A pesar de los méritos de lo anunciado se trata del inicio de cambios urgentes y apenas el destrabe de una restricción importadora planteada en un área marginal de consumo.
El vicepresidente de Cuba, Salvador Valdés Mesa, flanqueado por varios ministros, anunció en el programa Mesa Redonda de la TV Cubana que el gobierno habilitará un conjunto de empresas del Estado con mecanismos financieros y comerciales para importar y vender en divisas convertibles productos que frecuentemente se importaban al país a través de viajes individuales al exterior. Se trata de una acción de sentido común, el mismo que el filósofo y matemático Blaise Pascal dijo que es frecuentemente “el menos común de los sentidos”.
Hay muchos países subdesarrollados en el mundo, pero en casi ninguno es frecuente ver en los aeropuertos personas cargadas de los llamados gusanos o maletines alargados trayendo mercancías de volumen desproporcionado, cargando aires acondicionados, televisores, tostadoras, o piezas de repuesto para automóviles Lada desde Miami. Esos viajeros son generalmente cubanos.
¿No existe casi la misma distancia desde Rusia a Cuba que desde Rusia a Miami? ¿Cuántos automóviles marca LADA o Moskvich transitan por Miami, Fort Lauderdale o Panamá como para justificar las tiendas de piezas de repuesto allí para esas marcas?
Lo que el gobierno ha notado y ahora trata de atajar era un secreto a voces. Varios académicos y funcionarios comentaban a menudo sobre este escape de divisas a plena luz, sin grandes problemas para buscar formas de canalizarlo a alguna ganancia propia. El tema fue confirmado por el cálculo de 240 millones de dólares en compras cubanas que el director de la zona libre de Colón mencionó al ponerse en entredicho las visas que usaban los viajeros de la isla al visitar el istmo.
Si en Cuba ya existía una zona franca, con un régimen especial de operación en moneda convertible no tenía lógica que los cubanos gastaran dinero en pasajes y hospedaje para comprar productos que podrían estar disponibles en frontera con un mecanismo de importación simple de imaginar, cargando además con la debilidad que representaba adquirir productos difíciles de reparar o ejercer las garantías comunes a la protección de consumidores
Es positivo que el nuevo gobierno del presidente Díaz-Canel tome nota de estas realidades, aun cuando lo ha hecho bastante tarde, y que proclame e implemente medidas para canalizar ese flujo de divisas para hacer menos difícil la vida de los ciudadanos del país. Es esperanzador que los ministros que hablaron en la Mesa Redonda lo hiciesen desde ciertas rupturas o distancias con la preferencia por el control que ha caracterizado el manejo de la economía por el Partido Comunista en varias décadas.
En lugar de enfatizar el control y la prohibición de importaciones, que eran legales y pasaban al mercado informal como resultado de la incoherencia de políticas gubernamentales, los ministros parecieron entender que lo que ocurría era de esperar ante las oportunidades de arbitraje y obtención de rentas otorgadas por los propios defectos del modelo centralista y las dinámicas de reforma incompleta.
Esa parte de los consumidores cubanos que puede viajar e importar de modo individual, posee vías de escape a la coyunda de los monopolios y abusos de las tiendas recaudadoras de divisas. Es un rayito de esperanza, para el que la quiera tener, que las autoridades cubanas presenten como un mérito su propósito de reaccionar ante el problema planteado con lógicas no prohibitivas sino creando ofertas que compitan en frontera con los mecanismos de importación que el saber popular había creado.
El que quiera viajar a Panamá a comprar su aire acondicionado podrá seguir haciéndolo. El gobierno no va a decretar contra eso ni va a dar una perorata sobre el drenaje de divisas. Se propone reaccionar desde lo económico para crear incentivos y ofertas que pongan alternativas dentro de sus fronteras al sinsentido existente. De paso, los consumidores pueden ganar en servicios para los productos que compren, como reparaciones y garantías, provistos por trabajadores cubanos.
Del potencial de lo anunciado
Desde la perspectiva del emergente sector privado y cooperativo, o incluso desde autonomías del sector estatal y las nuevas prerrogativas de los administradores, las medidas adoptadas plantean importantes oportunidades potenciales de importación.
Aquellos actores capaces de adquirir o recaudar divisas, ya sea con recursos propios, o como préstamo o inversión conjunta, podrían acceder a un mercado mayorista externo no solo para bienes de consumo, sino como parque para reactivar importantes actividades económicas. Entre estas, resalta el transporte privado, ahora con accesos menos complicados a piezas de repuesto, pero puede llegar a más.
Si desde una economía mixta se produce un destrabe significativo del cuello de botella que es la restricción importadora, es factible que nuevas dinámicas incentiven no solo nuevas producciones y provisión de servicios, sino también mayor competencia entre los actores económicos. Tal competencia apuntaría no solo los actores más eficientes sino a aquellas estructuras que los obstaculizan.
A nivel de la pequeña y mediana empresa hay inversiones en equipos y tecnología que es imposible pensar desde la importación individual de un viajero pero que pueden determinar la mejoría y hasta la viabilidad de un emprendimiento. Un tema tan importante como el transporte o refrigeración a tiempo de productos agropecuarios, o incluso con vistas de futuro, un tractor o un molino, pueden depender de la disponibilidad de un equipo o una pieza. Algo tan importante como el mercado de administradores se clarifica cuando ante una posibilidad como esta que se abre en la importación se ponen a prueba sus habilidades no para lisonjear a un funcionario, sino para recaudar los fondos necesarios para adquirir una nueva y adecuada tecnología.
Todo lo anterior es potencial, y el diablo está en los detalles de la implementación de lo proclamado.
La adopción de estas reformas planteará a los decisores de políticas nuevos problemas que pondrán a prueba la nueva mentalidad menos prohibitiva y controladora que han exhibido ahora las autoridades.
No imagino como escenario más probable que las barreras ideológicas, ni las trabas burocráticas de las dinámicas de reforma parcial sean desmontadas. Dicho esto, nunca sobra llamar la atención sobre el potencial que se pierde por el conservadurismo, la rigidez ideológica y la defensa de privilegios que no pone el desarrollo del país como meta cimera.
Los desafíos
A pesar de los méritos de lo anunciado se trata del inicio de cambios urgentes y apenas el destrabe de una restricción importadora planteada en un área marginal de consumo. Sólo alcanzará su potencial productivo si se implementa con sentido amplio de economía mixta, se acompaña de importantes medidas complementarias y de los incentivos imprescindibles para que generen más producción interna sustitutiva de importaciones y capacidad exportadora.
Todo lo presentado en la Mesa Redonda es superficial si permanecen las estructuras y actitudes escépticas y prohibitivas hacia el sector privado y cooperativo y no se diseña una política de promoción de la competitividad en las pequeñas y medianas empresas, y no se canalizan los nuevos recursos hacia la producción de alimentos que el país importa a pesar de que pueden ser producidos localmente.
Entre las sequías, el cambio climático, los brotes de fiebre porcina y otros factores, hay importantes tendencias alcistas en los precios de los alimentos en 2019, con importantes implicaciones para la seguridad alimentaria del país.
El gobierno tiene ahora importantes oportunidades de financiamiento y recaudación de ganancias a partir de las nuevas opciones que ha creado, manteniendo estructuras monopólicas para importaciones a consignación. Debería tratar de hacerlo en las condiciones más amistosas al mercado que sean posibles pues estaría operando con un fondo que el importador le presta por un servicio. Se trata de una posible ganancia mutua y mayor integración entre lo estatal y lo privado, pero también de un reto en el que la credibilidad y compromiso a cumplir del gobierno está en juego.
Es un aliciente que se piensen los precios de importación de estos productos sin el tipo de cargo predatorio que caracteriza la práctica de las TRD. Dicho esto, el desafío no solo se ubica a nivel de precios, sino en la calidad del servicio importador, el cumplimiento de las condiciones de contrato, la competencia entre entidades para satisfacer en tiempo y forma los pedidos que hoy se resuelven viajando a Panamá, México o hasta Rusia.
Un problema estructural se ubica en el uso óptimo de las remesas y la concepción del mecanismo mismo. ¿Se concibe como importación para la inversión o para el consumo de la parte de la población con ingresos más altos debido a tener familiares en el exterior?
Si se trata de un mecanismo mitigado del abuso de las tiendas de recaudación de divisas asociado fundamentalmente al consumo, el país se reforzará en un sendero no sostenible de estatismo controlador con bolsillos amurallados de mercados incompletos. Pero si se trata de aprender de las experiencias este-asiáticas el énfasis debería ponerse en priorizar la importación de equipos para la industrialización a la escala disponible, de pequeña, mediana o gran empresa.
Se trata de pensar no solo las reformas necesarias para importar, sino aquellas que permitan crear una industria y una agricultura capaz de aprovechar cadenas productivas a lo interno, suplir al turismo por ejemplo, y exportar. En ese sentido las medidas y las nuevas mentalidades proclamadas no son un sustituto para la necesaria y urgente adopción de cambios estructurales, como la reunificación monetaria y la adopción de una tasa de cambio realista y sesgada hacia lo exportador, tan pacientemente discutidas como indebidamente dilatadas.
Hay un costo también en aumento de la pobreza y la desigualdad al interior del país por la permanencia de dinámicas de reforma parcial, en la que aquellos mejores posicionados por poder o por simplemente recibir divisas en forma de remesas se llevan la parte del león. David no tiene el tiempo de Goliath, y la yuxtaposición de brechas de ingreso y riqueza con las desigualdades acentuadas en la población cubana, crean importantes huecos y distancias entre la retórica de un régimen político originado en promesas de igualdad y realidades sumamente diferenciadoras.
Por último, aunque no menos importante, el gobierno, que mencionó el acoso de la administración Trump a las remesas, debe plantearse medidas hacia la emigración que proyecten a Cuba no solo como país de origen sino también como oportunidad económica para conectar con los mercados donde los emigrados residen.
Hay suspicacias y desconfianzas lógicas sobre el respeto por el Partido Comunista hacia la propiedad privada y las inversiones de nacionales. Es de esperar que un clima inversionista en el que los emigrados puedan participar no solo como cuentapropistas repatriados, sino como empresarios o entidades protegidas de los países donde viven, los incentive a llevar más divisas a Cuba.
Es cierto que hoy el mayor obstáculo para enviar un mayor volumen de remesas es las limitaciones que pone la administración Trump. Sin embargo, si Cuba incentiva la inversión y la participación de cubanos residentes en terceros países, la comunidad cubana en Estados Unidos tendrá que tomar conciencia de las oportunidades perdidas.
Si el mercado envía las señales adecuadas, ya veremos a muchos en Miami buscando formas de cambiar las leyes estadounidenses o invirtiendo en Cuba a través de testaferros, para participar en la reanimación económica. Cuando la administración Obama abrió esos apetitos, muchos supuestamente intransigentes fueron llamados a capítulo por el bolsillo. Además hay que mencionar a los cientos de miles de cubanos que no residen en Estados Unidos, y cuyas oportunidades se ampliarían también.
Esas dinámicas, como las de los viajes familiares en las que los electores de los que defiende la prohibición de viajar votan con sus pies contra la misma, contribuirían a hacer el embargo/bloqueo irrelevante, tanto moral como, y más importante, económicamente.
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