Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

domingo, 10 de septiembre de 2023

El pensamiento vivo del viejo Marx

Por Marcello Musto, Sin Permiso
30/08/2023
 

Entrevista de Romaric Godin a Marcello Musto, autor de "Los últimos años de Karl Marx” (Les Dernières Années de Karl Marx: une biographie intellectuelle 1881-1883), una biografía intelectual del viejo Marx, entre 1881 y 1883, que permite redescubrir a un pensador en constante movimiento, más abierto a la diversidad del mundo de lo que se podría creer.

Profesor de sociología en la Universidad de York, cerca de Toronto, Canadá, Marcello Musto es uno de los investigadores más importantes de los estudios modernos sobre Marx. Este italiano de 47 años ha centrado desde hace años su investigación en los últimos años del pensador de Tréveris, con un estudio sistemático y en profundidad de los cuadernos publicados en la edición completa en alemán que todavía está en curso, la famosa “MEGA” (Marx-Engels Gesamtausgabe, obras completas de Marx y Engels publicadas en Berlín).

La MEGA ha publicado los textos de cuadernos y esboces entre 1875 y 1883 primero en 1985 y más tarde en 1999, así como diversos textos de lecturas sobre diversas ciencias naturales como la biología, la mineralogía y la agronomía en 2011. Pero estos textos han sido ignorados en gran medida por los investigadores marxistas.

Para Marcello Musto, esconden a un Marx en trabajo permanente, que corrige, enmienda, aclara y desarrolla sus ideas a la luz de nuevas ideas, nuevos intereses y la evolución de la historia. Esta realidad permite retratar a un Marx finalmente más histórico que el que conocíamos, es decir, más marxista, pero también a un Marx más abierto y complejo que el que dibuja la vulgata oficial escrita años después de su muerte.

En un libro publicado por primera vez en inglés en 2020 y que fue traducido este año por la Presses universitaires de France bajo el título Les Dernières Années de Karl Marx: une biographie intellectuelle 1881-1883 (281 páginas, 19 euros), Marcello Musto cuenta los dos últimos años de la vida del pensador. Una vida compartida entre dramas familiares, salud frágil, viajes y estudios intensos que le llevan a emborronar decenas de páginas de cuadernos.

El Marx que se describe aquí está lejos de la imagen que Occidente ha heredado a lo largo de la historia del movimiento comunista. Es un hombre en constante ebullición intelectual, que piensa en la contribución de las culturas extraeuropeas, el surgimiento del poder estadounidense y las cuestiones ecológicas, entre otras.

Marcello Musto escribió en italiano una biografía intelectual más amplia de Marx, comenzando en 1857 (Karl Marx. Biografia intellettuale e politica, 1857-1883, Einaudi, 2018, no traducida), y, en francés, una introducción a los textos de la Primera Internacional (Para leer la Primera Internacional, Ediciones sociales, 2021, 408 páginas, 17 euros). Su trabajo ha abierto el camino a otras reflexiones, como las del japonés Kohei Saito, y constituye uno de los ejes del actual redescubrimiento de Marx.

Mediapart: Durante décadas, el debate en el pensamiento marxista se centró en el “joven Marx”, los últimos años de Karl Marx fueron ampliamente olvidados, incluso después de la publicación de los nuevos volúmenes de la MEGA. ¿Cómo explicas esto?

Marcello Musto: Durante mucho tiempo, muchos investigadores pusieron en primer plano los escritos del supuesto “joven Marx”. Dado que la Segunda Guerra Mundial creó un profundo sentimiento de angustia resultante de las barbaridades del nazismo y el fascismo, el tema de la condición del individuo en la sociedad adquirió gran importancia y el interés filosófico por Marx comenzó a crecer en toda Europa. Este fenómeno fue particularmente fuerte en Francia, donde el estudio de los primeros escritos de Marx (especialmente los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844 y la Ideología alemana) fue muy amplio. Henri Lefebvre argumentó que su asimilación era “el acontecimiento filosófico decisivo de la época”. En este proceso muy diverso que se extendió en la década de 1960, muchos escritores de diferentes orígenes culturales y políticos buscaron lograr una síntesis filosófica entre marxismo, hegelanismo, existencialismo y pensamiento cristiano.

El debate dio lugar a muchos escritos de mala calidad en más de un caso, retorciendo los textos de Marx para alinearlo con las convicciones políticas de quienes participaban en él. Raymond Aron ridiculizó precisamente la fascinación de algunos escritores por la oscuridad, el carácter inacabado y, a veces, contradictorio de estos escritos tempranos. En estos textos hay muchas ideas que serán mejoradas, o incluso superadas, en la obra posterior de Marx. Pero es sobre todo en El Capital y en sus borradores preliminares, así como en su investigación de los últimos años, donde se encuentran algunas de las reflexiones sobre la crítica del modo de producción capitalista que son más útiles hoy en día.

Durante mucho tiempo se ignoró la existencia de manuscritos que agrupaban las investigaciones de los últimos años de la vida de Marx, especialmente las de principios de la década de 1880, y esto impidió el conocimiento de los importantes avances que hizo allí. Por eso todos sus biógrafos dedicaron tan pocas páginas a su actividad después del fracaso de la Primera Internacional (la Asociación Internacional de Trabajadores - AIT) en 1872. Pensaron erróneamente que Marx había abandonado la idea de completar su obra y no miraron en los archivos lo que realmente hizo durante ese período (aunque la existencia de estos textos era evidente por la correspondencia).

Por lo tanto, debemos añadir que la mayoría de estos materiales son difíciles de entender. Son principalmente bocetos de ideas incluidos en cuadernos que Marx llenó con extractos de libros que estaba leyendo y las reflexiones que estas lecturas le inspiraron.

Pero si hay algunas justificaciones para tales opciones en el pasado, los nuevos materiales disponibles en la MEGA hoy y el volumen de literatura secundaria sobre el “Marx tardío” desde la década de 1970 deberían haber invertido la tendencia. Ahora bien, por el contrario, la larga biografía de Gareth Stedman Jones, Karl Marx: Greatness and Illusion (Penguin, 2016) que examina todo el período 1872-1883 como un breve epílogo, mientras dedica tres capítulos y 150 páginas al período 1845-49, es sólo un ejemplo de mala investigación. Por no hablar del deplorable libro de Jonathan Sperber, Karl Marx: hombre del siglo XIX (traducido al francés en Piranha en 2017), que simplemente ignora los últimos textos de Marx.

¿Con qué fines ha emprendido esta investigación sobre el fin de la vida de Marx?

Una de las principales razones de mi investigación es para oponerme a las malas representaciones de Marx, como autor eurocentrista, economicista y que reduciría todo a las oposiciones de clases, unas interpretaciones que están de moda hoy en día. No hace falta decir que los que defienden esta tesis nunca han leído a Marx o todavía están apegados a las interpretaciones mecanicistas que prevalecían en los libros de texto marxistas-leninistas que leyeron en su juventud.

Marx emprendió extensas investigaciones sobre las sociedades no europeas y siempre se manifestó inequívocamente contra los estragos del colonialismo. Estas consideraciones son absolutamente obvias para cualquiera que haya leído a Marx, a pesar del escepticismo de ciertos círculos académicos que lo describen como un descolonialismo extranjero y asimilan a Marx a un pensador liberal. Por ejemplo, cuando Marx escribió sobre la dominación británica en la India (después de los escritos periodísticos de la década de 1850, volverá al tema en 1881), afirmó que los colonos ingleses solo habían sido capaces de “destruir la agricultura indígena y duplicar el número y la intensidad de las hambrunas”.

En sus últimos años, Marx creyó que el desarrollo del capitalismo en todas partes no era una condición para la revolución: también podía comenzar fuera de Europa. La “ductilidad” [capacidad de deformarse sin romper - ed] teórica de Marx es muy diferente de las posiciones de algunos de sus discípulos y contribuye a la nueva ola de interés por sus teorías, desde Brasil hasta Asia.

La impresión que tenemos tras leerte es la de un trabajo muy intenso durante ese período. Pero esto no condujo ni a publicaciones ni a la redacción del segundo libro de El Capital. ¿Cómo explicar esta incapacidad de Marx para terminar su obra?

La constante mala salud de Marx, a la que se sumaron sus preocupaciones cotidianas, jugó un papel significativo en la incapacidad de Marx para finalizar parte de la investigación llevada a cabo durante sus últimos años. Pero también hay que añadir que su método riguroso y su autocrítica despiadada aumentaron las dificultades para terminar mucho de lo que había emprendido.

Ya era así cuando era más joven, cuando dejó muchos de sus manuscritos inacabados, y también ocurrió al final de su vida. Su pasión por el conocimiento permaneció intacto a lo largo del tiempo y siempre le empujó a nuevos estudios. Por esta razón, a finales de la década de 1870, se embarcó en un nuevo estudio sobre la banca y el comercio y, hasta principios de 1881, escribió nuevas versiones de diferentes partes del volumen 2 de El Capital, especialmente con respecto a un estudio que había hecho considerando que las representaciones monetarias eran solo una simple cobertura del contenido real de las relaciones monetarias.

Un ejemplo similar son los estudios que ha realizado sobre agronomía, geología y la propiedad de la tierra en Rusia y Estados Unidos. Los hizo para reelaborar completamente la sección sobre la renta de la tierra en el volumen 3 de El Capital, ya que Marx no estaba satisfecho con lo que había escrito antes. Finalmente, otras dificultades acompañaron el trabajo de revisión del volumen I, como lo demuestra el tiempo que tardó Marx en revisar la traducción francesa de Joseph Roy, publicada entre 1872 y 1875.

Además de sus estudios específicos, un gran obstáculo para la finalización de El Capital fue el hecho de que Marx profundizó su conocimiento del desarrollo económico de Rusia y Estados Unidos. Esto supuso un esfuerzo considerable, lo que hizo que su objetivo fuera aún más difícil de alcanzar. A partir de 1878, Marx estudió los informes de la Oficina de Estadísticas de Ohio y, poco después, dirigió su atención a Pensilvania y Massachusetts. Planeaba seguir las dinámicas del modo de producción capitalista a una escala más global en los volúmenes de El Capital que quedaban por escribir. Si Inglaterra fue el telón de fondo del volumen I, Estados Unidos podría haber representado un nuevo campo de observación que le hubiera permitido ampliar su trabajo.

Se centró en verificar más de cerca las formas en las que se desarrollaba el modo de producción capitalista en los diferentes contextos y períodos. Por ejemplo, Marx estaba particularmente interesado en el desarrollo de las compañías por acciones y en el impacto de la construcción de ferrocarriles en la economía. Según él, los ferrocarriles habían dado un impulso nunca antes imaginado a la concentración del capital, y esto había ocurrido en países donde el capitalismo todavía estaba subdesarrollado.

Lo mismo había sucedido con los préstamos de capital. Se había convertido en una actividad cosmopolita, que rápidamente había abrazado al mundo entero, creando una red de estafas financieras y deudas mutuas. Le tomó tiempo comprender estos fenómenos y Marx era muy consciente de la magnitud de la tarea que tenía por delante. No sólo necesitaba revisar algunas partes de sus manuscritos y mejorar su contenido, sino que se enfrentaba a una tarea aún más urgente, que era resolver los problemas teóricos que quedaban sin resolver. Sólo la energía que tenía en la década de 1850, cuando escribió los Grundrisse (y los estudios relativos a las teorías de la plusvalía), le habría permitido realizar esta nueva tarea de titán que él mismo se había impuesto.

Una de las cuestiones centrales de los dos años que describes en tu libro es la de Rusia y, más en general, el vínculo entre capitalismo y socialismo. Con la famosa carta a Véra Zassoulich de 1881, ¿Marx deja de ser eurocentrista? Y, a partir de entonces, ¿Engels no fue capaz de comprender este movimiento dentro del pensamiento de Marx?

A partir de 1870, después de aprender a leer ruso, Marx comenzó un estudio serio sobre los cambios socioeconómicos que se estaban produciendo en Rusia. Así es como conoció el trabajo de Nikolay Chernyshevsky, figura principal del “populismo” ruso (en ese momento, este término tenía una connotación de izquierda y anticapitalista). Al estudiar esta obra, Marx descubre ideas originales sobre la posibilidad de que, en algunas partes del mundo, el desarrollo económico sea capaz de superar sin tener que pasar por el modo de producción capitalista, con todas sus terribles consecuencias para la clase trabajadora en Europa Occidental.

Chernyshevsky escribió que no todos los fenómenos sociales pasaban necesariamente por todas las etapas lógicas en la vida real de las sociedades. En consecuencia, las características positivas de la comuna rural rusa (obchtchina) debían preservarse, pero solo podían garantizar el bienestar de las masas campesinas si se insertaban en un contexto productivo diferente. La obchtchina solo podía contribuir a una etapa inicial de la emancipación social si se convertía en el embrión de una nueva organización social radicalmente diferente. Sin los descubrimientos científicos y las innovaciones tecnológicas que están asociadas con el auge del capitalismo, la obchtchina nunca podría transformarse en una experiencia de cooperación agrícola moderna, un elemento relevante para una futura sociedad socialista.

Cuando Vera Zassoulich le preguntó a Marx en 1881 si la obchtchina estaba destinada a desaparecer o si podía transformarse en una forma socialista de producción, Marx defendió un punto de vista crítico del proceso de transición de las formas comunales del pasado al capitalismo. No creía que el capitalismo fuera un paso necesario para Rusia. Marx no creía que obchtchina estuviera destinada a seguir el mismo destino que los comunes del mismo tipo en Europa Occidental en los siglos anteriores, donde la transformación de la sociedad basada en la propiedad común hacia una sociedad basada en la propiedad privada había sido más o menos uniforme. Por lo tanto, la acusación de eurocentrismo (uno de los principales argumentos de quienes se oponen hoy al “retorno de Marx”) no se sostiene. Las interpretaciones unilaterales y superficiales de Marx a la Edward Said han sido desmontadas por la investigación más rigurosa de los últimos quince años.

En cuanto a Engels, creo que hacia el final de su vida fue demasiado culpable de una aceptación pasiva del curso de la historia (y de caer en la ilusión de su tendencia progresista). La duda de Marx fue reemplazada por la convicción de que, incluso en un país como Rusia, el capitalismo era un paso indispensable en el desarrollo económico. Por supuesto, Rusia estaba cambiando mucho y rápidamente. Después de todo, también por eso Marx fue muy cauteloso en su respuesta a Zassoulich y decidió publicar solo una pequeña parte de esta última. No hace falta decir que la Rusia de principios de la década de 1880 no se puede comparar con lo que se había convertido en la época de Lenin.

En su último libro, el investigador japonés Kohei Saito, que también te cita, defiende la idea de un “corte epistemológico” en la obra de Marx después de la publicación en 1867 del volumen I de "El Capital”. Un corte que cambiaría por completo su visión del socialismo. ¿Estás de acuerdo con esta idea?

No, estoy en desacuerdo. Siempre he sido escéptico sobre las interpretaciones a la Louis Althusser en las que los imaginarios “cortes” dividirían la obra de Marx en varias piezas. No hay dos o tres Marx, sino solo un autor, muy riguroso y muy crítico de sí mismo, que desarrolla constantemente sus ideas. La apertura teórica del “último” Marx que lo lleva a considerar otros caminos hacia el socialismo no debe confundirse con un cambio dramático con respecto a sus escritos anteriores.

En el pasado, autores como Haruki Wada, Enrique Dussel u otros compartieron una lectura supuestamente “tercer mundista” del último Marx, incluso sugiriendo que a partir de un determinado momento, para él, el sujeto revolucionario ya no era el trabajador de las fábricas, sino las masas del campo y de la periferia.

Marx ciertamente estaba más atento a las especificidades históricas y a las divergencias de desarrollo económico y político en diferentes contextos nacionales y sociales, y por eso sigue siendo muy útil para comprender el “Sur global”. Pero las ideas de Marx siempre han estado en completa oposición a las de personas como Alexander Herzen [1812-1870, otro pensador populista ruso que defiende un socialismo de pequeñas comunas independientes formadas por individuos libres unidos por el panslavismo - ed], por tomar solo un ejemplo. La posibilidad de una revolución en Rusia no podía inscribirse en el panslavismo, teniendo en cuenta tanto las formas necesarias de conquista del poder político como las condiciones necesarias para el nacimiento de una sociedad post-capitalista.

¿Cuál podría ser la importancia de este descubrimiento de los últimos años de Marx en el legado de su pensamiento para nuestro tiempo? ¿Por qué sigue siendo, por inacabado que sea, un pensamiento crucial para comprender nuestro tiempo?

Durante esa época, Marx ha profundizado en muchas otras cuestiones, que en el pasado han sido subestimadas e incluso ignoradas por los investigadores, que son de importancia crucial para la agenda política de nuestro tiempo. La importancia que Marx da a la cuestión ecológica está en el centro de algunos de los principales estudios dedicados a su obra en las últimas dos décadas. En numerosas ocasiones, ha denunciado el hecho de que la expansión del modo de producción capitalista no sólo aumentaba la explotación de la clase trabajadora, sino también el saqueo de los recursos naturales. En El Capital, Marx observa que, cuando el proletariado haya establecido un modo de producción comunista, la propiedad privada del planeta por parte de los individuos parecerá tan absurda como la propiedad privada de seres humanos por parte de otros seres humanos.

Marx también estaba muy interesado en la cuestión de la migración y, entre sus últimas notas, se encuentran escritos sobre el pogrom que tuvo lugar en San Francisco en 1877 contra los migrantes chinos. Marx se enfrenta a los demagogos antichinos que afirman que los migrantes “van a matar de hambre a los proletarios blancos” y contra aquellos que intentaban imponer posiciones xenófobos a la clase trabajadora. Por el contrario, Marx demostró que el movimiento forzoso del trabajo creado por el capitalismo era un componente importante de la explotación burguesa y que la clave para combatirla era la solidaridad de clase entre los trabajadores, independientemente de sus orígenes y sin distinción entre trabajo local e “importado”.

Podría continuar con muchos otros ejemplos sobre la crítica al nacionalismo, la libertad individual en la esfera económica y también la emancipación de género.

Marx todavía tiene mucho que enseñarnos y la última fase de su vida intelectual nos ayuda a comprender lo indispensable que es para repensar una alternativa al capitalismo. Y es aún más urgente hoy que en su época.

 
catedrático de Sociología en la York University (Toronto). Sus escritos han sido traducidos a veinticinco idiomas y están disponibles en www.marcellomusto.org. Su última monografía en español es Karl Marx, 1881-1883. El último viaje del Moro (Siglo XXI, 2020).
Fuente:
https://www.mediapart.fr

Salvador Allende a la altura de los más Genuinos Héroes de Nuestra América. En el 50 aniversario de su caída en combate.

Por Fernando M. García Bielsa

Diez años después del golpe de 1973, Mario Benedetti le dedicó su emotivo poema “Allende” y en unos de sus versos dice:

…para vencer al hombre de la paz
y acallar su voz modesta y taladrante
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
y matar más para seguir matando

Salvador Allende Gossens fue el precursor de un importante “ciclo de izquierda” que conmovió América Latina. Lo que hizo el gobierno de la Unidad Popular fue una proeza en un país rodeado de dictaduras de derecha y atacado con saña por Estados Unidos. Fue un hombre extraordinario de Nuestra América, un antiimperialista sin concesiones, un latinoamericanista ejemplar.

En aquellas circunstancias, y como lo calificó Fidel Castro, aquel proceso revolucionario era inédito y era un hecho casi insólito, y terminó también en forma insólita.

Es inaceptable que se pretenda reducir el reconocimiento y la admiración a nivel mundial que goza el Presidente Allende. Aun así, como dijera Atilio Borón, causa pena comprobar que con el paso de los años su figura no haya cosechado aun la alta valoración que se merece, incluso por parte de algunos sectores de la izquierda, dentro y fuera de Chile. Su rica y limpia trayectoria política muestra un accionar consecuente con sus principios, ideas y compromisos con las mejores causas sociales en Chile y en A. Latina.

Salvador Allende nació el 26 de junio de 1908. Cursó sus estudios primarios y secundarios en Liceos de Tacna y Valdivia. En 1926, hizo el servicio militar en el Regimiento Coraceros de Viña del Mar. Ese mismo año, ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile donde se tituló de médico cirujano, en 1932.

Ejerció como médico de la Asistencia Pública de Valparaíso y anatomo-patólogo en hospitales de Puerto Montt. Durante su época universitaria, fue presidente del Centro de Estudiantes de Medicina y de la Federación de Estudiantes de Chile.

En 1933, participó en la fundación del Partido Socialista de Chile, y luego fue ministro de Salubridad, Previsión y Asistencia Social durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda.

Fue elegido senador en las elecciones parlamentarias de marzo de 1945, cargo en el cual se reeligió en 1953, 1961 y 1969, completando una carrera parlamentaria de cerca de treinta años. Durante toda su vida mantuvo permanente preocupación, como dirigente social y parlamentario, por los derechos, el bienestar y los intereses de las grandes mayorías postergadas.

Allende fue un gran amigo de Cuba y enfrentó muchas voces dentro y fuera de su país que se alzaron para reprocharle por su incondicional apoyo a nuestra Revolución.

La CIA detectó tempranamente el peligro que su figura representaba para los intereses de Estados Unidos. Washington se opuso desde la noche misma del 4 de Septiembre de 1970 a la posibilidad de que Allende asumiera la presidencia. Días después de las elecciones chilenas, el 15 de ese mes, el presidente Richard Nixon convocó a su despacho a Henry Kissinger, consejero de Seguridad Nacional; a Richard Helms, director de la CIA, y a otros de sus acólitos para elaborar la política a seguir para impedir que Allende fuese ratificado por el Congreso. “Mandemos los mejores hombres que tengamos”; “en lo inmediato, hagan que la economía grite. Ni una tuerca ni un tornillo para Chile”, dijo Nixon. Se llegó incluso al asesinato del jefe constitucionalista del ejército, el general Schneider.

No obstante, como sabemos, se estableció el gobierno de la Unidad Popular. Por primera vez en la historia del mundo occidental, un candidato marxista llegaba a la presidencia de la República a través de las urnas. Se inició un importante e inédito esfuerzo de transformaciones en los marcos de la denominada democracia burguesa, pero en medio de una sucesión de hechos violentos de la derecha, y el intervencionismo, las presiones diplomáticas, acoso político y económico por Estados Unidos.

Todo ello sazonado por una campaña mediática alimentada por abundantes dólares de la CIA y de corporaciones transnacionales, desabastecimiento programado de artículos de primera necesidad para fomentar desazón y molestia en la población, la organización de sectores medios para luchar contra el gobierno (caso del gremio de camioneros, entre los más importantes) y la canalización de enormes recursos para financiar a sectores de la oposición contrarrevolucionaria, reclutar grupos paramilitares, y atraer a la oficialidad militar a la causa del golpe.

Al atender a las nuevas andanzas imperiales se evidencia que, realmente, el manual de operaciones de la CIA y otras agencias de inteligencia del gobierno de Estados Unidos no ha cambiado mucho en los últimos cincuenta años.

No nos detendremos en las peripecias del interesante proceso de aquellos tres años de gobierno de la Unidad Popular, y de sus éxitos en medio de la precaria unidad de la base social en que se sustentaba, con la totalidad de las fuerzas de la izquierda polarizadas antes del golpe en un empate catastrófico entre radicales y moderados.

El gobierno de Allende intentó instaurar el socialismo por la vía electoral pacífica o Vía Chilena al Socialismo. Importantes logros en el breve lapso de tres años en vivienda, educación, salud, cultura, salarios que llegaron a representar por sobre el 50% del PIB, la devolución de 150 mil hectáreas a comunidades mapuches durante el Gobierno de la Unidad Popular. En julio de 1971, el Congreso aprobó la Ley para la Nacionalización de la Gran Minería del cobre. En el aspecto económico, se instauró una política de acentuada redistribución del ingreso y de reactivación de la economía. La Ley de Reforma Agraria, aprobada durante la presidencia de Eduardo Frei Montalva, le permitió avanzar rápido en la expropiación de grandes latifundios. Dio los primeros pasos para construir el área de propiedad social de la economía, usando habilidosamente procedimientos legales que no cuestionaban la juridicidad del sistema vigente.

Se puede hacer un análisis objetivo de la política de Allende y la Unidad Popular, y de los errores cometidos pero es completamente improcedente trasladar la responsabilidad principal del golpe al propio Allende y la coalición gobernante. Asimismo es discutible si el gobierno de la Unidad Popular fracasó o si pudo haberse consolidado, pero es un hecho que fue derrotado…: derrotado por la traición, el golpe militar, por la inmensidad de la manipulación y la acumulación de fuerzas que logró la derecha y el imperialismo.

Se cumplen por estos días cincuenta años de la muerte de Allende durante aquel brutal ataque militar aéreo y terrestre al Palacio de la Moneda. No se puede perder de vista el sentido y significado verdadero de los hechos. Es importante enfatizar que no fue una víctima pasiva sino un combatiente que se enfrentó durante cuatro horas en condiciones muy desventajosas al ataque de las Fuerzas Armadas de Chile, que respondían y eran apoyadas por la derecha política, las multinacionales, en un contexto de activo intervencionismo estadounidense.

Allende fue ejemplo no solo de valentía y dignidad, sino de un revolucionario con gran sentido de la trascendencia y significado del momento que vivía en aquellas horas, consciente del paradigma que establecía para el futuro de su patria y hacia la comunidad internacional, del escarnio que su sacrificio volcaba para la dictadura que le sucedería, y sobre traidores y golpistas quienes pretendían producir su captura y humillación.

Su conducta, su serenidad y su audacia, en aquel dramático momento no hizo sino confirmar sus creencias, palabras y promesas; Allende había declarado muchas veces en discursos y comunicaciones privadas, que sólo muerto podrían impedirle terminar su mandato, pero ser coherente con aquellas expresiones verbales demandaba no sólo fuertes convicciones, sino una valentía a toda prueba.

Recordemos sus palabras en el Acto de despedida a Fidel y a la delegación cubana/ 4 de diciembre de 1971:

“Se los digo con calma, con absoluta tranquilidad: yo no tengo pasta de apóstol ni tengo pasta de Mesías. No tengo condiciones de mártir. Soy un luchador social que cumple una tarea, la tarea que el pueblo me ha dado. Pero que lo entiendan aquellos que quieren retrotraer la historia y desconocer a la voluntad mayoritaria de Chile: sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás. Que lo sepan: dejaré la Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera”

Aquel 11 de septiembre rechazó airada y valientemente cada una de las presiones y ultimátums golpistas; se encargó de organizar la mejor resistencia armada al asedio militar que le permitieron los limitados recursos bélicos.

Para tener una adecuada evaluación del alcance y del significado humano y político del sacrificio final del Presidente, no basta saber cómo murió, sino que se requiere conocer su personalidad, sus ideas políticas, sus principios morales y valores, la consistencia de sus convicciones, sobre las cuales se asentó la determinación y visión que mostró en aquel momento, cuando su figura se agiganta y donde aún derrotado y en circunstancias límite actuó con dominio de la situación y de su destino. Pocos actos los hay de mayor dignidad y valor.

Llevaron a cabo el golpe de estado, seguido de la dictadura más sangrienta en la historia de Chile, que duraría 17 años, y más… debido a que perdura el empoderamiento de una elite oligárquica reaccionaria que marca y ejerce considerable dominio hasta el presente, luego de treinta años de una decepcionante transición y un crecimiento económico que acentuó las inequidades de la sociedad chilena y su dependencia externa.

Son 50 años de aquello. La experiencia de aquel intento de una “via chilena” pacifica al socialismo y su posterior liquidación con el golpe militar constituyo un catalizador y una experiencia triste pero enriquecedora para el pensamiento crítico y el accionar revolucionario.

Todavía las Alamedas no se abren completamente, pero hay muestras crecientes de que el pueblo chileno se encamina a lograr, como el dijera, que “más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”.

Sin dudas Salvador Allende renació en el momento mismo de morir; él sintetiza lo mejor del espíritu combativo del pueblo chileno y su figura alcanza una estatura inmensa, al nivel de los más genuinos héroes de Nuestra América. Por eso, en Cuba, es motivo de orgullo que escuelas, hospitales y la más ancha avenida del país lleven su nombre.

¿Por qué China tiene tantos problemas?


Cuando la ideología se interpone en el camino de las soluciones obvias.

Xi 

Jinping- Foto pool Leah Millis



01/09/2023 06:59


La narrativa sobre China ha cambiado a una velocidad asombrosa: de gigante imparable a gigante lastimero e indefenso.

¿Cómo ha ocurrido?

Tengo la sensación de que muchos de los escritos sobre China dan demasiada importancia a los acontecimientos y a la política recientes.

Sí, Xi Jinping es un líder errático.

Pero los problemas económicos de China se han ido acumulando durante mucho tiempo.


China registró su mayor caída en las exportaciones el mes pasado desde julio de 2020, según cifras oficiales publicadas el 8 de agosto de 2023. (Foto de AFP)


Y aunque la incapacidad de Xi para abordar estos problemas adecuadamente refleja sin duda sus limitaciones personales, también refleja algunos sesgos ideológicos profundos dentro del partido gobernante de China.

Empecemos por la perspectiva a largo plazo.

Durante tres décadas, después de que Deng Xiaoping tomara el poder en 1978 e introdujera reformas basadas en el mercado, China experimentó un enorme auge, con un producto interior bruto real que se multiplicó por más de siete.

Para ser justos, este auge sólo fue posible porque China empezó tecnológicamente atrasada y pudo aumentar rápidamente su productividad adoptando tecnologías ya desarrolladas en el extranjero. Pero la velocidad de convergencia de China fue extraordinaria.

Sin embargo, desde finales de la década de 2000, China parece haber perdido gran parte de su dinamismo.

El Fondo Monetario Internacional calcula que la productividad total de los factores -una medida de la eficiencia con la que se utilizan los recursos- ha crecido solo la mitad desde 2008 que en la década anterior.

Hay que tomar estas estimaciones con grandes puñados de sal, pero se ha producido una clara ralentización del ritmo de progreso tecnológico.

Y China ya no tiene la demografía necesaria para soportar un crecimiento vertiginoso:Su población en edad de trabajar tocó techo en torno a 2015 y ha ido disminuyendo desde entonces.

Muchos analistas atribuyen la pérdida de dinamismo de China a Xi, que asumió el poder en 2012 y se ha mostrado sistemáticamente más hostil a la empresa privada que sus predecesores. Esto me parece demasiado simplista.

Sin duda, el énfasis de Xi en el control estatal y la arbitrariedad no han ayudado.

Pero la desaceleración de China comenzó incluso antes de que Xi llegara al poder.

Y en general nadie es muy bueno explicando las tasas de crecimiento a largo plazo.

El gran economista del Instituto Tecnológico de Massachusetts Robert Solow bromeó célebremente diciendo que los intentos de explicar por qué algunos países crecen más despacio que otros siempre acaban en "un incendio de sociología amateur".

Probablemente había razones profundas por las que China no podía seguir creciendo como lo había hecho antes de 2008.

En cualquier caso, está claro que China no puede mantener nada parecido a las altas tasas de crecimiento del pasado.

Sin embargo, un crecimiento más lento no tiene por qué traducirse en una crisis económica. Como ya he señalado, incluso Japón, a menudo considerado como el último ejemplo de advertencia, ha tenido un comportamiento bastante decente desde su desaceleración a principios de los años noventa. ¿Por qué las cosas pintan tan mal en China?

¿Por qué las cosas pintan tan mal en China?

En un nivel fundamental, China sufre la paradoja del ahorro, según la cual una economía puede resentirse si los consumidores intentan ahorrar demasiado. Si las empresas no están dispuestas a pedir prestado e invertir todo el dinero que los consumidores intentan ahorrar, el resultado es una recesión económica.

Una recesión de este tipo puede reducir la cantidad que las empresas están dispuestas a invertir, por lo que un intento de ahorrar más puede, de hecho, reducir la inversión.

Y China tiene una tasa de ahorro nacional increíblemente alta.¿Por qué? 

No estoy seguro de que haya consenso sobre las causas, pero un estudio del FMI sostiene que los principales factores son una baja tasa de natalidad -por lo que la gente no cree que pueda contar con sus hijos para la jubilación- y una red de seguridad social inadecuada, por lo que tampoco creen que puedan contar con el apoyo público.

Mientras la economía pudo crecer a un ritmo extremadamente rápido, las empresas encontraron formas útiles de invertir todos esos ahorros. Pero ese tipo de crecimiento ya es cosa del pasado.

Otro momento

El resultado es que China dispone de una enorme cantidad de ahorro sin un buen lugar adonde ir. 

Y la historia de la política china ha sido la de unos esfuerzos cada vez más desesperados por enmascarar este problema.

Durante un tiempo, China mantuvo la demanda con enormes superávits comerciales, pero se arriesgó a una reacción proteccionista.

Luego, China canalizó el exceso de ahorro hacia una monstruosa burbuja inmobiliaria, pero esta burbuja está estallando ahora. La respuesta obvia es impulsar el gasto de los consumidores.

Conseguir que las empresas estatales compartan más beneficios con los trabajadores.

Reforzar la red de seguridad.

Y a corto plazo, el gobierno podría simplemente dar dinero a la gente, enviando cheques, como ha hecho Estados Unidos.¿Por qué no está ocurriendo esto?

Varios informes sugieren que hay razones ideológicas para que China no haga lo obvio.
En mi opinión, los dirigentes del país padecen una extraña mezcla de hostilidad hacia el sector privado (dar a la gente la capacidad de gastar más diluiría el control del partido), ambición poco realista (se supone que China invierte en el futuro, no en disfrutar de la vida ahora mismo) y una especie de oposición puritana a una red de seguridad social fuerte, con Xi condenando el "asistencialismo" que podría erosionar la ética del trabajo.

El resultado es la parálisis política, con China haciendo esfuerzos poco entusiastas para impulsar el mismo tipo de estímulo basado en la inversión que utilizó en el pasado.

¿Debemos descartar a China? Por supuesto que no.

China es una superpotencia de buena fe, con una enorme capacidad para ponerse las pilas. Tarde o temprano probablemente superará los prejuicios que están minando su respuesta política.

Pero los próximos años pueden ser bastante feos.


c.2023 The New York Times Company