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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

miércoles, 1 de enero de 2020

Los 500 más ricos del mundo acaban 2019 más ricos que nunca

Entre todos sumaron a su capital 1,2 billones de dólares, elevando su patrimonio un 25%, hasta los 5,9 billones


PAZ ÁLVAREZPulsar para ampliar el gráficoBelén Trincado / Cinco Días

31 DIC 2019 - 08:31 CET

Las grandes fortunas del mundo nunca han tenido tanto dinero como a cierre de 2019. El año acaba en máximos históricos para las 500 personas más ricas del planeta, que sumaron a su fortuna en los últimos 12 meses 1,2 billones de dólares (más de un billón de euros), elevando su patrimonio colectivo un 25% más, hasta los 5,9 billones, según el índice de Bloomberg.

El más afortunado de 2019 ha sido el francés Bernard Arnault, que despide la década con 37.700 millones más que hace un año. El presidente de Louis Vuitton Moët Hennessy (LVMH) es el tercer hombre más rico del mundo, solo por detrás de Jeff Bezos y Bill Gates, y amasa una fortuna de 106.200 millones de dólares. La fuerte subida en Bolsa de las acciones de la compañía francesa, que acaba de agregar a su conglomerado de marcas de lujo la mítica joyería estadounidense Tifanny, ha elevado la fortuna del magnate en 37.700 millones en el último año, lo que le ha permitido acceder al exclusivo club de los cienmilmillonarios, con Jeff Bezos y Bill Gates.

La corona la sigue manteniendo Jeff Bezos, que acaba el año siendo el hombre más rico del mundo, con un patrimonio valorado en 116.280 millones de dólares, a pesar de que por el camino se dejó 8.700 millones. En su haber tuvo un costoso hecho relevante: el divorcio de su esposa, Mackenzie Bezos, a la que tuvo que compensar tras 25 años de matrimonio con un 4% de las acciones de Amazon. La ya exesposa del rey del comercio electrónico se ha convertido en la quinta mujer más rica del mundo, con una fortuna de 37.500 millones de dólares.

La escritora y madre de los cuatro hijos de Bezos se sitúa por detrás de Jacqueline Badger Mars, hija de los fundadores de la compañía de dulces Mars –con una cuenta de 42.900 millones, en el puesto 20º de los más adinerados del mundo–; de Alice Walton, una de las dueñas de Walmart, con 53.380 millones que la colocan en 18ª posición del ranking global–, de Francoise Bettencourt, que controla, tras el fallecimiento de su madre en 2017 y con la que tuvo serios y públicos desencuentros, el 33% del grupo L’Oréal, –con una riqueza 59.300 millones–, y de Julia Flesher Koch, viuda desde este año del magnate David Koch, que le dejó una fortuna de 62.100 millones. Precisamente, es esta exmodelo y asesora de imagen, habitual de las fiestas más exclusivas de la alta sociedad neoyorquina, quien ocupa la décima posición entre las grandes riqueza.

Por delante de Flesher Koch, en la novena posición se coloca su cuñado Charles Koch, con la misma millonada, 62.100 millones, y un crecimiento en 2018 de 2.700 millones, una cifra discreta a tenor de la rentabilidad de otros acaudalados de la lista. Por ejemplo, Sergey Brin, cofundador de Google, que a lo largo de los últimos 12 meses ha aumentado su patrimonio en 13.400 millones, y despide el año en el octavo puesto con 63.300 millones de dólares.

Un poco más rico que Brin lo es su socio, Larry Page, que sumó 14.000 millones este año, acumula 65.200 millones de dólares, y es el séptimo hombre más rico del mundo. Por delante tiene al fundador de Inditex, Amancio Ortega, en el sexto lugar y el único español entre las 100 grandes fortunas del mundo, que finaliza el año con 17.900 millones más en un patrimonio valorado en 76.600 millones de dólares (unos 68.000 millones de euros). La multinacional gallega aumenta cada año el pago a sus accionistas gracias al tirón de los resultados del grupo, y el principal beneficiado es el propio Ortega: solo por los beneficios obtenidos en el ejercicio 2018-2019 recibió 1.626 millones de dividendo. Ortega ha construido un imperio inmobiliario con esos dividendos, pero el grueso de su patrimonio sigue concentrado en el 59,3% de Inditex que controla, valorado en 58.700 millones de euros.

La buena marcha en Bolsa de Facebook le ha permitido incrementar a su fundador, Mark Zuckerberg, su patrimonio en 27.400 millones y situarlo al cierre de este año en la quinta posición con 79.400 millones. Los 35 años del fundador de la mayor red social del mundo contrastan con los 89 años de la cuarta fortuna, en manos de Warren Buffett, el Oráculo de Omaha, valorada en 89.180 millones. A su edad aún dirige Berkshire Hathaway, la sociedad de inversión con la que controla paquetes accionariales en grandes multinacionales como Coca Cola y American Express. En el podio, además de Bernard Arnault, en la tercera posición, y Jeff Bezos, como líder del grupo, se encuentra otro habitual de este exclusivo colectivo: Bill Gates. Al cofundador de Microsoft le ha ido bien, ya que la revalorización de las acciones del gigante del software, del que posee un 1%, le ha permitido incrementar su riqueza en 23.100 millones de dólares y situarse muy cerca del creador de Amazon con un patrimonio de 113.500 millones.
El dueño del Oviedo

El mexicano Carlos Slim, máximo accionista de FCC, cuenta con una fortuna de 61.500 millones, que supone 6.700 millones más que el ejercicio anterior, y le hacen ser la 11ª persona más rica del universo. A sus 79 años controla América Móvil, el operador de telefonía móvil más grande de América Latina. Slim, que es accionista del Grupo PRISA, editor de CincoDías, tiene a través de Carso e Inbursa inversiones en el sector de la construcción y financiero en México. También es accionista mayoritario del equipo de fútbol Real Oviedo. Le sigue en la clasificación el indio Mukesh Ambani, con 59.500 millones, el resultado de aumentar su capital en 15.200 millones. El empresario controla el 44% de Reliance Industries, un conglomerado de empresas, con sede en Bombay, dedicadas a la producción de energía, productos petroquímicos, textiles, recursos naturales y telecomunicaciones.

Después de Francoise Bettencourt, se acomoda el fundador de Oracle, Larry Ellison, con la misma valoración del patrimonio que la francesa, 59.300 millones, tras un aumento de 9.900 millones. Por detrás de él se encuentra el cofundador de Microsoft, Steve Ballmer, que en 2014 abandonó la compañía que creó con Bill Gates, y en la actualidad es propietario del equipo de la NBA Los Ángeles Clippers. Tiene 58.500 millones tras enriquecerse en 12 meses 19.900 millones.

Los siguientes tres peldaños de esta privilegiada escalera lo ocupan tres miembros de la familia Walton, propietarios de los grandes almacenes estadounidenses Walmart: Rob, con 54.400 millones tras un alza de 10.800, Jim, con 53.300 y 10.700 más que el año anterior, y la anteriormente citada, Alice, con 53.300 millones. En el puesto 19, y por delante de Jacqueline Mars, se coloca el chino Jack Ma, fundador del gigante de comercio electrónico Alibaba, con un imperio de 47.100 millones, tras un aumento de 11.400 millones.

Estas son las 10 mayores fortunas del mundo:

1. Jeff Bezos

Jeffrey Preston Jorgensen (Alburquerque, EE UU, 1964) ha retenido la corona como el hombre más rico del mundo en 2019 con un patrimonio valorado en 116.280 millones de dólares. Y eso que el divorcio de su mujer, McKenzie Bezos, que desde este año es la quinta mujer más rica del mundo, le ha pasado factura a su cuenta corriente, siendo quien más dinero pierde entre las grandes fortunas en los últimos 12 meses (8.700 millones). Empezó castrando ganado en el rancho familiar en Texas, estudió Ciencias de la Computación e Ingeniería Eléctrica en Princeton, para luego fundar Amazon, la mayor empresa de comercio online del mundo. La compañía con sede en Seattle vende todo tipo de artículos, desde libros a productos para el hogar a través de su web. Además, controla la cadena de alimentación Whole Foods y ofrece servicios de computación en la nube y vídeos en streaming. La compañía de Bezos registró ingresos en 2018 por valor de 233.000 millones de dólares.


2. Bill Gates

El cofundador de Microsoft, William Henry Gates III (Seattle, 1955), ha tenido un gran año. La revalorización de las acciones del gigante del software le ha permitido, entre otros motivos, incrementar su riqueza en 23.100 millones de euros y situarse muy cerca de Jeff Bezos con un patrimonio de 113.500 millones. Gates, que estudió en Harvard, tiene un 1% de Microsoft y el resto de su patrimonio lo gestiona a través de su sociedad Cascade Investment, que controla participaciones en decenas de compañías, entre las que destacan Canadian National Railway, el principal gestor ferroviario canadiense, Deere y Ecolab. Según confesó al agregador de noticias Reddit en 2014, Gates lava todas las noches los platos durante la cena. Este genio de la informática posee junto a su mujer Melinda Gates, una de las fundaciones privadas más importantes de EE UU, dedicada a aliviar desequilibrios en temas de salud y de educación en las regiones menos favorecidas.


3. Bernard Arnault

El emperador del lujo es el claro ganador del 2019. Nacido en Roubaix (Francia) en 1949, estudió Ingeniería y controla la mitad del capital de Louis Vuitton Moët Hennessy (LVMH), el gran conglomerado de artículos de lujo francés. La fuerte subida en Bolsa de las acciones de la compañía francesa ha elevado su fortuna en 37.700 millones en el último año, lo que le ha permitido acceder al exclusivo club de los cienmilmillonarios con Jeff Bezos y Bill Gates. LVMH, que en 2018 facturó por valor de 55.300 millones de dólares, posee una cartera de marcas como Louis Vuitton, TAG Heuer, Loewe, Christian Dior o el champán Dom Pérignon, a la que acaba de incluir la mítica joyería estadounidense Tiffanys, por la que ha desembolsado 14.700 millones de euros. Arnault, que en su momento trató de solicitar la ciudadanía belga para “proteger las participaciones de la familia”, dirige también la fundación Louis Vuitton, cuya sede en París fue diseñada por Frank Gehry.


4. Warren Buffett

El conocido como el Oráculo de Omaha, ciudad de Seattle en la que nació en 1930, es probablemente el mejor inversor de la historia. Tal vez le deba algo de su sapiencia a Benjamin Graham, el padre de la inversión en valor, que fue su profesor en la Universidad de Columbia, donde estudió Economía. Buffett, que empezó vendiendo chicles puerta a puerta con tan solo seis años de edad, posee una fortuna valorada en 89.180 millones de dólares y todavía dirige a sus 89 años Berkshire Hathaway, la potente sociedad de inversión a través de la cual controla importantes paquetes accionariales en grandes multinacionales como Coca Cola y American Express. Este financiero, que anima al resto de grandes fortunas a donar parte de su patrimonio a través de la campaña filantrópica Giving Pledge, ha logrado con sus inversiones en Berkshire Hathaway una rentabilidad anual compuesta del 20,5% desde 1953. Todos los años, con motivo de la junta general de accionistas, organiza una subasta para poder cenar con él en la que se pagan sumas considerables que se destinan a causas solidarias. Entre sus aficiones se encuentran tocar el ukelele y jugar al bridge.


5. Mark Zuckerberg

El cofundador y presidente ejecutivo de Facebook se ha recuperado del annus horribilis que vivió en 2018, entre acusaciones de hacer uso ilegítimo de los usuarios de su compañía y promover fake news. La buena marcha en Bolsa de la mayor red social del mundo le ha permitido incrementar su patrimonio en 27.400 millones y situarlo al cierre de este año en 79.400 millones. En 2012 Zuckerberg (White Plains, EE UU, 1984) sacó Facebook a Bolsa en el mayor estreno en el parque de un grupo tecnológico hasta la fecha. Un día después de que las acciones de la empresa empezaran a cotizar se casó con Priscilla Chan. Zuckerberg ha manifestado públicamente que donará el 99% de las acciones que posee en Facebook. Genio precoz, durante el instituto creó un sistema de mensajería para la familia al que bautizó como Zucknet. Antes de ingresar en la universidad de Harvard recibió ofertas para trabajar en AOL y Microsoft, que rechazó.


6. Amancio Ortega

El único español en el imperio de los grandes millonarios mundiales. Ortega (Busdongo, León, 1936) fundó Inditex, junto a su mujer Rosalía Mera, ya fallecida, y todavía posee el 59% del capital social. El grupo textil ha logrado recuperar de nuevo los 100.000 millones de valor bursátil en las últimas semanas y Ortega ha visto aumentar su fortuna en 17.900 millones en el último año, alcanzando una cuenta corriente valorada en 76.600 millones. Inditex viene aumentando el pago a sus accionistas en los últimos años gracias al tirón de los resultados y el principal beneficiado es el propio Ortega. De hecho, solo por los beneficios obtenidos en el ejercicio 2018-2019, el dueño de Zara recibió 1.626 millones. La mayor parte del dinero que el empresario recibe de la compañía es destinado a inversiones en el sector inmobiliario, a través de su sociedad patrimonial Pontegadea. Ortega también tiene participaciones en algunas sociedades como Telxius y, más recientemente, en Enagás, donde ha comprado el 5% del capital.


7. Larry Page

Fundador junto a Sergey Brin, al que conoció haciendo el doctorado en Stanford, de Alphabet, la sociedad holding que posee Google, el mayor buscador de Internet. La fortuna de Page (East Lansing, Michigan, 1973) asciende a 65.200 millones de dólares, tras sumar 14.000 millones solo ese año. Estudió Ingeniería en Sistemas Computacionales en la universidad de Michigan, aunque su educación primaria la recibió en la escuela Montessori, que fomenta la independencia de los estudiantes. A principios de diciembre, Page y Brin anunciaron que dejaban sus cargos ejecutivos en Alphabet para “simplificar la estructura de la gestión”. Ambos seguirán en el consejo pero cederán sus funciones a Sundar Pichai, director ejecutivo de Google. Residente en Palo Alto (California), Page podrá dedicar más tiempo a sus otras inversiones entre las que destaca Planetary Resources, una empresa minera especializada en asteroides. Es aficionado al kiteboarding.


8. Sergey Brin

Serguéi Mijáilovich Brin nació en Moscú en 1973 y emigró con su familia desde la Unión Soviética cuando apenas tenía seis años de edad. Siguiendo los pasos de su abuelo y de su padre, se licenció en Matemáticas y Ciencias de la computación por la Universidad de Maryland. Posteriormente se trasladó, gracias a una beca, a la Universidad de Stanford para doctorarse en Computación. Allí conoció a Larry Page, durante unas sesiones de orientación para nuevos alumnos, y con el que, a pesar de que al principio chocó, fundó Google (aunque el nombre original con el que bautizaron al precursor del buscador más famoso del mundo en 1996 fue BackRub). En la actualidad, su fortuna asciende a 63.300 millones de dólares, y a lo largo de los últimos 12 meses ha ganado 13.400 millones. Brin financia diferentes proyectos filantrópicos y tiene inversiones en el negocio del vino, a través del productor neozelandés Wairarapa.


9. Charles Koch

Charles de Ganahl Koch (Wichita, EE UU, 1935) es el presidente ejecutivo de Koch Industries, un enorme conglomerado empresarial con intereses en múltiples sectores que van desde el petróleo a la industria papelera, pasando por la minería, los fertilizantes o los servicios financieros y tiene un patrimonio valorado en 62.100 millones de dólares. Su abuelo, Harry Koch, fue un inmigrante holandés que se asentó en Texas, donde publicaría el periódico local Quanah Tribune Chief. Posteriormente, su padre creó un nuevo método para refinar y obtener gasolina, y fundó Rock Island Oil & Refining. Sus hijos lograron diversificar la petrolera de su progenitor y convertirla en una de las mayores empresas de EE UU. Según The New Yorker, Charles y su hermano David han donado cientos de millones a causas conservadoras y reaccionarias. También se les ha acusado de liderar una revuelta contra Barack Obama impulsando el movimiento Tea Party, y contra la nueva ley del clima de California. Su empresa figura entre las más contaminantes de EE UU.


10. Julia Koch y familia

Es la viuda de David Koch, quien junto a su hermano Charles desarrollaron el imperio empresarial de la familia, que comenzó con una petrolera. A la muerte del marido, a los 79 años, el verano pasado, uno de los promotores del extremismo conservador estadounidense, heredó el título de mujer más rica del mundo. Nacida en Indianola (EE UU) en 1963, se instaló en Nueva York, donde empezó a trabajar como modelo para el diseñador Tracy Mills. Más tarde, en los años ochenta del siglo pasado, fue asistente del diseñador, llegando incluso a acudir a la Casa Blanca a vestir a la primera dama Nancy Reagan. A su marido, asiduo a las fiestas de la alta sociedad neoyorquina y 22 años mayor que ella, lo conoció en una cita a ciegas. Cinco años duró el noviazgo, que hoy debe considerar bien invertidos, ya que administra una fortuna valorada en 62.000 millones. Es aficionada al arte y habitual de las fiestas más exclusivas de la alta sociedad de Nueva York. Tuvo tres hijos con David Koch: David, Mary Julia y John Mark.

EL CASO DE MURDOCH, KYLIE JENNER Y LOS EMERGENTES

Pérdidas. Tan solo 52 personas del selecto club de los 500 más ricos del mundo disminuyeron su patrimonio en dinero en el último año. Uno de ellos fue Rupert Murdoch, principal accionista de Fox News, que comprenden medios The Sun y The Times, así como la cadena conservadora Fox, principal impulsora de la candidatura de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. El empresario de origen australiano contrajo su patrimonio en 10.200 millones, después de vender activos de Fox a Walt Disney, que distribuyó entre sus seis hijos, a los que convirtió en millonarios.

La más joven. Kylie Jenner, la multimillonaria más joven de todos los tiempos, título que le ha quitado al fundador de Facebook, Mark Zuckerberg. La modelo, de 22 años, acumula un patrimonio de 1.000 millones gracias al éxito y a la venta del 51% de su firma de maquillaje, Kylie Cosmetics.

China. Crece la representación de fortunas chinas, el segundo país después de EE UU, en el índice de Bloomberg, con 54 personas entre los 500 más ricos. También los ricos rusos añadieron 51.000 millones a su fortuna.

Cualquier tiempo pasado fue peor

SINE DIE 93
SD2
juan m ferran oliva                         DICIEMBRE 31 DE 2019


Mis memorias de Manga Larga dormitan bajo el polvo. Las sacudo para recrear parte de aquella jornada durante una Zafra del Pueblo. Creo que fue la de 1965.  En un lugar perdido de la costa norte camagüeyana estuvimos 45  días incluyendo la Cuaresma. Lo preciso porque surgió la duda de cosechar o no el Viernes Santo. Según los lugareños ese día salía sangre de las cañas. Lamentablemente éramos ateos y hubimos de ir al corte. No teníamos creyentes y si alguno había lo callaba.

El trabajo voluntario en el campo se convirtió en un ritual. Cumplimos con él como devotos revolucionarios. Era como la misa dominical para un católico, el Ramadán para un mahometano, el Sabbat para un hebreo o el despojo para un santero.

Conformábamos los Equipos de Investigaciones que agrupaban a los estudiantes de Economía en sus primeras promociones de la Universidad de La Habana. Divididos en dos grupos de varones cumplimos con el sagrado e improductivo deber de cortar caña.  No sé a qué se dedicaron en tal ocasión las féminas, posiblemente a otros trabajos voluntarios para cumplir con la liturgia al uso. Dichos Equipos fueron creados por Fidel. Y lo digo sin intenciones de culto post mortem, algo habitual en estos tiempos y, en ocasiones, traído por los pelos.

Recién llegados fuimos a un pueblo cercano, a pie. Un compañero hipocondriaco se emocionó al pasar por el puesto de socorro y entró para que le aplicaran un colirio. Mis botas me lastimaron y me vi impedido de ir al campo en los días siguientes. Me ubicaron de pinche de cocina. Nunca he pasado más allá del huevo frito pero me especialicé en ensaladas. Echaba las hierbas en un caldero junto con el aceite, el vinagre y la sal y batía. La metodología resultó. El  cocinero no quería dejarme ir. Me consideró creativo. Pero en cuanto me curé marché al corte.  Era un problema d’honore, como diría un siciliano. Valga aclarar que el trabajo en la cocina era más fatigante que el del campo.

Como buen aficionado llevé mi cámara. Tomé numerosas fotos y organicé un álbum que poco a poco fue escamoteado por los retratados. Por cierto, el responsable del grupo era Zayden Rafael, que fue fotógrafo profesional. Su amigo Héctor Gasca también lo integraba. Este último un día salió al extranjero y decidió prolongar su estancia. De vez en cuando viene a Cuba de visita y alega a sus empleadores de la mafia miamense que fue a Santo Domingo de vacaciones. No miente, se refiere al pueblo homónimo cercano a Santa Clara.

En una ocasión un compañero receptor de SINE DIE, cuyo nombre omito,  fue picado por un alacrán. Guardó cama varios días, alejado de la mocha. Según versiones apócrifas organizó una cría y los alquilaba. Calumnias, por supuesto. Es artemiseño, no fenicio.

Dormíamos en hamacas. Curiosamente todos los días una gallina desconocida ponía un huevo bajo la mía. En ocasiones tendía un poco hacia el costado y ello originó un conflicto territorial. Mi vecino era el fenecido Santiago. Apelé al ius romano alegando que me pertenecía todo lo que estaba debajo de mi, hasta el averno, o por encima, hasta el topus uranos. Terminamos alternando en el disfrute ovíparo que nos proporcionaba la gentil concubina del gallo.

En una ocasión nos visitó un jerarca de la FEU. Nos compulsó a ser más productivos y se preocupó por nuestras condiciones de vida. Continúa siendo la misma muela politiquera. El repertorio no ha cambiado. Entonces Larrinaga acuñó su patética sentencia: El tándem devora la caña y la caña devora a  los hombres. Aclaro que el dicente fue condiscípulo de Fidel en Santiago y en la Universidad habanera. Tiene más de 90 años y una vasta cultura. Es negro absoluto y el único de su raza en el plantel. Puede que  los hermanos de La Salle lo utilizaron como muestra integracionista. Pero una golondrina no hace verano.

La división social del trabajo nos reconocía macheteros sólo como convención ocasional y protocolar.  Nuestra productividad era ínfima. Si alguno hubiese destacado en tan noble empeño debería haberse decidido por ser cañero antes que economista.

Un día llegó la correspondencia. Otro compañero había pedido a su esposa un calzado adecuado. La encomienda fue cumplida pero él no la recibió con agrado y se deshizo en imprecaciones de carretero: Eran unos zapatos de dos tonos.  Este mismo personaje en una ocasión olvidó el reloj y el apetito y continuó en el corte a la hora de almuerzo, en solitario. Alarmados por su ausencia decidimos salir a buscarlo. Lo encontramos y cerca de él una yegua a la posteriormente bautizamos como Blancaherrada. Es de suponer las bromas que corrieron. No hubo tal. El aludido tenía poco sentido del humor y amenazó a quienes lo chancearan. Una vez de regreso en La Habana, algunos burlones le enviaron cariñosos telegramas firmados supuestamente por la yegüita.

Llegado el momento del ansiado retorno nos dirigimos a la estación ferroviaria de Morón. Uno de nosotros, famoso por sus crisis de ansiedad, pidió al jefe de tránsito que adelantara la salida del tren. Le costó algún trabajo pues era gago. Más tarde ingresó en un organismo cuyo nombre me reservo, por discreción. Cambió su oficio en perspectiva por el de un  James Bond tropical. Quizás todos salieron ganando.

Hubo muchas otras incidencias, por supuesto. No las evoco o no las conozco. Baste con esta muestra para nutrir nostalgias.

Algunos de los aludidos ya no existen. Si en algo los he incomodado pueden reclamármelo en la otra vida, que dicen que es mejor. A quienes aún viven les recuerdo que cualquier tiempo pasado fue peor. Ojala el próximo 2020 que empieza mañana, podamos decir lo mismo.

A TODOS FELIZ AÑO NUEVO
Fin


Letra económica del nuevo año en Cuba

El nuevo Consejo de Ministros ha priorizado estrategias económicas en el intento por alcanzar una prosperidad a la que otorga tanta importancia como a la resistencia política de la nación.

El gobierno se propone acelerar las inversiones como vía más sólida hacia el crecimiento de la economía.
Foto: Jorge Luis Baños/ IPS
Antes de concluir el 2019, el mandatario cubano Miguel Díaz-Canel reiteró la prosperidad como objetivo y desafío principal de la nación en el nuevo año. En línea con esa aspiración, las reuniones políticas de mayor connotación en diciembre apuntaron hacia blancos económicos entre los cuales entreveo tres de valor singular: las inversiones, la reforma empresarial y el comercio minorista.
El nuevo propósito lo asume Cuba en un contexto externo sumamente adverso. El bloqueo económico de Estados Unidos se agudizó en áreas de alta sensibilidad: el turismo, el abastecimiento de combustibles, y los negocios bancarios, remesas incluidas. Coincide, para colmo, con un mal momento para el comercio con América Latina –por giros a la derecha en Brasil y Bolivia, y antes de Ecuador- y con el mercado europeo.
¿Cómo se propone maniobrar el gobierno en tal coyuntura?
Entre las líneas estratégicas del 2020, la primera reunión del nuevo Consejo de Ministros, presidida por Díaz-Canel y dirigida por el recién electo Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz, definió la necesidad de eliminar las trabas que entorpecen la actividad empresarial.
El Presidente cubano retomó una idea que había comentado, una semana antes, en la Comisión de Asuntos Económicos de la Asamblea Nacional: el 2020 será un año para eliminar trabas y dinamizar la economía, con referencia al sistema empresarial, en particular.
En la primera reunión del nuevo Consejo de Ministros, Díaz-Canel volvió a defender la tesis de la prosperidad como objetivos igual de importante que la batalla política.
Foto: Tomada de Granma
Ante el gabinete reiteró ahora que este debe ser el año para implementar todo lo que sea necesario a fin de desatar las fuerzas productivas. Habló de eliminar trabas tanto para las empresas estatales como privadas, pero advirtió que ese objetivo no se podía confundir con privatización. Ese no es nuestro camino, alertó.
“Vamos a quitar trabas para potenciar la empresa estatal y hacer el verdadero redimensionamiento empresarial que el país necesita”, insistió.
La reforma empresarial, con descentralización y mayor autonomía para esas formas de gestión, aparece entre los objetivos principales de la Actualización del modelo económico desde el 2011, pero los avances han sido lentos. ¿Será el 2020 el momento de la aceleración?
Las prioridades asumidas por el Consejo de Ministros para el nuevo año reiteran en la mayoría de los casos objetivos planteados en reuniones previas, pero le introducen matices nuevos en algunos casos.  Por ejemplo, mantienen el turismo como objetivo, pero con acento en la calidad de sus servicios. Y el programa electroenergético insiste esta vez en la generación a partir de combustibles que no sean el diésel, por ser el más caro de todos.
La decisión de acelerar la actividad inversionista es evidente, no sólo mediante la apertura al capital extranjero. El Gobierno discutió las deficiencias que laceran en Cuba el proceso de inversiones y los beneficios de post-inversión.
El ministro de Economía, Alejandro Gil, una de las incorporaciones recientes al grupo de viceprimeros ministros, insistió en la necesidad de mejorar la eficiencia inversionista, antes de lanzarse a incrementar los recursos con ese destino. Debido a fallas comunes en la planificación, en no pocas ocasiones los beneficios que dejan las inversiones están muy distantes de los que inicialmente fueron previstos, comentó Gil.
El Primer Ministro Marrero Cruz reclamó mayor objetividad en los análisis de factibilidad de las inversiones, tener en cuenta el mercado y lograr que estén en correspondencia con el potencial productivo real de las empresas inversionistas.
El plan nacional de inversiones suele quedarse corto. Cada año se incumple en más de un 10 por ciento, aunque casi se ha duplicado en el último lustro hasta llegar a 10.200 millones de pesos en 2019 (calculado de acuerdo con la tasa oficial de cambio de 1 peso igual a 1 dólar).
No podemos aspirar a tasas de crecimiento superiores de la economía, si no hacemos un proceso inversionista eficiente, porque ahí es donde está el crecimiento, en la inversión, dijo el ministro de Economía, en una confirmación de la ruta que se propone el país.
En el discurso de clausura de la sesión parlamentaria de diciembre, Díaz-Canel defendió una tesis que permanece entre las deudas históricas de la Revolución, al plantear que la prosperidad económica es un objetivo de igual importancia a la batalla política.
El gobierno se comprometió a hacer del 2020 un año para eliminar trabas que reconoce tanto para la actividad estatal como privada.
Foto: Jorge Luis Baños/ IPS
“Pero no solo nos interesa resistir –dijo ante los diputados-. Ese mérito lo conquistamos hace tiempo. El desafío es, en medio de esa misma guerra, conquistar la mayor prosperidad posible. Para ello necesitamos mayores producciones, más diversas y de más calidad, con el valor añadido de la ciencia”.
Esta idea la relanzó, textualmente igual, en un tuit el 28 de diciembre.
La reunión del Consejo de Ministros aprobó un programa de medidas para perfeccionar el comercio minorista de subordinación local, incluidos el reordenamiento de la gastronomía y el saneamiento financiero de las empresas de ese sector. Se suman ensayos para una mejor remuneración a sus trabajadores, la autonomía y sustentabilidad del comercio minorista en los municipios e incrementar la oferta de bienes y servicios a la población, aspiración básica en cualquier sueño de prosperidad.
Otros asuntos en la agenda de la reunión fueron el comercio electrónico y la reorganización del acopio agropecuario.
Los ministros también aprobaron informes y programas destinados a potenciar las exportaciones, la actividad de créditos financieros, la política de empleo, y el desarrollo de las nanociencias y las nanotecnologías, incluido un programa de bionanomedicina, con ocho líneas de trabajo priorizadas, y la protección del ciberespacio nacional.
Todos estos asuntos pueden encadenarse con otros pasos muy esperados en la reforma del modelo económico: la unificación monetaria, la reforma salarial y el reordenamiento del sistema de precios. La letra económica del año promete ser intensa. (2020)

Subibajas en los índices de desarrollo sostenible. Cuba en primer lugar

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Por Roberto Bissio
¿Finlandia y Noruega son un modelo a seguir si se quiere lograr un desarrollo sostenible o un ejemplo de malas prácticas a evitar? Todo depende de a quién le preguntes.
Los dos países nórdicos figuran entre los diez primeros en el Índice Global de ODS, publicado en septiembre pasado por Bertelsmann Stiftung y la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible (BS-SDGI).1 Pero se encuentran entre los 10 peores en el Índice de Desarrollo Sostenible (JH-SDI) publicado por el antropólogo Jason Hickel en la edición de enero de 2020 del Ecological Economics Journal.2
Ambos índices usan los mismos datos básicos de las mismas fuentes internacionales  Hickel usa 2015 como el último año de la serie JH-SDI y BS-SDGI llega hasta 2017, pero los resultados diferentes en las clasificaciones derivan de cómo entienden sus respectivos autores el desarrollo sostenible.
La diferencia no es menor, como lo ilustra la Tabla 1 al mostrar los extremos de las clasificaciones en ambos índices. Muchos de los países mejor clasificados por el Índice BS-SDG se encuentran al final de la tabla en el Índice JH-SD.
Tabla 1: Los 10 mejores y los 10 peores en dos índices diferentes de desarrollo sostenible.3
País
Índice BS-SDG 2019
(0-100)
País
Índice JH-SD
(0-1)
Los 10 Mejores
Los 10 Mejores
Dinamarca
85.2
Cuba
0.859
Suecia
85.0
Costa Rica
0.830
Finlandia
82.8
Sri Lanka
0.825
Francia
81.5
Albania
0.811
Austria
81.1
Panamá
0.808
Alemania
81.1
Argelia
0.805
Chequia
80.7
Georgia
0.801
Noruega
80.7
Armenia
0.800
Países Bajos
80.4
Azerbaiján
0.798
Estonia
80.2
Perú
0.788
Los 10 peores
Los 10 peores
Afganistán
49.6
Islandia
0.233
Niger
49.4
Finlandia
0.227
Sierra Leona
49.2
Estonia
0.209
Haití
48.4
Noruega
0.200
Liberia
48.2
Canadá
0.194
Madagascar
46.7
Estados Unidos
0.184
Nigeria
46.4
Australia
0.153
Congo, DR
44.9
Emiratos Árabes U.
0.108
Chad
42.8
Kuwait
0.102
Central Africa
39.1
Singapur
0.081
El BS-SDGI se calcula promediando algunos indicadores para cada uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y luego promediando estos 17 subíndices en un número final de posicionamiento global. Dado que la mayoría de los indicadores elegidos en realidad miden el bienestar (en áreas como salud, educación o nutrición) o la riqueza material (en energía, infraestructura), el promedio final se correlaciona altamente con el Índice de Desarrollo Humano de la ONU (para un análisis detallado ver: https://www.globalpolicywatch.org/blog/2019/07/03/bs-sdg-index-can-progress-on-sustainable-development-be-reduced-to-a-single-number/
El JH-SDI también toma el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de las Naciones Unidas como punto de partida, pero reconoce, en palabras de su autor principal, Jason Hickel, que «los países que obtienen el puntaje más alto en el IDH también contribuyen más, per cápita, al cambio climático y otras formas de destrucción ecológica. En este sentido, el IDH promueve un modelo de desarrollo que es empíricamente incompatible con los indicadores ecológicos clave: las emisiones de CO2 y la huella material, ambas calculadas en términos de consumo per cápita y en proporción a los límites planetarios «.
El BS-SDGI también refleja el daño provocado por el consumo insustentable de materiales en su subíndice para el ODS 12 (consumo y producción sostenibles) y las emisiones de CO2 en su subíndice para el ODS 13 (cambio climático). El Centro Común de Investigación (CCI), el servicio de ciencia y conocimiento de la Comisión Europea, descubrió que “algunos países que tienen un desempeño pobre en el ODS 12 (en patrones de producción y consumo sostenibles) y el ODS 13 (en clima) tienen un buen desempeño en todos los demás objetivos y viceversa. (…) Los cinco principales países del índice están clasificados entre los últimos puestos de SDG12 y SDG13. Por ejemplo, Suecia encabeza la lista en el Índice SDG, pero está en la posición 138 en el ranking SDG12. En la otra dirección, la República Centroafricana, que está en la parte inferior del Índice SDG, obtiene la segunda mejor posición en SDG13».
En el promedio de 17 subíndices, la mala clasificación de los países ricos en dos de ellos se diluye en el Índice BS-SDG, mientras que en el Índice JH-SD, las emisiones de CO2 y la huella de material combinada penalizan directamente la clasificación final. Esto se muestra claramente en las Figuras 1 y 2, que muestran el desempeño de los dos índices de desarrollo sostenible en relación con el ingreso per cápita.
Figura 1: Índice JH de desarrollo sostenible en relación con el ingreso per cápita
Fuente: Compilado por el autor con datos del JH-SDI
En el JH-SDI, el índice crece a medida que los países se enriquecen, pero su valor alcanza un máximo cuando los países llegan a un ingreso anual de alrededor de US $ 20,000 dólares per cápita en términos de paridad de compra. A medida que los ingresos crecen más allá de esa cantidad, los valores del índice caen, ya que una mayor riqueza se asocia con mayores emisiones de CO2 y una mayor huella material.
La imagen es diferente en el Índice BS-SDG:
Figura 2: Índice BS de Objetivos de Desarrollo Sostenible en relación con el ingreso per cápita
Fuente: Compilado por el autor con datos del BS-SDGI
En este índice, la parte izquierda del gráfico, que agrupa a los países de bajos ingresos, es similar al JH-SDI. Su rendimiento mejora a medida que aumentan los ingresos, pero en vez de detenerse, la clasificación sigue creciendo cada vez más y alcanza su punto máximo para los países nórdicos con ingresos anuales de alrededor de US $ 50,000 en términos de paridad de compra. A partir de ese momento, los países dejan de mejorar aunque sus ingresos sean superiores, ya sea por sus servicios sociales comparativamente más pobres, sus altas emisiones de CO2, su consumo insostenible o una combinación de estos y otros factores.
¿Qué camino elegir?
Ambos índices tienen un mensaje similar para los países a la izquierda del gráfico, con ingresos promedio inferiores a US $ 8.600 al año: a medida que crezcan sus economías, tendrá más oportunidades de proporcionar los servicios públicos esenciales que mejorarán el bienestar de sus pueblos, como lo exige la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible.
Pero a partir de ahí, los dos índices ofrecen caminos divergentes. Para llegar a la cima del BS-SDGI, los países deben seguir creciendo, pero con servicios sociales eficientes, idealmente reciclando su basura y prestando atención a la eficiencia energética … tal como hacen los nórdicos.
El JH-SDI cuenta una historia diferente. Si todos los países tuvieran el estilo de vida de los nórdicos, el planeta sufriría un colapso ecológico. La huella material promedio de las naciones con puntajes de Desarrollo Humano “muy altos” es de 26 toneladas per cápita (cuatro veces por encima del límite sostenible), mientras que sus emisiones promedio de CO2 son 11 toneladas per cápita (seis veces por encima del límite). No es ecológicamente posible que todas las naciones consuman a este nivel. En otras palabras, «este no es un enfoque sostenible para el siglo XXI».
Por otro lado, Hickel subraya que los altos ingresos no son indispensables para lograr el bienestar. “Grecia, Chile y Portugal tienen una esperanza de vida más alta que los Estados Unidos con menos de la mitad del ingreso per cápita. Costa Rica tiene una esperanza de vida que supera la de los Estados Unidos con un cuarto del ingreso per cápita. Del mismo modo, hay una serie de países que obtienen puntajes altos en el índice de educación con niveles relativamente bajos ingresos. Los niveles de educación de Kazajstán rivalizan con los de Austria, con la mitad del ingreso per cápita. Bielorrusia supera a Austria con un tercio de los ingresos per cápita. Georgia y Ucrania rivalizan con Austria con menos de una quinta parte del ingreso per cápita».
Desde una perspectiva de desarrollo sostenible, los países que logran un buen desempeño dentro de los límites planetarios debieran ser elogiados y celebrados. Pero estos países no aparecen en el tope de ningún indicador. Los récords mundiales son para las naciones que los alcanzan gracias a los «esteroides» insostenibles de las emisiones de CO2 y el consumo irresponsable. El JH-SDI hace justicia a estos triunfadores frugales. Y rompe con la noción convencional de «desarrollo» que coloca sistemáticamente a los países más ricos (que también son los mayores donantes de las agencias de desarrollo) como «modelos». Esta narrativa, argumenta Hickel, «representa a los países del Norte global como automáticamente superiores a los países del Sur, borrando e incluso legitimando la violencia que los primeros han desplegado para acumular su excedente, a través de, por ejemplo, la colonización, el comercio de esclavos, las políticas de ajuste estructural, el acaparamiento de tierras, la explotación laboral, la extracción de recursos y otros métodos por los cuales las naciones en el centro del sistema mundial han saboteado la periferia en aras de su propio desarrollo».
Sin ninguna mención de la historia, la introducción de indicadores ecológicos que reflejan los efectos negativos del exceso de extracción, consumo y acumulación practicados por los países ricos, desafía el paradigma tradicional, al degradarlos en consecuencia.
Si bien esto no es un logro menor, este nuevo índice JH-SD aún no puede tomarse como un termómetro del conjunto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ya que no tiene en cuenta las desigualdades (incluidas las desigualdades de género) o los problemas de gobernanza (incluidos los derechos humanos y el acceso a la justicia). Hay margen de mejora, sin duda, pero esto de ninguna manera disminuye la hazaña intelectual de Jason Hickel. Usando solo cinco indicadores (esperanza de vida, educación, ingreso per cápita, huella material y emisiones de CO2), su Índice de Desarrollo Sostenible impulsa el debate mundial y mejora nuestra comprensión de dónde estamos en la Agenda 2030 de una manera que el Marco oficial de Indicadores los ODS con su 300 indicadores (la mayoría sin datos suficientes) aún no han podido hacer.
Notas:
1 J. Sachs, G. Schmidt-Traub, C. Kroll, G. Lafortune, G. Fuller, Sustainable Development Report 2019. New York: Bertelsmann Stiftung y Sustainable Development Solutions Network (SDSN), 2019.
2 Jason Hickel, “The Sustainable Development Index: Measuring the Ecological Efficiency of Human Development in the Anthropocene,” Ecological Economics vol 167, Enero 2020.
3 El JH-SDI se encuentra en línea en www.sustainabledevelopmentindex.org. El BS-SDGI se encuentra en  https://www.sdgindex.org/