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miércoles, 11 de junio de 2025

¿Cómo revitalizar la industria azucarera cubana?. Comentario HHC

11 junio 2025


La caña de azúcar es una de las pocas plantas que tiene la capacidad de entregar toda el agua y la energía necesarias para producir, no solo el azúcar, sino también la miel y la cachaza. Esta característica única, sumada a su importancia económica, convirtió durante siglos a este cultivo en uno de los pilares de la identidad y la economía de Cuba. Sin embargo, un análisis del decrecimiento de la producción de caña de azúcar desde 1990 hasta 2024 revela un proceso complejo, marcado por múltiples causas y con efectos profundos tanto en la industria azucarera como en la vida del país.

Las causas del declive

Uno de los primeros grandes factores que explican el desplome de la industria azucarera fue la crisis económica post-soviética. La caída de la Unión Soviética y el fin del apoyo económico que recibía Cuba resultaron en una crisis profunda a la economía nacional provocado por la pérdida de los subsidios y un mercado que estaba asegurado, especialmente para el azúcar, donde la Isla llego a exportar más de 4 millones de toneladas de azúcar.

Más adelante, en el año 2002, se implementó la llamada Tarea Álvaro Reynoso. Esta reestructuración, justificada oficialmente por la caída de los precios internacionales del azúcar, resultó en la paralización y cierre de aproximadamente el 50 % de los centrales azucareros existentes en el país.

Lo correcto hubiera sido la preservación de estas instalaciones, y lo más importante, de la fuerza de trabajo asociada a ellas. Sin embargo, esto no ocurrió, no solo se desmantelaron las calderas, sino también se abandonaron las infraestructuras adyacentes, y se desaprovechó la experiencia acumulada de generaciones de trabajadores que se habían formado durante décadas.

A los factores antes expuestos debe sumársele uno medular: la falta de inversión en la modernización, lo cual llevó a una disminución en la eficiencia y productividad. Muchas fábricas operaban con maquinaria obsoleta y por ende estaban casi paralizadas, en consecuencia, no necesitaban caña para su molienda. La industria azucarera ha recibido en los últimos años menos del 1 % de las inversiones del país, algo que se puede considerar una distorsión total de la distribución de las inversiones.

En el campo, la situación no fue mejor. Además de los problemas como plagas y enfermedades de las plantas que afectaron los rendimientos y tuvieron pocos recursos financieros para enfrentarlos, el desinterés por el cultivo de caña de azúcar creció en paralelo a la migración rural y al envejecimiento de la población agrícola, lo cual contribuyó a la disminución de áreas sembradas.

Un análisis del demógrafo Juan Carlos Albizu Campos y del economista Omar Everleny destaca un acelerado vaciamiento del campo cubano. El grado de urbanización entre la población alcanzó el 77.1 % en el bienio 2021‑2022, reflejando un éxodo significativo del campo hacia las ciudades. En provincias agrícolas clave como Artemisa la proporción urbana llegó al 68.8%. Este masivo éxodo rural, no sólo vacía los campos cañeros, sino que degrada la infraestructura y servicios en las zonas rurales, y debilita la base laboral necesaria para sostener la producción de caña de azúcar.

Por otra parte, las políticas agrarias implementadas por el gobierno tampoco favorecieron el sostenimiento de la producción cañera. Se priorizó la siembra de otros cultivos, reduciendo significativamente la superficie dedicada a la caña de azúcar. El intento de diversificar la producción agrícola desvió recursos y atención, pero no logró que el país produjera de manera autosuficiente los alimentos básicos que necesitaba. Paradójicamente, mientras la producción de caña disminuía, crecían las importaciones de productos agrícolas esenciales como arroz y granos.

Las políticas agrarias implementadas por el gobierno tampoco favorecieron el sostenimiento de la producción cañera.

A este complejo panorama se sumó el impacto del cambio climático. En los últimos años, fenómenos extremos como sequías prolongadas e inundaciones severas han afectado a toda la agricultura cubana, incluyendo de manera significativa a los cultivos de caña. Estas condiciones adversas, que tienden a repetirse y agravarse con el paso del tiempo, y para las cuáles tampoco ha existido una estrategia eficiente de adaptación, colocan a la producción agrícola en una situación de permanente vulnerabilidad.

Los efectos del colapso de la industria azucarera

Las consecuencias de este decrecimiento en la producción de caña no tardaron en hacerse sentir. En primer lugar, la producción de azúcar cayó de manera estrepitosa. Mientras en los años 90 Cuba producía más de 8 millones de toneladas anuales, en la actualidad apenas se producen menos de 100 000 toneladas, y se prevé que para 2025 se mantenga por debajo de esa cifra. El pasado año se informó que de 36 centrales que quedaban disponibles solo 15 participarán en la actual zafra.

Esta caída obligó al país a recurrir a la importación de azúcar para cubrir, aunque sea parcialmente, la demanda interna. Según un reporte de la organización Cuba Trade and Economic Council, en 2024 la Isla importó desde Estados Unidos productos azucareros por un valor total estimado de 3,795,446 dólares. Esta cifra incluye diversas formas de azúcar, entre ellas 230,750 USD en azúcar cruda, 547,797 USD en azúcar refinada para venta al por menor, y 683,262 USD en azúcar refinada sin sabor para uso industrial o general. Además, se registraron 31,741 USD en azúcares y jarabes no especificados derivados de caña o remolacha, y 2,298,888 USD en jarabes, mieles artificiales y otros derivados no saborizados ni coloreados, dentro de los cuales se incluyen productos como caramelo y miel sintética.

Una paradoja para una nación que durante mucho tiempo fue uno de los principales exportadores mundiales del producto. Esta dependencia de las importaciones, además, agrava la balanza comercial y debilita aún más la ya deteriorada economía nacional.

La industria azucarera, que en su momento fue considerada la locomotora de la economía cubana, perdió su condición de sector estratégico. Su declive ha resultado en pérdidas de empleo y ha afectado a comunidades enteras que dependían del cultivo y procesamiento de caña por lo que vieron aumentar la pobreza y el abandono.

Además del azúcar en sí misma, la caída de la producción de caña afectó gravemente a la producción de sus derivados. Productos como la melaza, el ron y el bioetanol, esenciales tanto para el consumo interno como para la exportación, también sufrieron un retroceso. Incluso se ha puesto en riesgo la producción de rones cubanos, que forman parte de la identidad cultural del país y que tienen un importante mercado internacional.

Por si fuera poco, la reducción de la oferta de azúcar y sus derivados en el mercado interno ha provocado un aumento de los precios minoristas, lo que a su vez ha incrementado el costo de vida de los cubanos, ya presionado por múltiples causas.

Para que se tenga una idea, hoy un kilogramo de azúcar blanca puede costar alrededor de 600 pesos, estamos hablando de la tercera parte de la pensión de un jubilado. Pero este aumento de precios y escasez además repercute en otros productos y servicios que dependen del azúcar, como puede ser la gastronomía o la repostería.

En resumen, estamos hablando de un renglón que dejó de ser una de las principales fuentes de ingresos en divisas del país mediante las exportaciones, para ser incapaz de, siquiera, suplir el consumo nacional; de locomotora de la economía, no terminó siendo ni un vagón.

¿Qué hacer para revertir la situación?

Ante un panorama tan sombrío, resulta imprescindible preguntarse qué acciones podrían tomarse para revertir el declive de la producción de caña de azúcar en Cuba. Queda claro que requiere enfoque integral que incluya inversiones en tecnología, políticas agrícolas sostenibles y un compromiso renovado con el desarrollo rural.

Una primera medida necesaria sería la modernización de la infraestructura y la tecnología. Es imprescindible invertir en maquinaria nueva para los centrales azucareros y en técnicas agrícolas modernas, como los sistemas de riego eficiente y el uso de biotecnología aplicada al mejoramiento genético de la caña. Estas innovaciones permitirían aumentar la eficiencia y la productividad del sector.

También es fundamental apostar por la capacitación y el desarrollo de los recursos humanos. Se necesitan programas de formación técnica que actualicen los conocimientos de los trabajadores agrícolas y de los técnicos industriales, al tiempo que se implementen estrategias para atraer a jóvenes profesionales al sector mediante incentivos educativos y laborales.

La diversificación de productos es otra estrategia crucial. No se trata únicamente de producir azúcar, sino de fomentar la producción de derivados como melaza, ron, bioetanol, e incluso innovar con nuevos productos como bioplásticos o alimentos procesados a partir de caña de azúcar. Esta diversificación permitiría reducir la dependencia de un solo producto y abrir nuevas oportunidades en mercados nacionales e internacionales.

En cuanto a la gestión agrícola, es indispensable promover prácticas sostenibles que protejan la salud del suelo y fomenten la productividad a largo plazo. La creación y fortalecimiento de cooperativas agrícolas podría facilitar el camino, permitiendo a los productores pequeños trabajar juntos para mejorar la eficiencia, compartir recursos y acceder a mercados.

El acceso a financiamiento también debe mejorar. Se necesitan créditos blandos y subvenciones que permitan a agricultores y empresarios del sector renovar sus equipos, mejorar sus técnicas de cultivo y expandir sus operaciones. Además, la promoción de la inversión extranjera podría aportar el capital y la tecnología que el país no tiene.

La investigación y el desarrollo deben jugar un papel central. Es fundamental fomentar la colaboración entre universidades, centros de investigación y productores, para desarrollar nuevas variedades de caña resistentes a plagas y fenómenos climáticos extremos, y para perfeccionar los procesos de cultivo y de industrialización. Esto puede empezar con la implementación de proyectos piloto para probar nuevas técnicas y tecnologías antes de una implementación a gran escala.

Todo esto debe estar acompañado de políticas gubernamentales favorables. Es imprescindible implementar reformas estructurales que eliminen la burocracia excesiva, faciliten el acceso a insumos, reduzcan los obstáculos a la comercialización y protejan especialmente a los pequeños productores. Igualmente debe permitirse al sector privado cubano, que ha demostrado resultados favorables en otras áreas, una mayor imbricación en la producción azucarera, eliminando las prohibiciones que les permiten inscribirse en este rublo.

Finalmente, una vía adicional que podría explorarse es el turismo agroindustrial. Visitas a antiguas plantaciones, fábricas de azúcar restauradas y eventos culturales relacionados con la historia del azúcar en la Isla podrían generar ingresos alternativos y contribuir a preservar la memoria histórica de la industria azucarera.

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Revertir el decrecimiento de la producción de caña de azúcar en requiere un enfoque integral que combine modernización tecnológica, capacitación, diversificación de productos y apoyo gubernamental. Sin embargo, de llevar a cabo las reformas pertinentes, todavía posible es posible, no solo revitalizar la industria azucarera, sino también contribuir al desarrollo económico sostenible del país en un sector que fue y seguirá siendo parte irrenunciable de la cultura y la identidad cubana.

Comentario HHC:   Lo que le falta al artículo es un cálculo aproximado de cuantos millones de usd  hay que invertir para reactivar la industria azucarera.

El Director General de Azcuba nada de esto ha cumplido o mejor, dijo que un por ciento importante de estas medidas estaban cumplidas. Algo no funciona, o las medidas eran insuficientes, o en Azcuba dan por cumplidas las que no son. De cualquier forma los resultados hablan por si mismo.

El III Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba analiza una propuesta de 93 medidas para salvar la industria azucarera, sus derivados y la generación de energía eléctrica.
Desde el 2017 las producciones en el sector han estado decreciendo y el 2021 fue el momento más crítico.
Las medidas abarcan las áreas de la producción, el financiamiento, la logística, la gestión, el potencial humano, entre otras.
Los miembros del Comité Central califican el programa como contundente, profundo y urgente para salvar este importante sector.
Más de 160 mil trabajadores están vinculados directamente a la industria azucarera; 600 mil personas se relacionan de alguna manera con ella.
Es el centro de la vida de medio centenar de municipios y bateyes, por eso se habla aquí también de que es identidad de la Nación.
Díaz-Canel: La industria azucarera es parte de la historia, la la tradición y el patrimonio cultural de #Cuba
🇨🇺
.
La estrategia que estamos aprobando es de cambios sustanciales, de total transformación. No se trata de seguir haciendo más de lo mismo.
El Primer Secretario se refirió también a la urgente necesidad de un cambio de mentalidad en el sector y la capacitación de quienes dirigen sus procesos.

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Lo que dice la IA para producir 1 millon de ton de azúcar al año.

Para producir 1 millón de toneladas de azúcar por zafra en Cuba, se puede escalar proporcionalmente el modelo anterior, ajustando eficiencias y economías de escala. Aquí tienes el plan de inversión sintetizado, adaptado al nuevo objetivo, manteniendo enfoque profesional y realista:


✅ OBJETIVO PRODUCTIVO

Producción anual: 1 millón de toneladas de azúcar cruda
Área cañera requerida: ~130,000–150,000 hectáreas (a 70–80 t/ha)
Ingenios necesarios: 18–20 ingenios modernos (producción media: ~50–60 mil ton/año)


🏭 1. Infraestructura Industrial

  • Rehabilitación o construcción de ingenios:

    • 18–20 centrales con sistemas modernos de automatización, cogeneración eléctrica y eficiencia hídrica.

    • Inversión estimada: USD 12–18 millones por ingenio.

  • Plantas de apoyo:

    • Producción de cal, vapor, reparación de partes, almacenaje.

🟦 Subtotal industrial: USD 300–360 millones


🌱 2. Producción Agrícola

  • Renovación genética y siembra de 130,000–150,000 ha.

    • Inversión en fertilizantes, bioinsumos, variedades resistentes.

  • Mecanización del campo:

    • Tractores, sembradoras, cosechadoras, sistemas de riego y drenaje.

🟩 Subtotal agrícola: USD 900–1,200 millones
(~USD 7,500–8,000/ha incluyendo mecanización y rehabilitación de suelos)


🚛 3. Transporte y Logística

  • Modernización del transporte cañero:

    • Camiones, tolvas, vagones ferroviarios y caminos internos.

    • Centros logísticos y de acopio regional.

🟧 Subtotal logística: USD 80–100 millones


👨‍🏫 4. Tecnología, Gestión y Capital Humano

  • Implementación de:

    • Sistemas de gestión agrícola e industrial digitalizados (ERP agrícola e industrial).

    • Capacitación técnica, cooperativas, cuadros de mando.

    • Inversión en R&D (biofábricas, eficiencia energética, derivados como etanol, bagazo, biofertilizantes).

🟪 Subtotal tecnología y RR.HH.: USD 70–100 millones


📊 Resumen Financiero Total – Plan Escalado

RubroEstimación USD
Rehabilitación de ingenios300 – 360 millones
Agricultura y maquinaria900 – 1,200 millones
Transporte y logística80 – 100 millones
Tecnología y RR.HH.70 – 100 millones
Total estimado1,350 – 1,760 millones

🧭 Notas estratégicas

  • Este volumen permitiría a Cuba cubrir el mercado nacional y exportar excedentes, estabilizando ingresos por divisas.

  • ROI proyectado (con precio de exportación entre 450–550 USD/ton): recuperación entre 7–9 años, dependiendo de eficiencia y precios internacionales.

  • Si se vincula cogeneración eléctrica con la red nacional → mejora el retorno en hasta 20%.