POR RICARDO JORGE MACHADO , HABANA INSIDER: JUNIO 20, 2020/ LA
HABANA, CUBA/ EDICION 1361/ Editor: Abelardo G. Mena
Chicuri
“Urge reforzar equipos fuertes de trabajo que propongan soluciones y estudien alternativas. Hay que aprovechar el talento de los académicos e investigadores en materia económica y valorar las propuestas que hagan.” (Miguel Diaz Canel, Granma, 30 Noviembre 2018)
David Rockefeller y Fidel Castro
Llueven en las redes y otras publicaciones las sugerencias y propuestas a tomar en cuenta para enfrentar la etapa pospandemia en Cuba. Prácticamente todas se concentran en el plano operativo, lo concreto, lo particular. Casi todas ya conocidas. Concuerdo con la mayoría: son acertadas. Lo que falta es definir el orden, la secuencia.
Tengo otro punto de vista o si se quiere otro enfoque diferente y no contradictorio. Hay que identificar sin embargo lo principal, el núcleo duro donde reside la clave, la “llave”: la calidad del proceso de trabajo de las instituciones estatales del nivel superior. Es decir, la racionalidad y eficiencia de la actividad de los ministerios. Pienso que desde este nivel se han estado produciendo una buena parte de decisiones equivocadas, fallidas; o al menos las que han restado en alguna medida credibilidad al gobierno. Ahí es donde hay una rotura que es necesario reparar, un salidero por donde se escapa la eficiencia y la gobernabilidad. Es urgente ponerle un tapón ahora que se nos viene encima el tsunami que representa la etapa post COVID19.
Desde la asunción del cargo de presidente y quizás como línea esencial de su gestión, ha enfatizado en el papel de la ciencia en la actividad del gobierno. No es posible identificar evidencias de que esa intención haya logrado plasmarse del todo en algunas zonas del primer nivel del estado. Pruebas al canto y comenzando por la última: la propuesta de las ventas online del Ministerio del Comercio Interior, que tuvo efectos desordenados y decepcionantes sobre amplios sectores de la población.
Este tipo de iniciativas ministeriales tiene antecedentes de mayor envergadura, menciono solo tres. El “experimento” sobre los transportistas privados en la capital. Eran 6,000 vehículos que transportaban diariamente mas de 30.000 habaneros. Es cierto que la mayoría no podíamos utilizarlos diariamente pero en casos de emergencia eran la solución: malestar físico inesperado o necesidad imperiosa de puntualidad. Los desaparecieron de un plumazo. Siguen haciendo falta.
En el sector de la cultura, el decreto 349 creó amplio descontento e irritación entre los artistas. Por último el decreto ley 366 sobre las cooperativas no agropecuarias: disfuncional y contradictorio. Una condena de muerte a la mayoría de las cooperativas. A tal punto irracional que no se han atrevido ha implementarlo.
¿Qué es lo que se repite en todos estos emprendimientos caotizantes? Una combinación de improvisación, desconocimiento de opiniones de las personas involucradas afectadas, falta de diálogo y consulta con expertos. No escuchar opiniones diferentes. No realizar investigaciones previas. Y sobre todo ausencia de un nivel superior que los evalúe y autorice.
El método de trabajo que están utilizando algunos ministerios podría denominarse de las “cuatro paredes”. La explicación es obvia. Sin medidas urgentes para poner coto a este tipo de actividad alienante que surge a veces desde el primer nivel del aparato estatal, la gobernabilidad del país y la credibilidad del gobierno podría sufrir un gradual deterioro. Mucho mas si tenemos en cuenta el complicado escenario que debemos enfrentar en la etapa pospandemia. El sistema cubano y su sujeto de gobierno serán desafiados para demostrar capacidad para resolver los problemas esenciales de su sobrevivencia. Ante todo, eso es lo primero: introducir la ciencia en los métodos de trabajo de los ministerios y ministros. Que la base de los análisis sean las cifras y los datos, nada de opiniones. Hay que enfrentar a un sector conservador resistente a los cambios al poder de los números. Seria fatal no verlo así.
Qué tipo de liderazgo necesita Cuba ahora?
En este asunto, como en otros, Fidel Castro mostró también su potente capacidad de anticipación. Hace casi exactamente 33 años, en abril de 1987, describía con bastante precisión el problema: “Cada época, cada sociedad, cada momento histórico requiere ciertas cualidades. Las condiciones de un líder en el futuro serán diferentes de las condiciones que se hayan requerido para una etapa revolucionaria, la imaginación y la audacia que se requería en un momento dado. Quizás en otro momento haga falta gente mas fría, menos intuitiva, más metódica, otro tipo de hombre, el educado para dirigir la sociedad en otra fase de desarrollo, aunque siempre será necesario una dosis de espíritu creativo y de imaginación·” (Discurso en la clausura del V Congreso de la UJC 1987)
Propongo comentar dos fragmentos a manera de preguntas: ¿ distingue Fidel dos etapas en la sociedad cubana: una revolucionaria y otra futura que ya no lo es ?
En efecto, los cambios revolucionarios de profundidad en Cuba se produjeron durante la primera década y algo más. Después el ritmo de las transformaciones se enlantece hasta casi desaparecer (teniendo un corto ciclo de ajustes significativos durante el periodo especial)y entrar en la etapa de estancamiento en que nos encontramos. Los cambios han estado en los papeles (Lineamientos, Conceptualización, Constitución), no en la realidad.
La otra pregunta es la siguiente: previó el Comandante como inevitable un cambio significativo en el estilo de dirección del primer nivel? Estaría pensando en una etapa como la que estamos viviendo? Es sabido que durante largos periodos el Consejo de Ministros no se reunía- a veces por años-, se aprobaban las leyes por circulación (sobre todo en los periodos trianuales en que el Comandante presidia el MNOAL, no hago objeciones, entiendo que trataba de construir un pensamiento global del sur, que no acaba de cuajar ). Fué Raúl Castro el que recuperó el ritmo de actividad del Consejo de Ministros y que Diaz Canel ha continuado implantándolo con mas firmeza sin duda, porque si algo caracteriza su trabajo es ser “mas metódico". Entonces…¿hace falta otro tipo de liderazgo ? ¿Cuál y como lo construímos? La vía no puede ser otra que la de desarrollar modelos de formación de líderes basado en los aportes de las ciencias del comportamiento, en especial las neurociencias.
Regular y evaluar las decisiones de los ministros.
La organización de la actividad de los órganos superiores del estado y de sus estructuras descendentes no es nada fácil. Es toda una tecnología que tiene también una base conceptual y metodológica, comenzando por definir con claridad los limites entre gobernanza y gobernabilidad, que en nuestro país no están muy claros. Podríamos descubrirla y desarrollarse nosotros mismos mediante la técnica “del ensayo y el error” pero llevaría un tiempo del que nos disponemos.
Los vietnamitas fueron más prácticos: contrataron asesores suizos de institutos científicos de punta especializados en el tema. No ideologizaron el problema. “Una nación puede y debe aprender de la otra” dijo Carlos Marx. Hace tanto Raul Castro ratificó: “No pensamos volver a copiar de nadie, bastantes problemas nos trajo hacerlo y porque además copiamos mal. Aunque no ignoramos las experiencias de otros y aprendemos de ellas, incluyendo las positivas de los capitalistas” (VI periodo ordinario de VII legislatura de la ANPP, 18 diciembre 2010)
En los años iniciales del triunfo revolucionario, fue el Che el primero que tomó la iniciativa de invitar investigadores extranjeros para que dieran ideas y trasmitieran sus experiencias. Trajo al eminente economista francés Charles Bethelheim -que estuvo aquí un tiempo- y otros expertos franceses. Mas tarde, Fidel trajo científicos ingleses para echar las bases de la ciencia en Cuba. Lo hizo también con científicos norteamericanos para introducir la biotecnología. El mismo Comandante invitó a una hija de Rockefeller para trajera expertos norteamericanos en el campo de la administración y la gerencia. Venían dos o tres veces al año al año a reunirse y discutir esas técnicas con un grupo de vanguardia de empresarios cubanos y académicos de experiencia. Se desarrolló un experimento de consultoría en Cubana de Acero.
La burocracia conservadora siempre miró con suspicacia esa iniciativa del Comandante que puso al frente de la tarea al competente y carismático capitán Fernández, “El Gallego”. Un cabeza caliente se enteró e hizo circular un documento en el que afirmaba que “el gallego intentaba introducir el capitalismo en Cuba¨.
La ignorante retroburocracia considera que la tecnología social –la administración-es portadora de un virus mental que puede infestar la mente de los dirigentes y académicos cubanos. En este punto hace veinte años que ha impuesto su agenda retardataria. No invitan para trabajo sistemático en el país a expertos extranjeros en el campo de la economía y la administración: solo conferencias y un corto turismo. No reconocen que es tecnología ideológicamente neutral. Si con esa mentalidad hubieran controlado la agenda del 26 de julio en los años de la insurrección se hubieran opuesto a utilizar armamento norteamericano –Sprinfield, Garand y MI, el preferido del Che-porque eran capitalistas; en el paroxismo de su insania hubieran propuesto obtener armamento soviético.
Para ellos un strike en el Yanquee Stadium es capitalista, y en Latino asumiría la categoría de un lanzamiento “políticamente confiable”. Un strike lo es en cualquier parte, como lo es la mayoría de las técnicas de administración modernas a las que los conservadores temen como al demonio. Somos un país mal administrado y aunque hagamos las leyes que nos hacen falta, ellas se harán mantequilla cuando tropiecen con un directivo incompetente que ignora el abc del proceso de toma de decisiones, sobre todo en el sistema empresarial.
Existe una especie de ley no escrita en Cuba según la cual cada ministro tiene un área discrecional en la que tiene carta blanca para hacer lo que se le ocurra. Ellos saben que la zona tabú donde no pueden meterse es la de las relaciones de propiedad: es coto cerrado, solo para la alta dirección. Casi todo lo demás está permitido y los ministros no se meten unos con otros. Si el presidente no crea dentro de sus oficinas espacios para reclutar y consultar sistemáticamente con expertos reconocidos, investigadores de experiencia que le sirvan de filtro y evaluación de las iniciativas ministeriales, del mismo modo que hizo con la pandemia, los disparates van a continuar.
No hay que crear una plantilla especial para un grupo de asesores. Los que han profundizado en el tema del liderazgo saben que este viene con fecha de vencimiento: se gasta y lo hace mas rápido en la medida en que se acumulan los errores. La sostenibilidad del liderazgo depende en gran medida del acompañamiento de una adecuada capacidad de gestión, de saber administrar, el talón de Aquiles del proyecto cubano. Ningún país puede sobrevivir y desarrollarse sin un liderazgo fuerte que inspire a la mayoría de los sectores de la población. Cuba lo necesita quizás como nunca en esta hora de peligro para la patria. Es imprescindible desarrollar un liderazgo a partir de un modelo científicamente fundamentado
De las experiencias de la COVID 19 los cubanos podemos y debemos aprender mucho. La principal lección se deriva del alineamiento de amplios sectores de la ciencia y el sector empresarial para enfrentar como un todo de manera integral el desafío de la pandemia. En pocos días fue creado un conglomerado de expertos de muy diversos perfiles: matemáticos, médicos, sicólogos e investigadores del sector de las biociencias, con enfoque transdisciplinario que es lo que ha permitido obtener los encomiables resultados que muestra el país ante los retos que ha planteado COVID 19.
¿ Será posible hacer algo semejante con científicos sociales, economistas, sociólogos, sicólogos, juristas para enfrentar los complejos desafíos de la sociedad cubana?
El problema está planteado, sin embargo contadas excepciones acogen trabajos de las ciencias sociales para abrir debate, las redes sociales no pueden ser la tribuna para debatir y ejercer el análisis, la crítica, la valoración de propuestas, antes, previó, a las decisiones.
ResponderEliminarEn el campo legislativo hay mucho por hacer, sin embargo los proyectos normativos no se abren al aporte de la experiencia profesional, tan importante como la valoración política, se aprueban normas que requieren dictámenes amplios y consensuados. Todo queda en el ámbito de la decisión del ramo, y la consulta a otros organismos vinculados, no se puede asumir que nuestros representantes en el parlamento puedan desentrañar el conocimiento que la práctica profesional puede aportar.
Será una práctica de gobernanza y gobernabilidad, cooperada y compartida. Abramos los cauces.