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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

viernes, 24 de septiembre de 2021

Competitividad y competencias

Por Rafael Alhama Belamaric

Sobre la tonelada de escritos acerca de estos temas, agreguemos otro más. No porque le reste importancia, sino para subrayar la gran cantidad de bibliografía existente sobre el problema, que tuvo su atención hace década y media atrás, convirtiéndolo en una de las líneas rectoras estratégicas de trabajo, centrado sobre todo en competencias laborales, con atención y trabajo coordinado de casi todos los organismos de la economía. Hubo resultados iniciales, y hasta a nivel de un grupo selecto de empresas e instituciones se aplicaron y desarrollaron metodologías.

Nada fáciles, más bien complejas. Trabajo complejo y multidisciplinario de muchos especialistas. Un grupo de investigadores hicimos desde los primeros momentos, en aquel entonces, una metodología con unas bases amplias que le sirvieran como guía de elaboración a las empresas que no tenían las posibilidades ni especialistas de otras. No trascendió. Con los años venideros, y sin el estímulo necesario todo se aguó.

Ahora, como parte de una novedosa concepción, (realmente novedosa cuando se compara con la concepción anterior y aún vigente del fondo de salario, calificadores, para no mencionar la productividad del trabajo y otros elementos, todos centralmente controlados durante casi seis décadas, acerca de las medidas aprobadas para la empresa estatal socialista), para aplicar al menos en un limitado grupo de empresas como fase experimental, y con un enfoque más sistémico que abarca no solo la empresa sino su entorno, el clima empresarial y de negocios, se convierten en la piedra angular del trabajo, y de los salarios.

Adentrémonos entonces en la controversia existente.

No es un secreto que uno de los conceptos más usados y mal empleados es „competitividad“, a veces como salvador de una situación problemática, que no ha tenido mejoramientos continuos, siempre necesarios, ni cambios en su concepción original, de manera que “competitiveness“, de donde proviene se ha extendido a todas las esferas y actividades, hasta en la política, que la emplean como lema casi todos los días. Se le dedican páginas y programas de planes de gobiernos, comisiones económicas e instituciones regionales. Realmente se puede decir que es un producto postmoderno que ha triunfado.

La asociación de la competitividad a la competencia, palabra mucho más antigua ( del latín "competentia", como disputa o contienda entre dos o más personas sobre algo, u oposición o rivalidad entre dos o más que aspiran a obtener la misma cosa) y subrayo la competencia laboral como parte de esta, es lógico en un clima donde predomina el mercado a nivel global. Hasta eso ha sido advertido, y nada menos que Krugman advierte que no se debería trasladar un concepto microeconómico al de economía de los países, y que a nivel de estos es mucho más importante el de productividad. Creo que de esta última se ha escrito bastante entre nosotros.

¿Cómo podría vincularse la competitividad empresarial y la competencia?

Las capacidades de recursos de las empresas, de todo tipo, deben aumentar cuotas de mercado, crecer, con cuotas de mercado creciente, y esto por supuesto se hace a costa de otras empresas que no sean capaces de hacerlo en la misma medida. Directa o indirectamente, lleva, y experiencias, por si hay aún alguien que no lo sabe, hasta en economías de los países exsocialístas, a la desaparición de empresas, o su fusión en el mejor de los casos.

Como conceptos complementarios, para aumentar la competitividad, entre otras muchas cosas, hay que aumentar la competencia. Y todo eso se puede aplicar también a las competencias laborales. Si la competitividad es la capacidad de competir, evidentemente no se podrá hacerlo sin las competencias laborales, sin personal, fuerza de trabajo, o capital humano, otro concepto asociado, del cual no se va a hablar aquí, con competencias cada vez más competitivas. Como dijera Porter, M. competencia en los mercados es un elemento para mejorar la competitividad de las empresas, en calidad, costos, innovación, y esta la de las competencias laborales, y viceversa. Ventajas competitivas diría Porter.

Pero, ¿Cuál es el verdadero significado y alcance de todo esto? ¿En la realidad que se vive son realmente complementarios?

Joan Robinson, entre otros, concibió hace más de seis décadas la competencia imperfecta, y entre todos los elementos que se pueden enumerar, voy a destacar capital, diferenciación de productos, tecnología, información, y políticas, sin olvidar influencias, precios, en una palabra competencia oligopólica cada vez más agresiva que no escatima en recursos y vías de todo tipo. Por tanto, para alcanzar mayor competitividad se trabaja para reducir la competencia del otro, haciendo que cierren o los absorben, mediante estrategias agresivas, vamos a decir en el buen sentido, si existen agresiones buenas.

Algunas de las vías más empleadas, de las que hay abundante literatura y experiencias, es aumentando los beneficios, reduciendo costos o aumentando precios; mayor economía de escala con mayor eficiencia; calidades diferenciadas; segmentación del mercado; acceso preferencial por los canales de distribución; tamaño, y aquí realmente no vale lo del pequeño, sino a más grande puede aguantar más o tener mayor acceso a financiamiento.

Y toda esta competitividad es a cuenta de una base sólida de sus recursos humanos, de sus competencias laborales. Cuanto mayor competitividad mayor será la competencia y mayores exigencias y desarrollo de las competencias laborales. Y en el campo de estas, todavía están en discusión la amplitud desde la formación y la empiria para asumir procesos cada vez más complejos en un mundo cada vez más competitivo, con sistemas de conocimientos que no se adquieren de la noche a la mañana. Y aún muchos cuestionan, y ni siquiera lo tienen incorporado entre las competencias, las sociales y humanistas, y se enfocan solamente en habilidades y destrezas para que las personas funcionen como buenos autómatas.

No se trata de estigmatizar conceptos, sino de tratar de ser realmente creativos, y abrir una visión más holística, de totalidad sobre el tema. Formación y desarrollo de competencias, y de competencias laborales, debe necesariamente tener un componente ético importante. Primero porque las competencias en su formación vienen desde la educación.

Si se entiende en su concepción estrecha, no es posible pretender movilizar recursos cognitivos para enfrentar tipo específico de situaciones de esa manera. Y eso implica reorientar el modelo o perfil curricular reestructurando al saber, saber hacer y saber ser, elementos fundamentales de toda estructura curricular actual, antes de insertarse en el mundo laboral. Ni es una palabra de moda, ni puede aplicarse en un medio o ámbito cerrado controlado, esperando resultados trascendentales. Tareas, situaciones o procesos, se asumirán con las competencias requeridas, si estas se forman a tiempo.

No es algo que pueda responder automáticamente a una crisis, so pena que sea realmente una respuesta puntual y breve, y que no interese ni los comportamientos habituales, ni actitudes, aunque pueda producir algún cambio a nivel de habilidades personales. Se requiere postura activa y altamente participativa, que no se alcanza por una formación o capacitación tradicional.

Si se asume competencia-competitividad bajo una visión estrecha y mecanicista, de formar e identificar “al mejor“ o “el más capaz“, sería una postura agresiva, hasta con algún resultado, pero que en nada responde a una concepción de integración, lejos de las exigencias de una sociedad de educación. Propuestas y resultados, positivos y negativos sobran, tanto en la región como en el mundo.

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