En la informalidad laboran más de la mitad de los trabajadores del mundo, en gran parte carentes de protección social y con escaso impulso de la productividad. Las mujeres y los jóvenes están en una condición más desfavorecida, según la Organización Internacional del Trabajo. Foto: Marcel Crozet/OIT
GINEBRA – Unos 2000 millones de trabajadores, 58 por ciento de quienes laboran en el mundo, tienen empleos precarios, propios de la economía informal, indicó este lunes 13 un nuevo reporte de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
La tasa de informalidad, que estaba en 63 % en 2004, se fue reduciendo en los años siguientes hasta 57,8 % en 2019, pero la pandemia covid-19 elevó de nuevo esa cifra desde 2020, con oleadas de pérdidas de empleo, en particular para las mujeres, y se mantiene en 58 %, según el Departamento de Estadísticas de la OIT.
El reporte indica que la tasa mundial de desocupación disminuyó significativamente en 2022, cayendo a 5,8 % desde un máximo de 6,9 % en 2020, a medida que las economías comenzaron a recuperarse del choque de la pandemia.
“A pesar de las inciertas perspectivas económicas mundiales, se prevé que desocupación aumente sólo moderadamente en 2023, ya que gran parte del impacto está siendo absorbido por la caída de los salarios reales en un entorno de aceleración de la inflación”, según el análisis de la entidad.
Se prevé que la desocupación aumente ligeramente tanto en 2023 como en 2024, hasta 211 millones de personas, aunque la tasa se mantendrá en 5,8 % (más alta en los Estados árabes, África, Europa y América, y más baja en Asia y el Pacífico).
La informalidad marca el empleo precario de modo que la mayoría de los 2000 millones de trabajadores en esa situación carecen de casi cualquier forma de protección social.
Por otra parte, el reporte señala que la productividad laboral repuntó en 2021, aumentando 2,4 %, pero ese crecimiento se ralentizó en 2022, con un incremento de solo 0,5 %.
Sin embargo, incluso antes de la aparición de la covid, el crecimiento de la productividad se había ralentizado en todo el mundo, y las últimas estimaciones amplían la tendencia a la baja del crecimiento, pasando de una tasa media anual de 1,8 % entre 2000 y 2014 a 1,4 % entre 2015 y 2022.
“Se trata de un asunto muy preocupante, ya que el crecimiento de la productividad es clave para hacer frente a las múltiples crisis actuales de poder adquisitivo, bienestar y sostenibilidad ecológica”, considera la OIT.
Las perspectivas tampoco son buenas para los jóvenes, y el reporte señala que en 2022 casi una cuarta parte de los jóvenes del mundo (23,5 %) eran Ni-NI: no estudiaban, no tenían ocupación ni recibían formación.
Aunque se trata de un descenso desde 2020, cuando la tasa de Ni-Ni alcanzó un máximo histórico (rozó 25 %), sigue siendo superior a los niveles anteriores a la pandemia y por encima de la línea de base de 2015, que fue de 22,2 %.
Es decir, que la pandemia exacerbó una tendencia que ya iba en aumento, pues los jóvenes sufrieron mayores pérdidas en ocupación que los trabajadores de más edad, y abandonaron sus estudios debido a las interrupciones masivas de la educación y la formación en el puesto de trabajo. La recuperación ha sido mínima.
Demasiados jóvenes -unos 289 millones- no adquieren experiencia profesional a través de un empleo ni desarrollan sus capacidades mediante la participación en un programa educativo o profesional.
“Esto no solo es un desperdicio de potencial económico, sino que también es probable que tenga un impacto duradero en los jóvenes afectados, dificultando su transición al mercado laboral en los próximos años”, señaló el informe.
Otro aspecto de muestra la OIT es que la paridad entre hombres y mujeres en los puestos directivos llevará generaciones.
Durante décadas, las mujeres se han enfrentado a barreras persistentes para acceder a puestos de toma de decisiones como legisladores, altos funcionarios, directores generales y otras ocupaciones directivas.
A nivel mundial, solo ocupaban 28,2 % de los puestos directivos en 2021, aunque representaban casi 40 % del total de la ocupación.
Aunque la proporción de mujeres en puestos directivos ha ido en aumento en todo el mundo y es ligeramente superior a la de la época prepandémica, el progreso ha sido lento, con un incremento de solo 0,9 puntos porcentuales desde 2015.
Al ritmo actual de progreso, pasarían más de 140 años antes de que se alcanzara la paridad de género en los puestos directivos.
Y la diferencia salarial media entre hombres y mujeres en 102 países con datos recientes y comparables (basados en los ingresos por hora de los empleados) es de aproximadamente 14 %.
Las tendencias destacadas “subrayan la urgente necesidad de actuar para promover la justicia social, abordando las cuestiones de la creación de empleo, la informalidad, la productividad, la juventud ocupada y la paridad de género”, concluyó el reporte de la organización, con desde en esta ciudad suiza.
A-E/HM
No hay comentarios:
Publicar un comentario