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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

sábado, 18 de diciembre de 2021

De-construyendo obras

Por Katia Siberia,ECONOMÍA, Invasor

De 75 a 100 viviendas al año deben construir, pero la disponibilidad de recursos y la fuerza no acompañan. Este año serán 43, apenas. Fotos: Alejandro García Sánchez

Las construcciones no avanzan como se quisiera, y aunque la cara visible sea la del constructor, no siempre las ejecuciones dependen de él. ¿Qué pasa con el Hospital, con el nuevo cementerio, con las viviendas que se levantan? Desde la UEB que emprende tales obras se ofrecen algunos detalles

Parece lo que es: un exceso, sobre todo si se dice de carretilla albañiles, pintores, carpinteros, electricistas, plomeros, soldadores, paileros… casi 500 hombres dirigidos por un arquitecto de 37 años que llegó a convencerse muy rápido de que todo lo que proyectaba se caía. Sus diseños no eran factibles. Acababa de salir del aula.

Pero cuando a Évora Hernández se le “derrumbó” su carrera, todavía no era el director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) No.2 Obras Varias Ciego de Ávila; la entidad de la construcción que es un eufemismo estructural porque empresas menores que ella no tienen ni la mitad de su encargo. No obstante, en su Ministerio insisten en decirle UEB.

Y en esa UEB, lo mismo repellan una pared que montan una fábrica. Es la encargada de terminar (algún día) el Hospital Provincial General Docente Doctor Antonio Luaces Iraola; la que está construyendo el nuevo cementerio, la que levanta edificios en Ortiz, la que ejecuta un secadero de arroz en Bolivia, la que tiene hombres en Camagüey…

Es un pulpo, obligado en planes a abarcar tanto que, 12 años después de que Pedro Manuel llegara allí, ya no se “derrumba” ante el peso de tamaña obra y otras desconexiones que lo mantienen tenso.

“Eso que me pasaba a mí, de alguna manera, sigue pasando. Hay un divorcio entre el inversionista, el proyectista y el ejecutor. El Hospital, es el mejor ejemplo”, comenta. En realidad es el peor. Una inversión mal asegurada con recursos en el almacén que no pueden usarse porque faltan otros. Ahí llevan casi tres años.

Se levantaron muros, estructuras, “y no podemos avanzar, primero debe hacerse el empotramiento eléctrico, sanitario e hidráulico y esos recursos faltan, son importados. Para ese nivel de complejidad, y en un Hospital no debemos usar los de la producción local, deben tener mayor calidad”.

Encima, el proyecto cambió. Aunque la noticia la daba el director del Hospital hace dos meses y era excelente el hecho de que el Luaces Iraola cuente con un área Pediátrica, con entrada independiente y mayor número de camas; “la transformación implica, incluso, demoler parte de lo que se levantó”, sostiene Pedro Manuel.

Pedro Manuel“En todo ese tiempo sólo logramos que una persona de Punta Alegre se sumara a la brigada y recibiera empleo por ello”, comenta Pedro Manuel

Por eso no extraña que ante las dificultades de Salud Pública para suministrar los recursos y los cambios recientes, confiese que “no tiene la menor idea de cuándo podrá terminarse el Hospital”.

Las incertidumbres, sin embargo, no rondan el nuevo cementerio. Afortunadamente desaparecieron los primeros días en que hubo que realizar enterramientos urgentes en la ampliación del viejo camposanto porque no había recursos en la provincia para emprender una obra como la que hoy se ejecuta.

Para enero debe estar lista la primera de cuatro grandes manzanas, cada una con capacidad para más de 2 000 inhumaciones. Aun cuando ha sido ejecutada con rapidez, Pedro Manuel asegura que al cremarse unos 500 cadáveres que permanecían momificados en tumbas herméticas que dificultaban la descomposición, se crearon capacidades en el viejo cementerio y en la nueva obra no ha sido necesario dar sepultura a nadie.

“Eso nos permite trabajar con tranquilidad. Antes fue muy, muy difícil exigirle a una brigada de hombres que veían, incluso, cómo allí se enterraba a sus familiares”.

Casos y casas

Otras complejidades, menos dolorosas, ponen en tela de juicio el avance de las obras. Y Punta Alegre lo demostró de la peor manera. Durante tres años la UEB No. 2 estuvo recorriendo más de 100 kilómetros para levantar unas 50 viviendas. Movían a reclusos que no tenían el mejor conocimiento de albañilería y la ejecución no fue de calidad.

Esa es hoy una de las dos limitaciones que más golpean a una UEB que lleva al unísono más de 10 obras cada mes y tiene hombres y maquinarias desperdigadas por toda la geografía avileña. Apenas cuentan con “12 albañiles de toda la vida” y los buenos eléctricos y plomeros permanecen, pero los albañiles fluctúan mucho.

Entre las obras de la cayería norte, las micro, pequeñas y medianas empresas y los trabajos particulares, pocos apuestan por quedarse en una brigada donde los salarios promedian 3 000.00 pesos.

ConstrucciónCortesía del entrevistadoLa fábrica de cemento de Camagüey, una obra también avileña

“Es cierto que cobran en función de lo que hagan, la norma es 120 bloques en ocho horas, lo que al subirlos al andamio se hace más lento y complejo. A veces depende de que traigan el recurso para poder cumplirla”.

Ese es el segundo dolor de cabeza: materiales en tiempo y de calidad. Los inversionistas de los organismos no se parecen entre sí. Comparemos los recursos de un hotel (inversión extranjera) y de la Vivienda (producción local en algunos casos).

Comparemos, incluso, los edificios de la Vivienda entre sí, donde “todos los años cambian los recursos y se trabaja con lo que haya en ese momento”, admite. En medio de esa realidad te encuentras que el tercer edificio del macizo cañero se atrasó en su entrega por la mala calidad de los accesorios y las pruebas de agua avizorarían lo que vecinos del lugar contarían a Invasor después. A menos de una semana de inaugurado ya había jucareños que no podían usar el lavamanos ni descargar la taza.

De espaldas a esa afectación del cliente, está la de la propia empresa, que no puede avanzar hacia otros objetivos, y afecta de algún modo el pago de los obreros. Así sucedió durante la pandemia en Bolivia con el montaje del secadero de arroz que también ejecuta la UEB No. 2.

Tuvieron que cerrarle el contrato a los bolivianos que allí laboraban por una obra interrupta, debido al déficit de recursos, y no fue posible reubicarlos en otra. “Lo que quedaba era albergarlos en Camagüey, donde estamos montando una fábrica de cemento, y no quisieron”.

Al final todos resultaron afectados, pues cuando se retome la actividad en Bolivia esa fuerza calificada ya tendrá un nuevo empleo. “Difícilmente podremos recuperarlos, en semejantes condiciones no podemos prometer estabilidad, entendemos que duden en volver”, lamenta Pedro Manuel.

De ese modo se resienten, además, los indicadores económicos que, a pesar de un año aciago, no los han dejado con pérdidas. Tampoco es que tengan grandes sumas para distribuir por resultados (200 000.00 pesos en el trimestre, por ejemplo). Los grandes gastos conspiran y dejan entreverlo.

“Sólo en la fábrica de cemento de Camagüey, que tiene doble turno, tenemos cuatro guaguas llevando a los constructores de Santa Lucía a Nuevitas. Al mes eso nos cuesta casi un millón de pesos. Un tanque de aceite está montado en más de 15 000.00 pesos y a cualquier retro se le va la zapatilla, son equipos muy viejos.

“En la obra que estamos haciendo por la circunvalación de la ciudad, delante de los Camilitos, sólo la tubería vale un millón de pesos y está valorada en alrededor de dos. Si sumamos el petróleo, el salario, las roturas, los atrasos… nos termina costando mucho y las utilidades son escasas, si son”.

Más allá de esos avatares que no siempre se ven en el acabado de una obra, las brigadas que pertenecen a esta UEB siguen siendo juzgadas por lo que les toca y por lo que no. De-construir lo que hacen es más fácil que preparar una carretilla de mezcla bajo el sol y empezar a salpicar.

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