Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

viernes, 22 de enero de 2021

El corrupto, el despistado y Joe Biden

La economía va a estar deprimida hasta el verano. Biden tendrá que salvar el país antes de intentar unificarlo



El senador por Texas Ted Cruz, con el puño en alto, en el Congreso.ERIN SCOTT/AFP/GETTY IMAGES / GETTY

La investidura de Joe Biden y Kamala Harris fue un momento increíblemente emotivo. Sé que no fui el único que acabó, de forma repentina e inesperada, con lágrimas en los ojos. Por un momento parecía que estuviéramos viviendo un sueño; un sueño sobre la nación que deberíamos ser, una tierra de decencia, honradez, justicia y unidad en la diversidad. (E pluribus unum, por usar una frase hecha).

Pero ahora empieza el trabajo, y no va a ser fácil. Biden habló conmovedoramente de unidad, pero afrontémoslo: no convencerá a muchos miembros del otro partido. La oposición que afrontará procederá en parte, quizá en su mayoría, de personas profundamente corruptas. E incluso entre los republicanos que actúan de buena fe, tendrá que enfrentarse a una ignorancia profundamente asentada, resultado de la burbuja intelectual en la que vive la derecha desde hace muchos años.

Empecemos por el rostro de la corrupción: Ted Cruz. Vale que hay otros republicanos importantes que son tan malos como él o peores (hola, Josh Hawley). Pero Cruz personifica la mala fe con la que Biden tendrá que lidiar. Es, o era, un hombre inteligente. Pregúntenle, y él mismo se lo dirá (aunque en mi experiencia la gente segura de sus credenciales intelectuales no presume de las académicas). Sin embargo, ha pasado muchos años persiguiendo el poder intentando apelar a los peores instintos de la base republicana. Muy especialmente, se encontraba entre las principales voces que promovieron el relato falso de las elecciones robadas, y tuvo una responsabilidad significativa en el asalto al Capitolio.

Él y sus aliados no han conseguido revertir el proceso democrático. Pero no esperó, ni siquiera brevemente, para hacer demagogia contra las políticas del nuevo presidente. Apenas unas horas después de la investidura, manifestaba con desprecio que, al unirse nuevamente al Acuerdo de París sobre el cambio climático, Biden demostraba “estar más interesado por las opiniones de los ciudadanos de París que por los empleos de los de Pittsburgh”.

La estupidez es como para exasperarse. Se llama Acuerdo de París porque fue allí donde se firmó, no porque represente los intereses de los parisienses. Como le preguntó Alexandria Ocasio-Cortez, “¿cree usted también que la Convención de Ginebra trataba de las opiniones de los ginebrinos?”.

Pero lo cierto es que Cruz no es tonto, simplemente supone que sus votantes lo son. Lo que realmente hace es ofrecernos un aperitivo de la oposición amoral que Biden puede esperar del ala antidemocrática de los republicanos, que parece ser la mayoritaria en el partido.

Aun así, hay republicanos con principios. Por desgracia, también serán un problema. Mitt Romney merece mucho respeto por oponerse a los autoritarios que dominan su partido. Fue el único senador republicano que votó a favor de condenar a Donald Trump tras el juicio político de finales de 2019; felicitó a Biden y a Harris casi inmediatamente después de que se confirmara su victoria, en claro contraste con Mitch McConnell, que esperó más de un mes.

Pero eso no significa que vaya a ser útil. Tras la investidura, Romney expresó su oposición a un nuevo paquete de ayudas económicas, y declaró: “Acabamos de aprobar un paquete de más de 900.000 millones de dólares. Démosle un poco de tiempo para que pueda influir en la economía”. Es cierto que Romney merece que presumamos de que, a diferencia de otros republicanos que se oponen a las ayudas, intenta honradamente hacer lo correcto. Pero el comentario es completamente absurdo, e indica que no entiende de qué va el paquete propuesto por Biden.

A pesar de que las ayudas contra la situación provocada por el coronavirus se denominan a menudo “estímulo”, no es eso lo que Biden intenta hacer. La economía de 2021 no es como la de 2009, deprimida porque no había suficiente demanda; no nos hemos recuperado plenamente porque seguimos con confinamientos parciales, con algunas actividades restringidas para evitar el riesgo de infección.

El objetivo de la política en esta situación no es aumentar el gasto, conseguir que la gente salga a comer o que viaje. Más bien se trata de ayudar a las personas, las empresas y las administraciones locales a superar este periodo difícil, hasta que la vacunación generalizada nos ayude a recuperar la normalidad.

Y sabemos, con la misma certeza con que se puede saber cualquier cosa en las ciencias económicas, que la economía seguirá deprimida al menos hasta el verano, y probablemente más allá. El último paquete no ha proporcionado ni remotamente la ayuda suficiente para permitirnos aguantar estos meses. En consecuencia, preguntar si ese paquete ha animado la economía es completamente absurdo; es evidente que Estados Unidos necesita otra ronda de ayudas para situaciones de catástrofe.

Así pues, ¿cómo es que Romney, que definitivamente no es estúpido, no entiende los aspectos más básicos de las políticas económicas en tiempos de pandemia? Supongo, como ya he insinuado, que en los años transcurridos desde que fue gobernador de Massachusetts se ha encerrado en la burbuja intelectual conservadora, y que ya no escucha análisis económicos sensatos, ni sabe siquiera cómo suenan.

Por tanto, ¿qué esperanza hay de bipartidismo? Como expuso la poeta Amanda Gorman, buena parte de la oposición a Biden “preferiría destrozar nuestra nación antes que compartirla”. Y hasta los patriotas de la derecha están desorientados por la ideología. De modo que el nuevo Gobierno tendrá que ser enérgico, y utilizar todas las estrategias legislativas que tenga que utilizar para hacer cosas grandes. Desde luego, dejemos que Biden intente unificar la nación; pero primero tiene que salvarla.

Paul Krugman es premio Nobel de Economía. © The New York Times, 2021.

Traducción de News Clips.

Una finca cubana desarrolla una sostenibilidad hecha a mano



En el terreno ondulado y en declive de la Finca Marta, el cultivo de hortalizas en terrazas, diseñadas especialmente para impedir el escurrimiento superficial del agua durante las lluvias, ha sido determinante en la explotación del municipio de Caimito, en la provincia de Artemisa y a unos 20 kilómetros de La Habana, en Cuba. Foto: Jorge Luis Baños/IPS

LA HABANA, 22 ene 2021 (IPS) - Todo comienzo suele ser difícil y a veces los obstáculos parecen insalvables, aunque luego logren sortearse. Así lo prueba la historia de la Finca Marta, en Cuba, que debió comenzar con la excavación de un pozo en búsqueda de agua y el duro desbroce de un terreno árido, pedregoso y cubierto de maleza.

“Era un ambiente hostil, todo estaba muy abandonado”, relata a IPS el agroecólogo Fernando Funes Monzote, quien el 21 de diciembre de 2011, se instaló con su familia en un predio de ocho hectáreas, a unos 20 kilómetros al oeste de La Habana, contra todo pronóstico adverso por lo inhóspito del lugar.

“Con Juan Machado, el pocero de la zona que se ha convertido en nuestro chamán, estuvimos cavando durante siete meses, a mano, hasta que a 14 metros de profundidad encontramos agua, tan suficiente como la que no vamos a gastar. Para nosotros, este pozo es una metáfora de lo que estamos dispuestos a hacer”, agregó Funes.

Fue la solución para el principal problema a enfrentar en su decisión de convertir en productiva una tierra de topografía ondulada, poco fértil y sin agua, en un país cuyo abastecimiento hídrico depende fundamentalmente de las lluvias y donde la agricultura consume cerca de 60 por ciento del recurso que se extrae de las cuencas hidrográficas.

La finca, que cuenta con 20 trabajadores, tiene ahora garantía del recurso hídrico todo el tiempo, ya sea el subterráneo o el capturado de la lluvia y almacenado en aljibes. Suficiente para cubrir todas las necesidades de los animales domesticados y silvestres, así como los cultivos. Al pozo se le incorporó una bomba solar para sacar el agua.

El manejo del predio y la eficiencia de la producción requirió pronto destinar tiempo y recursos a la construcción de casas de cultivo para producir posturas, locales para las cosechas, una vaquería rústica y una instalación para almacenar el equipamiento y los insumos de la apicultura, entre otros elementos de infraestructura.

Otro empeño se enfocó en el diseño de un sistema energéticamente sostenible, incorporando diversas alternativas de energías renovables como paneles solares para el bombeo de agua, un biodigestor para la captura y distribución de metano para cocinar los alimentos y calentadores solares de agua.

“Todo esto lo hemos hecho nosotros mismos a mano, con los recursos que teníamos, con las condiciones y el conocimiento”, explica Funes, luego de mencionar que los planes de aprovechar fuentes limpias de energía incluyen la instalación de un molino de viento para el bombeo de agua y la generación eléctrica.


El pozo de 14 metros de profundidad para el autoabastecimiento de agua fue decisivo para el desarrollo de Finca Marta. Hubo que cavar a mano siete meses hasta encontrar finalmente la cantidad de agua suficiente para garantizar los cultivos ecológicos y pequeña ganadería de la granja cubana situada a unos 20 kilómetros al oeste de La Habana. Foto: Jorge Luis Baños/IPS

En “una finca donde la única parte llana es donde está la casa”, según comentó Funes, se construyeron bancales en forma de terrazas transversales a la dirección de la pendiente, a fin de evitar la erosión del suelo debido al arrastre que provocan las lluvias durante su escorrentía.

Cada cantero o terraza tiene una pared de piedras en su parte inferior que evita el escurrimiento superficial del agua durante las lluvias. El sustrato está compuesto por una mezcla de suelo y materia orgánica proveniente de la lombricultura y el compost que se produce en la propia finca, con residuos del biodigestor y otros desechos.

El resultado es una producción agropecuaria libre de fertilizantes y pesticidas químicos, en armonía con el medio ambiente, variada y de primera calidad. “Esto nos da una ventaja comparativa en el mercado, porque ofrecemos una diversidad alta que nos permite mayores posibilidades de satisfacer la demanda”, dijo Funes.

La apicultura se convirtió pronto en un rubro importante de Finca Marta, que comenzó con una vieja colmena y hoy suman más de cien, para una producción de miel que se ha ido modernizando, de unas 40 toneladas en los últimos ocho años y cuyo principal destino es la exportación.

Asociada a una Cooperativa de Créditos y Servicios, la Finca Marta, instalada en el municipio de Caimito, en la provincia de Artemisa, comercializa directamente vegetales y hortalizas a un grupo de restaurantes privados, hoteles y empresas estatales, a la vez que entrega gratuitamente determinados productos a un centro de la zona de asistencia a mujeres embarazadas en riesgo.


El ingeniero agrónomo Fernando Funes muestra el biodigestor que aprovecha los excrementos del ganado para la producción de biogás destinado al consumo doméstico de la Finca Marta, en el municipio de Caimito, en la provincia cubana de Artemisa. Se trata de una de las innovaciones para el desarrollo sostenible de la granja. Foto: Jorge Luis Baños/IPS

“Estamos siguiendo una concepción de producción, procesamiento, comercialización y consumo. Nosotros mismos hacemos toda la cadena”, sostiene el agroecólogo, decidido a demostrar en la práctica que es posible desarrollar un proyecto familiar ecológicamente sostenible y socialmente justo y también factible económicamente.

El proyecto incluye un restaurante ecológico que abre una o dos veces a la semana para atender a visitantes interesados en la vida campestre de Cuba y probar comidas elaboradas con productos orgánicos. El agroturismo valoriza tanto el conocimiento como las inversiones, porque sus ingresos se reinvierten en el sistema productivo.

“Al llegar, teníamos mucha incertidumbre, un montón de retos por delante y era muy riesgoso desde todos los puntos de vista”, admitió Funes.

Tras cuatro o cinco años de intenso trabajo, la finca ya exhibía avances importantes en materia de comercialización e ingresos suficientes para pagar buenos salarios y ofrecer garantías sociales a los trabajadores.


El mayor aljibe excavado en la cubana Finca Marta para el aprovechamiento del agua de lluvia, que forma parte de las soluciones sostenibles desarrolladas para convertir en productivo un terreno en declive, sin agua y poco fértil, en el oeste de Cuba, y que ahora se ha convertido en un modelo para otros productores. Foto: Cortesía de Fernando Funes

“Para mí desde el principio era un compromiso ético y social como científico hacer que la ciencia tenga una repercusión en la vida de la gente, que tiene que percibir mejoría en sus ingresos y en sus condiciones de vida para comprometerse con un proceso de cambio”, valoró este ingeniero agrónomo.

Pero no solo eso. En su opinión, “la proyección para el futuro no es solamente seguir enriqueciendo la finca, generar nuevos empleos, ofrecer mejores salarios y más garantías sociales, sino empezar a tener un impacto en la transformación del territorio, es decir, en el desarrollo local”.

Con 20 años dedicado a la investigación y la docencia, máster en Agroecología y Desarrollo Rural Sustentable y doctor en Producción Ecológica y Conservación, más una experiencia práctica de 10 años en su granja, Funes integra desde octubre un grupo de expertos que gestionará un programa gubernamental de Desarrollo de la Logística y Cadenas de Suministros.

Además, el desarrollo de su explotación sirve de modelo a 50 fincas que se van incorporando en red al concepto agroecológico de producción, procesamiento, comercialización y consumo.


Una mujer siembra hortalizas en una de las terrazas de la Finca Marta, que desarrolla una agricultura ecológica después de domar con soluciones sostenibles una tierra hostil, en el municipio de Caimito, en la provincia cubana de Artemisa. Foto: Jorge Luis Baños/IPS

El propósito del grupo gubernamental, según se anunció al conformarse, es llevar a la práctica el concepto moderno de gestión de la integración, coordinación y sincronización de las interrelaciones, que incluyen los flujos materiales, informacional y financiero para suministrar y transformar recursos y productos desde los proveedores iniciales hasta los consumidores.

Estos proyectos se encuadran en el esfuerzo de Cuba por fortalecer la agricultura orgánica en la producción nacional de alimentos y aliviar así su dependencia de las importaciones del sector, que cubren 70 por ciento de las necesidades alimentarias.

En la actualidad en este país insular caribeño de 11,2 millones de habitantes se producen mediante tecnologías limpias condimentos y hortalizas frescas en más de 8000 hectáreas, donde unas se producen anualmente un promedio de 1,2 millones de toneladas de vegetales.

ED: EG

El bienestar y las preocupaciones del pueblo tocados provincia a provincia (+Video)

 En tiempos complejos, los revolucionarios tenemos el compromiso de trabajar al máximo por satisfacer las expectativas de la población, después de un año difícil debido al impacto de la COVID-19 y el recrudecimiento de la hostilidad de la administración Trump contra nuestro país», afirmó en Artemisa Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de la República de Cuba

«En tiempos complejos, los revolucionarios tenemos el compromiso de trabajar al máximo por satisfacer las expectativas de la población, después de un año difícil debido al impacto de la COVID-19 y el recrudecimiento de la hostilidad de la administración Trump contra nuestro país», afirmó en Artemisa Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de la República de Cuba.

Durante una reunión de trabajo con las máximas autoridades del Partido y el Gobierno, empresarios y representantes de organizaciones políticas y de masas, el mandatario estuvo acompañado por José Ramón Machado Ventura, Segundo Secretario del Comité Central del Partido; Manuel Marrero Cruz, primer ministro; varios vice primeros ministros y ministros de sectores claves en el escenario actual.

Sobre el desarrollo de la Tarea Ordenamiento, Díaz-Canel precisó que busca estimular el trabajo, la productividad, la creación de riquezas, «y no justificar la ineficiencia con el incremento de precios. Solo en la medida en que se fortalezca la economía, habrá más justicia social, bajo la premisa de eliminar el subsidio a los productos y proteger a los vulnerables».

De los 2 133 comensales inscritos en los comedores del Sistema de Atención a la Familia (SAF) en el territorio, no han asistido, desde el inicio del proceso, o lo hacen de forma irregular, 642, lo cual ha suscitado el análisis y la urgencia de visitarlos para conocer sus motivos, explicó Magaly Morales Carballé, directora de Trabajo y Seguridad Social en el territorio.

Aunque la Empresa Provincial de Comercio, Gastronomía y Servicios, topó el precio del almuerzo y la comida en 13 pesos, Betsy Díaz Velázquez, ministra del Comercio Interior, precisó que se ha calculado una tarifa entre ocho y 11 pesos.

«Corresponde a estas unidades gastronómicas donde funcionan los SAF, diversificar sus ofertas a la población, para cubrir el déficit que pudiera generar este humano servicio», apuntó.

Del mismo modo, Marino Murillo Jorge, jefe de la Comisión de Implementación y Desarrollo de los Lineamientos, convocó a depurar la lista de beneficiarios, a fin de establecer quiénes lo necesitan en realidad, y así pueda ampararlos la Asistencia Social.

En cuanto a las ofertas de empleo, Marta Elena Feitó Cabrera, ministra de Trabajo y Seguridad Social, instó a revisar las plazas disponibles en la provincia, la mayoría concentradas en Bahía Honda y San Cristóbal. Además, «no contemplan las necesidades en el sector agrícola, cuando más de 8 000 personas del oriente del país trabajan en contingentes, sin domicilio legal».

Asimismo, debatieron acerca del precio límite de 18 pesos aprobado para los comedores obreros; de insatisfacciones en la industria azucarera con el tope del almuerzo en cinco pesos, ya que elaboran los alimentos con inventarios del año anterior, y se abundó en la revisión de las tarifas del transporte interurbano y hacia zonas de difícil acceso, en el caso del municipio de Bahía Honda.

«Ninguna empresa puede disminuir precios que conduzcan a pérdidas», agregó el vice primer ministro Alejandro Gil Fernández. «Las tarifas, tanto en el sector estatal como en el privado, han de ajustarse a los costos reales», lo que exige combatir los precios abusivos.

Vacunarnos con responsabilidad

Artemisa se encuentra en fase I tras experimentar un repunte en el número de casos confirmados con el nuevo coronavirus, expuso Ricardo Concepción Rodríguez, gobernador del territorio. «Desde el 15 de noviembre hemos recibido 10 665 viajeros, 151 de ellos positivos al SARS-COV-2, si bien se han incrementado de igual forma los casos autóctonos en los últimos días».

«Para controlar la pandemia, se precisa de mayor disciplina y agilidad en el traslado de sospechosos y confirmados hacia los centros de aislamiento, así como de rapidez en el procesamiento de las pruebas pcr y control al cumplimiento de las medidas higiénico-sanitarias», señaló Roberto Morales Ojeda, vice primer ministro y miembro del Buró Político del Partido.

Yanelys Amador Borrego, directora provincial de Salud Pública, reconoció dificultades en la atención primaria de Salud para dar seguimiento a los viajeros y sus contactos.

«Antes remitíamos a los pacientes confirmados a hospitales de la capital, pero frente al incremento de casos, se aprobó su ingreso en dos instituciones artemiseñas: la Universidad y el policlínico Orlando Santana, en Mariel», decisiones que deben contribuir a mejorar la contención de la enfermedad.

De acuerdo con la funcionaria, «recibimos un promedio de 48 viajeros diarios», aunque la cifra ha sobrepasado los 200 en semanas anteriores, un escenario epidemiológico que implica mayor responsabilidad individual y colectiva, cuando lidiamos con un virus que se mantiene al acecho.

«Debemos incrementar la percepción de riesgo de la población», orientó Díaz-Canel. «Es preciso asumir la responsabilidad como la única vacuna, bajo la robustez de nuestros protocolos sanitarios y el aumento de las pesquisas del médico y la enfermera de la familia, con la cooperación de los factores de la comunidad».

El desafío de los alimentos

A poco más de un mes para que concluya la campaña de siembra de frío, faltan por cultivar 1 600 hectáreas en la provincia, en especial de plátano, yuca y malanga, expuso el vice primer ministro Jorge Luis Tapia Fonseca.

«Igualmente, han de solucionar los bajos rendimientos agrícolas en formas productivas de la agroindustria azucarera, resultados que perjudican el salario de los trabajadores y la rentabilidad de las unidades».

La estrategia de desarrollo apunta hacia el rescate de áreas al norte de nuestra geografía, que pertenecieron a centrales azucareros, dijo Tomás Rafael Rodríguez, presidente del Grupo Empresarial Agropecuario y Forestal, junto a la búsqueda de rendimientos superiores al sur, en los polos productivos de Alquízar, Artemisa y Güira de Melena.

«Debemos incrementar la variedad de especies en los módulos pecuarios, así como lograr que cada base productiva tenga el suyo», aseguró Gladys Martínez Verdecia, presidenta del Consejo de Defensa Provincial. A este reto se suma la estrategia de entregar tierras a las empresas agropecuarias para la siembra de alimentos y la consolidación del programa Agrofrutales en los campos artemiseños.

Candelaria, Bauta, Guanajay y Mariel presentan la menor cantidad de libras de alimentos per cápita, lo que indica la necesidad de crecer en áreas sembradas, aplicar el policultivo, producir cuanto seamos capaces para exportar y autoabastecernos, de la mano de los adelantos de la ciencia y la técnica.

La lucha contra coleros, revendedores y acaparadores también ocupó la agenda del intercambio, en el cual Díaz-Canel llamó a trabajar con inteligencia, optimismo y energía, despojados de burocracia, lentitud y justificaciones. «Y para eso contamos con ustedes», sentenció el Presidente.

Foto: Acosta, Alejandro

Cómo la desigualdad reduce el crecimiento


Diversos trabajos explican que las condiciones de desigualdad no solo resultan perniciosas en términos éticos, sino también en los económicos. Atentan contra la productividad y el crecimiento. Ciertos modos de capitalismo destruyen el propio capitalismo que dicen defender.


En tanto la época neoliberal se acerca a su fin, se destacan dos datos estadísticos. Ha habido un continuo incremento de la desigualdad de ingresos y de riqueza desde 1980, especialmente en Estados Unidos; y ha habido una marcada desaceleración del crecimiento de la productividad en todo el mundo desarrollado desde 2000.

La primera observación ha dado lugar a un profuso trabajo académico, en el que la contabilidad del ingreso nacional se ha ampliado para incluir medidas explícitas de la distribución del ingreso. Los frutos de estos esfuerzos están empezando a aparecer en la literatura económica. La segunda observación ha sido estudiada por numerosos académicos que ofrecen una variedad de explicaciones, no siempre mutuamente excluyentes. Algunos apuntan al problema de la mala medición: debido a la adopción generalizada de la tecnología digital, el límite de lo que miden las cuentas de ingresos nacionales ha pasado a excluir trabajo previamente captado por el PIB. Otros hacen hincapié en el ritmo lento de la difusión de las nuevas tecnologías, lo que permite a los «mejores» sacarle mucha ventaja al «resto», que se ven afectados por el poder de los que están arriba de limitar el acceso a la innovación.

Asimismo, como la inversión está cada vez más concentrada en activos intangibles que reducen los costos marginales para los actores dominantes, la productividad extraordinaria de una empresa «superestrella» cada vez más congela la competencia y confiere un liderazgo casi insalvable en el mercado. Y, luego de la suspensión efectiva de las leyes antimonopólicas en Estados Unidos desde los años 1980, ha habido una mayor concentración en todas las industrias. Finalmente, el poder de negociación de los trabajadores en los mercados laborales ha vuelto a caer, en particular en Estados Unidos, prácticamente con la eliminación de los sindicatos en el sector privado. Hoy, en un impactante trabajo de síntesis, el economista Lance Taylor, asistido por Özlem Ömer de la Universidad Nevsehir Haci Bektas Veli en Turquía, ha aportado una nueva perspectiva a la discusión. Taylor es una figura rara entre los economistas de hoy en día. Fue profesor en dos de las ciudadelas más connotadas de la economía tradicional, la Universidad de Harvard y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), y luego ha pasado la última generación en la Nueva Escuela de Investigación Social en la ciudad de Nueva York, y participa activamente en el Instituto del Nuevo Pensamiento Económico. (Yo soy uno de los fundadores de la INET y conocí por primera vez a Taylor en 1993 como miembro del Comité Visitante del Cuerpo Docente de Posgrado de la Nueva Escuela).

Taylor tiene un pleno dominio de los instrumentos de la economía moderna, y ha elegido desplegar esas herramientas para impulsar una agenda explícitamente progresista. En Macroeconomic Inequality from Reagan to Trump [Desigualdad macroeconómica de Reagan a Trump], ha enriquecido la estrategia convencional para el análisis económico con dos instrumentos desestimados que ayudan a descubrir el funcionamiento real de la economía de producción monetaria moderna. Así, ofrece perspectivas originales y convincentes de todos los fenómenos considerados por quienes intentan explicar qué sucedió con la productividad.

El gran enigma de la productividad

En los últimos años, la economía ha tenido que hacer frente con un creciente volumen de investigación sobre la concentración industrial, los mayores márgenes de ganancias, la caída en la participación de la mano de obra en los ingresos y la reducción ya verificada en la tasa de interés real libre de riesgo. El primer aporte de Taylor consiste en hacer algo más que medir el ingreso y la distribución de la riqueza para determinar las consecuencias de la creciente desigualdad en el crecimiento económico.

Hace mucho que se reconoce (y que se confirmó estadísticamente) que los ricos ahorran más que los pobres. De hecho, el 10% inferior de la distribución incluye «ahorristas negativos» que dependen de las transferencias del Estado. La razón es obvia: los ricos pueden permitirse ahorrar e invertir, mientras que los que se esfuerzan por mantener un estándar de vida de subsistencia necesariamente tienen que gastar todo lo que reciben. El 1% superior, que recibe aproximadamente 18% del ingreso agregado de los hogares antes de plusvalías (de las cuales reciben un porcentaje desproporcionado), ahorran casi el 50% de su ingreso total; los retornos incrementan la desigualdad aún más. Esto refleja la famosa observación de Thomas Piketty, de la Escuela de Economía de París, sobre la desigualdad: r>g. La desigualdad aumenta cuando la tasa de retorno sobre la inversión es mayor, a lo largo del tiempo, a la tasa de crecimiento económico. En sintonía con esta perspectiva, Taylor señala que cuantos más ingresos (incluidos ganancias de capital y dividendos) van a la cima de la distribución del ingreso, la tasa de crecimiento de la demanda efectiva cae, de tal modo que un incremento en r en realidad reduce g.

Taylor lleva la dinámica distributiva al núcleo del concepto keynesiano de cómo se determina el ingreso nacional. Más allá de cuáles sean las decisiones de ahorro en la economía, el ingreso agregado estará determinado por la magnitud de las compensaciones de ahorros en forma de inversión empresarial, gastos del gobierno exentos de impuestos y exportaciones netas. Es importante observar que estas compensaciones se generan por decisiones tomadas independientemente de la decisión de ahorrar. Sin ningún mecanismo para poner en práctica la Ley de Say (según la cual la oferta es la que crea la demanda), los ahorros no se compensan automáticamente al ser traducidos en inversión. Y como una mayor desigualdad aumentará el volumen de los ahorros que tienen que ser compensados, el crecimiento económico se verá afectado a menos que existan nuevas iniciativas para aumentar la demanda efectiva.

Dinamismo, entonces y ahora

Aquí, la innovación de Taylor sigue los pasos del economista y premio Nobel Paul Samuelson, objeto de una biografía reciente de Roger E. Backhouse, cuyo primer volumen apareció al mismo tiempo que Macroeconomic Inequality from Reagan to Trump. Durante la Segunda Guerra Mundial, se nombró al joven Samuelson para integrar la Junta Nacional de Planificación de Recursos de Estados Unidos y se le encomendó la tarea de analizar (ya en 1942) las posibilidades económicas para el mundo de posguerra. Al haber estado profundamente influenciado por Alvin Hansen de Harvard, Samuelson se propuso determinar si el fin de la producción de guerra total haría regresar a la economía a los niveles de demanda efectiva de la era de la Depresión. Compuso un memorándum, «Demanda de los consumidores con plena producción», ocupándose explícitamente de cómo las políticas para reducir la pobreza y equilibrar la distribución del ingreso harían aumentar la demanda efectiva y así contribuirían al pleno empleo.

Taylor tiene preocupaciones similares. Pero en su síntesis de la dinámica macroeconómica, no se limita a aplicar las cuestiones distributivas a la demanda agregada y al crecimiento económico. Más bien, también incorpora la «dinámica económica estructural» de Luigi Pasinetti, un economista poskeynesiano largamente vinculado a la Universidad de Cambridge. (El padrino de Pasinetti en Cambridge era Richard Kahn, el mejor alumno de John Maynard Keynes, autor del principio multiplicador en la economía y mi propio director de tesis).

Pasinetti definió cómo evoluciona una economía a través de la expansión y contracción diferencial de sus diversos factores, según sus tasas distintivas de crecimiento de la productividad del lado de la oferta y elasticidades con respecto al precio y al ingreso del lado de la demanda. Luego fue más allá de la imagen estática representada por las tablas input-output del economista Wassily Leontief, que eran la norma en ese momento. Pero esto fue hace 50 años, cuando la dinámica del patrón sectorial en el tiempo solo podía ser conceptualizada, no puesta en práctica cuantitativamente. Ahora, tenemos los datos y el poder informático necesarios para animar la dinámica de Pasinetti, y esto es precisamente lo que han venido haciendo Taylor y Ömer.

Inspirándose en las perspectivas seminales del economista y premio Nobel Arthur Lewis, Taylor y Ömer examinan la economía estadounidense como un conjunto de sectores «dinámicos» emplazados en una «zona estancada». Entre otras cosas, descubren que «un crecimiento más rápido de la productividad en el sector dinámico obliga a los trabajadores a trasladarse a la zona estancada en la que las empresas ajustan utilizando más trabajadores para realizar la misma producción real». Irónicamente, el propio Lewis se había dedicado plenamente a entender una economía en desarrollo que está compuesta por dos sectores que mantienen una relación consistente en el tiempo. En su modelo, la expansión de un «sector moderno» de alto crecimiento y dinámico desvía la mano de obra del sector «tradicional» estancado, que se caracteriza por una productividad marginal muy baja –o incluso negativa.Sin embargo, en la línea del historiador económico Peter Temin, Taylor y Ömer apuntan al surgimiento en Estados Unidos de una «economía de Lewis invertida», en la que un creciente porcentaje de la fuerza laboral está relegado al sector de la economía de bajo crecimiento, baja productividad y bajos salarios. Con esto, producen un análisis defendiendo el argumento de que una mayor desigualdad y un menor crecimiento de la productividad están efectivamente integrados.

Mucho tiempo atrás

El último aporte importante del libro reside en su explicación de la causa principal de la actual desigualdad estructural. «La represión salarial durante décadas es la causa esencial del trastorno distributivo», escriben Taylor y Ömer. «La información microeconómica del Big Data es consistente con este hallazgo, pero no lo determina –ni poder monopólico, ni empresas «superestrellas»-. Para un resumen de las fuerzas institucionales en juego durante casi dos generaciones, citan al economista y premio Nobel Robert Solow (socio profesional durante mucho tiempo de Samuelson en el MIT): «…la decadencia de los sindicatos y la negociación colectiva, el endurecimiento explícito de las actitudes empresariales, la popularidad de las leyes sobre el derecho al empleo y el hecho de que el rezago salarial parece haber empezado más o menos al mismo tiempo que la presidencia de Reagan apuntan en la misma dirección: el porcentaje de los salarios en el valor agregado nacional puede haber caído porque el poder de negociación social de la fuerza laboral ha disminuido».

En la medida en que una economía de Lewis inversa lleva a un ingreso, una riqueza y un poder concentrados, no debería sorprender que también genere repercusiones en el terreno político. Taylor y Ömer terminan con un modelo de simulación, basándose en datos que han organizado, con el objetivo de trazar un sendero para pasar del estado estancado y estático de la economía política norteamericana a uno más inclusivo y a la vez más dinámico. El resultado es que llevará décadas de salarios reales (ajustados por inflación) que crezcan significativamente más rápido que la productividad para reducir las desigualdades de ingresos y riqueza en Estados Unidos de una manera sustancial.

Las iniciativas de políticas públicas pueden ayudar, especialmente considerando que la automatización impulsada por la inteligencia artificial (IA) impacta en la economía, aunque más lentamente de lo que se creía en general. Un informe reciente del Equipo Especial sobre el Trabajo del Futuro del MIT ofrece herramientas con iniciativas políticas relevantes.

En términos más inmediatos, Estados Unidos necesita programas más progresistas de impuestos sobre la renta y las ganancias de capital, así como una recaudación impositiva más sólida. También necesita innovaciones en la regulación del mercado laboral, desde aumentar el salario mínimo hasta garantizar un lugar más importante para la negociación colectiva, inclusive en la «gig economy». Expandir el seguro de salud financiado por el gobierno y extender el seguro de desempleo a ocupaciones excluidas y a tiempo parcial también puede ayudar, al igual que una mayor provisión de educación universitaria gratuita o sustancialmente subsidiada.

El mensaje primordial del trabajo de Taylor es lo opuesto exactamente a la «economía de goteo». Reducir la desigualdad hará aumentar el crecimiento económico y la productividad. Pero, al final de cuentas, no hay una solución mágica para revertir el impacto de la transformación estructural de los últimos 50 años. Eso también estuvo impulsado por iniciativas políticas, cuyas implicancias plenas muchos responsables de políticas recién están empezando a comprender hoy.

Fuente: Project Syndicate