Periodista-investigador
(…) El establecimiento de un clima permanente de ORDEN,
DISCIPLINA Y EXIGENCIA en la sociedad cubana, premisa imprescindible para
consolidar el avance de la actualización del modelo económico y no admitir
retrocesos contraproducentes´´.
(Raúl Castro Ruz; Primera Sesión Ordinaria de la VIII
Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular; 7 de julio de 2013)
CONTEXTO
En mi intención no está restar importancia al tema de los
coleros- todo lo contrario-, situados hoy en la picota pública, pues se
reactivaron con particular fuerza e ímpetu, durante la pandemia de la COVID-19,
para exhibir aún más la cara visible de la economía sumergida: la especulación,
junto al acaparamiento. Tal fue su desenfado al mostrar el rostro de los días,
parafraseando el título de la novela cubana de turno, que hacia finales de
julio y principios de agosto de 2020 la prensa nacional desplegó en sus páginas
alrededor de una treintena de trabajo sobre el álgido tema.
Tras quienes se dedican a estas actividades informales,
están poderosos tentáculos, muy bien parapetados en la sombra; aunque no al
margen de cuanta turbulencia ocurre- ¿acaso ellos no mueven esos hilos?-, en
cada una de las cuales se ofertan bienes y servicios ´´por la izquierda´´.
Hasta ellos es preciso llegar si existe la voluntad de desarticular tales redes
subterráneas. Hablando en buen cubano, por ahí es por donde le ´´entra el agua
al coco´´.
Dentro de ese entramado, el cual suele desestabilizar y
subvertir el país en todos los órdenes, los llamados coleros constituyen las
´´larvas´´- corruptos menores- y los antes mencionados son los ´´mosquitos´´-
corruptos mayores-. Si las investigaciones policiales, fiscales y periciales
sobre estas tramas profundizan lo suficiente, la gallinita, con el hilo
amarrado en una de sus patas- rememorando mi niñez montuna-, puede conducir a
las autoridades, hasta donde se oculta la gran nidada, con los huevos de oro, y
los máximos responsables de tan persistente drenaje a la economía nacional.
Varios factores pusieron presión a la olla: bloqueo
económico norteamericano recrudecido, lo cual implicó la caída del envío de
remesas y un descenso en la recepción de turistas, entre otros efectos
adversos. Sin obviar las deficiencias y errores propios. Como consecuencia,
varios segmentos de población se vieron afectados por esta problemática, la
cual se potenció aún más en los meses de pandemia de la COVID-19. Como se ha
dicho, la propia crisis generada por la situación epidemiológica a nivel
global, cambió la mentalidad acerca de cómo vivimos, trabajamos y viajamos.
A propósito de esto último, no pocos informales que
viajaban con frecuencia a diferentes países, para adquirir mercancías diversas,
con el propósito de comercializarlas dentro de las fronteras nacionales, de
pronto se vieron varados en su actividad económica; algo similar ocurrió con
los sectores privado y cooperativo, así como un número importante de
actividades estatales.
Por otra parte, un número nada despreciable de informales
vinculados, de una forma u otra, a los sectores antes mencionados, se vieron
también sumidos en el paro, sin recibir ingreso alguno. De ahí que
´´asumieran´´ otras actividades en la sombra, de por sí constreñidas, pues el grifo de los canales de
abastecimiento al mercado negro, empezó a cerrarse con los operativos
policiales en curso y un presumible mayor control de los recursos, sí así
pudiera decirse.
HISTORIOGRAFÍA
El tema de la especulación y el acaparamiento, vinculado
también a los coleros, no es nuevo en el escenario económico-social cubano, y
su expansión a través del tiempo ha generado una jerga diversa (Ver ANEXO). Los
medios de prensa nacionales- al menos en las últimas tres décadas-, se hicieron
eco de tales prácticas. Pudiera glosar algunos títulos al respecto: Ron a
chorros. A un mes del parto (Sierra: 1990); Gasolineras: bonos de oro (González
Bello: 1990); El pueblo en acción: una ´´piloto´´ de altura (Peñalver Moral:
1990); La zafra de los coleros (Rodríguez:2013); Antídotos contra pillos y
especuladores(Febles Hernández: 2016); El acaparamiento y el espejo (Castro
Medel: 2016); Nuestra playa tiene un ¿dueño? (Labacena Romero: 2016); Sigue en
cartelera la ´´danza´´ de los revendedores (Rodríguez: 2017); y La moraleja del
requesón y el vino (León Moya: 2020), entre otros muchos.
La historiografía posee un estimable valor para
explicarnos el curso que toman con los años los procesos económico-sociales, y
el asunto de marras no es la excepción. También nos ayuda a no confundir causas
y efectos, algo recurrente en los análisis acerca de este tema. Igualmente,
contribuye a aplicar a tiempo cirugía y profilaxis, según corresponda. La
dilatación de las decisiones en este campo suelen tener un alto costo.
En los albores de la década de los 90 del pasado siglo
XX, cuando el Periodo Especial en tiempo de paz se hacía tangible en la Isla,
al describir un fresco de la economía subterránea, los primeros trazos de las
escenas te llevaban, indefectiblemente, a especuladores y acaparadores, cebando
sus bolsillos a costa de la escasez de la mayoría.
Desde los inicios de los años 60 se inició la entrega de la libreta de abastecimiento
como consecuencia de las restricciones impuestas por el bloqueo económico
norteamericano y ante la necesidad de buscar una distribución lo más equitativa
y racional posible, de una canasta familiar de productos subsidiados por el
Estado.
Cuando la dirección del país decreta el Periodo Especial, dada la crisis económica de
esos años, como consecuencia del derrumbe de la Unión Soviética y el campo
socialista este-europeo, principal mercado cubano, unido a un visible
agotamiento del modelo económico, la demanda resultaba superior a la oferta y
las colas eran constantes, y solo desaparecían cuando la mercancía se agotaba.
Dada la inestabilidad de los abastecimientos se hacía casi imposible crear un
clima de confianza entre los consumidores. En tales circunstancias se genera un
escenario propicio para la especulación, el agiotismo y otras ilegalidades,
incluso, hasta para la comisión de graves delitos contra la economía nacional,
acerca de los cuales existe un vasto historial.
Durante muchos años, madres solteras con proles numerosas
y núcleos familiares de varios integrantes, se dedicaron a vender algunos
productos alimenticios recibidos por la libreta de racionamiento, a precios
subsidiados. (Rodríguez Hernández: 1994) Era una vía expedita para incrementar
los ingresos, los cuales entonces como ahora resultan insuficientes. Tales
prácticas llegaron hasta hoy, cuando se actualiza el modelo económico-social y
se aprecia una segmentación de los ingresos por causas diversas.
El salario en Cuba ha sido bajo históricamente. El
salario medio en 1975 ascendía a 135 pesos. En los años ochenta osciló entre
149 y 188 pesos, mientras que en la década de los noventa estuvo entre 185 y
188, según datos ofrecidos por la Oficina Nacional de Estadísticas e
Información. Se considera que entre 1990 y 1993 el salario real sufrió una
caída estimable.
Con relación a los años más recientes, el salario medio
en 2018 fue de unos 777 pesos, y en 2019 se estimó en 879 pesos.
Por otra parte, el Ministerio de Finanzas y Precios
reconoció que en 2020 se reporta un déficit presupuestario (Bolaños Weis: 2020),
aunque no se informó el monto. En 1993, año más crítico del Periodo Especial,
la cantidad de este último ascendió a 5 000 millones de pesos. Una economía
como la cubana, previo a la crisis de los años noventa, debió moverse con una
liquidez de 3 mil 900 millones de pesos; sin embargo, en 1994 dicha liquidez llegó a 12 mil 300 millones de pesos.
(Rodríguez Hernández: 1993)
No hay que olvidar
que dichos desequilibrios inciden también en las presiones inflacionarias y en
la liquidez acumulada. De ahí la importancia de conocer cuál es la cifra del déficit
y de la propia liquidez.
Estas últimas condiciones propiciaron que en mayo de 1993
el circulante en la economía sumergida ascendiera a 12 mil millones de pesos.
Algunas fuentes lo situaban entre 15 mil y 19 mil millones de pesos.1 Se estima
que el mercado negro creció monetariamente alrededor de 20 veces en el Periodo
Especial. Hacia finales de1993 se consideraba que entre el 60 y 70 por ciento
de los productos que se ofertaban en la economía informal eran de procedencia
estatal.2
Asimismo, en mayo de 1993 se estimó que en Ciudad de La Habana
entre el 85 y 87 por ciento de los núcleos familiares accedían al mercado
negro.3
Desde 1990 hasta 2007 se reportaron fuertes presiones
inflacionarias, determinado por el incremento del circulante monetario en manos
de la población, tanto en efectivo como en depósito en cuentas de ahorro
corriente. A inicios de este último año el 50 por ciento del dinero que
circulaba en La Habana era de dudosa procedencia y el 10 por ciento de la
población- alrededor de 200 mil
habitantes- acumulaba la mayor suma monetaria circulante. Hacia el 2008 el
excedente monetario se calculaba en 21 mil millones de pesos. (Rodríguez
Hernández: 2008)
Aunque en condiciones diferentes al Periodo Especial en
tiempo de paz, en las actuales circunstancias de crisis producto de la
COVID-19, hay vicios y deformaciones presentes que potencian prácticas propias
de la economía sumergida.
Entonces como ahora, frente a una escasez severa, esa
masa de dinero sedentaria y desigualmente distribuida por diversas causas, se
vuelve sobre las espaldas de la mayoría de los ciudadanos, principalmente los
sectores más vulnerables, los de menos ingresos y de aquellas personas situadas
en la base de la pirámide económico-social, invertida durante años por
conocidos problemas estructurales.
En la política de empleo, como parte de la estrategia
económico-social pos COVID-19, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social se
enfoca en garantizar que los niveles de ingresos constituyan la fuente
principal para satisfacer las necesidades del trabajador y su familia en
correspondencia con el desarrollo económico y social del país, y en el sector
empresarial se estudia la eliminación de límites administrativos asociados a
cumplimiento de planes para el pago del salario. (Lezcano Lavandera: 2020)
Tanto en los años noventa como ahora, los llamados
´´macetas´´- nuevos ricos-, en un marco legal algunos e ilícitos otros,
prepararon los avíos para una nueva y jugosa campaña, con la cual reforzarían
las utilidades obtenidas en las redes especulativas, entre ellas las dedicadas
a la compra- venta de alimentos y artículos de primera necesidad. No hay que
perder de vista que a inicios de 1994, año en que se realizó la Operación
´´Maceta´´, se calculaba en 11 mil millones de pesos, el monto del dinero
circulante, distribuido de manera desigual en la población. (José L. Rodríguez:
1994) En aquellas condiciones no pocos individuos se enriquecieron
ilícitamente.
Amén de pronunciamientos condenatorios por diferentes
vías y penalizaciones diversas a coleros, especuladores y acaparadores, resulta
preciso profundizar en las causas que están en la base de esta conducta
ciudadana. La escasez resulta una circunstancia contribuyente; pero no puede
esperarse a que haya de todo para resolver este fenómeno en cierta medida.
(Barral: 1991)
Hay factores psicosociales que pueden desestimular las
buenas actitudes e incentivar conductas
especulativas y agiotistas en los individuos, todo lo cual requiere estudio e
investigación, para llegar a conclusiones que trasciendan las opiniones
superficiales sobre el tema.
En el ámbito de la subjetividad se aprecian falencias en
el ámbito de la realización personal. Se trata de un asunto al cual hay que
ponerle ciencia, pues su solución rebaza anaqueles y almacenes más o menos
abastecidos para satisfacer la demanda siempre creciente e incrementar el
consumo, indicador que también constituye una expresión de crecimiento
económico-social.
En determina dos segmentos poblacionales se ha
entronizado una ´´cultura de rebusque´´,
y la prolongada crisis de los últimos seis lustros, han generado las
condiciones para que muchas de las estrategias de sobrevivencia adoptadas ante
la coyuntura hayan pasado a instituirse como pautas culturales. De ahí que
cualquier modelo de reajuste o enfrentamiento a la crisis que no considere este
factor cultural puede conducir a resultados inesperados. (P. Rodríguez: 2014)
DESOCUPACIÓN, MADRE DE NO POCOS MALES
El ocio es la madre de no pocos vicios. El texto Memoria
sobre la vagancia en la isla de Cuba (Saco: 1831) habla de hacer una revolución
en las costumbres, para enfrentar males latentes en el imaginario popular, como
la vagancia, los juegos de azar y la especulación, algunos de los cuales aún
persisten actualmente, heredados también de la seudorrepública, a pesar de las
acciones sanadoras de la Revolución. Ello habla de la necesidad de realizar no
solo transformaciones económico-sociales profundas, sino también de carácter
cultural.
En el Vigésimo Primer Congreso de la Central de
Trabajadores de Cuba (CTC), celebrado en el primer cuatrimestre de 2019, se
informó que dos millones de personas en edad laboral estaban desocupadas y
tampoco buscaban empleo.
Dentro de esta última cifra, había un alto por ciento de
mujeres, quienes declararon estar enfrascadas en quehaceres del hogar, mientras
que más de 500 mil, en su mayoría hombres jóvenes, dijeron no estar buscando
empleo, ni estarlo necesitando. Como se dijo en el referido evento sindical por
la máxima autoridad del ministerio correspondiente, constituye una realidad que
exige diversas medidas para que pueda irse revirtiendo.
La holgazanería y vagancia actual nos pone también ante
otra encrucijada, a partir del creciente e irreversible envejecimiento de la
población. En el propio Vigésimo Primer Congreso de la CTC se dijo que para 2021
serán más los que salen del universo laboral que quienes entran en el mismo,
agudo problema ante esta realidad, y más grave aun cuando los niveles de
remplazo resultan deficitarios.
Con respecto a esto último, las cifras son arto
reveladoras, pues hasta el 2023, unos mil trabajadores sostendrán a 660 que no
trabajan, y la situación se agravará para 2030, ya que la misma cifra de mil
sostendrá a unos 820, lo cual hace aún más crítico el panorama laboral
existente a, tal como se reconoció en el propio foro sindical.
Hay cifras que nos inducen a pensar, quiénes se
desempeñan actualmente en la economía informal cubana. Entre los hombres, más
de 1 de cada 3 no trabaja formalmente en una actividad legalmente autorizada,
mientras que en el caso de las mujeres tiene trabajo formal 1 de cada 2. El
resto trabaja y se busca su sustento- ´´el diario´´- en actividades informales.
En muchos casos, las mujeres en peores condiciones que los hombres, porque
tienen que cargar con la casa y también las colas. En total los desocupados
están rondando los dos y medio millones de cubanas y cubanos. (Benavides: 2020)
A lo antes dicho se suma el hecho de que más de 98 mil
160 trabajadores interruptos estaban sin reubicación, hacia finales de junio de
2020. (Abay Fonseca: 2020) ¿Estarán sumados también a la lógica de buscar ´´ el
diario´´? ¿Cuál será la ubicación de las más de 64 mil 120 personas que
buscaban empleo hacia finales de abril de 2019? (Reyes Montero: 2019)
Ante el referido panorama laboral, se impone una
pregunta: ¿quiénes laborarán en sectores estratégicos como turismo,
agropecuario e industria electrónica, ubicados dentro de la estrategia de
recuperación económica pos COVID-19, y donde se concentra el 68 por ciento de
las opciones de empleo dentro del plan de la economía? Son muchas las preguntas
necesitadas las respuestas.
Para romper esta prolongada inercia en la evolución del
panorama laboral cubano, algunos expertos adelantan propuestas, como la
legalización de todo aquello que resulte factible, en concordancia con los
documentos aprobados hace más de tres años por el Partido y el Estado, e
incluidos en la Constitución de la República. (Benavides: 2020)
PLAN CONTRA PLAN
La Estrategia Económico-social asumida por Cuba para
enfrentar con éxito la crisis derivada de la pandemia de la COVID-19, incluye
el Plan de Gobierno para accionar contra las ilegalidades y la corrupción,
asuntos acrecentados en tiempos de urgencias epidemiológicas. (Castro Morales:
2020)
En los planes y propósitos del adversario- dentro y fuera
de la Isla- está desestabilizar la situación del país y a la Revolución, con
pretensiones anexionistas. (Díaz-Canel: 2020) De ahí la importancia que tiene
la sistematicidad en el establecimiento de un clima permanente de ORDEN,
DISCIPLINA y EXIGENCIA, trilogía clave para aspirar al éxito de cualquier
actividad. (R. Castro Ruz: 2013) Es necesario actuar en contra de la lógica de
quienes actúan en la sombra y medran a costa del patrimonio público.
En la historiografía de la Isla, el agiotismo, la
especulación, la bolsa negra y el contrabando son de larga data. A través de
diferentes épocas, tomando diversos rasgos, se advierte su presencia. En el
prólogo a la edición póstuma del libro Los negros curros, Fernando Ortiz ofrece
un amplio fresco de tales prácticas. Documentos emitidos por las autoridades
coloniales, se refieren a la situación socioeconómica de la Isla en el siglo
XVII. Se habla de cómo los vecinos de ésta se dedicaban a las más ilícitas
operaciones mercantiles, y el contrabando se convirtió en una costumbre, una
necesidad, una rebeldía contra el poder central y una burla organizada por los
más arrojados.
En 1946, entre fotos y carteles de candidatos electorales
ineficaces y de ladrones, junto a la propaganda de productos diversos, la gente
pasaba de largo al transitar frente a un nuevo letrero que acumulaba la
constitución de la Orden del Guayabo (Ciro Bianchi: 2020), destinada a vapulear
con contundentes ramas de ese árbol a comerciantes culpables de ocultación de
mercancías y especulación.
Ante la disimulación y la apatía de las autoridades,
Comandos Juveniles iniciaron acciones a tenor de la susodicha Orden, entre las
cuales figuró la dirigida contra el almacén de víveres, sito en la Calzada de
Belascoaín número 968, propiedad de la
Compañía de Suministro Hatuey S.A, donde la voz popular aseguraba que se
vendían de manera clandestina y a precios superiores a los oficiales arroz,
aceite, manteca, leche enlatada, jabones de lavar y de tocador(…), artículos
todos de primera necesidad y que escaseaban en el mercado.
Bastaba con darle ´´un toque´´ al gerente del
establecimiento para que el interesado fuese autorizado a acceder a la
trastienda del almacén y adquiriese las mercancías deseadas, mientras que la
inmensa mayoría del vecindario se quedaba con las ganas, según el relator de
esta reveladora historia.
Los guayabos, quienes tenían en la mirilla a dicho
establecimiento, vigilaban todos los movimientos en torno a este último. Fue
así que una tarde detectaron como un hombre bien trajeado, tras conversar
brevemente con el gerente Braulio Fernández, pasó a la trastienda, y en un
tiempo breve volvió a la calle, seguido de un empleado del lugar que conducía
en un carrito un saco de arroz; pero no caminó mucho la pareja, pues un grupo
compacto de jóvenes, armados de gajos de guayaba, frustraron aquella
transacción en la sombra.
Una vez dados sus respectivos vergajazos al empleado del
almacén, el cual emprendió una veloz carrera, mientras que el hombre bien
trajeado se situó a prudente distancia de los indignados miembros del Comando
Juvenil de la Orden, quienes tras ocupar el botín, llamaron a voces a vecinos y
transeúntes, para avanzar sobre el establecimiento, y una vez allí aplicar la
justicia por su cuenta, suceso que tuvo repercusión en la prensa nacional, pues
el periodista Carlos Lechuga lo reseñó en la revista Bohemia.
A juzgar por los hechos acaecidos en Cuba, con relación a
coleros, especuladores y acaparadores, durante la pandemia de COVID-19, y sobre los cuales los medios de prensa se
hicieron eco, de forma profusa, hacia finales de julio y principios de agosto
de 2020, esta vez no habrá que apelar a la Orden del Guayabo, para mantener a
raya y defenderse de tales individuos.
La Revolución Cubana en el poder, con el apoyo popular,
hizo pública a través de sus máximas autoridades la decisión de hacerlo, contra
los parásitos pequeños y grandes, para que en la Isla no se repita la
aleccionadora experiencia, que constituyó el fracaso de la Comuna de París, la
cual no supo utilizar, en su momento, la fuerza del soberano contra los
apetitos de ambos parásitos.
La alerta de Fidel está vigente. Sus palabras del 17 de
noviembre de 2005 en el Aula Magna de la Universidad de La Habana ante jóvenes
dirigentes estudiantiles, resulta un persistente aldabonazo en la conciencia
nacional. Su interrogante y aseveración acerca de que los vicios entronizados
en la economía y sociedad cubanas, son primero que todo una cuestión ética; pero
que además es una cuestión económica. Ambas cuestiones constituyen cuentas por
saldar de cara al presente y futuro de la nación.
Pero esto último no será plausible, sino buscamos las
causas más profundas, las raíces expandidas y penetrantes del problema, pues no
podremos apartarnos de las ´´manzanas´´ que siguen creciendo a ojos vista, y
que ya nos han envenenado tantas veces. (Castro Medel: 2020)
Saber orientarnos ante esta compleja problemática con un
actuar consecuente, firme e indeclinable, pudiera ofrecer al país apreciables
réditos en todos los órdenes. Es conocida la falta de sistematicidad en este y
otros ámbitos, dado lo cual se acumulan no pocas facturas indeseadas. Pero a
estas alturas lo importante es asumir soluciones de fondo para que la
recuperación poscoronavirus sea un paso firme, y no una curita fácil de quitar
cuando la herida no ha sanado todavía. (León Moya: 2020)
Notas
1 Informes ofrecidos por la Emisora Radio Rebelde, al
comentar acerca del comportamiento de la actividad delictiva en 1993
2 Emisora Radio Reloj; Noticiero Nacional, Radio Rebelde;
y los espacios A primera hora y Punto de vista, emisora Radio Progreso, medios
donde se hicieron públicas estas cifras de los años 90 del pasado siglo XX.
Octubre de 1993
3 Datos ofrecidos por mandos de la Dirección General de
la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), a partir de encuestas realizadas
entonces. Septiembre de 1993
José Luis Rodríguez, Ministro Presidente Comité Estatal
de Finanzas, al abordar alternativas de saneamiento de las finanzas internas.
CC PCC. 5 de mayo de 1994
ANEXO.-
JERGA EMPLEADA EN PREDIOS ESPECULATIVOS
En los circuitos especulativos se emplea una jerga muy
especial entre quienes se desempeñan en este ámbito.
¡“agua...agua...”!: cuando alguien previamente concertado
advierte sobre la presencia de la policía a los
especuladores que expenden mercancías en los alrededores de las
tiendas que venden en divisas.
“babosa”: especulador adherido a las actividades del
mercado agropecuario y de los trabajadores por cuenta propia, para evadir el
pago de impuestos y encubrir su ilegalidad.
“buquenque”: quien especula con la venta de pasajes para
ómnibus nacionales.
“candonga”: Lugar utilizado por los especuladores
para hacer sus Transacciones comerciales.
“el pan”: el dinero u otro beneficio en especie que se obtiene en alguna operación
especulativa.
“mandarte a matar”: represalia de un especulador contra
otro por poner en peligro una determinada operación.
“merodeadores”: personas que especulan en los alrededores de lugares públicos.
“merolicos”: personas que
ofertan mercancías y servicios, sin abonar ningún tributo al estado.
Palabra tomada de una novela mexicana muy popular en Cuba.
“prismática”: relativo a prisma. Aquella postura que
asumen algunas personas que se dedican a especular y ostentar con cuestiones
materiales.
“parqueros”: los revendedores de tickets y pre tickets
para viajar por ómnibus en la terminal “La Coubre”, de La Habana. Una suerte de
“buquenques”.
“quimbos”: así llamaban en el primer lustro de la segunda
década del siglo Veintiuno cubano a las ventas improvisadas en los portales de
avenidas principales de La Habana por quienes se desempeñaban en la economía
informal.
“rebusque “: aquella acción consistente en adquirir
dinero en la economía informal, mediante la venta de materias primas y otros
objetos.
“yo le di el ardimú”: significa dar la mercancía en el
ambiente especulativo.
“talibanes”: así llaman a aquellas personas dedicadas en
la capital a llevar la vida como dé lugar; generalmente, suelen andar con alforjas
donde guardan los materiales más insospechados para revenderlos en la economía
informal de la segunda década del siglo Veintiuno cubano.
´´sacar el diario´´: acción realizada por quienes se
desempeñan en circuitos especulativos, para ganar algún dinero diariamente.