Conocimientos, finanzas que respalden los recursos logísticos como transporte, envases, tecnología, y mente siempre abierta a la aplicación de la ciencia y la innovación, son eslabones fundamentales de los encadenamientos productivos. En Cuba, el turismo es uno de los sectores que más requiere el perfeccionamiento de este propósito entre actores –estatales y no estatales– como los que le suministran alimentos
Por CARIDAD CARROBELLO y HERIBERTO ROSABAL
Fotos: MARTHA VECINO ULLOA
Apenas despunta el sol, y el capitalino Nelson Mesa cosecha las tiernas vainas de petit pois. Los dulces y crujientes granos son exigentes, se cultivan día por día, de noviembre a abril, y “hay que tratarlos como a una dama, pues son delicados; y si se pasan ya no sirven para el menú de los turistas”, explica el campesino.
Este productor especializado siembra además en su finca La Mora, perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Emiliano Montes de Oca, de Guanabacoa, gandul, perejil, albahaca, romero, achicoria y cicoria rosa que utilizan las instalaciones hoteleras para la preparación de determinados platos; yerba buena, zanahorias y otras hortalizas.
“Llevo cuatro años vendiendo a la empresa Frutas Selectas. La labor es exigente, requiere calidad y puntualidad”. Para hacerlo bien –añade Mesa–, es necesario disponer de envases adecuados, transporte y otros medios, pues solo con buenas intenciones no se logra todo. Como bien dice la frase popular, “al Edén no se llega a pie”.
Igual piensa Juan Carlos Rodríguez Portuondo, director de Frutas Selectas, principal empresa que vende a todas las instalaciones turísticas del país. La entidad cubre un 45 por ciento de los suministros al sector en frutas, viandas, granos y vegetales. Para 2020 el propósito es elevar la cifra al 75 por ciento de la demanda general. Pero al directivo le preocupa la crítica situación del transporte.
“Contamos con camiones rusos y japoneses (Kamaz, Zil, Hino), y otros, que son híbridos: Nissan con motor de Hyundai, la caja de velocidad de VW, y el diferencial de otra marca. El 70 por ciento de estos tiene más de tres décadas de explotación.
Frutas Selectas cubre el 45 por ciento de la demanda del turismo en Cuba
“De nuestros 128 medios de transportación, están parados por roturas 20 o 30. Hay 12 que usaban sistema de refrigeración, pero solo a uno le funciona”.
Puntualiza el entrevistado que por distintas vías se está tratando de fortalecer el parque de camiones de su empresa. Ante la pregunta de si debiera pensar en la contratación de este servicio, como hacen en el mundo otras cadenas de suministros, responde: “La transportación de carga en el país es mala; la Unión de Camiones (Udecam), por ejemplo, no da abasto para sacar los fertilizantes del puerto. Ni Almacenes Universales da respuesta suficiente para los traslados nacionales”.
Otro es el caso de La Estancia, con medios de transporte propios. Según Olga Mérida San Juan, directora técnica de Desarrollo de esta sociedad mercantil cubana en su totalidad, con capital compartido entre la Empresa Nacional de Conservas y la corporación Cuba Ron, la entidad cuenta con la logística necesaria para distribuir los productos a clientes como las instalaciones de turismo, las tiendas TRD y de Cimex, entre otros.
Acerca del funcionamiento de las cadenas productivas en el país, la ingeniera mecánica apunta: “El mantenimiento a las industrias de alimentos, que en su mayoría padecen de obsolescencia tecnológica, así como la falta de envases que garanticen calidad y durabilidad a los productos, son problemas fundamentales en la estrategia actual de encadenamientos”.
“Poco a poco avanzamos en los encadenamientos productivos, aunque admito que todavía nos faltan recursos como los envases de mayor calidad”, expresa Juan Carlos Rodríguez, director de Frutas Selectas.
La dificultad de envasar
Frutas Selectas utiliza las cajas de cartón hechas en Cuba y andan bien sus relaciones con los proveedores. “Pero tecnológicamente se necesitan inversiones para elevar la calidad. En el mundo lo que se emplea es la caja blanca, aquí por ahora no la tenemos. En cuanto a la litografía, hay que mejorarla y ponerle nuestros colores identificadores. El Ministerio de Industrias (Mindus) invertirá en la fábrica de Santiago de Cuba”, explica, esperanzado, el director de la empresa.
Un envase esencial para comercializar papa, piña, melón, calabaza, es el saco de malla de 25 y 46 kilogramos, que se importa. Es evidente que para avanzar más en los encadenamientos son necesarias algunas articulaciones con empresas cubanas, aún en desarrollo.
Rodríguez Portuondo pone un ejemplo de lo que se pudiera lograr. “En el poblado habanero de Santiago de Las Vegas hay una pequeña fábrica de Gelma, empresa de suministros agropecuarios, que hace sacos de malla, buscando la sustitución de importaciones; nos dieron este año unos 10 000.
“Otro renglón básico son los potes y las bolsas de nailon para las cuatro minindustrias de nuestra empresa. Hay producción nacional de tanques plásticos de 55 galones, pero ningún hotel los acepta para almacenar en sus instalaciones. El jugo de limón de Jagüey Grande, por no existir el pomo de un litro, se está vendiendo al turismo en tanquetas de 10 litros y eso complejiza el trabajo al hotelero en el bar”.
Un trecho largo
En los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobados por el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba y actualizados por el VII Congreso, se destacan los encadenamientos productivos. Rodrigo Malmierca Díaz, ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, habló para BOHEMIA de su importancia.
La sociedad mercantil cubana La Estancia cuenta con la logística para distribuir estos productos a las instalaciones de turismo, las tiendas TRD y de Cimex, entre otros.
“Deben tenerse presentes –dijo– en la planificación a nivel empresarial, para crear o añadir valor, sobre todo vinculando la agricultura con la agroindustria.
“La inversión extranjera puede ayudar en cierta medida, forjando proyectos como el de la producción de pollos, por ejemplo, desde que se fertiliza el huevo de la gallina hasta el procesamiento industrial de esa carne en distintas formas. Toda cadena debe estar integrada; si cada uno anda por su lado, el efecto final no es eficiente”.
A juicio de Malmierca, el empresariado cubano está en un proceso vital de transformación. “Las entidades estatales socialistas tienen ahora más capacidad para actuar, para ser actores decisivos en la economía, separándose el Estado de las funciones empresariales. Pero este proceso es poco a poco, y debe prepararse al personal, sobre todo para un cambio de mentalidad, para comenzar a pensar distinto”.
Mover más las neuronas en pos de la integración con otras empresas es un objetivo para el cual no todos los directivos están aptos. Además, las realidades económicas del país ponen traspiés.
Explica Olga Mérida San Juan que las producciones de La Estancia requieren de componentes importados como las pulpas de manzana, pera, melocotón y el envase tetrapak. El resto de las materias primas, como las pulpas concentradas de mango, guayaba, naranja, piña, plátano, son cubanas.
Olga Mérida San Juan, directora técnica de Desarrollo de La Estancia, asegura que la integración y el encadenamiento entre empresas nacionales generará desarrollo.
“Siempre tratamos de integrarnos a la producción nacional antes de pensar en importar. Eso genera desarrollo de industrias dentro del Grupo Empresarial Frutícola (de la Agricultura) y la Empresa Nacional de Conservas (del Ministerio de la Industria Alimentaria). Pero en determinados momentos, por deficiente abasto nacional, hemos tenido que comprar en el exterior pulpas de tomate y de piña”.
En aras de la mayor calidad, dicha sociedad mercantil recibe leche en polvo importada. A juicio de estos reporteros, es un reto nacional acabar de obtenerla en la fábrica de Camagüey, como modo de integrarse a esta y a otras cadenas productivas, sustituyendo importaciones.
Actuar sin amarras
Frutas Selectas tiene a la par de su labor acostumbrada, la misión de rectorar en el país la contratación de todas las empresas pertenecientes al Ministerio de la Agricultura –la parte estatal– con 366 hoteles de todas las provincias.
No es tarea sencilla, cuenta Juan Carlos Rodríguez Portuondo: “Mes por mes sabemos cómo se comportó en cada provincia el abasto de Frutas Selectas, del Combinado Avícola Nacional y del Grupo de Producción Porcina, porque contamos con un puesto de dirección que recopila la información y busca soluciones ágiles. Así, por ejemplo, puedo llamar al director de la Empresa Agroindustrial Ceballos, en Ciego de Ávila, y al de Victoria de Girón, en Matanzas, que enseguida responden con sus producciones”.
Mientras mayor sea la producción nacional de frutas y vegetales, el país reducirá la importación de estos suministros básicos para el turismo.
Sin embargo, a la agricultura le quedan espacios por cubrir. En 2017 el turismo demandó 128 productos y la respuesta es de 105. “Hay 19 que no podemos garantizarlos frescos todo el año, entre estos se encuentra el mango, que es de estación entre agosto y septiembre, y hay otros como el brócoli, la coliflor, la col morada, producidos en pequeñas cantidades, pues no había una estrategia de semillas”, razona el directivo.
El turismo crece cada día y en la satisfacción de su demanda es importante darse las manos, dejar atrás los cotos cerrados. Perteneciente a Frutas Selectas, la Unidad Básica Empresarial (UBE) Diseños Tropicales, ubicada en El Wajay, La Habana, tiene clara esta necesidad. Sus principales proveedores son 45 entidades productivas de Mayabeque, Artemisa y La Habana. De igual modo recibe mercancías de Camagüey y de Pinar del Río.
Juan Francisco Naranjo, especialista principal de ventas de la UBE, aclara que estas compras algo distantes obedecen al afán de que no exista déficit de productos y a la búsqueda de la calidad. “Por ejemplo, la UBE de Matanzas nos brinda la piña, que es de mayor tamaño. De la UBE de Pinar del Río y productores de la Isla de la Juventud, mandan el melón de agua, que es bien dulce y rojo”.
A su lado, Alberto García, especialista del puesto de dirección de esta UBE, añade que desde 2016 trabajan además con 29 productores especializados, para obtener frutas y vegetales de excelencia, como los del capitalino Nelson Mesa.
“Procesamos y envasamos nosotros mismos las bolsas de encurtidos de vegetales, con el nombre Frutisel”, explica el campesino Nelson Mesa, especializado en productos como el petit pois.
Pensar en grande
Un artículo de Betsy Anaya Cruz, del Centro de Estudios de la Economía Cubana, afirma que en el país existen ejemplos de cadenas productivas con impactos económicos y sociales.
La autora considera que junto a las experiencias tradicionales como las de la agroindustria de la caña de azúcar y el tabaco, pueden señalarse otras con potencial articulación productiva, y un tránsito a cadenas de valor por medio de la transformación –o bien el procesamiento– de insumos agropecuarios.
Buenos ejemplos son la empresa estatal citrícola Victoria de Girón y la Empresa Agroindustrial Ceballos, que suministran a las instalaciones hoteleras naranja, toronja, limones, papas fritas pre-elaboradas, pasta de tomate, y la mayor parte de los jugos y dulces de conservas.
Pero hay muchas más potencialidades por explotar en el país. El movimiento de frutales, que integran más de 4 000 productores de 206 unidades, entre cooperativas agropecuarias y UBPC, creció en 2016 hasta superar las 104 860 toneladas cosechadas. Sin embargo, aún no satisface las demandas del mercado interno y del turismo.
Por otro lado, si se quiere de verdad ser eficiente en el suministro nacional al turismo, hay que pensar en grande y salirse del enfoque sectorial.
Una mirada a la comercialización directa de las cooperativas agropecuarias con los hoteles, opción que hoy cubre entre el 18 y 20 por ciento de la demanda, indica que a veces esto falla por los medios logísticos. Si el destino es el mismo, ¿por qué no existe integración de los recursos en este sentido?
El dolor de cabeza de las minindustrias relacionadas con el abasto al mercado nacional y al turismo, sigue siendo el envase en formatos adecuados.
Tampoco se puede organizar por separado el servicio brindado a los visitantes en las instalaciones estatales y el de los trabajadores por cuenta propia que arriendan casas y habitaciones.
Por suerte, en este
último aspecto ya se comienza a ver cierta unidad. Según explica el director de Frutas Selectas, por indicaciones del Minagri, su empresa oferta productos de calidad en las nuevas tiendas Mercahostal para los arrendatarios de viviendas, paladares y cafeterías que sirven al turismo.
“Inauguramos un Mercahostal en Santiago de Cuba –reparto Sueño– y en Remedios, Villa Clara; se van a abrir otros en La Habana, Viñales (Pinar del Río), Santa Clara y en Trinidad (Sancti Spíritus). Son ventas minoristas en CUC, esta es una vía para obtener productos que no se hallan en los mercados agropecuarios –por ejemplo la papa–, sin que tengan que acudir a suministros ilegales”, analiza el directivo.
Solo en La Habana existen miles de habitaciones arrendadas a turistas. Si se pretende organizar encadenamientos que beneficien al sector, ningún eslabón deberá quedar fuera.
Valoraciones del Grupo Empresarial Agrícola y del Ministerio de Turismo evidencian qué eslabones, en la cadena que los une, son necesarios remachar
Las casas de cultivo para obtener productos como hortalizas son una solución, pero de alto costo. Fotos: MARTHA VECINO ULLOA
La falta de envases y de formatos diversos en los suministros al turismo también es admitida como debilidad del encadenamiento con ese sector, por representantes del Grupo Empresarial Agrícola (GEA), al cual pertenece Frutas Selectas.
“Ahí nos falta mucho”, asegura Violeta Puldón Padrón, del Instituto de Investigaciones de Granos, también parte del Grupo. “El arroz se oferta en sacos de 46 kilogramos y en una sola variedad, cuando pudieran proponerse más, para elaborar paellas y otros platos con ese cereal”.
¿Por qué sacos enteros, cuando a lo mejor lo que necesita el hotel son kilogramos?
“¿Por qué venderle un saco de frijol negro al turismo cuando a lo mejor lo que necesita son tres kilogramos de negro, tres de blanco y tres de colorado?”, acota Maruchi Alonso Esquivel, investigadora del Instituto de Fruticultura Tropical, igualmente del GEA. Y por qué no verde, para ensaladas, como se usa en la gastronomía internacional, en vez de seco, agrega.
Ambas investigadoras, junto a Alina Beltrán Castillo, directora de Desarrollo de la entidad, valoran la asimilación del concepto de cadenas a partir de la experiencia del proyecto de cooperación internacional Agrocadenas, financiado por la Unión Europea y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, y dirigido a solucionar brechas en la producción de frijol en Villa Clara y Sancti Spíritus, y de maíz en Santiago de Cuba y Granma.
La idea es fomentar cadenas productivas en dichos granos, lograr que sus eslabones se reconozcan como tales y, con la participación eficiente de todos, satisfagan en cantidad y calidad las demandas de los clientes finales.
Una brecha hallada en la fase de diagnóstico del proyecto fue la del secado del frijol y el maíz, que “hoy es artesanal, al sol, sobre una manta en la carretera”, y otra el almacenamiento, a cargo de Comercio Interior, para el cual no se cuenta con condiciones adecuadas, de temperatura y otras, refiere Alonso, coordinadora de Agrocadenas, quien añade que para solucionar lo primero está en formación una nueva empresa.
El encadenamiento en esos dos productos –agrega– es más fácil de lograr, en tanto todos sus procesos, excepto la comercialización, transcurren dentro de la Agricultura. El valor agregado no resulta de una transformación industrial, sino del cumplimiento óptimo de cada paso, desde la siembra hasta la entrega para el consumo.
En su eslabonamiento, las minindustrias proveerían de materia prima preelaborada a la gran industria y esta, a su vez, les retribuiría con insumos.
Eslabonamientos y barreras
Cosa distinta es cuando la cadena pasa de un sector a otro, como sucede con las frutas. Hoy, dice la misma especialista, tanto la Agricultura como la Industria Alimentaria las procesan industrialmente y para lograr mejor ordenamiento y resultados, es decir, un adecuado encadenamiento, están promoviendo en común, como parte del movimiento de cooperativas de frutales, que estas tributen a las minindustrias, las que a su vez proveerían de materia prima preelaborada a la gran industria.
En ese modelo de gestión, que se prevé extender a todo el país –señala Alina–, la industria mayor asegura a las mini, los insumos que estas requieren, como azúcar y envases, entre otros. Así, cabe suponer, se diversificará más la oferta al turismo y otros clientes, y disminuirán las pérdidas.
Agrocadenas, según las entrevistadas, ha sido útil no solo por sus aportes en recursos, sino por la contribución a crear capacidades, y afianzar conocimientos entre directivos, especialistas, investigadores y productores; decisores nacionales y locales –atendiendo al importante papel de los territorios–, en función de estructurar y organizar cadenas.
Lograr encadenamientos eficientes y eficaces requiere, no obstante, eliminar barreras. Además de capacitar, considera Alonso, hay que cambiar el modelo de gestión sectorial, dependiente de la planificación centralizada, por otro de gestión intersectorial, lo cual a su vez requiere transformar la mentalidad establecida durante muchos años.
“Si se va a planificar la cadena de frutales, por ejemplo, hay que integrar a la Agricultura, la Industria Alimentaria y el Comercio; a entidades proveedoras de insumos y servicios, y a las que ejercen funciones reguladoras”, afirma la investigadora, para quien, de ese modo, todos serían responsables del producto final, y no estarían viendo siempre quién es culpable de lo que salió mal.
“Otro problema –agrega– es que existen políticas para los distintos sistemas productivos y lo que tienen que hacer este ministerio y el otro, pero no para integrar la visión de cadena. Y esta es necesaria”.
La directora de Logística del Mintur, Yaimara Tristá, menciona entre las brechas la falta, en los grandes polos turísticos, de centros concentradores para beneficiar y distribuir con más eficiencia frutas y otros alimentos.
¿Quién quiere venderme frutas sabrosas?
–Faltan dulces nacionales, como cascos de guayaba y de toronja –ejemplifica Yaimara Tristá Jiménez, directora de Logística del Ministerio de Turismo (Mintur), hablando del suministro a los hoteles. Si vas a los mercados Ideal, te los encuentras, en conservas, en venta para todo el público, añade.
También se requieren centros concentradores para los grandes polos turísticos, desde donde viandas y frutas puedan distribuirse con más eficiencia, luego de ser beneficiados y empacados. “Hace unos tres años venimos intentando lograrlos, junto con Frutas Selectas y la Agricultura, incluso está visto el de Varadero, pero no se materializan”, señala Tristá.
A esa dificultad se vincula otra: el exceso de contratos de los hoteles con empresas de la Agricultura. A veces –explica la ejecutiva– un hotel tiene más de 30, con igual número de proveedores, cuando lo mejor sería uno solo, con Frutas Selectas, que en la última década ha desarrollado la relación con el turismo y va camino de convertirse en operador logístico principal, para el suministro de productos agrícolas.
La entrevistada suma a lo que debe mejorar, la oferta de frutas, insuficiente para una industria turística en crecimiento y retada a ser más competitiva. Brindar un canistel o un caimito al turista, incluso en un hotel cinco estrellas, lleva mucho sacrificio, asegura. Esas y otras frutas hoy casi exóticas se pensó las aportarían los agricultores no estatales, pero estos no las proveen, pues, aunque sus ventas al turismo crecen a buen ritmo por año, “suministran preferentemente aquellos productos que les dan mayores volúmenes y ganancias”.
Respuestas más dinámicas, para competir mejor
Una solidez y eficacia mayor del encadenamiento Agricultura-Turismo requiere, asimismo, seguir mejorando los envases, la presentación o empaque, los sellos, las protecciones, el uso del comercio electrónico y mejorar las condiciones e imagen de los transportes de distribución. La directora de Logística del Mintur reconoce que algunos de esos acápites han mejorado, sobre todo en Frutas Selectas, pero esta propia empresa, por ejemplo, requiere camiones más pequeños para suministrar a hoteles como los de La Habana Vieja.
Se trata de lograr una integración en la que todos se sientan responsables del producto final, en este caso, el producto que se le ofrece al turista.
También precisa más producción y alternativas para situaciones como las que derivan de la actual sequía, que afecta los suministros a los polos del oriente del país y los encarece al tener que enviarlos desde otras regiones de Cuba, o importarlos, lo cual prácticamente no se hace, por el rigor de los controles de Sanidad Vegetal, muy celosos en evitar la entrada de plagas y enfermedades que puedan afectar los cultivos.
En ese sentido, hoy se trabaja con la Agricultura, contribuyendo financieramente al fomento de las llamadas casas de cultivo, para obtener tomate, pimiento y otros productos. Pero soluciones de este tipo son limitadas, por lo costosas, y porque el turismo, como no son solo para su beneficio, no puede financiarlas completamente.
La cuestión, resume Yaimara Tristá, es que las respuestas tienen que ser más dinámicas, acorde con el ritmo de las necesidades y demandas del turismo, en una región como el Caribe, y en un mundo en general, donde este sector es altamente competitivo. “No puede ser –ilustra– como lo de los centros concentradores, que llevamos tres años para concretar el primero”.
Islazul nos cerró las puertas
“No se autoriza hacer fotos ni filmar en el hotel Bella Habana”, respondió a BOHEMIA el vicepresidente de la cadena de turismo Islazul, Rafael Reginfo, mediante la comunicadora de esa casa matriz. No bastó hacer, 15 días atrás, una carta de solicitud para explicar a la institución la importancia de reflejar gráficamente la llegada de los productos de Frutas Selectas al hotel; ni las reiteradas llamadas telefónicas; ni ir a 19 No.710, entre Paseo y A, Vedado, para recoger la autorizción que supuestamente ya estaba listo, con el objetivo de presentarla en el Bella Habana, donde el director, Ernesto Marrero, estaba dispuesto a atendernos. Con la negativa no hubo nunca un porqué, ni una disculpa por habernos hecho padecer, en vano, tanta burocracia absurda.
La logística y sus lógicas
Los doctores en ciencias, y profesores, José Acevedo Suárez y Martha Gómez Acosta, coordinador y vicecoordinadora, respectivamente, del Laboratorio de Logística y Gestión de Producción (Logespro), de la Facultad de Ingeniería Industrial de la Cujae, destacan por su perseverancia en la promoción de los encadenamientos productivos en Cuba.
Desde los predios universitarios, y también desde las mismas empresas nacionales, con sus investigaciones y asesorías, ambos favorecen la integración que requieren, hoy más que antes, los procesos productivos y de servicios, y en general la economía, para más eficiencia y competitividad.
Del VI al VII Congreso del Partido hay más conciencia de tal necesidad, a ese nivel, considera Acevedo, quien señala como prueba que el objetivo aparece más explícito en los Lineamientos y en la Conceptualización del modelo de desarrollo.
“El mayor problema es la preparación de quienes tienen que hacer los cambios, lo cual debe ser a partir de conocimiento, y ahí nos hemos quedado muy relegados. Respecto al tema, hoy seguimos como hace cinco años, en la formación de los profesionales”, expresa el líder del Logespro.
La enseñanza de la logística debe ser básica en la formación de profesionales y técnicos de nivel medio, especialmente los que laborarán en empresas, aseguran los doctores en ciencias José Acevedo y Martha Gómez.
La materia en la universidad –amplía– sigue centrada en la carrera de Ingeniería Industrial, cuando debe impartirse a todos los futuros profesionales, sobre todo a los que irán para las empresas, donde de una forma u otra tendrán que ver con la logística y la cadena de suministros. También, en quienes están en activo es poca la preparación.
“Todo el mundo está de acuerdo con lo que decimos, pero nadie da el primer paso para cambiar”, agrega el profesor, mientras la doctora Martha señala que en muchos países se estudia logística en el nivel medio de la enseñanza técnico profesional, y se certifica a la fuerza de trabajo en la materia.
En cuanto a encadenamientos, pese al interés de algunos ministerios, aún no se logra salir del enfoque sectorial. “Por ejemplo –dice Acevedo–, se habla mucho del suministro de las cooperativas agropecuarias al turismo, pero este requiere productos beneficiados y no hay centros de beneficio, que las cooperativas no pueden resolver, pues su economía no les da para eso. Tiene que haber ahí un eslabón industrial que procese y beneficie los productos para hacerlos competitivos”.
El turismo, subraya, necesita calidad, buena presentación, entregas puntuales, requisitos que, o se forman cadenas donde se integren no solo eslabones de la agricultura, sino también de la industria alimentaria, el transporte, el envase y otros, para lograrlos, o no se asegura competitividad.
La profesora añade a esa cadena, incluso, a los que les proveen a los productores agrícolas semillas, fertilizantes y todo lo demás necesario para lograr buenas cosechas.
Frutas Selectas ha ido evolucionando bien como aprovisionador de alimentos con valores añadidos al turismo, aunque debe integrar no solo a las empresas estatales, sino también a las cooperativas y otras formas de gestión no estatales, evitando así convertir los hoteles en un mercado donde cada uno vaya por separado a vender su mercancía, plantea el profesor.
El beneficio de productos como las frutas debe aumentar, para lo cual hay que fortalecer el eslabón industrial.
Prever para ganar
Otro asunto importante es la estrategia de desarrollo logístico, que debe anteceder al de la producción, señala el entrevistado. “Hoy –ilustra– aumenta el arribo de turistas, pero el desarrollo de capacidades aeroportuarias se ha retrasado, y ahí surge un cuello de botella, por la falta de ese eslabón.
“La imprevisión en la logística y la débil integración de cadenas de suministro retrasan el desarrollo nacional”, sentencia. “Por eso –razona– han aumentado en los últimos años los inventarios, mientras crece poco o disminuye el producto interno bruto (PIB), porque se compra esta materia prima, pero no está garantizado lo demás, y no hay integración de cadena”.
Entonces, explican ambos, falta dinero, aunque lo hay en inventarios, contradicción llamada efecto látigo, porque hay más gastos y menos satisfacción de los clientes. Entre sus causas está la práctica incorrecta de pedir a estos últimos sus demandas, en vez de estimarlas los productores, y la exigencia a las empresas de que sean eficientes, sin atender a que también sean eficaces.
“O sea, importa que usted, empresa, sea eficiente, cumpla el plan, más que si el producto que hace llegó al cliente y satisfizo su necesidad”, precisa el coordinador del Laboratorio.
Un mejor manejo de la logística, favorable a su desarrollo, demanda que un comercializador –como puede ser hoy Frutas Selectas–, que trasciende esa mera función al brindar servicio y agregar valor en su gestión, reciba por ello los beneficios correspondientes y no solo el margen de ganancia de la mera gestión comercial. “Aún no ocurre así y cambiarlo depende solo de tomar la decisión”, considera el experto.
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