Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

domingo, 12 de noviembre de 2017

La Revolución de Octubre y los primeros pasos de la economía socialista en la URSS (I y II)


Cien años se cumplen de la Revolución de Octubre de 1917.

En los días en que se celebra el centenario del triunfo de la Revolución de Octubre, es necesario y útil volver la mirada a los primeros años del socialismo en el poder para aquilatar el valor de Lenin y sus compañeros que se lanzaron a la creación de un nuevo régimen social más justo. En este empeño se carecería en muchos aspectos de las bases económicas indispensables para la sociedad socialista, en cuya creación se apreciarían también notables avances, pero enfrentando limitaciones y errores, que incidirían de igual modo en la historia posterior de la URSS.

En aquellos cruciales momentos no escapó a la comprensión del líder bolchevique la enorme importancia de la transformación del hombre para –con una visión revolucionaria muy audaz- proclamar como las ideas justas podían ser también un factor que impulsara el avance económico y social. Ante el criterio dogmático de que Rusia no había alcanzado un nivel de desarrollo de sus fuerzas productivas que hiciera posible el socialismo, Lenin argumentó “Si para implantar el socialismo se exige un determinado nivel cultural (aunque nadie puede decir cual es este determinado “nivel cultural”, ya que es diferente en cada uno de los países de Europa Occidental), por qué, entonces, no podemos comenzar primero por la conquista, por vía revolucionaria, de las premisas para este determinado nivel, y luego, ya a base del poder obrero y campesino y del régimen soviético, ponernos en marcha para alcanzar a los demás pueblos?”[1]

El enorme valor de esas ideas fue también percibido por el Che que decía en 1964 al debatir sobre la construcción del socialismo en Cuba “…cuando el atraso es muy grande, la correcta acción marxista debe ser atemperar lo más posible el espíritu de la nueva época, tendiente a la supresión de la explotación del hombre por el hombre, con las situaciones concretas del país; y así lo hizo Lenin en Rusia recién liberada del zarismo y se aplicó como norma en la Unión Soviética.

“Nosotros sostenemos que toda esa argumentación, absolutamente válida y extraordinaria por su perspicacia en aquel momento, es aplicable a situaciones concretas en determinados momentos históricos.”[2]

De este modo, una inédita coyuntura se enfrentaría por vez primera con el triunfo de la Revolución de Octubre en noviembre de 1917 en uno de los países más atrasados el mundo capitalista, lo que fue seguido de una cruenta guerra civil, que –si bien fue ganada por las fuerzas del Ejército Rojo a inicios de 1921- dejaría un país arruinado como escenario de partida para comenzar las transformaciones económicas indispensables, propias de la transición al socialismo.

Haciendo un análisis realista de la situación en la que se encontraba Rusia y sin perder de vista la necesidad de sobrevivir, manteniendo como objetivo estratégico el socialismo, Lenin proclamó en marzo de 1921 la necesidad de un retroceso táctico en el avance al socialismo, al reconocer el bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y aceptar la necesidad de reconstruir primero la economía nacional, abriendo un espacio a las relaciones mercantiles y a un cierto grado del desarrollo capitalista, hasta recuperar un nivel mínimo de crecimiento que permitiera retomar el avance de la Revolución.

La Nueva Política Económica (NEP) que se implantó entonces supuso riesgos y concesiones que no fueron fácilmente acogidas en el propio seno del Partido Bolchevique, donde diferentes facciones evaluaron como inaceptables las medidas propuestas por Lenin. Un factor adicional que complicaría aún más la situación, es que la política del comunismo de guerra -implementada durante la guerra civil-, parecía a los ojos de muchos, como la más revolucionaria al avanzar hacia una distribución igualitaria de los bienes y concentrar la acumulación en función de los intereses del gobierno soviético de forma casi completamente absoluta.

Al referirse a la política del comunismo de guerra, Lenin señalaría en 1921: “El comunismo de guerra nos fue impuesto por la guerra y la ruina. No era, ni podía ser, una política que correspondiera a las tareas económicas del proletariado. Fue una medida provisional.”[3]

Desafortunadamente la enfermedad del líder bolchevique le impidió ya en 1922 y hasta su muerte en enero de 1924, participar a fondo en las discusiones que se suscitaron. El tema mostró ser muy complejo y polémico y el debate en torno a la NEP se ha extendido hasta el presente.[4]

A pesar de las dificultades, la aplicación de la NEP permitió al país de los soviets recuperar los niveles de actividad económica anteriores a la guerra hacia 1926. Sin embargo, esa recuperación se produjo sin que ocurriera un cambio en la estructura económica del país que le permitiera emprender un verdadero proceso de desarrollo.

En efecto, el valor de la producción industrial en 1926 había crecido 5,5 veces en relación con 1921 y resultaba 8,1 % superior al nivel de 1913; la cosecha de cereales se duplicó, alcanzando el 96 % del volumen de pre guerra y el salario medio de los obreros pasó de 10,15 rublos mensuales en 1920-1921 a 28,57 en 1925-1926, para un incremento del 280 %.

Por otro lado, se había creado una economía mixta con una agricultura abrumadoramente privada, un comercio y una pequeña industria también privatizados, que además de hacer más compleja la planificación, introducía un cambio en la composición de las clases sociales que amenazaba el proyecto socialista desde todo punto de vista.

La situación sociopolítica se hizo más compleja, ya que globalmente el sector privado generó 54,1 % de la renta nacional en 1925-1926; su peso en la industria llegó al 89,7 % en 1924 y representaba un 77,7 % dos años más tarde, al tiempo que su incidencia en la producción en 1926 era del 39 %; el comercio minorista privado llegó al 78 % del total en 1922-1923 y se mantenía en 42,5 % en 1926; y los campesinos privados cubrían 98,3 % de la superficie agrícola sembrada en 1927. Por su parte la composición clasista de la sociedad rusa en 1926 era de 61,1 % de campesinos medios y pobres, 35,6 % obreros y 3,3 % kulaks o campesinos acomodados y ricos.[5]

Como puede apreciarse, entre 1921 y 1926-1927 no se había avanzado en la socialización de la producción agropecuaria mediante la creación de cooperativas que permitieran acercar más al pequeño productor privado a los intereses sociales. Esta situación mostraba la desatención al alerta expuesto por Lenin en 1923 en su trabajo “Sobre la cooperación”, acerca de la importancia que este proceso tenía para dar una solución política a la contradicción de intereses que inevitablemente se produciría entre el campo y la ciudad y entre el desarrollo de la agricultura y el desarrollo industrial.[6]

A lo largo de estos años se llevaría a cabo un intenso debate político y económico sobre el camino a seguir en la estrategia de desarrollo económico una vez rebasada la NEP. Igualmente, en la medida en que se estabilizaba la economía soviética de entonces, resultaba un tema polémico qué interpretación dar a las relaciones monetario mercantiles en la construcción del socialismo.

No existían discrepancias en torno a que sería un proceso de industrialización lo que permitiría a la URSS remontar el subdesarrollo. Sin embargo, la escasa disponibilidad de capital para inversiones había obligado a trabajar más en la restauración de las capacidades existentes que en el impulso hacia la creación de nuevas industrias.

Así, lo que pasó a debatirse intensamente a partir de 1923-1924 fue el modo de emprender el proceso de industrialización y esta discusión envolvería la determinación sobre las relaciones entre la industria y la agricultura, entre la ciudad y el campo y, como aspecto central desde el punto de vista político, el carácter de las relaciones entre los obreros y los campesinos.

En pocas palabras, lo que estaba en discusión era como llevar adelante la transición entre el capitalismo y el socialismo.

A pesar de las dificultades, la flexibilidad que supuso la aplicación de la NEP permitió al país de los soviets sobrevivir y recuperar los niveles de actividad económica anteriores a la guerra hacia 1926. Sin embargo, esa recuperación se produjo todavía sin que ocurriera un cambio en la estructura socioeconómica del país que le permitiera emprender un verdadero proceso de desarrollo.

II

Al avanzar la normalización de la actividad económica de la URSS, las discusiones teóricas y prácticas sobre la política económica a implementar abarcaban la distribución de excedente económico generado, lo que implicaba decidir cuántos recursos se iban a destinar a la inversión bruta y –por tanto- a restarse del consumo. Esto a su vez determinaba la distribución de las inversiones entre la industria ligera y pesada, así como la distribución de recursos entre la agricultura y la industria, y entre los medios de producción y los bienes de consumo, todo lo cual tenía enormes repercusiones sociales y políticas, tomando en cuenta la estructura de clases en la sociedad de entonces.

La situación que se enfrentaba a mediados de los años 20 mostraba que la agricultura —donde primaba la pequeña propiedad campesina— se había recuperado más rápidamente que la industria, pero no generaba un excedente significativo, por cuanto había crecido prioritariamente la producción para el consumo del campesino, lo que no permitía cubrir adecuadamente el incremento de la demanda de alimentos en las ciudades en la medida en que mejoraba su situación, ni generar los fondos de acumulación requeridos.[7]

En esta situación de desequilibrio macroeconómico, el crecimiento del ingreso de los campesinos generaba una mayor demanda de bienes de consumo, lo que –a su vez- presionaba sobre la producción de la industria ligera y las importaciones, pero no repercutía en la necesaria ampliación de la industria pesada que, además requería un urgente desarrollo por razones de seguridad nacional para posibilitar la producción de armamentos.

Para resolver esta contradicción se requería un profundo sentido político con el objetivo de diseñar una estrategia que brindara una alternativa a la acumulación para el desarrollo de la industria pesada, donde la propiedad estatal era mayoritaria, al tiempo que se preservara la alianza obrero-campesina.

Se abriría entonces un importante debate sobre las diferentes opciones a tomar en cuenta en este sentido, el cual no estuvo separado de la lucha por el poder en la cúpula del partido bolchevique que se desencadenaría tras la muerte de Lenin y la división que emergería de este proceso.[8]

Desde el punto de vista estratégico, todos los autores coincidían en la necesidad de avanzar en la industrialización del país, pero discrepaban sobre la política económica a aplicar, es decir, en los métodos, ritmos y proporciones para lograrlo.

Ya desde 1923 en el XII Congreso del Partido Comunista, la llamada Oposición de Izquierda defendió la idea de una industrialización acelerada, pero no resultaba para nada sencillo tomar una decisión rápida al respecto.

Las contradicciones se hicieron públicas en la llamada “crisis de las tijeras de precios” en 1923. La base de esta crisis se encontraba en que la tendencia de los precios de los productos industriales crecía aceleradamente, mientras que caían los precios de los productos agrícolas.

Dinámica de los precios de los productos industriales como proporción de los precios agrícolas (1913= 100%)

PRECIOS MAYORISTAS PRECIOS MINORISTAS
OCTUBRE              1922 131% 161%
MAYO                    1923 215     223
OCTUBRE              1923 310     297

Fuente: Alec Nove “An Economic History of the USSR 1917-1991”, Penguin Books, Middlesex, England, 1992, p. 90.

Los debates teóricos en torno a la política económica de la URSS, se centraron desde un inicio en dos políticos, que además eran economistas profesionales: Nicolai Bujarin y Evgueni Preobrajensky.

Como ya se apuntó anteriormente, la polémica giró en torno a dos  temas intervinculados: la relación entre planificación y mercado y la política para industrializar el país. En el primer caso se debatía esencialmente el tratamiento que debía darse a las relaciones monetario-mercantiles en términos de política económica, en tanto que en el segundo se trataba de una discusión sobre la estrategia de desarrollo económico a aplicar en Rusia.

A la distancia de los años, no es posible minimizar la importancia y el valor de estos debates, que evidenciaron –por vez primera- la multiplicidad de problemas que debía enfrentar una economía socialista, pero al mismo tiempo, pusieron de manifiesto la enorme riqueza teórica de enfoques y propuestas para enfrentar, mediante soluciones novedosas, la construcción de la nueva sociedad. Esto fue posible porque una de las características de las discusiones que se dieron entre 1924 y 1926 fue su notable apertura y el rigor de las proposiciones, en torno a los conceptos que -muchos años después- serían fundamentales para la moderna Teoría del Desarrollo.

En relación al primer tema de discusión [9] –la relación entre plan y mercado-, ya previamente se había abierto el debate en términos de la política económica a seguir con la introducción de la NEP en 1921, especialmente en lo referido a la vigencia de la ley del valor en la transición al socialismo.

Originalmente las posiciones se inclinaron más a interpretar al mercado como un elemento contradictorio con una política económica socialista. En efecto, tomando como válida la experiencia de la política del comunismo de guerra, un grupo de especialistas se pronunciarían a favor de la medición de los fenómenos económicos en términos naturales, desechando el cómputo monetario en la economía.

Con posterioridad y en la misma medida que avanzó la implementación de la NEP, comenzó a interpretarse el mercado como un mecanismo particular del plan. Al respecto vale la pena destacar la percepción de los peligros de lo que, muchos años después, el Che señalaría sobre el empleo de las “armas melladas del capitalismo” en la construcción socialista, tal y como lo expresaría del destacado economista Stanislav Strumilin en un trabajo publicado en 1930, quien negó la posibilidad de conciliación entre plan y mercado al expresar: “Si aceptásemos al mercado como premisa indispensable de toda posible planificación, deberíamos pagar esta premisa a un precio demasiado elevado, al precio de la renuncia al socialismo como sistema económico, y esto es, a priori, inconciliable con la misma premisa.”[10]

Esto último no era un asunto de poca importancia. Si bien la NEP había propiciado que se alcanzara la reconstrucción de la economía soviética, también lo había hecho a costa de admitir un desarrollo capitalista que a mediano plazo podía incrementar los ritmos de crecimiento económico, pero al mismo tiempo dar al traste con los objetivos políticos de la revolución.

En este punto, el razonamiento esencial de Evgueni Preobrajensky partía de lo que consideraba la defensa de las relaciones de producción socialistas. Para ello retomaba el análisis de las causas que dan lugar a la existencia de las relaciones monetario-mercantiles y de reconocer solo una vigencia parcial a la ley del valor en la transición al socialismo, tema que desarrolló en detalle en el capítulo III de su obra “La nueva economía”[11]. Según este autor: “Las relaciones de mercado en el campo de la propiedad estatal no se derivan de la ley inmanente del desarrollo y de la estructura de la economía estatal misma: tienen un carácter formal y han sido impuestas a la economía estatal desde el exterior”.

Una significativa conclusión en este aspecto de las tesis de Preobrazensky radica en que brindó una respuesta original a la existencia de las relaciones de mercado en el período de transición a partir de la presencia de diferentes formas de propiedad, aunque no llegó a explicar correctamente la base conceptual de la presencia de las relaciones monetario mercantiles en el sector estatal al considerarlas solamente formales.[12]

Tomando en cuenta la vigencia limitada de la ley del valor, el autor llegó a la conclusión de que era posible y necesario extraer el excedente económico al campesinado a partir de la no sujeción a esta, sino mediante un intercambio no equivalente o desigual de su producción con las mercancías a vender por el Estado, como única vía para asegurar los volúmenes de acumulación indispensables con vistas al desarrollo de la industria pesada.

De este modo, formuló la ley de la acumulación socialista originaria, la cual operaría en contraposición a la ley del valor.

Según el economista polaco Wlodzimierz Brus, el razonamiento de Preobrajensky se presentaba en los siguientes términos: “…el problema principal de la revolución socialista, especialmente en los países atrasados, está en la creación de las condiciones de un desarrollo económico basado en nuevas relaciones de producción, lo cual corresponde a la necesidad de transformar radicalmente las proporciones existentes entre las varias ramas de la industria […] nos encontramos con la necesidad de acelerar el proceso y crear una acumulación superior a la normal, concentrada sucesivamente en sectores bien determinados.”[13]

De tal modo, según este economista soviético, existían dos leyes que regulaban la economía soviética de entonces: la ley del valor, limitadamente, y la ley de la acumulación socialista originaria como regulador fundamental. Al subrayar este último aspecto Preobrajensky sintetizaría “La ley de la acumulación socialista originaria es la ley de la lucha por la existencia de la economía estatal”.[14]

La posición de Preobrajensky sobre las fuentes de la acumulación para industrializar el país introdujo por primera vez en el debate económico soviético, el importante tema de las fuentes para la inversión en el sector industrial, pero al mismo tiempo desató una enorme polémica. (Continuará).

Notas:
[1] V.I. Lenin “Nuestra Revolución” Obras Escogidas en tres tomos, Tomo III, p. 818. Editorial Progreso, Moscú
[2] Ver Ernesto Che Guevara “La planificación socialista, su significado” en El Gran Debate sobre la economía en Cuba 1963-1964, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2004, p. 141.
[3] V. I. Lenin “Sobre el impuesto en especie” Obras Escogidas en tres tomos,  Tomo III, Editorial Progreso, Moscú, p. 639.
[4] El Che también reconocería esta política como necesaria y específica de las condiciones de la URSS en aquellos momentos, pero advirtió sobre la tendencia a considerarla como una regularidad del socialismo para todos los países. “Como se ve la situación económica y política de la Unión Soviética hacía necesario el repliegue de que hablara Lenin. Por lo que se puede caracterizar esta política como una táctica estrechamente ligada a la situación histórica del país, y, por tanto, no se le debe dar validez universal a todas sus afirmaciones.” Ernesto Che Guevara “Sobre el Sistema Presupuestario de Financiamiento” Op. Cit. p. 68
[5] Salvo otra indicación específica, los datos económicos de esta etapa provienen de Alec Nove “Economic History of USSR 1917-1991” Penguin Books, London, 1992 Chapters  3 & 4.
[6] V. I. Lenin señalaba en enero de 1923 que “Al pasar a la NEP fuimos demasiado lejos, no con respecto a darle mucho espacio al principio de la industria y el comercio libres, sino que al pasar a la NEP fuimos lejos en tanto que hicimos caso omiso de la cooperación, porque ahora no valoramos la cooperación, porque ya empezamos a olvidar la enorme importancia de la cooperación…” “Sobre la cooperación”, La última lucha de Lenin. Discursos y escritos (1922-1923)” Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2011, p. 245.
[7] Al respecto no debe perderse de vista que solo el 15% de la población vivía en áreas urbanas, mientras que el 85% habitaba en zonas rurales.
[8] Lenin advertiría dramáticamente del peligro de la lucha intestina posterior a su muerte en su testamento político al caracterizar las virtudes y defectos de sus compañeros, especialmente  Lev Trotski y Josef Stalin. Sobre este último pidió que se sustituyera en el cargo de Secretario General del Partido al señalar “Stalin es demasiado brusco, y este defecto, plenamente tolerable en nuestro medio y en las relaciones entre nosotros, los comunistas, se hace intolerable en el cargo de Secretario General.” Y más adelante añadía “Esta circunstancia puede parecer fútil pequeñez. Pero yo creo que, desde el punto de vista de prevenir la escisión y desde el punto de vista de lo que he escrito antes acerca de las relaciones entre Stalin y Trotski, no es una pequeñez, o se trata de una pequeñez que puede adquirir importancia decisiva.” V.I. Lenin “Carta al Congreso” Obras Escogidas en Tres Tomos, Tomo III, Editorial Progreso, Moscú, pp. 789-790. Lamentablemente, el XIII Congreso del Partido celebrado en mayo de 1924, no atendió la petición de Lenin cuando se leyó en secreto el documento y el mismo se mantuvo oculto hasta el XX Congreso del PCUS de 1956, siendo publicado oficialmente en la revista Kommunist Nº 9 de junio de 1956.
[9] Para el análisis de los diferentes puntos de vista, el autor se basó en su libro “El derrumbe del socialismo en Europa” Ruth Casa Editorial y Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2014, capítulo I.
[10] Citado por Wlodzimierz Brus “El funcionamiento de la economía socialista” Editorial Oikos-tau, Barcelona, 1969 pp. 65-66.
[11] Este libro se publicó en Cuba en 1968, pero por un error de traducción de editó con el título “La nueva económica”, Polémica, Instituto del Libro, La Habana, 1968.
[12] Esta tesis –retomada después por Stalin- se mantuvo vigente hasta los años 60, impidiendo un manejo adecuado del mercado en el socialismo, tanto conceptual como prácticamente.
[13] W. Brus Op. Cit, p. 69.
[14] Eugenio Preobrajensky “La Nueva Económica” Polémica, Instituto del Libro, La Habana, 1968 p. 268.

La vivienda en Cuba, el problema de nunca acabar




Una joven transita por el exterior de una casa en construcción en el barrio residencial de Miramar, en uno de los municipios de La Habana. Pese a la flexibilización en el sector, Cuba podría terminar 2017 con un déficit de viviendas de 900.000 unidades. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

LA HABANA, 9 nov 2017 (IPS) - La vivienda es el sector con mayor número de medidas legales en Cuba en las últimas décadas, pero también encabeza la lista de insatisfacciones entre la población, con un déficit oficial de 883.050 unidades, que podría subir a 900.000 al concluir el año, por las secuelas del huracán Irma.

“Este problema, cada vez más acuciante en muchos territorios del país, es muy complejo y debe ser analizado en su totalidad y con objetividad”, comentó a IPS el profesor Fernando Martirena, experto en temas de vivienda de la Universidad Central “Marta Abreu”, de la central provincia de Santa Clara.

Desde los años 60 este sector ha sido objeto de varias leyes y decretos y casi dos centenares de regulaciones adicionales. El Decreto 288 aprobado en noviembre de 2011 figura entre las reformas mejor recibidas por la población bajo la presidencia de Raúl Castro, iniciada en 2008, al eliminar la prohibición de comprar y vender inmuebles.

Esta norma, que modificó la Ley General de Vivienda de 1988, abrió las puertas a la libre compra y venta de inmuebles entre ciudadanos cubanos e, incluso, residentes extranjeros. Además, eliminó trámites y regulaciones oficiales en los intercambios de vivienda, la llamada permuta, y legalizó la cesión de propiedades.

Pero antes de esa restitución del derecho de propiedad de las unidades residenciales, en 2010 se aprobó conceder licencias para edificar por “esfuerzo propio”, vale decir, en forma privada, a titulares de terrenos, azoteas u otras áreas, tanto para la reparación de viviendas en mal estado como para su ampliación.

Dentro de la reforma económica emprendida por el actual gobierno, ese mismo año, también para estimular la edificación habitacional en el sector privado, se autorizó la venta liberada de materiales como cemento, áridos y bloques, que hasta entonces eran exclusivamente de asignación central o de comercializados en pesos convertibles (CUC, equivalente al dólar).

A juicio de Martirena, ese cambio del modelo de gestión de la vivienda, ha tenido resultados muy positivos, especialmente por el aumento de las ventas directas de materiales a la población y por el hecho de que una parte importante de esos recursos son producidos por la economía local en los territorios.

“El mercado del Mincin (Ministerio del Comercio Interior) tiene precios ‘liberados’ y elimina la política anterior de subsidiar los materiales para asistir ahora a la población necesitada”, explicó.


Un trabajador coloca bloques de construcción elaborados artesanalmente en la construcción de parte de una vivienda vecina a una zona afectada por los efectos del huracán Irma, en el barrio del Vedado, en la capital de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

El experto consideró que esa modalidad de subsidio para sectores más vulnerables ha ido avanzando en organización, y el pasado año favoreció a más de 30.000 familias.

Reconoció también que el abastecimiento de las tiendas estatales que comercializan los recursos necesarios para la construcción y mantenimiento de los inmuebles del sector privado suele ser “pobre e ineficiente”.

Pero aun así, destacó la aprobación de un Programa Nacional de Producción Local y Venta de Materiales, que crece un 15 por ciento anual.

Esa es justamente una queja recurrente entre personas que desean construir por su cuenta o mantener y mejorar sus viviendas.

“El albañil me cobra lo justo. Pero casi siempre tengo que comprar los materiales en dólares o por la ‘izquierda’ (mercado negro)”, señaló Ismael, un profesor de enseñanza primaria que pidió no dar su apellido y que recibe ayuda económica para remodelar su vivienda de un hermano que vive en el extranjero.

Otra protesta muy repetida en las redes sociales es que obtener un subsidio para construir conlleva muchos trámites y en diferentes oficinas, lo cual resulta “engorroso” y muy lento.

Esa asistencia beneficia a familias con necesidades y recursos insuficientes que no pueden trabajar por enfermedad, discapacidad o elevada edad y estar al cuidado de un enfermo. Puede recibirlo toda familia cuyos ingresos por persona, después de analizar gastos obligatorios, sea inferior o igual al equivalente a 15 dólares mensuales.

Entre las causas internas que obstaculizan frenar la escasez de viviendas, Martirena mencionó que “el sistema de subsidios de la población, principal vía de acceso a recursos financieros, todavía adolece de problemas en su implementación, que generan falta de ejecución e inmovilización de recursos y lentitud en las gestiones”.

En este caso una vía de solución podría ser “la modernización y automatización del sistema bancario (para la concesión de créditos) y las tiendas especializadas de ventas de materiales. Esto lleva inversión, pero se paga en corto plazo, agregó el experto, quien admite que “el déficit actual de viviendas continúa siendo muy alto”.

Martirena coincide en que la oferta de servicios constructivos a la población es insuficiente y complicada. A su juicio, habría que “propiciar la creación de entidades del sector estatal o no estatal, que en condiciones de competencia puedan brindar sus servicios a la población general, con énfasis en la beneficiada por subsidios”.


Dos jóvenes transportan bloques de construcción artesanal destinados a la ampliación de una vivienda en La Habana Vieja, en Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Entre los factores externos que inciden en el bajo crecimiento de la construcción de viviendas, el especialista incluye el embargo estadounidense que “limita las posibilidades de las principales compañías productoras de materiales de acceso a créditos y tecnología”, lo cual hace que “se incumplan de forma casi crónica los planes de producción realizados”.

“En esto, la producción de cemento es un tema clave, pero además la producción de áridos; ambas ramas dependen muy fuertemente de inyección de recursos externos”, como piezas de repuesto y energía, entre otros insumos, indicó.

Martiera afirmó además que el impacto del cambio climático, causante de “huracanes cada vez más fuertes y frecuentes”, está cambiando el panorama.

Por ejemplo citó que “los techos ligeros ya no parece funcionar para la intensidad de los huracanes actuales, y hay que ir a la construcción de techos pesados, acción que lleva tiempo y cuantiosas inversiones”.

“Esto a su vez aumenta el número de viviendas que se afectan durante un evento de este tipo, y al final contribuye a aumentar el déficit”, consideró el académico. Informes oficiales del 29 de septiembre reportaron 158. 554 casas dañadas por el paso entre el 7 y el 10 de ese mes del huracán Irma.

De ellas, 14. 657 sufrieron derrumbes totales y 16.646 parciales. Otras 23. 560 perdieron sus techos y 103. 691 resultaron con daños parciales en sus cubiertas.

Datos oficiales de mediados de este año indican que desde 1990 hasta 2014 el Estado ha construido 316.595 viviendas, con las cuales se han beneficiado 908.627 personas, en un esfuerzo importante pero insuficiente.

La Habana, con poco más de 2,1 millones de habitantes, tiene un déficit de 206.000 viviendas, seguido de la oriental Santiago de Cuba con 103.000, en un país con una población total de 11, 2 millones de personas.

Editado por Estrella Gutiérrez

Xi Jinping promete una mayor apertura de la economía china


El presidente chino quiere un "sistema de comercio multilateral" que contrasta con lo emitido por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.


Foto: Reuters

Reuters.-El presidente de China, Xi Jinping, prometió abrir más la economía China y volvió a pedir a los países asiáticos que trabajen juntos en forma estrecha, en un discurso durante la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), en Vietnam.

Los comentarios replican el llamado de Xi a respaldar un “sistema de comercio multilateral” y contrastan con los emitidos el fin de semana por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que se retiró del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), de carácter regional, y dijo que su país optará por buscar acuerdos comerciales bilaterales.

Xi afirmó que su Gobierno seguirá dando prioridad al empleo doméstico y a asegurar que el desarrollo económico en casa “respalde la creación de empleo”, según un texto con sus comentarios publicado por la agencia oficial de noticias china Xinhua el sábado por la noche.

“China se abrirá aún más y su desarrollo dará beneficios incluso mayores al resto del mundo”, declaró Xi a líderes de la APEC.

China ha creado 13 millones de nuevos empleos en ciudades y pueblos en los últimos años, agregó Xi.

“La reestructuración económica no tiene que concretarse a costas del empleo. Por el contrario, el empleo estable permitirá un mayor espacio a la reforma y el desarrollo”, afirmó.

¿Es bueno recompensar por hacer el bien?


¿Se debe premiar el buen comportamiento?

En una sociedad en donde la corrupción, el crimen y la avaricia abundan, ser un buen ciudadano es noticia. Nos sorprende conocer historias como el hombre que devolvió el dinero que se encontró en la calleel policía que prestó primeros auxilios a dos bebes o cuando alguien simplemente ayuda a otra persona desinteresadamente. Estas acciones son un lógico comportamiento de una buena moral, pero que al ser tan escasas se han convertido casi en extraordinarias.

¿Cómo podríamos incrementar más acciones como estás?

Hasta ahora, los gobiernos han destinado parte de sus presupuestos a incentivar determinados comportamientos ciudadanos, una vía de desarrollo colectivo que parece tener éxito:
  • Dinero a cambio de buen comportamiento – en California, Estados Unidos, se ofreció $1,000 dólares mensuales en efectivo a personas con pasado criminal que demostraran por un periodo de por lo menos 18 meses buen comportamiento, los resultados fueron extraordinarios.
  • Limpieza canina en la ciudad a cambio de premios – en una ciudad en Taiwan, introdujeron boletos de lotería a cambio de limpiar la suciedad de sus perros en vía pública. Los dueños de perros que depositaran los excrementos de sus perros en un depósito especial, eran elegibles para participar en loterías para ganar oro, una idea que fue exitosa.
  • Denunciar casos se premia – reportar actos ilegales debe ser responsabilidad de todos los ciudadanos, sin embargo en Anderson, California, se premia con $500 dólares.

Incentivar comportamientos buenos parece funcionar, pero… ¿pueden con el tiempo convertirnos en sociedades egoístas?

En el libro “The Moral Economy” o La Economía Moral, Samuel Bowles destaca el hecho de que cuando le pagamos a la gente para que haga cosas que ellos saben que deben hacer como buenos ciudadanos, lo que se logra es que se desvalorice la base moral que lleva realizar este tipo de actos. Es importante como lo manifiesta Bowles, cuestionarnos el uso de incentivos económicos y castigos como respuesta a ciertos comportamientos. Bowles, argumenta lo siguiente:
  • Los costos económicos no siempre funcionan, un ejemplo que Bowles explica en su libro es el caso de una guardería en Israel, que con el fin de disminuir la tardanza de los padres, empezó a cobrar una cuota a quienes no fueran por sus hijos a tiempo. Sin embargo, el número de padres con tardanzas se incrementó, la razón: pensaban que la cuota que pagaban cubría su tardanza. En otras palabras, el cobrar o no para modificar ciertos comportamientos, puede no funcionar como se espera.
  • La motivación interna puede ser lo suficientemente fuerte y en muchas ocasiones incluso mejor que la motivación externa (recompensas). Ya son varios los experimentos que demuestran que cuando los incentivos económicos interactúan con los intereses propios, el resultado puede ser contraproducente, ocasionando que la acción deseada pierda total valor moral.
  • Los incentivos pueden volvernos más egoístas si no se enfocan desde la moral, un ejemplo puede ser incentivar el desuso de bolsas de plástico cobrando un pequeño precio por su uso y enfatizando que con ello se está contribuyendo a salvar a nuestro planeta. Según Bowles, las personas actúan muchas veces movidos por el bien común, pero los incentivos utilizados sin incorporar la moral pueden desvirtuar a la persona.
Muchos afirman que los incentivos o penalizaciones para regular buenos comportamientos son necesarios, si no existiesen, la ciudadanía incurría en muchas más faltas. ¿Crees que esto es así y que los incentivos son necesarios para construir mejores sociedades, o piensas como Bowels, que las recompensas, sobre todo económicas nos pueden hacer más egoístas?
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