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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

miércoles, 26 de mayo de 2021

Que los saberes se integren y se conviertan en bienestar

 Por: Alina Perera Robbio

 

Intercambio sobre manejo de los suelos, entre científicos y expertos con la dirección del país.
Foto: Estudio Revolución.

El "Manejo de los suelos en el marco de la soberanía alimentaria y educación nutricional", fue punto de partida para que científicos y expertos intercambiaran con la dirección del país, en un encuentro que estuvo encabezado por el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.

En un momento insospechado podemos ser espectadores de la disertación de alguna cubana o cubano que despiertan admiración y esperanza sobre los saltos a los que puede aspirar el archipiélago a partir de todo el saber acumulado en décadas.

Más de un participante tal vez pudo hacer ese razonamiento, durante el encuentro que tuvo lugar en el Palacio de la Revolución entre la dirección del país y los científicos y expertos que concurren en el programa de soberanía alimentaria y educación nutricional.

Luego de escuchar varias voces que aportaron sus reflexiones sobre un tema medular como el manejo de los suelos, el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, expresó:

"Vemos aquí, en un tema fundamental (…), que tenemos un enorme desarrollo en el sector del conocimiento, y que no hemos sido capaces de interconectarlo en toda su dimensión con el sector productivo de bienes y servicios.

Aquí aparecen todo un grupo de potencialidades, dadas desde el punto de vista de los resultados científicos, las cuales podrían convertirse en innovación y abarcar una escala amplia en las bases productivas".

Así afirmó el Jefe de Estado en la reunión que también estuvo encabezada por el Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz, el Vicepresidente de la República, Salvador Valdés Mesa, así como por los viceprimeros ministros, Inés María Chapman Waugh, y Jorge Luis Tapia Fonseca.

Uso y cuidado de una riqueza que se agota

El punto de partida que dio paso a las opiniones escuchadas en el encuentro versó sobre «Manejo de los suelos en el marco de la soberanía alimentaria y educación nutricional», a cargo del Doctor en Ciencias, Luis Gómez Jorrín, director general del Instituto de Suelos.

Un grupo de ideas y propuestas fueron compartidas por el experto, quien habló sobre la importancia de hacer un manejo sostenible de los suelos dentro de la amplia gama que el país posee de los mismos. Gómez Jorrín hizo énfasis en la necesidad de resolver un grupo de factores limitantes que inciden sobre la fertilidad y productividad del valioso recurso.

«El objetivo de la propuesta —comentó en referencia al tema expuesto por él— es implementar alternativas tecnológicas para el manejo sostenible de los suelos utilizados en la producción de alimentos, e introducir indicadores para el manejo adecuado de los mismos».

En una intervención sucinta pero de sumo interés, el directivo apuntó que «el suelo es el principal recurso natural con que cuenta nuestro país. Baste decir que la formación de un centímetro de suelo puede tardar entre 100 y 400 años, pero por erosión se pueden perder cada año entre 12 y 42 toneladas por hectáreas, en tierras cultivables; lo que hace (del suelo) un recurso no renovable» cuya degradación constituye uno de los principales problemas medioambientales (del archipiélago).

Cuba —detalló el Doctor en Ciencias— posee unos 11 millones de hectáreas; y de ellas, 6,4 millones son de uso agrícola. Según el experto, hay reconocidos 18 subtipos diferentes de suelos, abanico que demanda maneras también distintas de manejarlos.

Uno de los mayores desafíos del país, dijo el directivo, es que del fondo de suelo de 6,4 millones de hectáreas, el 70 por ciento está afectado por al menos una limitación para producir —y entre las limitaciones mencionó la erosión, la baja fertilidad, el bajo contenido de materia orgánica, la compactación, o la salinidad.

Para esos 6,4 millones de hectáreas, enunció el director general del Instituto de Suelos, «estamos proponiendo impulsar un trabajo de conservación y mejoramiento de los suelos, y también hay que tener en cuenta la aplicación de nutrientes si se quieren lograr producciones sostenibles».

Gómez Jorrín recordó que el país está apostando por la producción ganadera, tarea que demanda suelos en buen estado. Igualmente reconoció que Cuba, a pesar de múltiples limitaciones, ha dedicado importantes recursos financieros para proteger el valioso recurso natural. Mencionó entonces la existencia del Programa Nacional de Mejoramiento y Conservación de Suelos; el Programa de Asociación de País para el Manejo Sostenible de Tierra, así como la Tarea Vida, programa de gobierno para el enfrentamiento al cambio climático.

El país caribeño —ejemplificó el experto al destacar el conocimiento acumulado por Cuba— posee una clasificación propia de sus suelos. Es algo, acotó, que tienen pocas naciones. En las pasadas décadas de los 70 y los 80 nació el «mapa de la clasificación agro-productiva de los suelos, lo que permite hacer recomendaciones por tipo de suelo, por cultivo, y sobre qué recurso necesitamos para lograr producciones sostenibles».

De sistemas de análisis agroquímico que tiene el país y que permiten actualizar la condición de los suelos, del manejo integral de nutrientes, de usar las herramientas informáticas y en sentido general el conocimiento habló también el experto, quien trajo a colación el uso de la labranza y la rotación de cultivos para que el suelo esté siempre cubierto.

Para lograr un mejor aprovechamiento de los suelos deberíamos aprovechar los escenarios que ya existen, resaltó el especialista, e hizo alusión a los sistemas locales de abastecimiento alimentario, y a la Comisión municipal de asuntos agrarios, espacio «donde se decide la producción de alimentos». Tampoco pasó por alto la propuesta sobre la pertinencia de preparar a todos los actores relacionados con la tierra.

La Guía de campo, herramienta útil para la evaluación visual de los suelos, «que no lleva reactivos de laboratorios ni equipamiento», fue otra fortaleza mencionada por Gómez Jorrín y que el Instituto de Suelos tiene entre sus propuestas, porque el país puede contar con ella y «para nada está divorciada de la modernidad, para nada está divorciada de lo que se hace en la comunidad científica internacional».

Seguidamente se sumaron las voces de quienes han dedicado gran parte de sus vidas a la vitalidad y producción de los suelos cubanos: Maribel Alonso Rodríguez, presidenta de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) «Julito Díaz», del municipio de Consolación del Sur en la provincia de Pinar del Río, contó que de no ser por los estudios y oportunas soluciones en los suelos donde ellos cultivan tabaco, los rendimientos de hoy fueran muy pobres.

El académico Olegario Muñiz Ugarte, entre otras ideas, habló de alternativas para la nutrición de los suelos. Recordó que la paja de arroz, por ejemplo, contiene potasio y es un buen fertilizante; que ya no se escucha hablar, como antes, del humus de lombriz; y que se usa poco la roca fosfórica, otro buen fertilizante junto con la zeolita, mineral que es bueno para incrementar la fertilidad de los suelos.

Él también habló de recuperar los laboratorios, los cuales existen pero se han descapitalizado; y no olvidó la necesidad de que en cada espacio del país donde haya cultivos esté presente un técnico que se ocupe de esa porción de suelo. «La ciencia cubana puede aportar mucho en esta batalla», subrayó.

Integrar actores y conocimientos

Toda estrategia en un asunto como el de los suelos tiene su concreción, su realización en los sistemas productivos locales, expresó el Presidente Díaz-Canel Bermúdez, quien además compartió el enfoque del Doctor en Ciencias Luis Gómez Jorrín, según el cual hay que aprovechar los escenarios y programas ya existentes.

«Tenemos establecido —acotó el Jefe de Estado— un programa nacional de mejoramiento de los suelos, y un programa de manejo de la sostenibilidad de la tierra. Entonces (…) creo que aquí lo que tenemos es que (…) integrar actores, tenemos que integrar gestión de conocimientos, tenemos que integrar monitoreo, y por supuesto tenemos que integrar las bases productivas».

«Y aquí entonces tiene que jugar una función estatal el Ministerio de la Agricultura, tanto en la concreción de la estrategia en el programa nacional de mejoramiento de los suelos, y en el mejoramiento sostenible de la tierra, como en la atención a las comisiones agrarias; y dentro de esas funciones estatales, hay que darle el papel que debe jugaral Instituto de Suelos (…); en el Instituto es donde está la ciencia, donde está el conocimiento de estos temas».

«Indudablemente nosotros tenemos potencialidades —valoró el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista—; y está demostrado que hay una estructura, una experiencia, una infraestructura incluso en el sector del conocimiento».

El mandatario abogó por emplear esas potencialidades, por acercarlas e interconectarlas al sector productivo de bienes y servicios: «Creo que ese es el aporte que hace esta sesión de trabajo, de diálogo entre expertos, académicos y científicos con el Gobierno, para abordar problemas tan importantes como el Programa de soberanía alimentaria y de educación nutricional».

El economista Amartya Sen, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2021

Nobel de Economía en 1998, el profesor indio destaca por sus investigaciones sobre la pobreza y la desigualdad




Amartya Sen, en una intervención en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Complutense en Somosaguas (Madrid).CLAUDIO ÁLVAREZ

Hace ya 40 años que Amartya Sen presentó una tesis que entonces parecía revolucionaria: el hambre que padecían —y aún padecen— amplias capas de la población mundial no se explica por la falta de alimentos, sino por sus deficientes sistemas de distribución. Por libros como Pobreza y Hambruna: un ensayo sobre el derecho y la privación, este economista y filósofo indio de etnia bengalí fue galardonado ayer, a sus 87 años, con el Premio Princesa de Asturias de las Ciencias Sociales. Sen es, en palabras del profesor de Historia en Cambridge Tim Rogan, “el gran crítico del capitalismo de nuestro siglo”.

Nacido en Santiniketan —en la universidad bengalí creada por el Nobel de Literatura Rabindranath Tagore— obtuvo el Nobel de Economía en 1998. Entonces, la Academia de las Ciencias de Estocolmo justificó su decisión por su contribución al “análisis del bienestar económico”. Con el dinero logrado con ese premio, creó la fundación Pratichi Trust, de ayuda a la alfabetización, la salud básica y la igualdad de género en la India y Bangladés.

A Sen le afectó profundamente la hambruna que en 1943, cuando tenía 10 años, sacudió Bengala, con un número de víctimas mortales que los investigadores cifran entre 1,5 y tres millones de personas. “Ninguna hambruna ha tenido nunca lugar en la historia del mundo en una democracia funcional”, escribió en 1999 en Desarrollo y Libertad, una frase que se ha convertido en una de las piedras angulares de su pensamiento. Esto ocurre porque los gobiernos democráticos deben ganar elecciones y enfrentarse a la crítica pública, y por lo tanto tienen un fuerte incentivo para evitar las hambrunas y otras catástrofes.

Su trabajo en el desarrollo económico influyó en la formulación del índice de desarrollo humano (IDH) de las Naciones Unidas. Sen además ha entrado en la batalla política al emerger como una voz crítica ante el auge en la India de un fuerte nacionalismo hindú encarnado por el primer ministro, Narendra Modi. “Atacando la democracia desde el interior, el Gobierno ha demostrado una sorprendente ignorancia sobre la historia india en su separación de hindúes y musulmanes”, afirmó, según recoge Efe, en una reciente intervención en la universidad estadounidense de Cornell.

Irene Gómez Franco, filósofa y economista que lleva más de 20 años estudiando el pensamiento de Sen, destaca que su obra ha demostrado la necesidad de que economía y ética vayan de la mano, un rasgo que se encuentra ya en sus sus primeros libros. “Aparte de las aportaciones en torno a la hambruna, ha investigado sobre la desigualdad y la justicia. Su aproximación a la corrección de las injusticias no es buscar un modelo de justicia perfecta sino algo mucho más pragmático, aplicar un método comparativo; comparar alternativas o estados factibles reconociendo que diversas ideas de justicia pueden convivir al mismo tiempo”, asegura en conversación telefónica Gómez Franco, profesora de Filosofía en la Universidad Autónoma de Barcelona. En su obra, la desigualdad que sufren las mujeres ha sido objeto de especial atención. También ha insistido en el concepto de libertad positiva, la capacidad real de una persona de hacer algo, al contrario que otros economistas que solo se fijan en la libertad negativa, que se centra en no interferir para que esa persona ejecute una acción determinada.

India, EE UU y Reino Unido Por segundo año consecutivo, el Princesa de Asturias de Ciencias Sociales vuelve a homenajear a un economista. Si el año pasado fue a parar al turco Dani Rodrik por su análisis crítico de la globalización, en 2021 cae al final de la carrera de un hombre que ha enseñado Economía en las Universidades indias de Calcuta y Delhi, en la London School of Economics y en Oxford (Reino Unido) y Harvard (EE UU). Dirigió el Trinity College de Cambridge y la Universidad india de Nalanda. En 2014 volvió a Harvard.

“Desde una perspectiva cosmopolita e interdisciplinar, las múltiples investigaciones de Sen incluyen aportaciones a las teorías de la elección pública y del desarrollo, la economía del bienestar y otras dirigidas a descubrir las raíces de la pobreza y las hambrunas. Su enfoque de las capacidades de las personas se ha extendido al conjunto de las ciencias sociales”, argumentó en su fallo el jurado del Princesa de Asturias, presidido por la historiadora Carmen Iglesias. “Su continuada y excelente labor ha influido de manera decisiva en los planes de desarrollo y en las políticas de las más relevantes instituciones mundiales”, añadía.

Sen destaca entre los economistas del siglo XX por alejarse de una concepción meramente técnica, profundizando en otros valores tradicionalmente alejados de la economía. “Creo que los economistas tienden a obviar la filosofía en general y la idea de bienestar en particular”, señalaba en una reciente conversación publicada en el Annual Review of Economics.

Presentan Havana Club Profundo, nuevo producto de marca cubana

ALIANET BELTRÁN ÁLVAREZ|FOTO: AUTORA 26 MAYO 2021

La Habana, 26 may (ACN) Havana Club International S.A presentó hoy un nuevo producto: Havana Club Profundo, un ron blanco añejo Súper Premium que formará parte del portafolio permanente de la marca.

Christian Barré, director de Havana Club International S.A. informó hoy en conferencia de prensa que el ron llega para transformar la categoría de rones blancos con una oferta muy distinta por su sabor y calidad.

Según Juan Carlos González Delgado, Primer Maestro del Ron Cubano y creador de Havana Club Profundo, este espirituoso rompe esquemas de fabricación e innova en los conceptos de tecnologías dentro de los rones blancos, pues es una combinación de productos en procesos de añejamiento.


Tiene un aroma intenso bien equilibrado que lo separa de la norma de los rones de carta blanca y su contenido de azúcar es muy pequeño, aunque puede identificarse el origen de la caña de azúcar con aromas frutales en equilibrio con notas de madera por el añejamiento, destacó.

Ahmed González, director de ventas y marketing Cuba, señaló que el nuevo ron se comercializará a partir de mañana y, en un primer momento, solo en Cuba, en ambas cadenas de tienda en moneda nacional y moneda libremente convertible por un valor de 227 CUP, y en la gastronomía hotelera y extra hotelera.

Con el eslogan Vive Pronfundo, el espirituoso viene a satisfacer los paladares más exigentes y constituye una herramienta útil para los bartenders, sobre todo en la innovación en cócteles tradicionales como el daiquirí, acotó.

Sergio Valdés, director internacional, manifestó que se está en presencia de una innovación importante en el mundo de los rones claros, un reto que ha sido posible asumir gracias a las bases de la industria, la tecnología con que se trabaja, el saber hacer de los maestros roneros y el compromiso por tener un ron de alta calidad.

El nuevo producto está envasado en la botella icónica de Havana Club 7 años en su versión transparente, y en la presentación predomina el color azul, lo cual hace referencia a la destilería Santa Cruz del Norte.

Havana Club en el año fiscal que finalizó en junio de 2020 vendió más de 4,4 millones de cajas de ron, de las cuales 1,7 millones fueron en Cuba.

Pasaporte digital COVID-19 cubano

 El concepto del pasaporte digital COVID-19 de la UCI emplea el código QR (una forma de almacenar información), en el cual estarán los datos encriptados de cada persona con una firma autorizada –reconocida por la OMS–, que solo proporcionaría el Ministerio de Salud Pública (Minsap) y que puede ser leída en cualquier parte del mundo, pues sigue los estándares internacionales

Foto: Cortesía de la UCI

La Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI) trabaja en la creación del pasaporte digital COVID-19 cubano, destacó a Granma Allan Pierra Fuentes, director del Centro de Soporte Tecnológico.

Dijo que para llegar a este proyecto, en fase de prueba, se analizaron las diferentes versiones sobre los pasaportes digitales de vacunación existentes en el mundo.

El concepto del pasaporte digital COVID-19 de la UCI emplea el código QR (una forma de almacenar información), en el cual estarán los datos encriptados de cada persona con una firma autorizada –reconocida por la OMS–, que solo proporcionaría el Ministerio de Salud Pública (Minsap) y que puede ser leída en cualquier parte del mundo, pues sigue los estándares internacionales.

«La idea es que cualquier cubano pueda tener ese pasaporte digital impreso, en la aplicación en un móvil, enviarlo por correo al interesado o que se pueda ver como una imagen en el teléfono celular. Para eso hemos desarrollado tres soluciones informáticas fundamentales», destacó Pierra Fuentes.

La primera es una página web donde el usuario introduce sus datos de vacunación y se genera el pasaporte digital; la segunda es el verificador, capaz de decir qué información almacena ese código qr y si fue generado con una firma válida.

La tercera aplicación, agregó, es la Billetera de Pasaporte, que permitirá tener la información no solo del usuario, sino de otras personas de la familia, y se puede mostrar una vez que se solicite.

Foto: Cortesía de la UCI
Foto: Cortesía de la UCI
Foto: Cortesía de la UCI
Foto: Cortesía de la UCI
Foto: Cortesía de la UCI

De la muerte de la política a la política de la muerte


Por Emir Sader, La Jornada

Los orígenes de la catástrofe humanitaria que vive Brasil se pueden rastrear en nuestra historia. Podríamos buscarlos en la marca más profunda de nuestro tipo de sociedad: las desigualdades sociales, de las que somos campeones en América Latina, a su vez el continente más desigual del mundo.

Podrían buscarse más recientemente, cuando el Partido de los Trabajadores (PT) emergió en la política brasileña y, más específicamente, cuando las candidaturas de Luiz Inácio Lula da Silva comenzaron a acechar a las élites brasileñas. O, cuando el PT realizó los mejores gobiernos de la historia de Brasil, atacando, por primera vez de manera frontal y prioritaria, las desigualdades sociales en nuestro país.

O, incluso más recientemente, en la reacción de la derecha al éxito de estos gobiernos. Sin poder condenar al PT y a sus gobiernos, aclamados por la mayoría de los brasileños por sucesivas victorias electorales, tendría que atacar furtivamente al PT, tratando de vincularlo a la corrupción y atacar la política, la misma que, a través de la democracia, había permitido que Brasil tuviera los mejores gobiernos de su historia.

Precisamente los vinculados a la peor política –medios de comunicación, grandes empresarios, partidos tradicionales, líderes autoritarios como Jair Bolsonaro, entre otros– se enfocaron en descalificar la política. Un tema que siempre atrae a los más despolitizados, entre ellos, a los jóvenes de clase media, recién llegados a la política, incluso al condenar el aumento de los boletos de autobús.

¿Qué manera más fácil que decir que todos los políticos y todos los partidos son iguales? Quienes protagonizaron esta pantomima fueron los mejores ejemplos de la peor política y los más corruptos. Baste decir que el paso de Bolsonaro de un político despreciable, a líder de esta ola, se hizo a través del mejor ejemplo del peor político y la familia más corrupta.

Esta supuesta sentencia de muerte de la política terminó, por este sinuoso mecanismo, desembocando en un gobierno que practica la política de muerte. La política no sólo no murió, también se desdobló en el peor tipo de política: la que niega la democracia, la que atenta contra los derechos de todos, la que predica la violencia como forma de enfrentar los conflictos, la que hace la apología de la dictadura militar y la tortura, que pide la desaparición de los enemigos.

Se instaló un gobierno que, de diferentes maneras, es un gobierno de política de muerte. Muerte por la absoluta despreocupación por proteger la vida de las personas frente a la pandemia, con su negatividad en relación con el propio virus. Que, por el contrario, se burla de las formas de aislamiento, el uso de máscaras, la restricción del movimiento de personas.

A quien no le importa ni tiene ningún tipo de solidaridad con las víctimas de la violencia policial, a la que alienta, descalificando a las víctimas ensalzando la heroicidad de los verdugos. Predicar el uso de la policía y, si pudiera, de las propias fuerzas armadas, de todos los órganos que basan su acción en la violencia y la falta de respeto a los derechos de las personas.

Un gobierno que personifica la muerte, la lucha contra la vida, fue el resultado de la lucha contra la política, por la muerte de la política. De tal manera que la lucha por la vida es la lucha contra el gobierno de Bolsonaro. Y la lucha contra el gobierno de Bolsonaro es la lucha por la vida.

La democracia requiere el rescate de la política, como actividad de defensa de los intereses públicos, desde la convivencia de diferentes posiciones y puntos de vista. El final de la política es la dictadura, es la victoria del pensamiento único, es la ausencia total de la diversidad, del debate, de la convivencia de todos. La lucha contra la política resultó en la catástrofe que vivimos hoy en Brasil.

Estado, transición, alienación, extinción ( Parte I)

 Por Rafael Alhama Belamaric y Jesús García Brigos  

El Estado, en esta etapa de desarrollo, que como institución organizada especializada, sin olvidar su esencia clasista, permite la realización de acciones políticas en función del bien común, y a través del gobierno administra los recursos y acciones, y realiza los fines propuestos por el mismo Estado, debe, con la Constitución como norma jurídica suprema, hacer válido lo que se expresa en su Artículo 3, que del pueblo dimana todo el poder del Estado.

Esto implica la más amplia base social del poder, en tanto es sujeto activo el pueblo, como actor de la política, en la concepción fidelista expuesta e “La Historia me absolverá”. Esto es lo que le otorga fuerza y autoridad, y hace que sea sujeto activo protagónico en las más diversas formas y manifestaciones, organizaciones, estructuras y funciones. El poder que dimana y se debe ejercer efectivamente por el pueblo así concebido, obliga a unas relaciones políticas nuevas inéditas.

Si se tiene en cuenta la multiplicidad de actores económicos y sociales, de formas de propiedad, ni agotadas ni desaparecidas, pero por mucho tiempo suprimidas o irreconocidas, como la propia permanencia de  las relaciones las monetario-mercantiles, abortadas durante un tiempo o reprimidas durante otro, entre otros elementos, se comprenderá la complejidad de la tarea actual de innovar esta institución en su concepción actual.

Estado-instituto político y Sociedad, como elementos de una nueva unidad dialéctica, siendo dos realidades, no deben acentuar la distinción, sino que deben como una de las tareas básicas, transformar las funciones, facultades, estructuras y formas de sus instituciones, para acercar las decisiones, la ejecución y control de las mismas, a la sociedad, al individuo nada abstracto, hacer las propuestas suyas, no formalmente, sino porque parten de ellos y llegan a ellos. Esto no necesaria ni obligatoriamente implica cada día más estructuras.

Hasta la cultura del lenguaje debería cambiar, y buscar sustitutos al ”oído el parecer”, “garantiza”, “otorga”, “cede”, “regula”, “establece límites”,  que convierte al Estado en ente externo, ajeno, ajeno al individuo. Y esto lleva a ubicar al individuo más cercano a la enajenación que a la emancipación.

De esta forma, la extinción del Estado, está tan lejos como la superación del Estado de alienación.  

La alienación hay que verla como fenómeno que actúa y se expresa en todas las esferas de la vida cotidiana de las personas, Mediante medios y vías que profundiza el fenómeno, actúa y ejerce influencia psicológica y sociológica, económica e ideológica sobre las mismas. Más claro, la propia actividad del hombre, lo que construye el hombre, existe como algo ajeno a él, puesto que él, tiene muy poca o ninguna de influencia en su propia obra, ni en su ejecución, ni en el control, ni en la realización, ni en los resultados. Y esto inherente al sistema de propiedad privada adversarial, ha estado presente en las experiencias histórico- concretas de transformación socialista hasta el presente.

 ¿Por qué en una sociedad que se plantea una transformación relativamente profunda y radical, con predominio de la propiedad social, llamada estatal, o estatal llamada social  más que pregunta retórica es  un problema a resolver?

Como diría Kosik, K. el pensador checo, insigne precursor del pensamiento crítico de finales de la década del 50 del siglo pasado, que puso al hombre en el centro de sus propuestas, refiriéndose a las personas, “los encadena al funcionamiento de un sistema que los transforma en accesorios de sí mismos, en objetos de sí mismos...“. Señala que es “la unidimensionalidad del sistema, que lleva al hombre también a su propia unidimensionalidad“ y a ser considerado sólo, en el mejor de los casos, como sistema de necesidades que se mistifican, nunca realizado, o de intereses en disputa.

Hecho este planteamiento inicial, faltaría el motivo inmediato para escribir el artículo, - puesto que el de más largo plazo es un proyecto de investigación que se desarrolla en el Instituto de Filosofía  acerca de las necesarias propuestas conceptuales para el proceso de transformación socialista ante los retos actuales de Cuba, que a no pocos parecería sin importancia, y hasta innecesario.

El hecho es que nos movemos dentro de un paradigma imperante de Estado, históricamente agotado, que con su andar cansino no demuestra imaginación, mucho menos innovación, en tiempos que rápidos y múltiples cambios en la economía y toda la sociedad. 

El motivo inmediato fue el comentario oído al vuelo, uno más, al pasar frente a una empresa: “Tu sabes.....sin el Estado no hay producción....“ Aquello en mi cabeza estalló, primero como signo de admiración, e inmediatamente como signo de interrogación. A este se pudiera agregar los tantos “el estado lo necesita“, o “el país lo necesita“  que a diario se escuchan, y uno no puede dejar de pensar qué hay detrás de esas frases, si son parte de la cultura.

Sin hacer recuento histórico, - el tipo histórico de organización de la sociedad, con la división de los hombres, la división del trabajo, la división de la sociedad en clases-, la sociedad que hemos conocido, no podía existir sino en medio de una lucha abierta de estas clases entre sí, o bajo el dominio de un tercer poder: El Estado. Un poder que estuviera aparentemente por encima de las clases, que suprimiera sus conflictos abiertos y no permitiera la lucha de clases más que en el terreno económico, bajo la forma llamada legal, tal como desarrollaron Marx y Engels en su obra “La ideología alemana“. Esto no es una definición o descripción ahistórica, general, pero es un indicativo importante para entender el Estado como proceso contextualizado e histórico concreto, por lo tanto proceso vivo en transformación.

Engels demostró, basándose en los conocimientos antropológicos más avanzados de su época, al menos hasta hoy, que no siempre existió ese tipo histórico de Estado, como no habrá por siempre lo que se denomina o conoce el estado moderno del siglo XX. Hubo un tiempo, el del comunismo primitivo, en que no era necesario. Formas sociales de organización y funcionamiento se sucedieron, desde formas dominadas por la costumbre, la autoridad, el respeto de que gozaban los ancianos del clan, hasta que  un sector de la sociedad de individuos se diferenció para gobernar a los otros, para lo cual contarían de forma sistemática y permanente con un aparato de coerción. Cuando la riqueza material comenzó a ser apreciada y considerada como el bien supremo, y se usó la antigua organización de la gens para justificar su robo riquezas por medio de la violencia, fue necesaria una institución que no sólo perpetuase la naciente división de la sociedad en clases, sino también el derecho de la clase poseedora de explotar a la no poseedora y el dominio de la primera sobre la segunda. Y esa institución nació. Se inventó el Estado”.  !Ese tipo de Estado!

Si Engels demuestra que ese Estado, es el aparato especial para la coerción de los hombres, el problema y la pregunta de entrada es, si este tercer poder, el Estado, ¿es válido - en sus estructuras e instituciones actuales,  heredados en su concepción, de una sociedad de profunda división y luchas de clases, pero a la vez de transformaciones de sus bases sociales-, en una sociedad en transición para trascender los lastres que le ha definido?

¿Es el tercer poder en la sociedad en transición, aún con determinadas luchas de clases, o es un nuevo poder, aún como instrumento de coerción, pero como parte de unas relaciones políticas nuevas en el que el protagonista principal es el pueblo? O no, mejor dicho, donde el tercer poder es el pueblo como sujeto activo, efectivo para esa trascendencia

Es aquí donde hay que profundizar y conceptualizar lo que es el poder y política, y el pueblo como categoría política.

Engels en “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado“, uno de esos libros fundamentales para entender qué es el Estado y cuál es su esencia, es categórico. Afirma que el Estado, aquel Estado que conoció en su época, no es un poder impuesto desde fuera de la sociedad. Al contrario es un producto de esta cuando llega a un grado de desarrollo determinado. Puntualiza: “Es la confesión de que esa sociedad se ha enredado en una irremediable contradicción consigo misma y está dividida por antagonismos irreconciliables, que es impotente para conjurar”. Y continúa: Pero para que estas clases, capas, grupos, con intereses económicos contrapuestos no se devoren a sí mismas y no consuman a la sociedad en una lucha estéril, surge la necesidad de un poder que aparezca situado por encima de la Sociedad que mantenga a la sociedad en los límites del ’orden’”. (el subrayado es nuestro). Esto son indudablemente elementos necesarios para trascender el estado de cosas.

Como la génesis de aquel Estado se encuentra en esa necesidad de frenar los antagonismos de clase, es el Estado de la clase más poderosa, es decir, de la clase económicamente dominante, que con ayuda de él, también se convierte en la clase políticamente dominante. Así, aquel-este llamado Estado moderno, se llega a consolidar como organización de la sociedad y como instituciones de poder específicas que adopta para gobernar la sociedad, como el instrumento en manos del capital y elemento de su sistema de dominación, para explotar el trabajo asalariado, y para frenar los antagonismos de clase.

Pero, el Estado, como “dueño“  de los medios de producción, o incluso en representación del dueño colectivo, el pueblo, en la nueva sociedad en transformación siguió similar dominio sobre el trabajo asalariado; por tanto, los resultados del trabajo, y modo de producción. 

Parafraseando a Marx y Engels, el índice de la madurez de la clase obrera, en un orden social nuevo, que ha privilegiado la educación y la superación del pueblo, de los trabajadores, debería serlo la capacidad de realización y desarrollo de las formas auto-organizadas y auto-gestionadas, como formas nuevas de dimensión no sólo económica, sino política y social. Son, hasta ahora, las formas más cercanas a que el productor asociado directo ocupe el lugar que le corresponde.

Como dice Engels en “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”: Con la desaparición de las clases desaparecerá inevitablemente el Estado. La sociedad, reorganizando de un modo nuevo la producción sobre la base de una asociación libre de productores iguales, enviará toda la máquina del Estado al lugar que entonces le ha de corresponder: al museo de antigüedades, junto a la rueca y al hacha de bronce“. 

Con la desaparición de las clases; de acuerdo. Pero eso no significa que de forma lineal y mecánicamente, primero desaparecen las clase, luego el Estado, y luego vendrán los productores libres o asociación de productores caídos del cielo, ocupando el lugar de las instituciones del Estado. No ha habido, y no puede haber tal secuencia, ni golpe, si no se crean condiciones previas para el surgimiento, evolución y desarrollo de las formas de asociación de productores libres. Y eso en primer lugar, significa, la racionalidad de la “buena“ burocracia administrativa, o llamada burocracia necesaria, que crece y crece desde hace más de un siglo, o su eliminación. Porque es en buena medida, causa y consecuencia, resultado de unas relaciones políticas, que no deberían tener lugar, que necesariamente tienen que transformarse radicalmente  en la etapa de transición del socialismo, donde comienzan los procesos de socialización de la dirección de naturaleza emancipadora “verdaderamente humana” como diría Marx.

De estos planteamientos se desprende que el Estado, ni se transformará, ni llegará a extinguirse de golpe, si las transformaciones sucesivas no conllevan a que la producción se reorganiza sobre la base de una asociación libre de productores iguales, que decide sobre la producción y los resultados de su trabajo. Y esta es la forma nueva del Estado en transformación, con estructuras desburocratizadas, COMO PRIMER PASO que implican nuevas relaciones políticas, nuevas relaciones sociales de producción y modos de gobernar.

Como dijera Meszaros en su obra “El desafío y la carga del tiempo histórico. El socialismo en el siglo XXI”, Premio Libertador 2009:Es inconcebible que se logre hacer irreversible el orden social alternativo sin la plena participación de los productores asociados en la toma de decisiones en todos los niveles del control político, cultural y económico”.

Y para ello, subraya que: “El orden reproductivo social alternativo, por el contrario, es inconcebible si no se vencen las autoritarias y adversariales determinaciones más profundas de los microcosmos heredados del capital. Esto será posible sólo instituyendo un modo de intercambio reproductivo cualitativamente nuevo, basado en los intereses vitales, compartidos a plenitud, de los miembros de los reestructurados microcosmos sociales no adversariales. Solo de esta manera pueden ser coordinados apropiadamente en una forma correspondiente de macrocosmo no adversarial.”(el subrayado es nuestro)

Esto no ha sucedido, ni siquiera en las experiencias de autogestión de avanzada, como diría Martha Harnecker “buscando un camino alternativo al sistema representativo burgués y al sistema estatista soviético“ (“El sistema político yugoslavo”, 2007), con diferentes variantes desde la más “radical“ -la experiencia yugoslava-, hasta la polaca, húngara, o checa, puesto que ni el Estado transformó sus instituciones y organizaciones burocráticas, ni las organizaciones de base de los productores llegaron a ser realmente asociación libre de productores, aun cuando tenían determinadas funciones.

En consecuencia, los colectivos laborales tanto de las organizaciones de los servicios sociales, como de las empresas, tenían los límites bien establecidos de las atribuciones y facultades “otorgadas“. Pero estas no alcanzaron para la autogestión social, que implica relaciones políticas, necesarias para el desarrollo de los productores asociados con políticas que suprimieran las estructuras paralelas burocráticas administrativas y partidistas.

Si al principio la intervención del Estado era débil y limitada, con pocos dominios entendidos como servícios publícos, y las funciones principales se limitaron a la regulación del trabajo, las finanzas, justicia, y soberania, es decir, defensa del enemigo externo, así como la policia, en su desarrollo posterior, el Estado comenzó a intervenir en casi todos los servícios públicos, así como regular desde la educación, ciencia. cultura, salud, seguridad social. Así comienza a cambiar el carácter y el contenido de la regulación por parte del Estado.

Acerca de los servícios públicos, como concepto, un desarrollo anglosajón, hay que tenerlo en cuenta porque forman parte de las transformaciones capitalístas del estado. Las instituciones de servícios públicos sobre todo tuvieron gran desarrollo en Francia, Alemania e Inglaterra. En Francia le dió impulso el Consejo de Estado (Conseil dEtat), así como la teoría desarrollada por Digi, Leon, Jeze, Bonar, entre otros. El primero hace un planteamiento interesante, que los servícios públicos deben sustituir el rol del Estado, “deber de los que gobiernan“. Dice sobre el servicio público: “en resumen, es toda actividad cuyo cumplimiento los gestores deben regular y controlar , puesto que es indispensable para la realización y desarrollo de las relaciones en la sociedad....“

El gran problema, es ¿quienes son los gestores? ¿son los servícios públicos que toman diversas formas organizativas y estructurales y se multiplican en niveles verticales y cada vez se alejan los gestores superiores de los intereses y las necesidades de los gestores de base?

Para Jeze. G. los servícios públicos son aquellos que cubren las “necesidades de interés general que los gestores en determinado momento han decidido satisfacer de forma particular, en forma de servícios públicos. Es esencial que el propósito de los gestores sea que esas necesidades sean cubiertas por los servícios públicos”. Otros autores señalan que los servicios públicos son la esencia del derecho público, con estructuras y actividad determinada por la autoridad, pero con alto contenido social son elementos básicos del derecho público.

El problema es que Estado de derecho y sus valores, y gobierno de derecho, término de la teoría constitucional anglosajona del siglo XIX, derecho positivista, curiosamente se consideró durante mucho tiempo en los países del socialismo real, también en Yugoslavia, como novum burgués, como consecuencia de las revoluciones burguesas contra las monarquías feudales absolutas, y curiosamente como contrario a la idea de extinción del Estado

Se considera que “ese concepto alemán de estado de derecho representa fórmula jurídica del estado liberal como tipo de estado“ (Nojman, F. en “Demokratska i autoritarna drzava“ (Estado democrático y autoritario) Zagreb, 1974). 

En su “Teorija drzave i prava“,  Pupic, B.1982 (Teoría del Estado y del derecho“,) apunta que el Estado socialista es considerado como estadio de transición que conduce a una sociedad sin clases, y el Estado de derecho es un “enorme fracaso metodológico y teórico“. Destaca que  la teoría del estado de derecho desde la comprensión marxista del derecho y del estado no tiene ningún sentido. “Es sólo una manifestación  burguesa más de la divinización de su estado y modo de vida, es una defensa a ultranza del orden establecido en el mundo capitalista“. (Pupic, B. 1982)

Entre las dos tendencias, diametralmente opuestas, la de los apologetas del estado y la otra de rechazo como la anarquista, se ubica la tercera tendencia, la llamada “marxista”, que por un lado rechaza los aspectos negativos del estado heredado, pero a la vez subrayan las bondades del Estado socialista, en uno u otro aspecto, y hasta lo glorifican. Pero pocos son los análisis acerca de la totalidad del Estado, ni siquiera cuando se define como categoría histórica.

Se termina por aceptar que, ni es negativa ni positiva, sino “necesaria y progresiva institución” que corresponde a la etapa de la sociedad de clases. El Estado es la estructura que posibilita el desarrollo continuado de la sociedad, y lo hace de tal manera que defiende el modo de producción de la clase dominante, por lo tanto medio para proteger sus intereses de clase. Así, sólo se repetían los planteamientos de los clásicos, que no pocas discusiones y documentos produjeron a la cuestión del Estado en general, y vinculado a la “dictadura del proletariado” en particular, en momentos en que se requería un desarrollo innovador del Estado, puesto que se estaba llevando a cabo desde hacía años una experiencia de autogestión única. De lo que más se hablaba y escribía era acerca de la “autogestión obrera” en las empresas, pero poco que esta era parte de una concepción más amplia de autogestión social más amplia como concepto, que exigía cambios profundos y radicales.

En Yugoslavia  la cuestión del Estado es pregunta central alrededor de la autogestión y de la “revolución socialista”. Primero, porque el estado heredado guarda las relaciones sociales del sistema anterior, y es lo primero que debe ser eliminado para poder construir las bases de la nueva sociedad. Segundo, como el Estado es “organización alienadapor parte de la mayoría de la sociedad, la tarea principal del socialismo y comunismo es la eliminación de todas las formas de alienación.

Se hacía necesaria total claridad científica acerca del Estado en la etapa de transición, de cuál es su esencia, papel y lugar, que en realidad, ya no es la misma, y cada día, se parecería menos a la organización heredada.

Sin embargo, esta claridad teórica, de gran significado práctico y político, difícilmente era llevada a la realidad. Tan difícil como asumir que las formas de alienación estaban presentes en el socialismo, una “alienación socialista”, alrededor de la cual se rompían lanzas.

Para Stjepanovic, N. (1958) la institución de servícios públicos con base en el derecho socialista, tiene un significado amplio como “unidades organizacionales“, órganos, organizaciones y otras actuaciones sociales. En otras palabras, son todas las organizaciones de la administración estatal. Es todo lo que abarca y hace el Estado. En un sentido más estrecho, son actividades y estructuras específicas a través de las cuales se realizan esas actividades. Krbek, I. (1955)  así como Popovic,S. y Dimitrijevic, P. son más específicos, y señalan que es importante tener en cuenta el contenido y el objetivo, de manera que determinadas actividades y servicios deben estar a nivel de comunidad bajo los principios de autogestión y con régimen de derecho especial. Aquí se hace evidente la bifurcación de los servicios públicos, de acuerdo al interés y el alcance. Aparece el concepto de “servicios de la sociedad“, o “servicios sociales“, y se entremezclan servicios públicos y de la sociedad, o se equiparan.

Muchos autores yugoslavos concuerdan en que para desarrollar la idea marxista de asociación de productores libres y asociaciones libres, que es tomada como guía, el sistema de autogestión social y su continuo perfeccionamiento representa una forma básica de organización y funcionamiento de los servicios públicos en la dirección de extinción de las funciones y derechos estatales.  

¿Cuáles son las formas en que se llevan  a cabo los servícios sociales?

Abarcan desde los órganos estatales, pasando por instituciones y cooperativas de usuarios hasta los ciudadanos individuales. Los órganos estatales, tanto en los países capitalístas como socialístas siguen siendo las formas básicas dominantes. Entonces, la cuestión y el gran problema es ¿en qué medida esos servícios son autónomos y autogestionados fuera del aparato estatal? ¿En qué medida forman parte de los mecanísmos estatales o incorporados al sistema estatal de órganos administrativos, determinan tareas y controlan según la legislación establecida? Pero no todos aceptan ni comprenden que la extinción del Estado y sus funciones en la forma actual, tenga por base los servicios sociales desarrollados como actividad pública, y que la separación de las funciones de los servicios sociales, con determinado rol disminuido del Estado, lleve a una transformación de las estructuras y funciones de este.   

Continuará

Libro "El CHE MINISTRO. TESTIMONIO DE UN COLABORADOR " 2ª Edición ( CapituIo II)

 Por Tirso.W.Saenz

 MI INCORPORACIÓN A LA REVOLUCIÓN CUBANA

 

Este capítulo presenta, de manera sucinta, la dimensión y complejidad de la trayectoria que recorrí, mi origen y formación, los motivos que me llevaron a permanecer en el país y los primeros pasos dados junto al esfuerzo revolucionario que se realizaba. Eso permitirá al lector conocer tanto los antecedentes como al proceso que llevó a mi incorporación al equipo de colaboradores más próximos del ministro Che Guevara. Considero importante esta referencia personal para, desde el inicio, dejar clara y la perspectiva de quien está ofreciendo este testimonio, con qué mirada el autor vio, presenció y vivió los hechos relatados y con qué visión del mundo los analiza.


Ø  Mi origen y formación

Yo nací y me crié en un ambiente muy humilde, pero de mucho calor humano, cariño y sensibilidad, en el que me inculcaron la buena conducta, la cortesía, la modestia. Mi padre, percusionista de una orquesta; mi madre, ama de casa, ex-profesora de escuela y de piano.

Durante toda mi infancia y juventud, viví en barrios muy humildes: La Habana Vieja y Párraga, éste último en las afueras de la capital.

Casi toda mi familia, sobre todo por parte de mi padre, estaba formada por músicos. Mi padre era baterista y administrador de la orquesta Havana Casino. Él insistió en que yo tenía que estudiar para “ser algo en la vida”: médico, ingeniero o abogado, pero nunca músico, como era la tradición familiar. Según él, la vida del músico era muy inestable, insegura y condenada a la pobreza. Por tanto, me prohibió rotundamente estudiar música.

Siguiendo esos criterios, en 1939, me inscribió, con grandes sacrificios, en un buen colegio: la Academia De La Salle[1], donde cursé la primaria con muy buen aprovechamiento. Después fui para el Colegio de La Salle en el  Vedado[2] para cursar el bachillerato, graduándome, en 1950, como Alumno Eminente[3]. El nivel docente y de disciplina de los colegios De La Salle era elevado; de ellos recibí una gran influencia que asimilé. Por tanto, tuve una buena formación básica que me ayudó mucho en los estudios universitarios y posteriormente en toda mi vida.

Estudié rodeado de compañeros con un nivel de vida muy superior al mío. Por otra parte, conocía y disfrutaba el ambiente de la calle, de los bailes de la gente humilde, de los juegos de beisbol en el barrio, de la jerga popular. Sabía cómo comportarme en los dos ambientes, aunque me sentía más a gusto en el ambiente humilde. En el medio musical en el que me crié, conocí tanto la música llamada (o mal llamada) culta, como la popular; disfrutaba de una bella sinfonía como de un sabroso “guaguancó”[4]. También apreciaba la buena literatura y el cine. Aprendí a bailar – y bien – a los 9 años; jugaba bastante bien al beisbol con los muchachos del barrio y con mis compañeros de colegio  y seguía con gran interés, día a día, los campeonatos de ese deporte, tanto en Cuba como en los Estados Unidos. Aprendí a decir y disfrutar de las peores malas palabras.

Cuando estaba en 4to año de Bachillerato, en 1948, mi padre quedó sin trabajo como músico, por lo que  tuve que trabajar de noche como operador de efectos de estudio en las novelas que transmitía la estación de radio CMZ, perteneciente al Ministerio de Educación. Esto lo hice sin abandonar los estudios  pues mi padre jamás lo permitiría. Esa emisora transmitía música clásica y algunos programas dramatizados. Fue una gran aventura, pues yo no conocía nada de ese tipo de trabajo, pero la necesidad de que entrara el único ingreso en la casa y con la ayuda de los artistas, quienes conocían mi precaria situación, aprendí rápidamente sobre la marcha. Poco tiempo después, la nómina de la CMZ fue robada descaradamente durante el gobierno de Carlos Prío Socarrás – cosas típicas de la época – y ahí terminó mi experiencia radiofónica.

Debido a mis buenos resultados académicos y a las múltiples actividades adicionales que yo realizaba gané una beca para estudiar en el Rensselaer Polytechnic lnstitute (RPI)[5], una de las instituciones más prestigiosa de los Estados Unidos en el área de la ingeniería. Esta era la única beca que se otorgaba en Cuba para estudiar en ese centro. Me había hecho algunos propósitos en la vida y me esforcé para cumplirlos, como obtener la beca. Mi siguiente objetivo fue ser ingeniero y, como decía mi padre, “ser alguien en la vida”.

Una vez más, viví momentos relativamente difíciles desde el punto de vista económico. La beca sólo cubría la matrícula; lo restante: libros, albergue, alimentación, ropa, etc. corría por mi cuenta. Aprendí, por necesidad, a arriesgarme ante lo desconocido. Estaba solo, por primera vez fuera de mi casa. Todo dependía de mí. Cuando podía,  mi padre me enviaba algún dinero para sobrevivir. Creo que fui el más pobre de los alumnos de la institución. Así que, además de estudiar duro, tuve que trabajar en diversas cosas en mis horarios libres: lavar platos limpiar pisos, ser acomodador en el teatro de la universidad, organizar y clasificar libros en la biblioteca y, lo que me daba más gusto, cantar en iglesias y bares[6], además de cantar en las fiestas de la fraternidad latinoamericana a la que pertenecía y en el excelente coro del RPI.

Mantuve muy buenas relaciones de amistad, particularmente con cubanos y latinoamericanos, todos ellos de posición económica acomodada; también aprendí a divertirme con poco dinero. Se volvía a repetir la situación de los años anteriores en Cuba.  En 1954, me gradué como Ingeniero Químico. ¡Al fin, un sueño cumplido! 

En los Estados Unidos, antes de graduarme, fui contratado por la empresa  transnacional norteamericana Procter&Gamble para trabajar en su filial en Cuba llamada Sabatés S.A. productora principalmente de jabones, detergentes, y otros productos cosméticos y alimenticios. Ahí trabajé, a partir de 1954, como Jefe, primero de Investigaciones de Productos y después como Supervisor en esa misma área. Mi ascenso en la compañía fue muy rápido. Mi trabajo era muy interesante y presentaba grandes retos técnicos: estudiar los productos de la competencia, mejorar las tecnologías de los productos de la empresa y desarrollar nuevos productos. Muchas veces se presentaban problemas, en relación con la competencia, que tenían que ser resueltos con gran brevedad. Aprendí a enfrentar esos retos con toda serenidad. Eso me serviría mucho después en la vida.

Sobre mi formación, debo decir que recibí una influencia importante de la religión católica en mis años de enseñanza primaria y secundaria. Fui un católico practicante, aunque la actividad en la Juventud Católica me apasionó principalmente por su contenido social y, sobre todo, por sus insistentes y fuertes declaraciones de denuncia sobre las lacras de los gobiernos de turno. Las discrepancias internas que presencié dentro del sector religioso me decepcionaron mucho y, gradualmente, me fui apartando del catolicismo.

Me interesaba lo que sucedía en el mundo. Cuando niño había seguido paso a paso lo que salía en la prensa sobre la Segunda Guerra Mundial. También seguía lo que ocurría en la política nacional. Viví de cerca la actividad sindical, acompañando a mi padre a reuniones y hasta protestas abiertas por reivindicaciones laborales, pero mi comprensión de la dimensión política de todas esas cuestiones era muy superficial y distorsionada. En aquellos momentos, lo que yo consideraba era la solución de algunos problemas sociales en Cuba era al estilo de los filmes norteamericanos.

Me sentía anticomunista, sin saber bien por qué,  por tantas veces que me habían dicho en la escuela, leído en la prensa, en el cine, en todas partes, que el comunismo era un demonio y que el futuro estaba en alcanzar la vida al estilo del vecino del Norte: el American way of life.

La política era interesante para verla desde fuera. Era para los políticos. Mi interés, después de regresar de los Estados Unidos, estaba centrado en mi familia y en mi trabajo en la empresa donde mi futuro profesional y económico se mostraba promisorio.

Aunque me repugnaban los crímenes de la tiranía batistiana y simpatizaba con el movimiento que, en la Sierra Maestra, encabezaba Fidel Castro, yo vivía tranquilamente, al margen de los acontecimientos revolucionarios. Acostumbraba a decir que yo era solamente ‘ojalatero”: “Ojalá que se caiga Batista, ojalá que triunfe Fidel”, pero nada más. Me sentía un ingeniero, no un “político” y mi interés en aquellos momentos era vivir tranquilamente junto a mi familia y continuar desenvolviendo mis actividades profesionales.

Tenía un buen trabajo en una poderosa compañía norteamericana, con un buen salario y amplias perspectivas de desarrollo. Tenía una buena esposa y, al triunfo de la Revolución, ya tenía una hija. Todo parecía indicar que mi futuro personal, económico y profesional estaba asegurado. Estaba alcanzando lo que mi padre soñara para mí.

¡Y ahí, triunfa la Revolución!

Ø  La Revolución

Cuba, al triunfo de la Revolución, era un hervidero. Para mí, como para muchos otros, fueron momentos de grandes y rápidas transformaciones sociales y de cambios en nuestras vidas y responsabilidades. Este joven de 27 años, que se crió y vivió en condiciones muy humildes; que departió, simultáneamente, con personas del barrio y con compañeros de clases media y alta; que vivió las actividades sindicales de su padre; que fue católico practicante y dirigente activo de la Juventud Católica; que se formó en una universidad norteamericana y conoció de cerca el american way of life; que tuvo una rápida ascensión en una gran transnacional americana; que recibió ofertas importantes para emigrar a los Estados Unidos; que se consideraba anticomunista, sin saber muy bien lo que era eso; y que nunca había trabajado para el Gobierno, tendría que cambiar radicalmente su forma de vivir y de pensar.

Mis percepciones sobre todo lo que vendría después de la Revolución estarían fuertemente influenciadas por la formación tan compleja y tan contradictoria que presenté anteriormente. La adaptación y, principalmente, la asimilación de los cambios radicales de una Revolución no fueron fáciles.


Ø  Una decisión trascendental

En agosto de 1960 fueron nacionalizadas las grandes empresas pertenecientes a monopolios norteamericanos y que eran motivo de repudio popular las empresas de electricidad y telefónica, las petroleras, las del grupo de la United Fruit Co., entre otras. En octubre de 1960, mi empresa fue nacionalizada, junto con otros cientos de ellas. Coincidentemente, en esa fecha, yo caí enfermo con varicela, y debido a ello, muchos pensaron, al ver mi ausencia al trabajo, que me había marchado a los Estados Unidos, al igual que tantos otros dirigentes de la empresa. Fui visitado en mi casa  por José Manuel Viana, quien había sido Vicepresidente de Publicidad[7] y que en esos momentos era Presidente de la compañía. Él me contó que estaba saliendo para los Estados Unidos y que allá me esperaban para seguir trabajando en la Procter & Gamble. Me ofrecían un alto puesto. Realmente, la oferta me interesó. Estaba dentro de lo que yo me había trazado como el camino futuro de mi vida.

Durante mi enfermedad, Fidel hizo una intervención por la televisión anunciando que quienes abandonaran el  país no podrían regresar más a él. Eso me preocupó mucho, no me gustaba la idea de desarraigarme de mi tierra, de mi gente. Aun así seguí con la idea de aceptar la oferta que se me había hecho.

La recuperación de mi enfermedad demoró cerca de tres semanas. En mi primer día de alta médica fui a la Embajada de los Estados Unidos. Había recibido una tarjeta  de Mr. Garber la  cual me permitía entrar a ella por la puerta principal, sin tener que integrarme a las largas colas que se hacían en aquellos momentos para solicitar visas. Además,  me entregó una carta para el consulado norteamericano, explicando el cargo que yo ocupaba en la compañía y solicitando, se me otorgara una visa de entrada a los EE.UU. Con esa carta yo no tendría ningún problema.

El día que visité la Embajada, era el aniversario de la muerte de Camilo Cienfuegos. Numerosas personas, entre ellas muchos escolares de uniforme, se dirigían hacia el  Malecón habanero a arrojar al mar las tradicionales flores. Cuando iba entrando, me parecía sentir que millares de ojos me miraban con reproche y yo, como queriendo esconderme de ellos. Comencé a sentir vergüenza de lo que estaba haciendo, pero seguí adelante.

Cuando entré en la Embajada, el  local estaba repleto de personas. Al  poco rato de estar allá, llegó, Mr. Bonsal, el Embajador norteamericano. La gran mayoría de los cubanos que allí estaban se puso de pie y se aglomeraron alrededor de él para aplaudirlo. Eso me resultó chocante, pues no entendía por qué había que rendirle pleitesía a una persona que ni siquiera se dignaba a mirar a los que, a su alrededor lo aplaudían

Tuve que esperar varias horas para que me llegara el turno para la entrevista con uno de los vicecónsules. Este personaje era el  típico americano arrogante que mostraba un evidente desprecio por las personas a quien estaba entrevistando. En primer lugar, me preguntó, en un tono altanero, que ya comenzó a molestarme, por qué yo quería una visa. Le expliqué que trabajaba en la Procter & Gamble y que estaba convidado para trabajar allá. Me preguntó — en un tono aún más altanero - si yo era graduado universitario. Le dije que sí, que me había graduado de ingeniero químico en los Estados Unidos. Me dijo que tenía que probarlo. Le mostré mi anillo de graduación. Me respondió que eso no era suficiente. Le dije, ya bastante molesto, que yo era un hombre serio, que le daba mi palabra. Volvió a decirme que si no le entregaba pruebas no me podía entregar la visa.

Yo tenía en mi bolsillo la carta de Mr. Garber, la que resolvería el  problema de la visa, pero en esos momentos, la arrogancia de ese personaje, había hecho que mi paciencia llegase a su límite. Por otra parte, me acordé de las palabras de Fidel y de lo que significaba abandonar mi Patria, mi sol, mi cielo, mi gente. Eso pasó en breves instantes por mi mente Lo mandé a la mierda, me levanté y me fui.

¡Moría en aquel instante definitivamente la idea de abandonar el país!

Cuando iba de regreso para mi casa, comencé a darme cuenta de algo que yo había oído, pera a lo que no le había dado importancia: el  estímulo de los norteamericanos a la fuga de cerebros. Era la época en que el  temor de  comunismo ahuyentaba a miles de cubanos, en que miles de niños eran enviados por sus padres a los Estados Unidos. Ese movimiento, orquestado  por la CIA se conoció como Operación Peter Pan.

Mi esposa estaba ansiosa esperándome en la casa para saber qué había sucedido. A ella, en realidad, no le gustaba nada mi idea de abandonar el país, pero supeditaba su criterio al  mío. Le dije:

-     Nos quedamos. ¡Vamos a ver que es lo que pasa!

 

Ø  Mis primeros pasos dentro de la Revolución.

Cuando, al día siguiente, me incorporé al trabajo en mi empresa, ahora nacionalizada, no sabía que me pasaría. No tenía idea de quienes serían mis nuevos jefes y su actitud hacia una persona sin antecedentes revolucionarios. Por supuesto, los altos jefes de la compañía se habían marchado al  extranjero, así como muchos de los que ocupaban cargos técnicos de responsabilidad.

Me recibió el interventor, Oscar González Tapia, un hombre joven muy agradable, quien, por supuesto, no sabía nada del  negocio de la empresa. Fue muy amable conmigo. Me preguntó, por supuesto, si yo pensaba en quedarme, a lo que respondí afirmativamente. Enseguida me asignó varias responsabilidades adicionales a las que yo normalmente desempeñaba, pues era necesario suplir la ausencia de buena parte del personal calificado que había salido del país.

Desde esos mismos momentos, las nuevas condiciones de trabajo me fueron mostrando los nuevos desafíos que le presentaban a la Revolución Cubana el bloqueo que ya comenzaba a aparecer impuesto criminalmente por el gobierno de los EE.UU., las acciones internacionales y nacionales y la nueva visión del mundo que con que se proponía conducir el país. La vivencia diaria de ese proceso fue, en verdad, el impulso para la formación de mi nueva mentalidad, creando oportunidades de reflexión sobre las cuestiones políticas y sociales y trayéndome nuevos criterios que transformaron profundamente mi modo de vivir y de pensar.

Uno de los mayores desafíos se hizo evidente de inmediato. Oscar me pidió ayudarlo a enfrentar los problemas de falta de materias primas que ya se comenzaban a sentir debido al bloqueo, aunque oficialmente este hubiera comenzado en 1961[8]. Las reservas que existían de materia prima en la empresa eran muy bajas y ya no se podría importar nada de los Estados Unidos. Las negociaciones con la URSS y el resto de  campo socialista recién comenzaban y había que buscar fórmulas para mantener la producción. El pueblo necesitaba jabones, detergentes, pasta de dientes y otros de los productos alimenticios que la empresa producía. Estos son productos básicos que no deben faltar en ningún hogar, Teníamos que desarrollar nuestra inventiva para garantizar el suministro de esos bienes. Se esperaba que con mis conocimientos y experiencia, yo contribuyese para la solución de esos problemas.

Por primera vez tuve la conciencia de un hecho que sería de importancia  fundamental para mis reflexiones y posicionamiento personal: ya no estaba al servicio de los intereses de la Procter & Gamble, sino al servicio de los intereses de pueblo de Cuba. Eso daba una nueva y diferente dimensión a mi trabajo.

Desde el punto de vista técnico comencé a hacer todo la posible por desarrollar fórmulas y encontrar soluciones que permitiesen producir. Por supuesto, muchas soluciones afectaban inevitablemente la calidad de los productos. La cuestión era, en aquellos momentos, o producir bienes de primera necesidad de inferior calidad, con las materias primas que se podían conseguir o no producirlos. Evidentemente, nos decidimos por la primera alternativa. Este enfoque resolvió muchos problemas inmediatos pero tuvo, a mediano plazo, consecuencias negativas, debido a la pérdida consecuente de la cultura de la calidad. Mientras tanto, no existía otra alternativa en aquellos momentos.

Si antes de la intervención yo acostumbraba a llegar temprano a mi casa, ahora comenzaban las largas noches de trabajo con sus madrugadas, rompiéndonos la cabeza en la búsqueda de soluciones, muchas veces incalculables. El trabajo era intenso y agotador, pero significaba un reto técnico al cual nunca me había enfrentado. Al mismo tiempo, me sentía con toda la libertad y responsabilidad para tomar todas las decisiones técnicas que considerare necesarias. Poco a poco me daba cuenta de que mi trabajo técnico tomaba, por primera vez en mi vida, un significado político. Comprendí que en estas nuevas condiciones de mi país, la técnica y la política estaban estrechamente vinculadas.

La adaptación a esta nueva situación le costó trabajo a mi esposa, Ya no llegaba a casa temprano, como acostumbraba; muchas veces a altas horas de la noche. Ella, sin embargo, se dio cuenta de la importancia de mi trabajo actual.

Yo no era el único. Una revolución comenzaba a llegar a todos los centros de trabajo del país y masivamente y de manera entusiasta se incorporaban a ella miles y miles de hombres y mujeres. Comenzaba una bella y diferente etapa, donde nuevos valores políticos, sociales y humanos se incorporaban a un intenso y complejo quehacer.

Sin embargo, a pesar de ir captando intuitivamente el significado político de mi trabajo, desde el punto de vista teórico e ideológico yo no entendía mucho de los fundamentos de todo el proceso por el cual atravesaba el país. Aunque todavía no se había declarado el carácter socialista de la Revolución, se comenzaba a hablar cada vez más de marxismo-leninismo y de eso yo no tenía la menor idea, salvo lo que me habían enseñado en la escuela, en la Juventud Católica y lo que leía en la prensa de aquella época: que el comunismo era malo, funesto, contrario a la moral, al sentido humano y a la llamada democracia representativa. Por otra parte, si lo que yo estaba viendo y viviendo era realmente comunismo, no se parecía en nada a las cosas terribles que me habían enseñado. ¡Tremenda confusión!

Para intentar entender algo, compré el  Manifiesto Comunista y las encíclicas papales Rerum Novarum y Divinis Redemptori que trataban sobre los problemas obreros. Después de leer estos libros, me sentí aún más confundido. Tampoco tenía a nadie cerca de mí que me explicara con claridad estas cuestiones. Decidí entonces que la vida práctica me daría respuestas más esclarecedoras.

Por tanto, mi incorporación al proceso revolucionario no comenzó por la vía  de una comprensión teórica, sino por los caminos de un sentido ético y de una incorporación práctica, decidida y entusiasta a un trabajo creador y colectivo; sentir que estaba siendo útil a un pueblo, no a la Procter & Gamble; ver gente honesta luchando a mi lado y compartiendo las mismas dificultades; conocer de cerca a muchos revolucionarios combatientes, entre ellos muchos comunistas, todos ellos con una vida de coraje y sacrificios y que eran magníficas personas; conocer dirigentes que no eran los clásicos políticos que venían a “pegarse al  jamón” como se decía en la época de la República mediatizada, sino a personas dignas dispuestas a entregarse con todo ardor al trabajo de la Revolución. Todo eso fue consolidando mi conciencia revolucionaria. Comenzaba a conocer un mundo diferente lleno de satisfacciones morales más valiosas que las recompensas materiales que había recibido en los cargos que ocupé anteriormente..

Mi trabajo fue tan intenso y evidentemente exitoso, que fui nombrado, dentro de entonces Consolidado Químico, Jefe Técnico del área de Jabonería y Perfumería, o sea, todas las empresas de ese giro que operaban en Cuba.

Ø  EI primer gran salto para el trabajo con el Che

Durante esta etapa de Jefe Técnico, se inició una relación de trabajo, de respeto mutuo y de amistad con Mario Zorrilla, Director del Consolidado Químico. A él le debí sentirme cada vez más “cómodo” entre todos aquellos que habían tenido una participación en las luchas revolucionarias — él entre ellos -, pues en un inicio yo me sentía cohibido por no haber hecho nada, salvo comprar dos o tres bonos de 26 de Julio a José Llanusa[9], quien era cajero en la empresa. Mario me ofreció confianza y me estimuló mucho por mi trabajo. Nunca me quiso “catequizar” para la causa comunista.

En febrero de 1961, tres meses después de estar ocupando mi nueva cargo, Mario me citó una tarde a su despacho con otros dos compañeros: el lng. Miguel Urrutia, quien procedía de la antigua Goodrich y era el  Jefe Técnico de la industria de Gomas y Neumáticos, cargo de nivel similar al mío y al Ing. Nils Díaz, quien se desempeñaba en el propio Consolidado de la Industria Química. El entonces Departamento de Industrialización del Instituto de Reforma Agraria (INRA), dirigido por el Che y que fue el antecedente del posterior Ministerio de industrias, había solicitado un técnico revolucionario, bien formado, para hacerse cargo de la Vicedirección de Refinación del entonces Instituto Cubano del Petróleo (ICP). Su tarea principal seria, no sólo atender esa estratégica industria de grandes complejidades tecnológicas, que ya sentía con gran rigor los efectos del bloqueo norteamericano, sino además trabajar políticamente junto al personal técnico de las refinerías, el cual estaba abandonando masivamente el país. Más del 70% de los ingenieros más calificados de esa industria habían abandonado Cuba. Se arreciaba la promoción de la fuga de cerebros. Una de las tres personas seleccionadas por Zorrilla sería escogida para la espinosa tarea.

Yo me sentí muy honrado y estimulado por estar incluido por Mario Zorrilla en ese grupo Eso demostraba que debido a mi dedicación y a los resultados de mi trabajo, ya me consideraban un ingeniero “revolucionario”, ya me juzgaban capaz de ocupar un alto cargo de responsabilidad técnica y política. Hacia sólo cuatro meses que había estado en la Embajada de los Estados Unidos para solicitar mi visa. Tampoco entendía bien el Manifiesto Comunista ni las encíclicas papales. Por otra parte, el desafío que se presentaba era de enormes proporciones: aunque yo era un buen especialista en jabones y detergentes, sólo tenía un vago recuerdo del proceso de refinación de petróleo de mis estudios de ingeniería.

Del despacho de Zorrilla fuimos a ver al Teniente Orlando Borrego, segundo al mando del Che en el Departamento de Industrialización. Borrego, con su habitual carácter seco, fue preguntándonos que hacíamos. Nils Díaz, quien después abandonaría el país, fue eliminado inmediatamente, pues su hermano trabajaba en una de las refinerías. Quedamos Urrutia y yo. Lo interesante resultó que la importancia estratégica de los neumáticos y artículos de goma – sobre todo para el transporte – indicaba que él no debería ser dislocado del puesto que ocupaba en esa industria. Acabé siendo promovido a Vicedirector de Refinación de ICP por estar ejerciendo un cargo menos importante que el de Urrutia. Era una nueva lógica cargada de una gran racionalidad.

De la reunión con Borrego, salí muy estimulado por la responsabilidad que se me daba, pero, al mismo tiempo, altamente preocupado pues se contaba conmigo como un “técnico revolucionario” cuando hacía apenas cuatro meses que yo había considerado la hipótesis de salir del país. Sólo mi esposa sabía de esto Por tanto, esa noche conversé con Zorrilla, para explicarle esa situación que él no conocía; también le dije que yo no sabía si yo alguna vez, por mi propia formación, seria comunista. Zorrilla me escuchó con mucha calma, me dijo que él confiaba en mí y en mi honestidad y que no me preocupara por esa cuestión. De todas formas yo le pedí, dado lo estratégica que era mi posición, que me gestionara una entrevista con el Che, la cual fue relatada en las primeras páginas de este libro. Fue esa entrevista la que hizo  que mis dudas e inquietudes se disiparan definitivamente, marcando también el inicio de una nueva relación.


 



[1] En los terrenos donde estuvo primero, en los años 50, la llamada Compañía de Electricidad y hoy el Ministerio de Energía y Minas.

[2] Ahí radica hoy el Instituto Tecnológico “José Ramón Rodríguez”.

[3] El título de Alumno Eminente se otorgaba a todos los graduados que habían obtenido la calificación de sobresaliente en todas las asignaturas durante los cinco años que duraba el entonces llamado Bachillerato.

[4] Tipo de música y baile popular cubano de raíces africanas.

[5] En la ciudad de Troy, Estado de Nueva York, cerca de Albany, la capital del Estado, y de Schenectady, la sede central de la General Electric.

[6] El cantar en bares y en iglesias era clandestino, pues la visa de estudiante que poseía no lo permitía. El trabajo dentro de la universidad si era permitido.

[7] Ese cargo hoy sería llamado de Marketing.

[8]Las referencias a esos desafíos y a las condiciones y problemas existentes en Cuba para realizar las tareas relacionadas con la industria serán recurrentes en otras partes de este libro. Esto es inevitable cuando se están presentando o analizando periodos tan dinámicos y hechos que se interrelacionan de formas múltiples y complejas en tiempo y espacio. Por tanto, el lector deberá comprender que la lectura de un episodio o de un determinado foco de análisis destacado, muchas veces traerá el recuerdo de algún evento o factor ya mencionado en otras partes del libro.

[9] Después del triunfo revolucionario se le otorgaron altas responsabilidades en los sectores de la cultura, la educación y los deportes. Mantuvimos siempre una buena amistad.


Continuará