázaro Guerra.

Las medidas implementadas ante el desastre eléctrico incluyeron el nombramiento simultáneo en octubre de un nuevo ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, y de un nuevo director general de la Unión Eléctrica, Alfredo López.

Empresas privadas en expansión

Como parte esencial en la búsqueda de salidas económicas, han continuado expandiéndose las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes). Desde que esta fórmula recibió luz verde en septiembre de 2021, se han multiplicado velozmente, con amplio predominio de las privadas.

Al cierre del 2022, habían recibido autorización para operar 6 273 nuevos actores ecnomicos de los cuales 6 138 son mipymes privadas, 75 mipymes estatales y 60 cooperativas no agropecuarias, según datos del MEP. Entre todas, aportan más de cien mil empleos, dijo Gil. Es una ganancia a la que parece difícil que el gobierno renuncie.

Entre los trabajadores por cuenta propia, las mipymes y las cooperativas agropecuarias y no agropecuarias sostienen alrededor de la tercera parte de los 4,7 millones de puestos de trabajo del país.

Las nuevas formas privadas mantuvieron crecimiento, pese a un polémico y criticado ajuste tributario que adoptó el Ministerio de Finanzas y Precios (MFP) a inicios de diciembre. La ministra Meisi Bolaños anunció que a partir del 2023 “queda sin efecto la exoneración de pago de impuestos a las mipymes”.

El ministerio anuló así un beneficio tributario que había adoptado en julio de 2021, por seis meses para las mipymes que surgían por reconversión y por un año cuando eran de nueva creación.

Este reajuste alentó dudas sobre la disposición gubernamental para seguir dando entrada a actores no estatales en la economía. Pero, después de eliminar ese beneficio, las autoridades aprobaron otras 400 mipymes. En el año también han flexibilizado la importación y exportación por estas empresas, además de abrirles puertas como agentes del comercio mayorista.

Las transformaciones en este sentidoles han abierto el camino hacia el capital foráneo a estos nuevos actores de la economía. La empresa Carne D’ Tres, que cada año produce y comercializa unas 130 toneladas de carne de cerdo y derivados, se anunció como la primera privada cubana en recibir una inversión extranjera directa.

Soberanía alimentaria para comer

La producción de alimentos continuó en 2022 como una de las debilidades mayores de la economía cubana, a pesar de las medidas y leyes que ha venido aprobando el país para levantar la actividad agropecuaria. La alternativa tradicional para servir la mesa, la importación, se vio doblemente limitada por la insolvencia de Cuba en moneda dura y el crecimiento global de precios.

En mayo la Asamblea Nacional del Poder Popular aprobó una Ley de Soberanía Alimentaria que otorga mayor autonomía a los municipios para que articulen mejor sus estrategias de desarrollo y producción agropecuaria. La nueva norma busca reordenar los procesos de producción, transformación, comercialización y consumo de los alimentos, a partir de las capacidades endógenas de cada territorio.

“Debemos lograr que esta Ley de Soberanía Alimentaria sea para que haya más comida para los cubanos”, declaró el Presidente Miguel Díaz-Canel, quien ha insistido en la urgencia de reducir, en el menor tiempo posible, la dependencia de las importaciones de alimentos mediante el desarrollo de producciones nacionales.

Todos los años Cuba invierte alrededor de 2 000 millones de dólares en compras de alimentos en mercados externos. Unido a los combustibles, son las partidas que absorben mayor cantidad de gastos en moneda dura.

Al deprimirse las producciones nacionales de 2019 a 2021 y no contar con fondos para compensar esta baja con importaciones, la oferta de productos alimentarios cayó en el país, otro factor de la inflación, perceptible mes tras mes en las tablillas de precios de los mercados. Sobre los productores pesa la carencia de inversiones y recursos de importación.

El Parlamento también aprobó antes de finalizar el año una nueva Ley de Fomento y Desarrollo de la Ganadería, mientras aguarda por las primeras reacciones de la producción pospandemia, que comenzaron a percibirse muy lentamente en el ámbito agropecuario en 2022.

Emigración y deuda externa

La mayoría de los conflictos de impacto económico que se visibilizaron con fuerza en Cuba en 2022 prometen seguir en el centro de la escena en el nuevo año. A los mencionados anteriormente –inflación, abastecimiento de alimentos y generación de electricidad- habría que agregar otros dos igual de dramáticos por motivos diferentes: la emigración y la deuda externa.

El flujo emigratorio se aceleró desde hace dos años, con énfasis en edades jóvenes. Unido a las tendencias de envejecimiento de la sociedad, implica un debilidamiento preocupante en la fuerza de trabajo disponible. Sectores vitales como la agricultura y la industria reportan pérdidas de fuerza técnica y de trabajadores como un traba significativa hacia la recuperación.

El demógrafo Juan Carlos Albizu-Campos observa en estos años un descenso gradual pero sostenido en la población económicamente activa. Otros estudios registran un descenso del 8% en la fuerza de trabajo empleada del 2011 al 2020.

La solución del conflicto migratorio puede demorar mientras el gobierno no consiga una reacción antiinflacionaria que devuelva valor y funcionalidad al sistema monetario y poder adquisitivo a los salarios y pensiones. Pero la estabilización monetaria depende a su vez del éxito que tenga el gobierno frente a un conflicto que reemergió en los tribunales de Londres al comenzar el nuevo año: la deuda externa.

Uno de los analistas más sistemáticos de la deuda cubana, José Luis Rodríguez, observa que “a partir del segundo semestre del 2019 se presenta un default parcial en los pagos, que se generaliza en 2020 y 2021 con incumplimientos de 4 471 millones de dólares”. En su opinión, esto ha limitado el acceso del país a nuevos créditos, situación que se extendió hasta octubre del 2022.

Ante la magnitud del conflicto, el gobierno ha emprendido intensas negociaciones con aliados cercanos y menos tradicionales. En noviembre de 2022, el Presidente cubano emprendió una gira internacional por Argelia, Rusia, Turquía y China. En Beijing y Moscú la delegación cubana destrabó inversiones que estaban detenidas por impagos y renegoció un nuevo enfoque del servicio de la deuda cubana acorde a posibilidades del país. Como resultado, Cuba concretó nuevos plazos de pagos con China y Rusia y con el Club de París.

Estas negociaciones se anticiparon oportunamente, pero no pudieron evitar el sonado caso interpuesto contra el Banco Nacional de Cuba y la República de Cuba por el fondo buitre CRF I Limited. La sentencia final de este caso no ha sido dictada aún en el tribunal de justicia de Inglaterra. Con independencia de la parte que sea favorecida en el fallo, este enfrentamiento legal amenaza con estar apenas en un capítulo inicial.

El 2023 será clave para salir de un conflicto legal que es quizás menos enrevesado, pese a todo, que la solución para otros problemas económicos de vieja data que eclosionaron durante 2022 con particular severidad en Cuba. (2022).

Desacoplamiento destructivo

30 de marzo de 2023



Los formuladores de políticas tanto en Estados Unidos como en China parecen haber aceptado completamente, e incluso abrazado, la lógica del desacoplamiento económico. Pero, ¿qué implicará exactamente el desacoplamiento y cuáles serán sus consecuencias?

MILÁN – Durante el último año, la trayectoria de las relaciones chino-estadounidenses se ha vuelto indiscutible: Estados Unidos y China se encaminan hacia una disociación sustancial, aunque no completa. Lejos de resistirse a este resultado, ambas partes ahora parecen haber aceptado que esto se desarrollará como un juego en gran parte no cooperativo, hasta el punto de que lo están incorporando en sus marcos de políticas. Pero, ¿qué implicará exactamente el desacoplamiento y cuáles serán sus consecuencias?

En el lado estadounidense, las preocupaciones de seguridad nacional han llevado a la creación de una lista larga, y aún creciente, de restricciones a las exportaciones e inversiones de tecnología en China, así como a otros canales a través de los cuales la tecnología se mueve alrededor del mundo. Para aumentar el impacto de la estrategia, EE. UU. está tratando de asegurarse, incluso mediante la amenaza de sanciones, de que otros países se unan a sus esfuerzos.

Este enfoque podría haber encontrado resistencia, incluso en Europa, si no fuera por la guerra en Ucrania. El conflicto parece haber vuelto a solidificar las relaciones transatlánticas, después de unos años conflictivos. Y aunque China se ha mantenido oficialmente neutral en la guerra, se ha mantenido comprometida con su “asociación sin límites” con Rusia, que el presidente chino, Xi Jinping, reafirmó en su reciente visita de tres días a Moscú.

En el corazón de la asociación de Xi con el presidente ruso, Vladimir Putin, se encuentra la creencia compartida de que el Occidente liderado por EE. UU. está decidido a mantener a raya a sus países, a impedir su desarrollo, frustrar sus ambiciones territoriales y limitar su influencia internacional. Esta convicción, aparentemente reivindicada por la política estadounidense reciente, también es fundamental para la última iteración de la agenda económica interna de China.

El comienzo del tercer mandato sin precedentes de Xi en el poder trajo una avalancha de documentos que iluminan los planes económicos de China, sobre todo su estrategia para restaurar el rápido crecimiento del PIB. Habiendo llegado a la conclusión de que la economía mundial será menos abierta y más hostil y, por lo tanto, un motor de crecimiento menos confiable, los líderes de China buscan reducir su dependencia de la demanda de exportación. Entonces, a pesar de seguir promocionando el multilateralismo y la apertura económica, la principal prioridad de los líderes chinos ahora es la estabilidad y la autosuficiencia en el comercio, la inversión y la tecnología.

La lógica económica es sólida. Con una economía de aproximadamente el 80% del tamaño de los EE. UU., China tiene un enorme mercado interno de bienes y servicios, y de factores de producción. Al mejorar la integración de su mercado interno, China puede aprovechar al máximo su potencial de mejora del crecimiento, aislándose así hasta cierto punto de las presiones extranjeras, incluidos los desafíos a su centralidad en las cadenas de suministro globales.

De hecho, la diversificación de las cadenas de suministro, por ejemplo, a través del llamado apoyo de amigos, ya está en marcha, y no solo debido a la competencia entre EE. UU. y China. Los impactos frecuentes, desde el clima extremo relacionado con el clima hasta la pandemia y la guerra, y el uso creciente de sanciones económicas como herramienta de política exterior también han dado incentivos a las empresas y los gobiernos para fortalecer la resiliencia.

Para muchos países, una mayor resiliencia idealmente incluiría una menor dependencia del dólar estadounidense. Si bien el dominio global del dólar no está en peligro inmediato, dada la ausencia de una alternativa viable, varios países asiáticos están tratando de crear mecanismos para establecer el comercio que eviten la dependencia del dólar. Tácticamente, esto dificultaría que EE. UU. rastreara las transacciones e identificara las violaciones de las sanciones.

No se equivoquen: las consecuencias económicas de esta sacudida hacia la confrontación son tan trascendentales como severas. A medida que las cadenas de suministro globales se vuelvan menos elásticas, menos eficientes y más costosas, disminuirá su capacidad para contrarrestar las presiones inflacionarias. Por lo tanto, se dejará que los bancos centrales gestionen solos el crecimiento de los precios, suprimiendo el exceso de demanda.

Todo esto genera poderosos vientos en contra del crecimiento. Además, como hemos visto recientemente, el endurecimiento rápido de la política monetaria, después de años de tasas de interés ultra bajas o negativas (en términos reales), produce estrés financiero y episodios de inestabilidad, especialmente cuando los niveles de deuda son sustanciales.

La combinación de tasas de interés más altas y la pesada carga de la deuda soberana agravará las presiones fiscales. Si bien una inflación más baja podría aliviar esas presiones, es probable que las tasas de interés permanezcan elevadas por un tiempo, especialmente si las tendencias económicas globales subóptimas y las fuerzas seculares como el envejecimiento de la población causan que las condiciones del lado de la oferta se deterioren. Tampoco es probable que la tendencia a la baja en el crecimiento de la productividad, que se ha vuelto particularmente pronunciada en la última década, se revierta en una economía global fragmentada con barreras para el desarrollo y la difusión de tecnología.

Estas barreras también pondrán en peligro el progreso en la agenda de sostenibilidad, que requiere flujos libres y sin fricciones de tecnologías existentes y emergentes. Del mismo modo, la transición de energía verde requerirá que el capital fluya hacia donde tendrá el mayor impacto, incluidos los países de bajos ingresos. La inversión de capital incremental necesaria para la transición energética global, estimada en alrededor de $ 3-3,5 billones , simplemente no se movilizará sin la coordinación internacional. Para atraer la inversión privada, las instituciones financieras internacionales necesitan una mayor capitalización y el apoyo de todos los principales accionistas, lo que no es probable en el entorno actual.

Muchas personas en ambos lados de lo que podría llamarse la "ecuación de desconfianza mutua" saben que el desacoplamiento es un camino claramente subóptimo y peligroso. Pero tanto en EE. UU. como en China, las voces disidentes son ignoradas o silenciadas, ya sea mediante presión política o represión abierta.

Muchas economías emergentes y en desarrollo reconocen que una economía mundial fragmentada, y mucho menos una en la que deben elegir entre dos bloques en competencia, no les conviene. Pero actualmente carecen del poder para cambiar los incentivos de los principales actores. Es posible que India pueda desempeñar ese papel algún día, pero todavía no. Y aunque Europa es lo suficientemente grande como para resistir la presión de desacoplamiento, no está completamente integrada y se ve obstaculizada por su dependencia energética. En cuanto a las instituciones multilaterales, están demasiado en deuda con sus principales accionistas en el mundo desarrollado como para abogar con fuerza por la cooperación, la apertura y un sistema adaptativo basado en reglas que promueva la eficiencia, el crecimiento y la inclusión.

Eso no deja rampas de salida obvias de la trayectoria actual. El futuro es el desacoplamiento parcial y la fragmentación.


Michael Spence, premio Nobel de economía, es profesor emérito de economía y ex decano de la Graduate School of Business de la Universidad de Stanford. Es miembro principal de la Institución Hoover, asesor principal de General Atlantic y presidente del Instituto de Crecimiento Global de la empresa. Es miembro del Comité Académico de la Academia Luohan y preside el Consejo Asesor del Asia Global Institute. Fue presidente de la Comisión independiente sobre Crecimiento y Desarrollo, un organismo internacional que de 2006 a 2010 analizó las oportunidades para el crecimiento económico mundial, y es autor de The Next Convergence: The Future of Economic Growth in a Multispeed World (Macmillan Publishers, 2012 ).

Reducir el déficit fiscal: Una tarea de país para preservar la equidad y justicia social

 Por: Fidel Benito Rendón Matienzo, Cubadebate

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Todas las provincias prevén tener déficit fiscal excepto La Habana, que planifica un superávit ascendente a 6 mil 792 millones de pesos.

Aunque el domingo 19 de marzo, a la misma hora en que el TeamAsere se enfrentaba al poderoso equipo norteamericano salía al aire, por el canal Caribe, el programa Cuadrando la caja, estoy seguro que muchos de sus asiduos televidentes buscaron alguna manera  de verlo, quizás en la retrasmisión, por la importancia del tema que trató: el déficit fiscal en Cuba.

Estamos ante un asunto tan complejo, que rebasa las dimensiones del Ministerio de Finanzas y Precios (MFP) por sus vínculos con varios organismos y sectores de la sociedad, además de impactar en la vida de los cubanos y que, por tanto, amerita en más de una ocasión ser llevado a la televisión, a los medios de comunicación, en aras de contribuir a la educación económica del pueblo.

Tanto en la sesión ordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, cuando en diciembre del 2022 aprobó la Ley del Presupuesto del Estado correspondiente al actual año, como en enero pasado al intervenir en la Mesa Redonda Informativa, Meisi Bolaños Weiss, titular del MFP, afirmó que la política fiscal para el 2023 tiene por premisas fundamentales la necesaria reducción del déficit fiscal y el respaldo al principio de justicia social.

Comparación del Presupuesto del Estado (millones de pesos)



Fuente: Ministerio de Finanzas y Precios. Cubahora.

Ese indicador es el resultado de los ingresos y los gastos que se planifican en el presupuesto anual, es decir, el saldo negativo que se pronostica cuando los primeros no son suficientes para cubrir los montos que se requieren con vistas a respaldar los programas de salud, de educación, de investigación científica, de la cultura, del deporte, en fin, de servicios básicos que se prestan a la población o programas de alta prioridad.

En 2023 se proyecta un déficit fiscal de 68 mil 126 millones 600 mil pesos, resultado de ingresos netos por 279 mil 770 millones de pesos y gastos totales por 347 mil 896 millones de pesos, lo cual a su vez significa una disminución de poco más de 7 mil millones de pesos, derivados de un crecimiento de los aportes al presupuesto y el uso racional del gasto presupuestario, según la ministra.

Todas las provincias prevén tener déficit fiscal excepto La Habana, que planifica un superávit ascendente a 6 mil 792 millones de pesos.

Pero los ingresos  previstos solo pueden financiar el 81 por ciento de los gastos  planificados, explicó en Cuadrando la caja Vladimir Regueiro Ale, viceministro primero de Finanzas y Precios, además de aclarar que en el manejo de los recursos asignados todos los titulares de presupuestos no pueden sobrepasar el límite aprobado.

Los tributos, una fuente importante en la captación de ingresos

Una fuente fundamental en la captación del mayor número de dinero está en los impuestos, tasas y contribuciones que se cobran a los contribuyentes según las actividades; para ser más exacto  se afirma que el 53% de los ingresos al presupuesto se prevé por la vía de los tributos, y en realidad dado el nivel de incumplimiento de sus obligaciones fiscales, de indisciplina, se implementan ese año un grupo de medidas contra quienes violan las leyes.

También resultan imprescindibles los montos provenientes de la recuperación económica, del incremento paulatino de los niveles de producción y servicios, de la reanimación de la industria nacional, de una mayor oferta de bienes en beneficio de la población, lo cual a su vez permita enfrentar la desmedida inflación.

La ministra de Finanzas y Precios ha insistido en captar mayores ingresos al presupuesto sobre la base de diversificar las fuentes y potenciar las producciones con mayor eficiencia.

El déficit es el resultado de cómo se complementa el plan de la economía y el presupuesto del estado. Tenemos que tener la capacidad de gestionar ese déficit que tiene que ver con hacer crecer la oferta, ha señalado.

Indudablemente son diversos y complejos los factores que gravitan hacia la deseada estabilización macroeconómica, como el bloqueo estadounidense, las secuelas de la COVID-19 y su impacto en la economía mundial, el aumento de los precios internacionales, el cambio climático, y en lo interno las limitaciones de recursos financieros y no pocas insuficiencias.

En realidad, tal cual afirmó en Cuadrando la caja el Doctor en Ciencias José  Carlos del Toro, director de Investigaciones Financieras y Contables del MFP y presidente de la Sociedad Cubana de Presupuesto Público de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC), el déficit no es inherente solamente al modelo económico cubano.

Los estudios que ha hecho la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) muestran que ese saldo negativo es reiterativo en muchos países de la región, que se incrementó sobre todo en los años de la pandemia cuando en el manejo de los presupuestos los gastos afectaron los niveles de ingresos asociados directamente al desarrollo económico de las naciones.

En opinión suya y de Yipsi Ramos Mesa, directora de Tesorería y Crédito Público del Ministerio de Finanzas y Precios, tener déficit fiscal no necesariamente es malo, siempre y cuando ese número responda a las inversiones que está haciendo el Estado, que en un futuro pueden por supuesto traer beneficios y  desarrollo para el país.

Porque cuando la economía es deficitaria usted en el déficit lo que va a manifestar es la capacidad que tiene el Estado de mantener sus conquistas sociales, es decir, se puede destinar más recursos a lo social  pero sustentado en un nivel de crecimiento que sea  aceptable dentro de los parámetros de estabilización macroeconómica.

El estado cubano sigue subsidiando bienes y servicios esenciales

Según los expertos  el déficit fiscal se puede financiar por varias formas: o el Estado vende sus activos (instalaciones económicas y sociales, recursos naturales, etc), lo cual significa renunciar a nuestra soberanía, o endeudándonos, y esto también es peligroso, pues una trayectoria de deuda que no se pueda contener con respecto al producto interno bruto del país sí sería nocivo para Cuba, aclara la Tesorera del MFP.

Los panelistas del dominical espacio televisivo explicaron que en Cuba el déficit presupuestario  se financia mediante bonos soberanos que emite ese ministerio y son adquiridos por el sistema bancario nacional.

Como en reiteradas ocasiones se ha subrayado, aun cuando una vía para reducir el mencionado indicador son los recortes en el gasto público y el aumento de los impuestos,  terapias de choque, acá tales alternativas jamás tendrán cabida y pese a que por razones diversas ha habido un incremento desmedido de los precios,  incluyendo los de las importaciones y el gobierno norteamericano mantiene su persecución a los bancos que intenten darnos créditos,  el Estado sigue subsidiado bienes y servicios básicos.

Los presupuestos destinados a la seguridad social, a la salud y la educación continúan siendo altos, a la par que se subsidia la canasta familiar normada (aun cuando no alcanza para terminar el mes),  alimentos comprados en tierras lejanas, la tarifa eléctrica, el agua, los medicamentos controlados, las dietas destinadas a embarazadas y a niños…, por citar algunos.

El incremento de precios por la escasez de ofertas, las reparaciones de las escuelas, de los hospitales, entre otros tantos ejemplos,  también pesa  o impacta sobre ese gasto social que estamos planificando para este año, ha subrayado Yipsi Ramos Mesa.

Y en medio de esa voluntad por afectar en lo más mínimo al pueblo, de poner en práctica la política de equidad y justicia social, fenómenos como la evasión  y la elusión fiscal atentan contra la reducción del déficit fiscal.

Afectan los ingresos, incluso no solo en montos sino en la oportunidad porque  no obstante las medidas adoptadas en aras de facilitar el pago en tiempo de los tributos, de los controles establecidos, si ese dinero no se capta en el momento necesario se ven afectados el pago de los salarios al personal de las entidades presupuestadas, o el financiamiento a compras de alimentos importados o de alguno de los servicios básicos mencionados.

Por ello este año en aras de mejorar la disciplina fiscal la Oficina Nacional de Administración Tributaria, con el apoyo de diversos organismos e instituciones, aplicará diversas medidas de gestión y control, que deben impactar positivamente en los ingresos y en mayor proporción en los de los presupuestos locales, algunas de las cuales favorecerán el enfrentamiento de las conductas evasoras y los altos niveles de subdeclaración presentes entre los contribuyentes.

Tenemos que continuar enfrentando todas aquellas conductas que erosionen la recaudación al presupuesto del Estado y que nos hagan tener esos precios especulativos y abusivos que tanto molestan a la población, ha expresado la ministra de Finanzas y Precios, además de señalar como un reto diseñar de conjunto con el Ministerio de Economía y Planificación, y otros organismos, un plan de medidas que nos lleve a la reducción del déficit fiscal, una tarea de país en función de preservar la equidad y la justicia social.

(Tomado de Cubahora)

El bucle de fatalidad que se avecina

Mar 30, 2023 NOURIEL ROUBINI


NUEVA YORK – En enero de 2022, cuando los rendimientos de los bonos a diez años del Tesoro estadounidense todavía rondaban el 1% y los de los Bunds alemanes eran de un -0.5%, hice la advertencia de que la inflación perjudicaría tanto las acciones como los bonos. Una mayor inflación llevaría a más altos rendimientos de los bonos, lo que a su vez dañaría las acciones a medida que subiera el factor de descuento para los dividendos. Pero, al mismo tiempo, los más altos rendimientos de los bonos “seguros” también implicarían una caída de su precio, debido a la relación inversa entre rendimientos y precios de los bonos.

Este principio básico -conocido como “riesgo de duración”- parece haber sido olvidado por muchos banqueros, inversionistas de renta fija y reguladores bancarios. A medida que la inflación en ascenso de 2022 llevó al aumento del rendimiento de los bonos, los bonos del Tesoro a diez años perdieron más valor (-20%) que el S&P 500 (-15%), y cualquiera con activos de renta fija y larga duración denominados en dólares o euros se quedó teniendo que “cargar al muerto”. Las consecuencias para estos inversionistas fueron graves. Para fines de 2022, las pérdidas no realizadas de los bancos estadounidenses en valores habían llegado a los $620 mil millones, cerca de un 28% de su capital total ($2,2 billones).

Para empeorar las cosas, el aumento de las tasas de interés redujo el valor de mercado de los demás activos de los bancos. Si uno tomó un préstamo a diez años cuando las tasas de interés eran del 1%, y entonces estas se elevan al 3,5%, el verdadero valor de ese préstamo (lo que otra persona pagaría en el mercado por él) caerá, lo que implica que las pérdidas no realizadas de la banca estadounidense en realidad se acercan a los $1,75 billones, o el 80% de su capital.

El carácter “no realizado” de estas pérdidas es meramente un artefacto del régimen regulatorio actual, que permite a los bancos determinar el precio de valores y préstamos a su valor nominal, en lugar de hacerlo a su verdadero valor de mercado. De hecho, a juzgar por la calidad de su capital, la mayoría de los bancos estadounidenses se encuentran técnicamente cerca de la insolvencia, y cientos de ellos ya son completamente insolventes.

No hay duda de que una inflación en ascenso reduce el valor real de los pasivos (depósitos) de los bancos al elevar su “franquicia de los depósitos”, un activo que no se encuentra en su balance general. Puesto que los bancos pagan casi un 0% sobre la mayoría de sus depósitos, incluso si las tasas a un día subieran a un 4% o más, el valor de este activo aumenta cuando se elevan las tasas de interés. De hecho, algunas estimaciones sugieren que las tasas de interés en ascenso han elevado el valor total de las franquicias de los depósitos de los bancos estadounidenses en cerca de $1,75 billones.

Pero este activo existe solamente si los depósitos permanecen en los bancos cuando se elevan las tasas, y ahora sabemos por la quiebra del Silicon Valley Bank y otros bancos regionales de EE.UU. que eso está lejos de ser cierto. Si los depositantes huyen, se evapora la franquicia de los depósitos y se realizan las pérdidas no realizadas sobre los valores, a medida que los bancos los venden para pagar los retiros. Entonces la bancarrota se vuelve inevitable.

Es más, el argumento de la “franquicia de los depósitos” supone que la mayoría de los depositantes son tontos y preferirán mantener su dinero en cuentas con un interés cercano al 0% cuando podrían estar ganando un 4% o más en fondos de mercado totalmente seguros que invierten en bonos del Tesoro a diez años. Pero, de nuevo, hoy sabemos que los depositantes no son tan complacientes. La fuga actual y aparentemente persistente de depósitos no asegurados -e incluso asegurados- probablemente esté impulsada tanto por la búsqueda de los depositantes de mayores retornos como por su preocupación acerca de la seguridad de sus depósitos.

En pocas palabras, tras no haber existido como factor durante los últimos 15 años -desde que las tasas de interés de corto plazo y las pólizas cayeran a casi cero tras la crisis financiera global de 2008- la sensibilidad a las tasas de interés de los depósitos ha vuelto al ruedo. Los bancos asumieron un riesgo de duración altamente previsible porque querían aumentar sus márgenes de interés neto. Aprovecharon el hecho de que, mientras los cargos de capital sobre los bonos del gobierno y los valores respaldados por hipotecas fueran cero, las pérdidas sobre dichos activos no tenían que traspasarse al mercado. Para colmo, los reguladores ni siquiera sometieron a los bancos a pruebas de estrés para ver cómo lo harían en un escenario de alza abrupta de las tasas de interés.

Ahora que se está desmoronando el castillo de naipes, la contracción del crédito causada por el actual estrés bancario causará un aterrizaje más duro para la economía real, debido al papel clave que desempeñan los bancos regionales en la financiación de empresas de pequeño y mediano tamaño y de los hogares. En consecuencia, los bancos centrales se enfrentan no ya a un dilema, sino a un trilema. Debido a los recientes golpes a la cadena de suministro agregada -como la pandemia y la guerra de Ucrania-, intentar la estabilidad de los precios mediante alzas de las tasas de interés estaba destinado a elevar el riesgo de un aterrizaje duro (una recesión y aumento del paro). Pero, como he estado argumentando durante más de un año, este desconcertante acto de equilibrismo presenta el riesgo adicional de una grave inestabilidad financiera.

Los prestatarios enfrentan tasas en ascenso -y, en consecuencia, costes de capital mucho más altos- sobre los nuevos préstamos y sobre los pasivos existentes que han vencido y deben ser renegociados. Pero al aumento de las tasas de largo plazo además está causando grandes pérdidas para los acreedores con activos de larga duración. Como resultado, la economía está cayendo en una “trampa de la deuda” en que los altos déficits y deuda públicos provocan un “predominio fiscal” sobre la política monetaria, y las altas deudas privadas causan un “predominio financiero” sobre las autoridades monetarias y regulatorias.

Como he advertido por largo tiempo, es probable que los bancos centrales que enfrenten este trilema se acobarden (limitando la normalización de la política monetaria) para evitar un hundimiento económico y financiero en retroalimentación, y el escenario estará fijado para un desanclaje de las expectativas inflacionarias en el tiempo. Los bancos centrales no deben caer en el autoengaño de creer que todavía pueden lograr tanto la estabilidad de precios como la financiera mediante algún tipo de separación (elevar las tasas para luchar contra la inflación y, al mismo tiempo, inyectar liquidez para mantener la estabilidad financiera). En una trampa de la deuda, el aumento de las tasas no hará más que alimentar crisis sistémicas de la deuda que la inyección de liquidez no bastará para solucionar.

Los bancos centrales tampoco deben suponer que la contracción crediticia que se avecina acabará con la inflación al frenar la demanda agregada. Después de todo, persisten los golpes negativos a la oferta agregada y los mercados del trabajo siguen estando demasiado limitados. Lo único que puede moderar la inflación de precios y salarios es una gran recesión que agravará todavía más la crisis de la deuda y, a su vez, alimentará una desaceleración económica más profunda. Puesto que inyectar liquidez no puede impedir este bucle de fatalidad sistémica, todos nos deberíamos estar preparando para la próxima crisis estanflacionaria de la deuda.

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen