Los impactos sociales de la evolución de la economía cubana en el 2019, marcaron una importante diferencia en relación al año precedente.
En primer lugar y atendiendo a la compleja situación que enfrentaban las retribuciones del sector presupuestado, donde no se recibían en los últimos diez años aumentos salariales en sectores clave, la dirección de país decidió un incremento sustancial para los trabajadores de ese sector en junio del pasado año. Este aumento elevó el salario medio de 634 hasta una media de 1 067 pesos mensuales –para un incremento promedio del 68,3%- y benefició a un millón 470 736 personas. También se elevó el salario mínimo de 225 a 400 pesos para todos los empleados estatales.
Adicionalmente se decidió incrementar las pensiones de los jubilados que cobraban cifras inferiores a 500 pesos mensuales, lo que beneficiará a un millón 281 523 personas, en tanto que se mantuvo la pensión mínima en 242 pesos y la prestación mínima de la asistencia social en 217 pesos a partir de los aumentos decretados en el 2018.
El costo anual del incremento salarial se elevó a 7 050 millones de pesos, mientras que los aumentos de las pensiones de seguridad social alcanzan los 830 millones. También se planteó que estos montos deberían cubrirse sin aumentar el déficit presupuestario mediante una combinación de incremento de impuestos y de la reducción y redistribución del gasto público. De igual modo, se comenzó a aplicar una política dirigida a frenar el aumento de precios, especialmente en el sector no estatal.
Estas medidas, de profundo contenido político, fueron un factor de estimulación que comenzó a reportar efectos positivos durante el resto del año, entre los que destaca la reincorporación a las aulas de 12 000 maestros que –por diversas razones- habían abandonado el sector educacional.
La aplicación de los incrementos salariales se logró sin que se desarrollara una espiral de aumento en los precios minoristas, a pesar de que la circulación mercantil incumplió el plan previsto en unos 2 300 millones de pesos. No obstante, producto de un conjunto de factores, se incrementó el déficit presupuestario en 842,2 millones de pesos por encima de lo previsto, lo que elevó la deuda pública, la que deberá cubrirse con bonos emitidos por el Ministerio de Finanzas y Precios y pagados por el Banco Central de Cuba.
En el ámbito laboral otras informaciones resultan significativas. En este sentido, el salario medio total se incrementó de 777 a 877 pesos mensuales, para un aumento del 12,9%, en tanto que en el sector empresarial el salario medio alcanzó 868 pesos y 831 287 trabajadores cobraron estímulos en CUC, por un valor medio de 13 pesos convertibles mensuales.
Pero en este punto cabe recordar que el salario solo viene representando un 46% de los ingresos totales de la población empleada por el Estado, que cubre el 68,2% de las personas que trabajan en el país ya que el otro 31,8% se ocupa en el llamado sector no estatal, donde laboran como trabajadores por cuenta propia en el sector privado, 621 268 personas –el 13,8% del total de la fuerza laboral- mientras que 814 412 –el 18% del total- trabajan en el sector privado agrícola, en el sector cooperativo y en el sector de empresas mixtas y representaciones del capital extranjero.
Adicionalmente inciden en los ingresos de una parte de la población las remesas, cuyo monto solo se informó oficialmente por Cuba en el 2014 y 2015, ubicándose entre 1 500 y 1 700 millones de dólares por año, aunque se han elaborado otras estimaciones que alcanzan entre 3 000 y 3 600 millones en el 2017. En cualquier caso, se ha calculado que aproximadamente el 50% de esas cifras se destina al consumo y el resto a capital de trabajo del sector no estatal. No obstante, en estos momentos cabe esperar una tendencia a la reducción de las remesas a partir de las restricciones establecidas por el gobierno de Donald Trump en lo referido a los envíos desde EE.UU., al limitarlas a 1 000 USD por trimestre.
A pesar de los esfuerzos que se realizan, en el orden social, sigue presente una distribución de ingresos desigual, con un estimado de índice GINI de +0.45 y una pobreza de ingresos en torno al 16% de la población, fenómenos que demandan otras medidas para su solución.
Igualmente, en términos laborales resulta importante destacar que se registró un desempleo del 1,2%, pero la tasa de actividad económica mostraba en el 2018 un registro del 63,8% solamente, lo cual está evidenciando una tendencia a la baja de casi 12 puntos porcentuales en relación a los inicios del Período especial para la población ocupada en edad de trabajar. En este fenómeno inciden factores que impiden a la mujer su incorporación al trabajo por labores del hogar y –consecuentemente- la tasa en este caso es de solo 49,5%; también están presentes el incremento del trabajo en la economía informal y la migración externa, entre los factores de mayor significación.
En segundo lugar, se logró dar una respuesta favorable al déficit habitacional en el año, ya que se concluyeron 43 700 viviendas de un plan de 32 899, para un crecimiento un 32,8% por encima de lo previsto y del 49,5% más sobre lo construido en el 2018. De igual modo, también se completaron las labores de rehabilitación de las viviendas e instalaciones afectadas por el tornado que azotó a La Habana en enero del 2019.
Este desastre natural inusitado golpeó violentamente a cinco municipios de la capital con vientos de 300 kilómetros por hora, dañando 7 872 viviendas –de ellas 730 derrumbes totales-, dejando 253 682 personas afectadas, entre las que se encontraban unos 190 heridos y hubo que lamentar la muerte de siete de ellos. También resultaron dañadas importantes instalaciones como escuelas, hospitales, fábricas, además de redes eléctricas y telefónicas. Un estimado de las pérdidas las ubicó en unos 7 000 millones de pesos.
En tercer lugar, si bien la circulación mercantil minorista total se redujo el pasado año, a partir de octubre se implementó la venta en moneda convertible de un conjunto de bienes de consumo de gama alta a precios más bajos al no incluirse el cobro de aranceles en sus fichas de costo.
Esta medida estaba dirigida a cumplir dos objetivos: por una parte, recaudar moneda convertible por una vía rápida y por otra, neutralizar –en alguna medida- la importación y venta posterior en el país de bienes de consumo de gama alta importados por personas naturales supuestamente como importaciones no comerciales. En tal sentido, se ha conocido que –solamente en Panamá- los cubanos compran unos 240 millones de dólares anualmente con el objetivo de vender en Cuba equipos como motos eléctricas y aires acondicionados. Más recientemente las ventas en moneda convertible se han extendido a ciertos equipos para brindar servicios de otro tipo y también a la venta de automóviles con un 10% de descuento de su precio en lista.
La percepción interna de esta medida ha sido favorable, aunque también se registran lo que puede denominarse como “efectos colaterales”, ya que se ha mantenido el descuento de un 10% para el manejo de dólares en efectivo con vistas a ser depositados en la carga de tarjetas para la compra en divisas a través del sistema bancario, lo que resulta cuestionado por la población. Por otro lado, se ha producido una cierta depreciación del CUC en la misma medida en que los precios y los surtidos de las tiendas que venden en MLC resultan más atractivos.
Esta medida se ha conectado con el proceso de reunificación de las monedas y las tasas de cambio en relación al peso cubano en la misma medida en que desplaza objetivamente el poder de compra del CUC. A esto se añade que se está efectuando –experimentalmente- la devolución de los vueltos en pesos cubanos por compras en las TRD.
No obstante, la reunificación prevista –tal y como se viene reportando- es una medida de alta complejidad que para cumplir con la premisa de que nadie sea afectado por la misma, demanda de profundos estudios y de un conjunto no despreciable de financiamiento capaz de compensar sus efectos, en el ámbito de las personas jurídicas y naturales.
Por todo lo anterior, es preciso no actuar irreflexivamente, ni pensar que con la reunificación prevista se van a resolver todos nuestros problemas. Ciertamente es una medida indispensable para una mejor contabilidad social, pero por si misma no añade un centavo en el PIB ni va a producir una rebaja generalizada de los precios, criterios que –lamentablemente- se han instalado en la mente de muchas personas, creándose una fuerte expectativa al respecto.
En cuarto lugar, otros impactos de orden social en el 2019 revelan una tasa de mortalidad infantil de 5,0 por mil nacidos vivos, un resultado ligeramente inferior al 4,9 obtenido en el 2018. Por otro lado, en el ámbito de la salud continuaron manifestándose las dificultades –en buena medida producto del bloqueo de Estados Unidos- con vistas a garantizar la importación de las materias primas para la producción de medicamentos, registrándose una la falta de 47 productos al cierre del primer semestre, con un pronóstico de que se mantendría la falta en meses posteriores en torno a 40.
Finalmente y a pesar de todas las dificultades, la sociedad cubana mostró un índice de seguridad ciudadana de 5,6% homicidios por 100 000 habitantes, un índice muy superior a la situación regional en este indicador que revela también aspectos de la calidad de vida que no suelen evaluarse.
(Continuará).
BIBLIOGRAFIA
-Cubadebate (2020) “Cuba en datos: Más cubanos se sumaron a trabajar en 2019” febrero 7, 2020 en www.cubadebate.cu
-Nova, Armando (2019) “Remesas a Cuba, mito o realidad, tras la ruta del dinero” Rebelión agosto 8 de 2019 en www.rebelion.org
-Rodríguez, José Luis (2019) “Impactos globales y regionales en los flujos de remesas a Cuba” Documento de trabajo del Centro de Investigaciones de la Economía Internacional (CIEM) Febrero de 2019.
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