El nuevo Consejo de Ministros ha priorizado estrategias económicas en el intento por alcanzar una prosperidad a la que otorga tanta importancia como a la resistencia política de la nación.
Antes de concluir el 2019, el mandatario cubano Miguel Díaz-Canel reiteró la prosperidad como objetivo y desafío principal de la nación en el nuevo año. En línea con esa aspiración, las reuniones políticas de mayor connotación en diciembre apuntaron hacia blancos económicos entre los cuales entreveo tres de valor singular: las inversiones, la reforma empresarial y el comercio minorista.
El nuevo propósito lo asume Cuba en un contexto externo sumamente adverso. El bloqueo económico de Estados Unidos se agudizó en áreas de alta sensibilidad: el turismo, el abastecimiento de combustibles, y los negocios bancarios, remesas incluidas. Coincide, para colmo, con un mal momento para el comercio con América Latina –por giros a la derecha en Brasil y Bolivia, y antes de Ecuador- y con el mercado europeo.
¿Cómo se propone maniobrar el gobierno en tal coyuntura?
Entre las líneas estratégicas del 2020, la primera reunión del nuevo Consejo de Ministros, presidida por Díaz-Canel y dirigida por el recién electo Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz, definió la necesidad de eliminar las trabas que entorpecen la actividad empresarial.
El Presidente cubano retomó una idea que había comentado, una semana antes, en la Comisión de Asuntos Económicos de la Asamblea Nacional: el 2020 será un año para eliminar trabas y dinamizar la economía, con referencia al sistema empresarial, en particular.
Ante el gabinete reiteró ahora que este debe ser el año para implementar todo lo que sea necesario a fin de desatar las fuerzas productivas. Habló de eliminar trabas tanto para las empresas estatales como privadas, pero advirtió que ese objetivo no se podía confundir con privatización. Ese no es nuestro camino, alertó.
“Vamos a quitar trabas para potenciar la empresa estatal y hacer el verdadero redimensionamiento empresarial que el país necesita”, insistió.
La reforma empresarial, con descentralización y mayor autonomía para esas formas de gestión, aparece entre los objetivos principales de la Actualización del modelo económico desde el 2011, pero los avances han sido lentos. ¿Será el 2020 el momento de la aceleración?
Las prioridades asumidas por el Consejo de Ministros para el nuevo año reiteran en la mayoría de los casos objetivos planteados en reuniones previas, pero le introducen matices nuevos en algunos casos. Por ejemplo, mantienen el turismo como objetivo, pero con acento en la calidad de sus servicios. Y el programa electroenergético insiste esta vez en la generación a partir de combustibles que no sean el diésel, por ser el más caro de todos.
La decisión de acelerar la actividad inversionista es evidente, no sólo mediante la apertura al capital extranjero. El Gobierno discutió las deficiencias que laceran en Cuba el proceso de inversiones y los beneficios de post-inversión.
El ministro de Economía, Alejandro Gil, una de las incorporaciones recientes al grupo de viceprimeros ministros, insistió en la necesidad de mejorar la eficiencia inversionista, antes de lanzarse a incrementar los recursos con ese destino. Debido a fallas comunes en la planificación, en no pocas ocasiones los beneficios que dejan las inversiones están muy distantes de los que inicialmente fueron previstos, comentó Gil.
El Primer Ministro Marrero Cruz reclamó mayor objetividad en los análisis de factibilidad de las inversiones, tener en cuenta el mercado y lograr que estén en correspondencia con el potencial productivo real de las empresas inversionistas.
El plan nacional de inversiones suele quedarse corto. Cada año se incumple en más de un 10 por ciento, aunque casi se ha duplicado en el último lustro hasta llegar a 10.200 millones de pesos en 2019 (calculado de acuerdo con la tasa oficial de cambio de 1 peso igual a 1 dólar).
No podemos aspirar a tasas de crecimiento superiores de la economía, si no hacemos un proceso inversionista eficiente, porque ahí es donde está el crecimiento, en la inversión, dijo el ministro de Economía, en una confirmación de la ruta que se propone el país.
En el discurso de clausura de la sesión parlamentaria de diciembre, Díaz-Canel defendió una tesis que permanece entre las deudas históricas de la Revolución, al plantear que la prosperidad económica es un objetivo de igual importancia a la batalla política.
“Pero no solo nos interesa resistir –dijo ante los diputados-. Ese mérito lo conquistamos hace tiempo. El desafío es, en medio de esa misma guerra, conquistar la mayor prosperidad posible. Para ello necesitamos mayores producciones, más diversas y de más calidad, con el valor añadido de la ciencia”.
Esta idea la relanzó, textualmente igual, en un tuit el 28 de diciembre.
La reunión del Consejo de Ministros aprobó un programa de medidas para perfeccionar el comercio minorista de subordinación local, incluidos el reordenamiento de la gastronomía y el saneamiento financiero de las empresas de ese sector. Se suman ensayos para una mejor remuneración a sus trabajadores, la autonomía y sustentabilidad del comercio minorista en los municipios e incrementar la oferta de bienes y servicios a la población, aspiración básica en cualquier sueño de prosperidad.
Otros asuntos en la agenda de la reunión fueron el comercio electrónico y la reorganización del acopio agropecuario.
Los ministros también aprobaron informes y programas destinados a potenciar las exportaciones, la actividad de créditos financieros, la política de empleo, y el desarrollo de las nanociencias y las nanotecnologías, incluido un programa de bionanomedicina, con ocho líneas de trabajo priorizadas, y la protección del ciberespacio nacional.
Todos estos asuntos pueden encadenarse con otros pasos muy esperados en la reforma del modelo económico: la unificación monetaria, la reforma salarial y el reordenamiento del sistema de precios. La letra económica del año promete ser intensa. (2020)
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