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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

jueves, 31 de julio de 2025

Cacao: tras la huella de un extravío (i y II)

Parada industrial, una estrategia que en algún punto perdió el rumbo y, con ella, la preciada materia prima del chocolate

La nueva tecnología de la industria sigue muy lejos de saciar su demanda de materia prima. Foto: José Llamos Camejo

Baracoa, Guantánamo.–De una parte hubo lógicas ignoradas y pifias difíciles de entender; y de la otra una voraz prontitud que le hizo burla al descuido, mientras degustaba las «achocolatadas aguas» del titubeo y la ligereza. Es una historia que tiene que ver con el curso extraviado de un cacao en la más oriental de las provincias cubanas.

Renovarse o perecer. Sí o sí. Inaplazable dilema en 2018 para la industria de «la gallina cubana de los huevos de chocolate». Con 55 años de explotación y, por si fuera poco, el remate de un meteoro nombrado Matthew, sus máquinas no resistían otro achaque más. 

O definitivamente dejaba atrás el desfase, o renunciaba a agregarle valor a su producto líder, de cuyo potencial, cuando al fin se aproveche bien, podría salir un «suero monetario» de los que tanta falta les hacen a las sitiadas arcas de Cuba.

Rejuvenecer la chocolatera era inaplazable. Que no sería cuestión de unas pocas semanas –mucho menos en época de asechanzas y rémoras económicas– se sabía, aunque nadie la supuso tan dilatada. 

Y, también es cierto, que cuando la ruta y las etapas de ejecución de la reforma tecnológica parecían despejadas, una pandemia mundial hizo causa común con el cerco económico-financiero estadounidense, detallado y multiplicado.

No obstante, la parada fabril ya era un hecho, pero sin paréntesis productivo en los cacaotales, pues, aunque atropellados igual por el huracán, no dejarían de tributarle materia prima a una industria procesadora en reposo. Eso, igualmente, se conocía.

Lógico fue entonces pensar que a la producción emblema de Baracoa los garantes del cacao le planificarían un destino adaptable a cualquier «marejada». Justamente de ahí vienen las preguntas sobre el asunto.

¿Qué faltó? ¿Previsión, pragmatismo, agilidad ante lo eventual? ¿Se le dio la necesaria preponderancia a la solución del dilema? Porque titubeos y deslices hubo, y dieron lugar a extravíos, ahora en curso de revertirse.

Atraídas por la tentación monetaria proveniente de un actor económico que irrumpió en Cuba hace apenas tres años, cientos de toneladas de cacao han circunvalado órbitas privadas. 

LÓGICAS Y ABSURDOS

Todo empezó a gestarse en 2018, en medio de la aún vigente crisis económica mundial, cuando la actual empresa Derivados del Cacao Baracoa detuvo su maquinaria para dotarse de dos modernas líneas de producción. En lo sucesivo, aparecerían los inconvenientes.

Primero, la pausa impuesta por la covid-19. Después, fabricantes a los que se les compró la tecnología, morosos en el envío de sus técnicos para montar, probar y echar a andar los equipos. Hasta que, a guisa de prueba, la industria por fin arrancó en noviembre de 2022.

Así, una inversión concebida para menos de un año demoró más de un lustro en ejecutarse, y la materia prima sobreacumulada creció, explica Raúl Matos Pérez, director de la Empresa Agroforestal y del Coco, rectora de la producción de cacao en la Primigenia Villa.

Unas 800 toneladas de ese producto, después de ser vendidas a Derivados del Cacao Baracoa, permanecieron en almacenes de nuestra entidad, «sin contar lo guardado en otros municipios y en depósitos de otras provincias de Oriente», aclara Raúl.

Que los cacaotales no dejarían de abultar la acumulación del producto, pese a la parálisis de la industria, se conocía. Que ello planteaba un dilema ante los decisores, también. Vaticinio suficiente para preverle, de cara a cualquier eventualidad, más de una variante al destino de la materia prima en espera.

Exportarla, propuso la entidad que lidera Matos. Pero esa propuesta no fue aceptada, «y se optó por venderla a la industria y preservarla para cuando esta echara a andar».

Tras arrancar Derivados…, a finales de 2022, funcionó con intermitencias hasta el epílogo de 2023.

Que por lógica, al menos en ese también dilatado periodo de reajuste posarrancada, la fábrica solo desplegaría una parte de su potencial, y que, por tanto, la materia prima seguiría sobreacumulada, era de inferirse.

El cacao que procesó el municipio en la mencionada etapa fue mucho menos que el que tenía en reserva de esa materia prima, cuyo valor en el mercado mundial iniciaba un despegue, a la postre vertiginoso, de cerca de 2 000 dólares por tonelada en el propio 2022, hasta más 12 700 dólares por igual cantidad en 2024. 

Preservar el producto para que la industria le agregara valor antes de exportarlo fue, sin duda, una idea bien fundada; de haber cuajado, habría dejado ganancias más lucrativas. Lo conservador fue no optar por otra variante cuando se hizo evidente que el reinicio de la fábrica se prolongaba, y se perdería la oportunidad de exportar.

En las dinámicas del comercio mundial algunos cambios llegan de golpe, agitados por coyunturas. Y, como en la pelota, si el competidor no reajusta el swing, sale mal parado. La reacción retardada, en este caso ante lo eventual, a Baracoa y al país les impidió un sorbo de divisas frescas de algunos millones. La calculadora no miente. 

ATRIBUCIONES NO, ¿Y DEBER TAMPOCO?

Seis micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) sí aprovecharon bien la oportunidad que la coyuntura les dio en la Primera Villa, con la fábrica de chocolate en reposo y la producción cacaotera en marcha y sin destinos suficientes para el producto.

Combinadas esas variables, les propiciaron un «turno al bate» ideal a nuevos actores económicos y a trabajadores por cuenta propia.

A las mipymes que ya tenían una clara estrategia al respecto, les fue admitida una línea de chocolate; «dentro de su objeto social tenían aprobada la comercialización de productos derivados del cacao», confirma Mayelín Frómeta Alayo, intendenta de Baracoa.

«Seis mipymes que tenían contrato con la Empresa Agroforestal y del Coco habían comprado cacao también en Santiago de Cuba y en Granma», abunda Frómeta Alayo.

Los registros de venta lo dicen todo. Una sola de esas mipymes, localizada en Paso de Cuba, compró a la Agroforestal y del Coco 45 toneladas de cacao, «en tres partidas –detalla uno de los dos socios del mencionado ente; «20 toneladas primero, 20 después, y finalmente cinco», remata.

Al sexteto de mipymes les fueron vendidas en total 101 toneladas de Cacao; lo dice Ogli Pérez, director económico de la Forestal y del Coco, la cual vendió la materia prima. Mayelín Frómeta, por su parte, deplora «que un producto principal, destinado a la industria del municipio, haya ido a parar a otra parte».

Aprobar las mipymes y las actividades que estas asumirían como objeto social, en el momento de la historia que nos ocupa, era facultad del Ministerio de Economía y Planificación, al amparo del Decreto-Ley 46 de 2021, del Consejo de Estado de la República.

Granma, no obstante, se pregunta si en este caso no era deber de las autoridades locales alertar a los decisores acerca del inconveniente que suponía, para la estrategia de desarrollo cacaotero de Baracoa, aprobar mipymes con el cacao como línea de producción.

Entre otras razones, por la inseguridad de una tecnología rústica no apta para impregnarle mínimos estándares de inocuidad a sus producciones.  Y porque la materia prima para esos actores va contra la que necesita una industria moderna como lo es hoy la chocolatera de La Primada.

La capacidad de procesamiento anual de esa fábrica (7 000 toneladas) supera con amplitud las cerca de 2 200 de cacao entregadas por el municipio desde 2022 hasta 2024, las 150 que pretende aportar en el año actual, y las 4 000 que, estiman, logrará producir en 2030.

Entonces, ¿aprobar que 120 trabajadores por cuenta propia, sin contar los más de 400 que de manera informal –se comenta– también procesaban y comercializaban cacao, tampoco era facultad de las autoridades del municipio?

Ciertamente, este es un asunto que va más allá de competencias. Se trata de alerta y previsión, y ambas fallaron. ¿Qué pasó después? Esa es una interrogante a cuya respuesta nos acercaremos en un segundo trabajo.

Baracoa, Guantánamo.–Al dios Crono no le importó que al cacao lo apoden «el alimento para los dioses». Ni corto ni perezoso degradó la calidad de un producto almacenado por demasiado tiempo, lamentablemente.

Aun así, la Empresa Agroforestal y del Coco, a cargo del cultivo en Baracoa, encontró un modo de extraerle casi el doble de ganancia a 101 toneladas de la materia prima.

Néiser Machado Matos, administrador de una de esas pequeñas empresas (¿ex?) cacaoteras surgidas aquí, localizada en Paso de Cuba, dice que a ellos les vendieron cacao porque a la entidad estatal «se le echaba a perder en los almacenes, y no tenía quién se lo comprara». 

Sobre lo que se dice al respecto, hay algo confuso. De un lado: «pagué a precio doble el producto», se duele el comprador; pero algo en la afirmación hace dudar sobre si todo fue realmente  desventajoso en ese negocio.

Igual, la otra parte se contradice al alegar, primero, que por decisión «de arriba» y en favor de la fábrica no exportó la materia prima. Después, que –en contra de la misma industria, y en interés de quién– optó por la venta a compradores privados locales.

Ogli Pérez Pérez, director económico de la Agroforestal y del Coco, confirmó que, pese a haber perdido el cacao ciertos atributos en su prolongada espera, las mipymes lo adquirieron a 100 000 pesos la tonelada; casi el doble de los 55 000 pesos que, aparte de un componente en MLC, pagaba la estatal Derivados del Cacao por cada tonelada de materia prima del producto de calidad que le suministraba la empresa agrícola.

En resumen: importantes volúmenes de cacao comprado, procesado y comercializado por mipymes de Baracoa en los dos últimos años, pasaron antes por depósitos de la empresa estatal rectora de ese cultivo en La Primada de Cuba.      

Todo en regla, claro. El cliente, actor económico nuevo y debidamente instituido, tenía contrato con el suministrador, condición que le abrió paso a la compraventa legal.

Gracias a ella, parte de la retenida materia prima traspasó una puerta no principal. A costo elevado –que nos hace suponer alguna «generosidad» calculada–, acabó en manos hábiles que, tras procesarla, la pusieron en rutas de intermediarios.

Así la «bola» de la inflación, mientras rodaba, crecía, dejándoles ganancias multiplicadas a sus gestores, a la par de que –«magia» de los precios– descargaba sobre los consumidores el golpe final y más fuerte.

Bien aprovechada por seis recién nacidas mipymes, la operación le dejó más de 10 000 000 de pesos de ganancia a la Agroforestal y del Coco, vendedora estatal del producto. ¡Vaya «generosidad» de esos precios que encubren déficits productivos y comercialización a destiempo!

AL FIN… DESPUÉS DEL LETARGO

«A raíz de inconformidades planteadas por la industria de Derivados del Cacao –explica Mayelín Frómeta Alayo, intendente de Baracoa–, después de un análisis, a la Agroforestal y del Coco se le dejó claro que no debía continuar vendiéndoles cacao a las mipymes. Paramos ese proceso; sabíamos lo que representaba.

«También a la dirección de Trabajo en el municipio –añade Frómeta Alayo– le dijimos que no era factible que los trabajadores por cuenta propia elaboraran derivados del cacao, y que debíamos evitar el comercio ilegal».

¿Acaso será esta una manera tardía de intentar romper una cadena de consecuencias que parten de razones injustificables y económicamente reprochables: una inversión demorada y una gran cantidad de materia prima paralizada y en depreciación?

¿Son las mipymes las responsables primarias del problema actual, más cuando fueron legalmente concebidas y su objeto debidamente  aprobado?

Lo inexplicable e irracional empieza desde mucho antes, con la inercia empresarial de permitir que el cacao se deteriorara, que envejeciera y se hipotecara, que perdiera propiedades para ser exportado a tiempo cuando su valor escalaba en el mercado internacional... Todo eso pudo haberse evitado y no se hizo, ¿por qué?

«La voluntad de encontrarle solución a un problema, sin pensar lo que más adelante podía pasar», admite el ingeniero Raúl Matos Pérez, director de la empresa responsable de la producción del cacao baracoense.

Dice que los trabajos para la actualización tecnológica de la fábrica, previstos para ejecutar en seis meses, «se extendieron demasiado tiempo (por esa razón) hubo materia prima que estuvo casi ocho años en almacenes». Inconcebible e imperdonable.

Por solo hablar de una salida posible a esa situación, a los precios mundiales del producto en 2023, las mismas 101 toneladas de cacao vendidas a las mipymes, de haber sido exportadas, habrían tributado al país algo más de un millón de dólares. Sin embargo, ¿es acaso un desatino vender a actores locales que procesen allí mismo y reproduzcan, en valores agregados, la materia prima que se cosecha en el propio territorio? Claro que no.

No obstante, caben otras preguntas: ¿realmente esta «movida» local aportó beneficios económicos a Baracoa; se captó allí ese supuesto valor agregado que se creó allí; generó impacto real ese aparente ciclo completo de producción?

Si no fuera así, entonces no habría sido, tampoco, una buena salida la venta mayorista de todo el cacao; como no va siendo bueno, igualmente, el fenómeno que se está gestando en los propios cacaotales.

«EFECTO DOMINÓ»

En medio de la larga espera del cacao cosechado, fue cuando irrumpieron en el país las mipymes, como nuevos actores económicos.

En opinión de Raúl Matos, con la referida aprobación, en Baracoa se «desató un efecto dominó entre un grupo de cacaoteros a los cuales aún no se les había pagado todo lo que debía pagársele por sus producciones», incluso una parte en MLC, de cosechas anteriores.

Entonces, argumenta, un segmento privado que se dedica a procesar cacao en cantidades pequeñas, comenzó a proponer pagos tentadores por la materia prima, y a competir, peligrosamente, con lo que paga la empresa. Por supuesto, las entregas al Estado empezaron a mermar. 

Unos cuantos labriegos, al margen de sus compromisos de suministrarle cacao a la Agroforestal y del Coco, solapadamente empezaron a poner una parte de su cacao en manos privadas.

A esas alturas ya no se trataba solo de la materia prima con años de espera; a los privados que elaboran productos derivados comenzó a entrarles un cacao acabadito de cosechar, pero salido de las plantaciones por una puerta trasera.

Con la reacción en cadena, el extravío se ha trasladado al cacaotal, para iniciar una travesía clandestina y dañina para la economía local.

Sobre estas deformaciones Granma volverá.

No solo el cacao almacenado fue comercializado a productores privados, también parte del cacao fresco ha ido tomando ese rumbo desde el propio campo. Foto: José Llamos Camejo

Hace falta ¿UNA carga?

 firmas llamamiento de intelectuales




Al final de su discurso en el acto conmemorativo del vigésimo aniversario de los hechos del 26 de Julio de 1953, Fidel Castro citó “encendidos versos patrióticos” —y así los llamó— del “Mensaje lírico civil” de Rubén Martínez Villena: “Hace falta una carga para matar bribones, / para acabar la obra de las revoluciones, / para vengar los muertos que padecen ultraje, / para limpiar la costra tenaz del coloniaje, / […] / para no hacer inútil, en humillante suerte, / el esfuerzo y el hambre, y la herida y la muerte; / para que la República se mantenga de sí, / para cumplir el sueño de mármol de Martí; / para que nuestros hijos no mendiguen de hinojos, / la patria que los padres le ganaron de pie”.

La elipsis corresponde a dos versos que podían requerir una explicación fuera de las posibilidades inmediatas del discurso: “para poder un día, con prestigio y razón, / extirpar el Apéndice de la Constitución”. Hablan de la necesidad de derogar la Enmienda Platt, vigente en tiempos del poeta, pero derogada años antes de los sucesos de aquel 26 de Julio y, en consecuencia, del discurso citado, aunque todavía en 1953 la lucha antimperialista era una cuestión de primer orden. Ya zafada Cuba desde 1959 de la dominación estadounidense, antes de terminar el discurso con el grito de “¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!”, el Comandante añadió: “Desde aquí te decimos, Rubén: el 26 de Julio fue la carga que tú pedías”.

Entre el discurso de 1973 y los acontecimientos fundacionales en él recordados, había transcurrido mucho menos tiempo que desde el discurso hasta hoy, y en ese trayecto la convocatoria plasmada en el “Mensaje” ha adquirido nuevas connotaciones. La carga que el poeta reclamó sigue siendo una, y a la vez se multiplica.

Así nos corresponde asumirla hoy, en su rotunda totalidad y con tantas cargas puntuales como sean necesarias. Hay muchos peligros contra los cuales lanzarlas, así como logros y aspiraciones que defender con ellas. Algunas cargas, a menudo interconectadas, se repasarán aquí en orden más bien aleatorio, y —llegado el caso— con mirada retroactiva, porque la historia es siempre contemporánea y el pasado subsiste en el presente:

-Contra efectos que en la guerra mediática se anota el imperio, cuando consigue que, de tan omnipresente y arrasador, el bloqueo aplicado desde hade más de seis décadas a Cuba termine siendo invisible, o así se le presente, aunque sea entre pocas personas, lo que no siempre parece ser. Cada vez parecen ser más las explicaciones y denuncias de calamidades que el pueblo cubano sufre, y que se enumeran sin mencionar el bloqueo o aludiendo a él tangencialmente. Ese acto genocida tiene el propósito declarado de causarle al pueblo cubano penurias que lo muevan a rebelarse contra la Revolución que se ha hecho para beneficiarlo. No es fortuito que el gobierno de los Estados Unidos —artífice del bloqueo— y el de Israel sean los principales cómplices y coautores del genocidio del pueblo palestino. Lo comete Israel con el apoyo de la potencia del Norte, y son los únicos gobiernos que votan contra Cuba en la Asamblea General de las Naciones unidas cuando el bloqueo se somete a votación.

-Contra quienes pudieran creer que hay derecho a esperar a que el bloqueo se levante para entonces hacer lo necesario con miras a revertir sus terribles efectos y lograr lo que el pueblo merece para disfrutar una vida vivible. Aun si fuera totalmente involuntaria —lo que no mermaría su culpabilidad—, esa espera apoyaría a los gobernantes estadounidenses. Si ellos alguna vez decidieran levantar el bloqueo, no lo harían precisamente para ayudar a Cuba, sino como un intento hipócrita de crear confusiones y ganar simpatía, y trazar caminos para otras acciones contra Cuba. Sería un gesto comparable con el que su socio israelí podría permitirse si pusiera fin al genocidio de Palestina cuando ya apenas queden integrantes de ese pueblo.

-Contra la corrupción, que puede seguir creciendo como una bomba de tiempo en desmedro de los afanes revolucionarios, y pudiera ser la mayor forma de complicidad con los planes imperialistas anticubanos. Siempre será aconsejable recordar, y aplicarlo cada día, otro discurso pronunciado por Fidel Castro: el del 17 de noviembre de 2005 en el Aula Magna de la Universidad de La Habana.

-Contra los malos hábitos de trabajo y la tentadora tendencia a esperar que el maná caiga del cielo, algo que no parece haber ocurrido nunca y, de ocurrir, daría un maná escasamente nutritivo y, a la larga, muy costoso. Sería letal olvidar que debemos confiar en nuestros propios esfuerzos. Cuando en el mundo la solidaridad es cada vez más arrinconada por las tramas comerciales, no debemos renunciar a nuestros ideales solidarios y su práctica, ni desconocer el peso de tales tramas y los intereses que ellas representan. Carecen de legitimad ética, pero tienen poder en tiempos en que ni la civilización ni menos aún los ideales comunistas se divisan en el horizonte como fuerza bastante para impedir la barbarie.

-Contra el crimen de rechazar la justa equidad confundiéndola con el igualitarismo, aunque este, en el mejor de los casos, no haya pasado en realidad de buenas intenciones y consignas, o de errores. Tampoco las desigualdades nacieron con los “ordenamientos” y las privatizaciones recientes: son anteriores, y tal vez en las actuales circunstancias hasta se hayan “democratizado”, al no basarse en la mala valoración del mérito, en suponer que este legitima desigualdades contrarias a un proyecto que ha tenido su mayor fortaleza en dar vida a ideales de los humildes, con los humildes y para los humildes.

-Contra la creencia de que ser miembro de una familia signada por la heroicidad de uno de sus integrantes, o varios de ellos, y ellas, da validez a conductas inaceptables. Aunque tal suposición no pasara de tolerar que un joven irresponsable se permita indisciplinas y actitudes “secundarias”, con el argumento de que sus mayores se sacrificaron, semejante idea sería harto nociva: puede conducir a realidades como algunas que, más o menos ostensibles hoy, son contrarias a los más elevados ideales asociables con tener familiares heroicos, y a la conducta de sus exponentes más representativos.

-Contra falsos conceptos de democracia anclados en actitudes y criterios populistas que acaban promoviendo la vulgaridad y la grosería. Así, en vez de asumir la necesidad de conducir la sociedad por los caminos de una cultura de veras fértil y enaltecedora, se abrazan las peores expresiones anticulturales.

-Contra todo tipo de abuso de poder, aunque no sea más, ni menos, que arrogarse derechos que podrían pasar por menudos pero apuntan a tomarse atribuciones contrarias a la justa equidad y al cultivo de la disciplina social. Tales atribuciones “autorizan” a violar normas del comportamiento colectivo.

-Contra la tendencia a no prestar cuidadosa atención al sentir popular. Si bien este no se debe tomar necesariamente como una pauta infalible para valorar actitudes y aplicar justicia, pues no estará ajena por decreto a la subjetividad excesiva o al efecto de propagandas indeseables, enemigas incluso, el sentir popular puede advertir sobre peligros varios, o ayudar a detectarlos. Sería funesto estimar, por ejemplo, que es necesariamente fruto de aquellas propagandas el justo reclamo de poner límites razonables a la construcción de hoteles que visiblemente desbordan la demanda, mientras hay notables déficits en la vivienda, no solo cuantitativos, sino asimismo en su calidad, con derrumbes que cuestan vidas. Tampoco se deben satanizar de antemano las opiniones que, vertidas por un pueblo hecho a resistir y a darle su apoyo al proyecto revolucionario en medio de muy complejas circunstancias, apunten a descontento o desaprobación con respecto a dirigentes y funcionarios que se mantienen en sus cargos pese a la valoración negativa o las aprensiones expresadas por voces del pueblo.

-Contra el peligro de usar la historia como fuente de consignas, y no como la raíz que nos sustenta y no por gusto nuestros enemigos procuran suplantar por narrativas falaces. También en el terreno de la historia la crítica se debe ejercer con pleno sentido de responsabilidad, y con la soltura necesaria, para que nadie se sienta con derecho a decir que se ha visto obligado a expresarse en medios que no representan el pulso revolucionario y emancipador de la nación.

-Contra la pérdida del vínculo natural entre dirigentes y el pueblo del cual ellos deben saberse parte, y serlo. Tal desvinculación, basada en modos de vida y concepciones derivadas de ellos, puede conducir a expresiones de insensibilidad ajenas a los ideales defendidos el 26 de Julio de 1953 como herencia del legado precursor —sintetizado por el ejemplo de José Martí en su centenario—, y en la lucha revolucionaria siguiente.

-Contra la posibilidad de que, al calor de influencias neoliberales y otras expresiones del pragmatismo capitalista, prosperen en el país los modelos del Plan Bolonia que cunden en países donde los programas educaciones —o más bien de instrucción— buscan formar empresarios al servicio del mercado y, por tanto, opuestos a la ética de signo socialista.

-Contra otro peligro que se inserta en algunos de los ya mencionados: olvidar las lecciones y el ejemplo de nuestros fundadores, desde Carlos Manuel de Céspedes y los demás de su entorno inmediato, pasando por los que rodearon a José Martí y continuadores como Julio Antonio Mella, Antonio Guiteras y el propio Martínez Villena, hasta llegar a Fidel Castro y sus compañeros, nacidos incluso fuera de Cuba, como Ernesto Che Guevara.

-Contra el menosprecio de la política comunicacional, para cuya consumación no bastan regulaciones como las leyes pensadas para defender el ejercicio de la comunicación social y la necesaria transparencia informativa.

-Contra el peligro de que, en busca de caminos prácticos para resolver problemas concretos, la propiedad privada y la dolarización “parcial” se desboquen cada vez más por rumbos no afines a los ideales que nos corresponde seguir defendiendo, y se agrave con ello la situación, ya difícil, del pueblo.

-Contra el facilismo o la invidencia que sería ignorar los vericuetos del desmontaje del socialismo en la URSS, tragedia que ha propiciado parafrasear el célebre minicuento de Augusto Monterroso y decir: “Cuando el socialismo se desmerengó, los oligarcas ya estaban allí”.

-Contra la posibilidad de acostumbrarnos a que periódicamente sea cada vez más rutinario hablar de errores y desviaciones, y de lo que debemos erradicar y no seguir cometiéndolo —como la improvisación y el descontrol—, en vez de tener motivos para enumerar aciertos y logros válidos que abonen la felicidad del pueblo.

-Contra el peligro de que el 26 de Julio como Día de la Rebeldía Nacional se vea limitado a los sucesos de 1953 y a otros de carácter armado que les dieron continuidad hasta la victoria de 1959. Sus lecciones de rebeldía deben servirnos para enfrentar política y moralmente cuanta deformación se oponga a la naturaleza del proyecto revolucionario; para acometer cuanto cambio sea de veras necesario en el afán de mantener vivo y fértil ese proyecto, lo que supone tomar el camino correcto, el más acertado posible para impedir que se incurra en cadenas de errores y deformaciones.

Solamente luchando de veras —con inteligencia y honradez— contra los peligros mencionados, y contra cuantos otros aparezcan, honraremos a quienes antes del 26 de Julio de 1953, en la epopeya de aquellos días, y en años posteriores se han esforzado de veras y hasta han dado su vida por el bienestar de la patria, o aún puedan darla. Será así como estaremos siendo plenamente fieles al poeta que reclamó una carga para exterminar bribones y completar la obra siempre abierta y en perfeccionamiento de las revoluciones, y al combatiente revolucionario que abrazó ese reclamo y lo puso en práctica.
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Luis Toledo Sande
Escritor, investigador y periodista cubano. Doctor en Ciencias Filológicas por la Universidad de La Habana. Autor de varios libros de distintos géneros. Ha ejercido la docencia universitaria y ha sido director del Centro de Estudios Martianos y subdirector de la revista Casa de las Américas. En la diplomacia se ha desempeñado como consejero cultural de la Embajada de Cuba en España. Entre otros reconocimientos ha recibido la Distinción Por la Cultura Nacional y el Premio de la Crítica de Ciencias Sociales, este último por su libro Cesto de llamas. Biografía de José Martí. (Velasco, Holguín, 1950).