Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

jueves, 9 de febrero de 2023

Un buen enero turístico, aunque no el necesario

Quienes se dedican al sector de la hostelería en Cuba, en el sector estatal o el privado, no lo tienen nada fácil en las condiciones actuales en las que escasea hasta el papel tisú.





Un nuevo hotel en La Habana ha abierto sus puertas al público. Días atrás esa noticia competía con otras tres que de alguna manera me llamaron la atención acerca de lo difícil que la tienen quienes hoy se dedican al sector de la hostelería en Cuba, ya sea los que lo hacen desde el sector estatal o desde el sector privado.

La primera destacaba la dificultades que la única fábrica que existe en Cuba de papel tisú —para producir papel sanitario y servilletas— enfrenta hoy para cubrir las demanda tanto del mercado en general como del mercado turístico. Por cierto, se trata de una empresa mixta: Prosa.

La segunda de esas noticias fue la explicación de ETECSA acerca de la mala calidad de la conexión debido a la insuficiencia de la infraestructura y su esperanza de que a partir de la puesta en funcionamiento del cable submarino Arimao la situación mejore sustancialmente.

La tercera noticia se refería a esas aterradoras cifras de incremento de la inflación que publicó Cubadebate sobre la evolución del Índice de Precios al Consumidor, a partir de datos de la ONEI:




Sirva el problema del déficit de papel tisú como botón de muestra. Sin él, es difícil alcanzar el mínimo de confort al que cualquier turista, nacional o extranjero, aspira a disfrutar en cualquier hotel o casa de renta. Es difícil explicarle a un turista que no hay papel sanitario o servilletas.

Es, incluso, más difícil que explicarle que en un país que disfruta del bendito privilegio de estar rodeado de mar por todos lados no haya pescado fresco, algo a lo que ya el cubano se ha acostumbrado. Lo mismo podría decirse de otros productos, en especial los alimentos, frutas y vegetales incluidos, jugos naturales, etcétera.

Igual ocurre con la conexión a Internet y su calidad. Tener la garantía de acceso a la red con la calidad de sus países de origen parece ser parte de un servicio básico que de no tenerse hace la diferencia para el visitante que arriba a Cuba y que espera un servicio similar al de otros destinos del Caribe e incluso al de algunas zonas bien intrincadas y remotas de la geografía mundial.

Los precios y su sostenido incremento son otro de esos grandes obstáculos para los que han atado su vida al sector turístico. Esa dinámica hace que las fichas de costo de los productos muchas veces rebasen el presupuesto de costo por turista ante lo cual solo queda no ofertar un grupo de productos cuyos precios no hay como acomodarlos en esa ficha.

Si le añadimos a esto la existencia de múltiples tasas de cambio y múltiples monedas (CUP, MLC, CL) entonces estimar costos y utilidades se va convirtiendo en un asunto de la mayor complejidad. Las finanzas del turismo en estas condiciones difícilmente puedan orientar adecuadamente las decisiones en este sector.

Lo que quiero significar una vez más es que de nada vale construir e inaugurar nuevos hoteles como parte de una ¿estrategia? para competir con los otros destinos del Caribe si una parte decisiva de lo que impacta de forma directa en la competitividad de nuestra industria turística queda fuera del alcance de las empresas hoteleras y de las autoridades del sector.

A ello habría que agregar el drenaje sistemático de fuerza de trabajo calificada en todos los puestos de trabajo que un hotel requiere. El sector turístico, como otros sectores del país sufre este flagelo y paga por él en calidad —o falta de calidad— del servicio.

Es cierto que aún tenemos una población con un grado de instrucción elevado, pero ello para nada garantiza lograr atraer a trabajadores con las competencias adecuadas para ser empleados en el sector turístico. La formación lleva tiempo, es una inversión costosa y su recuperación demora.

El sector turístico cubano además ha perdido esa atracción que antes ejercía sobre la fuerza de trabajo, en parte porque otros sectores compiten por ella y pagan mejor; en parte también porque la Tarea Ordenamiento y la inflación resultante han reducido el atractivo salarial que antes existía. El éxodo migratorio hacia el exterior es una herida por la que sangra este sector, tanto como cualquier otro.

El pronóstico de crecimiento de 3 % del PIB para este año 2023 se basa, como un sector clave, en el turismo. Esos 3,5 millones de turistas que se pronostica recibirá Cuba se espera que generen ingresos mayores que los del 2022.

Es cierto que el componente importado de la estructura de costos de los hoteles hará que los ingresos netos puedan incluso ser menores que lo esperado; no obstante, bienvenidos sean los visitantes.

A pesar de los pesares, dentro de los que incluyo regulaciones extemporáneas que deberían eliminarse de inmediato, el turismo va creciendo.

La cuarta noticia relevante de estos días es que en el mes de enero arribaron al país 246 mil visitantes al país. En comparación con los 86 424 de enero del 2021, esto representa un crecimiento de 284,6 %.

Muy bueno sin dudas, aunque si se examina el comportamiento mensual del arribo de turistas en los años en que se alcanzaron cifras de arribos parecidas, entonces cabe la duda. De mantenerse ese ritmo, ¿será posible alcanzar esos 3,5 millones previstos?

Fuente: Anuario Estadístico 2018.

Lo que los datos muestran es que para alcanzar más de 3 millones de turistas en el año, el comportamiento del mes de enero es decisivo y se requiere de arribos por encima de los 300 mil turistas.

La cifra alcanzada pone una señal roja en el sector pues obliga a crecer significativamente en febrero, marzo y abril para compensar lo obtenido en enero. En los años en que se recibieron menos de 300 mil turistas en el primer mes del año, el arribo anual no rebasó los tres millones.

También podría ocurrir que el comportamiento de este año no siga el histórico, pero hasta el momento nada permite fundamentar esa idea.

Una vez más la tarea del turismo es grande, tendrá que luchar contra factores externos contra los cuales poco puede hacer —no sólo el bloqueo—; contra viejas limitaciones de las cuales le ha costado desembarazarse; contra regulaciones internas que limitan sus oportunidades; contra un entorno macroeconómico que no le ayuda, en especial la distorsión monetaria y cambiaria; contra la pérdida de personal competente y las dificultades para reponerlo.

Tendrá que encontrar en esos nuevos actores de la economía a los que todavía miran de soslayo lo que el sistema empresarial estatal no le provee y, sobre todo, tendrá que librar una gran batalla contra sus propios fantasmas.

Es grande la tarea, tan dura como lo fue aquella de los primeros años de su renacimiento allá por los finales de los ochenta del siglo pasado. Solo que hoy los tiempos son muy distintos.

La creciente brecha de productividad de Estados Unidos



MILÁN/GRANVILLE, OHIO – Estados Unidos tiene un problema de productividad, aunque es difícil detectarlo si solo se analizan las industrias que producen bienes y servicios que se comercializan a nivel internacional. Como estos bienes y servicios representan solamente un tercio del PIB y apenas más del 20% del empleo, como es normal en una economía desarrollada, también es importante considerar el sector no-comercializable que incluye a las otras dos terceras partes de la economía.

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El sector comercializable de la economía incluye a la agricultura, la forestación, la pesca y la industria -la producción de bienes, ya sea como productos finales o intermedios-. En 2021, representaba un tercio del valor agregado comercializable. El sector comercializable también incluye servicios como investigación y desarrollo, consultoría, información y un alto porcentaje de finanzas. En conjunto, los servicios representan alrededor de dos tercios del valor agregado comercializable -un porcentaje que ha aumentado en las últimas dos décadas.

El valor agregado para una empresa o industria se calcula sustrayendo los insumos comprados como energía y productos intermedios -excluyendo mano de obra y capital- de las ventas totales en dólares. Se puede entender como el valor creado por la combinación de mano de obra y capital. Ese valor luego se captura como ingreso para la mano de obra (formando el límite superior de la compensación promedio de empleados en el sector) y retornos para los dueños del capital.

El valor agregado para el empleado, por ende, es una medida de productividad de la mano de obra. Y, en el sector comercializable de Estados Unidos, ha aumentado sostenidamente en las dos últimas décadas tanto en manufactura como en servicios, alcanzando aproximadamente 185.000 dólares (en dólares constantes de 2012) en 2021. En el mismo período, el crecimiento de la productividad en este sector promedió cerca del 3%. Si esto hubiera sido válido para la parte no comercializable de la economía -incluyendo los sectores de alto empleo como los gobiernos, la atención médica, el comercio minorista tradicional, los servicios de alojamiento y alimentación, la educación y la construcción-, nadie tendría que preocuparse por la productividad.

No hay una buena manera de medir la productividad del gobierno, porque los mercados no le ponen precio al valor creado por servicios que normalmente no se venden. Para fines contables, el valor agregado para el gobierno se mide por los costos de la mano de obra y del capital, y la presunción es que los mecanismos democráticos de elección colectiva eliminarán los servicios cuyos costos excedan los beneficios percibidos. Pero ese enfoque no brinda mucha información sobre la productividad: el hecho de que el valor agregado por empleado gubernamental haya crecido muy lentamente -el 0,25%, en promedio, en el lapso de dos décadas- solo significa que, en promedio, los costos de mano de obra y capital crecieron aproximadamente al mismo ritmo que el empleo.

Para el resto de la economía no comercializable, sin embargo, sí podemos medir el crecimiento de la productividad y los resultados -basados en datos específicos de la industria de la Oficina de Análisis Económico para el empleo y el valor agregado real (en miles de millones de dólares constantes de 2012)- son muy diferentes del panorama comercializable y distan de ser halagüeños: solo el 0,57% por año en los últimos 20 años. Esto refleja niveles de productividad por debajo del promedio y, en la mayoría de los casos, un crecimiento de la productividad bajo a moderado en los sectores de alto empleo.

Por ejemplo, en 2021, el sector de hotelería emplea a 12 millones de personas, tiene un valor agregado por empleado de 41.355 dólares -menos de un tercio del promedio nacional de 130.000 dólares- y un crecimiento de la productividad del 0,26%. El sector de atención médica y asistencia social emplea a 20 millones de personas, con un valor agregado por empleado de 73.624 dólares y un crecimiento de la productividad del 0,71%. Para la construcción, las cifras son de 7,6 millones, 87.425 dólares y -1,21%, respectivamente.

No siempre hubo una brecha importante entre los sectores comercializables y no comercializables. Por el contrario, como demuestra el gráfico, la productividad de la mano de obra era de alrededor de 100.000 dólares en toda la economía en 1998. Pero, en 2021, después de más de dos décadas de divergencia estable, el valor agregado por empleado en el sector comercializable era casi el doble del nivel en el sector no comercializable.

Por definición, no existe ninguna oferta o demanda externa en los sectores no comercializables y, por ende, ninguna competencia o especialización externa. Por lo tanto, son entidades domésticas, y hasta locales, las que abastecen a estos sectores. En otras palabras, el lado de la oferta y la demanda deben coincidir.

Hoy, sin embargo, muchas partes no comercializables de la economía -incluidas todas las áreas de alto empleo- están experimentando una escasez de mano de obra. Esto, en parte, es porque factores como el estrés, las cuestiones de seguridad, la baja compensación y la falta de flexibilidad alejan a los trabajadores de esos empleos. Pero las brechas de capacidades también influyen. Teniendo en cuenta esto, eliminar las barreras para la adquisición de capacidades e ingresos de mayor nivel es un componente crítico de cualquier agenda de transición estructural.

La demanda de servicios de atención médica, hotelería y construcción no van a caer. Por lo tanto, las restricciones de oferta de mano de obra pueden derivar en salarios más elevados y precios más altos, lo que haría aumentar, en cierto modo, los ingresos y la productividad medida de la mano de obra. Pero debe hacerse más para impulsar el crecimiento de la productividad en los sectores de baja productividad, mitigando así las restricciones de la oferta, que el envejecimiento de la población va a exacerbar.

Las tecnologías digitales han sido un motor importante del crecimiento de la productividad en industrias de rápida expansión. Dados los avances recientes en robótica e inteligencia artificial, hay muchos motivos para creer que esto continuará. Pero el progreso en servicios y manufactura de alta calidad por sí solo no alcanza. Estas tecnologías potentes también deben aplicarse en las partes de la economía de bajo valor agregado, de bajos salarios y de bajo crecimiento de la productividad.

Dadas las restricciones de oferta de mano de obra y los shocks económicos -vinculados, por ejemplo, al cambio climático y a la geopolítica-, el argumento a favor de intervenciones para impulsar la productividad es claro. A menos que los responsables de las políticas utilicen una combinación de inversión e incentivos para revertir las tendencias negativas de la productividad, Estados Unidos logrará un crecimiento, en el mejor de los casos, modesto. Peor aún, el crecimiento que obtenga será sumamente desparejo y hará que muchos no reciban sus beneficios.

MICHAEL SPENCE, a Nobel laureate in economics, is Professor of Economics Emeritus and a former dean of the Graduate School of Business at Stanford University. He is Senior Fellow at the Hoover Institution, Senior Adviser to General Atlantic, and Chairman of the firm’s Global Growth Institute. He serves on the Academic Committee at Luohan Academy, and chairs the Advisory Board of the Asia Global Institute. He was Chairman of the independent Commission on Growth and Development, an international body that from 2006-10 analyzed opportunities for global economic growth, and is the author of The Next Convergence: The Future of Economic Growth in a Multispeed World (Macmillan Publishers, 2012).


BELINDA AZENUI is Assistant Professor of Economics at Denison University.

Priorizar la producción de alimentos y la exportación. Comentario HHC

 El vice primer ministro cubano, Alejandro Gil Fernández, llamó a priorizar dentro de la inversión extranjera, la producción de alimentos, y en las exportaciones, explorar las potencialidades no solo en rubros tradicionales

El pasado año las exportaciones en este sector no se cumplieron. Foto: Nuria Barbosa León

El vice primer ministro cubano y titular de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández, exhortó a los principales directivos del Ministerio de la Industria Alimentaria (Minal) a priorizar dentro de la inversión extranjera, la producción de alimentos, y en las exportaciones, explorar las potencialidades no solo en rubros tradicionales, sino en otros que apenas se explotan y pueden aportar significativos dividendos, reporta la Agencia Cubana de Noticias (ACN).

En la continuación de un grupo de encuentros con organismos de la Administración Central del Estado, cuyos ingresos impactan en la economía, el alto funcionario reiteró que el plan para 2023 será bien tenso por las limitaciones derivadas del bloqueo estadounidense, precios elevados, conflictos y catástrofes naturales.

Ante la escasez de las divisas que necesita el país para desarrollarse y pagar sus deudas, en presencia de los ministros Manuel Santiago Sobrino, del Minal; y Rodrigo Malmierca, del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, se pasó revista al comportamiento de esta última actividad, las exportaciones y los negocios surgidos durante las ferias internacionales de La Habana y de Alimentos, efectuadas en 2022.

En la reunión se recordó que el pasado año las exportaciones en este sector no se cumplieron, pues el plan se ejecutó al 92 %, y aunque el escenario continuará siendo complejo, existen siete proyectos con capital foráneo a los que el organismo da la máxima prioridad.

Algunos de ellos ya estarán listos en marzo venidero y otros en el transcurso del año, y se trata de contratos de Asociación Económica Internacional para la prestación de servicios de refrigeración; la producción y comercialización del Pepino de Mar y para el cultivo, procesamiento y comercialización de esponjas marinas, de pescado y de ginebra.

La relación incluye una empresa mixta destinada a la producción y comercialización de productos derivados del cacao y la chocolatería y otra a la de aguas, refrescos, cervezas y maltas en la fábrica Tínima.

Durante el encuentro, varios directivos mencionaron como rubros que podrían potenciarse, dado sus altos dividendos y demanda, el camarón, el café y la angula.

El Vice primer ministro orientó valorar en cada caso todo lo concerniente a las relaciones contractuales con el inversionista extranjero o socio, posibles mercados, si el negocio es competitivo, cómo se amortiza la inversión, qué beneficios aportará al país y procurar siempre que los ingresos en divisas provengan del exterior y no de las ventas en frontera.

Incluso, tras la reciente aprobación de un esquema cerrado de financiamiento en divisas para sectores como el turismo, las telecomunicaciones y la salud, señaló que podría ser de gran utilidad encadenarse con estos.

El seguimiento a acuerdos de las giras internacionales del Presidente de la República y del Primer Ministro, con el objetivo de potenciar las relaciones de cooperación y asesoría con países del Caribe, fue también tema del encuentro, y al respecto se habló del aporte del Grupo Empresarial de la Industria Pesquera con la realización de cursos y el impulso de la acuicultura.

Para 2023 el plan de exportaciones del sector está valorado en 232 787 600 dólares, en el que sobresalen las ventas de rones y productos pesqueros, y particularmente en los ingresos se planifica un crecimiento superior a los 11 357 000 dólares.

Comentario HHC: Necesitamos inversiones externas, Y SOBRE TODO  internas en la agropecuaria. Importamos 2 000 millones de usd anuales en alimentos. ¿ Si parte de ese dinero, se invirtiera en cooperativas y /o empresas en la rama agropecuaria ?¿ No obtendríamos producciones nacionales que puedan sustituir parte de las importaciones?

La pregunta esencial, es  ¿ qué hay que hacer para autobastecernos de  alimentos como país en lo fundamental ? ¿ Las inversiones sobrepasarian los 2000 millones anuales?.