Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

viernes, 24 de septiembre de 2021

Producir más y mejores alimentos, desafío para Cuba en la pospandemia

Cuba exhibe experiencias positivas con respecto a la producción de alimentos sobre bases sostenibles, forzadas en parte por el hecho de que el país no ha contado con recursos para importar fertilizantes, agroquímicos y equipos para un desarrollo agrícola convencional.

ECONOMÍA Luis Brizuela 23 septiembre, 2021




Un vendedor atiende a una clienta en un mercado agropecuario de gestión privada en La Habana. El Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional de Cuba que propone producir alimentos de forma segura y sostenible, a fin de que la ciudadanía acceda a una alimentación balanceada, nutritiva e inocua, reduciendo la dependencia de medios e insumos externos, y con respeto a la diversidad cultural y responsabilidad ambiental.

Foto: Luis Baños / IPS

La Habana, 23 sep.- Cuba ha definido la producción de alimentos como un asunto de seguridad nacional, pero incrementar los cultivos y concretar la deseada soberanía en el sector necesitará, entre otras medidas, una modificación integral del sistema alimentario local.

La Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de las Naciones Unidas, que se celebra este jueves 23, resulta una oportunidad para que este país caribeño exponga sus planes al respecto, a la vez de conocer experiencias relacionadas con una mayor eficiencia, inclusión, adaptabilidad y sostenibilidad de esos sistemas.

La Cumbre, de carácter virtual, ocurre durante la semana de sesiones de alto nivel de la 76 Asamblea General de la ONU, inaugurada el martes 21, y de la Década de Acción para alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2030, el segundo de los cuales propone poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria, mejorar la nutrición y promover la agricultura sostenible.

El tema agroalimentario también marcó la VI Cumbre de jefas y jefes de Estado y de gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), celebrada el 18 de septiembre en forma presencial en Ciudad de México.

La declaración final, suscrita entre otros mandatarios por el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, exhortó a fortalecer la cooperación para lograr sistemas alimentarios más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles, a fin de mejorar la producción, la nutrición, el medioambiente y la calidad de vida en los países que integran el mecanismo de participación política e integración regional.

“Hay una clara orientación del gobierno para poner el conocimiento y la ciencia al servicio de la producción de alimentos”, explicó a IPS Marcelo Resende, representante en Cuba de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

El gobierno de Díaz-Canel mantiene reuniones periódicas con grupos de científicos, expertos, técnicos y agroproductores con el objetivo de integrar resultados tecnológicos y de innovación en el impulso al Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional.

La estrategia, aprobada en julio de 2020, traza vías para producir alimentos de forma segura y sostenible, a fin de que la ciudadanía acceda a una alimentación balanceada, nutritiva e inocua, reduciendo la dependencia de medios e insumos externos, y con respeto a la diversidad cultural y responsabilidad ambiental.

“Los impactos que ya hoy se hacen sentir asociados a la variabilidad climática y la vulnerabilidad del país implican una carga económica de grandes dimensiones para Cuba, que se hacen más críticos, dadas las limitaciones económicas y las dificultades para acceder a financiamiento internacional”: Marcelo Resende.

Disminuir la dependencia de las importaciones de alimentos resulta de una elevada prioridad para esta nación que importa casi 80 por ciento del consumo de sus 11,2 millones de habitantes, y eroga para ello unos 2000 millones de dólares anuales.

Cuba exhibe experiencias positivas con respecto a la producción de alimentos sobre bases sostenibles, forzadas en parte por el hecho de que el país no ha contado con recursos para importar fertilizantes, agroquímicos y equipos para un desarrollo agrícola convencional.

Un porcentaje significativo de las verduras y hortalizas que llegan a la mesa de las familias cubanas desde inicio de los años 90 se deben al Programa de la agricultura urbana y suburbana, montado sobre principios de la producción agroecológica en cultivos organopónicos, huertos y pequeñas fincas en la periferia de ciudades y otras localidades.

Pero pese a este esfuerzo, este país insular caribeño se ve forzado a importar alimentos por valor de 2000 millones de dólares, lo que hace perentorio la modificación de los sistemas agroalimentarios para aliviar el uso de divisas en el sector y paliar los déficits crónicos en productos básicos en las mesas cubanas.Un trabajador prepara con una maquina agrícola la tierra para el cultivo en la cooperativa Abel Santa María Cuadrado, en el municipio de Alquízar, en la provincia de Mayabeque, en el oeste de Cuba. Uno de los principales retos del país es el aumento de la superficie agrícola cultivada, que al cierre de 2019 solo alcanzó 49 por ciento los de 6,4 millones de hectáreas con potencial para cultivar.

Brechas

Otras estrategias y políticas distan todavía del propósito de aumentar y satisfacer la demanda de alimentos.

El Programa de Autoabastecimiento Municipal iniciado en 2016 proyecta que cada ciudadano acceda mensualmente a 13,6 kilogramos por habitante de productos agrícolas como algunos tipos de tubérculos, hortalizas, granos y frutas.

Sin embargo, en 2019 el indicador se ubicó en alrededor de nueve kilogramos de dichos alimentos, de acuerdo con cifras del Ministerio de la Agricultura.

“En los últimos años se aprecia una contracción y estancamiento de la producción agropecuaria en la mayoría de los rubros esenciales para la alimentación, así como el deterioro de los rendimientos en el quinquenio 2015-2019”, reconoció el I Informe Nacional Voluntario de Cuba presentado en julio ante el Foro Político de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible.

El documento mencionó la necesidad de incrementar la superficie agrícola cultivada, la cual al cierre de 2019 solo alcanzó 49 por ciento (3,1 millones de hectáreas) de 6,4 millones de hectáreas con potencial para actividades agrícolas en este archipiélago.

A ello se suma que apenas 19 por ciento de la superficie cultivada se encuentra bajo riego, mientras 70 por ciento de los terrenos presentan algún factor que limita su productividad como la erosión, salinidad, acidez, mal drenaje, baja fertilidad y contenido de materia orgánica y escasa retención de humedad.

No obstante, el Programa nacional de mejoramiento y conservación de suelos, que impulsa desde 2001 el Ministerio de la Agricultura, ha aportado algún tipo de beneficio a casi un tercio de la superficie cultivada.

Disponer de sistemas agroalimentarios que garanticen el autoabastecimiento en los 168 municipios y 15 provincias cubanas es un reto si se tiene en cuenta, además, la elevación de la temperatura global, los más largos periodos de sequía y los huracanes cada más intensos que amenazan a los pequeños estados insulares en desarrollo.

“Los impactos que ya hoy se hacen sentir asociados a la variabilidad climática y la vulnerabilidad del país implican una carga económica de grandes dimensiones para Cuba, que se hacen más críticos, dadas las limitaciones económicas y las dificultades para acceder a financiamiento internacional”, valoró Resende.

Los efectos del embargo estadounidense, desde 1962, obstaculizan la compra de maquinaria, tecnología e insumos para desarrollar y modernizar una industria agroalimentaria descapitalizada, una casi inexistente flota pesquera y con modelos de gestión poco eficientes, entre otros factores.

“Hay que otorgarle más prioridad a las inversiones en el sector agropecuario cubano, dado su condición estratégica”, analizó en diálogo con IPS el economista Armando Nova.

De acuerdo con el experto, “deben aprovecharse las diferentes fuentes posibles, desde la inversión extranjera directa, insertarse en la cadenas productivas de valor desde el municipio hasta la exportación y lograr los encadenamientos productivos eliminando intermediarios innecesarios”.

Datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información muestran que en 2020, la agricultura, ganadería y silvicultura representaron menos de seis por ciento de las inversiones dentro de las distintas ramas de la economía, una cifra muy baja para una nación mayoritariamente agrícola y que pretende aumentar sus producciones, argumentan analistas.Un productor porcino junto a cochinatas de la raza Landrace, durante la Feria Internacional Agroidustrial Alimentaria, en el municipio de Boyeros, en La Habana. En Cuba se ejecutan programas nacionales para aumentar rubros agropecuarios, así como para la recuperación de la ganadería bovina y porcina, en un país donde la carne de cerdo es básica en la dieta.

Apoyos y oportunidades

La FAO, el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Unión Europea (UE) o la organización humanitaria Oxfam, entre otros entes, respaldan aquí disímiles proyectos para la producción local de alimentos.

Desde octubre de 2019, con el apoyo del PNUD, la FAO y la UE inició el Programa País “Apoyo estratégico a la seguridad alimentaria sostenible en Cuba” (SAS).

La iniciativa que se extenderá hasta 2025 propone el incremento eficiente y sostenible de producciones diversificadas y sanas que garanticen el autoabastecimiento en seis municipios de las centrales provincias de Villa Clara y Sancti Spíritus.

También se ejecutan programas nacionales para desarrollar cultivos como el arroz, café, cacao, papas, cítricos, frutales, así como para la recuperación de la ganadería bovina e incrementar la disponibilidad de carne de cerdo.

En lo que va de año, el gobierno elevó los pagos a los campesinos por la entrega de leche a la industria e inició una nueva política de comercialización de productos agropecuarios que aspira a incentivar su cantidad, variedad y calidad.

Este mes de septiembre echó a andar una política para organizar los polos productivos agropecuarios, mientras el Banco Central de Cuba y el Ministerio de Finanzas y Precios propusieron un fondo de 1800 millones de pesos –equivalentes a 72 millones de dólares- para el fomento de algunas producciones agropecuarias.

Existen expectativas sobre la posibilidad de que las micro, pequeñas y medianas empresas contribuyan a aumentar y modernizar la producción, procesamiento, conservación y exportación de alimentos, a partir de la entrada en vigor el lunes 20 de las normas para constituir estos nuevos actores económicos.

No obstante, para Nova, faltan por eliminar “grandes restricciones y trabas, muchas de ellas de origen burocrático, que no han permito el desarrollo de las fuerzas productivas del sector agropecuario”, como la posibilidad de que productores puedan importar y exportar directamente -sin mediación de empresas estatales-, y la asociación directa con inversionistas extranjeros, entre otras.

Pequeños productores y agricultores familiares consultados por IPS sostienen que los cambios en los sistemas agroalimentarios deben pasar, además, por la transformación de hábitos alimentarios, inversiones en pequeñas industrias y emprendimientos para procesar alimentos, incentivar la cultura de su conservación y evitar sus aún significativas pérdidas.

ED: EG

Economía circular: caminar hacia el horizonte

Por Sayli Sosa Barceló OPINIÓN 23 Septiembre 2021

Las garantías comerciales y de posventa en el comercio minorista cubano todavía no protegen lo suficiente al consumidor


Tengo un amigo al que en el inicio de agosto se le unieron dos “picos”: el pandémico, que nos llevó al peor momento en el enfrentamiento a la COVID-19 aquí, y la rotura de un refrigerador casi recién comprado, que crispó su tranquilidad, su paciencia y bienestar. Hace tres años escribimos que sin ese electrodoméstico no había paraíso posible, pues el remedio para un montón de males comienza con un vaso de agua fría.

Pagado en moneda libremente convertible, cualquiera entenderá que el valor del equipo sobrepasa las, para nada despreciables, cifras del comercio minorista, y se le añade la importancia capital de un refrigerador en un hogar para el mantenimiento de alimentos —que tampoco son baratos ni accesibles—, máxime en tiempos donde cuando se puede hay que comprar y hasta acaparar, se trate de un paquete de pollo o de una calabaza.

Un mes y medio después, al fin, mi amigo ha recibido la llamada telefónica confirmando el cambio de la maquinaria y su entrega en los próximos días. Para llegar a ese punto, sin embargo, además de la falta de refrigeración, otros calores atormentaron al hombre, ya que la primera respuesta recibida decía que por la COVID-19 no se estaba trabajando en las garantías.

Obviamente le pareció un sinsentido, pues en ningún momento de la pandemia la red de tiendas comercializadoras en MLC ha detenido la venta, ni siquiera cuando en junio se acordó en el grupo temporal esa medida, con el objetivo de frenar las aglomeraciones y las colas. O sea, el nuevo coronavirus no impidió que las cadenas continuaran expendiendo equipos, pero sí que cumplieran lo concerniente a la protección al consumidor en materia de garantías. Por lo menos a la primera.

Lo que pasa es que mi amigo, adulto mayor serenísimo e instruido, sintió que el proceder no era correcto y escribió quejas y argumentaciones a varias instancias, alegando el daño económico, personal y emocional, no solo para él, sino para su esposa, su suegra y sus hijos, quienes financiaron el equipo. De alguna de esas instancias bajó la decisión de atender el caso y, finalmente, en casa volverán a enfriar esperanzas. A saber si otros esperan el fin de la pandemia con el agua “al tiempo”.

La anécdota, sin embargo, pone de relieve los lastres que sigue arrastrando la protección al consumidor en nuestro país, incluso luego de la entrada en vigor en mayo pasado de la Resolución 51 de 2020, del Ministerio de Comercio Interior, Regulaciones para los servicios de garantía comercial y post-garantía de los equipos electrodomésticos, Electrónicos, enseres menores y otros similares.

La norma deroga la Resolución 11 de 2008, del mismo organismo, que había regido hasta entonces los modos en que se protegía al cliente con las garantías comerciales y de posventa, y que en 2018 ya habíamos criticado en este periódico, dadas sus limitaciones en la teoría y en la práctica. Y aunque el nuevo texto regula un poco mejor, expertos en el tema creen que todavía tiene deudas con el consumidor.

Entre ellas una que, contradictoriamente, deriva de una de las novedades propuestas: la modificación más notable establece tiempos mínimos de garantía (la mayoría de los equipos tiene menos de un año), pero es casi lo mismo que mantener los estándares de antes, porque en un mercado desabastecido y con la ausencia de competencia, las cadenas de tiendas no están obligadas a ofrecer períodos cercanos a los que dan los proveedores. A esto sumemos, tal cual se evidenció en la experiencia de mi amigo, que los servicios comerciales y de garantía siguen plagados de deficiencias.

Implementar esta arista de la protección al consumidor no solo generaría una mayor satisfacción entre la ciudadanía, al tiempo que honraría sus gastos con equipos respaldados por el sistema empresarial, sino nos pondría en el camino de la verdadera economía circular, en el que ya estamos no tanto por la voluntad explícita del comercio, sino por necesidad.

Es decir, mientras en otras partes del mundo cuando un electrodoméstico se rompe, por muy mínima que sea la rotura, lo más probable es que la persona decida desecharlo y comprar otro. “La mejor marca es Nuevo”, dicen por ahí. Aunque para ello deban endeudarse, aunque el equipo vaya a dar al basurero... En Cuba, fustigados por el desabastecimiento, la inflación, la circulación de más de una moneda, los salarios insuficientes y la pérdida del valor adquisitivo del dinero, ante un desperfecto hay que reparar, pero no siempre hay con qué.

Por razones diferentes, no obstante, algunos países están apostando a la circularidad de la economía. En enero de 2022, España pondrá en vigor una decisión ya aprobada en abril último: la garantía de todos los productos pasará a ser de tres años y las piezas deberán estar disponibles durante una década desde que el producto deja de fabricarse.

Evidentemente no estamos en ese momento ni en esas circunstancias, pero valdría la pena ponerlo en el horizonte, para caminar hacia él.

Transitarias e inversión extranjera: Ser ágiles, proactivos, cambiar los modos de analizar y de hacer


23 septiembre 2021

Existe gran brecha entre el tremendo esfuerzo que se despliega en las transitarias, y los resultados que ellas muestran, apuntó Marrero Cruz. Foto: Estudios Revolución.

Se podrá trabajar mucho, desplegar un esfuerzo descomunal, pero si no se tiene un sistema de organización del trabajo que conduzca a la eficiencia y que ofrezca las respuestas esperadas, entonces habrá sido como arar en el mar, pues no se verán los resultados.

Tal idea estuvo en el centro de la reunión que tuvo lugar este jueves, desde el Palacio de la Revolución, entre el Primer Ministro de la República de Cuba, Manuel Marrero Cruz, y representantes de las empresas que tienen como objeto social la recepción y distribución de la paquetería que llega a la Isla, por las vías aérea o marítima, procedente de otras latitudes y destinada a las personas naturales.

En el encuentro que forma parte del estricto seguimiento que la dirección del país está haciendo a cómo funcionan esas entidades que también son denominadas “transitarias” y que están llamadas a dar ágil respuesta a los destinatarios, Manuel Marrero Cruz, a punto de partida de las numerosas quejas que emanan de la población sobre el trabajo de las empresas de paquetería, alertó: “Hay una fuerza que nos mantiene atados y que no nos permite avanzar”.

El Jefe de Gobierno expresó ese concepto tomando como punto de partida intervenciones, en la reunión, de directivos de algunas transitarias, así como la experiencia vivida por él durante recorridos por las seis empresas de que dispone el país para hacer llegar los envíos a cada familia.

Durante la jornada de análisis —que también estuvo encabezada por los viceprimeros ministros Jorge Luis Tapia Fonseca y Jorge Luis Perdomo Di-Lella, así como por el titular de Transporte, Eduardo Rodríguez Dávila— el Primer Ministro hizo alusión a varias deficiencias que en su entender están golpeando el poder de respuesta y la credibilidad de las agencias transitarias ante las demandas de la gente.

¿Por qué entre las seis empresas no hay un intercambio que permita definir cuál es el sistema más adecuado de trabajo; el cual, después, podría unificarse y amplificarse?, indagó Marrero Cruz ante la evidencia de que existe gran brecha entre el tremendo esfuerzo que se despliega en las transitarias, y los resultados que ellas muestran.

Entre otras valoraciones, el miembro del Buró Político alertó sobre la excesiva manipulación de la paquetería en algunos almacenes, y la lentitud que padecen los flujos de las mercancías, desde una primera clasificación, hasta el destino final que son las manos del cliente que espera. No es un problema de transportación, analizó, “el cuello de botella está en los almacenes”, y “cada minuto aquí cuenta”.

Se trata de una operación en contexto excepcional, dijo el Primer Ministro, quien hizo una analogía entre la importancia de este servicio en los días que corren, y el paso de un huracán: porque el evento meteorológico tensa todas las fuerzas y nos obliga a ser ágiles y eficientes en levantar y restaurar todo lo que fue dañado; y con ese espíritu de emergencia, dijo Marrero Cruz, hay que asumir la labor de las agencias transitarias.

Las medidas que se vayan tomando para cumplir con el plan que cada empresa tiene —enfatizó—, deben ser del tamaño de las cifras ubicadas en la meta, esa que consiste en cumplir con la población.

Es necesario preparar adecuadamente a los trabajadores que van a desempeñarse en las empresas transitarias, trascendió en el encuentro.Foto: Estudios Revolución.

Por su parteel viceprimer ministro, Jorge Luis Tapia Fonseca, hizo referencia a la necesidad de preparar adecuadamente a los trabajadores que van a desempeñarse en las empresas transitarias. Y en otro momento habló sobre distribuir y hacer llegar tanto los envíos que llevan más tiempo en los almacenes, como los más “nuevos”.

El desafío es enorme y no admite, como se razonó en el encuentro, trabas que hagan más largo el camino a las soluciones. Seguramente daría buenos resultados, comentó Marrero Cruz, que las empresas transitarias acudan a la voluntad de los gobiernos de cada provincia. “Yo les pido —dijo a los directivos de esas agencias cuyos propósitos son de alta sensibilidad para la gente— poner alma, corazón y vida a esta operación”, para que en días próximos esos espacios queden libres de envíos que están siendo esperados, hace poco, o hace ya mucho tiempo, por sus destinatarios.

Ser más proactivos y audaces

Malmierca Díaz afirmó que, en lo referente a la inversión extranjera, todavía no se ha logrado atraer, en la magnitud requerida, el capital que el país necesita para reactivar su economía. Foto: Estudios Revolución.

La actual situación de la inversión extranjera en Cuba fue punto de partida, este jueves, para un análisis que sesionó desde el Palacio de la Revolución y que estuvo presidido por el Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz; por los viceprimeros ministros Ricardo Cabrisas Ruiz y Jorge Luis Tapia Fonseca; así como por el titular de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca Díaz.

En el encuentro, donde fueron escuchadas las voces de representantes de distintos ministerios e instituciones del país, Malmierca Díaz afirmó que, en lo referente a la inversión extranjera, todavía no se ha logrado atraer, en la magnitud requerida, el capital que el país necesita para reactivar su economía.

El titular reconoció que, aunque el escenario es difícil —pues está marcado por el impacto que generan el bloqueo estadounidense y la COVID-19—, se impone generar una labor más intensa y eficaz.

Entre otras premisas, se habló de exigir a las contrapartes los documentos en orden; y de no demorar los procesos de negociación, porque el tiempo es un recurso muy valioso.

Ricardo Cabrisas apuntó que, “mientras nosotros tengamos cosas pendientes de la parte nuestra, será muy difícil poder exigir algo a la contraparte”. Y más adelante destacó la importancia de los esfuerzos mancomunados en la solución de cada desafío, al tiempo de evitar las improvisaciones a la hora de seleccionar a las partes con las cuales se va a negociar.

Hay que reflexionar sobre las causas que impiden llevar a feliz término los proyectos de inversiones en el país, expresó el Primer Ministro, quien no pasó por alto que las políticas aprobadas para este tipo de actividad ofrecen las posibilidades de la flexibilidad y el estímulo para fomentar las inversiones.

“¿Vamos a esperar a que se levante el bloqueo?”, preguntó Manuel Marrero Cruz, para luego enfatizar: “Tenemos que seguir adelante y desarrollarnos por nosotros mismos”, y eso incluye, afirmó, la inversión extranjera, donde no deben dilatarse los procesos, donde se impone estimular y sumar en vez de poner trabas.

Se impone una transformación total —reflexionó el Jefe de Gobierno— en los modos de hacer las cosas; hay que escuchar todas las propuestas, siempre que no atenten contra la soberanía y los principios del país; y hay que salir a la búsqueda de nuevos negocios, ser más proactivos. Ese cambio en los modos de analizar y de hacer, razonó el Primer Ministro, es hoy una necesidad impostergable.

El Presidente Biden en la ONU, se reitera el absurdo

Por Julio Carranza.

Con la cantidad de problemas que enfrentan los EEUU en el mundo, en los cuales no les va muy bien, de Afganistán a Siria, de Korea del Norte a Irán y lo que más les estremece, el imparable avance de China y sus poténciales alianzas con Rusia y otra potencias intermedias, esto sumado a la crisis interna, una pandemia que no cede, un amplio sector de la población que rechaza las vacunas al mejor estilo trumpiano, un país fracturado, una violencia que crece y una frontera sur que se revienta de inmigrantes y el Presidente “preocupado” por Cuba y Venezuela, a las cuales le dedica tiempo en su discurso en la Asamblea General, dos países que objetivamente no representan ninguna amenaza para la seguridad nacional de los EEUU que no sea el empeño en defender su soberanía, además de la permanente disposición a un diálogo, si este se realizara con buena voluntad y en condiciones de respeto.

La ratificación de una política de agresiones absurdas que ofrece escasos resultados y pocos argumentos para defenderla, frente a unas Naciones Unidas cuyos estados miembros de manera casi unánime en el caso de Cuba, vota todos los años contra el bloqueo norteamericano, dejando aislado a EEUU y a pesar de todo esto, el Presidente (ex vicepresidente de Obama y esposo de una mujer que en plan muy cordial visitó hace pocos años la isla y alago sus logros sociales) continúa en una retórica vacía y ridícula buscando campeones en la defensa de los derechos humanos, mismos que sistemáticamente se desconocen en su propia tierra, donde a pesar de mucha división de poderes, muchas libertades y muchas elecciones hay poca diversidad política de la seria y nulos espacios de oportunidad real para los que tratan de hacer política “fuera de la caja” que define el establishment.

Que leer desde la Isla ante la reiteración de un absurdo?, en mi opinión no se puede seguir esperando un presidente bueno o sensato o estratégico respecto a Cuba, Obama ha sido una de las muy pocas excepciones (probablemente mal entendida por Cuba en su momento). Se debe continuar haciendo todo lo qué hay que hacer desde el país, profundizando los cambios necesarios, sobre todo, aunque no solo, la reforma económica y defendiendo coherentemente la soberanía nacional, más allá de la desgracia periódica que toque desde el otro lado del estrecho, de lo contrario se seguiría esperando de 4 años en 4 años para por lo general ver más de los mismos. Si hubiera un cambio pues bienvenido sea, pero no se puede depender de esa expectativa.

En la medida que se logre ir superando los problemas internos y ganando en estabilidad y consenso y fortaleciendo otras alianzas internacionales, tendrán que aceptar de nuevo que el bloqueo, además de genocida, es absurdo.

Pero eso no se alcanza si no se cambian muchas cosas en el país, ese es el desafío político a la altura del que se debe estar y no hay todo el tiempo del mundo para dejar que ese proceso avance “despacito”, hay que empujarlo, ponerle energía, audacia e imaginación, consignas vacías y lecturas insuficientes de las características y demandas de la sociedad actual ayudan poco en ese empeño y es el futuro y el sentido de la historia lo que está en juego.

Lo peor que podría pasar es que el bloqueo paralice las reformas necesarias, no se debe mirar al Norte más allá de lo necesario.

22 de Septiembre 2021

Díaz-Canel: Son irracionales e insostenibles los patrones de producción y consumo del capitalismo

 Intervención de Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, en la Cumbre de la Organización de Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios, desde el Palacio de la Revolución, el 23 de septiembre de 2021

Foto: Estudios Revolución

Intervención de Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, en la Cumbre de la Organización de Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios, desde el Palacio de la Revolución, el 23 de septiembre de 2021,  “Año 63 de la Revolución”.

(Versiones Taquigráficas - Presidencia de la República)

Señor Secretario General;

Señor Presidente:

Vengo a hablar en nombre de un pueblo al que se ha pretendido rendir por hambre durante más de seis décadas.

En abril de 1960, en un Memorando infame y secreto por mucho tiempo, un oscuro funcionario del Departamento de Estado de los Estados Unidos, de nombre Lester Mallory, escribió los fundamentos de la política de bloqueo a Cuba, orientada a “…provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.

Han pasado 61 años y ese bloqueo impuesto para provocar hambre y desesperación, no solo se mantiene, sino que se ha recrudecido, de manera oportunista, en tiempos de pandemia.

Las pérdidas ocasionadas al país, tan solo en el periodo de abril de 2019 a diciembre de 2020, ascienden a un total de 9 157,2 millones de dólares, reflejo del carácter genocida de una política declarada de rendirnos por hambre.

A pesar de los obstáculos, el Gobierno cubano, con extraordinarios esfuerzos y pese a carencias y dificultades, garantiza el derecho universal a la alimentación a través de la canasta básica familiar normada, que reciben todos los cubanos y cubanas, y que incluye 19 productos alimenticios de primera necesidad a precios asequibles.

Adicionalmente, se avanza en la implementación del Plan Nacional de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional, enfocado en disminuir la dependencia de las importaciones, potenciar la capacidad productiva, el uso de la ciencia, la tecnología y la innovación, y desarrollar sistemas alimentarios eficientes y sostenibles a nivel local.

Cuba agradece la contribución que en este proceso ha recibido de agencias especializadas de las Naciones Unidas, pero no ignora que las condiciones imperantes en el mundo actual afectan sensiblemente la alimentación de millones de seres humanos.

La causa es estructural. La persistencia de un injusto orden internacional, décadas de dominación imperialista, de aplicación de un neoliberalismo salvaje, de proteccionismo y dependencia económica producto de siglos de colonialismo y neocolonialismo constituyen causas raigales del subdesarrollo que favorecen la pobreza extrema y con ella el hambre y la exclusión que sufren las grandes mayorías.

Este escenario se complejiza para aquellos países en desarrollo que cargan con el peso de una deuda externa pagada ya mil veces (1).

Algunos, al igual que Cuba, sufren además la aplicación de medidas coercitivas unilaterales, violatorias del Derecho Internacional, que obstaculizan su legítimo derecho al desarrollo.

Excelencias:

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, en 2020, entre 720 y 811 millones de personas padecieron hambre.

Más de 2 300 millones, el 30 % de la población mundial, carecieron de acceso a alimentos adecuados y persistió la malnutrición en todas sus formas, amenazando el cumplimiento del Objetivo 2 de Desarrollo Sostenible: Hambre Cero para 2030.

La única solución a ese doloroso drama humano es transformar de manera urgente, radical y sostenida los irracionales e insostenibles patrones de producción y consumo del capitalismo que están destruyendo el medio ambiente y la biodiversidad, solucionar el problema de la deuda externa y otorgar un trato comercial especial y diferenciado a los países en desarrollo.

Las naciones industrializadas deben y pueden asumir su responsabilidad histórica y atender con urgencia los nocivos efectos del cambio climático, que están impactando también en la disponibilidad, el acceso, la calidad y estabilidad de los alimentos.

Para comenzar, bastaría con que cumplan sus compromisos de financiación para el desarrollo y cooperación internacional.

No es posible olvidar la advertencia que hace 25 años lanzó el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, en la Cumbre sobre la Alimentación en Roma y cito: “Las campanas que doblan hoy por los que mueren de hambre cada día, doblarán mañana por la humanidad entera si no quiso, no supo o no pudo ser suficientemente sabia para salvarse a sí misma”.

En nombre de mi pueblo, castigado vilmente por un gobierno ajeno que no ha podido someterlo, reitero aquella advertencia con la gravedad y la urgencia que le imponen los 25 años transcurridos.

Muchas gracias.

(1) Fuente: Discurso pronunciado por el Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República Miguel Díaz-Canel, en la XXVII Cumbre Iberoamericana, 21 de abril de 2021.

Competitividad y competencias

Por Rafael Alhama Belamaric

Sobre la tonelada de escritos acerca de estos temas, agreguemos otro más. No porque le reste importancia, sino para subrayar la gran cantidad de bibliografía existente sobre el problema, que tuvo su atención hace década y media atrás, convirtiéndolo en una de las líneas rectoras estratégicas de trabajo, centrado sobre todo en competencias laborales, con atención y trabajo coordinado de casi todos los organismos de la economía. Hubo resultados iniciales, y hasta a nivel de un grupo selecto de empresas e instituciones se aplicaron y desarrollaron metodologías.

Nada fáciles, más bien complejas. Trabajo complejo y multidisciplinario de muchos especialistas. Un grupo de investigadores hicimos desde los primeros momentos, en aquel entonces, una metodología con unas bases amplias que le sirvieran como guía de elaboración a las empresas que no tenían las posibilidades ni especialistas de otras. No trascendió. Con los años venideros, y sin el estímulo necesario todo se aguó.

Ahora, como parte de una novedosa concepción, (realmente novedosa cuando se compara con la concepción anterior y aún vigente del fondo de salario, calificadores, para no mencionar la productividad del trabajo y otros elementos, todos centralmente controlados durante casi seis décadas, acerca de las medidas aprobadas para la empresa estatal socialista), para aplicar al menos en un limitado grupo de empresas como fase experimental, y con un enfoque más sistémico que abarca no solo la empresa sino su entorno, el clima empresarial y de negocios, se convierten en la piedra angular del trabajo, y de los salarios.

Adentrémonos entonces en la controversia existente.

No es un secreto que uno de los conceptos más usados y mal empleados es „competitividad“, a veces como salvador de una situación problemática, que no ha tenido mejoramientos continuos, siempre necesarios, ni cambios en su concepción original, de manera que “competitiveness“, de donde proviene se ha extendido a todas las esferas y actividades, hasta en la política, que la emplean como lema casi todos los días. Se le dedican páginas y programas de planes de gobiernos, comisiones económicas e instituciones regionales. Realmente se puede decir que es un producto postmoderno que ha triunfado.

La asociación de la competitividad a la competencia, palabra mucho más antigua ( del latín "competentia", como disputa o contienda entre dos o más personas sobre algo, u oposición o rivalidad entre dos o más que aspiran a obtener la misma cosa) y subrayo la competencia laboral como parte de esta, es lógico en un clima donde predomina el mercado a nivel global. Hasta eso ha sido advertido, y nada menos que Krugman advierte que no se debería trasladar un concepto microeconómico al de economía de los países, y que a nivel de estos es mucho más importante el de productividad. Creo que de esta última se ha escrito bastante entre nosotros.

¿Cómo podría vincularse la competitividad empresarial y la competencia?

Las capacidades de recursos de las empresas, de todo tipo, deben aumentar cuotas de mercado, crecer, con cuotas de mercado creciente, y esto por supuesto se hace a costa de otras empresas que no sean capaces de hacerlo en la misma medida. Directa o indirectamente, lleva, y experiencias, por si hay aún alguien que no lo sabe, hasta en economías de los países exsocialístas, a la desaparición de empresas, o su fusión en el mejor de los casos.

Como conceptos complementarios, para aumentar la competitividad, entre otras muchas cosas, hay que aumentar la competencia. Y todo eso se puede aplicar también a las competencias laborales. Si la competitividad es la capacidad de competir, evidentemente no se podrá hacerlo sin las competencias laborales, sin personal, fuerza de trabajo, o capital humano, otro concepto asociado, del cual no se va a hablar aquí, con competencias cada vez más competitivas. Como dijera Porter, M. competencia en los mercados es un elemento para mejorar la competitividad de las empresas, en calidad, costos, innovación, y esta la de las competencias laborales, y viceversa. Ventajas competitivas diría Porter.

Pero, ¿Cuál es el verdadero significado y alcance de todo esto? ¿En la realidad que se vive son realmente complementarios?

Joan Robinson, entre otros, concibió hace más de seis décadas la competencia imperfecta, y entre todos los elementos que se pueden enumerar, voy a destacar capital, diferenciación de productos, tecnología, información, y políticas, sin olvidar influencias, precios, en una palabra competencia oligopólica cada vez más agresiva que no escatima en recursos y vías de todo tipo. Por tanto, para alcanzar mayor competitividad se trabaja para reducir la competencia del otro, haciendo que cierren o los absorben, mediante estrategias agresivas, vamos a decir en el buen sentido, si existen agresiones buenas.

Algunas de las vías más empleadas, de las que hay abundante literatura y experiencias, es aumentando los beneficios, reduciendo costos o aumentando precios; mayor economía de escala con mayor eficiencia; calidades diferenciadas; segmentación del mercado; acceso preferencial por los canales de distribución; tamaño, y aquí realmente no vale lo del pequeño, sino a más grande puede aguantar más o tener mayor acceso a financiamiento.

Y toda esta competitividad es a cuenta de una base sólida de sus recursos humanos, de sus competencias laborales. Cuanto mayor competitividad mayor será la competencia y mayores exigencias y desarrollo de las competencias laborales. Y en el campo de estas, todavía están en discusión la amplitud desde la formación y la empiria para asumir procesos cada vez más complejos en un mundo cada vez más competitivo, con sistemas de conocimientos que no se adquieren de la noche a la mañana. Y aún muchos cuestionan, y ni siquiera lo tienen incorporado entre las competencias, las sociales y humanistas, y se enfocan solamente en habilidades y destrezas para que las personas funcionen como buenos autómatas.

No se trata de estigmatizar conceptos, sino de tratar de ser realmente creativos, y abrir una visión más holística, de totalidad sobre el tema. Formación y desarrollo de competencias, y de competencias laborales, debe necesariamente tener un componente ético importante. Primero porque las competencias en su formación vienen desde la educación.

Si se entiende en su concepción estrecha, no es posible pretender movilizar recursos cognitivos para enfrentar tipo específico de situaciones de esa manera. Y eso implica reorientar el modelo o perfil curricular reestructurando al saber, saber hacer y saber ser, elementos fundamentales de toda estructura curricular actual, antes de insertarse en el mundo laboral. Ni es una palabra de moda, ni puede aplicarse en un medio o ámbito cerrado controlado, esperando resultados trascendentales. Tareas, situaciones o procesos, se asumirán con las competencias requeridas, si estas se forman a tiempo.

No es algo que pueda responder automáticamente a una crisis, so pena que sea realmente una respuesta puntual y breve, y que no interese ni los comportamientos habituales, ni actitudes, aunque pueda producir algún cambio a nivel de habilidades personales. Se requiere postura activa y altamente participativa, que no se alcanza por una formación o capacitación tradicional.

Si se asume competencia-competitividad bajo una visión estrecha y mecanicista, de formar e identificar “al mejor“ o “el más capaz“, sería una postura agresiva, hasta con algún resultado, pero que en nada responde a una concepción de integración, lejos de las exigencias de una sociedad de educación. Propuestas y resultados, positivos y negativos sobran, tanto en la región como en el mundo.