Según las previsiones oficiales, la población mayor de 60 años representará hacia 2030 un tercio de los habitantes de este país, que actualmente suman 11,2 millones.
SOCIEDAD Patricia Grogg 22 febrero, 2018
SOCIEDAD Patricia Grogg 22 febrero, 2018
Una pareja de adultos mayores transita por una céntrica calle de La Habana Vieja, en Cuba, un país donde ya casi 20 por ciento de la población tiene más de 60 años y que subiría a un tercio de la población total en 2030, un fenómeno demográfico que constituye un desafío para el país. Foto: Jorge Luis Baños_IPS
LA HABANA, 22 feb 2018 (IPS) – Trabajó sin parar durante 40 años. Cuando se jubiló, no supo qué hacer con su tiempo libre. “Estar en casa todo el día y solo pendiente de lo que había llegado a la bodega (mercado), no es para mí”, dijo una residente en la capital cubana.
“Es que me recontraté como editora de una revista gubernamental”, explicó esta mujer de La Habana para explicar su pedido de mantener su nombre en reserva. Sin embargo, su caso no tiene nada de extraño en este país, donde muchas personas de su edad, 70 años, continúan trabajando.
“No lo hago solo para aumentar mis ingresos. Me gusta sentirme útil”, afirmó.
Enrique López Oliva, 81 años, periodista y profesor de historia de las religiones en la Universidad de La Habana, se jubiló en 1998 con una pensión de 270 pesos (equivalentes a poco más de 11 dólares), aunque desde 2008 es contratado periódicamente para impartir cursos opcionales.
“Claro que el dinero hace falta, pero permanecer activo es para mí una necesidad igualmente importante. Dar clases me permite estar cerca de las nuevas generaciones, me obliga a estudiar y renovarme para cada encuentro con los jóvenes interesados en los temas religiosos desde el punto de vista académico”, comentó a IPS.
En las condiciones demográficas de Cuba, resulta muy probable que dentro de una década haya más profesores de entre 70 y 80 años dictando clases, aunque quizás tengan menos jóvenes entre sus alumnos.
Según las previsiones oficiales, la población mayor de 60 años representará hacia 2030 un tercio de los habitantes de este país, que actualmente suman 11,2 millones.
Especialistas alertan que este es ya el país más envejecido de América Latina, con 19, 8 por ciento de su población con 60 años y más. “Estamos ante un desafío extraordinario que obligará a grandes cambios. No hay economía que pueda sostener, en las condiciones actuales, a esta población envejecida”, remató López Oliva.
Los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información distribuyen la población actual en 2.539.092 personas de cero a 19 años, 6.480.290 de 20 a 59 años y 2.219.784 de 60 años y más.
Roberto Sordo, de 84 años y reconvertido en trabajador por cuenta propia tras su jubilación, repara equipos de radio en un local arrendado del municipio Centro Habana, en la capital de Cuba.Foto: Jorge Luis Baños_IPS
Esta distribución conlleva que el país cuente con un millón 676.988 beneficiarios de la seguridad social por jubilación, invalidez y sobrevivencia, con una pensión media de 276.94 pesos (algo más de 11 dólares).
También hace que las proyecciones oficiales sitúen la población económicamente activa en la cifra decreciente de 5.097 439 personas en el 2021 y 4.964.537 personas en 2030.
El fenómeno demográfico está marcado por la baja fecundidad, combinada con otros indicadores como la baja mortalidad y la alta esperanza de vida, además del saldo migratorio negativo que entre 2000 y 2012 implicó entre –2,6 y –4,0 personas perdidas por cada 1.000 habitantes (entre 20.000 y 46.000), de acuerdo a datos oficiales.
Para Reina Fleitas, académica y experta en temas de género, envejecer no es un problema, sino más bien un progreso.
“Si la sociedad ha invertido en elevar la esperanza de vida de su población, su resultado natural es el incremento de la población mayor de edad ( …. ) El problema es la calidad con que se envejece”, dijo a IPS.
“Se trabaja en función de un mejor sistema de protección hacia el anciano, pero ello requiere de una inversión social muy costosa y si no logramos un crecimiento económico sostenido y más alto del que alcanzamos difícilmente podamos cubrir todas las demandas”, remarcó.
Rolando, otro jubilado residente en la Habana que pidió no brindar su apellido, advirtió que se debe considerar varios aspectos, el económico, social, espiritual y asistencial.
“Un problema actual es el bajo valor de las pensiones y otro la ocupación del tiempo. Sería conveniente mantener ocupaciones a tiempo parcial, que mejoren ingresos y hagan sentirse útil al adulto mayor”, dijo.
Sin embargo, María Antonia López se considera afortunada, porque gracias a la Ley de Seguridad Social (105/08) vigente desde enero de 2009 se jubiló a los 60 años con una pensión de 968 pesos (equivalente a unos 40 dólares). Ella trabajó desde los 17 años en el sector azucarero y además estudió y logró su licenciatura en economía y finanzas.
Enrique López Oliva, un periodista jubilado y profesor en activo, muestra la portada de un libro dentro de su estudio en el municipio Playa, uno de los que conforman la capital de Cuba.Foto: Jorge Luis Baños_IPS
Al respecto, Fleitas recordó que las desigualdades también impactan a las personas de la llamada tercera edad. “Es muy importante que toda la sociedad se ponga en función de debatir y accionar un mecanismo de apoyo más integral y diferenciado hacia los ancianos”, analizó para IPS.
En su opinión, “no todos llegan en las mismas circunstancias sociales y salud al envejecimiento, la política universal debe combinarse con acciones que tengan en cuenta las diferencias de situación en relación a ingresos, grupos de edades, territorios y género”.
La ley de 2009 expresa que entre las medidas indispensables a adoptar ante el envejecimiento de la población cubana se encuentra el alargamiento de la vida laboral, pero no hace distinciones como las señaladas por Fleitas, quien alerta que las desigualdades de género se hacen más profundas en la ancianidad.
Ese cuerpo legal elevó en cinco años la edad de jubilación, de modo que las mujeres se jubilen a los 60 años y los hombres a los 65, con 30 años de servicio en ambos casos. También eleva la cuantía de la jubilación, en correspondencia con el aporte, el salario y la permanencia laboral.
Otra novedad importante de esa ley es que brinda la posibilidad de recontratarse y devengar simultáneamente la pensión y el salario. Para ello se requiere que la nueva labor sea por un cargo diferente al que se desempeñaba al momento de jubilarse, aunque si puede ser de su mismo perfil ocupacional.
Una encuesta nacional de envejecimiento realizada en 2010 arrojó como resultado que las pensiones son las fuentes principales de ingreso para la población que sobrepasa los 60 años. Más de 80 por ciento de los participantes de la muestra consideró insuficiente de las prestaciones monetarias que recibe, incluida las ayudas familiares.
Sin embargo pocos participaban en las opciones de empleo posteriores a la jubilación. Según datos oficiales, solo 11 por ciento de los más de 535.000 trabajadores por cuenta propia que había al finalizar 2016 eran jubilados, algo menos que en 2014, cuando representaban 11,71 del total.
Se espera que una encuesta similar realizada entre el primero de noviembre y el 15 de diciembre brinde nuevos datos sobre las condiciones sociodemográficas y socioeconómicas, el estado de salud, dependencia y cuidado, y las redes de apoyo familiar y social con que cuentan las personas de la tercera edad.
En tanto, el gobierno de Raúl Castro ha situado como uno de los mayores retos a enfrentar por el país en los próximos años una dinámica demográfica que conlleva la tendencia al decrecimiento con un envejecimiento continúo de su población, disminución de los nacimientos e incremento de las defunciones.
En ese sentido, ha reconocido que el envejecimiento poblacional supone presiones importantes sobre el sistema de seguridad social y el costo de la prestación de algunos servicios e incidirá en el patrón de crecimiento económico al convertirse la fuerza de trabajo en un recurso relativamente escaso.
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