Por Dr. Julio Carranza
Algunas
consideraciones sobre los textos más recientes que contribuyen al debate
necesario acerca del complicado tema de la superación de la dualidad monetaria
y cambiaria que afecta a la economía cubana en la actualidad.
En primer
lugar, me referiré al artículo de José Luis Rodríguez, recientemente circulado
y de manera muy oportuna por Humberto Herrera, que fue publicado en diciembre
de 2013, o sea hace 5 años y 3 meses, su título “Hoy es posible comenzar a
revertir la dualidad monetaria en Cuba” (1). Creo que su explicación del
proceso de la dualidad monetaria que ha tenido la economía cubana desde hace
más de 20 años es muy correcta y precisa, ayuda a comprender sus causas, su
historia, sus consecuencias, sus desafíos y la necesidad de comenzar y terminar
su superación. Mi observación es que dice menos sobre los detalles de este
último aspecto, quiere decir cursos y tiempos de acción.
Este excelente
artículo de José Luis Rodríguez escrito hace más de 5 años podía haber sido
escrito hoy y es igual de “actual” y de válido como explicación del proceso y
si no se hace nada quizás se podría volver a escribir dentro de 5 años más y
seguiría siendo “actual” y esto es así porque a pesar del tiempo transcurrido
seguimos, en lo que a este problema se refiere, esencialmente en el mismo punto
de partida, solo el “detalle” de que la situación es cada vez más compleja
desde todos los puntos de vista.
Para decirlo de
otra manera, a estas alturas del problema (que no digo del debate) es preciso
discutir si se debe o no actuar ya (claro que debido a la complejidad y
sensibilidad del tema debe hacerse de manera cuidadosa, pensada, progresiva,
etc., etc., nadie sensato y comprometido negaría eso) y si la respuesta es sí,
entonces cuáles son las alternativas concretas?, sobre esto ya se han avanzado
importantes y muy valiosas consideraciones y contribuciones, varios economistas
lo han hecho a través de estos medios (Humberto Perez, Pedro Monreal, Joaquín
Benavides, Armando Nova, Juan Triana, Fidel Vascos, Humberto Herrera Carlés y otros valiosos colegas), creo que ahí
está el punto central de las reflexiones que exige el momento. Sobre esos
contenidos no me extenderé en esta reflexión, estoy haciendo énfasis ahora en
él cuando más que en el cómo o sea en la cuestión de los tiempos para las
decisiones (sin olvidar que en este caso él cuando es también parte fundamental
del cómo).
Como bien
sabemos la sociedad es el todo, o sea todas las relaciones sociales (la economía,
la política, la cultura, etc., etc.), por lo tanto (y mucho más en un proceso
como el cubano) para decir algo válido es necesario pensar en el todo, aunque
lógicamente cada cual pone énfasis y mayores desarrollos según su especialidad,
experiencias y el problema que quiera focalizar, pero sin perder de vista el
todo. En el caso de la dualidad monetaria y cambiaria esto es aún más evidente.
A eso se han
referido los dos últimos textos de Monreal y Benavides sobre este tema (“La
devaluación del Peso cubano: entre la “fatiga de los metales” y la escasez de
propuestas políticamente convincentes” (2) de Pedro Monreal y la
respuesta de Joaquín Benavides a este artículo (3)), aprecio que ambos
están esencialmente de acuerdo en lo que dicen, de hecho, es un debate que
tiene capítulos anteriores con acuerdos fundamentales, quizás ahora hay un
matiz de diferencia entre ambos.
Monreal ha
dejado claro a través de sus valiosas contribuciones sobre el tema, la
necesidad y el cómo considera sería posible y conveniente actuar ya para
superar esta situación a pesar de sus complejidades, sin embargo en su último
texto trata de explicar que es lo que está sucediendo en la práctica, tomando
en cuenta que: mientras los documentos oficiales así como las declaraciones
políticas reconocen la importancia y urgencia del tema, en la práctica no
sucede nada en esa dirección o al menos no ha sucedido nada hasta esta fecha,
por tanto afirma que la explicación de esta divergencia debe estar en que se
debe haber considerado que los riesgos políticos (sociales) de una devaluación
(que sería parte inevitable de este proceso), serían demasiado importantes, más
aún en un contexto internacional de grandes incertidumbres y presiones,
fundamentalmente (aunque no solo) por la situación en Venezuela y por la
irracional agresividad de la actual política norteamericana, para decirlo con
palabras más simples “si aunque la superación del problema de la dualidad
monetaria y cambiaria es estratégico para la recuperación y desarrollo de la
economía, pero sin embargo, a pesar de ello se ha mantenido la estabilidad
política del país y la economía funciona, aunque con crecimientos
insuficientes, baja productividad, contradicciones, etc., pero funciona, para
que correr riesgos en este momento tan complicado”. Esto posterga y posterga
las decisiones para actuar sobre el problema como parte esencial de los cambios
económicos. No es esta obviamente la opinión de Monreal si se tienen en cuenta
sus anteriores propuestas, sino la explicación de este acerca de por qué no se
avanza en la solución del problema.
En este último
texto Monreal, reconociendo la complejidad política del problema e
introduciendo una nota de cautela, se extiende en la necesidad o no de crear
determinadas condiciones previas para actuar sobre el problema y también en la
necesidad de medir los costos de las necesarias políticas de compensación que,
como ya había señalado en anteriores textos Humberto Pérez, serían necesarias
para reducir los negativos efectos sociales de una devaluación del peso cubano
por el impacto que este tendría en el sistema empresarial del país, el empleo y
los precios. Esta reflexión reciente de Monreal no modifica la esencia de sus
anteriores propuestas puestas a debate en cuanto a la urgencia y necesaria
integralidad de la acción. También en los textos de Humberto Pérez aprecio el
criterio de la urgencia, lo cual coincide con las opiniones expresadas por
Benavides y por cierto también con la mías y con la mayor parte de los
economistas que se han referido al tema.
Benavides, en
la reciente respuesta a Monreal, plantea que los mayores riesgos, no sólo
económicos sino también políticos, están en no actuar a tiempo y explica de
manera muy precisa por qué, en textos anteriores de algunos meses atrás ya
había hecho él importantes consideraciones y aportes acerca del cómo y él
cuando, sobretodo en sustanciosos intercambios fundamentalmente con Monreal y
Humberto Pérez.
En lo que a
estos dos ultimo textos de Monreal y Benavides se refiere, estoy de acuerdo con
los dos, ya he expresado en varias ocasiones que, en mi opinión, desde el punto
de vista estratégico y político el tiempo es una variable crítica. Quizás
aquella memorable reflexión de Antonio Gramsci nos ayude a entender el matiz de
diferencia entre la reflexión de ambos textos recientes “con el pesimismo de la
mente y el optimismo del corazón” yo creo que ambos llamados del gran pensador
italiano son imprescindibles para entender lo que está sucediendo en este
importante tema y sobre todo para superar sus desafíos.
Si se considerara
que ahora no es el momento para actuar se pudiera preguntar qué es lo que hace
pensar que más adelante el momento pudiera ser mejor. Las tendencias
internacionales parecen apuntar en dirección contraria. Por estas razones vale
repetir que la solución del problema de la dualidad monetaria y cambiaria es
esencial como parte de una reforma integral de la economía que supone también
la reestructuración del sector empresarial para su mayor eficiencia, la
regulación y consolidación del sector privado con pequeñas y medianas empresas,
así como el sector cooperativo, la reforma salarial (basada en la progresiva
recuperación de la productividad a que la reforma debe dar lugar), etc. y sin
dudas, también las medidas de compensación transitorias, son cursos de acción
esenciales para el futuro del país y las mejores condiciones de vida de la
sociedad y digo esto pensando en el todo, no solamente en una de sus partes.
21 de marzo
2019
Notas
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